jueves, 28 de enero de 2016

Acuático

   Cuando podía iba a la piscina de su club y nadaba un poco. No podía hacer tantas veces como quisiera, por el trabajo, pero trataba de hacer lo más seguido posible por dos razones: la primera era que no hacía ejercicio nunca y la segunda que la natación era algo increíblemente relajante. Cada vez que entraba al agua, se sentía más libre que en cualquier otro momento de su vida. En el agua no tenía que justificarse, ni que seguir reglas definidas. Podía nada y nada más, yendo de un lado al otro y probando ese vehículo que era su cuerpo.

 Su cuerpo no era, sin embargo, el mejor vehículo que hubiese podido obtener de la vida pues no estaba en las mejores condiciones. Había nacido con un problema físico que era notable a simple vista y eso, al comienzo, le había impedido disfrutar de la natación como lo hacía ahora. En esos días, incluso pensó que ponerse una camiseta para nadar, como hacían otros, no era tan mala idea. Pero luego se dio cuenta que esa costumbre estaba casi reservada para quienes tenían más que unos kilos de más o tenían también cosas que creían tener que esconder.

 Pero no lo hizo, no se puso nada más sino el traje de baño y las chancletas de rigor. Ese día se cubrió como pudo con la toalla pero pronto se dio cuenta que a los asistentes a la piscina no les importaba nada el resto de las personas a menos que hubiera un accidente o algo por el estilo. Había reservado uno de los carriles de la piscina más grande y simplemente empezó a nadar.

 A veces era frustrante porque a la mitad de la extensión de agua se sentía ya ahogado y tenía que detenerse. Entonces hacía dos vueltas pero divididas en cuatro partes de extensión casi igual. Sería después de muchos meses que sus pulmones se acostumbrarían mejor al agua y a respirar correctamente. Fue un hombre gordito que se hizo una vez en el carril aledaño que le explicó como tenía que hacerlo. Esa sugerencia le aclaró mucho y agradeció la ayuda del hombre.

 Solo con ese consejo la piscina se volvió su escape de lo que pasaba a su alrededor. Allí no tenía que pensar en su trabajo que odiaba, no tenía que pensar en la mirada reprobatoria de sus padres cada vez que hablaban de él y tampoco tenía que pensar en su fallida vida social y sentimental. En el agua nada de eso importaba, solo había que estar concentrado en respiración bien y hacer un buen movimiento de piernas y brazos para no tragar agua y tener que llamar un salvavidas, como pasaba tan a menudo. La excusa del ejercicio era solo eso pues a él le interesaba tener un sitio adonde ir algunas horas al día y dejar salir todo lo que tenía en la cabeza. De resto, todo venía por añadidura.

 Fue en la ducha en donde pasó algo que nunca pensó que pasaría: conoció a alguien. Las duchas eran parte del ciclo diario en la piscina y no era su parte favorita ni de cerca. Sus problemas de autoestima llegaban todos de una sola vez apenas salía del agua y sabía que debía entrar a un lugar con multitud de hombres, muchos sin ropa, y bañarse con ellos. Algunos podrían creer que tenía opción de secarse e irse pero eso lo había hecho al comienzo y se dio cuenta que el cloro había dañado una de las camisetas que más le gustaba ponerse. Además, era una regla del lugar y si no se cumplían las reglas se podía ser expulsado.

 El caso es que tuvo que acostumbrarse y lo que hacía era ducharse con el bañador puesto siempre en una de las duchas que quedaban en las esquinas. Así hubiese otras libres, esperaba por las de las esquinas pues así había menos interacción. Un día en especial le pasó algo que hubiera sido perfecto para un sketch de comedia: se estaba enjabonando pero el jabón voló ridículamente de sus manos, dio contra la pared pero no cayó al piso nada más sino que cayó en el pie de alguien que iba a tomar la ducha de al lado, la única que había.

 Agachándose para recuperar su jabón, él se disculpó sin mirar al otro, quién se había tomado el pie y lo mojaba bajo la ducha que acaba de abrir. Se quejaba un poco pero el otro ni lo determinaba, prefiriendo guardar el jabón en una cajita donde siempre lo traía y acabando de limpiarse para irse a cambiar. Fue entonces que el tipo le habló, diciéndole que había dolido un poco pero seguramente menos de lo que hubiera dolido el típico chiste del jabón en la ducha. El joven ni sonrió pero el otro sí rio de su propio chiste y estiró la mano diciendo que su nombre era Pedro.

