viernes, 10 de agosto de 2018

La prueba


   El pequeño grupo que presenció la prueba era de menos de veinte personas, tal vez lo normal en situaciones como esa. Todos habían tenido que quedarse en las instalaciones hasta tarde, cosa que no era lo normal, y habían tenido que firmar un documento que no habían tenido el tiempo suficiente para leer. Los militares nunca habían sido del tipo informativo y detestaban tener que perder tiempo con cosas como los derechos de las personas, en este caso el derecho a la información e incluso a la replica.

 Esto hay que decirlo porque de los presentes, solo un par estaba allí porque habían decidido venir por voluntad propia. Se trata de los dos científicos de más alto rango en el lugar, que habían firmado primero y que miraban a todas partes como halcones. Incluso cuando uno de sus subalternos pidió poder leer todo el documento, uno de ellos le dijo que ese no era el punto de lo que iban a presenciar y que era solo una formalidad que no afectaba en nada a su persona ni a nadie más en la habitación fría y sin ventanas en la que estaban.

 Cuando los militares tuvieron todos los papeles firmados, el pequeño grupo fue movido de la habitación sin ventanas al exterior. Se les pidió, o más bien se les ordenó, que formaran una fila para caminar hacia el lugar de la prueba. Todos hicieron casos entre sombras y oscuridad, sin decir una sola palabra. Después de tanto tiempo trabajando con ellos, los científicos sabían cuando podían o no refutar lo que decían los uniformados. Esa situación de la fila era tan rara, que solo tenía sentido obedecer y quedarse callado.

 El pequeño grupo camino en silencio hasta llegar a la cerca perimetral. Marcharon un poco más frente a ella, hasta llegar a una puerta en la reja, vigilada por otro militar. Este saludó a los oficiales que iban con el grupo y estos le dieron un papel que seguramente era la lista de personas en la fila, ya que el tipo se inclinó para verlos a todos mejor, incluso apuntando una pequeña linterna a cada una de sus caras. Pretendió demorarse un poco más hasta que por fin dio su aval y los dejó pasar a todos.

 El grupo cruzó la reja y siguió un sendero de tierra que iba bajando lentamente hasta encontrarse con el bosque casi rodeaba los laboratorios por completo. En el borde de la línea del bosque, se detuvieron un momento. Al parecer había otro guardia pero, por alguna razón, no lo podían ver bien. Tal vez se debía a la espesura del bosque, con sus altísimos árboles y tupidas ramas que imposibilitaban casi por completo que la luz del sol o la que se reflejaba en la Luna llegara hasta el suelo. Estuvieron parados ahí poco tiempo, pues prosiguieron su camino adentrándose al bosque.

 Nadie veía nada. Más de uno se tropezó con alguna raíz o con ramas gruesas que habían caído hace mucho tiempo. Incluso hubo una mujer que se estrelló de manera bastante estruendosa contra el tronco de un árbol. La solución fue tomarse todos de la mano, incluso los oficiales, y procurar caminar con cuidado. Sin embargo, el tipo que los llevaba parecía tener prisa y a veces era bastante complicado estar en equilibrio. Más de una vez hubo que ayudar a alguien para que no cayera al suelo.

 Estuvieron en esas tal vez una hora, o lo que parecía ese tiempo. La verdad era que no tenían idea de nada porque los oficiales les habían confiscado todos sus artículos electrónicos y metálicos. Tanto celulares como relojes habían ido a dar a un gran cesto de la basura de donde, según los uniformados, podrían recuperarlos al terminar lo que iban a hacer, la tal prueba. Pero nadie sabía de que se trataba la tal prueba pues ellos no habían estado trabajando con ellos en nada que pudiese necesitar ser probado.

 De hecho, los científicos tenían claros contratos con el gobierno, que no tenían nada que ver con los militares. Y sin embargo estos se habían presentado allí, como si nada, y parecían haberse adueñado de todo en cuestión de minutos. Los guardias en la reja y las puertas y los demás, jamás habían estado allí antes. Normalmente era seguridad privada pero de ellos no habían visto nada. Era todo muy misterioso y hubo algunos que pensaron en salir corriendo, aunque no parecía buena idea con militares tan cerca.

