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miércoles, 16 de enero de 2019

Gripe o gripa


   Me quedé en la cama, con los ojos cerrados y recostado, no completamente debajo de las sábanas. Ya había dormido bastante y no quería seguir haciéndolo. Sin embargo, mi cuerpo no se sentía nada bien; con nada movimiento que hacía algo me dolía ligeramente. No era un dolor fuerte e insoportable sino algo suave, a veces casi imperceptible, y eso podía ser algo todavía peor porque no parecía detenerse. Abría los ojos a veces, como tratando de tomar impulso para levantarme, pero no lo hacía.

 La cortina estaba cerrada, por lo que no podía ver mucho en la habitación, pero la verdad era que no había mucho que ver. Había dejado algo de ropa tirada en el piso y el número de pañuelos usados sobrepasaba lo que era correcto tener por ahí, antes de tener que empezar a tirarlos a la basura. Sin embargo, todo dependía del nivel de ganas de hacer las cosas y la verdad era que eso era algo que no había. La gripe no solo había derrumbado las defensas del cuerpo sino que había destruido la voluntad del cerebro.

 No quería pensar, no quería hacer nada y sin embargo estaba en un momento en el que no podía cruzarme de brazos. No había mucho dinero ni mucho de nada, todo era escaso y tenía que ponerme a trabajar o hacer algo, pero no quería ponerme a buscar nada porque eso me cansaría todavía más. Además, en uno o dos años o los meses que hubiesen pasado, no habría cambio alguno en las respuestas que me darían. Siempre tendría demasiada educación o muy poca experiencia para otros. Así sería siempre.

 Decidí quedarme allí un rato más, cerrando los ojos durante largos ratos y luego dejándolos abiertos mirando a la nada. No movía las manos ni los pies, estaba acurrucado en el mismo lugar y trataba de no moverme demasiado para evitar sentir frío o dolor. Eventualmente me quedé dormido y no me desperté sino hasta que la luz había bajado aún más. Incluso con las cortinas sin subir, podía ver con facilidad que todo estaba más oscuro. Probablemente me había despertado tarde y ahora era aún más tarde.

 No tenía hambre ni quería nada de afuera. Decidí dormir más, si podía, o quedarme despierto para pensar en cosas que no tenían sentido, porque con la gripe y con la fiebre ocasional, es normal pensar en estupideces varias que no tienen nada que ver con nada. Incluso quedarse mirando algún objeto genera montones de imágenes de cosas varias. Y después queda uno dormido de nuevo, teniendo un sueño extraño que solo puede ser perturbado por la inhabilidad de respirar con normalidad. Aparte de eso, es un sueño con movimiento, en el que no se descansa de verdad.

 Pero así es como se siente. Y importa quién seas, todo se siente exactamente igual, pues a la enfermedad no le interesa como eres, quién eres o qué haces. Eres solo un ser humano, susceptible y débil y nada más que eso. Deja mucho que pensar y mucho tiempo para hacerlo.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Humanos


   No, la vida nunca ha sido justa. Es gracioso cuando alguien se arrodilla y le pide a Dios explicaciones, argumentando que lo que pasa no es “justo”. El concepto de justicia es uno que los seres humanos inventamos para prevenir que unos pasen por encima de los otros, para hacer que todos seamos iguales bajo otro concepto inventado que es el de la ley. Creamos cosas que nunca antes existieron para sentir que el mundo vive en un equilibrio constante alrededor nuestro, lo que es una ilusión.

 Aunque es cierto que el mundo se equilibra a si mismo, son las fuerzas naturales las que hacen esto y muchas veces se toman un buen tiempo para llegar a un equilibrio verdadero, no es algo instantáneo. Los seres humanos, cuando nos dimos cuenta de que la naturaleza podía ser un poco lenta para solucionar problemas, tomamos el toro por los cuernos e inventamos unas cuantas reglas que todos debíamos respetar para evitar un desequilibrio que pusiera en peligro nuestra existencia y supervivencia en un mundo hostil.

