jueves, 9 de abril de 2015

Su sonrisa

  No fue lo último que vi de él, pero es lo que más recuerdo. Su sonrisa era de esas que con solo verla, te hacía sentir vivo e incluso con más energía, como si te recargara cada una de las células del cuerpo. Nada me preocupaba más que cuando él no reía porque lo hacía tantas veces en el día, que la ausencia de este hermoso rasgo era la prueba de la existencia de algún problema grave. Según él, era mi sonrisa la que lo revitalizaba a él. Eso siempre me pareció gracioso porque la suya no solo me ayudaba a mi sino a todos a quienes conocía. Era una de esas personas con las que es imposible no simpatizar. Todos quienes lo conocían lo querían y quienes lo odiaban, que eran pocos, lo hacían precisamente por su simpatía.

 Mi tiempo con él fue lo más precioso de mi vida. Sí, sé que tengo mucho por vivir como siempre me lo repiten un poco por todos lados, pero la verdad es que yo no lo siento así. Y así viviera cien años más sé que jamás podría merecer alguien como él. Todavía, después de tanto tiempo, sigo sin entender como fue que terminamos juntos. Trabajábamos juntos y las cosas simplemente se dieron, simplemente pasaron sin que ninguno hiciese nada para que sucedieran. Es chistoso pero yo jamás he creído en luchar por nada. Si te mereces algo, deberías recibirlo y ya. Y así fue con él. Pero no lo merecía. Con el tiempo me di cuenta que la persona que estaba junto a mi era mucho mejor de lo que yo jamás hubiese podido ser. Por eso agradecí todos los días por su presencia.

 Vivimos alejados, escondidos, actuando. Eso fue lo que más me causó dolor. De noche hablábamos, tomados de la mano, del futuro que nos gustaría para ambos. Dábamos detalles de todo lo que queríamos tener y vivir. Algunas noches hablábamos de la comida y de la cocina que tendríamos y otros del enorme jardín y el perro pastor alemán. De nuestro cuarto iluminado por el sol y de nuestra ducha para dos, en la que haríamos el amor cada mañana. Lo teníamos todo pensado. Nunca hablamos de hijos. Obviamente, la biología no nos ayudaba y simplemente era algo que no sentíamos. El mundo que habíamos visto colapsar y rearmarse, era uno demasiado violento y no queríamos criar a nadie para que viviera allí.

 Sabíamos que nuestra muerte debía de ser al mismo tiempo porque de otra manera el dolor para uno de nosotros sería demasiado profundo. La muerte era algo que teníamos muy presente cada día y por eso no esmerábamos en soñar cada noche. Porque la realidad, lo que pasaba afuera en el mundo, era demasiado horrible y nuestra supervivencia era cada vez más un milagro. La ayuda de gente con buen corazón nos había curado de heridas físicas y mentales pero no podíamos vivir así para siempre. Esa etapa fue difícil porque, hasta ese momento, nunca habíamos tenido tantas discusiones. Unos días era él el que quería ir a luchar y yo el que me quería quedar. Y otras veces el quería irse a otro lado y yo ir a combatir. Y así por los últimos meses hasta que nos dimos cuenta de que no viviríamos en paz hasta que termináramos el trabajo que habíamos empezado hace tanto tiempo.

 Fue así que viajamos, lejos de nuestro pequeño hogar, y llegamos al mundo desolado. Ayudamos como pudimos, siempre uno al lado del otro. Fue difícil porque había días que no nos veíamos y no estábamos acostumbrados a eso. Muchos pensaban que era puro amor y otros que era una obsesión malsana pero no era ninguno de los dos. Era mucho más. La conexión que teníamos era a un nivel profundo, mucho más allá que el prostituido amor o una superficial obsesión. Nunca he podido explicar bien que era y como funcionaba. Pero eso era lo especial, lo único de nuestra relación. Era algo nuestro, que nadie más jamás conocería ni entendería.

