domingo, 9 de agosto de 2015

Caminando por Bogotá

   Me encanta salir y caminar y siempre que estoy de viaje trato de caminar lo más posible. No hay mejor manera de conocer un lugar a que a pie. No entiendo como alguien puede tomar uno de esos tours en bus o en bicicleta. De esa manera nunca van a ver nada, conocer nada o sumergirse en la experiencia que es estar en otra ciudad o incluso en la misma ciudad que has vivido toda la vida. Además, caminar es mi tipo de ejercicio porque no requiere estar encerrado como un preso en algún tipo de edificio. Los gimnasios son tristes fábricas de cuerpos “ideales”, que casi siempre fracasan en su intento. Es muy poca la gente que tiene un cambio extremo en su cuerpo y la verdad es que no vale la pena tener uno para sentirse mejor con todo.

 Al caminar soy solo yo y el camino y de paso voy conociendo y viendo como la ciudad cambia de rápido. De pronto en una ciudad algo más  monótona no sea una actividad muy divertida, pero aquí en Bogotá sí que lo es, donde los edificios parecen salir del suelo de un día para otro y parecen que toda la ciudad cobra vida. No es un lugar calmado sino más bien lo contrario y puede que sea esa vida que uno nota cuando sale a caminar lo que en verdad inspira a conocer mejor cada calle, cada parque y cada rincón de la ciudad. Veo las caras de la gente, sea que sale de un hospital o juega con sus hijos, la diferencia entre alguien que entra al trabajo y los que salen, las conversaciones entre marido y mujer que suelen ser entretenidas. Es un mundo de varias capas.

 Me gusta, sobre todo, cuando el camino fluye y te deja ver por cual lado puedes tomar o parece que te da diferente caminos para escoger. Obviamente el destino nunca cambia porque tienes que volver a casa en algún momento, más si has caminado trece kilómetros seguidos, pero las variaciones del camino hacen que las cosas puedan ser más interesantes. Pero, de hecho, incluso si el camino es siempre el mismo, la verdad es que ver como la ciudad va mutando es simplemente increíble. Y lo que es más extraño aún es que la mayoría de la gente parece no darse cuenta. La relación de los ciudadanos con la ciudad está cada vez peor.

 Creo que el hecho de salir me ha conectado más con la ciudad, con la tierra, con lo que no es humano. Esa ciudad está viva, a veces enérgica y otras veces adormilada, pero viva en todo caso. Pero la mayoría de la gente no ve nada de eso. La gente solo ve el tráfico que se amontona, las cuentas que hay que pagar y como sus deseos no se cumplen  y entonces todo es culpa de la ciudad, como si la ciudad comprara los automóviles que se amontonan, fuera la cobrara las cuenta o fuese una especie de genio de la lámpara con temperamento. La gente olvida rápido y muchos ya olvidaron que primero estuvo el espacio y luego vino la ciudad con sus habitantes, que suelen no ser lo mejores ejemplos de seres humanos.

 A esos los veo todos los días bloqueando calles mientras  descansan tranquilamente en sus automóviles o usan estos últimos como si les dieran el derecho de vivir más que los demás. La gente se queja mucho pero no ayuda en nada, como con la basura y la contaminación en general de todo. El aire, el agua e incluso los muros son contaminados todos los días con basura y mugre pero nadie es capaz de decir que es culpa nuestra. Nadie es capaz de hacer algo y si lo hacen, es un esfuerzo y tan mínimo e insignificante que no cambia nada. A veces los esfuerzos muy tardíos y demasiado débiles son el último recurso de aquellos que nunca han querido ayudar pero se sienten obligados a hacerlo. Por supuesto, esos esfuerzos mediocres casi nunca sirven.

