No es fácil. La gente creo que es muy
sencillo mantenerse siempre en el mismo lugar, hacer lo mismo todos los días,
tener una rutina clara y estructurada. Incluso, hay muchos que creen que es lo
que hacen los locos, aquellos que necesitan enfocarse en algo especifico para
evitar matar gente o cosas así. No sé que tenga de cierto eso pero estoy
seguro, sin duda alguna, que no se trata de algo simple ni de algo que todo el
mundo pueda hacer. La mayoría enloquecería en poco tiempo.
Además, parte de esta rutina se trata de
escribir y es una de esas cosas que ya a nadie le importan. Sí, puede que haya
algunos que crean que es algo fantástico y apasionante, pero a la gran mayoría
no le podría importar menos. Están ocupados con las estrellas del momento y con
sus problemas personales. Están ocupados creyendo que sus problemas son unos y
no lo otros. Se engañan a si mismos y eso no es fácil de hacer. Consume energía
y por eso no tienen nada de interés por lo que de verdad hagan los demás.
Tal vez se trate de atención, puede que eso
sea. Escribir implica dejar un poco de uno mismo en la hoja o en el portátil, y
eso es lo que se trata de hacer todas las veces pero, sin duda, se está
fallando más de la cuenta. No es que nadie haga la cuenta de verdad, nadie además
del escritor, pero siempre afecta cuando algo que haces simplemente ya no
funciona de la misma manera. Puede que todo haya cambiando o que la gente se
aburra fácil, no es muy sencillo de esclarecer. Pero cuando se empiezan a ir,
se nota.
¿Qué hay de malo en querer un poco de
atención? Con tantas personas en el mundo, no parece ser demasiado para pedir.
Sin embargo, el tiempo es cada vez más precioso y la gente cada vez lo usa
peor. Sí, está claro que muchos hacen cosas muy buenas por el mundo, ayudando gente
y llevando problemas a la luz para que otros ayuden. Pero en la mayoría de los
casos, la gente se miente a si misma. Sea porque los problemas están más allá
de un solución simple o porque ni siquiera son los verdaderos problemas.
Es fácil ponerle atención a otra persona,
hacerla sentir que vale la pena. Se trata solo de ponerle atención por un
momento y decirle unas palabras de vuelta. Es sencillo, no cuesta dinero y solo
requiere de un mínimo de energía. Parece ser simple… Y no lo es. Porque no todo
el mundo quiere conocer a todos los seres humanos que residen en él. Muchos,
desde antes de saber nada, simplemente piensan que muchas personas no valen la
pena porque no tienen sus mismos gustos o porque no comparten diversas
características sociales, como si eso dijera algo de nada.
Y sin embargo, aquí estamos, con cada vez
menos lectores, con cada vez menos público, tratando de entender lo que está
pasando. No es una pregunta fácil de hacer, por la vergüenza, pero al parecer
tampoco es fácil de responder, puesto que nadie se atreve a decir nada. Los
únicos que responden son aquellos que no tienen nada que ver y que dan a
conocer su opinión aún cuando jamás se han molestado en de verdad saber de qué
se trata el problema. Es francamente el colmo pero así es la gente, no hay nada
qué hacer.
Obviamente, nadie debería cambiar por lo que
dicen aquellos que solo muestran su cara una vez cada año bisiesto. Ellos
simplemente no valen la pena, porque lo único que quieren es sentirse un
peldaño más arriba que los demás y, aunque tal vez no sea su primer objetivo,
causan daño con sus palabras mal elegidas. No entienden nada y eso es lo que
duele más, porque los únicos que fingen querer saber en verdad solo buscan es
que le pongan atención a ellos. Un ciclo interminable, que cansa.
La única
solución a esta situación es simplemente seguir adelante, como si no pasara
nada. O mejor dicho, como si pasara algo pero seguimos adelante porque no
sabemos que cambios hacer. Tal vez nadie quiere que insistas, tal vez nadie quiere
que sigas con lo mismo y todos estarían más contentos con que dejaras de abrir
la boca para decir lo que piensas. Tal vez tu voz, tus palabras, tu manera de
escribir, vuelve a la gente loca y la cansa cada vez más, y se refugian en el
silencio tratando de ser amables.
