domingo, 20 de marzo de 2016

Fantasma

   Nunca se sabe. Puede que te hayan visto, tal vez por solo un segundo, o puede que jamás te hayan siquiera sentido. Todo depende de quienes son y qué quieren de ti, porque al fin y al cabo así es el mundo real. Siempre alguien quiere algo, siempre alguien quiere su pedazo de la vida y los pedazos rara vez se reparten equitativamente.

 Te paseas por las calles, por las fiestas y por todos esos espacios que la gente se supone que recorre cada uno de los días de su vida y te das cuenta que eres un ser sin cuerpo, casi sin nada más que un cerebro que solo se pregunta “¿Qué es lo que hago? ¿Qué pinto yo en todo esto?” Son preguntas muy peligrosas que te pueden enviar directo a lugares de los que no quisieras saber nada. Como bien sabes, el mundo es más oscuro de la que parece y las lindas luces que la gente ve en su vida están compuestas de luz negra, que no contiene nada.

 Una vez estuviste allí, por saber y por intentar. ¿Y qué conseguiste? Lo mismo de siempre: sentirte solo un figurante en tu propia vida, sentir que estabas de fondo, en segundo plano, como si no valiera la pena hablar de ti o saber nada de lo que sientes o piensas. Así te hicieron sentir, en esas fiestas y esos sitios en los que se supone que todo el mundo se toma de las manos y empieza a cantar y a darse cuenta de que la vida es lo mejor que hay en el mundo. ¿Pero porqué, entonces, hay tantos que desean terminarla por su propia cuenta?

 Es siempre difícil de saberlo. Cada persona en su interior tiene un sistema de conexiones, un mundo único que precisamente por ser único funciona de manera distinta cada vez. Es como un motor que no se puede reemplazar por otro pues no es lo mismo el de un camión que el de un auto pequeño. Eso somos los seres humanos: metáforas de lo que creamos y destruimos y no mucho más porque al fin y al cabo somos temporales, estamos aquí solo de paso.

 Entonces, ¿qué haces cuando estás arrinconado, allí en los oscuros rincones de tu propia mente? No hay nadie que te saque de ahí, ¿entonces porqué pides ayuda? De seguro es porque todos la necesitamos, de vez en cuando. Todos nos cansamos de pelear, de estar en una batalla interna no solo con los demás sino con nosotros mismos. Porque vivir como un ser humano real, completo y funcional, muchas veces quiere decir que vives con tu propio peor enemigo en la misma cama.

 Ese enemigo eres tu y eres el que se pone todas las trampas del mundo, el que no quiere que avances, el que no quiere que ganes y que falles siempre que eso sea posiblemente. Eres tu el que no quiere, el que no deja y el que pone un pie a todo lo que podría ser y jamás será.

 Pero, no todo está perdido. De hecho, nada nunca se pierde de verdad si se aprende y se mantienen los ojos abiertos en los momentos clave. Mientras estabas en esas fiestas, sintiéndote morir por dentro, ¿que aprendiste? Sí, porque aprendiste y pasaste la lección varias veces pues te es práctico y sabes que es real, que ayuda. Aprendiste a que cada persona nace sola y muere sola, aprendiste a que debemos aprender a pelear por nosotros mismos y a obtener lo que queremos por cuenta propia, nadie nos da las cosas en bandeja.

 Eso fue un primer paso pero, de todas maneras, eras apenas un cachorro pequeño. Estabas iniciando y tomaría mucho más tiempo, más errores y horrores para que aprendieras algo que de verdad sirviera de algo. Por eso a veces te desmoronabas como si estuvieses hecho de arena. No eras fuerte y, tal vez, no lo seas aún ahora y no lo vayas a saber nunca. Eso es imposible de saber. Pero adquirir conocimiento siempre ayuda y ciertamente lo has hecho bien en ese campo.

 Porque tras los golpes de la vida, los que te han dado el resto de la humanidad y los que tu mismo te has asestado en mente y corazón, has ido aprendiendo algo. Esa manera de dejar salir a la bestia que tienes dentro, ese animal rabioso en tu interior que es puro pero lleno de rabia y rencor y odio, ese monstruo te ha enseñado a diferenciar y a poder entender cuales son tus fortalezas y cuales tus debilidades.

