Fruta

   El juego era muy simple: consistía en viajar por un mundo inventado, de varios países e islas, en el que el objetivo era recolectar la mayor cantidad de frutas distintas. Estaban las frutas comunes y corrientes como las fresas y los duraznos pero también había frutas inventadas como el “limassol” que era extremadamente ácido y solo podías ser consumido mezclado con otra fruta. Las frutas se conseguían por medio de retos y cada personaje tenía una mascota que lo ayudaba en su aventura.

 Todo los niños del mundo se engancharon de inmediato al juego y, en pocos meses, fue un éxito rotundo en todo el mundo. Se vendieron miles de copias y, con el tiempo, se fueron creando diferentes versiones que iban mejorando los diferentes aspectos del juego e iba introduciendo nuevos retos y posibilidades.

 Tomás era un de esos niños que se enamoró del juego. Tuvo la primera versión cuando tenía unos doce años y compró con el dinero de su mesada la segunda y la tercera versión. Pero cuando llegaron a la cuarta, ya estaba entrando a la universidad y sus prioridades cambiaron. Sin embargo seguía jugando las versiones que tenía, muy de vez en cuando, como para recordar la felicidad que sentía cuando se sumergía en ese mundo de mentiras que era tan apasionante y, por raro que parezca, real.

 Había largos periodos de tiempos en los que no jugaba pero siempre volvía. Así se pasó varios años hasta que tuvo un trabajo y, un día que estaba en una gran tienda por departamentos, vio la más reciente versión siendo promocionada. El aparato que debía usar para jugarlo era diferente al que tenía de hacía tantos años y eso que ese ya ni lo tenía (su madre lo había regalado en uno de sus descuidos).

 Un impulso hizo que comprar el aparato y el juego nuevo y al llegar a su casa empezó a jugar. Habían cambiado muchas cosas, como los gráficos y algunas reglas del juego. Había nuevos objetivos y, lo más curioso de todo, es que el aparato tenía capacidad de conexión a internet para poder intercambiar frutas y conocimiento con otros jugadores. Al comienzo Tomás no uso esa función porque quería jugar como lo hacía antes pero eventualmente se dio cuenta que debía usarla.

 Como solo jugaba los fines de semana, tuvo que esperar a un sábado en la mañana para darse cuenta que el juego entraba a algo así como una sala de chat y allí cada jugador anunciaba lo que quería vender o lo que quería comprar. Algunas frutas muy extrañas se compraban con dinero real, otras con dinero del juego. Solo por intentarlo una vez, Tomás se propuso comprar una de las más raras que no costaba mucho dinero real. Lo haría una vez y ya.

 Otro jugador vendía lo que él buscaba así que lo saludó y le pidió que le vendiera la fruta extraña a él. El otro jugador respondía lentamente y Tomás se pasó toda la mañana tratando de comprar la fruta. De repente, el jugador escribió que sus padres por fin se habían ido y ya podía jugar tranquilamente. A Tomás eso le hizo gracia y le preguntó al jugador si a sus padres les disgustaba que jugase videojuegos. Respondió que sí, porque no hacía otra cosa.

 Después de un rato hicieron efectivo el intercambio y dejaron de hablar. Tomás tenía que recoger ese día a su madre para ir a visitar a su abuelo, así que pronto se olvidó de todo lo que tuviera que ver con juegos y jugadores. Pero cuando volvió a casa esa misma noche, jugó un poco antes de dormir. Cuando ya eran las dos de la mañana, se dio cuenta de que no dormiría bien si seguía jugando. Iba a dejar el aparato en la mesita de noche cuando la lucecita roja brilló: era un mensaje.

 Era el jugador que le había vendido la fruta. Quería saber si estaba interesado en otra fruta que tenía, muy extraña también, y que podía cambiar por otra si no tenía dinero. Tomás le explicó que tenía dinero pero que no quería más frutas y menos por ese día, era muy tarde. El jugador le explicó que jugaba casi todas las noches, horas y horas, pues sus padres muchas veces lo mantenían despierto con sus peleas y otras veces porque no llegaban a casa.

