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martes, 21 de abril de 2015

El único regalo

   El agua moviéndose por el movimiento del barco era lo único que tenía enfocado pero no estaba pensando ni en el agua, ni en el barco, ni en esta travesía sin sentido. El ferri viajaba de Atenas a Santorini y podría haber unido la Tierra con Urano y me hubiera dado lo mismo. Lo que había atrás, en Atenas y más allá, era lo que ocupaba mi pensamiento y no me dejaba seguir adelante como hubiese querido.

 No era, y sigo siendo, nada más que un escritor frustrado, apenas publicado y con un trabajo tedioso como medio para seguir viviendo. El arte no da dinero para vivir, solamente la felicidad para hacerlo. Pero yo no tenía ni lo uno ni lo otro. Eso sí, siempre había ahorrado y por eso había decidido tomar este viaje, lejos de todo y de todos. Necesitaba respirar otros aires y que mejor que hacer en un sitio donde ni siquiera entendería lo que se decía en la calle, lo que se dijera de mi en mi propia cara.

 El sonido de un niño vomitando me sacó de mis pensamientos y me trajo de nuevo al ferry, un montón de metal que de alguna manera flotaba sobre el Egeo y se acercaba con prisa a una isla volcánica famosa en la que yo tenía prometida una cama y un lugar en donde pensar para poder conectarme de nuevo con quien había sido antes. Ya no podía escribir. La pantalla o el papel en blanco me agobiaban y me daban breves ataques de ansiedad, de rabia y terror. No quería tener que sentir eso así que simplemente ya no lo intentaba. Pero en este viaje eso tenía que cambiar.

 Siempre había necesita una manera de sacar lo que sea que tuviese dentro. Y mi trabajo como asistente en una editorial no sacaba nada de mi imaginación, que parecía haber muerto hacía tanto tiempo. No digo que fuese bueno pero tampoco era irremediablemente malo. Yo diría que era lo que tenía que ser y lo que, ojalá, muchos necesitaran leer. Algo fácil pero con contenido. La literatura puede ser tan pretenciosa y llena de sí misma. Lo que yo quería era liberarme un poco de las ataduras. Y lo logré, al menos por un tiempo.

 Pero las cosas nunca se quedan quietas en la vida. Nada permanece quieto y eso lo odio. Porque tienen que cambiar las cosas? Para que la evolución, cuando va muchas veces en contra del crecimiento de los seres vivos? Yo no quiero cambiar ni quiero que nada cambie. Aunque para eso ya es tarde porque las cosas ya cambiaron y es tarde para llorar sobre esa podrida leche derramada. Ya no tengo lo que solía tener y, en mis intentos de recuperar lo perdido, solo me he ido hundiendo mpido te tragan y te llevan al olvido. mueven demasiado, mlas e ido hundiendo morque las cosas ya cambiaron y es tarde para lloraás en el barro. Es como las arenas movedizas de las películas, y supongo yo en la vida real; si te mueves demasiado, más rápido te tragan y te llevan al olvido.

 Por fin el barco atraco en el puerto de Santorini y caminar es otra de esas cosas que ayuda a que el cerebro no se atrofie, a que no se vuelva loco pensando en lo que puede y no puede ser. Para que perder tiempo con lo que no existe. Si no existe, por algo será. Yo solo quiero paz en mi mente y recuperar lo que antes tuve. Tal vez lo tenga todavía, lo siento a veces en mi interior pero es como si un grave accidente me impidiese volver a subirme en la proverbial bicicleta. No puedo, me duele y me agobia.

 Las callecitas y vistas en la isla son fantásticas. Muchos de los turistas que venían conmigo en el barco se quedan por solo unos días pero yo pienso quedarme dos semanas enteras en esta roca. Sí, supongo que por el ambiente pero también al ser una isla da mucho espacio para sentirse alejado, tal vez único. De pronto eso y la vista, la naturaleza, me ayuden a recuperar lo perdido.