 Hay que anotar que muchos todavía ven la ciudad como a un pueblo grande y por eso se le subestima con gran frecuencia. Esa manera de pensar es también culpable de que la relación con la ciudad no sea la mejor y de la manera todavía tan rudimentaria de pensar de algunos. Es que se comportan como gente de hace un siglo en una ciudad futurista pero esto es según su capricho porque a veces creen y reclaman estar en Europa cuando nunca han hecho nada para que la ciudad avanza como esas ciudades lo hacen. La grosería y la prepotencia son una cualidad local, regional y hasta nacional que creció como un tumor a causa de ese pensamiento triste y mezquino de inferioridad, que siempre ha sido a propósito.

 En mis caminatas he conocido los parques más verdes, parajes hermosos de naturaleza que parecen irreales. Todos rodeados de viviendas y con menos árboles de los que uno querría pero igual son pequeños bolsillos de paz y tranquilidad, algo que contrasta brutalmente con el resto de la ciudad y del país. En un parque de la ciudad casi nunca se tiene que soportar el incesantemente matoneo social, ni la presión política ni ninguno de esos temas que nunca llevan a ninguna parte. En los parque se disfruta del viento, de las mascotas, de los pequeños insectos y de los majestuosos árboles que, grandes o pequeños, siempre son una bendición de la naturaleza.

 Y después están esos lugares de paz intranquila porque han sido creados por el hombre. Barrios enteros rellenos de edificios con jardines minúsculos pero en total calma, como si los hubiesen cubierto todos con una manta inmensa. Son lugares extraños porque se supone que están habitados no por cientos, sino por miles de personas. Y sin embargo, son lugares increíblemente calmos, casi como están al lado de una corriente natural, pero sin ese arrullo característico. Hay remansos así, que parecen salir de la nada y que se sabe, no serán permanentes. Porque a estas alturas sabemos que con la Humanidad, nada es permanente.

 Rara vez me siento a descansar. Mis pies siempre duelen al final pero prefiero no relajarme por completo hasta cumplir mi meta ya que es un duelo personal conmigo mismo. La verdad no sé como suena eso pero así son las cosas y la verdad es que hasta ahora me ha funcionado muy bien. La próxima meta podría ser romper los catorce kilómetros por caminata pero eso depende mucho de por donde camino y a que ritmo. Incluso los peatones tenemos baches que superar y ni se diga cuando hay que compartir los andenes (o aceras si prefieren) con bicicletas y a veces incluso con vehículos motorizados. Así es esta ciudad donde se ofrece mucho pero casi nunca se usa para lo que es. La enorme comunidad de los ciclistas sabe eso muy bien, así se hagan los de oídos sordos.

 A veces el recorrido es largo y tengo que devolverme en autobús porque todavía no estoy listo para los veintiséis kilómetros. Tengo que decir que creo que lo lograría pero ese no es mi mayor obstáculo. Esta la noche, que muchos temen en esta ciudad, al mismo tiempo que la adoran. Es una relación extraña, pero de extrañas relaciones está hecha esta ciudad. La gente reclama seguridad pero jamás aclara que muchas veces, son ellos los que propician la inseguridad, sea por acciones poco cuidadosas o porque no demandan lo que deberían del gobierno de turno. Los policías en mi concepto son útiles solo en situaciones muy especial y jamás como ayuda al tránsito o caminando por ahí. No son personas en alerta todo el tiempo o al menos aquí no.

 Poner cientos y cientos de personas en las calles y en los buses con armas, no va a mejorar la vida de nadie. Es que nada más hay que decirlo en voz alta y la afirmación se hace cada vez más ridícula. Pero así es la gente, aterrorizada por algunas cosas pero siguen dejando a sus hijos solos, siguen haciendo alarde de sus pertenencias en la calle y pregonan quienes son, como si a alguien le importara. Pero así son y es poco probable que cambien. Por eso el único cambio real en la ciudad será el de los edificios nuevos y el de la naturaleza que se toma su tiempo pero hace las cosas mejor que ningún ser humano.