 En esa ocasión, le dijo a Tomás que se sentía solo porque no habían vuelto todavía. Tomás sintió lástima y empezó a hacerle preguntas al azar del estilo: “¿Tienes una mascota?” o “¿Y tus amigos?”. El jugador las respondía y parecía que el interés era mutuo. Se preguntaron varios detalles y se contaron historias de su experiencia con el juego. Fueron horas hasta que el jugador dijo que debía irse pero que le agradecía a Tomás por su compañía.

 Al otro día, domingo, Tomás pensó en el jugador todo el día. Pensaba que de pronto era un tipo como él o, seguro, alguien un poco más joven que lo único que quería era hablar con alguien. No se habían dicho nombres ni edades porque no creía que importara y porque, para ser honesto, creía que no hacía falta. El jugador hablaba con palabras que sonaban rebuscadas pero era obvio que él las usaba con frecuencia. Debía ser, a lo mucho, un estudiante de universidad. Pensó en preguntárselo.

 Pero no volvieron a hablar hasta el siguiente fin de semana. Los padres del jugador le habían quitado el aparato toda la semana y al parecer él estaba muy mal, muy triste porque no tenía muchos amigos ni sentía que pudiese hacer nuevos así de la nada. Tomás trató de consolarlo.

-       Podemos ser amigos, si quieres.

 Entonces la actitud del jugador cambió y se pasaron todo ese día hablando de sus vidas. El chat era para el juego y para intercambios y se cortaba después de cierto tiempo. Pero entonces Tomás le dio su número al jugador y le sugirió que se escribieran por una de las aplicaciones del teléfono. Así tuvieron más tiempo para hablar y lo hacían con mucha más frecuencia. Hablaban de todo un poco, de películas y de música y de noticias que hubiesen escuchado.

 Muchos meses después, Tomás se dio cuenta que no era normal hablar tanto con alguien y no saber cómo era físicamente. A pesar de la tecnología, no creía en eso de tener amistades cibernéticas con las que jamás tuviese una interacción real. Eso sí, él tenía sus amigos y amigas y se veía con ellos con frecuencias pero el jugador despertaba su interés de alguna manera. Tomás se preguntó si de pronto le gustaba para más que una amistad pero simplemente no se respondió la pregunta.

 Directamente, y sin tapujos, le pidió al jugador que se conocieran en persona. Antes que este contestara, dio varias razones de peso para hacerlo y dijo que podrían ir a ver los nuevos juegos en una tienda o ir una exhibición de videojuegos que había en un centro de convenciones. Tuvo que esperar varias horas hasta que el jugador aceptó. Dijo que eso le daba una razón para salir de casa y no tener que estar encerrado con sus padres.

 De nuevo, hablaron por horas, sobre todo de lo que verían en la exhibición. Había otros juegos que les gustaban y que querían ver pero era más que obvio que ambos se querían conocer porque tenían curiosidad de ver cómo era el otro. Al final de la conversación, el jugador escribió solo esto:

-       Quiero conocerte y que seamos amigos. Mi nombre, por cierto, es Daniel.

 Y entonces Tomás pensó toda la noche en el nombre Daniel. Pensó en todas las personas con ese nombre que había conocido jamás y también el los famosos con ese nombre y en los personajes de ficción. Se obsesionó por completo con el nombre hasta tener una imagen preconcebida de cómo debía lucir el Daniel jugador. Decidió que si era universitario, lo invitaría a beber algo. Y si era mayor, pues también.

 El día de la exhibición llegó temprano y esperó, como convenido en una banca frente a la entrada. Había más bancas, ocupadas solo por una madre y el cochecito del bebé y otra por un niño de unos once años.

 Tomás esperó y esperó pero no parecía que Daniel fuese a llegar y la fila se hacía cada vez más larga. Se dijo a si mismo que esperaría solo cinco minutos más y fue entonces cuando el niño de once años se le acercó y le dijo:

-       ¿Disculpa, eres Tomás?

 Instintivamente, Tomás miró a todas partes menos al niño que tenía enfrente. La mujer del bebe se puso de pie y se fue con su cochecito.  Cuando por fin miró a Daniel a la cara, este estaba casi llorando y entonces Tomás se dio cuenta de que dejaría la fruta de lado.

