martes, 22 de septiembre de 2015

Amor

   Lo mejor del fin de semana era poder amanecer abrazado a él, teniéndolo entre los brazos como si hubiera la necesidad de sostenerlo así para que durmiera bien. Todas las mañanas, lo primero que hacía era sentir su cuerpo y eso me daba algo de alegría, me hacía sonreír y me hacía sentir más vivo que nada más que pudiese pasar. Él, normalmente, se daba la vuelta y así nos dábamos un beso y nos abrazábamos para dormir un rato más. Ese rato podía durar entre unos diez minutos y varias horas más, dependiendo de lo cansados que estuviésemos ese día. Al despertar de nuevo, siempre nos besábamos y luego hacíamos el amor con toda la pasión del caso. Era perfecto y se sentía mejor que nada que hubiese en el mundo. Ambos terminábamos felices, con sendas sonrisas en la cara.

 A veces decidíamos quedarnos en la cama un buen rato, abrazándonos. A veces hablábamos y otras veces solo dormíamos más. Eso no cambiaba jamás y la verdad era algo que toda la semana yo esperaba con ansia. Poder estar con la persona que había elegido para compartir mi vida y simplemente tener su aroma junto a mi todo el tiempo. Nos turnábamos las mañanas de los fines de semana para hacer el desayuno. Si me tocaba a mi, hacía unos panqueques deliciosos con frutas y mucha miel de maple. Si le tocaba a él, le encantaba hacer huevos revueltos y a veces algo de tocino. No pareciera que le gustara tanto la comida grasosa ya que tenía una figura delgada y por ningún lado se le notaba el tocino que le fascinaba.

 Ese desayuno tenía lugar, normalmente, hacia la una de la tarde. Y nos tomábamos el tiempo de hacerlo mientras conversábamos. Hablábamos de nuestras respectivas semanas en el trabajo, de chismes o noticias nuevas de amigos y amigas y de nuestras familias. Mientras uno de nosotros cocinaba, el otro escuchaba con atención o hablaba como perdido desde una de las sillas del comedor. Esa era nuestra tradición, así como la de comer en ropa interior que era como dormíamos juntos. A veces incluso lo hacíamos desnudos, pero él cerraba las cortinas temeroso de que alguien nos viera, cosa difícil pues vivíamos en un piso doce. El caso era que siempre era lo mismo pero con variaciones entonces nunca nos aburríamos, aún menos con lo que enamorados que estábamos.

 Si había un fin de semana de tres días lo normal era que ese tercer día hiciésemos algo completamente distinto. Podía ser que fuéramos a la casa de alguna de nuestras madres a desayunar o que pidiéramos algún domicilio que casi nunca pedíamos. Había festivos que no nos movíamos de la cama y solo nos asegurábamos de tener la cocina bien llena de cosas para comer y beber. No nos complicábamos la vida y no se la complicábamos a nadie más. Ese apartamento era nuestro pequeño paraíso y tuvo un rol significativo en mi vida.

 Los demás días, trabajábamos. No eran los mejores pues a veces yo llegaba tarde o a veces lo hacía él. No podíamos cenar juntos siempre y a veces teníamos pequeñas peleas porque estábamos irritables y nos poníamos de un humor del que nadie quisiera saber nada. Era muy cómico a veces como se desarrollaban esas discusiones, pues la gran mayoría de las veces sucedían por estupideces. Eso sí, siempre y sin faltar un solo día, nos íbamos a dormir juntos y abrazados. Jamás ocurrió que lo echara de la cama o que él se rehusara a tenerme como compañero de sueño. No, nos queríamos demasiado y si eso hubiese pasado sin duda hubiese significado el fin de nuestro amor incondicional, que desde que había nacido había sido fuerte, como si hubiese sido construido con el más fuerte de los metales.