 Me niego a perder algo que siempre me ha sacado del agua negra de la vida. Porque así se siente cuando te desconoces, te pierdes a ti mismo en un mar de mentiras, de falsas esperanzas y de sueños frustrados que simplemente murieron antes de tener una oportunidad. Son abortos, intentos fallidos que agobian la mente. Aún sin vida son capaces de atormentar. Se podría decir que son pura culpa pero nunca se sabe de que te sientes culpable. Creo que allí yace la verdadera agonía. Es horrible.

 Mi habitación es pequeña pero la única ventana mira hacia la hermosa bahía y sobre un montón de otras casitas. Es fantástico, casi solemne. Me quedo en la casa de un anciana mujer que solo habla griego. Su nieta la acompaña y ella habla inglés. Atiende a los turistas y los ubica en alguna de las ocho habitaciones. Esta mujer debió ser rica, así no fuera en dinero. Nadie aquí tiene una casa tan grande y menos tan bien ubicada. Pero sea como sea, aquí estoy y aquí me quedo.

 Al día siguiente me voy a caminar, con una mochila casi vacía, solo con una botella de agua, dinero para el almuerzo, un bolígrafo y un cuaderno. No necesito más. Camino arriba y abajo, por callecitas y por caminos desolados. Y me doy cuenta que no lo he perdido, que todavía está allí. Es casi como el amor, creo. Se debe sentir como un globo dentro del cuerpo que crece o se desinfla dependiendo de lo que se esté sintiendo por esos días. No conozco al amor pero conozco la frustración y la realización. Supongo que tiene de ambos.

 Nunca me interesó saber mucho del amor. De pronto porque no creo en algo tan mágicamente espectacular. No creo en algo tan puro en un mundo tan corrupto y decadente. Porque estas casitas pueden ser blancas y esta isla puede parecer inocente pero aquí, como en todos lados, hay seres humanos. Y tenemos que entender que como eso mismo, somos una peste. Las ratas son incluso menos invasivas y destructivas. Nosotros somos peores porque no solo jugamos con el físico de los demás sino con sus mentes. Y eso es lo que pasa todos los días. Gente que se lanza de algún lado porque el hedor de este mundo pudo más que su débil voluntad.

 Tal vez no sea voluntad sino un reconocimiento de que en verdad jamás ganamos nada en la vida, más que la vida misma. Ese es el único premio verdadero y todo el mundo lo recibe. No hay más sino eso. La vida es solo importante porque es vida misma y ya. Lo que hacemos en ella, como lo hacemos y con quien, es tremendamente insignificante. A quien le importa de verdad, una cosa u otra? Si somos negros o blancos, si somos homosexuales o heterosexuales, hombres o mujeres, altos o bajitos, ricos o pobres? Eso no importa porque la realidad es que solo nacimos para perder, para ir en un declive suave hacia la muerte. Todos somos iguales, todos decaemos igual.

 Viendo los riscos, las rocas en el mar, la aridez del terreno, me doy cuenta que la muerte no puede ser tan mala. Morir es, al fin y al cabo, tan natural como morir. Incluso, si decimos que la vida es el único momento en que ganamos, tal vez se podría decir que la muerte también es una ganancia. Es un favor de la naturaleza a nuestros cuerpos, a nuestras mentes exhaustas. Es justicia pura y definitiva. Entiendo entonces que no hay nada peor que llorar en un entierro. Porque llorar cuando ahora esa persona volvió a ganar, vuelve a estar mejor, mientras que nosotros nos quedamos aquí, solos en tremenda multitud?

 Mis comidas son deliciosas y pienso que de pronto la vida no es tan mala pero olvido esta noción rápidamente. Una buena acción, no hace de nadie un héroe ni un santo. Esas son ilusiones que la gente se inventa a raíz e la necesidad de creer en algo, de creer que todo tiene un significado mayor y que el mundo es más fantástico de lo que en realidad es. Son mentiras que nos decimos para tratar de hacer este viaje menos tortuoso y turbulento. La vida es un camino lleno de rocas, parecido a algunos que he visto en mi estadía.