The sound of latex

   I could hear it once and again and again. Every single time I closed my eyes, I remembered that noise and it made me sick. For some reason, I couldn’t stand it but the roots of the problem were probably much deeper. No one just has an irrational disgust for something, it always come from somewhere.

 To be precise, it was the sound of latex pulling out of their bodies. That was the sound that made me sick, repeating itself once and again and again on my brain. Every single guy I ended up with had that faculty of making a strange noise when they removed a condom after we had finished and it was the only thing I remembered clearly.

 Yes, you could say I was a bit promiscuous but I always took care of myself. That was the only thing that was constant in those dates, in those outings if you will. The rest was always slightly different but always ended with that horrible sound and it stuck in my head.

 One time, the sound was so very ingrained in my ears that I couldn’t really hear anything else. So after getting out of that house, or being kicked out probably, I put on my headphones and tried some loud music to make me forget about the sound. But it kept coming back every time and it made my stomach turn.

 The last time, I actually had to vomit by a tree in the middle of the night. I guess I couldn’t take it anymore and my body had to translate what it felt in whatever way possible. After doing that, I felt weak and disgusted and sad. I started crying right there and was thankful no one was walking down that street at that time of night.

 I decided to walk home, which was not the best idea but I knew no taxi driver would pull out for me in the state I was in. I was disgusting and tried to fix it by taking off my now dirty t-shirt and folding it to keep inside one of the big pockets in my coat, which I closed tightly due to the cold weather at night.

 I walked a few blocks and then realized I had no idea where I was going. My brain was confused; I was lost and had no idea why. I couldn’t form a rational thought in my head and I slapped myself hard in the face to wake up and do something that made sense but it didn’t work at all. I don’t remember having had anything to drink that day and I don’t do drugs. I’m not that fucked up yet. But I didn’t feel normal and started worrying that maybe the guy I had been with had done something to me. I tried to remember and the only thing that came to my mind was the horrible sound of latex.

 I covered my ears and started crying again and tried to keep on walking but I couldn’t. It was too difficult, too complicated for me to keep on moving with all the images that were coming to my mind. It was like seeing many photo albums at the same time, and these were all about my sexual encounters with random men. I knew what I did and how I did it but apparently my brain and my body were trying to tell me that they couldn’t do it anymore.

 Suddenly, I collapsed. I fell to the ground on my knees, getting hurt really badly. The world started to turn and the only thing I could hear was latex…

 When I woke up, I was still very dizzy. I was lying in some sort of bench but I wasn’t in a park or anything like that. I instantly smelled food and my stomach growled, complained it had nothing inside. The light was very bright and when I tried to get up, a man got closer and told me I could rest there all I wanted.

 He was really nice, he looked nice at least. His smile was soothing and I just did what he said. I put my back against the wall and keep my legs up on the bench like chairs and realized I was in a small restaurant, the kind of place you an find really late at night, for those who want something to eat after partying or having a load of beer or any other alcohol. After all, they say fat brings the drunkenness down.

 I stay there, unable to close my eyes again. My head still felt like a toy used by a baby but I could at least focus on what my eyes were seeing because it made me feel a bit more relaxed. The guy that had come up to me appeared to be the only employee working the night shift. He brought food to the two busy tables and started mopping the floors when he had a moment. It was then he looked at me and I couldn’t help it. I had to smile.

 He smiled back and then my smile disappeared. He was very beautiful, an angel, and I couldn’t just smile in the state I was in. I was a disgrace; a fallen being that didn’t deserve any kind of kindness. I had always thought I was a little bit below everyone else, so maybe that’s why I preferred to be submitted to others and that’s why it was who always heard the sound of latex, every single time.

 The smell of food made my belly growl again and I decided it was time to leave. When I put my feet on the ground, the man got closer and told me I should wait, as he was going to end his shift as soon as the sun rose in a few minutes. Then, he could take me home in his motorcycle. He said he would feel much better if he did that because he didn’t want me to be in danger.

 In my head, I wondered why the hell he cared about me and if I got killed or if I vomited again in another tree. Maybe he had seen so many fucked up guys in the world that he just had to help them. Or maybe he knew of someone who could have used that help and now was dead because no one had given him a hand when he was drunk and wasted.

