miércoles, 2 de noviembre de 2016

Detective privada

   Su vehículo estaba lleno de envoltorios de comida y de latas y vasos de plástico vacíos que alguna vez habían contenido café caliente o bebidas energizantes. Todo lo tiraba a la parte trasera o al lado del copiloto y la idea era limpiarlo cuando hubiese acabado con el caso que tenía en el momento. Al fin y al cabo, podía durar más de medio día metida en el carro sin tener necesidad alguna de salir. Como ya conocía cómo iba todo, su cuerpo solo necesitaba ir al baño en las tardes, cuando casi siempre estaba en casa. De resto, se la pasaba afuera.

 Ser una detective privada no era un trabajo muy común que digamos pero pagaba mucho mejor que otros trabajos que Nicky había tratado de ejercer, incluido el de policía. Se había presentado tres veces al examen de admisión pero nunca había obtenido el puntaje suficiente para convertirse en oficial. Después de la tercera vez, se aburrió tanto que estuvo meses en su casa sin hacer nada hasta que las cuentas empezaron a acumularse y tuvo que inventarse algo para ganar un poco de dinero. Un amigo le había aconsejado trabajar como privado.

 Por supuesto, a veces podía ser muy extenuante y los caso no eran nunca tan interesantes como los que ella había pensado que resolvería en la policía, pero al menos ganaba buen dinero pues la mayoría de esposas o esposos celosos están dispuestos a pagar cantidades absurdas de dinero con tal de averiguar si sus parejas les ponían los cuernos o no. Y, casi siempre, la respuesta a esa pregunta era afirmativa. Pocas veces pasaba que no encontraba nada durante sus pesquisas. Si no eran cuernos, era algo relacionado al dinero o hasta peor.

 Su amigo, el que le había recomendado trabajar de esa manera, era ya detective de la policía. Juan no era el mejor ni el más brillante pero por alguna razón él si había obtenido el puntaje perfecto en el examen de admisión la primera vez que los dos habían intentado entrar, hacía ya unos cinco años. Nicky recordaba eso cada vez que lo veía y por eso siempre trataba de que sus conversaciones siempre fuesen breves y sin mayor trascendencia. Juan ayuda a procesar a los maleantes que encontrara ella, si es que ocurría en algún caso.

 Eso no era frecuente. En su último caso había encontrado al marido de una mujer que la había contratado en menos de veinticuatro horas. Resultó que se quedaba horas extra en su oficina con uno de los pasantes más jóvenes. Las fotos tampoco fueron muy difícil de tomar, solo había sido necesario entrar al edificio y eso, con la experiencia que Nicky ya tenía, era como pan comido. La mujer había llorado al ver las fotos pero, menos mal, no tanto para olvidar el pago de la detective. La mujer le agradeció y eso fue todo, resuelto en tiempo record.

 Juan siempre le preguntaba si no pensaba en las consecuencias de los trabajos que hacía. Muchas familias se veían envueltas en esos caso y terminaban siendo destruidas por la verdad. Ella siempre respondía que no era su problema si la gente construía su vida sobre las mentiras. Si no era a causa de ella, sería por otra razón que la verdad surgiría, y a veces es mejor que sea lo más rápido posible pues cuando la verdad se demora en llegar puede perjudicar aún más todo lo que podría tratar de salvarse después, cuando no haya mentiras.

 Al poco tiempo le llegó otro caso pero este, por fin, era diferente. Se trataba de un empresario que quería que Nicky siguiera a uno de sus empleados. Según lo que le había dicho, el empleado estaba siendo tenido en cuenta para un puesto bastante bueno, con una paga que a cualquiera le hubiese interesado, y por eso necesitaba saber en que cosas estaba metido, para determinar si podía confiar en él todos los secretos de la empresa o si tenía secretos guardados que pudiesen impedir el desarrollo en calma de su nuevo trabajo.

 Ese caso no se resolvió en un día. Desde que empezó a seguir al hombre, le pareció que era el hombre más común y corriente del mundo, al menos para ese momento de la historia del hombre. El tipo era joven, tal vez un par de años menor que Nicky. Era guapo y todas las mañanas madrugaba para ir dos horas al gimnasio. La detective, en una semana, pudo memorizar su rutina que consistía en calentamiento, aparatos varios, pesas y finalmente un chapuzón de veinte minutos en la piscina del complejo deportivo al que iba todos los días sin falta.