 Los mejores momentos, sin duda, eran las vacaciones. Siempre las planeábamos al detalle y no podíamos pagar cosas muy buenas porque, menos mal, nuestros trabajos pagaban muy bien. Íbamos a hoteles cinco estrellas, con todo lo que un hotel puede ofrecer, fuese cerca de un lago o al lado del mar. Viajábamos dentro y fuera del país y siempre recordábamos enviar al menos un par de fotos para nuestras familias. Éramos felices y algo curioso que hacíamos siempre que nos íbamos de viaje era tomarnos las manos. Era como si no quisiéramos perdernos el uno del otro y manteníamos así por horas y horas, hasta que las manos estuviesen muy sudadas o adoloridas de apretar para apurar el paso o algo por el estilo. Era nuestra idea de protección.

 En vacaciones, teníamos siempre más sexo de lo normal y recordábamos así como había empezado nuestra relación. Había iniciado como algo casual, como algo que no debía durar más allá de un par de semanas, pero sin embargo duró y duró y duró. Nos dejábamos de ver cierta cantidad de días y luego, cuando nos veíamos de nuevo, éramos como conejos. Puede sonar un poco gráfico pero las cosas hay que decirlas como son. En todo caso, se fue creando un lazo especial que ninguno de los dos quiso al comienzo. Pero ahí estaba y con el tiempo se hizo más fuerte y más vinculante. Desde el día que lo conocí hasta que decidimos tener algo serio, pasaron unos dos años.

 Él siempre fue un caballero. Es raro decirlo pero lo era. En ciertas cosas era muy tradicional, como si tuviese veinte años más y en otras parecía un jovencito, un niño desesperado por jugar o por hacer o por no parar nunca de vivir. Era como un remolino a veces y eso me gustaba a pesar de que yo no era así ni por equivocación. Yo le dejé claro, varias veces, que no éramos compatibles en ese sentido, que yo no sentía ese afán por estar haciendo y deshaciendo, por estar moviendo como un resorte por  todo el mundo. Pero a él eso nunca le importó y, el día que me dijo que estaba enamorado, sus lagrimas silenciosas me dijeron todo lo que yo quería saber.

 Estuvimos saliendo casi el mismo tiempo que duramos teniendo sexo casual y viéndonos cada mucho tiempo. Después, no nos separaba nadie. Íbamos a fiestas juntos, a reuniones familiares, a todo lo que se pudiese ir con una pareja. Siempre de la mano y siempre contentos pues así era como estábamos. Otra gente se notaba que tenía que esforzarse para mantener una fachada de felicidad y de bienestar. Nosotros jamás hicimos eso pues lo sentíamos todo de verdad. Nos sentíamos atraídos mutuamente tanto a nivel físico como emocional e intelectual. Aunque todo había nacido tan casualmente, compartíamos cada pedacito de nuestras vidas y supongo que esas fueron las fundaciones para que nuestra relación creciera y se hiciese tan fuerte con el tiempo.

Cuando nos mudamos a un mismo hogar, sentí que mi mundo nunca iba a ser igual. No puedo negar que tuve algo de miedo. No sabía que esperar ni que hacer en ciertas situaciones, principalmente porque jamás había compartido un lugar con una persona que significara tanto para mi. Pero todo fue encontrando su sitio y después de un tiempo éramos como cualquier otra pareja que hubiese estado junta por tanto tiempo. No se necesitó de mucho para que cada uno aprendiera las costumbres y manías del otro. Algunas cosas eran divertidas, otras no tanto, pero siempre encontramos la manera de coexistir, más que todo por ese amor que nos teníamos el uno al otro.

 Es extraño, pero jamás pensamos que nada fuese a cambiar, que esos fines de semana fuesen a cambiar nunca, ni que nuestra manera de dormir se fuese a ver alterada jamás. Supongo que a veces uno está tan de cabeza en algo bueno, algo que por fin es ideal como siempre se quiso, que no se da cuenta que el mundo sigue siendo mundo y que no todo es ideal como uno quisiera. Había días que yo tenía problemas, de los de siempre que  tenían que ver con mi cabeza y mi vida pasada. Era difícil porque él no entendía pero cuando entendió fue la mejor persona del mundo, lo mismo cuando sus padres murieron de manera repentina. Tuve que ser su salvavidas y lo hice como mejor pude.

