martes, 19 de abril de 2016

Cinta de vídeo

   Mariana se tapó la boca y empezó a sacar varias cosas de las muchas cajas que tenía alrededor. Hacía años nadie revisaba el ático y ya estaba lleno de basura, así que alguien debía subir a mirar que había que fuese útil para tirar el resto y hacer espacio para la sala de juegos que querían habilitar para sus hijos. El esposo de Mariana no subió porque era alérgico al polvo y los niños estaban en casa de un amigo jugando, así que solo Mariana podía completar la misión.

 A pesar de no ser alérgica, empezó a toser apenas llegó al ático. Abrió rápidamente una ventana y mucho del polvo acumulado se fue volando hacia fuera. La verdad era que ese cuarto no lo usaban mucho y solo guardaban cosas cada cierto tiempo. La idea era hacer de él un espacio útil y ordenar lo que tuviera alguna función todavía para quien necesitara usarlo.

 La primera caja que miró Mariana estaba llena de juguetes de bebé. Había de los que hacían ruidos o de los que tenían muchos colores. También varios peluches que sus hijos casi habían destruido e incluso los móviles que habían durado tan poco encima de la cuna. Apenas pudieron ponerse de pie, sus hijos los arrancaron de donde estaban, dejando ver que no les gustaban las cosas que flotaran por encima de sus cabezas. Guardó un par de juguetes a un lado y decidió regalar el resto. Alguien seguramente le encontraría un uso.

 La siguiente caja era de recuerdos de toda la familia. Estuvo horas mirando fotos viejas y descubrió también la vieja cámara de video que habían usado para sus viajes cuando apenas estaba embarazada la primera vez. De eso hacía casi diez años. Por algún milagro, la cámara todavía tenía batería suficiente, así que se puso a ver algunos fragmentos y entonces se puso a llorar como una tonta pues se sentía vieja pero a la vez más sabia, mejor consigo misma.

 Todo esto desapareció de su mente cuando la imagen en la pequeña pantalla de la cámara cambio de unas hermosas cataratas a un cuarto oscuro. No distinguía nada pero escuchaba un sonido muy por lo bajo. Era como un susurro a pesar de sonar como estática. Subió el volumen al máximo y casi tira la videocámara al suelo cuando un voz sonó como un trueno en el ático. Bajó el volumen como pudo y miró la pantalla.

 La voz era de la persona detrás de la cámara y asumió que había usado un trípode porque la imagen no temblaba ni se movía de ninguna manera, como lo hubiese hecho si la cámara hubiese estado al hombre del personaje. Le hablaba de algo, unos números, a alguien que tenía enfrente pero no se veía quién era. El cuarto en el que estaban tenía las luces apagadas y era difícil saber si era de día o de noche.

 La fecha de la cinta decía que el video había sido tomado antes de las vacaciones a las cataratas. Es decir, Mariana y su familia habían grabado sobre esas imágenes oscuras y la profunda voz detrás de cámara. El fragmento se cortó después de unos segundos. Retrocedió la cinta y revisó lo que había visto y escuchó con atención las palabras del hombre pero no tenían sentido alguno. Era español pero lo que decía no tenía ningún sentido. Mariana vio que el fragmento duraba unos treinta segundos nada más, los últimos treinta segundos de la cinta.

 ¿Pero de dónde habían sacado esa cinta? ¿Porque tenía eso ya grabado y que habían borrado ellos con las imágenes de su viaje? Decidió guardarse la cinta de video en el bolsillo y bajar de inmediato a la sala en el primer piso para preguntarle a su marido si sabía algo al respecto. Pero cuando llegó abajo no había nadie. Ni en la sala, ni en el comedor, ni en la cocina. Subió a las habitaciones y tampoco encontró a nadie. Tomó su celular y le marcó a su esposo pero iba directo a correo de voz.

 Era muy extraño pero decidió no ponerle misterio a todo lo que pasara. Seguro la ausencia de su esposo y la cinta tenían explicaciones razonables y las encontraría tarde o temprano. Subió de nuevo al ático y se dedicó a hacer lo que se había propuesto. Para la noche, ya tenía todo arreglado. Cuando bajó las cajas con lo que iba a regalar y a tirar a la basura, se dio cuenta de que sus hijos ya deberían haber llegado.

