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miércoles, 24 de junio de 2015

Me duele la espalda...

   Cuando todo terminó, lo primero en que pensé es que me dolía mucho la espalda. Era un pensamiento francamente ridículo después de haber tomado la decisión consciente de reunirme con alguien para tener relaciones sexuales. No, no era alguien desconocido pero tampoco era alguien que conociera como la palma de mi mano. Ya nos habíamos visto y hablado bastante por el computador pero conocerlo era tal vez mucho decir. Pero cuando me dijo que quería verme, por alguna razón, no pude decir que no. Me daba miedo decir que sí a cualquiera que me propusiera algo semejante pero al saber como era y que hacía y demás, creo que sentí algo de seguridad al respecto y por eso dije que sí sin dudarlo. Y la verdad es que no creo haberme equivocado.

 El sexo fue estupendo. Casi podría decir que fue de las mejores experiencias que he tenido, excepto por el dolor de espalda que se lo atribuía a mi falta de compromiso con hacer ejercicio al menos una vez por semana. La verdad eso ya lo había intentado antes pero lo había dejado por cuestiones de autoestima. Suena raro pero hacer ejercicio me hace sentir mal conmigo mismo, me hace sentir que estoy tratando de hacer lo que los demás hacen para ser otros y eso no se siente bien. Por eso corté de raíz con el ejercicio, al menos con el que es confinado en un espacio. Lo que hago ahora es caminar mucho pero supongo que eso no fortalece la espalda o las piernas. En todo caso la pasé muy bien y se lo hice saber. Creo que eso es algo importante.

 Una semana después, todavía sigue pareciendo algo extraño, incluso para mí. Hace un tiempo solía salir bastante con gente desconocida. No sé como eso hable eso de mi pero creo que ya es muy tarde para ponerme a pensar en lo que los demás opinen de lo que hago. Lo hacía para sentir algo, creo yo, para sentir que yo valía la pena o algo por el estilo. Pero después me di cuenta que esa atención no era la que yo quería entonces dejé de hacerlo. Porque lo que más me gustaba de esa compañía, mejor dicho de tener sexo casual, era que compartía con diferentes tipos de persona y creo que ahora sé que tipo de persona me gusta y cual no.

 Hay de todo en este mundo. Todavía me sorprendo al oír que hay gente que no le gusta recibir besos cuando está en ese plan o que va directo a una cosa y se salta todas las demás que ahora me parecen indispensables. Supongo que un sicólogo sabrá decir que esas decisiones y distinciones quieren decir algo sobre la personalidad de esa persona pero yo prefiero no rebuscar algo. Si así les gusta pues es problema de ellos y quien soy yo para meterme en los asunto de los demás? Si a mi me gustan ciertas cosas, es apenas justo que a los demás les gusten otras y las busquen activamente. Yo al sexo, en general, lo dejé de buscar activamente hace mucho rato y creo que esa podría ser una razón para mi repentino “sí” ese día.

 La verdad es que creo que la mayoría de la gente cuando propone cosas así, lo hacen porque tienen un llamado puramente físico que les dice que deben acostarse con tal persona o tal otra, porque tienen un cuerpo atractivo o cierta parte de su físico les llama la atención. Esto es todavía más cierto cuando se trata de relaciones entre dos hombres. Como siempre les digo a mis amigas mujeres, siempre seré el primero que diga que los hombres somos básicamente animales, buscando saciar algún tipo de sed. Algunos buscan puro alivio sexual pero hay quienes también buscan ser reconocidos y que les digan lo mucho que valen la pena y otros solo quieren control, poder o simplemente ser reconocidos como mejores que otros. Todo es una competencia.

Tal vez entre mujeres sea igual. No lo sé a ciencia cierta. Pero aquello de la virilidad le da a la batalla entre hombres un ingrediente más salvaje. Es por eso, volviendo al relato, que los hombres que buscan sexo van directo a lo que les gusta y no son muy creativos con los piropos o con lo que dicen. Es bien sabido que el arte de las palabras es uno que muy pocos saben manejar a la perfección, lo que es una lástima porque es uno de los grandes poderes que tiene el ser humano para convencer de cualquier cosa. Saber decir las cosas, cuando decirlas y las razones para hacerlo es algo que no todos saben hacer y que muchos prefieren no hacer porque resulta mucho trabajo pero definitivamente es una ayuda increíble si uno se toma su tiempo.