 Cuando camino, no me gusta ir con nadie aunque algún día tal vez me gustaría. La verdad es que creo que si caminara con alguien me impedirían caminar tanto como lo hago yo todos los días y no quiero tener obstáculos para lograr las metas tan simples que me pongo. Pero no me negaría a una caminata más tranquila, en alguno de esos lugares alejados de la ciudad que tienen todavía esa personalidad que parece estar desapareciendo entre los edificios. Mucha gente escala o se lanza de una roca o va a los bosque de niebla y toma fotos. En todas esas actividades y en los lugares donde se realizan, se puede sentir el carácter aún vivo de la Tierra y el poder que tiene para hacernos sentir parte de ella.

 Mientras llega esa persona, seguiré caminando por donde pueda, seguiré comprobándome a mi mismo que no puedo ser igual que los demás, igual que aquellos que son ciegos selectivos. Puede sonar prepotente, pero creo saber más que muchos en cuanto a como vivir en una ciudad que todavía no ha muerto y que sigue peleando, en silencio, para que la dejemos ser mucho más de lo que es, sin visitantes que solo vienen por una cosa y sin habitantes que la usan pero jamás devuelven. Esa es Bogotá.


* El pasado 6 de agosto la ciudad cumplió 477 años desde su fundación.

sábado, 8 de agosto de 2015

On the rubble

   At first, the sounds were like thunder. Once and again they repeated themselves, a little bit louder each minute that passed. People were hiding in their basements or in any other structures below ground but were still very close to the bombs. They normally fell for hours, at least two, and then they would stop for another two hours until they came back. It was particularly awful at night, because people had no electricity and they feared something worse could happen in the dark, even worse that a foreign force dropping bombs on their heads. They just stayed there and prayed, if they believed in something. If they didn’t, it was a lot harder to imagine a way to go back outside alive.

 Every single person, even children, now knew that the world had been crumbling down for at least fifty years but no one had really noticed. That was until, all of a sudden, the most powerful country in the powerful got very extremist and started killing their own. People around the world saw it happening and they couldn’t believe their eyes. But as many times before, they did nothing, as they were scared they would get a blockade or some sort of attack just because they wanted to defend the lives of so many that had been massacred. And what the TV showed was only the tip of a very bloody iceberg. If people had known, they wouldn’t have feared, they would have done something. But that didn’t happen and it was only two years after that that the war starter. Ironically, it had nothing to do with mass murders but with a fishing boat.

 Since that happened, the world had seen five awful years of fire, misery and death. People talked about safe havens around the world but they all sounded so perfect, so ideal, that the general population thought they were only a fantasy created by those who didn’t want to realize what their reality was. They were prisoners in their own country, having to eat whatever they could find and surviving as animals, as rats. Some escaped to the countryside but things were supposed to be worst there because of the open spaces and the use of more horrible weapons that one could ever imagine.  The country was dead.

 Besides, they had been cut off from the rest of the world, so heading to the borders was useless as they were all under surveillance. And the truth was that even beyond those fences, life was exactly the same. So why bother in running, escaping and hurting the shitty body one had only to be in a place where things were exactly the same or maybe worst? People survived and they openly welcomed death, but on their terms. No one died of old age anymore but it was the objective of many to die that way. Most people died in the streets, with a shot to the head and probably not even fired by enemies but by other hungry people.

 Rumors were always heard. People had begun a rumor, maybe based on the truth, that a group of rebels had been working before the invasion had happened. You see, before the country was attacked daily, there used to be what people call a “puppet government”. A crazy military man, as they all are, had formed an alliance with the extremist nation that attacked them. He sold the country to them in exchange of letting him live and rule. And they did let him do that but only for some years until he was killed and the occupation really began. It was during that time that several “terrorist” attacks took place. It was them, the rebels.