 Pero nada de eso nos podía alistar para lo que se venía. Cuando me llamaron a la casa avisándome, no les quería creer pero el afán de saber si era cierto me sacó de casa y me hizo correr como loco, manejar como si al otro día se fuese a acabar el mundo. Cuando llegué al hospital, y después de buscar como loco, lo encontré en una cama golpeado y apenas respirando. Lo que le habían hecho no tenía nombre. Quise gritar y llorar pero no pude porque sabía que él me estaba escuchando y que podía sentir lo que yo sentía. Entonces le ahorré ese sentimiento y lo único que hice fue cuidarlo, como siempre y al mismo tiempo como jamás lo había cuidado. Después de semanas lo llevé a casa y lo cuidé allí.


  Todo cambió pero no me importó porque lo único que quería era recuperarlo, era tenerlo conmigo para siempre. Él estaba débil pero podía hablar y decirme que me quería. Solo pudo decirlo por un par de semanas, hasta que su cuerpo colapsó. Me volví loco. Totalmente loco. E hizo la mayor de las locuras pues, sin él, nada tenía sentido.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Queen of tragedy

   The devastation brought by the wave could be seen easily from the castle, which had been built in a peninsula that shoot straight into the ocean with a very high elevation. The waves that attacked the city did not really affect the castle or the people inside it, although they did feel the arrive of the killing water and saw how it engulfed the whole fishing town that was located very close to the castle. Every little boat and those small and weak houses were rapidly destroyed by the wave. The people didn’t even have time to pray or to scream. The wave was just too fast and too destructive, it didn’t leave a thing standing. The people in the castle, including Princes Ariana, were all horrified. She sent some soldiers after it happened but, as they were about to go out, another wave, even taller than the last one, hit the beach.

 No one could have survived that. And the thing now was that, because of the second wave, the access to the castle had been flooded. Until the waters receded, they were all trapped there, without any communication with the rest of the world. Ariana’s father, the King, had left the day before to attend a very traditional ceremony in an inland town and her mother the Queen had also left to visit her brother who was a duke in some region south of the castle. Ariana was alone and needed desperately to talk to someone, as she was very perturbed by the images of water hitting the fishing town with such vile and strength. She remained in the chapel for a whole day, praying and asking God for the souls that had been lost. She asked “why”.

 But, of course, she never got an answer. After that time, the princess tried to help the people that were inside the castle and organize everything for every single person to have a ration of food. She had no idea how much time that could last but she would at least try to help them as only she could do it. At the end of the day, the castle was hers, her domain, and everyone inside it had to hear her until the King or the Queen came back. The day after the waves hot the coast, the castle started to receive various letters sent by aerial means (pigeons, mostly). Many were soldiers informing of the situation on their towns and others were people, asking for help as the situation was very dire. It was a surprise to see letters from far inland and the Ariana’s heart stopped for a moment.

 She asked her helpers to look for letter from a specific location. There was only one letter and it was from a farmer. He said the wave had flooded his field and now his crops had been destroyed, so he had no means to sustain his family or to trade with others. He also mentioned, although briefly, that the nearby town had been flooded too and festivities had been cancelled. Ariana breathed out. Her father was probably okay but she needed to be sure. She asked her servants to answer the letter she had just read and do what they could to locate his father and help that poor man with his crops. She owed him, or at least she felt so.

 Ariana did the same thing to know if her mother was okay but there were no letters from that region in the big pile that had arrived during the day. More pigeons entered the castle during the day, but almost all came from very nearby, were apparently the stench of death was already hard to ignore. People said that there were no victims, as the people who sent the pigeons were merchants that traveled from town to town and saw what happened all around them. Apparently the fishing town couldn’t be saved and the most awful part of it all was that everyone could easily see the ruins of the town from the castle. It was so close but at the same time it had such a different faith than the people hidden in the castle.