 Cuando la guerra estaba por terminar, decimos participar en la liberación de nuestro país, de nuestra ciudad, el lugar donde nos habíamos conocido y donde soñábamos vivir en paz para el resto de nuestros días. En verdad nunca pensé que algo fuera a ocurrir. Cuando él murió, cuando lo vi morir mi mundo terminó. Sentí que simplemente no podía seguir adelante. Por días me fue difícil respirar, pensar, comer. Todo me daba trabajo y la verdad es que yo lo único que quería era morirme. A pesar de varios intentos, nunca logré terminar con mi vida. ¿A ellos que les importaba si me moría o no? ¿Porque tenían que impedir que uniera a él, fuera donde fuese? Era mi vida y yo tenía el derecho a terminarla si quería pero eso simplemente no ocurrió.

 Me internaron en una clínica y estuve allí por mucho tiempo. Me dijeron que fueron dos años pero yo la verdad no sé nada. Nada afuera parecía haber cambiado. Mi familia había huido antes de la guerra así que no había nadie adonde ir. Estaba solo y desorientado. Fue un milagro que me dieran una jubilación temprana por mis servicios al país. Ese dinero pagó un pequeño apartamento y me permitió el pasatiempo de escribir y de caminar todos los días, tratando de ordenar el caos que sigue siendo mi cabeza.

 Por supuesto, él está allí. En mi mente, él jamás morirá. Lo veo todas las noches y siento su mano junto a la mía. Mentiría si dijera que todavía siento ganas enormes de morir, de dejar de existir. Pero ya no tengo el impulso, la fuerza para hacerlo por mi cuenta. Así que vivo mi vida un día a la vez, simplemente esperando a que pase algo. Muchos dicen que no es algo saludable pero a mi eso no me importa. Mi doctor y mi psicóloga insisten en que haga más ejercicio, en que conozca gente nueva y que incluso vea si puedo querer a alguien de nuevo. Pero ellos no entienden y yo no quiero explicarles.

 Lo que sí es cierto es que, en los mejores días, siento felicidad de poder comer cosas ricas, de ver el mundo bajo la luz del sol y en los colores de todo lo que hay alrededor. Cosas simples como esas me hacen llorar, reír y pensar en todo un poco. Se siente bien sentir ese calor interno de nuevo, eso que solo sentía cuando él estaba conmigo. Obviamente, ya no es lo mismo y sigo extrañándolo y vivo entre todos estos sentimientos y sensaciones. Pero he aprendido a controlarlos, a que no me controlen a mi porque no podría soportar una estadía más en la clínica en la que tuve que sufrir lo peor de esta etapa de mi vida.

 Mi más grande prueba vino hace unos meses. Con él siempre hablamos de nuestras familias, y como nos involucramos en todo para que ellos tuviesen un futuro mejor. De pronto fue la clínica o el tiempo que había pasado pero había olvidado que él tenía una hermana. Llegó un día a mi casa, después de una búsqueda que la había llevado un poco por todo el mundo. Al verme, no supo que decir, solo llorar. Yo nunca la había conocido pero sentí que había algo que nos conectaba, que nos hacía reconocer algo invisible en los dos. Sin razón aparente, nos abrazamos y lloramos tontamente. Cuando por fin siguió a mi apartamento, me contó de su viaje. Había recorrido el mismo camino que nosotros hacía algunos años pero mucho más rápido. Le hacía gracia que el camino la llevara tan cerca de su propia casa.

 Era ya casada y lloró de nuevo al confesarme que tenía dos hijos y un marido fabuloso, que la había ayudado a superar el tiempo de guerra. Me dijo que hubiese querido que su hermano los conociera a todos pero eso no fue posible. También me contó que su padre y su madre habían muerto en un bombardeo y que nunca pudo decirle a su hermano. Esa noticia me dolió porque yo sabía de primera mano el profundo amor que él le tenía a sus padres, a su familia.

 Entonces vino la pregunta que más me dolía, aquello con lo que yo todavía tenía pesadillas.

-       Como murió?

 Las lagrimas empezaron a salir y mis manos temblaron pero todo en silencio. Mi cuerpo parecía estar a punto de colapsar, tanto así que ella me trajo un vaso con agua y lo tomé, regando un poco sobre el sofá. Respiré, tratando de calmarme y empecé a contarle ese pedazo de mi historia, que nunca le había contado con tanto detalle a nadie más.