 Pasaste de temblar, de estar allí como si quisieras estar a simplemente decir “no”. Descubriste la palabra y la has hecho tuya y no hay nada más admirable. Pues cuando te adueñas de las letras, del sabor de cada uno de los sonidos que haces en la boca, es cuando de verdad algo cambia en lo más profundo de tu alma, sin importar si esta existe o no.

 Aprendiste y de eso siempre deberás orgulloso pero, como sabrás, jamás es suficiente. Puedes pelear contra medio mundo o puedes ignorarlos pero sabes muy bien que todo da igual cuando la gente, cuando lo que contiene este mundo sigue siendo la misma porquería de siempre. Porque aunque tu cambies cada día de tu insignificante vida, ellos no lo harán. Todos ellos puede que jamás aprendan nada y, sea como sea, tienes que compartir este mundo con ellos.

 Así que, ¿qué es lo que haces? Pues, decides entrar en el juego. Bien o mal, eso depende de la perspectiva y las convicciones de cada uno y ciertamente estaría mal juzgar a cualquiera por ello. Aprendidas las reglas, cada uno juega como puede y en la vida no hay condiciones tan claras como uno creería.

 Aprendiste entonces a utilizarlos. Para el placer, orgasmos sin fin. También para avanzar en la vida, posibilidades de crecer. Incluso te has puesto un maestro en las máscaras, cosas que es muy difícil y sí que lo has entendido. Todo ser vivo sabe que una máscara o más se puede usar tantas veces hasta que pierdes la noción de cual de todas ellas es tu verdadero rostro. Ya no sabes quién eres con exactitud y tienes que estar en un constante remolino mental para recordar que esa triste persona eres tu y que solo estás jugando lo mejor que puedes porque simplemente no te puedes dejar morir.

 La muerte es para los perdedores, o al menos eso es lo que piensas ahora. Te usan y los usas y así es la cosa. Y te importa, porque eres humano. No lloras tanto como antes pero el dolor no se mide con lágrima sino en la mente y tu mente está ya dañada y corrompida. Si no lo sabes, lo sabrás en su momento. Estás a veces tan cerca del borde, que lo único que necesitas es un pequeño empujón, una ligera brisa para que las cosas vuelvan a cambiar para ti, de una manera drástica y mucho menos positiva.

 Porque aprender, que es lo que has hecho, siempre es positivo incluso si lo que aprendes no lo es. Pero hay que tener cuidado en todo caso porque la vida está hecha de acantilados profundos que nadie sabe adonde llevan. Pero lo has sabido manejar muy bien, sabes como hacer las cosas a tu manera y eso es un gran punto a tu favor. Nadie dice que estés listo para todo, muy al contrario, te falta mucho más por aprender. Pero la vida tiene su inteligencia natural y ya llegarás a cada uno de esos niveles, con el tiempo.

 Por ahora sabes que la manera en la que estás haciendo las cosas es la mejor en el momento. No tienes ni idea si es la correcta o la mejor pero es la que hay. A veces quieres más de la vida y vuelves a ver a ese monstruo y comienzas a entender que no está solo hecho de tus más bajos instintos. Ese animal está hecho de ti, y solo de ti. De tu material más crudo y sensible y de tus necesidades y deseos y todo aquello que te mueve, te ha movido y te moverá alguna vez.

 Es difícil, por supuesto que lo haces. El que pensó que la vida sería un paseo o el que lo dice ahora, es simplemente un idiota. Porque si crees que todo es ideal, es porque no has estado poniendo atención. Este es un boleto que nos dieron y que no todo el mundo obtienen. No nos dicen por cuanto tiempo podemos subirnos a las atracciones, entonces tenemos dos opciones: o ignorarlo todo y disfrutar o vivir todo ese tiempo con miedo, viendo el reloj cada segundo y esperando a ver cuando se aparecen los guardias de seguridad de ese parque, que es la vida, para sacarte de ahí a patadas, gritando incluso.