 But now, it seems, the rebels didn’t existed anymore. Apparently, the government killed them all and then the government itself was killed so nothing remained from the past. News came every so often, from people that had managed to salvage radios or television sets. They said they had heard other countries been taken or an uprising somewhere very far. But even if all those things were true, people knew that they weren’t enough. Those things were happening so far away that they would never get any help. They just knew how their lives would end and they didn’t want to do anything about it. Why change what is inevitable? They just waited for the end and that was it. No more believing in miracles, or in any fantasy about rebels and war on the other side of the world. They were dead and that was the only truth.

 People survived eating small rodents that they found among the rubble after the airplanes had stopped bombing. There was no building standing and it made no sense for them to keep bombing them but they did it anyway. Some people believed that they didn’t want to use real soldiers in order to keep in line people that were already scared and enslaved, in a way. Another rumor was that soon they would come and build factories and that all those people in the basements would be made to work there, making uniforms, guns, helmets and so on. It was the normal thing to do by any foreign oppressive power, or so said the elderly. But no one knew and no one cared enough to think about it.

 A person’s day consisted of hearing the bombing all day, trying to sleep at least two hours and then go out of the hiding place in order to find food. That was it. There was no entertainment or time to be happy or joyful. Those things had died with the war. Any kid who laughed was severely spanked by their mother and learned, the hard way, that there was nothing to be happy about in this world. Some people moved around the city, trying to get more food and it sometimes worked. Some of the ponds and lakes still held water and some fish so it was only a question of how to get them. That would have been a nice way to spend an evening but these people saw it as a way to survive so there was nothing nice or good about it. It was just something they had to do.

 Suddenly, one day the bombing stopped altogether. It was not that they had decided to do less bombings; it was that they just stopped. People were scared then, more than ever. The invasion, the full scale one that they had feared for so long, was finally at their doorstep. Mothers decided to teach their children how to be obedient and how to lower their head before the foreigners. They wanted them to live, even if they had to be submissive and enslaved. Nothing could be worse than been a human rodent. They waited, and waited, and waited, but the invasion never came. They never saw a single soldier come their way but that didn’t make them calm down. Maybe they had decided to test a new weapon on them… Maybe they were going to be destroyed for good.

 But that never happened. A year after the bombings stopped, when the grass started to grow again, as the trees and crops, a battalion arrived to the ruined capital city. People were scared and ran away but they soon noticed those soldiers weren’t wearing the flag used by the extremists. They were wearing a white patch only which many remembered as a sign of peace. That week, five battalions arrived to help the people and teach them how to rebuild and feed themselves. The community was alive again and people, for the first time in many years, felt good about smiling and dreaming. The children were especially happy and their parents could finally have a calm heart.

 Many bodies were buried in huge mass graves. And it was then that they realized that their liberators were locals. Not all of them but many and they told them their story. Apparently, they were the ones called rebels back in the day and they had to flee the country before it went to shit. They said that many stayed behind but were killed. Those who remained hid in boats or planes bound for other parts of the world. Their stories were then so different and fantastic but they untied again at what they called the Big Battle. It had happened about a year ago and it had been the turning point for the war. The extremists were cut off of their resources and then their capital was taken. Their leader was hanged.

 That’s why the bombings had stopped. For all effects and purposes, the war was over. The rebels talked about the sacrifice that many had done in order to get their freedom back and that’s why now they wanted every country to stand up again and become a better version of themselves, to become something that people could look up to in the future. War had to be a thing of the past, something only mad men would think about and those mad men had to be put away, their freedom taken before they could take anyone else’s.


 The world had died but then, it’s heart started beating again. Will there be another chance? Will we survive again to our own demons and stupidity? Let’s hope this time it sticks.

viernes, 7 de agosto de 2015

Gracias por el cambio

   Yo siempre había tenido llaves del apartamento. Nunca las había pedido sino que él me las había dado por si se necesitaba algo con urgencia o algo por el estilo. Habían sido útiles cuando me había pedido que le recogiera algunas de sus fotos o algo de comer para que no muriera de hambre en el estudio. Los fotógrafos parecían ser una especie aparte, dedicados pero descuidados al mismo tiempo. Yo la verdad prefería no tratar de entender todo lo que hacía porque, al fin y al cabo, me sienta contento de estar con alguien como él. Físicamente se veía como un modelo de revista y su personalidad era muy interesante, sabía mucho de la vida y del arte y con eso había caído rendido a sus pies. Era todo un partido y yo, tan simple como soy, me lo había quedado.