 Al salir sudado del sitio, se dirigía caminando a su casa, donde se bañaba y cambiaba y salía al trabajo que, por raro que pareciera, también quedaba a una corta distancia. Para Nicky no era normal pues estaba acostumbrada a conducir a todos lados pero ahora se veía en la necesidad de salir de su vehículo para caminar cerca de la persona que estaba siguiendo. Si se quedara en el carro, seguramente sería mucho más evidente que estaba siguiendo al hombre. El tipo no parecía ser un idiota y se daría cuenta al instante.

Pasaron dos semanas y la rutina del tipo no cambiaba. Estaba desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde en la oficina. Llegaba rápidamente a su casa, donde casi siempre cocinaba algo él mismo y luego veía algo en la televisión hasta las once de la noche, hora en que se acostaba a dormir para estar listo al día siguiente para su rutina. Los fines de semana la cosa no cambiaba demasiado, solo cambiaba la oficina por más gimnasio y salir a comer con amigos o familia.

 En conclusión, el tipo no podía ser más aburrido. Sin embargo, el hombre que la había contratado, le había pedido a Nicky que fuera lo más exhaustiva posible. Cualquier pequeña cosa que pudiese encontrar fuera de lugar sería perfecta para quien la había contratado. Pero es que el hombre que seguía era virtualmente perfecto. No solo tenía un cuerpo increíble, y ella lo había detallado mucho con sus binoculares, sino que sabía cocinar y encima parecía tener lo suficiente de aburrido como para ser el mejor novio del mundo. El tipo era ideal.

 Una noche que decidió quedarse vigilando, Nicky notó que llevaba casi un mes con el mismo caso y ya había dejado de ser interesante. Sin embargo, los otros encargos que le aparecían siempre eran de lo mismo. La gente vivía obsesionada con que la traicionaran y ella estaba segura que tanto pensar que les estaban poniendo los cuernos hacía que en efecto eso pasara así no hubiese ni las más mínima razón para ello. Investigar y casi desdoblarse para estar en todas partes ya ni valían la pena. Podía afirmar que era un positivo desde el primer momento.

 De repente, salió de su ensimismamiento. La luz de la habitación del hombre se encendió hacia las dos y media de la madrugada, cuando el frío presionaba por todos lados y el silencio era casi total. El tipo fue directamente al portátil que tenía en la sala y se sentó frente a él un buen rato. Nicky asumió que se trataba de pornografía. Con un truco que le había enseñado una amiga que era hacker, intervino la señal de internet y pudo ver en su tableta todo lo que el tipo veía en su pantalla, pero no eran ni mujeres ni hombres desnudos.

 Eran números. Listas y listas de números y nombres por todos lados. La lista debía contener más de quinientos números asignados a personas. El tipo abría y cerraba el archivo y luego consultaba otras informaciones que no tenían nada que ver. Pero siempre volvía al tablero de número y nombres. Antes de que el tipo cerrara su portátil para volver a la cama, Nicky se dio cuenta de que los números eran códigos de cuentas bancarias y los nombres al lado debían ser de los dueños de cada cuenta. Lo raro era que el tipo no trabajaba en un banco sino en una compañía de seguros.


 Con una captura de pantalla que había tomado, investigó en casa los números de cuenta y otros datos numéricos que había en otras casillas. Después de una exhaustiva revisión, pudo determinar que no eran cuentas bancarias sino número del seguro social. Y sus cuentas no cuadraban. Alguien les estaba robando a esas personas y Nicky estaba segura de que no era el hombre del gimnasio. Alguien más lo estaba haciendo y él solo estaba preocupado. Por fin uno de sus casos se había puesto interesante.

martes, 1 de noviembre de 2016

A family

   His wife had fainted and the kids were now trying to help her feel better in the car. Meanwhile, he was still staring at the house, as if it was going to magically change it’s looks from the old and almost destroyed state it was in to the almost mansion he had thought he purchased some weeks ago. He didn’t feel good at all but his body was suddenly not able to respond to anything. He only reacted when his boy, who was around ten years old, came from the car and told him his wife wanted to talk to him with urgency. He turned around slowly, still in disbelief.

 The only thing his wife wanted to tell him was that they should be going to the police and tell them what had happened. They had to do it as soon as possible because maybe, just maybe, the person that had done that to them may be closer than they thought. He drove back to the nearby small town and explained the situation to the police officers. The one that took care of them put a hand to his forehead to clean the sweat off his face and told them they weren’t the first to come saying they had been robbed in such a way. At least four families had gone through the same thing that year.