 He tomado fotografías y eso es un alivio. Porque es otro de esos enchufes que se habían desconectado y ahora está de nuevo unido a mi cerebro. Le agradezco a este paisaje, a esta gente incluso, por darme esto de vuelta. Me hace respirar con más facilidad, me hace sentir que estoy vivo y que tengo un camino que recorrer, sin importar que haya en él. Los colores, las imágenes, me inspiran y entonces siento esa burbuja extraña, esa cosa que nos llena como si fuéramos un jarra de jugo. Creo que ha vuelto y lloro solo como un niño tonto, porque sé que es verdad.


 Ya de vuelta en mi vida, mi imaginación ha vuelto y traigo conmigo los escritos de Santorini, hojas y hojas escritas a mano inspiradas por la vida misma, por ese único regalo que frecuentemente ignoramos pero que es la sal y el azúcar de la existencia. Nos hace sentir y que hay mejor que sentir? Tocar el cuerpo de otro ser humano, oler una flor, probar la comida de mamá, ver un atardecer y oír la abrumadora realidad, que es cruel y despiadada, pero es nuestro camino real a la grandeza.

jueves, 1 de enero de 2015

Primer día

Es simplemente el mejor día del año para salir, para explorar, para conocer. Las carreteras están vacías y los lugares no pueden estar más en paz. Pareciera que algo extraño ha sucedido, o algo catastrófico pero la realidad no es para preocuparse: es solo el primer día del año.

Siendo el primer día del año, la gente celebra el cambio de calendario tomando, comiendo y, en general, divirtiéndose. Eso ocurre la noche anterior, así que para ser exactos, el primer día del año la gente en verdad no hace mucho.

La mayoría de la gente duerme todo el día, habiendo tomado tanto alcohol la noche anterior. O tal vez es porque han comido demasiado. De todas maneras, las camas son esenciales en este día, ya que la gente prefiere quedarse en la suya antes que salir de ellas. Salir de la casa? Muchas veces, no es una opción.

Esto último tiene una razón: no es solo que la gente sea perezosa o borracha o que esté llena. En verdad es que los comercios cierran, incluso las cadenas de comidas rápidas tienen horarios especiales, así que las mejores opciones para quienes se queden en casa es comprar algo días antes o llamar a un domicilio. Para los que ofrecen ese servicio, es uno de los mejores días del año.

Ahora bien, no toda la gente se queda en la cama. Si por alguna extraña razón se despiertan temprano (la palabra “temprano” queriendo decir antes de las 2 de la tarde), la gente puede sentir la necesidad de hacer algo más que dormir. Así que, aparte de comer si es que no se sienten llenos todavía, está la opción de ver una o más películas. Normalmente, la gente prefiere ver algo ligero como una comedia, una película animada o incluso una película de acción. Los dramas no son muy populares en este día, a menos que sea una de esas películas que “hay que ver” y no la hayamos visto en todo el mes anterior.

Así que películas, comida y dormir en una cama confortable. Que más hay? Bueno, podrían haber visitas. Sí, no es el mejor prospecto para este día, pero miembros de la familia que no se vieron en las últimas horas o amigos podrían aprovechar el día para saludar y desear un feliz año, adems de ﷽﷽﷽﷽﷽udar y desear un feliz año, ademieron en las davde extraña razuno de los mejroes dMuchas veces, no es una opcis son esás de ver que hay de comer o de tomar por ahí si es que la fiesta de la noche anterior fue en tu casa. La mejor manera de lidiar con esto es ofreciéndoles una bebida y haciéndoles ver lo poco que te interesa que se queden. Lo entenderán eventualmente.

Y así es un primer día del año normal, en paz sin problemas ni preocupaciones. La gente evita estos últimos este día porque nadie quiere empezar el año peleando o discutiendo, menos aún por tonterías. La gente quiere empezar en calma, en paz y que mejor que haciendo lo que más les gusta, como un deseo de tener mucho de eso durante todo el nuevo año.