 Con el tiempo, y bajo esas reglas, el mundo comenzó a ser nuestro y ya no teníamos que poner demasiada atención a lo que la naturaleza pudiera lanzarnos pues nuestra inteligencia se adelantaba a la lenta progresión natural y podía, con facilidad, adelantarse a lo que pudiese ocurrir. Por eso ya no le tememos de verdad a la naturaleza o por lo menos no era así cuando no habíamos destruido tanto en nuestro mundo que la naturaleza tuvo que ponerse en pie para empezar a pelear, a protestar de forma cada vez más notable.

 Le volvimos a temer a la lluvia y al viento porque fuimos nosotros los que atacamos primero. La naturaleza era solo ella, era lo que es y nada más. Pero nosotros llegamos, pensamos y destruimos, sin nada más que decir. Y tuvimos la osadía de pensar que el mundo era nuestro y que podíamos hacer lo que se nos diera la gana, pues uno hace lo que quiera en su casa. Estábamos equivocados y ahora lo vemos casi a diario y por todas partes. No somos dueños de nada, ni siquiera de nosotros mismos.

 Inventamos cosas, físicas e imaginarias, para hacernos la vida cada vez más fácil. Pero lo que hacemos es seguir destruyendo y no nos damos cuenta. Tenemos una vocación increíble, como seres vivos, de ir mucho más allá de lo que somos. No estamos contentos con ser lo que somos y nada más, queremos cada vez más y más y más y no nos detenemos en la meta que nos ponemos sino que luego pasamos a otra y a otra y así hasta que morimos y alguien más debe tomar nuestro lugar.  Es el ciclo de vida que hemos creado para nosotros mismos, otra ilusión que no existía y nos hemos asignado.

 No contentos con destruir la naturaleza que nos dio la vida, ahora apuntamos a nosotros mismos. Las leyes, las reglas y todas las demás maneras de limitarnos, están haciendo que la creatividad, que es la que nos caracteriza y separa de los demás animales sobre este planeta, se esté limitando cada vez más a lo que un grupo de nosotros quiere y necesita, dejando de lado mucho de la imaginación originales del ser humano. En otras palabras, estamos destruyendo lo que nos hizo un ser distinto a todos los demás en existencia.

 Creemos que lo hacen unos es correcto porque siempre los hemos seguido, tal vez porque se han ganado un lugar entre los más brillantes o entre los más aventureros. Posiblemente, sea porque los que tienen más dinero suelen tener una voz a la que se la da más importancia. El caso es que no decimos nada cuando, poco a poco, nuestras voces se van apagando porque ellos así lo han pedido. No peleamos cuando vemos, en el día a día, como todo está construido para que no reflexionemos, a menos que sea útil para “todos”.

 Lo peor viene cuando algunos de nosotros empezamos a repetir lo que dicen esos a los que hemos dado mayor importancia. Repiten y repiten. Se convierten en una versión humana de los pericos o los loros, seres que en verdad no reflexionan demasiado sino que solo viven por impulsos. De hecho, y siendo justo con las aves, muchas de ellas muestran algún grado de comprensión de ciertas situaciones. Algunos de nosotros ni siquiera tenemos eso. Solo atacamos cuando lo creemos necesario y repetimos y repetimos.

 Los que lo hacen, lo hacen por miedo. Se les ha asustado una y otra vez con el cuento de que, si dejamos que la gente haga lo que quiera, pronto será todo un caos y terminaremos por volver a la naturaleza, donde la mayoría no quiere volver. Le temen a lo salvaje, a lo que no se puede controlar, a aquellos impulsos básicos que residen en el interior de todo ser humano. No quieren volver a ese estado primordial del ser humano en el que nada se puede controlar y todo está bajo el reino de lo natural, lo más básico.