 They received a letter from the King the day after that. He informed the people that he had been injured by the flooding, that had taking everyone by surprise. He was in bed with a very swollen ankle, product of a fall as he escaped the water towards higher ground. The doctor said that it was easy to cure but that he had to stay there for some day, at least a week, to make his leg better. Ariana read the letter in front of everyone and even shared with the people the nice adjectives he had for her. He said that the castle was in hands of the princess and that everyone had to respond to her orders and listen to her lead, as she was the only person with authority to be there with them.

 These words from her father made Ariana feel very happy and also very important. She had never done much in the castle or even in her life, only being a nice girl that sits correctly whenever an important visitor comes and that leaves for her room to do nothing at all there, except if you consider combing your hair or looking at your dresses some sort of job. The truth was that Ariana was thrilled to finally have some responsibility and taste, however short it may last, the sweetness and pleasure to share her kindness with her people and with everyone that wrote the letters that kept coming into the castle. On the fifth day, the waters finally receded and soldiers were sent to every single nearby that to assess the situation.

 The small fishing port had not been the only one to be destroyed completely. A very large portion of the coast had been devastated by that same wave, ten meter tall or more, so many towns had suffered the same faith. Even some soldiers that decided to check on the state of the castle came with urgency to see the princess and asked her to put some men to work. Apparently, the bases of the castle had been shaken very seriously and repairs had to be made in order for it not to fall into the ocean. A small army of men was hired to do those works and the proper army was tasked with burning every corpse they saw and help survivors, if any. There were not to many.

 The first week was difficult for Ariana, specially when a merchant that sold fur came into town and old everyone how the wave had destroyed the region south of the castle. He swore the smell was too overwhelming and bodies piled up on both sides of the roads. Ariana felt awful and sent some soldiers right then but it was useless. The man was right; there was nothing but destruction, especially because in the south there were no hills or mountain. It was a big plain and now it was something like a swamp, with flies flying all over it and over the bodies of hundred of people. One of those was the Queen, who had died with her brother as they were outside the duke’s house when tragedy came. Being inside, wouldn’t have changed a thing, though.

 The princess tried not to cry when she received a pigeon telling her of her mother’s death. She only asked for the soldiers to bring her body and that of the duke, if they found him. Some days later the dead body of the Queen arrived into town and a rapidly organized funeral was arranged. Ariana would have loved to have her father there to comfort her but was now having a very dangerous fever and his doctor recommended for him to stay were he was, as any trip might be too dangerous for him. So she had to bury her mother alone, in the family mausoleum. Many people attended the funeral and she wasn’t surprised, as her mother had always being loved by her people.

 Ariana, in the inside, was devastated. Now she didn’t want any responsibility or to grow up, she didn’t want to be the woman who ruled over the kingdom. And even if she was the last royal, she would have to marry to be able to exercise her role as Queen. It hurt her to be thinking of such things, as if her father was dead too but he wasn’t, he was just injured and she wanted to be with him but then no one would stay behind to help the people that needed the family. Some of her father’s helpers wanted her to leave to have a free reign over everything but she refused to go and even jailed some of those who pretended for her to leave the city and stay away from the corruption.

 Only two weeks after the waves hit the coast, the King came back to town. But Ariana suffered once more because he wasn’t doing as well as the doctor had said. Unsurprisingly, the doctor had left the party that accompanied her father. She ordered soldiers to execute him if they ever saw him. But the most important thing for her was to see her father, which whom she talked privately and summoned a religious authority and a lawmaker. After some days, the King was too weak to keep talking and he eventually died from his wounds and mistreatment. His funeral was attended by all and he was buried in the crypt next to his wife.