Ese es el primer día del año ideal para muchos pero no para todos. Algunos, claramente no la mayoría, prefieren salir y ver cuan pacifico puede ser el mundo cuando la gente no está en él.

Las carreteras son los lugares ideales para notar este día tan especial: no hay casi automóviles, ni buses, ni camiones. Así que tienes la idea de salir de la ciudad, es ciertamente el mejor día para hacerlo. Las estaciones gasolina funcionan con normalidad y muchos destinos como parques y otros, si no están cerrados, ofrecen precios especiales por el Año Nuevo.

Una buena idea es ir a acampar, caminar o escalar a un parque natural. Es la opción más relajante que se puede elegir aunque algunos parques pueden no estar abiertos al público. Eso sí, no se pueden hacer fogatas ni asados así que es mejor llevar comida enlatada o comer antes o después del paseo.

No hay nadie en el mundo que no disfrute lo maravilloso de un espectáculo natural como lo es caminar bajo el follaje de grandes árboles, ver animales que normalmente no se ven o, si el parque lo ofrece, apreciar la belleza de un lago o de un reservorio. En algunos sitios es incluso posible pescar, lo cual es una actividad muy relajante ya que depende casi exclusivamente de la paciencia.

Otra opción para este día es un poco similar pero para un presupuesto más apretado, si eso es posible. Se trata simplemente de ir a un parque y pasar la tarde allí con la familia. Aunque la posibilidad de que el sitio esté más lleno que un parque natural es bastante alta, la belleza de estar cerca de casa nunca es para ignorar.

Puedes preparar todo lo necesario para hacer un picnic y divertir con la familia comiendo algo ligero, elevando una cometa o jugando con un balón hasta que estés cansado. Claro que podrían solo caminar por ahí o acostarse en el pasto durante horas. Una de las cosas más bellas por hacer, no solo el primero de enero sino en cualquier momento del año, es contemplar las nubes y jugar con las formas.

Si eres un explorador innato, también está la posibilidad de vagar por aquellos lugares que normalmente están llenos de vida y usarlos como fondo para tomar fotografías, para tener así una prueba de cuan dramático es el cambio cuando se le quita la gente a un espacio. Es divertido explorar los lugares que conoces pero viéndolos de otra forma. La fotografías serán geniales.

La última opción es mejor hacerla con alguien que se quiera mucho, en parejas o grupos pequeños. Nada muy grande ni muy arreglado, solo gente que se sienta cercana la una a la otra para compartir un día que se siente especial. No hay que comprar nada ni ofrecer nada, solo caminar, hablar y compartir.

Porque, al final del día, eso es lo más importante: pasar este día y todos los otros días con las personas que más quieras en el mundo. No importa quienes sean, si amigos o familia… El punto es apreciarlos a ellos y que compartan un rato contigo.

Claro que siempre hay que tratar de buscar algo de tiempo para uno mismo., solo para pensar tus cosas, tu vida, las decisiones y todo lo demás. Esto también es algo que se debería hacer todos los días aunque en la temporada de fin de año adquieres algo de significado ya que se puede analizar todo lo hecho en todo un ano, 365 días de una vida.

Lo ideal sería escribir lo bueno y lo malo que te ha pasado en una hoja y también considerar todo lo has hecho por ti mismo, sin pensar si ha sido bueno o malo, solo si lo has hecho por ti mismo, para ti.

Sin embargo, el primer día del año no debería ser tomado como un día definitivo para nada. Muchas personas lo ponen como una meta, para tener más dinero o perder peso o ser más felices o estar más saludables. Pero todas esas metas son artificiales, te las pones tu mismo como retos personales de los cuales solo tu vas a estar pendiente. Nadie más sino tu está en esa carrera.

Así que, la idea, es ser menos trágico sobre este día que no es más que una casilla en el calendario. Nada va a suceder si no vences esas metas que te impones, nadie te verá diferente si pierdes peso o te dan ese trabajo ideal. Quien te ame de verdad te amará no importa que y se deciden dejarte es solo usando tus metas para hacer sentir mal, usándolas de excusa para salir corriendo.

