miércoles, 29 de agosto de 2018

El visitante


   Cuando desperté, alcancé a asustarme un poco. Nunca en mi vida había compartido la cama con nadie. Eso sí, no puedo negar que a mi casa han venido muchos visitantes, más de los recomendados tal vez, pero nunca había dejado que ninguno de ellos se quedara toda la noche. Era una cuestión de privacidad y de separar una cosa de la otra. Yo solo quería tener sexo y nada más, no quería una relación ni palabras bonitas ni algo abierto ni nada por el estilo. Sabía a lo que iba y no pretendía hacerme el inocente o el idiota.

 Me moví un poco, pues me di cuenta que estaba desnudo y, encima, mi erección matutina había estado hacía poco contra la parte trasera del cuerpo del hombre con el que compartía la cama. No tengo idea porqué, pero eso me dio vergüenza y me di media vuelta con extrema lentitud para evitar cualquier momento extraño. Era algo muy estúpido, pues habíamos pasado buena parte de la noche haciendo cosas mucho más intimas que eso y sin embargo sentí como mi cara se llenaba de sangre, poniéndola colorada.

 Decidí evitar toda situación rara y me puse de pie, tratando de no mover demasiado la cama y apreciando la situación que tenía alrededor. Él yacía hacia un lado, resoplando sobre la almohada y con su trasero hacia donde yo había estado. No tenía nada de ropa, excepto tal vez sus medias que no estaban por ningún lado. Temo decir que habíamos bebido tanto que no recordaba muy bien algunas partes de la noche. Algunas cosas eran como fotografías borrosas que por mucho que se les haga no se pueden mejorar.

 Mi ropa sí estaba completa: mi pantalón corto estaba en el suelo y adentro de él mis calzoncillos y medias. Por lo visto me había quitado todo de un solo tirón, lo que había sido sin duda algo practico. No sé porqué eso me provocó ganas de reírme pero me contuve pues no quería hacer más ruido del necesario. Mi camiseta estaba en el umbral de la puerta, una parte por el lado de la habitación y la otra del lado del pasillo. No habíamos cerrado la puerta porque, menos mal, no hacía falta en mi caso.

 Me puse de pie y casi grito cuando pisé uno de los empaques de condones que estaban en el suelo. No los recogí y tampoco miré por ahí a ver si los condones estaban también en el suelo o si de hecho los habían tirado al bote de la basura que estaba en el baño. Seguí mi camino a la cocina, donde sabía que había dejado mi celular. Era de las pocas cosas que tenía claras de la noche anterior, puesto que había dejado el aparato en el mesón de la cocina al llegar. No quería estar toda la noche revisando mi celular y, como pude prever, no hubo necesidad alguna de mirar nada más sino a mi visitante.

 Sin embargo, ese día tenía que ir a casa de mis padres. Afortunadamente tendía a despertarme temprano, incluso cuando tomaba más de lo debido. Así que todavía faltaba mucho tiempo por salir. Quise revisar si me habían llamado o escrito algo; no era poco común que llegaran de visita de improvisto, aunque pasaba con muy poca frecuencia. Sin embargo, era la primera vez que alguien se quedaba conmigo en casa y por eso creo que estaba más paranoico de lo normal. Pero no, no me habían contactado de ninguna manera.

 Entonces me quedé allí en la cocina, de pie, desnudo, mirando por una de las únicas dos ventanas que tenía el apartamento. Recuerdo haberme quejado bastante para conseguir uno con la vista que tenía y no con esas vistas interiores que para lo único que sirven es para que las viejas chismosas averigüen todo lo que quieren saber con quedarse mirando un buen rato. Mi vista era más limpia, aunque los del edificio de enfrente podían verme también si lo hubiesen querido, pero nadie nunca parecía tener la intención de hacerlo.