 Tuvo que estrechar la mano para no crear un momento incomodo y ahí mismo cerró la llave y se fue a secarse cerca de su casillero. Lo hizo lo más rápido que pudo pero antes de salir se cruzó de nuevo con el tal Pedro, que hasta ahora veía que era más alto que él y un poco intimidante físicamente. No se había fijado bien antes, pero ahora que lo veía mejor creía estar seguro de que él sí había estado desnudo en la ducha. Esto hizo sonrojar al joven, que trató de decir que se tenía que ir pero Pedro solo lo seguía, preguntando su nombre.

 Le mintió, diciéndole que se llamaba Miguel y que tenía que irse porque lo necesitaban en su casa. Cuando llegó a su hogar, el joven se quitó de encima la molestia de ese extraño momento y puso su mente al servicio de otras cosas, como la lectura pero cuando llegó la hora de dormir recordó al tipo de las duchas y se preguntó porqué sería que le quería hablar con tanta insistencia.

 Algunos días después volvió a la piscina. El trabajo había estado muy pesado y simplemente no había podido pasarse ni un solo día. Reservó su carril antes de llegar y cuando estuvo allí se lanzó casi sin pensarlo. Nadó varias veces de ida y de vuelta, sintiendo la sangre correr por sus venas y algo de agua entrar en sus pulmones. La agresividad de su salto lo había causado pero no le importaba, solo seguía adelante, incluso ignorando el dolor que sentía en los músculos de las piernas y de los brazos. Seguía y seguía, seguramente pensando que el dolor alejaría a todos los fantasmas que lo acosaban.

 Cuando ya no pudo más, salió. Fingió no escuchar a un vigilante que le decía que no podía quitarse el gorro antes de salir del agua e ignoró las miradas de varias personas que solo se le quedan mirando porque a la gente le encanta ver como se castiga a otros. Caminó a las duchas y allí se quedó un buen rato bajo el agua. No se limpiaba el cloro, no se echó champú ni jabón, ni siquiera se toca el cuerpo para limpiarse con las manos. Tan solo se quedó ahí, escuchando el ruido del agua en el suelo y las llaves cerrándose y abriéndose.

 Ese momento fue quebrado por el sonar de pasos y la voz del mismo tipo del día anterior. Él no se movió, pues sería reconocer su presencia y simplemente no tenía ganas de interactuar con nadie. El tipo no intentó hablarle más, solo se duchó rápidamente y se fue. Al rato él cerró su llave, por fin, y caminó lentamente a su casillero y su toalla. Cuando terminó de secarse abrió el casillero y sacó su mochila pero entonces de encima de ella cayó al piso un sobre. Lo recogió y tenía un sello interesante y era para él.

 Dejó la mochila en el suelo y abrió el sobre sin mucho cuidado. Adentro había dos hojas. La primera era una carta del sitio, diciendo que tenía una amonestación por el incidente del gorro. Él sonrió burlonamente: era increíble que hubiesen redactado esa carta tan rápidamente, aunque luego notó que solo debieron de poner su nombre y la fecha del día, el resto ya estaría así en alguna base de datos. Decía que no podría usar las instalaciones por una semana lo que le hizo dar una patada a la puerta del casillero, haciendo que todos los voltearan a mirar. Menos mal la puerta no se cayó.

  Casi rompe la carta y el sobre pero recordó la segunda carta y esperó ver los términos de su expulsión o algo por el estilo. Pero resultaba que era algo muy distinto. La carta llevaba el mismo símbolo que el sobre y tenía un mensaje que simplemente no se había esperado: el equipo de natación del club lo invitaba a entrar con ellos pues, en resumen, lo habían visto nadar y les parecía que estaría más que bien tenerlo en el equipo. El capitán, cuyo nombre firmaba la carta, era Pedro Arriola.

 Rió de nuevo, pero esta vez por la sorpresa. El tipo raro de la ducha no era solo eso sino alguien que había querido hablarle a propósito y él no lo había dejado. Incluso hacerse al lado en la ducha debía haber sido a propósito. Ser parte de un equipo era algo que jamás se hubiese planteado. Se miró entonces en uno de los espejos de la pared opuesta y se quedó mirando su cuerpo y su rostro. Seguía dentro de él el demonio que le decía que no iba a poder con ello, que la presión sería demasiada. Pero alguna decisión habría de tomar.


