lunes, 17 de julio de 2017

Tan cerca, tan lejos

  La herida estaba abierta, casi escupía sangre. Era un corte profundo pero había sido ejecutado con tal agilidad que al comienzo no se había dado cuenta de que lo habían atacado de esa manera. Corriendo, solo se había sostenido el costado y había notado como se le humedecía la mano a medida que corría y como se cansaba más rápido. Su respiración era pausada y las piernas dejaron de funcionar al cabo de unos veinte minutos. Su compañero llamado B, lo ayudó a seguir adelante.

 El bosque en el que habían estado durante meses parecía haber adquirido alguna extraña enfermedad. Los árboles habían languidecido en tan solo unos días De ser unos gigantes verdes, pasaron a ser unas ramas marrones casi negras que se sostenían en pie porque el viento ya no soplaba con tanta furia como antes. Notaron que, lo que sea que estaba acabando con la vegetación avanzaba poco a poco. Tras una colina, encontraron un pedazo de bosque que apenas comenzaba a podrirse.

 Cuando se detuvieron, lo hicieron en la zona más espesa para evitar ser atacados. Pero si ya no los seguían quería decir que su enemigo se había cansado y había decidido dejar sus muertes para más tarde. Estaba más que claro que eran ellos los que llevaban las de perder. Estaban heridos y no habían comido como se debía en varios días. Se había alimentado de los pocos animales que quedaban y de plantas y frutas pero todo se moría. Pronto sería la falta de agua lo que los llevaría a la tumba.

 Al dejarse caer en el suelo, la sangre empezó a salir de A a borbotones.  Era demasiada sangre de un cuerpo que no era alto y ya había adelgazado demasiado por la falta de comida. Cuando se dieron cuenta de la extensión del daño, supieron de inmediato que su enemigo los había dejado ir para que murieran por su cuenta. Podía esperar a encontrar los cadáveres. No era un planeta grande, no podían correr para siempre. Ellos sabían que estaban perdidos.

 B trató de limpiar la herida lo mejor que pudo. Luego, rompió la camiseta sucia que llevaba puesta y, con la cara limpia, cubrió toda la cintura de su compañero. Tuvo que romper la tela en varios sitios, morder y gemir porque no habían descansado aún. A no paraba de llorar pero no emitía sonido mientras lo hacía. Era el dolor el que lo obliga a derramar lágrimas pero no quería dejarse terminar por algo que venía de sus adentros. Quería seguir corriendo, seguir luchando, pero al mismo tiempo sabía que no había más oportunidades en el horizonte.

 Había llegado la hora de darse cuenta, de abrir los ojos y ver la muerte a la cara. Por un lado, estaban tristes, devastados. Habían venido de muy lejos y todo había sido un paraíso terrenal. Pero las cosas habían empeorado de una manera vertiginosa y ahora estaban a solo pasos de su muerte. El tiempo podría ser corto o largo, si es que la vida quería torturarlos un poco más. Pero al fin de todo, sabían que muertos serían más felices. Era la única manera de estar juntos para siempre.

Ya no era un secreto a voces. Nunca se lo dijeron en palabras pero sabían bien lo que sentían y simplemente lo habían expresado y desde ese momento su tenacidad como compañeros había sido imparable. De cierta manera, el hecho de solo tener una herida de muerte entre los dos, era un hecho de admirar. Solo ellos habían enfrentado una legión de criaturas sedientas de sangre, locas por la carne humana y obsesionadas con la muerte. Se podía decir que habían salido bien librados.

 Comieron lo último que tenían en su pequeña y desgarrada mochila. Decidieron caminar más, en silencio y fue ese el momento para pensar en todo. A pensó que jamás volvería a respirar más y eso lo hizo sentir bien. Porque ahora su garganta le dolía y su cuerpo le pesaba. Ya no quería seguir así y sabía muy bien que no habría ninguna salvación milagrosa en el último minuto. Esas criaturas lo habían condenado y él no podía pelear contra la fuerza de la muerte.

 B, sin embargo, se había cuenta de un pequeño detalle: el seguiría vivo después de la muerte de A. Era estúpido pensar algo tan obvio pero cuando había visto la herida no la había sentido como exclusiva de su compañero. Para él, era un peso que cargaban en pareja y no en solitario. El solo hecho de no haber pensado en su supervivencia le había hecho pensar que de verdad era amor lo que sentía pero también le había hecho caer en cuenta que estaría solo, al menos por un tiempo.