 Pero en fin, cada cuento es distinto, así como cada hoja de un libro, así sea del mismo libro, no es la misma. Todo cambia y va evolucionando, poco a poco. Tan lento es el proceso que puede que ni lo veas en tu tiempo pero se verá y tu marca podría quedar aquí, para siempre. Pero lo más importante es que esa marca la hagas tu pues eres el único que puede hacer que tu vida cobre la importancia o el sentido que deseas. Nadie lo va a hacer por ti, sea lo que sea que sienta.

viernes, 18 de marzo de 2016

Palace pursuit

   The Tanjima pace had been deserted for half a century and it was now a museum. No one really knew why the palace had been evacuated one, out of the blue. The point was that people never returned and decided to settle in other areas, leaving the palace to decay rapidly. It was only recently, some five years ago, that a local businessman had decided to acquire the land and remodel the palace in order to exploit it commercially, as tourism was becoming more and more important in the region. His goal was been fulfilled, as it became one of the biggest tourist attractions in the country in only a few years.

Nathan and George were a couple that had just arrived from Japan and had decided to visit the palace. It was the beginning of winter, so the level of tourists in the place was not that high. They paid the entrance, grabbed a map and started walking. The palace was enormous and it also encompassed several land used as gardens and as farmland, so people could see how the rice and vegetables were grown for the inhabitants of the palace when it was occupied. It generated the first fight between the couple: Nathan wanted to go to the farmland, as they had a place where you could touch cows and horses. But George wanted to go to the gardens and see which flowers hadn’t yet died due to the winter.

 Of the two, Nathan was the more positive and upbeat one. He was always willing to help people and loved to sing pretty often. George, on the other hand, was cranky all the time except when he was in a romantic mood. The only way to calm him down when he was pissed about something was for Nathan to kiss him softly. Many people thought they were not the best match ever but they did get along well. The thing was that they always had these silly arguments that always took their time.

 Trying to decide what to do, they came to a crossroads: one-way the gardens, the other way to the stables. They looked at the map to know what was best but then something ran past their feet. When they looked for what that had been, they realized it was a dog. It was small and very hairy. It was one of those little dogs that need their facial hair to be cut regularly in order for them to see where they were going. But apparently he didn’t have any problem. He just sat there and stared.

 Nathan kneeled that and stroked the dog’s head. He didn’t do any noise, so Nathan proceeded to pat his back and stroke his ears too. And the dog just stayed there, moving his tail slowly. When Nathan was finished, the dog stared at George but George didn’t really like dogs. He thought they were always full of ticks and dirt and he just didn’t like pets all that much. That’s why they didn’t have any at home and Nathan had decided not to fight for one.

 The dog, realizing George wasn’t going make a move, come closer and then bit George hard in the sheen. It was very fast because when they started screaming and looking at the leg, the dog had already left. George was so angry he decided to run after the dog, even when Nathan told him that there was nothing wrong: the dog had not even left his teeth mark on the leg. But nothing could stop George when he was that angry so Nathan followed him.

 They ran downhill, towards the crops. George saw the dog going that way and ran after him because he wanted to grab him and file a complaint. He was like that, always thinking he was making a better world by complaining about everything. Nathan had learned how to handle it, often not even acknowledging his boyfriend, but sometimes it was difficult. For example, this dog thing reaction was disproportionate, especially when George, unaware the land around the crops was flooded, decided to run across them to get the dog, that had sat down on the other side, waiting.

 The result was George getting wet up to his knees with water and a security guard coming and telling them they could be fined for disturbing the crops. Nathan spoke with her and explained that George had just made a mistake and that he didn’t meant anything by it. She decided to let them go, seeing he had just ruined his pants but not any of the plants, and told them to stay away of the area. So Nathan had to push George away and the dog followed them until they were just in front of the stables.

 There, they quarreled for a while. George said that Nathan never really defended him when he was right but Nathan said he wasn’t even right in the first place. He was just being all crazy because a dog had bitten him softly on the leg. George declared that was an example of how his boyfriend always tried to make things that happened to him smaller, as if they weren’t really that important.

They were raising their voices so much that the tourists going into the stables looked at them and some even took pictures. It was only when the dog barked and ran inside, that the two men decided to stop talking and enter the place.