 Así que comprenderán mi sorpresa el día que decidí ir a su casa por unos folletos que se me habían olvidado. Se los había mostrado para ver que opinaba pero la conversación no pudo ser pues él me invitó a otro de sus cócteles en alguna galería de la ciudad y nunca tuve oportunidad de decir nada. Los necesitaba con urgencia y decidí pasar de camino a la oficina. Al fin y al cabo, lo más probable era que no estuviera pues me había dicho que trabajaría desde temprano. Así que yo, muy tranquilamente ingresé al edificio y subí al ascensor feliz, pensando en la relación tan perfecta que tenía y en lo mucho que me había recompensado la vida con ella. Me acerqué a la puerta y la abrí de golpe, ignorando lo que mis otros sentidos querían advertirme.

 Allí, no podían ser más de tres metros, estaba la persona que había amado por el último año. Pero no estaba solo o haciendo yoga, que según él le encantaba. Estaba desnudo por completo, teniendo relaciones sexuales con una mujer. Ella fue la primera que me vio y tengo que confesar que nunca he reaccionado más lentamente a algo. Ella se asustó y gritó que era un ladrón. Obviamente no tenía idea de nada, como yo. Él alcanzó a verme antes de que mis pies respondieran y me sacaran corriendo del lugar. Bajé por las escaleras y cuando me di cuenta estaba en el auto, saliendo del sótano del edificio. A veces existen esas lagunas y las agradezco pues no podría haberlo enfrentado.

 Cuando me llamaron del trabajo les dije que había perdido los folletos impresos y que los llevaría al día siguiente ya que me sentía algo mal del estomago. Con eso, nadie preguntó más nada. Yo regresé a mi casa y me quería morir. Lloré pero después me dio rabia y me lastimé a mi mismo pegándole puños a la pared y a mi cara. Tuve que curarme esa noche y sentir, de nuevo, como la sombra de todo lo que me había aterrado en la vida antes se volvía a cernir sobre mi. Pero algo cambió respecto a veces anteriores y fue que no dejé que ese dolor me consumiera. Decidí que las cosas debían cambiar y cambiaron.

 Él trató de buscarme para explicarme lo que había visto, como si yo no supiera como funciona el sexo entre un hombre y una mujer. Un día le contesté el teléfono y él me dijo que yo debía oírlo porque era lo correcto. Yo lo mandé a la mierda y le dije que nunca más se atreviera a llamarme. Claramente se sorprendió por mi reacción pues no dijo más nada y, menos mal, no supe más de él. Como cosa rara, días después por comentarios de la gente y recuerdos míos más claros, pude entender con que clase de imbécil había tenido una “relación”. Estaba enamorado de si mismo, creyéndose lo mejor de lo mejor. Parecía que le caía encima a cualquier cosa que se moviera y con eso pude entender que no me había perdido de nada y que el que había ganado era yo.

 Nadie nunca me preguntó por los golpes en mi cara y yo nunca se lo expliqué a nadie. No era algo de su incumbencia. Al y al cabo había sido un error porque si a alguien debí golpear era a él y no a mi. Porque odiarme a mi mismo cuando él había sido quien había hecho todo mal? Mi autoestima me había jugado una mala pasada pero decidí que eso se detendría. Era difícil pero no podía ser que me culpara y a mi aspecto de todo lo que sucediera. Si la decisión era entre estar bien conmigo mismo o tener novio, prefería lo primero toda la vida. Los hombres hay muchos y pocos valen la pena así que siempre será la primera la mejor opción.