 En su mano, apretó la carta con fuerza.

miércoles, 27 de enero de 2016

Home

   The place had been abandoned for a long time, or at least that’s what could be inferred by the state of the house as a whole. Some glasses had broken, due to the wind or objects hitting them with strong force, moss and fungi had grown in the most humid places and every single object was covered by a very thick layer of dust, except the things near the terrace, through which the rain and the wind of many days had entered and sort of cleaned the space a bit. It didn’t look better as there was a lot of sand from the beach below and fragments of plants and other things. The place was a mess but there was some magic to it even like that.

 Formerly, that house had been part of condominium where only the richest people had houses by the beach, places where they could escape if they needed so. Maybe they had very busy lives in the city or maybe they just wanted to change views from time to time. There were even houses that were visited only once. But the one described was the last one of them all. The others were in ruins: they had been affected by the cliff crumbling into the beach or had just had less luck than the house that still stood there, almost defiantly.

 There were pictures of the people that used to live there or at least own the place: most of the photos showed a couple in their fifties, smiling or hugging and one where they kissed in some sort of celebration. There was only one picture of other people, most likely their children but it could be anyone as humidity had taken its toll on the picture and faces could not really be compared to the others. The point was that it seemed to be the house of people that were probably retired and had decided to have a place far from the chaos of the cities.

 The largest room was the living room, with the dining table just adjacent to it in a sort of platform that made way to the balcony, that had gone unaffected by the disaster that had claimed so many of the other houses. If a person could have been there, they would have seen a fiery ocean outside, a possible storm forming in the horizon and little to no wildlife in the vicinity. In the house, there were some small rodents and insects but no big animals, something had scared them off, or maybe the lack of people was unappealing, maybe they had learned to deal with us.

 Everything in this room was obviously expensive and that was obvious because of how it had stood against the wind and the humidity. The wood used all over the place was obviously of high quality as was the steel by the fireplace and even the fabrics in the furniture. The couple had probably spent lots of days planning what to buy and how to install it inside, how would it look best.

 But now, no one was there. Same for the bedrooms, which the house had three. The biggest one, of course, was the master bedroom that also had a balcony but smaller. The couple probably loved to look at the ocean every morning and talked about that view often. Or maybe, as many humans do, they never acknowledged their privilege, because when people already have something they’ve yearned for long, they decided to move on to some other things and the magic that used to exist is just lost. People are very hard to please.

 The bed and linen smelled awful but that was caused by the broken windows and the fact that rain had somehow created a giant puddle beneath the bed. It was almost a death trap because beneath that puddle laid all the pieces of broken glass from the windows. A human would have to be very careful walking around that room, as large as it was. There was a sofa there and a TV that had stopped working some time ago (there was no electricity) and a very large bathroom inside.

 It had a circular bathtub by the window overlooking the ocean and a lot of space for clothes and to be naked around. It should have been a really nice place to hang out as a couple or even alone. The glasses here had not been shattered yet so the room seemed less chaotic than the rest. The drawers were still filled with things the woman that lived there had bought but rarely used: many types of creams and lotions, bath salts for the bathtub, soaps in every shape, form and odor and several other things that would make a hotel manager blush out of embarrassment.

 The other two rooms were smaller. The one across the master bedroom was a bit larger and its windows were also shattered. It looked towards the entrance, were the cars would have been parked. It didn’t really have anything personal around except a teddy bear that was still sitting on the bed. It was impossible to know who had been the owner of that bear: there were no pictures in the bedroom and there were no other objects to relate it to. And the whole place was done in white, so one it was probably not a child’s toy but who knows, maybe it was.

 The last bedroom was smaller, also overlooking the parking area. That room’s particularity was the fact that it had a rather old computer on a table on the opposite side of the bed. There was a calendar besides it and a small cactus that was the only living thing in the room. It was strange to see that patch of green next to all the rather dull colors of the rooms. It was, without a doubt, a sign of life. But no one was really there to appreciate it anymore. There was even a small pink flower on top of it, but no one would ever see that. No way to know if they did before.

 Suddenly, the room shook as if another tremor had occurred but the force that was shaking the house did not come from below but from above. From the small bedroom, something could be seen in the sky, sort of a shadow slowly moving among the clouds but making the ground shake a lot. It was very high up and its shape or trajectory was very difficult to pin down. After a few moments the vibrations stop and only the sound of one of the paintings in the living room falling to the ground broke the silence. It had held on to the wall as long as it had been able to but the forces of nature had finally won.