 De pronto por eso lo sentí todo mejor de lo normal. Es decir, toda la sesión, como se le podría llamar, fue excelente. Hubo algo de música, alcohol y muchos besos y caricias. Nadie fue directo a nada y eso es mucho más emocionante que cuando ocurre exactamente lo que uno pensaba que iba a ocurrir. Las cosas siempre son más emocionantes cuando ocurren sin previo aviso, como una sorpresa que se va creando poco a poco y que finalmente revela su verdadera forma. No todo el mundo puede hacer eso pero creo que sería excelente que la gente aprendiera a ser más inventiva, no solo en el sexo sino en todo sentido, para hacer del mundo algo más emocionante de lo que es.

 Eso sí, está claro que no todo el mundo busca lo mismo. Por ejemplo, a no todos los hombres les gusta la idea de ir despacio, de ir haciendo un recorrido que termina en la anhelada meta. La mayoría no están dispuestos a tomarse la molestia de esperar y ver que pasa. A muchos, por raro que me parezca a mi, no les gusta tratar de encantar ni de convencer ni nada por el estilo. Quieren ir de una vez a la meta y quedarse allí el mayor tiempo posible, cosa que es casi imposible sabiendo como funciona el cuerpo del hombre, así cada uno sea ligeramente diferente. Los que van directo a la meta, a mi parecer, se pierden la diversión y la energía del recorrido.

 Y eso funciona en todos los niveles, no solo en el sexo. En el aprendizaje de algo nuevo, sea lo que sea, tiene que haber un recorrido que nos vaya mostrando lo que se debe hacer y lo que no y las diferentes maneras de hacer lo que se puede hacer. También vemos lo bueno y lo malo y así podemos reunirnos con nosotros mismos y decidir que es lo que queremos hacer y como queremos hacerlo. Por ejemplo, habiendo aprendido todo, es como los cocineros y pasteleros pueden ir haciendo creaciones nuevas. Si no aprendieran el paso a paso de las recetas, sería muy difícil para ellos modificarlas y hacer creaciones completamente nuevas. Ir directo a la meta no es una opción para ellos y jamás debería ser una opción para nadie.

 Otro problema que tengo, además del dolor de espalda que sigue persistiendo a pesar del tiempo que ha pasado, es que suelo analizar todo de nuevo como si estuviera viendo una cinta de seguridad. Por ejemplo, si me dijo que a él le gustó, me pongo a pensar si lo que dice es cierto o si solo lo dice por ser amable. Me pregunto cual es su idea de pasarlo bien y cual es mi idea de pasarlo bien. Es entonces cuando me complica por todo y me doy cuenta que tal vez necesite o una relación estable o más experiencias como esa. Cualquiera de las dos creo que sería una aventura bastante buena para mí, dado que no soy una persona que se lance mucho al agua y a vivir cosas nuevas. Lo he hecho pero no es algo frecuente y tal vez eso sea lo que necesito. Cambiar la perspectiva con la que veo las cosas.

 Claro, eso parece ser cuestión de solo tomar una decisión y lanzarse al agua pero no resulta tan difícil cuando conlleva un montón de otras decisiones y también de condiciones que no cumplo en el momento. Por ejemplo, si quisiera tener una relación estable primero tendría que encontrar al susodicho y eso no es tan fácil como decirlo. Porque tampoco se trata de tener algo con el primero que se me pare enfrente sino encontrar a alguien con el que tenga las suficientes compatibilidades como para intentar algo. Y ya me ha pasado que al estar yo listo, la otra persona dice que no lo está. Sea verdad o no, eso daña mis planes. Y eso sin contar mis problemas conmigo mismo...