 Por fin el grupo salió del otro lado del bosque, al parecer muy lejos de las instalaciones de los laboratorios. Estaban solo a pocos metros de un lago cuya agua parecía alquitrán a esas horas de la noche, incluso con la débil luz lunar que trataba de filtrarse por entre las nubes. Más militares los esperaban en el lugar y uno de ellos, de nuevo, quiso revisar la lista y las caras de cada uno. Una de las científicas, la mayor de entre ellos, resopló y miró con desaprobación a los militares y oficiales.

 Uno de ellos se le acercó y, de manera desafiante le preguntó si había algún problema. La mujer no se intimidó y le dijo que jamás en su carrera la habían secuestrado los militares en mitad de la noche, sin decirle absolutamente nada. Agregó que el comportamiento de los oficiales era completamente inmoral y que iba en contra de todos los derechos que la protegían a ella y a su carrera, así como los deberes que ellos tenían respecto a la protección de personas que trabajaban para el país y su avance tecnológico. El hombre siguió desafiante pero se retiró, sin decir nada.

 Se le pidió al grupo que caminara un poco más, bordeando el lago. Fue en ese pequeño tramo de caminata que todos sintieron algo extraño: la tierra pareció temblar pero no se había sentido como un terremoto ni una avalancha. Ni siquiera parecía provenir de vehículos pesados. La sensación extraña desapareció para luego volver cuando por fin les dijeron que podían dejar de caminar. De la nada, apareció otro militar que parecía tener más rango por su uniforme. En silencio, se detuvo frente a ellos, cerca del agua.

 El hombre empezó a hablar, agradeciéndoles a todos su presencia en el lugar y diciendo que la nación estaba muy agradecida por su trabajo y por su esfuerzo y que lo que iban a presenciar esa noche era simplemente una especie de regalo por sus años de esfuerzo y sacrificio a favor de su país. Los científicos escuchaban con atención todas las palabras bonitas que decía el hombre pero no le creían ni la mitad de lo que decía. Se nota que venía algo más, algo que seguramente no les iba a gustar nada.

 Fue entonces, cuando todos estaban aburridos del extenso discurso del militar, cuando se sintió otro movimiento bajo todos ellos. El grupito venido de los laboratorios se asustó pero el oficial que les estaba hablando sonrió como si pasara lo mejor del mundo y entonces les dijo que el momento había llegado. De repente, una luz se encendió en el agua, proveniente de una lancha. Después se encendió otra y una más poco después. Una porción del lago estaba cubierta de esa luz que cegaba los ojos.

 El militar de alto rango entonces asintió y alguien debió entender eso como una señal porque, de nuevo de la nada, un dron los sobrevoló a todos y lanzó algo en el lago. Pocos momentos después supieron que se trataba de una carga de profundidad, como la que usaban los submarinos. Esto causó un estremecimiento aún más fuerte de la tierra y fue entonces que el agua empezó a moverse también, debajo de las poderosas luces de las lanchas. Estas fueron empujadas cuando algo surgió del lago, de lo más profundo.

 Era una criatura extraña, como nada que ninguno de ellos hubiese visto jamás. Su piel era muy oscura y no parecía tener ojos en ninguna parte. Tenía un par de cosas que parecían tentáculos pero también lo que parecían ser aletas. Era una fusión extraña, alienígena, de rasgos biológicos recurrentes.
La científica que había hablado antes pidió una explicación. Y el oficial sonrió, sin voltearse a mirarla. Solo chasqueó los dedos y vio como la bestia se abalanzaba sobre el grupo de científicos. Él se hizo a un lado y apenas vio como la cosa se los tragaba enteros. Chasqueó de nuevo los dedos y con eso la bestia se sumergió de nuevo en las profundidades.

miércoles, 8 de agosto de 2018

A dream of biology


  Mary drew the shape of the rhinoceros as fast as she could. The beast was not moving at all but she knew she had to be fast if she wanted to fill her sketchbook with drawings. She had already seen a zebra and also an elephant, from afar. She had also done some landscapes, although she was fed up of doing those. Back in school, that’s all they did. Just walks and walks to draw mountains and a prairie and homework like drawing what you could see from your bedroom window or from the kitchen or from the bathroom.