 I just sat down and waited and the thought that maybe he wanted me for something more passed my mind. And I decided I would fall on purpose of the motorcycle before I accepted to that. I couldn’t be this person anymore and that included hooking up with any person I saw on the street, no matter how kind and nice they were to me. So if he wanted more, he wouldn’t get it. My business was close.

 I laughed when I thought of that, because of the phrasing, and some of the people paying their food looked at me with disgust. They probably smelled my t-shirt or simply saw who I was and knew I was just the scum of the Earth sitting there, too close to them, and that made them cringe. I thought that they had probably done awful things too, but they had that thing that most people have when you lie to yourself about what you do. I had lost that, that very night.

 I had no shame anymore, no standards or limits. I was well past any of that. And I couldn’t lie to myself about it. I was who I was and that was a fact and the truth and nothing I could tell myself could change that. It was a bit sad but at least it was honest and I hadn’t been honest in a while, so it felt really good.

 The guy came out of the kitchen wearing a black leather jacket and his helmet. I walked closely behind him towards the motorcycle. He met the guy that would take the next turn. That one didn’t look at me, which was something really weird as I was only a few centimeters away. He took me out of my thoughts asking me my address and I said it, robotically.

 We got on the motorcycle and left that place. He accelerated and I pressed my hands around his waist, about to fall asleep once again. We got to my place in no time and was surprised because he didn’t said anything about coming up and it was indeed my house because the doorman recognized me.

  I stood there by the motorcycle and he just took a good look at me and asked: “What happened to you?” I opened my mouth and then closed it again because I wasn’t sure I understood the question. I didn’t know what he meant. He didn’t wait for the answer anyway. He winked at me, told me we would meet again and then drove away fast.

 That morning, before I fell asleep again, the sound of latex came back to my mind. But it was now mixed with the sound of the motorcycle, the image of a wink and the thought that, maybe, life hadn’t been able to destroy every single part of me. Maybe, I wasn’t done.

Sarmacia

   Violeta había aprendido a usar las herramientas desde que era muy pequeña. Su madre, Celeste, les había enseñado a todas sus hojas algún oficio para que no dejaran decaer su hogar ni dependieran nunca de nadie más para su subsistencia. Alejadas de las rutas comerciales principales, las chicas nunca eran visitadas por ninguna nave, ni siquiera las que se perdían ocasionalmente. Hacía mucho tiempo, Celeste se había asegurado de blindar a sus hijas contra cualquier eventualidad. Creía que lo mejor para ellas era no estar en el paso de la civilización y simplemente vivir aparte.

 Eso no significaba que fueran atrasadas o que no supieran nada del mundo. Una vez por mes, una de ellas tomaba un módulo de aterrizaje e iba al planeta más cercano a comprar y vender algunas cosas. Vendían con frecuencia su talento para arreglar objetos, pues todas eran sensibles a los complejos mecanismos de la tecnología. A cambio, esperaban comida y repuestos.

 Solo las mayores estaban autorizadas para dejar la nave e ir al mercado. Las demás debían quedarse en la nave haciendo sus tareas, buscando así un equilibrio perfecto entre todas. Las más pequeñas residían todas en un cuarto enorme y eran cuidadas por el robot enfermera NR03, programado hace mucho tiempo para cuidar bebés y niños pero también para manejar laboratorios de genética. Había uno de ellos a bordo de la estación y gracias a él, la colonia seguía viva.

 El día que todo cambió para las chicas vino cuando tres de las mayores partieron para el planeta a comerciar sus talentos. No regresarían pronto pues eran muchos los repuestos que necesitaban y normalmente podía demorarse bastante tiempo el conseguir todo lo que necesitaban. Entonces el robot NR03 y algunas de las chicas eran las encargadas de cuidar a las demás.

 Una alerta amarilla se encendió en la estación espacial, despertándolas a todas y obligándolas a mirar por sus ventanillas. La mayoría no vio nada e inmediato. Las alertas de ese tipo casi nunca se escuchaban y todas sabían que debían ser muy cuidadosas a la hora de manejar una crisis de esa manera. Por fin, una de las chicas con mejor vista detectó el causante de la alarma: un objeto había entrado en su zona. Era pequeño y parecía estar echando humo. En la computadora pudieron enterarse de que el objeto había sido lanzado desde otro lugar, probablemente lejano.