 The last space in the house was the kitchen, which appeared to have been frozen in time. Everything there was just as if someone had come and clean it everyday since the couple had left the house. The pans and pots were very still in their places, also the glasses of wine and the entire silverware. It looked ready to be used but no one would ever use any of it again. It was nice to imagine what they had cooked in such a great place, such a clean and white space. Maybe they had thrown parties with lots of canapés and alcohol. Maybe they had been more intimate, and had just cooked meals for the two of them.

 It was weird not to see any grease of any part of the kitchen and the fact that there was no fungus in there but other parts of the house were just invaded by it. Maybe one of them was very into cleaning or had a special love for cooking. That was also interesting. Imagining who they actually were, what had made them laugh in that kitchen, what shows they liked to watch on TV, if they had eaten many times only the two of us in that dining table or if they had spent many nights feeling the night air in their faces and just looking at the ocean.

 The same ocean that now seemed a bit gray and that, strangely, was slowly pulling back. The few birds that remained it the bitch went away and there was only the house to face the destiny that had been set for the world. That house had known love, hope and laughter but also sadness and anger. It had been a house were some humans had decided to live and enjoy their time together but they had been made to leave and cut short what was going to be a long stay. They probably planned a proper life there.


 The ocean was coming back, tall and monstrous. The house, and many other houses inland and far from there, where going to disappear. And with them the memories of thousands, maybe millions of people which only dream was to have a place to go back to when things got unbearable, where they could be with the people they loved and just enjoy the simplicity of human life. But that was no more. That time in that place, came to an end in a moment.

martes, 26 de enero de 2016

Una vez

   Pude sentir que me miraba directamente a los ojos en la oscuridad de la habitación. Pero por primera vez, no sentí que fuese una mirada inquisitiva o una mirada que tratara de sacar provecho de algo. Tampoco buscaba juzgar y tampoco quería solo estar ahí, de observador pasivo. Era una mirada suave, que se reforzaba con su suave tacto sobre mi cuerpo. Estábamos de lado y solo nos mirábamos. No me sentía incomodo como en muchas otras ocasiones, no tenía ganas de reírme o de salir corriendo, solo estaba allí disfrutaba de ese momento tan particular pero tan único.

 Entonces nos volvimos a besar y fue como si todo comenzara de nuevo, de alguna manera, pues pude sentir esa pasión en su manera de besar y en como su mano me cogía con fuerza, como si tuviera miedo de que fuera a desaparecer en cualquier momento. Y la verdad es que no lo pudo juzgar por ese miedo porque las posibilidades de que lo hicieran siempre habían sido altas y, siendo sincero conmigo mismo, todavía existían. Sin embargo, sus besos bajaban esas defensas que por años habían sido pulidas y habían hecho tan bien su trabajo.

 No volvimos a lo mismo porque estábamos cansados. Esa primera vez había sido muy intensa y, hay que decirlo, muy satisfactoria. Llevábamos ya horas en esa habitación de hotel y teníamos medio día más del día siguiente antes de tener que volver a nuestros respectivos hogares. Era extraño, porque veníamos de la misma ciudad pero no compartiríamos vuelo de vuelta. Nos separaríamos en el aeropuerto como en las películas de antes.

  Pero yo no pensaba en eso mientras estaba en la cama con él, mientras sentía ese olor que años antes ya conocía. Debo decir que lo más placentero para mi era simplemente abrazarlo, sentir todo su cuerpo contra el mío, su respiración y los latidos de su corazón. Eso me daba una dimensión entera de alguien más, algo que no había sentido en mucho tiempo y que me cambiaba por completo el panorama de la vida que tenía metido en la cabeza. Solo hundí la cabeza en él y me empecé a quedar dormido, casi al instante.

 En ese momento, sin embargo, recuerdo que él dijo algunas palabras. Era lo primero que decía desde que habíamos estado en el restaurante del hotel, comiendo y bebiendo. Lamento mucho en este momento no saber que fue lo que dijo. No sé ni una sola de las palabras y sé que me perdí de algo especial, no creo que hubiese dicho algo fuera de tono, algo fuera de ese momento que yo sabía era muy especial para mí y también para él. Solo recuerdo sentir el calor de su cuerpo y sentirme casi mecido por el placer y un poco por el alcohol que habíamos consumido, que no había sido mucho sino la cantidad justa.