 Coming to Africa was a surprise from her father. She rarely saw him around, as he was one of the most acclaimed scientists in the country. He was always in some exotic location and he would often mail her beautiful handwritten letters with at least one curious thing inside. He would often mail her feathers from birds that no person in Europe had ever seen, but he would also encase in the envelope a couple of leaves from some rare plants or a complete flower, dried up from the journey on the plane.

 She had kept all of those treasures in a small shoebox in her closet. She would often look at all of it and just sigh, thinking both about her father and about the kinds of adventures she could have once she had graduated from a good university and then study even more. She knew very well how hard her parents had to work to achieve the milestones they had arrived to, but sometimes she hated to be so young and silly. Mary wanted to have all those grownup things right then and there, no more wait.

 Her mother had always been the patient kind. Her name was Debra and she was the one in charge of raising them properly. She also had a job though, so she left at the same time than the children in the mornings and she would return a couple of hours after the school bus had dropped at home She was a very kind woman that enabled them to explore the world and be open about everything. So open that when Mary’s little brother Devon said he liked one of his school friends who was a boy, she was understanding and supportive.

 No one knew if Devon’s crush for his friend was real or something that should be looked at, but that wasn’t the important part of the whole thing. The issue was that they had great parents that tried to make them see that the world was truly open to them and that they could do whatever they wanted, if they wanted to become better people and even help others be better too. That’s why both kids would often go camping in the summer and would be encouraged to join clubs at school. That didn’t make them the best students ever, but it made them curious and that was more than enough for their parents.

 The only thing that had always bothered Mary was the fact that his father had never wanted her or her brother to join him in one of his trips. Of course, she had only wanted to go to one of the shorter ones or maybe something in the summer. But no matter how long it took or where they would have to go, both their parents’ answers were two resounding “no”. Her brother, of course, was too young still to go and do those things. At eight, he barely knew what the world was really about. But Mary was seventeen and she had already decided that she wanted to be a biologist.

 He dream was to be able to discover many new animals and help classify them and protect them. That was her life plan and she had even discussed it with her parents, who had been very supportive up until she had requested for a spot in her father’s next trip to China. She felt she had been very close to convincing him but her mother’s last words, something about school and being a woman, made her father decide against it. She had been very mad with her mother that summer, so much so that they didn’t speak at all.

 Of course it was all related to her father. She was very aware that one of her reasons to go and explore with him was the fact that she felt she didn’t really knew him that well. He was a kind man and very intelligent too, but anyone that worked with him could say that. She wanted to know him properly, as people and not as an adult and a child. There was no real connection when he came and visited because, every time he was with them, it didn’t feel as if he lived there at all. He was just hanging around.

 They only had a couple of very deep conversations, all of them regarding animals and the trips his father had taken. She could hear him for hours, talking about the new creatures he saw and how they were careful enough to preserve every single shred of new things they encountered. He even told her about the other people on his explorations, must of which were always unknowns to her and her brother. They would visit sometimes but would always only talk to their parents, have coffee and then run back out.

 When the Africa trip came up, Mary couldn’t believe her ears. It was so shocking to her that she started laughing hysterically. Once things calmed down, her mother explained that they had been talking about her dream of becoming a biologist and they had concluded that it was necessary for her to have real life experience, on the field. Coincidentally, his father had some things to do in a national park in Botswana in the summer, so the whole family would be able to go with him and just enjoy a couple of weeks as if they were actually working with their patriarch.