 Su hermano, con quien me había casado legalmente en secreto cuando huimos, había muerto defendiéndome. En la batalla, nos habían capturado pero no eran miembros del enemigo. Eran radicales de nuestro bando. Gente que nos había ayudado a liberar a la gente. Ellos me tomaron a mi y me torturaron de la peor forma posible. Y entonces él vino por mi. Mató por mi. Y yo no pude hacer nada cuando lo sometieron y lo hicieron ver lo que me hacían a mi. Sus ojos brillantes y su sonrisa se habían ido para siempre. En mis pesadillas todavía lo oigo gritar. Esas bestias decían que no merecíamos vivir en el nuevo mundo que iba a nacer. Que éramos inferiores. Estoy seguro que en ese momento habían decidido matarme a mi pero entonces un grupo vino a rescatarnos y eso lo empeoró todo. Sin pensarlo, le dispararon en la cabeza, justo en el momento en el que él me había sonreído al oír que se acercaba la ayuda. Me golpearon y me dejaron ahí, muriéndome.


 Su hermana no podía llorar. Parecía haber quedado seca. Se acercó a mi y me abrazó de nuevo y me dijo que tenía una familia siempre que la necesitase. Yo la apreté un poco y se lo agradecí. Seguramente podría necesitar de alguien para seguir adelante.

miércoles, 8 de abril de 2015

Afternoon in the museum

  The place was deserted, except for the small team of scientists that roamed the debris and walked tightly together, as if they were a single entity. They approached a square, where two members of the team that had guns stepped forward and escorted the others inside a big hole on the floor. There was glass everywhere and the stairs to go down where missing some of the steps. Everyone was very careful not to fall. When they reached the bottom, they reunited again. One of them, a woman, lit up a screen where she had a map of the place.

-       There.

 She pointed at a hallway and they all began to walk a little bit more relaxed, although some of their breathing equipment started making wheezing sounds. Yes, they had masks and tanks on their backs because the air had been deemed unbreathable. This was the consequence of the bombardment the city had gone through many years ago, during the Dark Wars. These battles and skirmishes had attempted to destroy every single trace of civilization in the world but it had been stopped just in time for that not to happen. Unfortunately, not every place in the world had been spared and cities such as this one lay empty and in ruin.

 The team followed Calista, the woman with the map, through the hallway. They did steadily but not in a run, but fast anyway. They saw rooms in darkness but didn’t enter any of them. After many other dark hallways and a few stairs, they reached a long corridor, lit by the sunlit coming from the outside.

-       This is it. The rooms by this corridor.

 They entered a door to the left and they all did the same expression of amazement. The room seemed to be stuck in time as all the pieces where still exactly where they had always been. Their state, besides some dust, was just perfect so Calista and her time started unpacking everything they had brought with them. There were bags and plastic and some boxes. There was also a rod that could be extended and had wheels, to help with the transportation of the objects. In a little while, they had all the small objects wrapped in plastic and into small boxes. They did the same thing with two other rooms until the two armed men told them they should here if they wanted to leave the city before dark.

 The team was too amazed with everything to worry about time. Shiny little objects, aged thousands of years, where now in their hands. They had been ordered only to grab the smaller things, the ones that came from far away countries now to far to reach. The Hive needed every single thing to be rescued in order to preserve it forever in the fortress in the mountains. Cities like this one were toxic and people would not be able to live there for many decades or more if they weather kept being as unpredictable as always. They had actually decided to go for the objects during summer, as the other seasons were very unpredictable. In summer the only danger was the heat but the city was now covered in clouds so that wasn’t much a thing to worry.

 The rooms they were going through had objects brought fro m the Middle East, some parts of Africa and Asia. They had been taken away from tribes and other cultures so many years ago. Violence had made many museums great at some point in their history. And now, many of the cultures that had done those pieces of art had been dead for some time. One of the helpers was not only amazed by the small sculptures but by the paintings. Some were European and others where from across the Atlantic. Walking away from the others, he stared at an especially vivid portrait of a young woman, who seemed to be looking straight at him. Then, the eye moved and a whistle was heard.

 Calista’s assistant fell dead to the floor, bleeding heavily on the marble floor. The armed men told everyone to stay down but there was no use as they now so what the dead man had seen before dying: the eyes of the young woman where not there anymore and there was a hole in her mouth. Someone behind the wall had shot the assistant. But who was it? Then, more whistles were heard. The person that was shooting was using silencer. The armed men made everyone crawl out of the room and stay down as they stayed by the door and shot down some of the paintings with their guns. The whistles stopped but then, they heard steps moving away. Whoever it was, he or she was escaping.