 He explained that they had always used that house because the owner had died many years ago and no one could claim ownership of it. Actually, the state still had to wait ten years in order to be able to take possession of the house and then sell it or do whatever they wanted with it. And, of course, everything they showed was false and people never cared to check before they spent all that money in a new house. The family man, called George, explained to the officer that they were precisely there to check out the house because it was supposed to be finished in six months.

 Again, his wife had sit down. She asked for a glass of water and tried to relax but her heart was beating too fast. Norma, that was her name, had already begun planning so many trips and so many other fun stuff around that house. The amount of money they had spent was nothing next to the emotional investment they had obviously already done in that place. It was just a very cruel joke to play in them and she just could not believe someone would do such a thing. She still wanted to think it was some kind of mistake.

 But it wasn’t. They had been robbed of millions and they did all the paperwork to sue the people and the alleged company that had processed the whole thing. Of course, the company was a fake and the possibility of being reimbursed was almost impossible but they needed to do everything according to the law. Because, when the time came, they would need to prove they did not have a country house or anything like that. It was a very long process and a very slow one too. But after several months, it finally ended.

 The relationship between George and his wife was not the best. The situation with the new house had deteriorated everything they had before they realized they had been cheated on. They stopped being close to each other and after what happened, they rarely even spoke when they were alone. They tied to maintain normalcy for the children but it was obvious they were not idiots and could realize very easily that their parents didn’t really like each other anymore. However, they did not have a big response to it.

 In time, about a year after the robbery, Norma decided to file for divorce. She realized she simply didn’t trust her husband anymore and she actively blamed him for having been robbed off all the money they had paid for the country house. She realized she could never forget that, so the intelligent thing to do was to just get a divorce. Of course, she wanted to keep the kids and George wasn’t going to just give them to her. It was a very ugly situation in which every person they know had an opinion and that helped their marriage to die quickly.

 They finally agreed that they would share custody of the children with them living most of the week with their mother and the weekends with their father. They were still young and they both knew it was going to be a very hard thing to live with but they agreed they could do it for their children. The kids felt everything was their fault somehow, and began to behave in different ways, from hitting classmates back in school to just stop talking and turning into a repressed little kid which obviously wasn’t great for such a young age.

 They each had less and less money to spend, because they had many more things to pay for: gasoline for all the car rides during the week, the shrinks for both of the kids, the allowance George had to pay his wife in order to support the kids, the amount of groceries they had to buy each in order to supply everything necessary for the children… It was just too much and every month things seemed to get pricier and more complicated. One kid began fighting in school too much and the other was accused by a teacher of being autistic.

 It was just a very ridiculous situation that had came from one bad investment, one bad moment in which they hadn’t had the brain to check on the product they were buying first. They both knew it was both of their faults that they had been robbed but it was easier to blame the other because confronting the truth was always very hard and embarrassing. But both George and Norma were to blame. They wanted to seem rich in a moment and never cared to think of their children or about anything else.

 Their marriage was destroyed and when the kids became older they stopped seeing each other and just moved on to have their own lived. Norma remarried first and George killed himself two months after that. He had been tired of calling his children and never getting an answer. That fatal day, he wrote a letter to them, including Norma, telling them how sorry he was for what he did. However, he also reminded them they used to have been a family and they all just bailed on him the first moment they could, not thinking about anything they had gone through.


 In the last few lines, he blamed himself and all of them for the implosion of their perfect family. He said it was their entire fault that just because of something other families could have rallied around, they all just began to fall apart and try to run away from each other as far as they could. Now one of his kids was on drugs, the other had social problems and he made them see what they had become, hoping they could change their ways once he wasn’t there anymore. Of course, he never knew that letter was too little, too late.

lunes, 31 de octubre de 2016

Beso a la italiana

   Pensaba que nadie nos había visto. Estaba bastante oscuro y se suponía que todos en el salón estaban demasiado ocupados viendo la película como para ponerse a mirar o escuchar lo que hacían los demás. Cabe notar que hice mi mayor esfuerzo para no hacer ruido y que estábamos en la última fila de uno de esos salones que son como un anfiteatro. No me iba a atrever a tanto en otro lugar más arriesgado, pensé que no estaba lanzándome al agua de esa manera y, sin embargo, cuando prendieron la luz, hubo más de una mirada en mi dirección.