 It smelled like a proper farm and it had room for seven cows on one side and seven on the other. That was half the building. The other half was occupied by the horse area, were George ran to just after entering because he had seen the damned dog going that way. Nathan, not wanting to participate anymore, decided to caress some of the cows and take pictures with his cellphone. It wasn’t that he didn’t love his boyfriend; it was that he was very high maintenance and that was tiring.

 After fifteen minutes or so, Nathan went to the horse area and took some pictures in there too. He didn’t realize George was standing on the doorway, until he was closer. He asked him what he was doing and George responded that he was looking for the dog. Bored with that silly chase, Nathan decided to take picture of the horses, which were enormous. Then, a chilly gust of wind entered the building and he saw George just stay there and then walk like a zombie. He had to go after him.

 He caught up with him not very far, en route to the garden area. Then, out of the blue, the dog appeared and barked and George became crazy and launched himself at him. There was no way to stop him from behaving like that because the dog was doing exactly what drove him crazy: tainting home and making him fall and trip and follow running. The dog, Nathan thought, was smarter than any of the humans in the palace.

 He didn’t really run after George, just trying no to lose him. But then found himself with his boyfriend that had ran out of breath in front of a beautiful field of roses. He touched Geroge’s back and that made him raise his head to watch the beauty that unfolded in front of them: rectangular gardening area were roses of every single color had been planted. And they really were in every single color: red, blue, yellow, pink, brown, black…

 The couple got closer to look at them and realized there was a sign that said: “Please feel free to take any rose you want. You may only take 1 and it has to symbolize something to you”.

 They tried to decide and right then the dog appeared on one side of the rose field and had a red rose in its mouth. He got to Nathan and pushed him gently in order for him to grab the rose, which Nathan did. According to another sign, red meant passion and love. So he gave that flower to George without even thinking about it because he had just realized how much he loved him. He didn’t cared about having to run after him or stand by as he fought his battles. He could do that and more because he loved him.

 George’s eyes were watery but then he remembered he had to take a rose for Nathan. He looked at the dog and asked him which one he should get and the dog barked and both guys laughed. He went for the blue one, which was meant to symbolize all feeling that can live through time, like trust. And he trusted his life and his love to Nathan so he gave him that one.


 The dog disappeared as the two men kissed softly and embraces each other, running through the bushes to find another couple that maybe had come to the palace in need of some advice, without even knowing.

jueves, 17 de marzo de 2016

Caída

   Y de golpe, se cayó. El piso estaba húmedo de la llovizna que había caído desde la mañana y ahora el pobre Lucio estaba tirado en el piso, con las piernas abiertas y un dolor horrible en el trasero. Se había golpeado muy fuerte y tuvo que ponerse en cuatro patas y apoyarse contra una pared para poderse parar. Al fin y al cabo eran las tres de la madrugada y no había nadie que le pudiese ayudar. Y eso era hasta mejor porque le hubiese dado mucha vergüenza que alguien lo hubiese visto caer así, como una rana sobre el pavimento.

 Cuando se incorporó, agradeció que su edificio estuviese a solo una calle de allí. Le dolía el cuerpo pero no demasiado, entonces no le fue difícil llegar a casa y meterse en la cama. Se quedó dormido al instante.

 Al otro día, la cosa fue distinta. Le dolía mucho el cuerpo, en especial el trasero, pero tuvo que levantarse pues tenía una cita de trabajo que no podía perder. Lo suyo era el diseño de interiores y trabaja en casa haciendo pedidos individuales. Tenía además toda una red de amistades que hacían cada uno de los trabajos necesarios para que sus clientes viesen los muebles terminados en el menor tiempo posible, así como sus casas renovadas en un abrir y cerrar de ojos. Lucio era famoso por eso entre las personas más adineradas y por eso cada reunión era necesaria y no podía cambiarse ni aplazarse ni nada. Era casi algo sagrado para él.

 Se duchó con cuidado, por el dolor, y en una hora estuvo caminando al lugar de la reunión. Lucio no tenía automóvil ni nada por el estilo y prefería moverse en transporte público, lo que hubiese disponible. Pero esta vez la distancia era pequeña pues su cliente tenía una galería de arte cerca y le había pedido que lo viese allí.