 Everyone was more surprised, however, with the fact that a new law had been enacted the day before the king’s death. It liberated his daughter of marriage and gave her the power to rule the kingdom as Queen. People didn’t know whether to celebrate or not. But eventually, they would know the answer to that question.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Correo misterioso

   Teresa ya estaba acostumbrada al trabajo y hacía todo de forma automática. Estando encargada de reabastecer los estantes de un pequeño supermercado, sabía cuando tiempo debía tomarse en cada estante para demorarse el tiempo justo hasta la hora de almorzar. Si hacía todo antes de esa hora y si los dueños decidían que estaba siendo muy lenta, la ponían a limpiar los pisos y eso era lo peor que podía ocurrirle. Los brazos terminaban doliéndole mucho y cuando llegaba a casa en la noche tenía espasmos al acostarse. Pero hacía lo que le pidieran pues necesitaba el trabajo y el dueño del lugar pagaba muy bien, pues solo tenía tres empleados: su hijo que ayudaba a veces con los mismo que Teresa y su esposa que atendía la caja.

 A la vez que trabajaba en el supermercado, Teresa también estudiaba en la universidad. Su sueño era convertirse en una arquitecta renombrada pero tenía que confesar que no tenía la misma imaginación e inventiva que muchos de sus compañeros de clase. Había momentos de lucidez intelectual, como a ella le gustaba llamarlos, pero no ocurrían todo el tiempo y menos cuando llegaba a clase cansada luego de trabajar de siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Estudiar de noche era lo único que le quedaba pero la mayoría del tiempo no sabía ni lo que estaba haciendo y eso que todo el resto de compañeros pasaban por lo mismo. Teresa luchaba muchas veces por estar despierta y poner atención pero las ideas simplemente no fluían tan fácilmente.

 Además, y puede que lo más difícil del cuento, es que Teresa vivía completamente sola en un pequeño apartamento y su universidad la pagaba el Estado. Esto era un arreglo modelado para ella pues sus padres habían trabajado para el país por muchos años y habían muerto en el trabajo. Hasta donde se acordaba, ellos habían sido trabajadores del ministerio de obras públicas y habían muerto atendiendo una tragedia natural pero no sabía si había sido un terremoto o un volcán u otra cosa. En todo caso el Estado, a modo de compensación, le pagaba la universidad. El apartamento era uno que había sido de su padre cuando joven, o algo así, y ella lo había heredado.

 A ella siempre se le había hecho curioso que una persona joven fuera dueña de un apartamento y que el Estado fuese tan atento con ella solo porque sus padres habían muerto en un accidente del que nadie hablaba. Muchas noches, cuando no estaba rendida, Teresa trataba de recordar las caras de sus padres y el momento en que ella había entendido que ellos habían muerto. Pero simplemente no recordaba nada de nada, ni de alguien diciéndole la noticia ni los detalles del accidente de sus padres. Solo sabía que era pequeña, que la cuidó una tía hasta que tuvo dieciocho años y ahí se independizó y empezó a estudiar y trabajar.

 Secretamente, porque de eso Teresa no hablaba con nadie, ella soñaba que sus padres volvían y que le explicaban que todo había sido un terrible malentendido, en el que habían confundido a su padres con otra pareja. Y la habían dejado sola porque eran espías o algo parecido. Al final, cuando terminaba de soñar despierta, sonría y se daba cuenta de lo ridículo de las cosas. Ella incluso había ido a las tumbas de sus padres pero no le gustaba ir al cementerio pues no creía mucho en ir a hablarle a dos personas que ni existían. Sonaba cruel, pero así eran las cosas y a pesar de que ella soñaba siempre con los mismo, la verdad era que ahora era una persona independiente y ya no necesitaba de ningún tipo de familiar que velara por ella.

 Sin embargo, alguien comenzó a preocuparse. Se dio cuenta uno de esos días que llegaba rendida, cuando revisó la casilla del correo y se dio cuenta que había un sobre blanco pequeño solo con su dirección. En su cama, abrió el sobre y al hacerlo vio como cayeron varios billetes y adentro del sobre había más. Era mucho dinero. Pero lo más sorprendente del asunto no fue eso sino que por esos días ella tenía una deuda que debía pagar con una tienda de suministros para estudiantes de arquitectura, donde vendían todos los materiales para hacer las maquetas y demás. En el sobre había un poco más de lo que necesitaba para saldar la cuenta.