 En esos casos, las reglas las obligaban a no hacer nada a menos que entraran en colisión con el objeto y este pequeño en llamas no era nada de qué preocuparse. Las que no podían dormir se quedaron a mirarlo y fueron las que alertaron a las demás que la pequeña nave quería acoplarse.

 Una de las mayores, Amarela, decidió bloquear el acoplamiento con pequeña nave que tenía forma de cápsula. Pero quien quiera que estuviera allí dentro, sabía cómo manejar una nave espacial y tenía más talento que ellas a la hora de desbloquear comandos. Amarela hizo lo mejor que pudo pero la nave finalmente se acopló y tuvieron que ir a la bahía de acoplamiento con armas y rodear el acceso. Celeste, desde su habitación, les encomendaba la protección del hogar.

 Se armaron de valor y de pistolas laser. Cuando la puerta se abrió, algo salió pero tan pronto lo hizo se cayó al piso, inconsciente. Por un momento, pensaron que se trataba de una de ellas, tal vez era una de las chicas que se habían ido al planeta a comerciar. Apuradas, decidieron recoger el cuerpo entre muchas y llevarlo hasta la enfermería donde NR03 y Carmín, la mejor de entre ellas en el arte de la medicina, podrían hacer algo para salvarle.

 Fue entonces que se dieron cuenta, al quitarle la ropa, quemada en algunas partes, que no era una de ellas. Es más, era el cuerpo de un hombre. Cuando Carmín lo dijo en voz alta, la palabra se extendió por toda la estación como pólvora y en segundos todas las habitantes, de las más pequeñas hasta Celeste, miraban por una vidrio grueso la intervención que hacían del cuerpo extranjero. Todas soltaron un gemido de asombro cuando NR03 le retiró los pantalones al hombre. Definitivamente eran diferentes.

 Carmín concluyó que había sido victima de algún ataque pues tenía bastantes moretones, huesos rotos y la piel quemada en algunos puntos. Además de eso, parecía no haber estado en un lugar muy higiénico pues su vello facial estaba por todas partes y era grasoso y parecía no haberse dado un baño en bastante tiempo.

 Dos voluntarias ayudaron a Carmín y a la robot a lavar el cuerpo del hombre para evitar contaminar la nave espacial que se conservaba sin contaminantes desde siempre. Era una de las reglas. Lo limpiaron bien, por todas partes y luego lo ducharon con una mezcla de químicos muy especial que buscaba eliminar cualquier infección superficial o matar microbios que pudieran quedar después del lavado normal.

 Lo pusieron en una habitación aparte y la aislaron para que solo las personas autorizadas pudiesen acercarse al hombre. No se despertaba por ningún medio y Celeste incluso auguró que moriría en poco tiempo. Los hombres eran seres débiles, exclamó, y por eso no vivía ni uno solo de ellos con ellas. No podían parecérseles de ninguna manera. Y fue lo único que dijo al respecto. Era evidente que ella sí había visto hombres antes, no como las demás.

 Todo el resto de la tripulación hablaba del hombre, de lo poco que había visto de su cuerpo y de las posibilidades de su supervivencia. Algunas decían que con tanta suciedad encima, era difícil que sobreviviera. Otras decían que habían notado músculos desarrollados en él, por lo que algo de fuerza debía de tener. De pronto estaban siendo injustas con él.

 Lo que todas se preguntaban, casi sin excepción, era porqué nunca habían visto un hombre. Carmín, quién lo cuidaba todos los días, se lo preguntaba mientras los miraba a los ojos cerrados y se daba cuenta que no eran tan diferentes el uno del otro.

 Habían hecho diferentes pruebas con él y habían concluido que se iba a recuperar de sus heridas. Sin embargo, seguían sin saber quién era o de donde había venido. Por precaución, sus brazos estaban amarrados a la cama donde respiraba suavemente. El día que se despertó, solo el robot NR03 estaba presente. El hombre le preguntó donde estaba y porqué la unidad enfermera parecía ser ligeramente anticuada.