 Todo el camino Lucio se concentró en recordar todos los detalles del diseño que había hecho, los tonos de colores, los grade de las curvas, incluso la intención al poner algo en un lugar y no en otro. Eso a sus clientes les fascinaba, les parecía que era como adentrarse en un mundo del que no sabían mucho y les fascinaba solo escuchar. Eso sí, el cliente que iba a ver era un conocedor de arte, así que posiblemente las cosas no fueran iguales y este tratase de meterse en su visión. Suele pasar con los egos grandes.

 Cuando llegó, sonrió y besó y alabó y todas esas cosas que la gente espera que alguien que trabaje para ellos haga pero que nadie diría de viva voz. Fue solo cuando le ofrecieron asiento en una pequeña salita, donde mostraría sus dibujos y demás, que el dolor volvió con toda su intensidad. Fue como si se hubiese sentado en un puercoespín o en una piedra muy puntiaguda. Fue tanto el dolor, que se le olvidó todo lo que había estado pensando en un abrir y cerrar de ojos.

 Le pidió a su cliente un vaso de agua, como para fingir que solo tenía un problema de resequedad, y entonces sacó sus dibujos y trató de explicar lo que había hecho pero la verdad es que fracasó olímpicamente. Se le había olvidado como era la palabra impactante que quería decir, los nombres de los colores se le habían escapado y solo pudo decir pocas cosas de cada uno de los diez dibujos hechos. Fue un alivio que hubiese hecho tantos, pues el cliente se ponía a mirarlos, sobre todo los detalles, pero también era un arma de doble filo pues era posible que tuviese que explicar algo de cada de uno de los dibujos y la verdad era que no se sentía capaz.

 Dijo la palabra “bonito” varias veces y también la palabra “lindo”. Asentía mucho y sonreía y le daba la razón al cliente en casi todo. El dolor le había llegado tan hondo que solo tenía espacio en su mente para él y para nada más. El cliente preguntaba y quería saber más pero las respuestas de Lucio fueron tan cortantes que el artista pronto perdió todo el interés que tenía en los diseños. Le dijo a Lucio que se lo pensaría pues no tenía mucho dinero en el momento, lo que era una monumental mentira. Lucio sabía, de muy buena fuente, que el tipo estaba rodando en dinero por una herencia y porque había vendido dos cuadros hacía poco que lo habían hecho famoso y rico.

 Lucio se despidió apurado y se fue. Lo único que quería era volver a casa para descansar y de pronto llamar al médico para pedir una cita pero fue solo a dos calles de la galería que se encontró con Juana, su ex novia. Casi se estrella con ella, de lo rápido que iba y ella alcanzó a insultarlo pero se arrepintió cuando vio quién era.

 La historia de amor entre ellos había sido ideal: se habían conocido por amigos mutuos y, en pocos meses, lograron una conexión que muchos de sus amigos envidiaban. Iban de viaje a un lado y a otro, los invitaban a fiestas y resultaban ser el alma de la fiesta y todos querían ser como ellos pues eran inseparables pero al mismo tiempo se tenían tanto respeto entre sí que cada uno iba por su lado y eran tan interesantes de esa manera como cuando estaban juntos. Eran esa pareja ideal que todo el mundo buscaba ser, si es que estaban en pareja.

 Pero eso se había terminado menos de un año después de empezar. Todo porque las cosas que parecen tan ideales, que se ven tan bien y tan perfectas, siempre empiezan a tener problemas más tarde que temprano. En este caso el problema fue que se dieron cuenta que no eran compatibles sexualmente. Se habían esforzado tanto en tener una buena relación, que acabaron siendo amigos y no amantes. Como amantes se decepcionaron el uno al otro y se separaron por mutuo acuerdo.

 Juana lo saludo con una sonrisa. Ella la verdad era que estaba feliz de verlo, pues hacía meses no sabía nada de Lucio. Y él se sentía igual pero, de nuevo, tenía el dolor atravesado en la cabeza. A pesar de eso, aceptó una invitación a tomar café para hablar y reconectarse un poco después de tanto tiempo.