 El sonido de mi estomago interrumpió mis pensamientos. Caí en cuenta que tenía mucha hambre, pues la noche anterior no habíamos comido casi nada con la bebida, de hecho creo que por eso mi compañero de noche se estaba pasando de su hora de despertar. Igual no me importaba, si es que él no tenía apuro. Tenía yo el tiempo del mundo todavía y no quería dañar el sueño de una persona que parecía dormir de manera tan placentera. De verdad que era lindo, aunque la noche anterior casi no me había fijado.

 Mientras sacaba unos huevos de la nevera y la botella de jugo de naranja, recordé que había salido a beber solo a un bar que me gustaba. El que atendía era muy amable y guapo y como yo ya era casi un cliente frecuente, me daba algunos tragos gratis. Yo le hacía gracia porque bebía bastante y no parecía estar borracho sino hasta mucho más tarde. Por alguna razón eso lo divertía, porque mi estado cambiaba de un momento a otro, de golpe. Lo importante era que me salía más barato que ir a otros sitios.

 En una pequeña sartén vertí un poco de aceite y lo calenté hasta que estuviese listo. Entonces rompí los huevos y esperé a que estuvieran al punto que a mi me gustaban. Sonreí mirando como se freían los huevos porque recordé que estaba ya muy adelantado en mi bebida cuando mi visitante se acercó y empezamos a hablar. Y como dije antes, nunca me fijé mucho en su aspecto personal. De un tiempo para acá, no es algo que me parezca muy importante. Creo que se trata más de cómo las personas se comportan y manejan lo que tienen como personas, sea algo exterior o interior.

 Me gustó mucho hablar con él. Además que el pobre hombre iba y venía porque estaba en algo parecido a una despedida de soltero. La verdad es que no le puse mucha atención pero algo así era. A lo que sí ponía atención era a lo fluido que era y lo inteligente de sus frases. Esos lugares muchas veces están lleno de chicos que en lo único que piensan en el último sencillo musical o la última serie que todo el mundo está viendo en línea. No saben conversar de mucho más y se aburre uno bastante rápido.

 Con él fue muy agradable y, cuando me di cuenta, nos estábamos besando frente mi amigo el que atendía el bar. Creo que a él le sorprendió un poco la situación porque me hizo caras cuando el chico se fue al baño un momento, pero yo no le hice mucho caso. Cuando volvió, seguimos en lo mismo y debió ser por ese momento en que yo le sugerí ir a mi  casa. Ni siquiera le pregunté si podía o debía alejarse de sus amigos así sin más. No hice nada más sino tomarlo de la mano y llevarlo adonde yo quería.

 Serví los huevos en un plato, con una hogaza de pan. Serví el jugo en un vaso pequeño y lo puse todo en la mesita que tenía para comer. No era grande pero era lo que cabía en el pequeño apartamento. Iba a sentarme cuando me di cuenta que me habían faltado el salero y el pimentero para condimentar mi desayuno. Buscando en el cajón correspondiente, fue cuando escuché ruido que venía de mi habitación. Me quedé mirando como tonto hasta que mi visitante salió de allí, estirando los brazos e igual de desnudo que yo.

 No solo era hermoso, porque lo era, sino que caí en cuenta de qué era lo que mi amigo del bar había querido decir con sus caras. No sé cómo no lo recordaba ni cómo no lo había notado al despertarme, debía de haber tomado demasiado, más aún de lo normal. Él me sonrió y preguntó si el desayuno era para él. No le dije que no, solo asentí y sonreí. Me hice otros huevos fritos para mí, también con pan y jugo de naranja. Llevé todo, con salero y pimentero a la mesa y me le quedé mirando un buen rato.

A él le dio vergüenza y bajó la mirada. Tuvo una reacción muy parecida a la mía y eso me pareció bastante lindo. Comimos un rato en silencio y entonces tuve que preguntar lo que tenía en la mente porque estaba seguro que no le había preguntado nada en toda la noche anterior.