 Al fin y al cabo, las criaturas y su maestro los seguirían cazando, con herida y sin ella. Eso quería decir para B, que vería al amor de su vida morir pero lo seguiría muy de cerca. Eso a menos que la tortura de parte del enemigo fuese dejarlo vivir y ahora que lo pensaba, sería algo muy horrible de vivir. Sin consultarlo con su pareja, recordó el cuchillo que habían robado y como colgaba de su cinto. Cuando A muriera, lo usaría en sí mismo para acabar con todo. No viviría un segundo más que la persona con la que había sobrevivido a tanto.

 La noche llegó y parecía apresurada. El cielo no se tiñó de colores al atardecer. Solo hubo un cambio repentino de luz a oscuridad. Era muy extraño pero el lugar en el que se encontraban era tan raro, que preferían no dudar de nada y no pensarlo todo demasiado. Se recostaron entre algunos árboles pequeños y se quedaron dormido uno contra la espalda del otro. Así podían sentirse cerca el uno del otro, sin descuidar el lugar donde estaban y sus provisiones, por pocas que fueran.

 Sin embargo, no durmieron todo lo que hubiese querido. En la mitad de la noche los despertó un gran estruendo. Se pusieron de pie de un salto, pensando que venían por ellos los asesinos. Por un segundo, pensaron en su muerte. Se tomaron de la mano y esperaron el ataque. Pero otro sonido les hizo caer en cuenta que lo que los había despertado venía de arriba, del cielo. Era como una mancha y luego se transformó en luces. Cuando estuvo cerca, pudieron ver que era un vehículo.

Aterrizó cerca de ellos pero los dos hombres no se movieron. No podían confiar en nada de lo que vieran. Así que B hizo que A se recostará en un tronco aún fuerte y esperaron juntos, en la sombra. El vehículo se quedó en silencio y, de repente del costado, apareció una puerta. A través de ella salió una criatura hermosa. Era similar a una mujer humana pero algo más alta, con piel rosada y escamas iridiscentes en sus piernas. Era lo más hermoso que hubiesen visto nunca.

El ser caminó de manera estilizada hasta ellos. No dudó por un segundo. Apartó ramas y los miró a los ojos. Ellos no sabían que hacer. La miraron y ella hizo lo mismo, sin emitir un solo sonido. El momento parecía durar una eternidad porque la mujer parecía analizarlos y algo por el estilo. Había una sensación de urgencia en el aire pero, al mismo tiempo, de una extraña paz que les impedía salir corriendo hacia el costado opuesto. Era todo demasiado raro, loco incluso.

 A finalmente cedió al dolor. Sus rodillas se doblaron y cayó de golpe al suelo. Sangre salía de su boca. B saltó hacia él y entonces la mujer, o lo que fuera, abrió la boca, como si fuera a gritar. Pero ellos no oyeron nada. Cuando cerró la boca, ayudó a B a cargar a su compañero a la nave.


 En la puerta, B miró hacia atrás cuando la nave se elevó. Lo último que vio fue los cadáveres de sus enemigos, destrozados. La mujer había hecho algo allí, algo que ellos no entendían. Y ahora ella y su piloto trataban de tomar a A de los brazos de la muerte.

viernes, 14 de julio de 2017

Encounters

   The creature had disappeared into the forest, never to be seen again. Its awful grimace was imprinted in their brains, a horrible smile that awoke their biggest fears and darkest nightmares. The only thing that it had told them was that the planet they were in was called something he couldn’t repeat in their language but that they could easily relate that word with something like “Somber”. So that was the dreary name of the tree filled planet they had appeared in, only a few days ago.

 The taller guy touched his chest, uncomfortable. He had failed to notice a small pain, for the last hours. They had been running and walking for so long, he had prioritize survival and had not really paid attention to himself or the news he had received fairly recently. It was kind of strange to see a man that had received news so devastating, just walking through a forest, thinking of what animal to catch next. The fact that he had a heart problem was the least of his issues.

 The smaller guy, on the other side, had been thinking about it all the way since they had appeared in the planet. He didn’t wanted to talk about it if his partner didn’t want to, and he had made it clear he didn’t want to talk about such an important matter, but it bothered him. The fact that something might happen and he would lose the only other person nearby was very difficult to accept. Besides, he felt something different from the times they were in the resistance and thinking about it didn’t help.