 They all ran towards the sound and Calista took out her map and checked the corridors. There were no secrete passageways on the map but there was a service door by the next couple of stairs. She yelled this to the armed men and they ran for the door. They did so just in time, as a shadow stepped out of it and they shot it down. Calista screamed. She realized it was a bad idea to kill someone who had probably survived the nuclear holocaust. Although, the person might not be right of the head. A medic they had brought with them came fast and checked to body. The person was dead. The men pulled the body towards the corridor and then, not only Calista but everyone screamed in horror.

 The creature had been a human. That was obvious because of his body but his face… He was gravely disfigured. Everyone’s breathing machines were working at full, as terror had required much more oxygen for them to breath. Calista and the doctor grew closer to the creature to check on the details of their attacker. He had a gun with a silencer on his belt and some other gadgets that they didn’t know what they were for. He also had a handful of keys in a chain. He was wearing normal clothes, although he was visible bleeding from open wounds on his legs and arms.

 His face was striking because there were no eyes there anymore. He had a mouth but the body seemed to have grown over it, making it small and disgusting, oozing some foul odor now he was dead. Then, they all pulled back. His hand had moved. In a second, one of the armed men show the creature several times on the chest. When he was finished, everyone looked at him, as if he was mad but he said he had seen some of the movies in the archive and dead always return before they really die. Calista smiled and stood up. She asked the doctor to do every analysis he could in a short time as they were leaving soon.

 An hour later, they had put several small boxes in three large boxes that they carried on the wheeled rod. When they reached the pint where they had entered the museum, the armed guys grabbed one end of the rod and three of the assistants grabbed the other end. They were careful not to fall down with it but that plan failed when several creatures appeared on top of them, looking down through the hole on the ground. The doctor and Calista replaced the armed men on the rod as these started shooting at every single creature they saw. They were all like the one they had gunned down inside: no eyes, some extra limbs, no mouth, … All mutated from the nuclear blast. These people had survived only to be transformed into something less than the most despised animal.

 The team finally reached the top and was able to create a circle. The men gave everyone a gun so they had even more chances to get out alive. The hovercraft that had left them there could not land so near the museum so they had to make a run for the nearest bridge. After passing it, they could as the pilot to bomb the bridge to prevent the mutants from crossing. One of the armed men called the craft as they ran with difficulty, both carrying the boxes and running and shooting at every disfigured face they saw. Then, they saw the hovercraft above them but this distraction cost the arm of one man, as one of the creatures grabbed him and broke it with ease. The wheeled rod fell on the ground and they had to put it up fast, kicking and shooting like crazy.

 No one knew how they really did it, but they ran across the bridge followed closely by the mutants, that moved incredibly fast. Of the armed men asked the pilots to shoot a missile at the bridge to blow it up. He did exactly that  rocks flew all over, making everyone fall to the ground. The hovercraft landed in front of them and opened the ramp. Shooting some mutants that had been on their side when the bridge exploded, they almost dragged the boxes into the craft and left fast. The machine went fast into the clouds and far from the city. Inside, they realized the assistant whose arm had been broken, was bleeding too much. The doctor tried to stabilize him went they realized his breathing apparatus had been broken in the run. They were both put in quarantine in a small room as they flew back to the Hive.


 Calista fell onto a seat and took off her mask. She was able to breath in calm, at last. She saw the clouds through the windows and asked herself if the mission had been worth it, if they the dead assistant had died for nothing and if both quarantined men were going to be ok. And then she fell asleep, never answering these questions.

martes, 7 de abril de 2015

Visible

   Nunca tuvo problemas para aceptarse como era. El problema fue saber quién era y eso tomaría tiempo pero tiempo siempre hay, otra cosa es que lo malgastemos o no sepamos manejarlo adecuadamente. Desde relativamente joven supo que le gustaban otros hombres y eso jamás fue un punto de duda o preocupación, no más de lo normal ya que todos los jóvenes tienen problemas o preocupaciones a la hora de encontrar alguien con quien pasar el tiempo. Pero no era algo que él pensara mucho.