 Nos habíamos movido al pasar la noche. Yo estaba ahora boca abajo y él se había recostado parcialmente sobre mi. Y la verdad era que me sentía muy cómodo con eso. Sentía sus pies enredados con los míos, sus piernas que era un poco más largas que las mías, por lo que él estaba casi en posición fetal y yo estaba completamente estirado. Una de sus manos estaba sobre mi cuerpo y tuve mil pensamientos al mismo tiempo, desde la ternura hasta la vergüenza. Todo eso me pasó por la cabeza en un momento pero no me moví ni hice nada para dejar de sentirlo.

 Fue cuando sonó el teléfono de la habitación que fingí despertarme justo entonces, cuando llevaba ya varios minutos de pensar y pensar. Descolgué el aparato y era la mujer del hotel preguntando si también deseaba servicio a la habitación esa mañana. Yo no sabía de que hablaba entonces le dije que sí. No era mi habitación y por lo visto ella no sabía bien quién se quedaba allí porque mi voz no era como la de él. No se parecían en nada. Él decía que uno siempre oye las voces de los demás mejor pero de todas maneras yo sabía que la suya me gustaba más que la mía.

 Como lo vi despierto le conté de la llamada y él sonrió. Nos besamos de nuevo y esta vez se sintió diferente pero no menos cómodo. Sentí algo extraño, como si lleváramos años en esa habitación y esa no fuera nuestra primer noche juntos sino solo una de toda una vida. Fue perfecto hasta que tocaron a la puerta y tuve que esconderme en el baño pues la política del hotel era estricta. Él solo se puso mis bóxer y abrió a la joven que traía el desayuno. Él le agradeció y ella se fue en menos de un minuto.

 Entonces él me miró, yo apoyado contra el marco de la puerta del baño, y me dijo que me veía como una estatua griega. Yo no reí. Solo esbocé una sonrisa, me sonrojó y me acerqué a la cama. Esos comentarios no eran algo a lo que yo estuviera acostumbrado y fue la primera vez que me sentí incómodo con él. No me gustaban esos halagos salidos de la nada, llevaba una vida en la que nunca me había creído ninguno y para mi significaban solo las ganas de sacar algo de mí. Y eso no me gustaba para nada.

 Empezamos a comer y pronto olvidé sus palabras. Compartimos los huevos revueltos, el jugo de naranja recién exprimido, el jamón ahumado y el tocino. Había también quesos y pan con pequeñas mermeladas y mantequillas. No me había dado cuenta del hambre que da tener relaciones sexuales. Es algo muy cómico cuando uno lo piensa. Creo que comí más que él y estuve a punto de avergonzarme otra vez cuando él me abrazó y me dijo que era suave y que quería ducharse conmigo, lo que hicimos durante varios minutos.

 Nos cambiamos y, como era domingo, ya no había conferencia a la cual asistir ni ninguna responsabilidad con nuestros trabajos. Solo estábamos nosotros entonces decidimos ir juntos al zoológico de la ciudad. En parte, él ,e había dicho que había visto muchas fotografías del lugar y que le gustaban los zoológicos a pesar de saber que los animales eran mucho más felices en libertad. Era una contradicción que tenía dentro de sí, pues odiaba el maltrato y la tristeza. Terminó diciéndome que si hubiese elegido otro camino en la vida seguramente habría hecho algo con animales, como ser veterinario o algo por el estilo.

 En esa caminata al zoológico aprendí mucho de él pues se puso a hablar y entonces sentí que éramos viejos amigos, cuando nunca lo habíamos sido. Sentí que nos teníamos una confianza enorme, que nos estábamos confesando de alguna manera, así fuese él el único que en verdad lo hiciese. Era todo muy extraño, pues a él lo recordaba de una forma tan diferente a como lo veía ahora que se sentía extraño estar allí, como si nada del pasado jamás hubiese pasado, como si la noche anterior sus cuerpos no hubiesen estado en éxtasis al mismo tiempo.

 Después de pagar las entradas, pasaron por la zona de los pájaros a los cuales les tomaron varias fotografías. Después de ellos estaban los reptiles y anfibios y se notaba que a él no le gustaban nada las serpientes mientras que a mi siempre me habían parecido tan interesantes. Estos roles se cambiaron en la casa de los insectos, donde yo caminé lejos de las vitrinas y él me iba describiendo las criaturas. Hubo risas y silencios todo el tiempo, y creo que nos tomamos de la mano una que otra vez. Pero no me fijé.