Tal vez uno mismo es el problema y cuando eso
pasa, todo es aún más complicado. Al fin y al cabo, no puedes dejar de ser tú
mismo, porque si lo hicieras serías otro y ese otro tendría que ocupar un
puesto diferente al tuyo en el gran marco de las cosas. Todo tendría que ser
reordenado y el cambio tendría que ser total, sin excepciones. El antiguo ser
debería de extinguirse para darle paso a otro que sea aceptado por la sociedad.
A uno al que no lo callen ni le den silencios, sino que lo inviten a hacer
ruido en grupo.
Son esos grupos los que son mortales para
muchos de nosotros, que nos hieren por el costado y nos dejan desangrando,
esperando una muerte que parece jamás venir. Son esos los grupos que nos
intimidan y nos reducen a un manojo de nervios y de dudas, dudas que solo
tenemos en esos momentos, que aparecen de la nada y nos hacen pensar que
siempre estuvieron allí, cuando en verdad han sido implantadas por esa noción
que nos dice que tenemos que ser de una manera determinada o sino pagaremos
caro a lo largo de la vida. Y es terrible porque sí es así y no lo queremos
cambiar.
Como seres humanos, estamos cómodos con que
unos, los que creemos en la mayoría, se queden ahí para siempre. Nada nunca fue
diferente antes y no se nos ocurre que lo pueda ser jamás porque siempre todo
ha sido lo mismo. No logramos ver que las cosas no son así, que los cambios
pueden ocurrir, que se puede tener interés sin tener que estar amarrado a la
presión de la mayoría, a la de los grupos que buscan hacernos sentir que si
estamos solos somos menos no solo en número sino en significancia.
Y todo vuelve, otra vez, al asunto de estas
malditas lecturas, de estos cuentos sin fin que no quieren decir nada y que, al
fin y al cabo, son el producto de una mente que solo quiere estar ocupada y
sentirse un poquito libre, tal vez incluso un poco entendida por un mundo que
solo ignora. Tal vez sea pedirles demasiado y las cosas jamás puedan ser de
otra manera, pero hay que creer en algo diferente, así nunca llegue a ocurrir.
Hay que hacerlo porque o sino no hay razones
para seguir adelante, y cuando dejan de haber caminos, es cuando tomamos las
decisiones más serias que un ser humano pudiera tomar. Son esas decisiones que
son personales, que los grupos y la mentalidad comunitaria jamás podrían
entender. Pero llegamos hasta ellas
porque el tiempo y las personas nos van empujando, un poquito todos los días,
hasta que nos damos cuenta de que estamos al borde y ya es muy tarde para ser
salvados.
Pero no estamos allí, todavía no. No sabremos
cuánto falta hasta que estemos muy cerca, pero no creo que sea pronto. Tengo
que pensar que las cosas van a ser mejores, que de pronto la gente se va a
interesar y que van a encontrar en los escritos algo que ellos hayan pensando
antes y que nunca pudieron o quisieron poner en escrito o delante del mundo en cualquier
manera. Es lo único que se puede hacer en un mundo como el nuestro, que casi
siempre es frío y desolador, que no parece ser humano.
En este final, solo busco pedirles a ustedes
que tomen en consideración todas estas palabras antes de simplemente dejar de
lado algo, porque ese algo lleva un ser humano detrás, al que también están
dejando de lado y puede que eso tanga más consecuencias de las que se podrían
jamás imaginar.
No se trata de culpar a nadie o de chantajear
a las personas para que hagan lo que uno quiere que hagan. Se trata solamente
de llamar la atención a algo que parece ser ignorado todos los días, a algo que
no toma tiempo y que es fácil de entender, si hay la voluntad para de verdad
entender a los demás.
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