 Tomó el teléfono y marcó a la casa del amigo donde estaban y preguntó por ellos pero la madre de los niños dudó un momento antes de decirle que su esposo los había recogido hacía varias horas. No le dijo nada más pero pensó que Mariana no era una buena madre si no sabía dónde estaban sus hijos. Y la verdad fue que, al colgar, Mariana misma pensó lo mismo. ¿Qué pasaba con su esposo?

 Marcó a sus suegros para saber si estaban allí y luego a sus padres pero su familia no estaba en ninguno de esos lugares. De pronto habían decidido tener unas horas de calidad con solo su padre pero, ¿por qué no le habían avisado? Siempre lo hacían y ella siempre pedía que la mantuvieran informada para saber dónde estaban y si estaban bien. Se sentó en el sofá de la sala, mordiéndose las uñas y pensando en qué hacer.

 Entonces se fijó que tenía todavía la cinta de video con ella y decidió hacer algo mientras su marido aparecía. Se fue al centro comercial y en una tienda de fotografía y demás pidió que le convirtieran lo que había en la cinta a un formato digital para poderlo ver en el computador y editarlo y ponerlo en un DVD. El proceso no demoró mucho y estuvo de vuelta en casa pronto.

 Volvió hacia las ocho de la noche y  todavía no había ni rastros de sus hijos o su esposo. Se estaba preocupando pero pensaba que era mejor no pensar nada y esperar. Confiaba en su marido y sabía que él nunca haría nada que representara un peligro para ningún miembro de su familia. Así que Mariana se fue a su alcoba y abrió su portátil. Puso la USB en la que le habían puesto el video de sus vacaciones y empezó a mirar la escena misteriosa en cuestión.

 Subió todo el brillo y un poco el volumen pero no notaba nada además de la voz que no tenía sentido. Decidió anotar las palabras que decían en un papel y ver si tenían algún sentido si se reordenaban o algo así, pero no consiguió nada con ello. Incluso bajó un programa para editar videos en el que trató de revelar lo que había en la oscuridad y lo máximo que pudo hacer fue revelar la presencia de una silla y alguien sentado en ella. Solo se veía una pierna y dos patas de la silla, pero estaba claro que había sido como una interrogación o algo así.

 Entonces oyó el sonido de un motor y correo directamente al primer piso. En efecto, era su esposo con los niños. El más pequeño venía dormido en sus brazos y el otro parecía tener mucho sueño también. Subieron todos sin decir palabra a la habitación de los niños. Cuando estuvieron acostados, Mariana le reclamó a su esposo por la escapada que se habían pegado. Le confesó que la había asustado haciendo eso.

 Su esposo le dijo que se había dado cuenta que no pasaba mucho tiempo con los niños entonces por eso había decidido recogerlos antes él mismo y llevarlos a un parque de diversiones a compartir un rato agradable con ellos. Eso enterneció el corazón de Mariana, que se dio cuenta de todavía había campo para la sorpresa en su matrimonio. Se dieron un beso y decidieron acostarse, pues todos estaban cansado..

 Antes de apagar la luz, el marido preguntó a Mariana si había terminado con el ático y ella le dijo que sí, que solo faltaba donar unas cosas que había separado. Por alguna razón, decidió dejar fuera todo lo ocurrido con la cinta de video y su pequeño viaje al centro comercial. Quería mantener eso como una pequeña aventura en solitario. Casi no tenía secretos y ese podría ser un buen comienzo.

 Al rato de cepillarse los dientes, apagaron las luces y cerraron los ojos. O más bien, lo intentaron. Porque aunque estaban cansados, ninguno de los dos podía dormir con tantas cosas en la mente para pensar. Miraban el techo o la ventana y las luces que venían de fuera para pasar el tiempo. Mariana fue la primera en caer dormida.