 En los pingüinos nos quedamos varios minutos, creándoles historias y viéndolos ir y venir con ese caminar tan particular.  Habían leones y tigres, que nos ignoraron totalmente, también elefantes, hipopótamos y un rinoceronte muy solitario al que planeamos liberar en nuestras mentes. Lo alejé de allí, esta vez muy consciente de haberlo tomado de la mano, llevándolo hacia una banca que estaba al lado de un árbol enorme del que se alimentaban las jirafas que vivían justo en frente.

 Mientras uno de los animales comía, solo lo mirábamos, todavía tomados de las manos. Entonces, de la nada, él me preguntó que pasaría cuando volviéramos. Como si yo tuviese la respuesta. Le dije que había que ser prácticos y afrontar que nuestras responsabilidades, o más bien las suyas, impedían cualquier encuentro futuro. Yo le aclaré que jamás podría ser una persona en las sombras y él me apretó ligeramente la mano, como aceptándolo. Me dijo que quería decirme algo, pero que sentía que me conocía y que de todas maneras ya me lo había dicho la noche anterior. Yo no insistí.

 Esa noche viajamos juntos en taxi al aeropuerto. Ninguno ayudó al otro con el equipaje, que solo era una pieza de mano por cada uno. No nos tomamos de la mano ni nos dimos un beso. No hubo casi nada, solo un café en el que reinaron los silencios y las miradas que trataban de no ser comprometedoras pero fallaban monumentalmente. Al final, cuando yo salía primero y él tenía que esperar un tiempo más a su vuelo, tuvimos que abrazarnos. La verdad es que quise llorar porque todo en mi interior carecía de sentido. No quise que me viera así pero entonces, al separarnos, vi una sola lagrima caer de sus ojos. Nos miramos una última vez y entonces nos separamos.


 Todo sigue igual que en ese momento. Y no sé que hacer.

lunes, 25 de enero de 2016

Forgotten

   When she looked at her face in the dirty mirror, she did not recognize her own self. She touched her face, clean it with the few drops of water that came out of the sink and just looked at her hideous face. Somehow, time had deformed it, changing from those times in which she had known proper food and a stable way of life. It hadn’t been like that for a very long time and she even doubted that all of the past she remembered had happened. Maybe she had invented all of it from TV, which now she loved to watch.

 The motel where she worked was the perfect place for her because there was no pressure in getting anything done. Her boss was a very fat man that couldn’t even go to the second floor of his own business, so she could spent all of the time she wanted up there and he would only yell at her once she came down, not having changed the sheets properly or without cleaning all the bathrooms of the very old building.

 She had chosen her name to be Carrie. One night, she had seen that very scary movie in her room and had loved it so much she had decided to be named like that. Her boss agreed to call her that as it was better than calling her “girl” all the time. She was thankful he was only a very stubborn man, as maybe her luck would have been pretty different if she had fallen into the hands of someone else. After all, Carrie was not her name as she did not remembered anything from her past accurately, only parts and feelings, like the ones that indicated her she had changed physically.

 Carrie had been working there for more than two years, and she was much more experienced now that she had been in the past, so just imagine how bad she was when she first started scrubbing floors and fixing small problems that people had in their rooms. Not that many people came to this part of the world. The world was normally empty, only some cars that wanted to take a more scenic rout would end up in the motel. The rest took the highway, which was better and much faster. But Mr. Ray, the fat man, never even thought of changing the location of his motel.

 Apparently, it had been a family estate. So when Mr. Ray’s parents died, the motel became instantly his and he had been managing it from the age of twenty. Carrie secretly admired him because the place could be much worse bur Mr. Ray kept it afloat; although how he did it was shrouded in mystery. Not many people came in and he only had two people to attend to the twenty rooms he had available. Carrie was in charge of all the chambermaid duties, Mr. Ray himself was the repairman (even if he did not know what he was doing most of the time) and there was also and old man called Timmy, who was the one protecting everyone and everything within the premises of the motel.