El consejo sería solo vivir este día, y todos los días, al máximo. Sin esperar nada de nadie sino haciendo lo que te hacer estar feliz y en paz. El primer día de un nuevo año es simplemente el primer fragmento de un año, que es solo una medida de tiempo. Así que porque sentir afán, porque sentir que no hacemos lo suficiente, preocupándonos por algo que ya es lo que es y no cambiará?


En conclusión, tengan todos un muy feliz primer día del año y siempre recuerden sacar todo lo que desean de ustedes mismos y no de los demás. La llave para la paz física, espiritual y mental no está nunca en un nuevo año sino en nosotros mismos.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

De la mano

Decidimos alejarnos de la casa, siempre tomados de la mano. Mientras los demás tomaban, fuera por el frío o por las ganas de festejar, nosotros caminamos por el sendero que bajaba al camino principal.

Caminando hacia el mirador, no dijimos ni una sola palabra. Pero si nuestros pensamientos hubieran tenido sonido, seguramente habríamos despertado a todos los vecinos.

Nuestro reciente éxito con nuestro sitio de ventas por internet era la razón de este viaje, una celebración de lo que por tanto tiempo habíamos perseguido. No lo hubiera podido hacer sin él, tanto era cierto. Era la persona que me había apoyado y que había concebido la idea de como y que vender.

No era nada revolucionario tampoco. En estos tiempos ya nadie lo era, al menos no en el buen sentido de la palabra. Yo diseñaba objetos, los que fuera, y el iba encaminando mi trabajo a un producto final que se pudiera utilizar.

Pero todo eso sonaba tan técnico, tan superficial. La verdad era que Mauro había llegado en el momento justo, como si alguien lo hubiera enviado para rescatarme. No, no era un príncipe azul ni nada parecido. Era mejor porque era real, tenía defectos y, siendo sincera, yo amo sus defectos. De hecho, algunos no son sino detalles para mí, aunque para él obviamente son importantes.

No sabía que pensaba él, mientras caminábamos por el camino lleno de barro, evitando pisar charcos particularmente grandes. Me tomaba con firmeza pero sin aplastarme la mano, lo que era agradable. Normalmente no me gustaba que nadie me tomara de la mano. Sentía que le daba a la persona un poder que no habían ganado sobre mi. Que jamás ganarían, para ser exactos.

Me dolían las piernas pero sabía que el sitio estaba cerca. Desde nuestra llegada la finca de Eugenia, hermana de Mauro, habíamos bebido y bailado y reído y contado historias varias. Con nosotros habían venido varios amigos cercanos y, por lo menos yo, me sentía la persona más feliz del mundo. No me interesaba el dinero o el reconocimiento, no ahora. Me sentía contenta de ser apreciada por tanta gente y por tantas cosas.

Si hay algo que detesto es cuando la gente empieza a alabarme por cosas relacionadas a mi pero en las que yo no tengo ninguna incidencia. Es como cuando te felicitan por cumplir años. No es algo que podamos controlar por lo que felicitar sobra, aún más si con el envejecimiento físico no ha habido una madurez real adquirida. Pero tal vez lo pienso mucho... Lo hago con frecuencia.

Por fin vimos el hermoso balcón en madera que habían construido al borde del precipicio, que resultaba ser un cañón enorme con un pequeño hilo abajo que había sido, décadas atrás, un gran río por el cual incluso se podía navegar.

Nos sentamos en una de las bancas que allí había y contemplamos el oscuro vacío, sin decir nada todavía. Lo miré por un momento y sonreí. El me sonrió de vuelta, sin saber porque lo había hecho yo. La verdad era que había recordado cuando nos conocimos y la amistad que se desarrolló al comienzo. Yo nunca lo había visto atractivo entonces. Me parecía muy simpático pero jamás hubiera dicho que era atractivo o guapo.