 Y le costó. Su esposo había visto el recibo de la tienda de fotografía en el cesto de basura del baño. Con agilidad y habilidad, ahorcó a su esposa en menos de un minuto. Ya tenía práctica. En la oscuridad se alistó para ocultar el cuerpo y para despertar a los niños que fingían dormir en el cuarto de al lado. Los de verdad estaban tan muertos como su madre. Y eso pasaba por ver cosas que nadie tenía que ver, así no entendieran nada.

lunes, 18 de abril de 2016

You and all of us

   Who are you? Or rather, who do you think you are?

 You have been going around your life thinking what the purpose of everything is and you discover that purpose is not something that exists out of the blue; it is something you have to create and make yours. But you my friend, you are someone else. Possibly, you’re very far. Maybe you speak a very different language and have radically different traditions. Or is it the opposite? Are you so close it’s ridiculous life hasn’t made the connection yet?

 You’re probably sleeping now and it’s easy to picture you: your soft skin and beautiful legs lying on a bed. Your body has pushed away all covers and blankets because in the cold you will warm and when it’s really hot you dare to say it’s cool. Physically you have been so different so many times but the reality is you’re probably unique and absolutely different to what has been imagined now and before.

 Hopefully, you have a job and you like it. Or is that the problem? Is that why you haven’t arrived yet? Have you been delayed because you prefer to solve your more important problems first, rather than looking for love or whatever it is this could turn into? You probably have a nice head on those shoulders and have your priorities in order. Yet, it is possible you are a bigger mess than what happens here. That could be good… Or very bad.

 It’s very confusing and unnerving because you are the one. That’s it, really. You are the one that’s going to change someone else’s life and it’s hard to see how you’re supposed to be doing that. After all, you’re a human, you’re no superhero or god, and you cannot make extraordinary things happen. Or at least not the kind that shifts life from one side to the other, from up to down, from left to right. But you possibly know how to make changes.

 Yes. If you are the one you probably know how your make your voice be heard and make changes in your life that are permanent and powerful. This is clear because that’s the kind of person “the one” needs to be. Someone with a certain drive, a certain push in life that matches someone else’s drive and thrust. Because it’s not about one leading the other but about two people going hand by hand.

 It’s scary, but all of it could maybe not be love at all or at least not the kind of love one would expect. It would be hard if you were just a friend or maybe even less than that but if you are the one, then that probably doesn’t really matter. What matters is the change that you can bring, the energy you can balance with someone else. Romantic love is, after all, an illusion in most cases and, always, a distraction.

But then, what if you are that prince in a shining armor? It is so much fun to picture you, especially because you could be anyone. Maybe you are that guy in the supermarket that always stares for hours at all the cereal boxes. Or maybe you are the kind of man that loves car and football matches whenever they take place. Or you could even be from a different world, a different level in the social sphere. It could happen.

 But, do you know what you definitely are? Well, a possibility. Everyone is a possibility because we could all be that person that changes the life of one of the others in the world. It’s kind of a lottery when you know you’ve won but not how much and the prize can take its time to reach you. You could even lose in that lottery but that would be kind of impossible… Wouldn’t it be? Losing at life sounds to hard and harsh and just unfair. No, you win every time but in different ways, that’s one happens.

 Are you awake now? Are your eyes looking at a teacher in class, trying to follow what he’s talking about and you're not interested? Or are you alone, in a place very far from any other people? Maybe you like sports and you have your mind and body up to that task. Hopefully, you are a person that likes order and having everything neat and well put. If you’re not, it could prove difficult to be around you.

 But, it is important to know what kind of person you are, which thing you like doing and what makes you whole. Because even if you are the one, you are only complete when you are a whole other person. The kind of people that make a couple work as only one person, that’s not good because it doesn’t really make any sense. A couple is supposed to be about two, about differences and even about fights and disagreements, because the world is not perfect and that’s beautiful.

 So, what are your flaws? What do you think about yourself? Do you like your body or is there something that makes you look away from the mirror? All of that also makes you unique, one of a kind. It would be nice to tell you that you are perfect every single day, that that little thing you don’t like doesn’t matter at all because the larger picture is just the best there is. That would be the best.