 Somos seres temerosos, temblamos con cualquier cosa. Incluso en nuestros primeros días como especie éramos débiles y tuvimos que crear sociedades y entidades, así como reglas para poder florecer como lo hicimos. Todo se lo debemos a la naturaleza, de nuevo, que nos dio cerebros que podían hacer mucho más de lo que jamás se había visto en este mundo. Y lo que hacemos hoy con ese regalo es limitarlo para que solo haga unas pocas cosas, las que hemos decidido calificar como “aceptables”.  Creamos de paso grupos marginales, formados por aquellos que no consideramos parte de la sociedad.

 Antes eran los artistas y luego fueron los músicos y con el tiempo se empezaron a definir por sus modas que se salían de la norma. Todas esas personas eran de la clase que la sociedad en general no consideraba aceptable. Eran los cerebros que habíamos querido apretar y limitar y simplemente no habíamos podido. Y se les echó la culpa de no querer ser parte de la comunidad de seres humanos con mismos valores y leyes y reglas y se les puso aparte, se les atacó y se trató de eliminarlos como se pudiera.

 Aquí aparecen todos esos odios que tenemos el uno por el otro, como seres humanos. Cuando odiamos a un negro siendo blancos o cuando odiamos a los blancos al ser indígenas o golpeamos a un hombre por tener sexo con otro hombre. Todos esos odios han sido alimentados por la verdadera bestia, por el monstruo creado por el hombre llamado sociedad. Le hemos dado poder a algunos y ahora ellos lo usan para controlar y para decirnos a quienes debemos atacar después. Porque nunca termina, solo cambia un poco.

 Nos creemos superiores a los animales salvajes, creemos ser mejores que ellos porque hablamos y pensamos pero la realidad es que usamos nuestra boca para decir cosas que no importan y utilizamos el cerebro como nos han pedido que se use. Atacamos a los que no responden a esas normas sociales, a los que no viven la vida que todos han vivido. Los que no quieren lo mismo que el grupo mayoritario, entonces son raros y deben saber lo que son. Se les ataca, se les aminora y se le quitan las oportunidades al instante.

 Los seres humanos somos seres que nos hemos dejado llevar y ahora no somos más que una sombra de lo que pudimos haber sido. Todavía se piensa que seremos algo increíble en el futuro, que revolucionaremos este rincón del universo y que todo seguirá girando alrededor nuestro, porque nosotros somos los únicos que importamos. Nos vemos yendo más allá de las estrellas, todavía con las mismas reglas, los mismos valores y respondiendo al mismo grupo central, al monstruo, que dicta cómo y qué debemos ser.

 Pero ese momento pasó. El momento en el que podíamos tener la oportunidad de hacer algo por nosotros, de evolucionar a un ser aún más avanzado, ya pasó. Seguiremos cambiando, obviamente, si es que no nos matamos los unos a los otros antes de la naturaleza nos de ese último impulso.

Porque aunque la odiemos y le tengamos miedo, la naturaleza es la madre que no nos quiere dejar, la que nos da vida y nos acoge cuando morimos. No llegaremos a ser nada espectacular, tal vez solo una bolsa de carne que piensa. Pero tuvimos la oportunidad. La desperdiciamos pero la tuvimos.

viernes, 22 de julio de 2016

Sueño familiar

   Ya lo he imaginado varias veces y no entiendo la razón. Cada vez que lo hago me pongo nervioso y no entiendo que quieren decir esas visiones de mi mente. ¿Porqué tengo que ver ese tipo de cosas? ¿Por qué tengo que plantarle la cara a algo que parece tan improbable, tan poco posible que me parece incluso molesto verlo ya tantas veces. Me pensar mucho más de lo que debería, pues es una ilusión, una fantasía, un sueño estúpido que no tiene el más mínimo sentido ni importancia. Pero el caso es que ahí está y sucede seguido.

 Como dije antes, se trata de un sueño. La ubicación cambia a veces. En ocasiones es mi casa de verdad, en otras es alguna otra casa, sea grande y señorial o un apartamento que nunca he visto en mi vida. Esos lugares se supone que se ubican en ciudades o sitios que conozco pero eso solo lo logro sentir pues jamás logro ver o recordar si hay algo ahí afuera que me indique en donde estoy, si todo eso puede llegar a parecer más real de lo que ya siento que es.