 Finally, they stopped walking when the sun set behind a snow-capped mountain. They had been following a path through a valley and now they were on the slopes of a big mountain. The good thing was the trees were shorter, so they could see more of the place they were in. The tall guy was the hunter that night, catching some kind of big bird, very similar to a turkey but with the capacity of flying. They ate it in silence and when the time came to sleep, they did it separately.

 They couldn’t really sleep though. Both of them felt they needed to talk to the other. But when one of them decided to open his mouth, an explosion could be heard across the valley. They stood up right away, grabbed their stuff and run up to the top of the mountain. It was very cold there but it was pretty nearby and it was the only way to get away from the explosion and, at the same time, knowing what exactly had happened. When they reached the top, the flames across the valley were easily visible. The wind seemed to be making it worse: the flames were as tall as trees.

 The two men looked at each other, but they didn’t know what to do. They could run away from the fire but something told them they should be right there to watch. After all, an explosion had ignited the fire and there was very little chance that it had occurred naturally. They stayed put and waited. The fire jumped from one tree to the other. Watching it was mesmerizing, as if the fire was alive somehow. It really looked alive, engulfing a tree and then consuming it in seconds.

 Then, the wind blew harder and it brought cold with it. The short guy caressed his arms, trying to stay warm. When they had disappeared from Earth, they had no clothes proper for such an environment. Only the taller guy had his backpack with him and, luckily, it had many of the weapons they had recently used to put up traps for the enemy. It had come in handy for hunting and igniting fires to roast the food. Then they both realized something about the flames consuming the forest.

 The short guy looked in the backpack and took out a pair of binoculars to check out the place the flames were consuming. Instantly, he grabbed the hand of his partner and look at him directly into his eyes. Slowly, he told him they had been eating breakfast there that same morning, on the other side of the valley. He said he recognized a tree so tall that it was a bit bent at the tip. The taller guy verified that himself and realized that couldn’t be a coincidence. Something else was wrong.

 They agreed to walk along the top of the mountain. That side of the valley had no snow but a very fast and chilly wind, as well as rocks that kept rolling down to the lower part of the valley. It was very tricky to walk, so they had to grab each other by the hand and try not to kill themselves while doing it. Sometimes they looked at each other, but they preferred not to do so because it made them think too much of home and those feelings and memories hurt more than any rock or cold wind.

 Suddenly, another explosion made them lost their balance. One of them had to grab the other harder by the hand. It was difficult to pull someone else up after walking so much but it was harder to think that they would be alone. As the flames seemed to be getting closer, they both regained flat land and ran as much as they could. None of them had no idea of why they were doing that but it seemed like the best thing to do was to get away fast. Eventually, they reached a cliff and they had to stop running. They started sweating even more when they stopped.

 The flames were close to them but now it seemed to be a single huge flame. The heat emanating from it was almost burning their skin but, for some reason, it stopped moving towards them, as if it had noticed that its heat was hurting them. The moment seemed to last forever. In their eyes, they could only see the red and orange flames, as if they were absolutely enthralled by fire. But, if they were to be honest, they had no intention of running anymore. They felt they had to be there.

 Suddenly, the flames seemed to be reducing their size. But as that happened, a creature emerged from the inside of the fire. It seemed to be very tall, taller than any human being anyone had ever seen. It was very difficult to know if it had any gender or what kind of creature it could be: aggressive or pacifist? Its skin seemed to be made of a material similar to rocks, the kind you find near a volcano. It was dark and seemed to be covered with as. Its eyes were red as fire.

 The creature got closer and just looker at them. It had a human form but maybe it was doing that to imitate them or to be less intimidating. If that was the case, it was failing miserably because the two humans it had in front of it were very scared. So scared actually, that they hadn’t stopped grabbing each other’s hand since the moment they had started running. They only realized this when the creature created a hand out of its own body and, with one dark finger, it pointed at their hands holding.

 They could have screamed or said something to the creature but they didn’t. The creature kept pointing at them, opening its eyes wider. Then, it pulled back, turned back into a gigantic flame and launched itself into the sky. From their point of view, it looked like a comet crossing the night sky. Eventually, it disappeared but it left a line in the sky and a certain sweet smell all around the forest. The place that had burned grew over night, as if nothing had ever happened.

 They woke up the next day, thinking about the creature they had just seen. At first, it seemed as if nothing had changed after they had encountered it. However, they started holding hands more and more, and they didn’t think about it for a second.