 Y claro que tengo que pensar solo en mi mismo! La mitad de la vida me la paso pensando en lo que opinarán los demás así que no viene mal pensar en lo que yo necesito como para variar. Mi otra opción parece más sencilla pero esa requiere tiempo y energía casi constante y eso es algo que no sé si tengo, sobre todo cayendo en cuenta que no todos los días soy alguien con el que la gente quisiera estar. A veces puedo ser extremadamente odioso y uso las palabras como navajas, para herir sin discriminación. Claro que hay gente que ni lo capta entonces no sé dan cuenta o hay otros que son muy sensibles y eso no me gusta. De pronto estoy siendo muy exigente pero creo que eso no importa con tal de que uno sepa que quiere. Ya ven lo complicado que puedo ser?


 Creo que lo mejor es ir a bañarme con agua caliente y ver si la espalda deja de dolerme de esta manera. Pareciera como si hubiese estado en un torneo de gimnasia cuando no fue nada por ese estilo. Puede que lo piense mucho y lo siga analizando por varios días, pero la verdad es que esa ha sido una de las mejores noches en tiempos recientes y es probable que haya sido justo lo que necesitaba mientras trato de poner orden en mi cabeza.

jueves, 18 de junio de 2015

Nuestra humanidad

 Es muy extraño cuando todo lo que ha pasado ya ha ocurrido antes, de cierta manera, pero sin embargo siguen habiendo nervios e inseguridad al respecto. De hecho, siempre que se repite una vivencia, es frecuente que la segunda vez implique algo más, una complicación extra o algo por el estilo. Si uno se decide por hacer algo de nuevo, intentarlo otra vez porque fue interesante o porque se falló, siempre habrá algo más en ese intento: una expectativa especial, algo que esperar o de pronto un conocimiento que antes no se tenía pero que ahora da algo de confianza. El caso es que siempre vamos a ser seres expectantes y que cualquiera que diga que no tiene nervios por algo es un mentiroso o un ser humano mal diseñado porque los nervios, aquellas reacciones naturales son las que nos hacen sobrevivir.

 Eso suena a algo fatal, algo difícil y casi imposible pero es porque la palabra sobrevivir parece salida de una de esas películas de tragedia en las que algo ocurre que voltea al mundo de cabeza, a veces literalmente, y en el que los personajes deben hacer su mejor esfuerzo para salir lo mejor librados posible. La única diferencia es que en el cine la moral juega un papel muy grande, ya que pegada a los pensamientos del director, del guionista, del actor y de todos los demás involucrados. En cambio en la vida la mayoría de las tragedias ocurren sin importar como pensemos o que opinemos. No importa en quien o en que creamos, el caso es que morimos igual y todo nos afecta casi siempre de la misma manera.

 Una nueva experiencia, sin embargo, suele ser una aventura personal que varía no según la moral sino según las decisiones que se tomen y el tipo de carácter que se tenga. Por ejemplo, si es una persona que le gustan las confrontaciones, tendrá más problemas con otros al hacer o no hacer alguna cosa, por ejemplo irse de viaje o meterse de lleno en algo que nunca antes había hecho. Es diferente si el carácter varía y esa es la razón por la que dos personas pueden embarcarse en un mismo proyecto pero resultar con conclusiones diametralmente diferentes. Este es el caso de las relaciones amorosas que no dejan de ser una aventura bien o mal planeada, pero sin conclusiones claras a razón de las personalidades diferentes.

 Pero valen la pena, o no? Vale la pena sumergirse en un mar de cosas que jamás hemos hecho, y que no perjudican a nadie más sino a nosotros si salen mal. Porque todo puede salir mal o bien, eso a veces no depende de nosotros y si lo hace es posible que no afecte a nadie más, y esas son las mejores aventuras que existen. Si decido, por ejemplo, tener relaciones con varias personas en un lapso de tiempo definido, pero teniendo claras ciertas reglas como el uso de un preservativo, es una aventura porque estoy lanzándome a lo desconocido pero previniendo las eventualidades más graves que puedan pasar. No hay nada bueno o malo, en ese sentido. Cada vivencia es y ya.