 Él sonrió y me dijo que tenía dieciocho años. Y se le notaban. Me preguntó entonces mi edad y le dije, con algo de vergüenza, que tenía treinta. Y entonces seguimos comiendo. Después dejamos todo en la cocina, sin lavar, para después seguir teniendo sexo mientras nos duchábamos.

lunes, 27 de agosto de 2018

Humble beginnings


   It started only a few years ago. I was about to turn seventeen years old but my body and my mind were years beyond that. From the moment puberty hit me, I had a very pronounced urge to explore every part of my body and my sexuality. Of course, I was too young at first so I did all of that exploring by myself. It was a great moment for me, because I discovered that I could learn who I was and what I liked in the privacy of my own room. Masturbation became something that made or broke my day.

 I wouldn’t say I got obsessed with it, I just thought it was fun to do it and try different things, with oils and stuff like that. From that young age, around twelve years old, I started watching porn on my parent’s laptop. It was our first computer and not even my parents knew a lot about the Internet or how to use it, so it took them a while to discover what I did with it. But when they did, they sent me straight to a shrink. That’s the type of parents my parents are, very nervous and prone to freaking out for nothing.

 The expert told them it was normal for a boy my age to explore his sexuality, but as most adults and people in general; they refused to believe I had any idea of what I liked at that age. They thought I was basically going insane because of bad influences around me. They forbid me to play more videogames, as well as watching any TV. I also was forced to interact more with people in school, only because I had few friends and none of them really ever had any kind of relationship outside of school.

 Weirdly enough, it was not long after that, between the shrink and my paranoid parents, that I met this new kid at school. We were a little bit older and hit it off right away. I had been forced to enter a sports team, so I was playing football with other guys, but I never really played. They all knew I hated being there so they left me be. But this new kid really loved to play but he also like talking to me when he was waiting for his turn to chase after the ball. He was very kind and funny and I liked that he didn’t pretended to be an adult.

 That year and the next one, we spent them together. I stopped that football nonsense but we stayed great friends. So much so that we went out for ice cream together, we would go to the movies and he would even come home and talk to my parents for very brief periods of time. And they loved him, even if I had left the team and I didn’t really have any other friends. They thought everything with me had gone back to normal and they were very eager to see the next step in my growth, the moment were I would decide my profession and go on to college to meet the woman of my life.

 Well, as I knew it would happen, I disappointed my parent’s big time. First of all, I kept masturbating and watching porn. I just got smarter than them, so they couldn’t catch me. Second, my friend Caleb (the new kid at school) had been one of the main influences in how to channel all of that that I had in my head and just all over my soul. Because I really thought it was part of me. We would steal porno magazines and we would always check out the ones with men first, because he knew very well that’s what I liked.

He got a girlfriend when we turned sixteen, a girl named Debra who was cool and all but I just didn’t find interesting. He told me he had sex with her several times but I never truly believed that. Not only because she looked too much like a prude, but because everything he said had a bit of exaggeration to it and it was very easy to notice. Anyway, I didn’t care at all because Caleb was a good friend to me, he didn’t judge or anything and we would have long and stimulating conversations about things we actually liked.

 It was just a couple of years before graduating that he came to me all excited. He had come home with his laptop and showed me a page where they announced the search for new actors in the area. It was not precisely for a period drama, but for porn involving younger actors and older actors. I was confused at first, but Caleb was very much excited, telling me it would be a great and fun thing to do, to just try out for a porn film and be able to tell that experience later, even if I didn’t get chosen.

 I wasn’t as excited as him when I saw it. Yeah, I spoke a lot about sex and bodies and all of that but that didn’t mean I actually knew how to do any of that. Caleb knew very well I was a virgin, but he seemed to have forgotten all about that. The other thing was that I had no self-esteem, at all. At that was something we didn’t really discuss because it’s not something very easy to talk to with friends. He was the guy I liked to hang out with to have fun, not to speak about things that made me feel like shit.

 But there was one detail that actually made him stop smiling at once and the webpage was clear about it: the actors had to be at least eighteen years old. They even stated that they would ask for ID before anyone would be able to do an audition. So Caleb’s enthusiasm fell to the floor because we were not even seventeen. He could have passed for older, because he already had some facial hair and he was very tall, but I still looked like a kid and had nothing going on for me to make people think that I eighteen years old. There was no way I could pass for someone older.