 Al comienzo solo le echaron azúcar al café y fue todo muy incomodo. Además Lucio seguía pensando en su dolor y trataba de sentarse de la mejor manera posible para no sentir dolor pero eso era casi imposible. Ella le preguntó entonces sobre su trabajo y él dio una respuesta tan corta y contundente, que ella no supo para donde hacer avanzar la conversación. Estaba allí porque quería reconectarse, quería volver a tener esa amistad pues la extrañaba, pero Lucio no parecía dispuesto a lo mismo.

 Lo intentó de nuevo, contándole de su trabajo y su familia y de cómo iban las cosas en su vida. Y él escuchó y asintió cuando debía y sonrió e hizo caras de tristeza, todo en los momentos adecuados. Pero no preguntó nada, no quiso saber más de lo dicho. Eso a ella la lastimó un poco pero no dijo nada. Como vio que la conversación ni avanzaba mucho, pues Lucio parecía no estar interesado en hablar de su vida, Juana decidió inventarse una excusa de la nada. Se levantó de golpe y empujó la mesa sin querer, que hizo que Lucio, que se había levantado al mismo tiempo, cayera de nuevo en la silla.

 Fue una grosería y un grito lo que se escuchó en cada rincón de la cafetería.  Juana no se lo podía creer pues Lucio casi nunca decía grosería y mucho menos llamaba la atención sobre si mismo en ningún lugar. Ella supo que había algo mal y le insistió hasta que él le contó de su caída en el pavimento. Sin decirle nada, ella pagó y lo sacó del sitio con cuidado y pidió un taxi  que también pagó.

 Lo llevó a un hospital en el que le hicieron varias radiografías que confirmaron que se había fracturado el coxis y que por eso le dolía todo el cuerpo. Acompañado de Juana, tuvo que quedarse toda la noche en el hospital bajo observación. Al otro día le dijeron que podía irse pero que tendría ciertas restricciones de movilidad por algunos días y que tendría que trabajar solo desde casa.

 Le dieron una de esas almohaditas para sentarse encima y tuvo que estar una semana sin moverse mucho, tiempo que aprovechó para volver a conocer a Juana y darse cuenta que era una buena amiga y que no debía haberla dejado ir cuando lo hizo. Se convirtieron en los mejores amigos e incluso cuando mejoró siguieron saliendo y compartiendo sus vidas, como si nada hubiese pasado.


 Con el tiempo, cada uno conoció el amor y cada uno se alegró por el otro. Los había unido una caída, de la que los dos se habían recuperado completamente.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Homeland

   When Muriel was in the shower, she suddenly remembered how being in a combat zone felt. The water reminded her of the many times they had been under heavy fire and how they had narrowly escaped death. Well, how she had narrowly escaped death because there were others who had gave their lives for the cause that they were defending, a cause that Muriel had trouble understanding now that she was home.

 She had arrived just a couple of days ago, being received by her parents and her boyfriend, although she hadn’t seen much of him. Muriel couldn’t explain it but, she had missed John so much in the filed and now that she had seen him again, she couldn’t even make herself hug him or kiss him or say anything sweet to him. She felt as if her heart had dried out in the desert, consumed by everything she had seen, day after day. She hadn’t even hugged her parents and they had tried and she knew they had felt it too, that awkwardness, like a barrier that now existed between them.

 Trying to scare all the negative feelings and memories away, Muriel decided to shampoo her hair and enjoy the nice odors of her parents’ home. Where she came from, she didn’t really have the chance to wash her hair very often. Actually, she had showered a few times the last month and it was always a minute, two at the most beneath the coldest water a country that’s hot as hell can have. But, even so, she had to confess that made her feel alive.

 The smell of chamomile that the shampoo had reminded her of a time that seemed very far in her past now. She had been picking up flowers with her sister near a house her father had rented in some mountains, not very far from the city where she was now. That time seemed like a dream. Because it was almost false, unlike the burned bodies and mutilated corpses she had seen in the last year. Her mind immediately went to the destroyed cities she had seen; the destroyed cities she had helped become a battling ground. Because, the more she thought about it, the more she realized her presence there was also a problem.

 For many people, she was the enemy and even locals, just people that tried to survive, ran away from her when she tried to come near them. It didn’t help that she was the only woman in an assault team and that the rest of her teammates could be considered brutes. They were man built like a mountain, guys that she had managed to control during training. Some were nice enough, she could even talk to them about what she liked and didn’t like in life, about her boyfriend, her parents, her dream to someday become a veterinarian. But other were just beasts that had to be controlled at all times. And some other times, they were released.