 La verdad, aproveché el final de la clase a para salir casi corriendo a mi casa. Menos mal era ya el final de mi día en la universidad y podía volver a mi hogar donde había comida caliente y menos ojos mirándome de manera extraña. A él no le dije nada y la verdad era que después de nuestro beso, apenas nos tomamos la mano por un momento para luego comportarnos como si jamás nos hubiésemos sentado juntos en la vida. Me hacía sentir un poco mal hacer eso pero a él no era que pareciera afectarle así que dejé de pensarlo.

 El viaje a casa fue demasiado largo para lo que quería. Apenas llegué comí mi cena con rapidez y, apenas acabé, subí a mi cuarto y me puse la pijama. No solo tenía hambre desde la universidad sino también sueño. Era viernes pero no tenía ganas de verme con nadie ni de hacer nada. A mi familia se le hizo raro que me acostara tan temprano pero es que me caía del sueño, no entiendo por qué. Apenas apagué la luz y encontré mi lugar en la cama, me quedé profundamente dormido y no me desperté sino hasta que sentí que había descansado de verdad.

Desafortunadamente, me desperté varias veces durante la noche. Mi cerebro parecía estar obsesionado con la idea de que había besado a Emilio en la oscuridad. Había sido un beso inocente, simple, pero mi mente se inventó varios sueños y pesadillas alrededor de semejante recuerdo tan simple. En uno de los momentos que me desperté, como a las cuatro de la mañana, tengo que confesar que lo quise tener conmigo en mi cama para abrazarlo y que me reconfortara. Pero entonces recordé que eso no era posible y volví a dormir con dificultad.

Menos mal no tenía nada que hacer el sábado. Solo investigué un par de cosas para la universidad y el resto del día me la pasé viendo series de televisión y compartiendo con mi familia. Los días así los disfrutaba mucho porque eran días simples, de placeres simples. No tenía que complicarme la cabeza con nada. La noche del sábado al domingo dormí sin sueño y me sentí descansado. Ya la del domingo al lunes fue un poco más tensa, también porque tenía que madrugar para llegar a una clase a las siete de la mañana.

 A esa clase llegué contento por el buen fin de semana pero a los diez minutos de haber entrado ya estaba a punto de quedarme dormido. El profesor tenía una de las voces más monótonas en existencia y muchas veces ponía películas tan viejas que no tenían sonido de ningún tipo. Era como si fuera una trampa de una hora para que la gente se quedara dormida en mitad de una clase. No tenía ni idea si a alguien lo habían echado de un salón por dormir pero, si así era, seguramente estaba yo haciendo méritos para que me pasara lo mismo.

 Pero no ocurrió nada. La película se terminó y todos nos movimos muy lentamente a la zona de la cafetería, donde pedí un chocolate caliente y algo para comer que me ayudara a aguantar una hora hasta la próxima clase. Fue en una de esas que llegó una amiga y se me sentó al lado con cara de que sabía algo que yo no sabía. La verdad era que era demasiado temprano para ponerme a adivinar. A ella le encantaban los chismes y a veces me ponía a adivinarlos, cosa que odiaba con el alma pero al parecer a ella le encantaba hacer así que no decía nada.

 Esta vez, en cambio, se me sentó justo al lado y me susurró al oído: “¿Es cierto?” Yo la miré con cara de confundido pues en verdad no tenía ni idea de que era que me estaba hablando. Sin embargo, Liliana parecía a punto de explotar con la información. Le dije que me contara si sabía algún chisme porque no tenía muchas ganas de ponerme a adivinar haber quien había terminado con quien o quien se había echado encima a otro o si una de las alumnas se había desnudado y había corrido por todo el campus sin nada de ropa.

 Ella negó con la cabeza y lo dijo sin tapujos: “Dicen que te vieron dándole un beso a Emilio.” Obviamente yo no le creí. Ella sabía del beso porque yo mismo le había contado durante el fin de semana, por el teléfono. Ella no tenía esa clase conmigo y no tenía manera de saber. Pero esa fría mañana, me dijo que yo no había sido el primero en contarle sino que otra chica, que sí estaba conmigo en esa clase del viernes, dijo que lo había visto o que por lo menos alguien le había contado justo cuando había pasado. El caso es que todo el mundo sabía algo.