Preparing for the journey had been a chore: clothes had to be bought, suitcases had to be taken out of the attic and caretakers for their pets had to be found. Once the two cats and the dog had someone to live with for the time they would be out, everyone got a bit less stressed. However, they had to be smart about what they would pack because, after all, they weren’t going to a beach or some beautiful city to walk and take selfies. They were going where the wild things were and it was necessary to be objective.

 Mary was the first one to have her suitcase ready. Her mother requested to check if everything was in order and she was not so surprised to see that her daughter was taking the trip very seriously. She was so proud of her that she took her to the mall in order to buy some supplies: a large sketchbook and a big box of colored pencils, as well as a smaller case with only normal pencils with different degrees of granite. It was the best gift Mary had ever received and she hugged her mother tight, which was a rare occurrence.

 They were not really one of those hugs and kisses families. They were the kind to remain together and respect each other, but physicality was not at all involved in their interactions. Mary’s hug was something spontaneous, out of sheer joy because everything she had always wanted was happening at the exact same time. It was fun and it was happy, so much so that she even helped her little brother packed and talked about his crush for a short while. It was nice to feel they were more than just siblings.

 The plane ride felt too long and strenuous. The moment they landed and met their father in the terminal, Mary knew it was the thing she had always waited for. From that moment on, she was always very perceptive of anything near her. She would carry a backpack with her sketchbook, pencils and camera, plus some other things that she needed in order to really prove herself on the field. Her father would check on her work at the end of each day and he would always nod and then kiss her goodnight.

 She needed much more from him but she had no idea how to ask him that. She couldn’t just do it because, by doing so, she would probably break the very fragile and interesting relationship they had. She wanted to build on top of what existed and not tear everything apart to try again.
However, she reminded herself every night that they were going to stay there for almost and entire month. She was going to have all the time she needed to really prove herself to be as good as her parents. She needed to do it but she also wanted to do it. She never put herself out of the equation.

lunes, 6 de agosto de 2018

El otro


   Apreté su cuerpo, para sentir su calor de una manera más uniforme. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, si acaso sabíamos que había pasado con la vida del otro. Y sin embargo, el sexo era apasionado y lleno de calor en más de una manera. El acto de sentirlo mejor era respuesta a un largo periodo en el que yo había decidido no tener relaciones sexuales, a menos que tuviera algún interés en el otro, más allá de solo pasar un buen momento. Había roto mi propia regla pero tenía motivos de sobra para haberlo hecho.

 Él no era cualquier persona. De hecho, debería corregir lo que digo. Yo no era cualquier persona para él, pues había sido el primer hombre con el que había tenido sexo. Él había perdido su virginidad conmigo, muchos años después de que yo hubiese perdido la mía con alguien más. Probablemente yo significase para él mucho más de lo que él significaba para mí. Y, sin embargo, me encantaba tenerlo encima mío, me encantaba besarlo mientras recorría su cuerpo con mis manos, cada centímetro que podía.

 No, no estaba enamorado de él ni nada parecido. Y creo que el tampoco tenía esa clase de sentimientos por mí. Era obvio que yo le gustaba, y mucho, pero creo que ese gusto provenía de la más simple de las razones: él había tenido una vida sexual mucho menos variada que la mía y, seguramente, yo había sido su mejor compañero sexual hasta el momento. Por supuesto, eso me llenaba de orgullo y de ese egocentrismo característico del macho humano. No era algo característico de mi persona pero, ¿que se le va a hacer?

 La manera en la que me besaba, la manera en que me miraba e incluso como me hablaba al oído. No era que yo estuviera loco o me creyera más de lo que era. De verdad le gustaba y eso me hacía sentir bien. ¿Y a quien no le gusta tener al menos un seguidor o seguidora, al menos una persona que le guste verte no importa que pase o donde estés? Creo que por mal que nos sintamos con nuestro cuerpo o que tan buenos creamos estar, todos necesitamos la validación de otros para tener una vida sin crisis.