Ahora, en cambio, me parecía perfecto: sus largas pestañas, sus ojos algo claros, su incipiente barba, sus manos cálidas,... Era increíble pensar como la percepción sobre alguien podía cambiar tanto en tan solo algunos meses y tras compartir una que otra experiencia.

Se removió entonces en el asiento y se levantó. Pero no me soltó. Me haló con suavidad para seguirlo y nos apoyamos entonces en el borde del balcón del mirador. No se podía ver casi nada pero igual era sobrecogedor. Los sonidos llegaban aumentados y el viento soplaba a ratos con fuerza.

Me pasó entonces uno de sus brazos por la espalda, apretando mi cintura ligeramente con la mano. Yo hice lo mismo, parecía lo correcto.

Amor? No lo sé. No tengo ni idea para ser sincera. Creo que nadie sabe en realidad que es el amor ya que no es igual para todos. Lo que para una persona es aquel sentimiento, para otro es algo completamente distinto. Fuera como fuere, yo no nunca había sentido nada que pudiera calificar como "amor". Había tenido novios, un par de larga duración, y los había querido mucho. Pero siempre después de terminar, meses después, me tomaba un tiempo para analizar cada situación y en esas ocasiones me di cuenta que no los amaba. O al menos, eso creí. De hecho, eso me ayudó a entender porque esas relaciones habían terminado.

No sabía que era el amor y eso, tanto en mi mente como en voz alta, sonaba tan melancólicamente ridículo, que prefería no pensarlo mucho. Nunca me he caracterizado por ser romántica o apasionada. Muchas personas de mi edad buscan esa emoción, como la de estar en una montaña rusa. Yo no. Nunca me han gustado las atracciones peligrosas. De hecho, por un tiempo me negué a tener una relación con alguien. Mi ex, anterior a Mauro, había sido hacía 2 años y todo con él había sido tan difícil y complicado y dramático, que había quedado cansada de todo el dilema de salir con alguien.

Me tomé esos dos años para encontrar trabajo, que nadie parecía querer ofrecerme. Hasta que, después de muchos trabajos de medio tiempo y en cosas en las que no tenía ni el más mínimo interés, tuve la idea de vender mis creaciones.

Con Mauro nos conocimos a través de Eugenia, a quién conocí en uno de mis trabajos esporádicos. Ella alguna vez me comentó de un hermano que sabía bastante de ventas y esas cosas pero nunca le puse mucho cuidado. Casi un año después fue que nos conocimos cuando me los encontré a ambos en la exposición de arte de una amiga. Empezamos a hablar y supongo que el resto es historia.

 - Que piensas? - dijo Mauro.

Sonreí de nuevo. No le respondí. Solo me puse en puntitas y le di un beso suave en la boca y su respuesta fue, de nuevo, perfecta: me apretó suavemente y me besó de vuelta igual de suave, sin presiones ni ataduras tontas, sin dramatismo ni tonterías con los que la gente solía adornar momentos especiales.

 - Volvemos? - dijo él.

 - No. Quedemos un rato más. - dije. - Dicen que hay murciélagos.

Entonces el mostró sus colmillos y dijo que me chuparía la sangre y reímos y empezamos a hablar de las criaturas de la noche. Y a la vez que lo hacíamos, todavía tomados de la mano, pensaba en que todavía no lo amaba pero ciertamente había muchas razones para hacerlo.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Azul

Me lancé al agua, sin pensar nada más esa tarde. Solo quería escapar un rato, como si el agua se encargara de limpiar todo sobre lo que yo no quería pensar o reflexionar en ese momento.

Era hermoso. Una laguna pequeña pero natural. El agua estaba fría para compensar el calor del exterior pero bien valía la pena sentir algo diferente a lo que me agobiaba en el momento.

No soy una persona de hacer ejercicio pero ese día nadé por toda la piscina como si tuviera energía extra por alguna razón. No me cansaba, seguía y seguía, y aunque en un momento me empezó a doler el bazo y una pierna, no me importó hasta que fue imposible ignorarlo.