 La mayoría era seguro que no habían visto absolutamente nada pero los rumores siempre crecen gracias a los que son netamente chismosos. Por un momento, no me preocupé. Así fuese verdad que todo el mundo sabía, creo que era más que evidente para el cuerpo estudiantil que a mi no me gustaban las mujeres más que para una amistad. Porque tendría que preocuparme por lo que ellos supieran o no? Ya no estábamos en el colegio donde todo era un dramón de tamaño bíblico.

 Y fue entonces que me di cuenta que yo no era la única persona metida en el problema. Los chismes podrían hablar mucho de mí pero también era sobre Emilio y él había comenzado la carrera con una novia. Y no era un hecho que solo yo supiese o un pequeño montón de gente. Su situación había saltado a la vista durante un año pues la novia era de aquellas chicas que aman estar enamoradas y que no pueden vivir un segundo de sus vidas despegadas de sus novios. Siempre me pregunté si estudiaba o algo porque no lo parecía.

 Emilio había terminado con ella hacía unos meses y fue entonces cuando empezamos a conversar y nos dimos cuenta que había un gusto que nunca nos hubiésemos esperado. Lo del salón, lo admito, fue culpa mía. Yo fui quien le robé el beso porque cuando lo medio iluminado por la película italiana que veíamos, me pareció de pronto el hombre más lindo que jamás hubiese visto. Tenía una cara muy linda y unos ojos grandes. No me pude resistir a acercarme un poco y darle un beso suave en los labios que, al parecer, resultó en boca de todos.

 El martes, que tenía clase con él, no lo vi. Lo que sí vi fue un grupito de idiotas que me preguntaran que donde estaba mi novio. Los ignoré pero la verdad era que yo también me preguntaba donde se habría metido Emilio. Él siempre venía a clase y tenía un grupo nutrido de amistades con los que se sentaba en los almuerzos. Fue ese mismo grupo de personas que me miraron como si estuviese hecho de estiércol cuando pasé al lado de ellos con mi comida de ese día.

 Mi amiga, pues yo solo tenía una cantidad cuantificable en una mano, me dijo que no hiciera caso de lo que oyera o viera o sino en cualquier momento podría explotar y eso no ayudaría en nada a Emilio o a mi. Tenía que quedarme callado mientras hablaban y yo sabía que el tema era yo. El resto de esa semana fue insoportable hasta llegar al viernes, día en que me encontré con Emilio en la misma clase en la que lo había besado la semana anterior. No me dio ningún indicio de estar enojado conmigo porque se sentó a mi lado, como pasaba desde comienzo de semestre.


 El profesor reanudó la película italiana, pues no la habíamos acabado de ver. Y cuando Sofía Loren lloró, sentí una mano sobre la mía y, cuando me di cuenta, Emilio me besó y esta vez sí que todos se dieron cuenta. Bocas quedaron abiertas y ojos estallados, pero en mi nació una llamita pequeña que me ayudó a tomarle la mano a Emilio hasta la hora de salida, momento en que nos fuimos juntos a tomar algo y a hablar de lo que había ocurrido en la última semana. Mi corazón palpitaba con fuerza pero sabía que no tenía nada de que preocuparme.

sábado, 29 de octubre de 2016

The phoenix

   The majestic bird rose above the tea plantation and flew very high into the sky. The people that had been working in the cave where it had been sleeping for thousands of years, ran towards the exit in the hope of catching a glimpse of the animal flying free in the sky. No one really understood why or how the creature had survived living in a cave, apparently, for so long. It wasn’t common for a bird to live in such a place but, then again, it wasn’t no ordinary bird. According to the legend, that red feathered animal was the mythical phoenix.

 As the bird appeared to defy all laws of gravity by flying as fast as a supersonic airplane and as high as a weather balloon, the people below began considering the options: they could try to capture the creature but they had no real way of doing so. If the legend was true, such a fantastic bird would have the strong of a thousand oxen and its screeching sounds could tear down the roughest wood. At least that’s what it said on the many manuscripts kept by the monks in several temples of the region. But should such ancient scriptures be taken into account?

 It was well known that people exaggerated their fear when they felt threatened. They wrote tales of the most horrible things in order to surprise others by saying, “we endured this” or “we vanquished this”. Maybe the phoenix that was now hovering over the plantation was just like any other bird, just much more beautiful and graceful, and also very big and beautifully garnished by nature. In any case, most people agreed that capturing it would not be good at all for anyone. Their gods may punish them for those actions.