 La penetración fue el acto final de todo el momento. Tengo que decir que hice gala de mis mejores movimientos, como un artista que trata de lograr su mejor obra de arte. Y por lo que pude ver y oír, su respuesta a mi actuación fue muy positiva. Cuando todo terminó, nos acostamos uno al lado del otro. Él tocaba mi brazo y yo solamente descansaba, mirando el techo de la habitación. De pronto, él me preguntó si me importaba que estuviese casado. La pregunta me pareció extraña pero le respondí de todas maneras: no, no me había importado y estaba seguro que a él tampoco.

 Su desagrado por mi respuesta fue más que evidente. Dejó de tocarme y, al rato, se levantó de golpe de la cama y se fue directo al baño. Cerró la puerta de un portazo y no escuché más de él por un buen rato. Sé que lo más normal hubiese sido responder de una manera más corta o incluso no decir nada, pero la verdad era lo mejor o al menos eso pensaba yo. Nunca había sido del tipo de personas que le dan vueltas a algo o, peor aún, que evitan ver la verdad como si fuese una plaga que debe evitarse a toda costa.

 Yo sabía muy bien que estaba casado. Había visto sus fotos en mi portátil hacía tan solo unos meses. Había sido una boda bonita, pequeña, con amigos y familiares. Su marido era mayor que él, un hombre bastante común y corriente. Y sé que suena a celos, pero es la mejor descripción que puedo dar del hombre. Era de esas personas que no parecen tener características muy marcadas. Era solo un tipo de mediana edad que había logrado encontrar a un chico más joven, dispuesto a compartir su vida con él.

 Lo curioso del caso es que había sido él quién me había buscado, era él quien me hablaba cada vez que me veía en una fotografía. Me decía lo mucho que yo le gustaba y lo que quería hacer conmigo de ser posible. Yo le seguía el juego porque, al fin y al cabo, es una de las bellezas y bondades del internet. No hay que hacer nada físico sino solo lanzar al aire algunas palabras que pueden ser como un ungüento para persona en una mala situación. Y creo que funcionaron, al menos por un tiempo.

 Sin embargo, era obvio que no había sido suficiente. Un día empezó a insistir en querer verme, cosa que no era rara pero lo extraño fue que, durante los siguientes días, empezó a ser incluso más insistente que de costumbre. Me decía más cosas, me enviaba fotos e imágenes que había visto, que le daban ideas. Incluso llegué a pensar que su esposo sabía todo lo que él hacía, que tal vez era un tipo de permiso que le daba. Tal vez eran una de esas parejas modernas con sus relaciones abiertas y todas esas estupideces.

 Y bueno, tal vez así sea. No me consta nada. El caso es que se día me lo encontré en una librería, mientras buscaba un regalo para un familiar. Hablamos un poco y, para mi sorpresa, él estaba solo. Propuso tomar algo y yo le invité a un café. Debo decir que fue agradable volverlo a ver y hablar como amigos, sin nada entre los dos. Al menos así fue durante esas horas. Cuando llegó la hora de partir, él dijo que quería conocer mi apartamento. Era pequeño y nada del otro mundo pero insistió tanto que lo invité sin más. Apenas entramos, empezó a quitarme la ropa.

 Cuando por fin se abrió la puerta del baño, salió visiblemente menos enfurecido. Al parecer había decidido no enojarse por la verdad. Empezó a vestirse y me dijo que le había encantado visitarme pero que no podía quedarse la noche. Eso me lo había imaginado pero no dijo nada por temor a causar otra reacción. Mientras se vestía, yo lo miraba fijamente. No solo miraba su cuerpo, que era muy hermoso, sino que pensaba en lo diferente que pueden ser las vidas, dependiendo de las decisiones de cada uno.

 Yo podía haber sido el que se casara con él. Tal vez tendríamos un apartamento más grande o tal vez uno igual pero más lejos del trabajo. Tendríamos un perrito pequeño o tal vez un par de gatos. Yo cocinaría para él y le causaría los mejores orgasmos de su vida. Y sin embargo, él podría terminar siendo quién me pusiera los cuernos. O tal vez yo lo haría, aburrido de ser el semental que él imaginaba que yo era. El punto es que la vida podía dar demasiadas vueltas y nunca había manera de predecirlas.