 Furthermore, they started talking more to each other as they walked across Somber, laughing some times and sharing their personal stories as they ate or cleaned themselves in rivers or lakes. Eventually, they fell in love. But that’s another story that I won’t tell right now.

miércoles, 12 de julio de 2017

Sobrevivir, allá afuera

   El bosque era un lugar muy húmedo en esa época del año. La lluvia había caído por días y días, con algunos momentos de descanso para que los animales pudieran estirar las piernas. Todo el lugar tenía un fuerte olor a musgo, a tierra y agua fresca. Los insectos estaban más que excitados, volando por todos lados, mostrando sus mejores colores en todo el sitio. Se combinaban el sonido de las gotas de lluvia cayendo al suelo húmedo, el graznido de algunas aves y el de las cigarras bien despiertas.

 Lo que rompió la paz fue un ligero sonido, parecido a un estallido, que se escuchó al lado del árbol más alto de todo el bosque. De la nada apareció una pareja de hombres, tomados de la mano. Ambos parecían estar al borde del desmayo, respirando pesadamente. Uno de ellos, el más bajo, se dejó caer al suelo de rodillas, causando una amplia onda en el charco que había allí. Los dos hombres se soltaron la mano y trataron de recuperar el aliento pero no lo hicieron hasta entrada la tarde.

 Era difícil saber que hora del día era. Los árboles eran casi todos enormes y de troncos gruesos y hojas amplias. Los dos hombres empezaron a caminar, lentamente, sobre las grandes raíces de los árboles, pisando los numerosos charcos, evitando los más hondos donde podrían perder uno de sus ya muy mojados zapatos. La ropa ya la tenía manchada de lo que parecía sangre y barro, así que tenerla mojada y con manchas verdes era lo de menos para ellos en ese momento.

 Por fin llegaron a un pequeño claro, una mínima zona de tierra semi húmeda cubierta, como el resto del bosque, por la sombra de los arboles. Cada uno se recostó contra un tronco y empezó a respirar de manera más pausada. Ninguno de los dos parecía estar consciente de donde estaba y mucho menos de la manera en como habían llegado hasta allí.  Parecía que no habían tenido mucho tiempo para pensar en nada más que en salir corriendo de donde sea que habían estado antes.

 El más alto de los dos fue el primero en decir una sola palabra. “Estamos bien”. Eso fue todo lo que dijo pero fue recibido de una manera muy particular por su compañero: gruesas lagrimas se deslizaron por sus mejillas, cayendo pesadamente al suelo del bosque. El hombre no hacía ruido al llorar, era como si solo sus ojos gotearan sin que el resto del cuerpo tuviera conocimiento de lo que ocurría. Pero el hombre alto no respondió de ninguna manera a esto. Ambos parecían muy cansados como para tener respuestas demasiado emocionales.

 Algunas horas después, ambos tipos seguían en el mismo sitio. Lo único diferente era que se habían quedando dormidos, tal vez del cansancio. Los bañaba la débil luz de luna que podía atravesar las altas ramas de los árboles. Sus caras parecían así mucho más pálidas de lo que eran y los rasguños y heridas en lo que era visible de sus cuerpos, empezaban a ser mucho más notorios que antes. Se notaba que, donde quiera que habían estado, no había sido un lugar agradable.

 El más bajo despertó primero. No se acercó a su compañero, ni le habló. Solo se puso de pie y se adentró entre los árboles. Regresó una hora después, cuando su compañero ya tenía una pequeña fogata prendida y él traía un conejo gordo de las orejas. Nunca antes había tenido la necesidad de matar un animal salvaje pero había estado entrenando para una eventualidad como esa. Le encantaban los animales pero, en la situación que estaban, ese conejo no había estado más vivo que una roca.

 Así tenía que ser. Entre los dos hombres se encargaron de quitarle la piel y todo lo que no iban a usar. Lo lanzaron lejos, sería la cena perfecta de algún carroñero. Ellos asaron el resto ensarto en ramas sobre el fuego. La textura era asquerosa pero era lo que había y ciertamente era mucho mejor que no comer nada. Se miraban a ratos, pero todavía no se hablaban. La comida en el estomago era un buen comienzo pero hacía falta mucho más para recuperarse por completo.