 But then, Caleb smiled again, grabbed his laptop and ran out of my room, only yelling he would see me in school after the weekend. There were some weekends we would hang out, but he knew I had to visit my grandparents and that always took way longer that it should, so we just hoped to see each other again the next Monday. During those two days, I did wonder about what idea had passed through his head after I had pointed out the age thing, but it was sometimes better not to dwell too much on things like that.

 I really liked how impulsive he was and how much of a good friend he was. He really didn’t care at all about me being gay and we even did that promise that if we hadn’t married anyone by the time we would be forty, we would marry each other.  It was a silly thing to do but nice anyway. We mocked my shrink and my parents together and how he would always do whatever he wanted whenever he wanted because his parents were hippie vegans or something like that. It was just a very entertaining relationship.

 On Monday, he arrived at school with two fake ID’s. He told me he had grabbed my picture from Facebook, because he thought I looked a bit older in one of them. He had done the same with his and then he had gone to a cousin of his that knew very well how to make fake ID’s. I didn’t even ask anything else because the cards did look authentic, with the proper seals and everything. I asked if he needed any money and he just assured me that his cousin owed him too much to be asking for any money.

 That Saturday, we went out late and told our parents we were going to see a movie. Instead, we went to this gay neighborhood were the auditions would take place. Funny enough, the guy didn’t say a word when he gave him the ID’s. He just gave us a number and told us to wait. That night, we only got checked out by three guys. I was one of the few men there that got selected to actually have an audition.  It would take place right then and there, only a few hours later. I was excited but really nervous.

 Anyway, that’s how it all got started. I have been working in this industry for six years now and, although it was very difficult at the start, I was able to pull through even after people in my first productions learned that I wasn’t as old as I had said I was at first. I was fired and hired in a matter of days.

 As for Caleb, he was just there to support me. He and his girlfriend stayed together even after our prom. Then, he realized that he wasn’t really into her and moved on to guys. He says he’s pansexual or something but the only thing I care about is that a very good friend has my back.

viernes, 24 de agosto de 2018

No soy de los que golpean


   Hundí mi puño lo más que pude en su estúpida cara. Lo hice una y otra y otra vez, hasta que mi puño se sintió herido también y caliente de la sangre que brotaba de las heridas del otro. Su sangre era más roja que la mía, más liquida incluso. No sé porqué, pero eso me dio tanto asco que seguí sosteniéndolo con una mano y golpeándolo con la otra. Ya no era desafiante y orgulloso, como hacía pocos segundos. Ahora parecía querer protegerse de mi puño, parecía asustado. Entonces lo noté y no pude evitar reírme.

 Era como si alguien más se hubiese reído pero había sido yo. Había bajado un poco la mirada y había notado como sus pantalones se iban mojando desde adentro. Mi risa me lastimó incluso a mi y lo puso a él a llorar. Fue cuando lo solté, dejándolo caer al suelo. Pensé que saldría corriendo o algo por el estilo, tal vez una sarta de insultos. Pero no, se quedó allí tirando, como un trapo viejo y sucio. Creo que lo herí mucho más de lo que pensaba y tal vez incluso lo había dejado algo traumatizado, como hombre adulto que era.

El primero en irse resulté ser yo. Era ahora obvio que todo el peso de la ley me iba a caer encima, como una ducha con aceite. No iba a ser fácil dar conmigo, después de que él le dijera a todo el mundo lo que le había hecho. Sí, era un prepotente, un tipo conocido por reducir a todos los demás a algo mucho menor que nada. Él había sido el golpeador tantas veces que seguramente jamás se había imaginado que alguien lo golpearía de la misma manera, que alguien se atreviera a desafiar su poderío sobre los demás.

 Pero yo lo hice. Y mientras lo hice, sentí mucho placer. No había sido nunca del tipo de personas que golpean a otras, pero esta vez todo había confabulado para que las cosas pasaran como lo hicieron. Sus estúpidas palabras llegaron a mis odios en un día en el que todo estaba al revés, en el que nada parecía ir bien para mí. Sus palabras fueron la gota que derramó el vaso y por eso recurrí a una medida que jamás había utilizado. Creo que jamás había golpeado a nadie en mi vida. Tal vez por eso fui tan salvaje.