 Imagining your skin is probably the most difficult thing. It’s probably soft and has a nice smell but when you haven’t touched or done something, it’s very hard to picture with accuracy. Like when you dream: most times you can only do there what you have actually done in real life. Except maybe flying, which is a mix of falling and just being in bed.

 It’s a little embarrassing but it’s probable you have done it too: picture the moment when you and your one meet and you two can finally be together. You can touch his naked body and he can touch yours and you can kiss and have sex like you have never had it before. Because that’s the expectation, don’t you agree? The idea is that that person makes the difference between having sex and making love. Hopefully you get to feel what that’s like and cherish it for the time you have it.

 That’s another thing. As humans we have an expiration date, which we don’t even know. So we cannot be around forever looking for that other person, we’re here for a while and then we just leave. So we really have to take advantage of everything we can do and just do it, unless it harms someone else. But if you really want to do something that makes you happy, just do it. Whoever turns out to be your companion, will love you being happy of course.

 Maybe you’re now on a beach, feeling the sand between your toes. Maybe your skin is darker or maybe lighter. Maybe your eyes are the color of hazelnuts or maybe the color of water or the color of grass. You are probably very “average”, whatever that is. But all of that doesn’t matter because it’s just the surface. Your are that but there’s so much more underneath, like a human iceberg if you will.

 The one could come in any shape or form and you probably enjoy him or her anyway. Because you won’t even have to think about it that much. The idea is that it just happens, in time and eventually. Maybe not magically and suddenly like in movies but it certainly builds up to something strong and stable but you won’t be able to see it until it is there, until it’s a reality and you notice it happened.

 That sounds a bit scary but it shouldn’t really be. That’s how life works in any case and it has been like that for many thousands of years and will keep the same way for other thousands. We just have to accept that special feeling, that kind of magic that happens in the moment. But mostly, we have to have patience and realize that life has ways to do things and that not everything works for everyone. Efforts to achieve a goal always have different results for different people.


 In any case, you’re there. You’re all there. And you will meet one day because that’s the most probable outcome. And you will get used to one another and when you realize, you will have what you always wanted. You will have picked up the last piece of the whole puzzle that is you. But that piece needs all the other pieces, or most of them, to work correctly. Never forget that.

domingo, 17 de abril de 2016

De fondo

  Me dolía la cara de tanto sonreír y las manos de tanto estar aplaudiendo. En mi mente pensaba “solo es un matrimonio”, pero después caía en cuenta que era algo especial para ella, para mi mejor amiga, y por eso era mejor mantener la sonrisa lo que hiciera falta. Obviamente bebí lo que pude, que no era mucho pues ella tenía un padre alcohólico y lo único que ofrecieron fue champaña para los brindis. No sé cómo tuve el valor de ir a las cocinas y conseguir una botella para mí solo. Normalmente me hubiesen dicho que no o algo pero no me dijeron nada. Seguro se notaba en mi rostro que necesitaba el alcohol.

 Por supuesto, fui solo al evento. No iba a mentirme a mi mismo consiguiendo a alguien para que me acompañara cuando jamás había tenido a nadie para ir a celebraciones de ese tipo. Así que estuve solo en la ceremonia religiosa y en la fiesta me sentaron con algunos compañeros de la universidad que no veía hacía mucho. Cuando me di cuenta de ello, me dieron ganas de ahorcar a mi amiga con su velo pero ya estaba lejos, en su mesa especial con sus padres y su esposo, así que mi momento había pasado y tuve que resignarme.

 Lo bueno fue que se aburrieron ellos primero que yo. Solo se puede preguntar “¿Qué has hecho?” una cierta cantidad de veces, hasta que se vuelve repetitivo y poco interesante. Y como mi respuesta era mucho menos interesante que cualquiera que pudiese haber tenido, pues nadie preguntó más después de un rato.

 Sin embargo, tuve que escuchar sus largas conversaciones sobre sus planes de matrimonio, sus increíbles trabajos y su emocionante vida social y romántica. Incluso hubo un momento de comentario bastante íntimos y no pude evitar tener que contar con los dedos hacía cuanto tiempo yo había estado sexualmente con alguien. No lo logré contar los meses porque me interrumpían con preguntas que solo buscaban hacerme parte de la conversación, lo que agradecí pero no era necesario.