 Al día siguiente fue a pagar y la mujer del lugar le contó que habían recibido su carta para esperar un poco más y darle un día más de plazo para pagar. Ella sonrió y no dijo nada pero la verdad era que no había escrito ninguna carta. Ella pensaba que el plazo vencería y el monto a pagar simplemente se volvería más difícil de pagar pero eso no fue lo que ocurrió. Alguien la estaba ayudando, enviando esa carta y el dinero para pagar su cuenta. No preguntó por la carta pues hubiese sido extraño pedirle a la mujer algo que ella misma había escrito. Tampoco quería que la gente pensara que se había vuelto loca y eso que ya lo parecía a veces, cuando tenían mucho trabajo y estudio acumulado. Después de pagar se fue a casa y la semana siguió sin nada a notar.

 Por lo menos fue así hasta que recibió una caja llena de bolsitas de té. Era muy curioso, no solo porque la caja de nuevo no tenía remitente, sino porque ella amaba el té y la persona que lo había enviado seguramente sabía que a ella le gustaba. Esta vez, dentro de la caja, había una pequeña nota escrita en computador. Simplemente decía “No duermas en clase”. Esto la asustó más que nada y dejó la caja en la cocina sin revisar nada más. Esa noche no pude dormirse rápidamente, pensando que la persona que le había escrito ese mensaje sabía que ese mismo día ella se había quedado dormida en clase, sin que nadie se diese cuenta. O eso pensaba ella.

 Las próximas clases, estuvo despierta y con los ojos muy abiertos pero más que todo por el miedo de alguien, un pervertido o un loco, la estuviera vigilando en todas partes. Lo sucedido la estaba volviendo paranoica pues saltaba con cualquier sonido y respondía de mala gana a cualquier pregunta. Ya no tenía la concentración de antes para arreglar las estanterías y tuvo que pagarle a la esposa del dueño dos frascos de aceitunas que fueron a dar al piso por ella estar distraída mirando a su alrededor a ver si alguien las estaba observando. Todos los días era lo mismo y a veces se volvía peor, en especial cuando le llegaba algún sobre con un mensaje parecido al anterior, alguna frase corta que destruía con un encendedor.

 Ella no quería consejos ni dinero ni ayuda de nadie. Quería tener una vida en paz, tranquila y sin tener que estar mirando pro encima del hombro. Era una pesadilla tener que abrir la casilla de correo para ver si ese día el loco o la loca que la perseguía le había enviado algo. Estaba tan mal, que empezó a pensar que de pronto era que sus sueño se había convertido en realidad y que sus padres habían vuelto de donde sea que estaban para hablar con ella y vivir juntos todos de nuevo. Pero esa conclusión tenía problemas pues no tenía sentido que sus propios padres jugaran a las escondidas con ella, y menos ella sabiendo que le habían dicho que estaban muertos. No hubiese tenido sentido que se ocultaran como si fueran asesinos o algo peor que eso.

 Nada parecía tener sentido. Al menos no hasta que Teresa decidió tomar el toro por los cuernos y se fue con todas las cartas más recientes a la oficina de correos, donde preguntó por el remitente de las cartas. Por ley, ella tenía derecho a saber quién era la persona que le estaba enviando tantos mensajes y dinero y cosas para comer. Un hombre de la oficina de correos, que parecía ser muy hábil con el sistema, le dijo que le prometía encontrar al remitente pero que tomaría tiempo pues la persona se había ocultado muy bien detrás de todo el embrollo que era el sistema de correos. El hombre trabajó en ello toda una semana hasta que dio con una dirección y se la dio a Teresa por teléfono.