 Algo que me relajó fue empezar a caminar por ahí, a veces tomando fotos. Es gracioso pero algo bueno había sacado de la toxicidad de la relación y era un aprecio por las imágenes. Claro que yo no hacía grandes producciones demasiado reforzadas sino que tomaba fotos de cosas que me gustaban en la calle. Algo así como postales personales. Hacerlo y caminar, me dieron un respiro, como si hubiera abierto una válvula de escape que dejara que todas mis preocupaciones y frustraciones salieran con tranquilidad y sin herir a nadie. En el trabajo parecía que me ayudaba también porque ahora siempre entregaba todo a tiempo y tenía así más tiempo de planear otras cosas para hacer que antes no había querido hacer o no había tenido el tiempo.

 Lo más destacable fue conocer a Freddy. Era un personaje la verdad y de esos que te hace pensar más de una vez. Lo conocí en un parque mientras tomaba fotos y empezamos a conversar. Fue allí cuando me di cuenta de que yo no era el mismo de antes pues jamás habría mirado a un hombre como él: musculoso, tatuado, rapado. No dudé en decir que sí a su solicitud de ir a su casa donde tuve el mejor sexo de mi vida. Nunca había sido así con el fotógrafo, con tanta pasión y sin nada de compromisos ridículos que frenaran nada. Freddy era divertido, gracioso, amable y hasta cariñoso. Y además era bueno en la cama. Lo mejor de todo, sin embargo, era que yo no sentía nada por él, excepto un aprecio enorme.

 Mi vida se fue renovando así, lentamente, sin yo hacer nada consciente pero teniendo por fin la varita para dirigir mi propia vida. Ya no tenía la cabeza llena de estupideces, de amores imposibles y sueños ridículos. La tenía llena de aventuras, de posibilidades y ganas de sentirme bien conmigo mismo. Hacía cosas que siempre había querido hacer como escalar o ir al zoológico. Por alguna razón siempre había pensado que eran actividades para hacer con otras personas pero no era así. Era divertido hacerlo solo. Obviamente a veces hubiese sido bonito compartir momentos con alguien pero para eso servían los amigos y mi nueva manera de ver las cosas me fue proporcionando muchos de esos.

 Daniela era una artista, más que nadie que hubiera conocido antes. Eso sí, ella no hacía cuadros ni esculturas sino tatuajes y eran incluso mejores que esos otros. La conocí cuando me tatué un símbolo personal en el brazo, hablamos mientras lo hacía y me di cuenta de lo interesante que era. Lo primero que hicimos juntos fue un asado donde conocí a su novio, su hermano y varios otros amigos. Eran personas diferentes a las que había conocido en mi vida pero eso me gustaba y su manera de ver el mundo, al fin y al cabo, no era tan distinta. Al cabo de unos meses podía considerarlos mis amigos y por fin tuve con quién compartir esos momentos que antes había disfrutado en solitario.

 Con Freddy seguimos teniendo sexo hasta que él tuvo que irse de viaje, pues le habían ofrecido un trabajo mucho mejor. Yo me alegré mucho por él y esa vez el sexo fue más romántico, si se puede decirlo así. Le hice un regalo y él me dijo que lo cuidaría siempre, pues muchos de los momentos que habíamos compartido habían sido de los mejores para él en los últimos meses. Debo decir que cuando me lo dijo, no lo creí. No creí que pudiera hacer impacto, como fuere, en la vida de alguien. Nunca pensé que alguien… Casi lo digo. Me sorprendió y me alegró el día. Fui a su fiesta de despedida donde conocí a su familia y amigos y me di cuenta de las dimensiones de la vida y porque vale la pena aprovecharla.