 Lo mejor de todo tenía que ser la comida. Primero, porque mi amiga se había esforzado en que el menú fuese delicioso y diferente al del resto de las bodas. Y segundo, porque con la boca llena de comida la gente no puede hablar idioteces o preguntarlas. Prefería mil veces cortar mi carne y ver como sabía con los espárragos y una salsa con nombre en francés, que tener que responder qué me parecía la calidad de la televisión hoy en día.

 Comí todo lo que me sirvieron y llené mi plato dos veces en la barra de postres, una idea que yo mismo había plantado en la mente de mi amiga con éxito. Fue allí que me encontré con otro compañero que no veía hace mucho pero solo nos saludamos y sonreímos.

 Esa historia sí era cómica. En una de las pocas fiestas que había ido al terminar la carrera, lo descubrí en un baño teniendo sexo con otro hombre. Otro hombre que yo conocía también porque, curiosamente, había salido con él  hacía un tiempo y pensaba que me había equivocado al verlo en la fiesta. Lo cómico del asunto era que ese compañero de la universidad siempre había sido uno de esos machos cabríos, con una nueva novia cada semestre. Y siempre ellas eran distintas: a veces rubias, a veces morenas, incluso un par de pelirrojas.

 Cuando lo descubrí, solté una carcajada y cerré la puerta del baño. De pronto por eso en la boda se ruborizó tanto y se abstuvo de servirse helado, que era de lo mejor que había. Lo seguí con la vista y solté una carcajada, como entonces, al ver que se sentaba al lado de una mujer muy guapa que lo besaba en la mejilla y le reclamaba por el helado.

 Iba a llenar mi plato una tercera vez con solo macarrones en la barra de postres y fue entonces que me di cuenta que mi amiga estaba paseándose por cada mesa con su nuevo esposo para saludar a la gente y tomarse fotos con ellos. Se veía muy linda pero yo prefería los macarrones. Cogí algunos de paso a la salida y me fui a un jardín del hotel donde estábamos celebrando la unión.

 Allí me comí el primer macarrón, de dulce de leche con sal o algo por el estilo. Después uno de limón y finalmente el de sandía, que era un sabor particular. Entonces me limpié las manos y sacó un cigarrillo de mi bolsillo. Había llegado con tres cigarrillos sueltos porque sabía cuando los iba a usar. El primero ya se había ido mientras se desarrollaba la ceremonia religiosa. Había tengo que salir un momento para fumarlo y alguien que llegaba tarde me había mirado casi con asco. ¡Que descaro!

 El segundo me lo fumé allí, en el jardín del hotel. Casi no esperé para encenderlo cuando ya lo tenía por la mitad. Odiaba fumar, de verdad que lo odiaba. Pero me hacía sentir algo, como una pequeña paz momentánea que me ayudaba en momentos en que mi autoestima no estaba en su mejor momento. Lo consumí rápidamente y entonces pisé la colilla y la tiré en un bote de la basura que había allí, supuse que para aquellos fumadores empedernidos.

 Pero cuando terminé no volví a mi mesa. Me quedé en el jardín y me di cuenta que no me sentía bien, que el sonido y la presencia de tanta gente me hacían sentir mareado. Entonces pensé en las preguntas, en la demás gente, en lo ridículo que me veía con el traje y la corbata puestos y me puse a llorar en silencio. Después, no tan en silencio.

 Me frustraba mucho todo. La gente decía que con esfuerzo se alcanzaba todo pero eso era mentira. Incluso para la gente que se esfuerza mucho a veces no hay recompensar porque, ¿cómo puede haber recompensas para todos? Es algo imposible. Me había esforzado en mis estudios, me había esmerado y ahora había terminado siendo uno de los que atienden en los mostradores de facturación del aeropuerto. Como no había estudiado para eso (había estudiado arquitectura), tuve que ajustarme con rapidez y siempre sentía una rivalidad extraña con los demás.