 So most days Carrie would only clean half of the rooms, as the other ones were rarely used, and she mused about what her life had been before. Mr. Ray had convinced her that looking for her past could not en up well for her and at first she thought that he only wanted to keep her there, almost like a slave, but that wasn’t the case. He let her go to the nearest town, where she told the police of her situation. At first, no one believed her. And when one young guy decided to listen to her, he couldn’t anything about a missing woman fitting her description. She asked him to check again and he even let her try but there was nothing in there.

 When she finally gave up, the people of the police were kind enough to give her a new identity, so Mr. Ray was able to actually pay her and keep her healthy in his motel. With Timmy, they worked as a strange family but every time things were going too good in the motel, she was reminded of that past she had no idea about and started crying: what if she had been married? What if her parents were alive and missing her? What if she had been a mother? That was enough to make her cry all night and not making her able to sleep.

 One day, a young couple arrived at the motel. They wore really strange clothes and barely talked. As there was no one else in the building, Carrie tried to be very nice in order to get to know them better. She even made coffee for them and gave them some cookies she kept for herself. The strangers accepted the gifts, but she wasn’t really able to speak to them or looking at what they had in their suitcases. They would only open the door enough to have a short talk and that was it.

 Every day, Carrie attempted to talk to them and to do her job, cleaning the room. But she was never able to do any of that because they wouldn’t come out of the bedroom for anything. She knocked on the door, asking them if they wanted new bed sheets, water, coffee, their bathroom cleaned, candles… But the answer was always no. Only at night she would see the man walking out and driving off to town, then coming back with what appeared to be food.

 Those times the woman was alone, she tied to talk to her but Carrie realized it was her who was the crazier or weirder one. She wouldn’t even open the door to say the few words that came out of her mouth and Carrie knew she didn’t even stand by the door to say these things. It was very annoying after a while and they ended up staying in the motel for almost a month. Even Mr. Ray tried to talk to them once, but they only answered by paying a whole week in advance, so he didn’t insisted on asking them who they were and why they were barricaded in his motel.

 The man, however, was nicer. Carrie had been taken out the trash one night and she saw him arrive from one of his trips to town. He carried two bags with him and when she saw some liquid soap fell out of one of the bags, she just helped him and had a short conversation. He smiled a lot and it did not seem fake, it seemed like he really wanted to be nice but just couldn’t be fully nice in that moment. Carrie talked to him many times at night and she would only get some words but enough to know his voice and that the couple living there were loaded.

 Since they had arrived, they had spent a lot of money in food and probably other supplies. Besides, they would pay every week in anticipation and the car seemed to always have a full tank of gas. After the first two weeks, Carrie concluded that those two were running away from or with something, She even imagined they had killed people and the police should really know what was happening. But she was scared and decided to consult Mr. Ray before doing anything. He agreed and she called the young officer that had helped her search for her past.

 They decided it was best if they did it in the morning, as the couple would always make sounds later in the day, avoiding to be seen before midday. So the young officer arrived at the motel at nine o’clock and knocked on their door, announcing the presence of the police. At first, there was no noise, but as he kept knocking the door, there was a sudden strange sound. The officer understood the noise as something he had to respond to, so he kicked down the door (to Mr. Ray’s dismay) and shot one of the people inside and pointed at the other with the gun.

 Carrie came closer and saw the woman bleeding on the ground and the man terrified, fully dressed, by the window. They didn’t seem to have been sleeping; the bed sheets were in the exact same place Carrie had left them several days ago. None of them talked and when the officer attempted to call reinforcements with his radio, the man moved, causing the young man to be scared, shooting him several times. Carrie screamed and fainted.

 When she came to her senses, she was in the hospital. She had been taken there and Mr. Ray was in the next bed. Apparently the entire situation had been too much for him and he had a heart attack on the spot. Carrie did not feel bad, so she attempted to walk out the room but a police officer stopped her. It was a woman and she made her go back to bed. Carrie asked what had happened with the couple and the officer just told her that they had found them to be some kind of stalkers but that she shouldn’t worry too much about it, as she would get her answers pretty soon. So she waited, trying to sleep but unsuccessfully.


 The next day, she learned the young officer that had come to their aid was now facing jail, as there was no real proof the couple, which were dead, were any kind of criminals. However, they did found that they never slept in the days they were there, instead writing pages after pages about Carrie. They had taken pictures of her every day and, the strangest thing was that they had pictures that seemed to be her from a very young age. When looking one of the pictures, she cried because she couldn’t see herself in there. She was lost once again.