 Ella fue hasta allí. Hubiese podido averiguar un teléfono o incluso un correo electrónico pero pensó que lo mejor era hacer las cosas en persona para que quien sea que la acosaba, entendiera el mensaje de que ella no iba soportar más esa situación. Tocó a la puerta y abrió una anciana, una mujer muy encorvada y con demasiadas arrugas en la cara. Al ver la cara de Teresa, la mujer empezó a llorar. Del fondo de la habitación, vinieron una mujer y un niño y cuando vieron a Teresa también hicieron caras pero se ocuparon primero de la anciana. Todos entraron a la casa y después de un rato, la mujer sentó a Teresa a una mesa y le explicó lo que había estado sucediendo.


 La anciana era su abuela, la madre del padre de Teresa. Ella se había distanciado de su hijo pero había sabido de su muerte hasta hacía poco y la culpa la había hecho investigar sobre él. Había dado con la existencia de Teresa y había utilizado a su enfermera y a su hijo para que siguieran a Teresa y averiguaran que necesitaba. Ellos la habían ayudado con todo y ahora la mujer estaba bastante frágil de salud, razón por la cual había hecho todo lo posible por acercarse a Teresa pero sin hacerle daño. Teresa tuvo sentimiento encontrados pero al fin de cuentas esa era su abuela. La cuidó unos meses hasta que murió y entonces empezó a ir al cementerio. Tenía que hacer las paces con su familia y con el pasado.

sábado, 19 de septiembre de 2015

Drunk gentleman

   The moment I opened my eyes, I realized how much I had to drink the night before. I didn’t even tried to sit down or stand up; I just opened my eyes and then shut them again. Although I didn’t really remember everything that had happened the night before, I was glad to know I had gotten home and that my cellphone and my wallet were in the nightstand. Those were the most important things to know, that I was alive and ok and in the right place. But my head was spinning so much I decided to close my eyes and try to get some more sleep. It had to be a Saturday or Sunday so I didn’t have to be anywhere or to do anything. I turned around, feeling cozy and warm and then, when I stretched my feet a bit, I felt someone else in bed with me.

 My eyes opened immediately but everything I could see was a head, short auburn hair and a tattoo on the shoulder, that happened to be uncovered, as he wasn’t wearing a t-shirt. I was only wearing my underwear but that didn’t matter, as that was my bed, in my home. Who was that guy? I had no idea and I didn’t wanted to be rude and wake him up just to ask. After all, he was there for a reason. Normally, any friend or friend of a friend would stay in the couch, which was very comfortable. But, somehow, I had decided not to leave him there but instead ask him to sleep with me. I then raised my head a bit and looked at the nightstand again and at the floor. There was nothing on my side that would indicate intercourse.

 Then, I remained still for a moment as I checked mentally if any part of my body felt funny. As I did that, I realized how bad my memory was at retaining any kind of information. Not only I couldn’t remember a single thing from the night before, I had to practically touch myself to know if I had sex with the man that was sleeping beside me. That made me feel like shit, as if I did that kind of thing every time I went out. I then turned around and closed my eyes and tried to think of something to do, a way to know who he was or why he was there. The best idea would be to write my friends and ask them if they knew, although that would reflect very poorly on me. Anyway, I fell asleep in no time because of how tired I was.

 It always happened that, when I had too much to drink, I would have the wildest and weirdest dreams. That time was no exception as in, the probably one hour that I rested my eyes, I dreamt about some strange creatures that I was supposed to kill with a team of others. We were using laser weapons and the guy that was sleeping beside me was there too, covering the left flank. It was like being in a movie, people shooting all around. I was having a lot of fun there but then the dream changed and I was in a room observing two people having a fight. They couldn’t hear me and I couldn’t do anything to intervene. The yelling and their insults made me wake up, sweating a bit.

 I sat on my bed, trying to catch my breath, realizing it had only been a dream. It was a nightmare that always came back, a remembrance of a past I always tried to forget. Then, I realized the guy on my side was not there. For a second, I thought I had just imagined him but then I saw his clothes on the floor and realized he was still around. It was exactly at that moment when he came in with a tray, my only tray. There was some orange juice, a sandwich made in the toaster and a banana. But that really wasn’t what surprised me most. The guy had the body of a model or even better. Instinctively, I pulled up the sheets, as I didn’t wanted for him to see my body, which was very far from his in terms of beauty and acceptance. He had some other tattoos and he was only wearing some black briefs.