 NR03 le respondió que no era anticuada y que era grosero referirse a ella de esa manera. El hombre se sorprendió al escuchar a un robot responderle de esa manera. Nunca decían más que frases lógicas, jamás respondían como seres humanos. Preguntó de nuevo donde estaba y la enfermera le comunicó que estaban en la estación espacial Sarmacia. El hombre jamás había escuchado de tal lugar. Preguntó porque estaba amarrado y le respondió que por su propio bien.

 El hombre empezó a pelear con las ataduras y se soltó con facilidad. Entonces NR03 sonó la alarma y en segundos tres de las más aptas guerreras de la estación se presentaron allí con solo sus manos y piernas en posición de ataque. El hombre pensó que bromeaban y se acercó a ellas sin cuidado alguno. El resultado fue resultar de nuevo en la cama, con otra costilla rota, el brazo en cabestrillo y el pie herido.

 Fue solo cuando llegaron, por fin, las mayores del mercado que se dieron cuenta que habían ignorado un detalle esencial acerca del hombre que tenían en frente: su nave. Dos mujeres entraron en ella con trajes espaciales y la revisaron de un lado a otro. Al comienzo no encontraron nada obvio pero entonces una de ellas encontró una marca en una de las paredes de la nave. Era el logo de una compañía o algo parecido.

 Celeste, viendo a sus hijas por un monitor, sabía bien qué era ese logo. Era la marca del lugar más vil y traicionero de la galaxia y una noticia desafortunada para todas ellas.

 Era la marca del planeta prisión Arkham, conocido en todos lados por ser un lugar oscuro y asqueroso en el que lo único que crecía era la locura y la venganza. El hombre debía ser uno de sus habitantes por lo que lo único que podían hacer con él era ejecutarlo. Pero ya era tarde. El hombre había destruido con una herramienta quirúrgica al robot NR03. Y ahora estaba suelto por la estación espacial. Nadie sabía si era asesino, violador o un simple ladrón. Pero no había que saberlo. Solo había que terminar con él antes de aprender más acerca de él.

What was that?

   I don’t know if I hadn’t rested well enough or maybe it was the fact that I was using earplugs to block all sounds coming from my annoying roommates.  I had fallen asleep, like always, almost at three in the morning and wasn’t expecting to have nothing notable to tell when I woke up. But then, nightmares and dreams happen and apparently my brain is very active these days.

I know I had a very active dream first. I don’t really remember what it was about but I do remember when I woke up, covered in sweat, in the middle of the night. Something had scared me or made me run because I was panting and sweating and trying to breath. But, after all, I was still sleepy so I fell asleep again and that next dream I remember very well.

 It happened in an airport, just after I had arrived from somewhere to Brasilia. I have no idea if it was actually Brasilia. I have never been there myself but in the dream it was pretty clear that was the city I was in. I walked around the airport and remembered walking with one bag and looking at the incredible ceiling of the terminal and thinking that not so many people used the airport. My subconscious didn’t really add that much people to the dream, only some background “extras”. I walked a lot on that airport, watching the stores and just enjoying myself.

 Then, after many corridors, I arrived at what appeared to be a hotel reception. There, there was a woman who checked me in and joined me to my room, which had all curtains and blinds closed. Somehow, I didn’t think it was strange or weird in any way. When she left, I immediately lay down and rested for a while. Then, I noticed that it was actually very early in the day still and that I had to take advantage of whatever time I had in the city so I had thought of getting a taxi to take me downtown.

 But this I only thought of. Apparently, I couldn’t’ move from the bed anymore but I really wanted to. I didn’t want to waste any time of my trip, which was short I guess, but nothing could make my legs move. I could see the sunlight filtering through the curtains and somehow that made me even sleepier than I already was.

 I fell asleep in a dream and woke up a bit later, the orange light of the afternoon entering the room.  Again, I got worried I was wasting my time in Brasilia so this time I was able to stand up and go to the bathroom. There, I washed my face and started thinking that maybe I had no money to pay the hotel fee. I worried as I checked my bag and went around the room. But then I remembered I did have money so it wasn’t a problem. Curiously, I thought of a trip I was going to make in real life, as if the two events had some relation with the other.