 Al terminar la cena, tiraron las sombras y apagaron el fuego. Decidieron dormir allí mismo pero se dieron cuenta que la siesta de cansancio que habían hecho al llegar, les había quitado las ganas de dormir por la noche. Así que se quedaron con los ojos abiertos, mirando el cielo entre las hojas de los árboles. Se notaba con facilidad que había miles de millones de estrellas allá arriba y cada una brillaba de una manera distinta, como si cada una tuviese personalidad.

 Fue entonces que el hombre más alto le dio la mano al más bajo. Se acercaron bastante y eventualmente se abrazaron, sin dejar de mirar por un instante el fantástico espectáculo en el cielo que les ofrecía la naturaleza. Poco a poco, fueron apareciendo estrellas fugaces y en poco tiempo parecía que llovía de nuevo pero se trataba de algo mucho más increíble. Se apretaron el uno contra el otro y, cuando todo terminó, sus cuerpos descansaron una vez más, con la diferencia de que ahora sí podrían estar en paz consigo mismos y con lo que había sucedido.

  Horas antes, habían tenido que abandonar a su compañía para intentar salvarlos. No eran soldados comunes sino parte de una resistencia que trataba de sobrevivir a los difíciles cambios que ocurrían en el mundo. Al mismo tiempo que todo empezaba a ser más mágico y hermoso, las cosas empezaban a ponerse más y más difíciles para muchos y fue así como se conocieron y eventualmente formaron parte del grupo que tendrían que abandonar para distraer a los verdaderos soldados.

 La estratagema funcionó, al menos de manera parcial, pues la mayoría de efectivos militares los siguieron a ellos por la costa rocosa en la que se encontraban. Fue justo cuando todo parecía ir peor para ellos que, de la nada, se dieron cuenta de lo que podían hacer cuando tenían las mejores intenciones y hacían lo que parecía ser lo correcto. En otras palabras, fue justo cuando necesitaron ayuda que de pronto desaparecieron de la costa y aparecieron en ese bosque.

 No había manera de saber como o porqué había pasado lo que había pasado. De hecho, sus pocas palabras del primer día habían tenido mucho que ver con eso y también con las heridas que les habían propinado varios de sus enemigos. Ambos habían sido golpeados de manera salvaje y habían estado al borde de la muerte, aunque eso no lo sabrían sino hasta mucho después. El caso es que estaban vivos y, además, juntos. Tenían que agradecer que algo así hubiese pasado en semejantes tiempos.

 Al otro día las palabras empezaron a fluir, así como los buenos sentimientos. Se tomaron de la mano de nuevo y empezaron a trazar un plan, uno que los llevaría al borde del bosque y eventualmente a la civilización. Donde quiera que estuvieran, lo principal era saber si estaban seguros de que nadie los seguiría hasta allí. De su supervivencia se encargaría el tiempo. Caminaron varios días, a veces de día y a veces de noche pero nunca parecían llegar a ninguna parte.

 El más bajo de los dos empezó a sentir que algo no estaba bien. Se abrazaba a su compañero con más fuerza que antes y no soltaba su mano por nada, ni siquiera para comer. El miedo se había instalado en su corazón y no tenía ni idea de porqué.


 El más alto gritó cuando una criatura se apareció una noche, cuando dormían. Parecía un hombre pero no lo era. Fue él quién les explicó que nunca encontrarían una ciudad. Ellos le preguntaron porqué y su única respuesta fue: “Funesta es solo bosque. Todo el planeta está cubierto de árboles”.

lunes, 10 de julio de 2017

Inside the storm

   The weather outside the terminal was terrible. The storm had been brewing for quite a while and it had finally unleashed itself unto the city in the ground. It had been going on for about three hours and, according to experts, rain could continue to fall for a very long time. It was not possible to know how many hours or even days that would be as the system had become the storm of nightmares and something like that was not going to go away in a couple of seconds.

 The airport had been packed earlier but, as night came, people were sent back to their homes or hotels, in the hope they could resume their journey the following day. That was not going to be possible but the hope for something better is always present in most people. They do incredible things because of that hope and that means they can be capable of some beautiful things but also of horrendous acts. It’s just the way humanity works and it will keep working like that forever.

 A perfect example of that would be Patricia King. She found herself in the bathroom the moment her airline announced, via speakers, that all their flights had been grounded and cancelled as the storm was impossible to get through. You probably don’t know this, but Mrs. King was a very determined individual. Not only she had become the top executive in her law firm in record time, she was well known among her colleagues for nailing every single case that landed in her office.