 Siempre estamos mi mamá, mi hermana, mi hermano y yo. A veces está mi padre y a veces no. A esto no le doy mucha importancia porque suele pasar mucho en mis sueños que hay gente que mi subconsciente elimina. Sí, puede que haya profundas razones por las que eso pase pero no las sé y la verdad no quiero explorarlas, al menos no antes de terminar de explicar toda esta historia que me incomoda.

 El caso, es que mi madre siempre está muerta en esos sueños. Y lo más impresionante de todo, como si eso no fuese lo suficientemente impresionante, es que a veces el asesino es mi hermano. En este momento no recuerdo si lo hace por mano propia y mucho menos que arma usa si es que usa alguna. No tengo idea y creo que es mejor para mi balance emocional no saberlo. La imagen ya es demasiado aterradora para darle un contexto más rico.

 Siempre hay alguna pelea en el sueño, acerca del tema. Por alguna razón sabemos que mi hermano lo hizo pero no lo podemos probar. Y sus razones siempre son extrañas, como que las ocultas detrás de acciones sin sentido como hablar en voz baja o esconderse de nosotros en la misma casa. Me pone nervioso esa parte porque es algo que no reconozco ni remotamente. No me es nada familiar, menos mal.

 Ahora que lo recuerdo, mi padre estaba en el último de los sueños. No hablaba casi, solo parecía demasiado triste para decir nada. Parece una sombra de la persona real, tal vez es por eso que a veces no está en esos sueños. Es otro ser que usa la misma piel pero no es mi progenitor ni de cerca. No tiene su encanto.

 Lo peor de todo es (se pone peor) es que aunque casi nunca entiendo como llegué allí, esta última vez por fin pude presenciar la mayoría del sueño. Es decir, pude ver a mi madre morir. Mucha sangre, un cuarto más grande en el interior que en el exterior y gritos míos y de otras personas que ahora no recuerdo. La recuerdo allí tirada y luego ignorar su cuerpo alejándome de él, tratando de hacer que ese momento sea lo menos posible que se pueda. Me asusta todo el escenario, las acciones, lo que veo. Me asusto a mi mismo con lo que pienso.

 Pienso que debo castigar a mi hermano, que debo ser yo el que lo lleve a la justicia y haga que todo el peso de la ley caiga sobre su cabeza y lo aplaste para siempre porque, para mí, no tiene perdón ni de Dios ni de los hombres. La última vez, y de esto me acuerdo muy claramente, le dije que si llegaba a ser condenado esa sería la última vez que me vería pues nunca querría verlo de nuevo, jamás, ni por equivocación ni porque lo mandaran a la misma silla eléctrica.

 Y de repente, tengo conciencia de mi mismo. Es decir, estoy soñando y dentro del sueño lo sé, lo asumo y lo comprendo. Sé que no puede morir así mi hermano porque eso no existe en mi país, sé que mi madre no está muerta y sé que mi padre es una persona mucho más rica que esa sombra que parece flotar por todos lados. Nada de eso es real y lo sé porque estoy consciente de que tengo un sueño que, ojalá, sea imposible.

 Ya me ha pasado antes, en varios sueños. Simplemente sé que estoy soñando y por eso dejo de preocuparme demasiado. Lo normal es que los sueños no duren mucho tiempo después de eso pues se les acaba la gasolina fantástica con la que operan. De todas maneras es casi surrealista estar caminando por un sitio que sabes que no existe, en el que sabe que nada vale de verdad pues es todo una ilusión que no tiene el más mínimo sentido. Es falso y a veces eso reconforta.