 El colegio… Bueno, el colegio era lo era, un lugar lleno de gente por todos lados y la insistencia de todos y todas a tenerle miedo a los exámenes. Siempre temidos y nunca entendidos, los exámenes siempre han sido el temor número uno de los estudiantes. Muchas veces, parecen ser decisivos para toda la vida cuando en verdad no lo son. Hay tanta presión en un colegio y sobre todo el mundo, que es casi imposible no ver como alguien se quiebra bajo la presión. Él conoció chicas que se embarazaban por tontas, no por nada más y chicos que hacían tantos deportes que cualquier ojo agudo hubiera dudado de su sexualidad. Pero no en el colegio, no en un lugar donde todos tienen en común ese susto inexplicable ante el futuro.

 No es eso triste? Siendo el colegio la única etapa de la vida donde no tenemos que tomar decisiones serias, el único momento en el que no tenemos responsabilidades, sería bueno que incentiváramos su aprovechamiento en vez de solo recurrir al miedo colectivo ante número y personalidades que en la vida futura no van a significar nada. Que si era una chica que había tenido varios novios o solo uno, que si era un chico que jugaba muchos deportes o se dedicaba por completo al colegio. Eso no importa, a la vida, al mundo, no le interesan esos detalles.

 Él era un chico promedio. Nunca se destacó por nada y tal vez eso fue lo que lo mantuvo a flote. Esa falta de reconocimiento, que puede ser catastrófica en una edad tan temprana, fue tal vez un arma de doble filo que lo mantuvo vivo pero sumido en la desesperación. Porque si algo anhelaba con ansias era el futuro. No sabía que habría allí para él pero seguramente sería mucho mejor que un lugar en el que no era nadie ni nada. Porque eso es lo que más duele en la vida de cualquier ser humano, sea un niño o sea adulto. El sentimiento de no ser importante en el gran esquema de las cosas, es uno que cobra bastante al intelecto y a la autoestima. Y todos sabemos lo grave que puede ser un bajonazo de autoestima.

 Los grandes exámenes, los que de verdad importaban, pasaron. Tanta preparación y tanta expectativa para darse cuenta que ese camino de los exámenes no era el suyo. Tampoco le fue mal ni muy bien, fue promedio, como siempre. Pero después de pasado el susto, se dio cuenta que había vencido el miedo a los exámenes y de ahí en adelante no tuvo miedo de que lo evaluaran o juzgaran. Puede que afecte un poco, siempre pasa, pero la importancia que se le da es mínima. Él se había dado cuenta que la vida tocaba vivirla para él mismo y no para los demás. Obviamente nadie vive solo en el mundo pero es esencial vivir en paz con uno mismo o sino no hay manera de avanzar o de hacer nada.

 Cuando entró a la universidad, por fin pudo sentir que podía ser él mismo. Antes ocultaba quien era, lo que le gustaba e incluso lo que sabía. Pero ya desde el último año del colegio dejó salir todo poco a poco y para el primer semestre de su carrera, fue casi una persona distinta. Ahora era más extrovertido, aunque todavía reservado y dedicaba su tiempo a aquellas cosas que de verdad le apasionaban. Ya no había matemáticas, ni física ni nada de esas cosas que siempre le dijeron que iban a ser útiles pero por las cuales ya no tendría que preocuparse. Eso había quedado en el pasado. Ahora había nuevas cosas, nuevas experiencias y nuevas ideas por explorar y vivir.

 Sí, el sexo empezó más o menos en esa época o antes. Fue algo más bien casual, que inició casi a propósito, como para quitarse eso de la mente y de su lista de cosas por hacer. Tanta gente piensa que ese debe ser un momento para recordar toda la vida o algo tan especial como si se tratase de un evento único en el mundo cuando la verdad es que es algo bastante rudimentario y básico. Es normal que cada quien quiera que se trate de un momento único pero es casi imposible que eso pase. El sexo, siendo algo físico, es un poco desastroso sobre todo si se trata de una persona que jamás lo ha vivido. Entre más se hace, más se perfecciona, como tocar un instrumento.

 Su primera vez fue rápida, placentera y bastante casual. Fue un novio de un par de meses, alguien menor que él pero con un cerebro bastante atractivo. Era lindo. Años después, eso era lo único que recordaba. Y la textura de sus labios. Es extraño pero hay cosas que jamás se olvidan, como olores o sabores o texturas. Y en este caso eran los labios de ese chico y su pelo alborotado. La cosas terminaron pronto porque no tenía como sostenerse por mucho tiempo. Al fin y al cabo, ambos estaban en esa etapa exploratoria, casi de investigación. Y nada en esa etapa dura mucho y ella puede durar muchos años.