 Ello siempre comían en un lado y yo en otro, como si tuviéramos doce años o algo así. Creo que no les gustaba la idea de que alguien que no sabía lo que hacía estuviese metido entre ellos. Lo que ellos no sabían era que a mí también me incomodaba pero necesitaba el dinero y habían estado contratando y por alguna razón me eligieron para uno de los mostradores.

 Todo el día debía lidiar con quejas y reclamos y gritos e insultos o con personas que parecían vivir en la Luna porque no entendían nada o con problemas para los que yo no estaba listo y mis compañeros tampoco pero me miraban mal de todas maneras, como si ellos sí supieran resolverlo. Era un infierno. Pagaban mal, era lejos y llegaba exhausto. Pero eso lo agradecía porque no me daba tiempo de pensar mucho.

 Y de mi vida romántica detestaba contestar preguntas y lo mejor era que nadie preguntaba, a nadie jamás le había interesado esa parte de mi. Creo que la mayoría de personas me veía como un personaje extremadamente secundario en sus vidas, como un figurante que no tiene ni nombre en una película pero que de vez en cuando dice algo como para ayudar a la trama. Ese era yo para la mayoría. No interesaba que pensara o que sentía porque era solo parte del fondo.

 Por eso había ido al matrimonio de mi amiga. Al fin y al cabo era la única que se preocupaba algo por mí, aunque sabía que no debía preguntar demasiado pues me podía poner bastante fastidioso con cualquier tema. De verdad estaba feliz por ella pero no pude evitar llorar en ese jardín hasta que me dolió la garganta. Entonces alguien salió y era el tipo de la doble vida. Algo me dijo, pero no sé que fue. Solo me puse de pie y fui al baño más cercano.


 Me limpié la cara lo mejor que puse y la sequé con varias toallas de papel. Mis ojos estaban muy rojos y tenía partes rojas de la piel también pero sabía que no importaba pues se acercaba la parte del baile. Atenuarían las luces y yo bailaría con mi amiga y seguiría sonriendo y saludando hasta que la velada terminara y entonces pudiese volver a mí.

sábado, 16 de abril de 2016

Hand between thighs

   When Alan woke up, he felt a hand lodged right between his thighs, centimeters away from his genitals. He froze as soon as he open his eyes and realized he didn’t really knew what had happened the night before. Not minding the hand or the soft breathing next to him, he tried to remember where he was exactly and what had he done to get there.

 He remembered going to his friend Amelia’s house as she had organized a party for her boyfriend, who had recently came back to the country after working with an NGO for several months in Africa. Alan had always thought Julio, Amelia’s boyfriend, was very handsome and kind and he always told her that if he had been gay, he would have been the one to get him. Amelia always responded to this by laughing and saying, “Right, you wish”. She had cooked some things, bought other things and had bought lots to drink for the many people that were coming.

 At first, it had been a nice little gathering of people and, as it was a surprise party, it had been really nice when Julio had come in and he was truly surprised to see so many people there. Alan ate a lot and then began to drink, just like the rest of the people. Music slowly changed throughout the night and after midnight they were already dancing all over the place. Everyone was having fun. And that’s all Alan could remember clearly. Memories become blurry after that.

 He turned around his head to the left and realized, although the hand between his thighs was a good indicator, that he was naked. His clothes were all over the floor, his underwear on top of a shoe that wasn’t his. He turned around his head to the right and expected not to see whoever it was awake but he wasn’t. He had his eyes closed and he was a very cute guy. Cuter than most men he had ever had sex with. But no matter how hard he tried; he couldn’t remember who he was.

 After dancing had begun, he thought he remembered drinking a lot more. He probably mixed liquors and that’s why his head didn’t feel so good. And his stomach wasn’t too great either. He closed his eyes for a while and tried to think about what he should do. He ended up remembering a conversation with Julio about some political issue in Africa and with Amelia about how hot someone was. He didn’t really remember who he was talking about but he remembered saying something about an ass.

 Carefully, he lifted the bed sheet to see it if the guy’s ass made him remember anything else but it didn’t. It was nice though and he couldn’t help but appreciating that the guy slept on his chest and with his face towards him. He almost laughed at this stupid thought but he contained himself and realized it was probably time to go.