 Sí, ya me imagino que varias personas pensarán que todo sueño tiene un significado ligado al subconsciente y no sé que más cosas. Y ola verdad creo poco en esas fantasías. Creo que soñamos lo que tenemos acumulado en la mente, lo que nuestros cerebro tiene por procesar como conversaciones con gente que conocemos que luego aparece de repente mientras dormimos.

 Por ejemplo, horas antes de dormir había hablado con mi madre, mi hermano y mi hermano y ayer con mi padre. Los tengo todos en mi mente y pienso en ellos y nuestra conversación y mi cerebro obviamente usa lo que tiene más fresco. Casi nunca tengo sueños al azar de cosas que pasaron hace veinte años, porque no tendría sentido alguno al menos para mí.

 Cabe decir que el rol de mi hermana se parece mucho al de mi padre en ese sueño recurrente. Es una sombra de ella, aunque una que llora muy parecido y por eso creo que también me pongo nervioso, como fastidiado con todo el ambiente pesado del sueño. Es demasiado y tal vez por eso es que me doy cuenta que es falso. Sé que mi hermana llora pero sé que hacerlo como la mujer del sueño no es realista y la hace parecerse a mil otras mujeres y no a mi hermana. Son detalles así los que, al fin de cuentas, hacen que me despierte.

 Estos sueños normalmente vienen cuando me despierto en la mitad de la madrugada y luego duermo un poquito más. En esa hora o par de horas es que sueño como loco, con lujo de detalles. Unas aventuras que mi yo consciente muchas veces encontraría imposible de imaginar. Pero ahí están y siempre aparecen en esos lapsos de tiempo tan cortos, supongo que porque mi sueño no es muy profundo cuando duermo así.

 Es un mundo extraño el de los sueños pero debo decir que me atrae bastante a pesar de las cosas horribles que pueda haber en él. Es un mundo retorcido y sin sentido pero me gusta el hecho de que salga todo de mí pues nadie más puede intervenir en su creación, al menos no de manera activa. Soy yo solo y todos mi problemas o recuerdos los que se mezclan como en una licuadora y producen diferentes tipos de resultados, algunos mucho más divertidos que otros.

 La explicación sicológica, como lo explique antes, me tiene sin cuidado. No solo porque creo que es una ciencia que se basa en supuestos, más parecida a la astrología que a las demás ciencias serias, sino porque no me atrae en nada la idea de que alguien más crea saber más que yo sobre mis sueños y mi cerebro que yo mismo. Se me hace ridículo si quiera pensarlo aunque ya habrá gente que crea que necesita una mano cuando quiere entender algo que no logra procesar.

 Comparto la necesidad por otras voces, otros intelectos que ayuden a dar explicaciones, a racionalizar algo que no tiene porqué ser racionalizado. Sobre todo si son amistades cercanas o, mejor aún, los personajes del sueño. En este caso, sería interesante saber que piensa mi familia de lo que ocurrió en mi mente y ver que explicación le pueden dar además de la obvia basada en supuestos ridículos y anticuados.


 Para mi quiere decir que tengo ahora a mi familia muy presente, cosa que es obvia. Los necesito y los quiero, cosa que es cierta. Y puede que tenga problemas o temas por discutir con ellos. ¿Quién no? Pero no deja de ser chocante y mucho menos cuando el sueño parece durar menos de quince minutos.

domingo, 20 de marzo de 2016

Fantasma

   Nunca se sabe. Puede que te hayan visto, tal vez por solo un segundo, o puede que jamás te hayan siquiera sentido. Todo depende de quienes son y qué quieren de ti, porque al fin y al cabo así es el mundo real. Siempre alguien quiere algo, siempre alguien quiere su pedazo de la vida y los pedazos rara vez se reparten equitativamente.

 Te paseas por las calles, por las fiestas y por todos esos espacios que la gente se supone que recorre cada uno de los días de su vida y te das cuenta que eres un ser sin cuerpo, casi sin nada más que un cerebro que solo se pregunta “¿Qué es lo que hago? ¿Qué pinto yo en todo esto?” Son preguntas muy peligrosas que te pueden enviar directo a lugares de los que no quisieras saber nada. Como bien sabes, el mundo es más oscuro de la que parece y las lindas luces que la gente ve en su vida están compuestas de luz negra, que no contiene nada.