 Después hubo otro par de novios de ese tipo, con ninguno tuvo relaciones sexuales, solo besos y abrazos y reconocimiento mutuo. Pero como se dijo antes, eran relaciones que no duraban porque no tenían como hacerlo. Además, algunas de esas personas vivían todavía en la sombra de sus propias vidas y eso era algo con lo que él no quería tener nada que ver. Se aceptaba a si mismo y estar con alguien que no lo hacía era contraproducente.

 Su primer y único novio era así: libre en todo el sentido de la palabra. Además, era un chico muy lindo, algo rubio y mayor. De pronto fue esa la combinación perfecta pero la relación funcionó y fue él mismo que le puso fin, por miedo y porque en ese momento no se sentía listo para algo tan serio. El otro chico no tuvo la culpa, de ninguna manera. Era una persona que sabía lo que quería pero estaba enredado en buscar el amor primero fuera de si mismo y luego dentro. Años después lo entendería y sería feliz por su lado.

 Mientras tanto, fue avanzando en la universidad y adquirió sus primeros verdaderos amigos. Eran mujeres y eso tenía una simple explicación: toda la vida se le había hecho difícil comunicarse y establecer puentes con otros hombres porque estos eran mucho más cerrados a todo, o eso parecía. Las mujeres, en cambio, eran mucho más divertidas y menos simples. Entre clase y clase iban las risas y las historias y la imaginación en común. Fue su mejor momento, sin duda. Compartir de verdad por primera vez y sentir que pertenecía a ese lugar y a ese momento. Obviamente, no lo supo en el momento pero no demoró en descubrirlo por si mismo.

 Salió entonces de la universidad y luego del país. En la universidad salió con otros chicos, tuvo sexo casual y fracasos de muchos tipos. Pero eso no importaba. Porque, por raro que parezca, el amor nunca fue una prioridad. En cambio la felicidad sí y he ahí el problema, la coyuntura. Como se puede ser feliz sin amor, se preguntarán muchos? Se puede, sin duda que se puede porque el amor no es uno así como la felicidad no es una. Hay de todo tipo de combinaciones y gracias a esas era que él sobrevivía. El amor en forma de amistad le daba ese empujón que no recibía del romance o la pasión y el amor de él hacia lo que hacía lo impulsaba también.

 Vivió solo y lejos por un tiempo y supo quien era en realidad. Descubrir el rostro verdadero debajo de la máscara que estamos obligados a llevar toda la vida es algo difícil y hasta traumático pero la tranquilidad que le sigue a semejante revelación es algo que muchas veces no se puede explicar. Además, aprendió a vivir por si mismo, a seguir buscando lo que le alegraba el día y la vida y seguir adelante.

 Ha habido tropiezos. Y quien no los tiene? Todavía tiene dolores del pasado porque aunque él aceptó quien era desde joven, no aceptó tan rápido otros aspectos de su persona como su físico, como su vida que siempre parecía ir más lenta que las demás. Ese sentimiento de que todo parecía pasarle a otros pero no a él, lo subyugó por mucho tiempo. Y ahí venían los tropiezos, las crisis que podían durar meses o tan solo unos segundos. Ese dolor que viene desde adentro y que nadie puede quitar sino uno mismo. Todavía lo tiene allí, plantado como si fuera un árbol inamovible, enorme y terrorífico.

 Puede que sea algo que jamás se pueda remover. Puede que sea una de esas cosas con las que hay que vivir y si así es pues que más da. Ya su cuerpo había recibido golpes de su propia mano. El odio, el desespero, la impaciencia, el simple dolor lo habían llevado a ello. Pero con la vista de sangre supo que había tocado un fondo al que nunca más quería volver y desde ahí se tomó las cosas con más calma, tratando de no volver nunca a la oscuridad de la que había salido pero que se empeñaba en halarlo y envolverlo en sombras. No llevaba una treintena pero sentía a veces ser una de las criaturas más viejas del mundo.


 Esa es una de las miles de millones de vidas que ha habido. No es única ni rara. Tampoco especial o rara. Pero es una de todas y, en un mundo tan extraño como el nuestro, debería ser algo cuando menos visible.