 Cuando por fin pude ver a mi familia, que vivía lejos, fue como un respiro para mi. Los extrañaba tanto y creo que no había caído en cuenta de ello. Eran la pieza que me faltaba para sentirme de verdad completo, de verdad curado de tantas cosas y no solo de la relación fallida con el fotógrafo. No le puedo echar la culpa pues mis problemas venían de antes y fue gracias a él, al fin y al cabo, que debo agradecerle mi nueva vida. Y eso fue lo que hice un día que estaba con Daniela en una galería y lo vi. Él tenía miedo, lo podía notar pero le sonreí, le agradecí y me despedí. No hice nada más y seguí mi vida, contento de haber hecho lo correcto.


 Lo que deparaba el futuro, no importaba. El futuro puede tener tanto de malo como de bueno. Pero el punto para mi fue hacerme un camino agradable hacia ese futuro en vez de amargarme la vida con nada, pensando en los demás y jamás en mi. Yo tuve que pensar en mi y no me arrepiento de haberlo hecho. Gracias a eso sufro menos, vivo más y tengo mayores posibilidades de ser alguien que me sorprenda cada día más. Y que mejor que eso?

jueves, 6 de agosto de 2015

Pomp and Circumstances

   Every single member of the staff was very nervous. It was well known by them that when the McAllen family decided to visit, it was a trying moment for the hotel and everyone in it. But the McAllen’s were very rich and they knew they could use that kind of clients. Rich people were not coming to the hotel anymore, or maybe to the region… Anyway, not many wealthy heirs and heiresses wanted to visit Lake Flora in the summer. Other vacation spots had become more popular and the lake had lost some of its former splendor. But the McAllen’s were a family of traditions and they had come to the lake every year for sixty years, so they weren’t going to break that custom.

 The day they arrived, every single staff member had to stop whatever it was they were doing and just run to the main hall and line up on either side of the red carpet they had installed exclusively for the event. The other guests, which were not many, had been barred from the main hall and had to use the service elevator in order to get to the their rooms or from there to anywhere else in the hotel. Some of them complained but as none of them were as rich and famous as the McAllen’s, their opinion was not very important. That sounds awful, especially when the hotel always cared about every single guest with care. But this time it was different because the McAllen’s were the difference between a definitive closure of the hotel or their permanence in the business.

 When they arrived, everyone was as still as a statue but that didn’t mean that people weren’t excited or curious. After all, it had been a year since they had been there for their last visit and many staff members had entered the hotel after that so they were really excited about meeting people that were practically royalty. If nobility existed in any way in this country, the McAllen’s would surely be a very important and powerful family, maybe even more that they already were. Arthur McAllen, the main figure, had made his family richer by buying several mines around the world as well as having an almost complete monopoly on several markets such as bananas, sugar and tea.

 He was the first one to come in and every single staff member had to bow as he passed. Mister McAllen seemed overjoyed and the first thing he said to the hotel manager was that the place was as beautiful as he had always remembered. He congratulated everyone and moved on to the main counter. After him, came Lady McAllen. She was a true noblewoman, daughter of a duke from England. Her father owned several newspapers. She walked among the people, greeting some of them. And then came the children. The girl was already a women, very beautiful but visibly very annoyed by the whole concept of spending her holiday in the lake. She rushed over the red carpet and joined her parents fast.

 The young boy that followed him was ecstatic. He looked at everything, greeted some of the staff and asked a kitchen maid if she knew if there were monsters in the lake. She laughed at the comment but the hotel manager gave her a look of disapproval, which stopped her laughter. The last person to come in through the door was the mother of Arthur McAllen. Everyone in the region and the country knew Callista McAllen very well. She had been the wife of a governor that years later became prime minister. And he had been a particularly bad prime minister. Many people said he had died of an illness related to madness but no one was really sure. The truth was every staff member looked at her, interested by her story.