 Al comienzo, me le acerqué y lo empujé. Él, como buen gallo de pelea, lanzó el primer golpe y acertó. Sin embargo, eso fue lo suficiente para volverme loco. Fue entonces que yo lancé un golpe y luego otro y luego otro. Y él fallaba porque mi velocidad era ahora más alta que la suya y mi precisión mucho más certera. Le di puños en el estomago e incluso usé mis piernas para herirlo en su masculinidad. Eso también me dio risa pero no reí, solo disfruté del momento. Fue entonces que tomé su cabello entre una de mis manos y lo sostuve fuerte para poder golpearlo a mi placer, sin ningún tipo de límite.

  Caminando, alejándome del lugar de los hechos, me di cuenta de que tenía su sangre por todo el antebrazo derecho. Y mis nudillos, pobrecitos ellos, se habían abierto un poco de la cantidad de golpes que había propinado y de la cantidad de hueso que había golpeado. Porque el tipo ese era un flaco alto, uno de esos en los que la fuerza yace en el peso mismo de sus huesos de caballo. El idiota jamás había peleado en su vida ni entrenado para hacerlo, solo tenía el cuerpo apropiado y por eso se aprovechaba de otros.

 Yo, en cambio, era de carne blanda. Era torpe para muchas cosas, sobre todo con las que tenían que ver con las manos. Y sin embargo, las cosas habían pasado como habían pasado. Me limpié la sangre con el suéter que llevaba puesto, recordando que debía echarlo a la lavadora sin que mi madre se diera cuenta. Tenía entendido que la sangre era fácil de lavar, así que no deberían quedar rastros en la prenda después de pasar un buen rato en la lavadora. Hice la nota mental mientras caminaba frente a varios comercios.

 En el reflejo de uno de los vidrios de los aparadores, me di cuenta de que mi cara también tenía rastros de la pelea. Eran solo un par de moretones, pero lo suficiente para que mis padres pensaran que había estado en una pelea. Seguramente armarían un lío tremendo, llamando al director de la escuela y hasta a cada uno de mis profesores. Eran del tipo de gente que no podían dejar de pasar nada, tenían que meterse en todo y dar su opinión de cada cosa que pasara en sus vidas y en las vidas de otros.

 Los amo, como todos a sus padres, pero a veces me sacan de quicio y por eso salgo tanto a la calle. Me paseo por ahí, voy a sitios lejanos de mi hogar, compro libros y golosinas con el dinero que gano haciendo mandados y de vez en cuando fumo algo en algún parque solitario. De hecho, mi mano adolorida sintió el bultito que hacían el porro de marihuana y el encendedor en el bolsillo. Fue entonces que caí en cuenta que debía tirar el porro antes de que algún policía me detuviera por mi aspecto.

 Caminé más deprisa y entonces tuve una idea. La idea equivocada pero la tuve antes que la idea correcta, y por eso la elegí. En vez de tirar el porro en el bote de la basura más cercano, decidí ir a un pequeño parque que conocía muy bien. Era cerca y la gente nunca iba cuando había un clima tan feo como el de ese día. Estaba ya goteando y para llegar había que subir una pequeña loma. Así que no habría nadie y podría fumarme el porro en paz, ayudando así a mi recuperación de forma más pronta y agradable. Me encantaba convencerme de cosas que sabía que no tenían sentido, pues no había nadie para contradecirme.

 Cuando llegué al parque, vi que tenía toda la razón: no había absolutamente nadie en el lugar. Di la vuelta buscando algún mendigo o algún niño perdido de su madre, pero el lugar estaba solo. Me senté en la única banca que había y, mientras prendía el porro, observé la vista desde allí. Era muy hermoso, con árboles en primera línea y edificios en segunda. Pero más allá, a lo lejos, se veía el resto de la ciudad. Allá lejos, donde mucha gente trabajaba y vivía y se divertía. Donde parecían haber mejores posibilidades.