 Cuando estuvo casi vestido, sin medias ni zapatos, se me acercó y nos besamos un buen rato. Me gustó tocar su cuerpo de nuevo, incluso a través de la tela algo dura su pantalón. Sus besos eran menos salvajes, más dulces. Por un momento me imaginé siendo uno de esos que se casan y tienen hijos. Uno de esos que decide asentarse, como si eso fuese una opción real para mí. Por un segundo pensé que podía ser como todos aquellos que fingen no haber tenido una vida caótica en su juventud.

 Pero esa vida, ese caos, era mi presente y no quería que cambiara. Me gusta tener la libertad de elegir si quería tener relaciones casuales o más largas. Me gustaba poder saber que podía salir de fiesta sin sentirme demasiado mal al respecto. Algún día, tal vez, con la persona adecuada. Pero todavía no, no hasta que sepa que puedo tener la seguridad de que alguien se interese en mi de esa manera. Necesito sentir que las cosas están construidas sobre un suelo firme, antes de lanzarme a aventuras que, para mí, son impensables.

 Lo besé de nuevo en la puerta. Me preguntó si podía volver y, debo decir, que dudé por un segundo. Como dije, me gusta mi libertad y meterme con alguien que ya tiene compromisos no es mi idea de ser libre. Además, ¿me gustaría acaso que alguien me hiciera lo mismo que le hacíamos a ese pobre tipo?

 Mis neuronas casi se sobrecargan con toda la información que estaba tratando de procesar. Fue entonces que él me miró a los ojos y recordé, como si lo pudiese olvidar, que yo era solo un hombre estúpido y egocéntrico. No era diferente a nadie. Por eso le guiñé un ojo y lo besé como nadie nunca lo haría.

viernes, 3 de agosto de 2018

Strength


   The pipe had been there all along. It was make of some metal, maybe lead or something similar. I’m not an expert on things like that. I just grabbed it when I had the chance and used it fast against my aggressors. The first one got the blow right in his face. Blood came running down his nose fast and I took advantage of that by hitting him again, this time on the top of his head. He crumbled to the floor, his face rolling backwards and now his head also bleeding profusely. All in a few seconds.

 As for the other guy, he had been somewhere else. After all, he thought his friend was going to have his way with me for a while, so he had gone out and probably smoke a cigarette or have something to eat. He wasn’t worried at all because he knew no one would ever go near that abandoned warehouse. It was a huge thing, with several floors and a lot of rats running around. No decent person would ever enter that place, so it was an obvious hideout for the kind of scum they were. It was their natural habitat.

 However, when he came back, I was waiting besides a hole where a door used to stand. I grabbed the pipe with both hands and struck him several times, until I destroyed his hands. Then, I moved on to his legs and I would have killed him if I hadn’t noticed he had lost consciousness a few moments before I stopped. I didn’t drop my weapon and I didn’t run out instantly. I was still in shock, without any pants on and my underwear tainted in a color I have never liked to see. I started trembling and then the tears came running down.

 I had no control over anything. The pipe finally fell out of my hands and made a tremendous noise but there was no one in the vicinity to notice it. I cried for a while but then realized I needed to get my shit together fast. I checked on the men and they were apparently only knocked out. That was good because if people ever learned about all that had happened there, I wouldn’t want any of them to think I had killed someone. They deserved it though. I wanted to grab that pipe and smash their heads many times.

 But I didn’t. I grabbed my pants and shoes. My socks were so wet from all the puddles on the concrete floor that I had to remove them and put them in one of my jacket’s pockets. I put on the pants, slowly, as it hurt more than I had imagined. I cried a little more, this time because of the pain, and then put on my shoes without tying the laces correctly. I walked towards the exit, coming out of the building into a large courtyard. There were weeds all over, even some bushes. It didn’t take me a long time to find the proper exit from that place. I was soon walking among other citizens, down a commercial street.