 I went back to sitting in bed and thought of buying a low-cost ticket to Rio and check the city there, doing a favela tour and taking lots of pictures. But I never got out of the hotel room; I didn’t seem capable to do so. I woke up slowly, still thinking about the money. I was sweating a bit and my covers were all around the place. The cold wind of the night was freezing my feet and I had to fix it all to lie there more comfortably. It was late and I had cancelled my alarm clock, which I put on everyday to wake up early to write. I didn’t write a word that day.

  That day, a Saturday, I decided to relax completely. I didn’t do my daily workout either and showered after 1 PM. The rest of the day was relaxing, except for the fact that an apparently important football game was going to take place and there was people everywhere, including my apartment, waiting for it to happen.

 Decided to avoid that, I left to have lunch and then wander around. I ended up exercising after all when I had to walk eight kilometers to my house just because I wanted to take a stroll by the ocean, which was covered by greyish clouds and seemed not to be in the right mood for anyone to come close. I had thought the weather would be better but it wasn’t. When I got home, my feet hurt and I was tired. That Saturday I fell asleep pretty late too, even though I was tired. Something always distracts me.

 I ended up having another dream. Or maybe it was a nightmare. It had different stages or levels or whatever you want to call them but they were all related: it was about me and my father and how we couldn’t really communicate with each other. We argued about thing I don’t remember in different locations that had absolutely nothing to do with is. I think one of them was the former house of my grandfather and another one looked like a market but one that I had never seen before.

 The dream was exhausting. Even being in it, I could notice my body wasn’t working correctly. I was breathing heavily and I couldn’t help thinking it was because I seemed to run after my father a lot in the dream. We moved around the scene like it was a theatre stage and it made me dizzy but I went on doing it exactly the same way because, somehow, it made sense that I did it that way.

 He was being very harsh with me. He insulted me in front of other family members and we fought and I wanted him to understand something but I don’t really remember what that was. And he called me a failure I think and then I realized I couldn’t speak. I tried very hard but couldn’t. My face felt drowned and I woke up then.

 But when I did, I strangely still dreaming because I kept talking or, at least, trying to talk. I opened and closed my mouth and reached for something or someone that wasn’t there and all of this happened in my bed. I had my eyes opened and I remember it vividly. I fell asleep right back and then my voice did work and I could speak and tell him what I felt but he didn’t seem to care about what I had to say. He was so mean and harsh that, when I woke up for good, I realized he wasn’t really my father.

 I had to recover myself from that dream, trying to slow down my breathing and walking outside to turn off that damn light the idiots I live with always leave on. When I went back to bed I felt my back being very wet and I wondered if wearing pajama pants had anything to do with that. After all, I normally slept in my underwear and without a t-shirt even and now I was wearing it all. Did that made me dream so much?

 It was 7AM, according to my cellphone. I still had some hours to rest so I decided to try and use them to calm myself down and breathe easily. I tried to think of places filled with nature and calm and I remembered two beautiful parks I had been in Amsterdam. Both day I had been freezing but I always liked to go to places were normal people went instead of the ones filled with tourists only.

 That apparently helped because I fell asleep for three hours but when I woke up, I gave myself some more minutes to relax, to keep my eyes closed and to breath in order to calm myself down.

 Two nights in a row my brain had given me reasons to run around and worry and try to solve problems that weren’t there. Or were they? What did those dreams meant, if they meant anything at all? I’ve never really bought into all of that psychological shit that says that if you dream about flying it means something. I don’t think the brain is that smart But I do think you dream from your memory and it curious why your subconscious uses certain memories to play around.

 Waking up in the middle of the night, or morning, sweaty and tired, is something that hadn’t happened to me in a while. Normally I don’t remember what I dream but this time it was like both times I had actually just been in those places. And maybe they were nightmares but I have no idea of telling because there wasn’t something obviously scary about them.

 I just decided to write it all down because I don’t want to forget anything about it. Maybe those dreams will come in handy one day. Or maybe writing them down will make them go away or at least change. Who knows?