 Una vez estuviste allí, por saber y por intentar. ¿Y qué conseguiste? Lo mismo de siempre: sentirte solo un figurante en tu propia vida, sentir que estabas de fondo, en segundo plano, como si no valiera la pena hablar de ti o saber nada de lo que sientes o piensas. Así te hicieron sentir, en esas fiestas y esos sitios en los que se supone que todo el mundo se toma de las manos y empieza a cantar y a darse cuenta de que la vida es lo mejor que hay en el mundo. ¿Pero porqué, entonces, hay tantos que desean terminarla por su propia cuenta?

 Es siempre difícil de saberlo. Cada persona en su interior tiene un sistema de conexiones, un mundo único que precisamente por ser único funciona de manera distinta cada vez. Es como un motor que no se puede reemplazar por otro pues no es lo mismo el de un camión que el de un auto pequeño. Eso somos los seres humanos: metáforas de lo que creamos y destruimos y no mucho más porque al fin y al cabo somos temporales, estamos aquí solo de paso.

 Entonces, ¿qué haces cuando estás arrinconado, allí en los oscuros rincones de tu propia mente? No hay nadie que te saque de ahí, ¿entonces porqué pides ayuda? De seguro es porque todos la necesitamos, de vez en cuando. Todos nos cansamos de pelear, de estar en una batalla interna no solo con los demás sino con nosotros mismos. Porque vivir como un ser humano real, completo y funcional, muchas veces quiere decir que vives con tu propio peor enemigo en la misma cama.

 Ese enemigo eres tu y eres el que se pone todas las trampas del mundo, el que no quiere que avances, el que no quiere que ganes y que falles siempre que eso sea posiblemente. Eres tu el que no quiere, el que no deja y el que pone un pie a todo lo que podría ser y jamás será.

 Pero, no todo está perdido. De hecho, nada nunca se pierde de verdad si se aprende y se mantienen los ojos abiertos en los momentos clave. Mientras estabas en esas fiestas, sintiéndote morir por dentro, ¿que aprendiste? Sí, porque aprendiste y pasaste la lección varias veces pues te es práctico y sabes que es real, que ayuda. Aprendiste a que cada persona nace sola y muere sola, aprendiste a que debemos aprender a pelear por nosotros mismos y a obtener lo que queremos por cuenta propia, nadie nos da las cosas en bandeja.

 Eso fue un primer paso pero, de todas maneras, eras apenas un cachorro pequeño. Estabas iniciando y tomaría mucho más tiempo, más errores y horrores para que aprendieras algo que de verdad sirviera de algo. Por eso a veces te desmoronabas como si estuvieses hecho de arena. No eras fuerte y, tal vez, no lo seas aún ahora y no lo vayas a saber nunca. Eso es imposible de saber. Pero adquirir conocimiento siempre ayuda y ciertamente lo has hecho bien en ese campo.

 Porque tras los golpes de la vida, los que te han dado el resto de la humanidad y los que tu mismo te has asestado en mente y corazón, has ido aprendiendo algo. Esa manera de dejar salir a la bestia que tienes dentro, ese animal rabioso en tu interior que es puro pero lleno de rabia y rencor y odio, ese monstruo te ha enseñado a diferenciar y a poder entender cuales son tus fortalezas y cuales tus debilidades.

 Pasaste de temblar, de estar allí como si quisieras estar a simplemente decir “no”. Descubriste la palabra y la has hecho tuya y no hay nada más admirable. Pues cuando te adueñas de las letras, del sabor de cada uno de los sonidos que haces en la boca, es cuando de verdad algo cambia en lo más profundo de tu alma, sin importar si esta existe o no.