 I couldn’t go fast. There was a lot of pain and I was afraid that my pants had already been tainted with blood. So I decided to take off my jacket and put it around my waist. It was a very odd thing to do, because it was morning and it was very cold. But I had no choice. I’d rather freeze to death that let anyone wander what had happened to me. A cop actually crossed my path as I tried to pretend I was just taking a morning stroll. He looked at me, straight into my eyes, but he apparently didn’t see anything of interest.

 I checked my pockets several times but I couldn’t find my wallet, my cellphone or anything that had been there the night before. It was then when I realized that I had no recollection of the events of the preceding night. I probably went out for a drink or something but couldn’t really remember a thing. That neighborhood didn’t look familiar at all and it wasn’t the kind to be close to the place I had recently rented. I mean, my neighborhood was awful but this one was… the opposite.

 There were nice stores and old little ladies buying bread for breakfast. There were happy families walking around and old men having a walk with their dogs. It was all very peaceful and even beautiful in a way. I have to say it scared me even more to be in such a place than in a district as dangerous and filled with scum than mine. And it was weird that those men had taken me near such a place. Maybe they thought no one would think to check on old factories near posh neighborhoods. That could be it.

 I finally found a bus stop that had a small city map on the side. It was very helpful to make me understand that I was practically on the opposite side of the city. No wonder I had never known of such a place. In order to make it to my apartment though, I would have to take a bus or the train but I had no money for that. I saw several people waiting for the bus and the thought of robbing them crossed my mind. I had never been that kind of person but you change a little bit when awful things happen to you.

 It was then when a nice old lady talked to me. I hadn’t even seen her getting close. She asked me if I was feeling okay, because I had a “paper look”, as she said. I assured her I was doing great and that I only needed my bus card but had lost it somewhere. I pretended to check my pockets, which was apparently everything the old lady needed. She told me she could lend me her card and pay for the trip. She said she liked helping people, because so many people used to help her everyday, especially when she went to the supermarket for groceries. She wanted me to be her good action of the day.

 Of course, I didn’t complain. I got in the bus with her, not even knowing if the route would take me anywhere near my home. I forced myself to talk to her all along the ride, even if I had no real interest in doing so. She was very nice but the pain I felt was increasing. For some reason, I felt worse that I had a few moments ago. Maybe those men had done something else to me, something that wasn’t as obvious as what I had noticed from the start. Maybe there was something else that was making me feel ill.

 The lady finally got to her stop and I made myself help her down the bus, only to get back into it. She waved to me as the bus pulled away and I did the same. I was surprised to see such a kind person the very same day I had almost killed two people for doing something awful to me. The world felt insane and I was in the middle of all of it. I was going to sit down in the same seat when I noticed the place I had been was tainted with blood. It wasn’t a lot but it was visible enough. I touched the jacket and it was wet.

 I rang for the bus to stop. Luckily, the next stop was very near and I had to wait only for a moment, which seemed to last forever. When the doors open, I almost burst out of there. I was so fast though, that I tripped in the last step and fell hands first into the ground. Every single person on the bus and around the stop looked at me. It was exactly the thing I had no need for. I stood up as fast as I could and ran away as many people tried to ask how I was feeling and as some were wandering what was all that blood about.

 I walked away as fast as I could, finally stopping in front of a large supermarket. There was a breeze there that made me feel a little bit better. I had no idea where I was but there was no point in staying on that bus with my body leaking blood like crazy. It had finally taken its toll on me, as my body felt completely tired. Using my arms and legs was painful and even thinking about all that was happening was tiring. I tried to move from the railing I was leaning against, but I couldn’t.

 Everything went black in a moment. I had glimpses to people gathering around me and voices saying things I didn’t understand. My body did not respond to me. My brain was working but everything else was going away. Darkness came and it lasted for a while, until I had another glimpse, in a hospital.

 A doctor was pointing at me with a flashlight but I didn’t react to it, as I should. I was too tired to do so. The face on that man looked scared, even a bit surprised. But I wasn’t able to ask why he looked like that. I fell back into the darkness and wouldn’t come out of it for quite a while.