 She rinsed all of the shampoo from her head and then just enjoyed the warm water falling on her black, gliding down her breasts and belly and legs. Muriel instinctively touched her breasts, as if she didn’t know that they were still there. She really touched them and got a bit aroused but her goal was not that but to really feel something, whatever it was. She had been numb for so long that she started touching more and more and then put one of her hands over her vagina and… And she stopped.

 Like a pinch to the stomach, memories came running into her brain, once again. One of those beasts, one of those animals she had been to war with, had tried to rape her on the first week. Luckily, Muriel was a good cadet, a good soldier in general and was able to turn his brute force against him. She threatened him with telling everyone and he laughed at her, touching his penis over his pants. She ran away before he could say or do anything else. That image stuck in her head, even though she had been trying hard to eliminate of her mind.

 She grabbed the soap and decided to clean herself properly, every single centimeter of her body. She even sat down in the shower floor in order to feel she was under a waterfall or something like that. She had always done that, fro, the time she was a child, and her mother always told her that was a waste of water and that people in other countries would have loved to have that water to drink and cook and live. And then she would argue with her and loose.

 Now, Muriel had seen the world and the truth was that she didn’t really cared if a family or a boy or a girl had no water to drink because of her. She simply didn’t believe that it made any difference. For her, she had discovered, the world was full of shit. The world was evil and awful and people didn’t really ended up in the bright side of things. People had bad endings, every single day. People died or they were killed, and there were orphans and fear conquered all of their hearts and that was just how things were.

 What Muriel had done in that country, her killing and her helping, was not useful. She didn’t make any difference by doing those things and she was ready to tell any idiot than helping with such stupid things didn’t help anyone. Being kind one moment and awful the next didn’t make you even or something. It made you human and humans are made to make each other miserable, make each other suffer and, slowly but surely, make competition go away because that’s how the world goes.

 Then, she stood up from the floor and closed the shower. The lack of water noise made her tremble but she inhaled deeply and stepped out.

 She took a yellow towel her mother had left her and dried herself with it over the small mat on the floor that was shaped like a hamburger. She liked that mat, ever since she had seen it once, one of those few times she had been able to chat with her mother over Skype. For some reason, she had shown her the hamburger mat and told her it smelled nice and that she wanted the house more fun with it. It was such a silly thing but that stupid mat was a symbol of the home Muriel wanted to go back to. Her goal was to go back home and see that mat in person and now that wish had become true.

 Walking slowly, she got out of the bathroom and walked to the closet in the next room. She had somehow done that automatically, because of a force of habit that came from years of doing so, but her true attire of the day was on the bed. Her father had gone to a special store were they specialized in pressing and cleaning uniforms. And hers now looked brand new, with every single detail in the right place. She removed the plastic and just left it there, on the bed.

 That green, that shade of color on the uniform, had always symbolized so much to her. And now, she was trying to remember what it was that she had felt the first time she had seen it. And she did remembered but, again, she couldn’t feel it. She knew that the uniform had made her and her family happy and proud. She was one of the few people she knew that had decided to join the army. The reasons were many; include the benefits in education and even health but also because Muriel had been a patriot for a long time.

 When she was just a little girl, she was the one that made her father built a small metal thing to put over the front door of the house in order to put the flag there every time there was a holiday. With time, she just left the flag there because she liked to see it move with the wind. She liked the colors and the shape and how it made her feel. Muriel liked to learn more and more about her country and her community and was really admired by many parents and teachers, not so much by her fellow students.

 But now, all of that had left her. Her patriotism had been left for dead in a horrible battlefield filled with charred cars and corpses, were the only noise was the crying of a baby somewhere. Her flag was a rag with which she had cleaned all of the blood from her hands, as well as the blood dripping from her weapons.


 Muriel put on the uniform and didn’t even look at herself at the mirror after putting it on. She just went downstairs where her parents waited for her in the car, to take her to the ceremony where she would be qualified, by all her brothers ands sisters in arms, as a “hero”.