 Y ahí vienen las preguntas de las personas que no pueden vivir su vida por si mismas, sino que tienen que pedir la ayuda, para todo, de alguien más: que es bueno y que es malo? Que debo hacer si quiero ser una persona moral y que debo hacer si decido salirme de ese esquema social de las cosas? La respuesta a eso no existe porque la línea entre el bien y el mal la dibuja cada persona. Muchos dirán que la ley es quién marca esa diferencia pero que es la ley sino un concepto humano, por lo tanto inexacto e imperfecto, que solo busca protegernos de nosotros mismos?

 Eso sí, hay cosas que obviamente son malas y la mayoría se asocian a ataques que podríamos perpetuar contra otros, casi nunca contra nosotros mismos. Si matamos o atentamos contra la identidad de alguien sin su permiso, estamos vulnerando sus derechos y violando su integridad como ser humano y eso es integralmente malo. Atención, es malo cuando no hay permiso, cuando se está transgrediendo. Porque podríamos irnos a las comunidades de gente que les gusta el dolor o la humillación y podemos ver con claridad que entre ellos hay un acuerdo, incluso con palabras de seguridad, para infligir dolor o palabras humillantes entre sí. Esas personas han decidido aceptar a que alguien más tenga cierto poder sobre ellos pero es un acuerdo común. Eso no es malo. De nuevo, lo malo es violar los derechos de alguien más sin su permiso.

  La gran mayoría de veces somos nosotros mismos, cada uno en su vida y con sus convicciones personales, su manera de ver el mundo, los que definimos que es malo y que es bueno. Esto puede ser claramente peligroso pero también beneficia a la sociedad en el sentido en el que se le deja ver a la ley y a la comunidad las falencias que tiene. Ese es el propósito que deben tener las criticas a un gobierno o a una empresa, el de arreglar lo que esté hecho. Eso a menos de lo que exista sea tan malo que lo mejor sea remplazarlo. Pero ese es un tema demasiado complejo que prefiero no tratar. El caso es que tenemos la capacidad, cada uno por su lado, de construir su manera de ver el mundo y eso es lo que llaman personalidad, mejor llamado carácter.

 El carácter es el conjunto de todo lo que somos y es el que actúa frente a esas cosas que nos alegran las vida o que la someten a las sombras de la tristeza  y la desesperación. Nuestro carácter y la forma en que lo hemos construido y moldeado, según como entendemos el mundo, es definitivo en nuestra manera de experimentar la vida y entender las varias capas que pueden existir en cada momento de nuestras vidas. Por que contrario a lo que normalmente pensamos la vida no tiene dos colores sino una gama más alta que va de lo más brillante a los más oscuro. Dependiendo de todo eso cada vida es distinta y cada vida por eso es única.

Son nuestras decisiones conscientes las que hacen que la vida de cada uno sea única. No somos nosotros solo por el hecho de existir las que la hacemos tan valiosa sino nuestro proceso de vida el que define lo especial que es cada quien. Eso sí, cuando decimos “especial” o “única”, no quiere decir que todos seamos perfectos ni tampoco que seamos lo mejor de lo mejor. Hay que recordar que los seres humanos, por definición, somos seres imperfectos y siempre defectuosos que lo único que buscan es vivir la mejor vida posible. Eso no implica que todo sea color de rosa porque, de nuevo, nuestras decisiones para llegar a esa última felicidad hacen de nosotros seres multidimensionales, que pueden ser muchas cosas al mismo tiempo.

 Porque podemos ser tan crueles como podemos ser amables, podemos ser cariñoso al mismo tiempo que podemos ser duros, podemos ser seguros y luego sentir que nos hundimos en nuestro propio desespero. Somos más de una cosa al mismo tiempo, y muchas contrarias a la vez, y eso no está mal. No existen seres completamente felices ni completamente amables y buenos. La bondad es un concepto y no un sentimiento ni una manera de ser. Casi nadie, por ejemplo, dice que es bueno o malo porque se lo dejan a los demás. Eso puede ser peligroso pero es mejor que autodefinirse, algo que solo perjudica al que lo hace y no a los que deciden creer la mentira que este les proporciona.