 Claro que eso era una ilusión porque en ningún lugar cercano había verdaderas posibilidades de nada. Era un terreno intelectualmente muerto y por eso estaba yo cada vez más desesperado. El colegio ya se terminaba y tenía que tomar el siguiente paso. Le di una calada al porro y aguanté el humo lo más que pude, mientras que pensaba en que no sabía quién era ni lo que en verdad quería. Pensaba que era un tipo tranquilo, sereno, que no se metía en líos. Y sin embargo, casi había matado a golpes a un infeliz.

 Sonreí de nuevo. No supe si era la marihuana o si de verdad todavía me hacía gracia el hecho de que el idiota ese se meara encima. Creo que era un poco de ambos. No puedo negar que lo que hice lo disfruté y mucho. No solo porque se lo merecía sino porque pude sentir poder sobre alguien y, debo decir, que no hay nada como eso. Ese miedo es muy interesante, causa una reacción química en mi interior que me hace ver todo de una manera muy extraña. Me fascina al mismo tiempo que me asusta.

 Por eso sé que no sé quién soy. ¿No es eso gracioso? Solo sé que debo seguir hacia delante, sin importarme nada más sino que existo en este mundo y por lo tanto debo seguir moviendo porque, si me detengo por completo, el mismo sistema existente se encargará de devorarme por completo. Lo que hice antes, golpear al tipo ese, fue una anomalía que seguramente no se repita. De hecho, puede que ya me esté buscando para romperme a cabeza de una manera aún peor de lo que yo podría imaginarme. No me sorprendería.

 Fue entonces cuando, a medio porro, sentí que alguien se acercaba. Mis reflejos ya más lentos, no escondí la marihuana a tiempo. Así que quién entró la vio. Se detuvo un momento y luego solo tomó el porro de mis dedos y se sentó a mi lado, contemplando la vista mientras daba una profunda calada.

 Su cara no estaba tan mal como yo pensaba. No quise mirarlo mucho porque no sabía qué hacer en ese momento, pero estaba seguro de no querer pronunciar más palabras de las necesarias. Sin embargo, sí noté que la mancha de orina seguía allí. Después me pasó el porro y más tarde él lo terminó, en silencio.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Our necklaces


   The necklaces came in different colors. Actually the only choice we had in the whole matter was to choose the color of our liking. Of course, we couldn’t make that choice the moment we were born. But once we grew to be five years old, they accepted our requests for colors. That way, kids would compare their necklaces in school and change them every few months during the puberty. When that was done, the change was done every two years, in order to download some content and replace it if it was needed.

 Nobody really remembered when the necklaces were put into place. Some say, the reason we don’t know the exact date is because they have wiped out our brains of memories. Not all of them, of course, but the ones that are important to the government. They say the necklaces are there to ensure our safety and, to be fair, even top officers use them. Of course, theirs are much more beautiful than the normal ones, some even made of different materials and adorned with jewels or other beautiful things. But in the end, same as ours.

 It has been like this for a long time and we just live alongside the whole thing. Our necklaces record our daily lives and all of that is passed on to the government in order to decide who is loyal and who is not. We are taught that’s a good thing because we cannot have rebellious people around. The yare the ones that could hurt us the most and they sometimes do. The explosions and attacks that happen sometimes are all of their doing and its because they don’t want us to keep living like this.

 To them, this system is wrong and we are also wrong because we let it exist. But the truth is that most of us don’t make our lives being like this at all. We just wake up in the morning and then go to work and then comeback to our families, like every single person has done for thousands of years. The necklaces don’t make any difference in our lives; it’s just an accessory that we have to carry from the moment we are born to the moment of our death. Not more than that and we accept it.

 Rebels, people say, are people that want everything to be as it once was. We are taught in school that the world was chaotic in the past, filled with war and poverty and hunger. We don’t have any of that to today and we fail to realize why some people would like all of that to come back. Back in the past, people fought for everything that we have now, so why would we even remotely agree with a rebel that just wants us to fight and fight and fight, with no end in sight? They are crazy people and they have to be detained by the government, the only ones that actually care about us.