 The older woman crossed the red carpet, oblivious to the preparations for their arrival, getting to her son and demanding him for a bed in order to rest her feet. A waiter gave each one of them lemonade, made with fruit grown in the hotel surroundings, and then several younger bell boys rushed outside and started taking the luggage to the presidential suite. They all signed the guest book and then the manager asked Arthur McAllen if he would like to pose for picture. It was kind of a tradition of the hotel, so the family complied although only the men were happy to do it. The women looked annoyed and tired. So the photographer, who happened to be the groundskeeper, had to do it fast.

 Moments later, everyone was in the presidential suite, their empty luggage in a big closet and all their clothes and belonging in drawers and closets all over the room. The place was very overwhelming, if one wasn’t very used to the golden glow of its walls and the overpowering smell of the perfume used when the maids cleaned up the bedroom and bathroom. It was just too much for every one except for such a wealthy family as the McAllen’s. The women decided to rest and retired to their rooms. The men changed clothes and decided to take a walk. When they arrived to the hall, the red carpet was no longer there or staff members. Everything was back to normal. But they didn’t really pay attention. They just crossed the main doors and went outside.

 Arthur and his son walked towards the lake and there, the father would tell his son several stories about the monster that many had claimed lived beyond the surface of the lake. Some said it had wings, some others said it was like fish but huge in size. Father and son threw stones at the water as they shared stories about the mythical beast. They also explored the woods around the hotel and discovered the place were the lemon trees grew high and mighty. For Arthur, this place brought the best memories from his childhood and he wanted to past that on to his son.

 But his wife and daughter weren’t as happy to be there. The next day, her wife refused to have breakfast in their private dining room, and preferred to eat alone in their bedroom. The daughter wasn’t a much easier person to handle, especially because she did come out of her bedroom. In just a few hours, the staff had come to hate her even more than any other guest in their time there. She was bossy and very rude for such a rich family. She would tell them how to do their chores, even as she had never moved a finger in her life to do anything. And she tired everyone by always saying that her future husband was a commander in the army and he would have the power to improve this lost region and make it productive, instead of just a place for old people to catch some sun.

 But the elderly person in her group would not have agreed. The oldest McAllen was maybe the nastiest and that was because she insisted, every morning in sitting in the main table of the dining hall down in the ground floor. She wanted to seat where her dead husband also sat when he was governor and prime minister. The thing was Callista McAllen had lost it several years ago. Her son was too kind and didn’t want to realize it but she was losing her mind by the minute and she was becoming more and more demanding and rude because of it. She even attempted to hit a waiter on the second day because he had delivered her tea colder than she liked it.

 And the McAllen’s never apologized. The waiter had to leave for the kitchens immediately and he was relocated to another part of the hotel, were he would not be affected by Callista’s insanity. Besides minor incidents like that, everything was going very well with the McAllen’s summer stay. The manager love to do the counts of how much money he would win by the end of the season. He was relieved more than happy because it was not mystery that the hotel was going under: there was not that much money to pay every single person that worked there and attendance had been so low that year that they had even though of closing for some time. That’s why the McAllen’s had to be treated like royals.

 But then one night news from the capital came in and everyone was awoken by the man carrying the letters, because it wasn’t just one but many. He demanded to see Arthur McAllen, who had to be woken up and rushed into the ground floor. There, the man gave him all the letters. And every single one of them told exactly the same story: their neighboring country had attacked a border post and then a whole border town. It was war and the government had demanded for the wealthy to help them in this hour of need. McAllen asked for a pen and paper to write his response, that he was going to give all the money he could to the cause. But the man that had brought the letters stopped him and told him that not only they required his money, but his presence to in the battlefield.


 Everyone in the hall became mute. And it was the first of many silences they would hear for the following years. The war grew larger and more and more lethal. Arthur McAllen would die months later, as well as the commander who was going to marry his daughter. The hotel closed indefinitely the following winter and no one would ever hear about Lake Flore until after the war, when it would become synonym of madness, as the hotel was bought by the ministry of wealth fare and then transformed to an asylum. The McAllen tradition and dynasty died in the war, as the women died of sorrow and the men of war.