 Patricia King was hated and loved and both feelings were felt especially strong inside of the law firm she worked so hard in. She was applauded when applause was required but that did not mean everyone liked her, least of all Robert Frost. Frost had been her nemesis from the first moment she had entered the office tower in downtown where the firm was located. He had been the star of that place for many years, had built the image of the firm himself and saw King as a threat to everything he had done for himself and others.

 This was fast overheard by the woman, as she had learned from a young age to be alert for any kind of dissidence in the group she was in. She had been like that in college and in high school. Her classmates respected her but always knew when and what to talk about when she was around. That explained why, despite being so well regarded, she didn’t really have any friends. She lived alone and had never been in a romantic relationship with any man or woman. She wasn’t interested in “wasting her time”, as she had once phrased it to her own mother.

 However, Mrs. King cannot and should not be portrayed as a monster, a “power hungry bitch”, if you will. As a woman working in a man’s world, Patricia knew that she had to work twice as hard to get somewhere in life. And that’s exactly what she did: she started working at a very young age, earning money and saving it for the future. Her parents were very surprised when, at the age of sixteen, she was able to pay for her own new car, not requiring their help for any of it.

 She paid her way through college exactly the same way, grabbing most of the money saved from many summer jobs in her youth in order to get herself the best private education money could buy. As she was so focused on her goals, she achieved them all very easily; at least that’s what it seemed from an observer’s point of view. After all, Patricia always had a winning smile on her face and there was never a moment when she didn’t seem to know her next move.

 However, this was all a deception. She was a human being, flawed and imperfect. She had not been born special in any way and had to build herself to be who she wanted to become in the future. That’s why, realizing this in her early years of adolescence, she decided to stay focused and never drive off the road she had perfectly designed for her life. She knew she wanted to be well known but for helping people and being a lawyer was the perfect way to do so. She was decided.

 As she washed her face in the airport bathroom, after hearing the announcement of the cancellation of the flights, Patricia realized that, for the first time ever, she had no idea what to do next. Her plan had been to get back to her city, where she would give two lecture in different locations on the same day and then, she would sign the papers to buy herself a brand new office, finally a real space only to herself where she could give life to her very own law firm.

 She had been thinking about it for a very long time and finally the moment was perfect: she was beloved by the people that needed to love her and there were the exact amount of favors owed to her that she needed to make her dreams come true, at least the most urgent dreams. It was all-perfect but for every single thing to work, she needed to be in the city the next day. The storm had formed out of nowhere because she was always checking weather conditions and many other factors that may cause disruptions in her business. She planned it all.

 But, as life goes, not everything can be predicted. The world is ever changing, always throwing curve balls at existence, to see if something would change, from time to time. Patricia went back to the check-in counters and complained but the staff was leaving because the airport had been closed. Every single flight had been grounded. In a second, she realized she could pay for a private pilot to take her to the required destination. So, in the middle of the storm and with her only small suitcase, she left the terminal.

 Luckily, the last shuttle bus was right where it should be and it took her in only five minutes to the general aviation terminal. She was hoping to fin everything operating as normal but, of course, the terminal there was closed too. Drenched, she walked around, trying to think of something. Patricia then spotted a security guard and tried to bribe him in order for him to let her walk into the tarmac, where she would hopefully find an available pilot. But the man had no use for money. Big mistake.

 This is where everything went bad. Or maybe it should be said that it went worse, because this was not the first time Patricia had done something like that. As said before, people do bad and good things depending on the moment and Mrs. King was the type of person that was always two plays into the game. She had bribed before, she had used her looks to get evidence for cases and had even had sexual relations with men and women in order to get what she wanted, whatever it was.

 Patricia King was not the jewel everyone thought she was. There was something, however, that people could feel when they were around her. And it was that rotten piece of her soul, corrupted by greed, that made everyone think twice about being a little bit too close to her. Instinct had made great things for her but it had also being something very good for the people around her, as it warned them that Patricia was to be respected because of the danger she represented to herself and others.

 So she grabbed the guard’s gun and shot him, point blank. Her hands were covered in water and so was the gun. The thunders covered the noise. She managed to get to the tarmac and, what do you know, there was a pilot available, originally waiting for a wealthy client.


 One hour later, Patricia landed in her city. She was a bit dizzy and nauseated but ready for the big day that was awaiting her. This may serve as a remainder that we are all capable of horrible things. The thing is, we do not all cave to our deepest, darkest passions.