 Most of the population of the region consisted of peasants. They grew tea and rice and some other valuable goods that they tried to trade with other regions. But the economy all over was very hard for everyone and competition was rough from places that were much more advances, being able to produce tons more of tea leafs and rice grains. They were too far from any modern science and too close to ancient traditions that prevented them from going too far into the future. It was a very complicated situation indeed.

 The bird descended and landed on top of one of the tea bushes. The workers, who had been there all day, watched the creature with expectation, finding it very odd that such a big bird could pose itself on such a small bush and not fall to the ground. They believed it to be the magic of the phoenix and many of them started praying to it. As the sun sunk in the horizon, the bird’s feathers started glowing with a reddish hue that made look as if it was on fire. No… It was on fire. It became engulfed in it and suddenly it became a pile of ashes on the dark doil.

 The wind carried away the ashes and no one in the vicinity was able to say a word for some time after that. They had been witnessed of something beautiful and also very confusing. The people that had been digging in the nearby cave arrived just as a gust of wind cleaned the soil from any residue of the bird and when they asked what happened, no one could really explained what they had seen. It was only the next day that a young boy told them they had seen the bird burn, as the legend said it could happen at any moment.

 The problem with the people of the cave was that they were not from those parts. They came from the capital, saying they wanted to investigate the cage, which they thought was filled with uranium which they need to build a power plant not very far from there. At least that was what they said once and again, every time someone dared to ask why they had a arrived out of the blue and not years before, when the energy crisis was in its peek. They never really answered in a very straightforward way. There was always something elusive about them.

 After the bird burned, most of them left for the capital. Only one remained behind. He sealed the cave and stood guard there every single day. He lived in a small tent built by the entrance of the cavernous place. Apparently, they wanted no one to go there because they thought it was a place worth protecting but who knew why? Maybe they thought the phoenix had laid eggs or maybe they assumed the bird would be reborn in the same place it had been living for, apparently, a very long period of time. Their reasons were unclear.

 The people of the mountains went back to work as normal, grabbing tea leafs and cultivating their rice in the old fashioned way they had always done it. Some of them had begun to resent the government: it had never made any presence to help them in the past and out of nowhere it had send those people and now they couldn’t even get into their own cave, where they sometimes mined for precious stones that could give a family some more food to feed their children and the elders. Sadly, being farmers didn’t mean they could live at their heart’s content.

 Many of them had not eaten the meat of any animal in a good while and the children had no idea of what a sweet fruit tasted like. The only thing growing around them that could be similar were wild berries but they were always really tangy and many species were poisonous. So their diet was based on rice and tea, accompanied by a handful of vegetables each farmer grew in their private orchard. They were very careful with them because it wasn’t much.

 A year passed when the government, finally, decided to retire the man they had left in front of the cave. They claimed to have been unable to find uranium there so the decision was to let the cave in the hands of the people that had taken care of it for so long. It was a bunch of nice words but they all knew the truth: they had given up on the phoenix making its appearance once again, just as the farmers. No one thought it would come back again but everyone believed the bird still lived somewhere in the vicinity or maybe far in to the higher mountains.

 Children did many drawings of the bird and people started talking more freely about what they had felt when they has seen the bird flying over them. They now could do it because they didn’t feel the pressure of the government on their backs. They could say whatever they wanted, just as they had thought, without any restriction. That was the good thing of living ins such a remote area: those people were actually free, at least in a way most people would find alluring. Besides, they were happy despite everything.

 The celebration of the tea harvest that year was simply over the top. Artists from other regions were invited over and they showed everyone how elegant and hilarious they could be. There were also dances and music and many people wore costumes. The most magnificent thing was the construction of a huge phoenix made out of wood. It had been painted red by the children and built patiently by farmers after the working hours were over. They wanted to thank the creature for such a great year for their crops. They truly believed it was because if it.

 The happiness was contagious. Everyone laughed that night, celebrating with simple joy. They were glad to be who they were and the truth was that they didn’t want to become anything else. Most of the people day would never accept a trip to the capital or changing in any way the lifestyle they had enjoyed for the last hundred years. They respected each other, they took care of one another and they believed in the same core principles that ruled over most aspects of their lives. One of those was the belief that everything was possible.


 Late, when the party was about to end and dawn approached; they saw the bird flying over their crops and above the party, released what seemed like sparks. Everyone saw the bird with delight, thanking it for everything good that year. They would have another great year after that and for many more because they had been blessed by the phoenix, which had finally found the perfect spot on Earth to live in peace and learn from the good things humans had to offer.