 Aprendiste y de eso siempre deberás orgulloso pero, como sabrás, jamás es suficiente. Puedes pelear contra medio mundo o puedes ignorarlos pero sabes muy bien que todo da igual cuando la gente, cuando lo que contiene este mundo sigue siendo la misma porquería de siempre. Porque aunque tu cambies cada día de tu insignificante vida, ellos no lo harán. Todos ellos puede que jamás aprendan nada y, sea como sea, tienes que compartir este mundo con ellos.

 Así que, ¿qué es lo que haces? Pues, decides entrar en el juego. Bien o mal, eso depende de la perspectiva y las convicciones de cada uno y ciertamente estaría mal juzgar a cualquiera por ello. Aprendidas las reglas, cada uno juega como puede y en la vida no hay condiciones tan claras como uno creería.

 Aprendiste entonces a utilizarlos. Para el placer, orgasmos sin fin. También para avanzar en la vida, posibilidades de crecer. Incluso te has puesto un maestro en las máscaras, cosas que es muy difícil y sí que lo has entendido. Todo ser vivo sabe que una máscara o más se puede usar tantas veces hasta que pierdes la noción de cual de todas ellas es tu verdadero rostro. Ya no sabes quién eres con exactitud y tienes que estar en un constante remolino mental para recordar que esa triste persona eres tu y que solo estás jugando lo mejor que puedes porque simplemente no te puedes dejar morir.

 La muerte es para los perdedores, o al menos eso es lo que piensas ahora. Te usan y los usas y así es la cosa. Y te importa, porque eres humano. No lloras tanto como antes pero el dolor no se mide con lágrima sino en la mente y tu mente está ya dañada y corrompida. Si no lo sabes, lo sabrás en su momento. Estás a veces tan cerca del borde, que lo único que necesitas es un pequeño empujón, una ligera brisa para que las cosas vuelvan a cambiar para ti, de una manera drástica y mucho menos positiva.

 Porque aprender, que es lo que has hecho, siempre es positivo incluso si lo que aprendes no lo es. Pero hay que tener cuidado en todo caso porque la vida está hecha de acantilados profundos que nadie sabe adonde llevan. Pero lo has sabido manejar muy bien, sabes como hacer las cosas a tu manera y eso es un gran punto a tu favor. Nadie dice que estés listo para todo, muy al contrario, te falta mucho más por aprender. Pero la vida tiene su inteligencia natural y ya llegarás a cada uno de esos niveles, con el tiempo.

 Por ahora sabes que la manera en la que estás haciendo las cosas es la mejor en el momento. No tienes ni idea si es la correcta o la mejor pero es la que hay. A veces quieres más de la vida y vuelves a ver a ese monstruo y comienzas a entender que no está solo hecho de tus más bajos instintos. Ese animal está hecho de ti, y solo de ti. De tu material más crudo y sensible y de tus necesidades y deseos y todo aquello que te mueve, te ha movido y te moverá alguna vez.

 Es difícil, por supuesto que lo haces. El que pensó que la vida sería un paseo o el que lo dice ahora, es simplemente un idiota. Porque si crees que todo es ideal, es porque no has estado poniendo atención. Este es un boleto que nos dieron y que no todo el mundo obtienen. No nos dicen por cuanto tiempo podemos subirnos a las atracciones, entonces tenemos dos opciones: o ignorarlo todo y disfrutar o vivir todo ese tiempo con miedo, viendo el reloj cada segundo y esperando a ver cuando se aparecen los guardias de seguridad de ese parque, que es la vida, para sacarte de ahí a patadas, gritando incluso.


 Pero en fin, cada cuento es distinto, así como cada hoja de un libro, así sea del mismo libro, no es la misma. Todo cambia y va evolucionando, poco a poco. Tan lento es el proceso que puede que ni lo veas en tu tiempo pero se verá y tu marca podría quedar aquí, para siempre. Pero lo más importante es que esa marca la hagas tu pues eres el único que puede hacer que tu vida cobre la importancia o el sentido que deseas. Nadie lo va a hacer por ti, sea lo que sea que sienta.