 Puede parecer que todo lo dicho no tiene mucho sentido pero piensen lo diferentes que son las experiencias para cada persona dependiendo de esos factores, de esas ligeras diferencias de tonalidad entre unos y otros. Eso es lo que hace que cada cosa que vivimos sea única y lo que hace que nos interesemos por los demás. Porque a veces no hay nada más apasionante que ver a otra persona siendo lo que es y nada más. Por eso existe el comentario romántico de “Me gusta cuando te enojas”. Es porque entendemos que una persona no es definible por una acción sino por el conjunto de sus acciones, sus sentimientos, sus decisiones y por su manera de ver el mundo. Por eso existe empatía, porque hay conexiones que podemos hacer y otras de las que queremos aprender.


 Porque ese es el verdadero motor de la humanidad, que a veces parece diluirse en la sangre de la guerra y en el sudor de un trabajo que parece nunca llegar a ninguna parte. El afán de saber, la curiosidad por aprender y entender como funciona todo lo que nos rodea. Ese es el verdadero destino de la humanidad y su función. Existimos para aprender y entender. Y eso no tiene porque tener una utilidad porque la utilidad es una creación humana. Las cosas son y ya. Si son por algo y para algo, eso no quiere decir que sea para toda la eternidad. Las cosas varían y se mueven, cambian a diario e incluso cada hora de nuestra existencia. Solamente debemos quitarnos todo el mugre, todo el polvo de nuestra existencia, y mirar a las estrellas. Han estado olvidadas por mucho tiempo.  

viernes, 29 de mayo de 2015

De la vida y sus curvas

   Muchas veces no hay nada que nos consuele. Nos sentimos perdidos, desubicados en este vida, y no entendemos de donde venimos o adonde vamos. Y a todos nos pasa pero lo peor de todo es que cuando nos pasa nos sentimos solos, únicos en nuestro dolor, nuestro sufrimiento. Hay días en los que sentimos poco y otros en los que sentimos demasiado, todo nos afecta y todo tiene una repercusión enorme en nuestra mente e incluso en nuestro cuerpo. Y eso cansa, se siente el peso de todos esos sentimientos apretando contra el cerebro y el corazón, con fuerza, como si un ser humano no estuviese hecho para sentir tanto.

 Las personas que viven felices o aparentan estar contentas todo el tiempo, aquellas que parece no tener problemas o siempre tienen una solución para todo, no son las mejores personas en las cuales confiar cuando todo se vuelve tan confuso y caótico. Esas personas tal vez sean optimistas pero un rasgo del optimista es que resulta ser un ciego más en muchas ocasiones, ignorando incluso su propio dolor. Y cuando uno mismo se ignora una cierta cantidad de veces, se va transformando y ya no es un ser humano sino el caparazón de lo que fue una persona.

 Es bueno ser positivo pero también es bueno ver la vida como es, sea lo que sea. Negarse a que el mundo es un rango de tonos de gris y no blanco y negro, es convertir todo en una decisión trascendental cuando esa decisión no existe, no hay que ponerse de un lado o de otro cuando algo ocurre sino que hay que pensarlo como es, sea algo que nosotros provocamos, u otros o incluso algo que se sale de nuestras manos porque va mucho más allá de lo que nosotros somos.

 El caso es que somos algunos, quien sabe si minoría o mayoría, que hay días que no podemos soportar las cosas como son. El mundo se vuelve una tormenta de ruido que es imposible apagar. Todo parece venir por ti, querer atraerte a un hueco del que nunca vas a salir. Suena tétrico pero así son las cosas, así se siente esos días cuando el mundo pierde todos sus colores y no hay absolutamente nada que pueda mejorar el panorama. Cuando esto ocurre, lo más difícil es que le ocurre a una persona sola y, aunque puede pedir ayuda, no entenderá nunca el punto de todo si se sostiene en alguien más.