 Once a year, there are public showings of a movie shot by drones that fly away to other areas of the world. Our country is large and prosperous but some others were actually destroyed in the wars of the past. They want us to see all of that for ourselves because the truth is more important than anything. The footage is always different but the message is always the same: we cannot keep rising because when people do that, other people, less fortunate people, suffer all of the consequences. And that’s what happened.

 None of us remember the wars. None of us remembers when the bombs were dropped from the skies and from the blackness above us. What we do know for sure is that some of the people, those that survived to create the government, they hid for years in deep caves, eating only canned goods. Nowadays, we have all the fruits and vegetables that we would ever need. We don’t buy them, because they are delivered to our houses and distributed equally among the populace. We don’t have to suffer anymore.

 Rebels, apparently, say that the government keeps most of the food for themselves. But they don’t understand that we don’t really care. Because we are able to eat what we want, we can ask for it and it will be delivered. Only a few things are commonly rejected and it’s due to the low amount of some resources. But we understand that. We have learned that oil and coal and so many more things became almost extinct after the wars. So we have learned not to ask for any of that. Actually, we have mostly replaced it all.

 Complaining and complaining. Not wanting to fit into a society. That’s what’s wrong with those people, with those rebels. They just don’t want every single one of us to be happy. They want to create chaos because they are the kind of people that love to kills others and see the world burn. They do what they do because the amount of order in this world makes them mad. They cannot bare to think that we have peace, that we finally have a world in which we can be ourselves, just by giving up a little bit.

 And yeah, we do. We give the government access to our lives; we keep our necklaces because we have agreed to live in peace with everyone and everything else. And they cannot understand it, they are furious every single day because a bomb hasn’t killed a whole family or a soldier has not been slaughtered with a knife. They find chaos amusing and they thrive in it, as if they were flowers fed with blood. Deadly flowers that have nothing pretty about them, they are only poisonous and looking to kill us all, slowly. Rebels are that type of scum and we don’t want them here.

 Sometimes, not too often, a billboard is raised to announce the number of rebels leaving the country to be sent to a specialized facility where the government can take care of their kind. Some people say its located on one of the caves that our ancestors used after the war. Some others say it’s an island just a few kilometers from the capital city. Well, of course most of us don’t know where it is or what it’s like because we are not rebels and we haven’t done anything to deserve that kind of punishment.

 The idea is that rebels are stripped of their ideas there and then the yare sent back to the country, in order to be valuable members of our society. Most of us think that’s a great idea but we know it doesn’t happen very often. The few times the military makes raids, they kill all of the country’s enemies and we celebrate it by applauding for a whole minute at home. We do it to make our boys and girls in uniform for their fantastic job. Without them, it is quite possible that the world would be lost.

 It’s not common to see one of those rebels that have become a member of the community once more. They are rarely seen in the cities and, people say, they are mostly used in the large farms that feed all of us daily. It must be a nice change of pace, from carrying weapons and killing people, to milk cows and planting rice in the fields. Maybe they don’t deserve it, or maybe they don’t, but the government gives them a chance and that’s a lot more than they deserve, that’s for damn sure.

 We also partake in an event called the Games, every four years. In the Games, we face each other in different sports. The idea is that every single member of society should have an ability to exploit. The Games are most important for teenagers; because that’s the way they find out what their jobs will be in the future. Adults participate too, but it’s more like training and a gathering of different people to share experiences and get to know one another. It’s not something we do a lot and its fun sometimes.

 Something curious is the moment we loose our necklaces, when they are being replaced for one reason or the other. It is then when we all change a bit. It is a very short moment, a glimpse in time. But we all react differently when we are disconnected from our government. It is a very peculiar thing.

 Some of us scream, as if we were staring at a monster. Some other start crying profusely and others even laugh their heads off for a few seconds. We all do something. Or at least most of us. They are some, not many, that do not react to loosing their necklace. They don’t move or make a noise. They just wait.