 The beautiful man passed me the tray and told me he had already had breakfast. The only thing I could do was to smile and listen to him tell me how had the idea to make me breakfast after all I had done for him and how he had found everything he needed in order to make a somewhat decent breakfast. As I drank some juice, he laughed and said he thought of giving me some cereal but he remembered me saying that I couldn’t drink any milk. Again, I just smiled, as I had no idea at what point I had told him any of that. For that matter, I had no idea in what planet I could have met a guy such as him and why he was “thankful” to me. I just ate my breakfast and, in between bites, asked him if he had eaten something yet and he said yes.

 He looked at me as I ate, which was strange already, never minding those big green eyes, the tattoos and the body that seemed to have been taken out from a fitness magazine. When I finished, I decided to be honest. First o f all, I thanked him for his kindness but then I had to confess that I didn’t remembered much about the night before. I told him I could imagine I had a lot to drink because I really didn’t know where I had met him and why he had stayed with me, even in bed. His reaction was strange as he laughed and looked even better looking as he did it. He looked at me straight in the eye and I have to say I couldn’t hold his look for a long time. His bright eyes hurt a little.

 He showed me his hand and told me his name was Steven and that we had met in the bathroom of a club where we were both having some time with friends. Steven said that, when I entered the bathroom, I seemed to have been drinking for a while already so he had no idea what I had done before he met me. Anyway, he wasn’t there alone but with another guy. He said that guy was someone he had met at work and who was very obsessed with getting high and drunk. As I came in, he was apparently trying to convince Steven to get high with something he was keeping in a small bag, but he didn’t told me what it was. I apparently went to a stall and they kept arguing outside.

 Things got pretty bad as the guy who was with him started to scream and push him. Apparently, Steven had opened the little bag and thrown all its content into the drain. The man went crazy and he punched Steven on the face. He bled a bit and it was then when I came out. According to Steven, I just went insane when I saw him on the ground bleeding. I went straight for the guy and told him to get the fuck out, the guy pushed me and then I punched him hard in the face. Two, three, four times until he could stand up. I even kicked him in the stomach and we just left that place. I didn’t even tell my friend or anything, we just left for my place and I told him I would take care of him for good.

 Steven smiled as he remembered all of that. He knew I was just being nice and maybe my reaction was due to the fact that he was a very handsome man. And, without any hesitation, I told him that that wasn’t the case. Yes, he was beautiful, but I reacted like that because I had seen too much violence in my life to let people keep doing that to each other. I guess my answer wasn’t the best way to solve it, but that guy would probably think again before punching someone like that just because they wouldn’t have some of his shit. Steven just smiled as I said that and I realized I had talked very passionately so I decided to thank him again for the breakfast. He took the try back to the kitchen and I used what little time I had to put on my t-shirt.

 He reentered the room as I put it on and he asked why I was doing that. He told me that I was in my house, so it was a bit strange that I decided to cover myself as if I was doing something wrong. I told him the truth that I felt little ashamed to be next to him. I had a belly, I had no perfect body like he had and it would make me feel less weird if I wore the t-shirt.  I pulled it down and sat on the bed, waiting for something although I didn’t know what it was. He was doing exactly the same thing by the door, just standing there like waiting for something to happen but not knowing exactly what. It was a bit uncomfortable.

 Finally, I decided to get into the bed again and pull up the sheets. Then, he walked up to the bed and lay down too, this time with his face towards my side. I was looking up. We stayed like that for a good while until I decided to take off the t-shirt and turn towards him. He smiled again and I just got closer and kissed him. I wasn’t going to meet a guy like that ever again. We kissed for a long time and he told me, between kissed, that I had been a gentleman the night before, as we talked in the taxi and in my living room. We had already kissed but because he had leaned forward. Now, it had been me.


 We had sex afterwards and starting going out rather frequently. But that story and its outcome, will not be told here.