 A veces, el cuerpo y la mente son puestos a prueba y hay que resistir solos, ver de que estamos hechos. Algo que es cierto para todos es que la vida no se supone que sea fácil. Hay personas que se quejan de que todo sea tan difícil, sea en las relaciones con otros, en el trabajo, físicamente o en general, por lo que sea. Pero esa es la prueba de la vida; es una gran carrera de obstáculos que dura lo que tenga que durar. No tenemos control de nada y debemos llevarla a cabo lo mejor que podamos. Cada persona elije como jugar y no hay reglas claras para llegar a la meta, que no es la misma para todos. Es un juego, por cruel que suene, uno donde todo cambia según lo que hagamos pero que siempre termina igual.

 Pero a pesar de esta visión, de esta cruda realidad, todos sabemos que la vida también tiene esos pequeños rayos de luz, esas cosas que nos reconfortan y nos ayudan a seguir. No se trata de mentirnos con cosas que no tienen nada que ver sino de apreciar las cosas que, dependiendo de la persona, puedan ayudar a empujar una vida hacia delante.

 A veces ese impulso depende de una persona que no somos nosotros. A veces es una sonrisa de esa persona, un abrazo o un beso el aceite de motor que necesitamos para seguir adelante sin tener que mirar atrás o tomar decisiones que podrían ser más trascendentales o peligrosas. No es malo apoyarse en alguien más mientras que no sea una relación dependiente, es algo que hay que diferenciar. Si estamos con alguien por cualquier razón que no sea porque nos hacen sentir bien, por la razón que sea, entonces deberíamos terminarlo de inmediato. La vida es corta y no debería uno pasársela mintiendo e hiriendo por ignorancia.

 Pero sí, un abrazo puede ser reconstructor, puede sentirse en lo más profundo y ayudar a reparar una zona devastada como puede ser nuestro interior, nuestra conciencia más profunda. Y mejora cuando se da sin palabras y sin pedirlo. No hay nada más doloroso que mendigar algo de cariño y por eso lo mejor es que se de espontáneamente, sin tener que verbalizarlo. Algunas personas que eso puede ser tierno o romántico pero de hecho no lo es. Pedir un beso o un abrazo denota una falta de comunicación que no se repara fácilmente.

 Lo físico puede ser reconfortante pero hay que tener cuidado porque lo físico muchas veces sucede en un momento del tiempo y no permanece. A veces un abrazo de un desconocido ayuda pero ese desconocido desaparecerá y entonces que haremos si fue ese abrazo y ningún otro el que me hizo sentir mejor? O que tal que esos besos, abrazos, incluso encuentros sexuales, solo puedan ser en ciertos momentos, lugares y ocasiones? Entonces ya no es ninguna ayuda de ningún tipo sino otro problema que puede estar acosando nuestra mente también, como todo el resto.

 Ya que estamos, el sexo es algo efímero, algo de un momento que jamás se vuelve a repetir, ni siquiera con la misma persona, ni siquiera conociéndose hace años. Siempre será diferente y por eso el sexo no es la mejor manera de sentirse mejor con nada. Y si a eso le sumamos lo que puede irnos sumando a la mente, como el desempeño, nuestra autoestima, nuestra entrega, entonces podríamos estar empeorando el problema y no ayudándonos de ninguna manera.

 En esos días en lo que todo parece negro, a veces lo mejor es respirar profundo y tan solo vivir como todos los días, tratando de estar lo más relajado posible todo el tiempo y buscando refugio en aquellas cosas que hacen nuestra vida algo mejor. Todos tenemos gustos particulares y son esa pequeñas cosas, que puede ser artificiales e incluso superficiales, las que muchas veces pueden ayudarnos a ver las cosas como son y no peor de lo que son.