 The hand was the most difficult part.  The best way to do it was to make him move the hand instead of Alan taking it and moving it himself. So he just moved his legs and feet a bit and that made the guy turn his head around and remove his hand from where it was, instead putting it right under his body. Alan waited for further movement but it didn’t happen, so as silently as he could, he got out of the bed.

 He suddenly had a string urge to sneeze and grab his nose just in the right way not to make a big noise. He had a bit of a dust allergy and he realized the floor was not precisely spotless. There were little balls of dust here and there and he decided to get his clothes fast, before he needed to sneeze again. He grabbed his underwear first, then one sock that was on the bed, then his pants on top of the other guy’s shirt. His shirt was on a chair, as well as his jacket and, finally, his other sock on the nightstand near the possible owner of the room.

 Alan realized two things right there: that he might not be in that guy’s place and that he had no idea where his shoes were. He looked beneath the bed and under every piece of clothing still on the floor but he couldn’t find anything. So if they weren’t there, they had to be outside. Hoping not to have to wake up the guy, he grabbed the door handle and pushed as slowly as he could. The door didn’t make a noise and he closed it with care.

 Effectively, his shoes were on the corridor outside. He got dressed right there and in a few seconds he was clothed and walking to the main door. The apartment was nice, although a bit dusty too in the social areas. There was an opened bottle of wine on the coffee table and two glasses. Those were probably theirs and that really explained why Alan had such a need to eat something or vomit. He had never been a good wine drinker and realized he must have been really drunk to accept wine.

 He put on his shoes right on the door, checked his jacket for his wallet and cellphone and when he felt them, he opened the door, got out and closed without minding the slamming sound. He was out anyway, so he didn’t really care anymore. He walked towards an elevator and press the down button and then had a memory, a confusing one, of having kissed someone in an elevator recently. Not a surprise.

 When the elevator opened, a woman not much older than Alan came out and greeted him. He walked into the elevator and, just as the doors were closing, he saw she was standing in front of the apartment he had just left and was looking for her keys. He opened his mouth in surprise and wondered who she might have been.

 Moments later, on the street, he quickly knew where he was and where he had to walk to catch a bus towards his house. It was very early and it was, if Alan remembered correctly, a Saturday. So that explained why the woman was visiting he guy he had been with. Maybe it was his sister. Or maybe it was a friend that had keys, but that didn’t really make any sense. Or she could have been his roommate. After all, he remembered seeing a couple of closed doors. If only he could remember anything about his likely conversation with him.

 When he got to the bus stop, he tried to straighten his hair and look a bit less “hangover” in the face. But that was probably impossible so he just sat in the small metal bench and waited for his bus. He checked the number on his cellphone and then realized he maybe used the phone the night before. So he checked for pictures and, he certainly had many of those but not the kind he was hoping for.

 He almost dropped the phone and had to lower the brightness of the screen so no one else could see, even if he was alone at the bus stop. There were five pictures and in all of them he was having what looked like great sex with the guy he had woken up next to. He certainly didn’t remember that but then something woke up some of his neurons: in one of pictures, he could see the guy had a tattoo of a Celtic symbol on his arm. He remembered having talked about it but not with whom. Probably that guy…

 He knew he said he knew what the symbol meant and he did: it was about eternity and everlasting energy or something like that. Maybe that had been his so-called “pick up line”. Alan didn’t really use those but maybe it had worked that way for him. He also had a couple of pictures in the party but that he remembered very well because they had been taken early in the night.

 The bus arrived; he passed his card and then sat down in the back row. He looked at people and cars and dogs as the bus took him home and when he finally got there he just took off his clothes again and got in bed. But he couldn’t really fall asleep. He was still thinking of the guy and how guilty he felt not knowing who he was, at least a name or something about their conversation or what the sex was like.


 He really was an attractive guy so Alan wondered how he made it happen. Maybe the guy was desperate or maybe Alan had some charm he didn’t even know was there. Maybe he should have stayed in that bed, with that hand between his thighs in order to know more about that guy and possibly about himself. What harm could it have done?