Salí de allí y me sequé con una toalla que había dejado sobre una de las muchas sillas que habían por el borde de la laguna. Caminé secándome la cara hacia el edificio principal pero no entré sino que seguí por un camino alterno que llevaba hasta mi el edificio donde estaba mi habitación. Usé las escaleras y saqué de un bolsillo del traje de baño la tarjeta de la habitación.

Cuando entré me quité el traje de baño y me dejé caer en la cama. Después de todo sí estaba cansado y no demoré en quedarme dormido. Menos mal fue una siesta sin sueños. Me desperté dos horas después, todavía algo mojado pero menos intranquilo.

Fui al baño y me duché, listo para ir a comer algo después de una siesta que sentía muy merecida. Cuando llegué al restaurante me di cuenta que algunas personas me miraban, probablemente porque estaba solo y no venía en un gran grupo como los demás.

Todo era porque mi familia había recibido el regalo de una estadía de fin de semana en un hermoso hotel pero nadie había podido aceptar, excepto yo que no tenía ninguna responsabilidad ni nada que hacer en mi vida. Así que por unanimidad habían decidido que fuera yo quien aceptara la invitación.

Y para ser sincero, no me molestó. Aunque tenía tiempo de sobra, eso se sabía, podía pensar más detenidamente en mi vida y en todo lo que me fastidiaba.

Pero esa era una posibilidad, una que yo no estaba utilizando ya que no tenía la menor intención de pensar en lo que siempre pensaba. Era mejor idea utilizar este tiempo para pensar en otras cosas, para relajarme, para hacer nada de otra manera.

Ese primer día culminó como siempre terminaban mis días, conmigo en la cama soñando en cosas que nunca iban a suceder y que yo no tenía el poder de hacer que pasaran.

El caso fue que al día siguiente decidí explorar los alrededores del hotel y, sin proponérmelo, hice un amigo. No, no era un ser humano. Era un perro que me siguió buena parte del recorrido y parecía muy interesado en mi o por lo menos en seguirme.

Todo ese día caminé por todos lados, con el perro cerca. Fuimos a la playa, por un bosque de palmeras, comimos juntos en un restaurante junto al mar e incluso se metió al agua cuando yo lo hice. Lo malo era que no podía entrar al hotel y él parecía saberlo porque cuando iba llegando al lugar, el perro se detuvo en seco y no quiso seguir. Me despedí de él y le prometí vernos otra vez.

Al día siguiente era domingo, lo que quería decir que era mi último día completo en el hotel. Decidí aprovecharlo al máximo yendo al spa. Me hicieron un masaje relajante, que funcionaron a las mil maravillas y el hombre que lo hizo me dijo que tenía muchos nudos. Nada sorprendente.

Después era un baño de barro con mascarilla de verduras o algo por el estilo. Me daba igual que fuera, solo quería sentirme atendido, algo que le gusta a cualquier ser humano. Al lado había una chica. Parecía dormida y por eso di un respingo cuando me habló.

Resultaba que ella también estaba allí por la promoción y había venido al spa todos los días. Conocía todos los tratamientos y masajes pero se negaba a ir al gimnasio. Decía que para que preocuparse por lo mismo que se preocupaba todos los días. Ella quería un fin de semana distinto y esto era ya muy diferente a lo que hacía diario. Era asistente en un editorial.

Yo le conté del perro que me había encontrado y la invité a comer conmigo en la noche al restaurante de la playa, así conocería a mi amigo y podría ver algo de fuera del hotel, así no fuera muy diferente.

Sin haberlo propuesto, había conocido a una persona simpática y que tenía buen sentido del humor. Había hecho una amiga y no sabía cuanto me iba a servir en el futuro.

En cuanto a mi amigo canino, no lo pude llevar conmigo de vuelta pero sí rogué a mis padres que me compraran uno hasta que cedieron y me compraron uno pequeño. Por alguna extraña razón, le atribuyo muchas cosas al hecho de encargarme de Miky. Creo que me dio una nueva manera de ver las cosas.