 También tenemos que darnos cuenta que solo somos una persona en el mundo y el dicho que dice que una persona puede hacer la diferencia no es cierto en el sentido que una sola persona necesita de otros para ejercer un cambio para todos, para el colectivo de los seres humanos. Esto no es así si lo que queremos es hacer un cambio en nuestro interior, si lo que queremos es trabajar en nosotros mismos. De entrada es una tarea difícil porque el ser humano no es tan moldeable en sus bases, como si lo es en ña﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ser humano no es tan moldeable en sus bases, como si lo es en astro interior, si lo que queremos es trabajar en nosotráreas que se van creando por el aprendizaje o el crecimiento personal. Todo eso depende de cada uno y puede o no funcionar pero vale la pena intentarlo.

 Es complicado porque la vida es complicada. Puede no parecer algo divertido, algo en lo que nos guste pensar, pero así son las cosas: nuestra vida real, la que tenemos todos los días y la que no se basa en nuestras relaciones con otros ni en lo que hacemos para vivir, mejor dicho, la que vivimos nosotros solos, es muy compleja. Es más compleja que la que podamos tener con cualquier persona porque no estamos en sus mentes sino que estamos en la nuestra, de nacimiento a la muerte y no hay manera de hacer un cambio porque no nos gusta o porque queremos intentar algo nuevo. Tenemos que vivir la vida como nosotros mismos y eso es difícil, seamos quienes seamos. Es una larga carretera, a veces a plena luz, otras veces en penumbra, con muchas curvas y cambios pero con un inicio y un final.

 De pronto algunos crean que eso puede sonar demasiado dramático y exagerado pero es innegable que la vida es una que vivimos solos. Por mucho que amemos a alguien, sea quien sea, no moriremos con esa persona, no en el mismo segundo ni en las mismas circunstancias, no tendremos el mismo último pensamiento ni habremos vivido nuestras vidas queriéndonos igual o pensando lo mismo a cada rato. Eso pasa en las parejas, en las familias y con los amigos. Que haya sentimientos no nos hace más cercanos en nuestra experiencia de vida que es cada uno por su lado, cada uno haciendo algo con la vida, lo que sienta que es lo que debe de hacer. En ese sentido estamos solos.

 Y la mayoría no estamos muy contentos con eso. Porque vivir cada uno por nuestro lado puede ser bastante doloroso. Pero ahí están esas pequeñas ayudas, esos abrazos fuertes llenos de energía, esos besos de mil formas, esa sonrisas, esos inventos increíbles y esas realidades que pueden asustar pero también nos dan la esperanza real, no esa que se inventaron los noticieros sino la de verdad, que nos llena sin que la entendamos por completo.


 El truco es simplemente respirar, oxigenar el cerebro y seguir adelante, paso a paso por el tiempo que sea necesario. Y recordar que las decisiones que tomemos no son malas ni buenas, correctas o erróneas, son solo decisiones que afectan nuestra vida pero a ella le dan lo mismo. Son las personas las que juzgan, no la vida como tal.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Sobre la montura

Siempre me interesó aprender a montar caballo. No sé porque... Tal vez por la libertad que se siente al estar sobre un animal como ese, o por la amistad extraña que se forja con un ser incapaz de responder verbalmente. En fin...

La equitación es una de esas cosas que dicen que hay que aprender desde niño, como tocar piano o bailar ballet pero yo empecé tarde, en un viaje en el que daban la opción de tomar clases rápidas y vaya si fueron rápidas. Consistían, simplemente, en subirse al animal y halar la rienda con algo de fuerza para no caer y controlar al animal. De resto, era poco lo que decía el instructor, un hombre de bigote espeso que parecía un caballo en que masticaba algo constantemente (nunca supe que era) y su aparente falta de voz.

Después de esas vacaciones, me inscribí en una escuela de verdad y aprendí a cabalgar con propiedad. Lo gracioso, en últimas, era que yo no poseía un caballo ni un lugar para montar pero me tranquilizaba mucho interactuar con los animales y montarlos, fuera a toda velocidad o con calma.

En mi escuela conocí a una campeona mundial. Bueno, campeona junior. Una jovencita de quince años que manejaba cualquier caballo como si todos fueran de su propiedad. Un día la vimos pasar por la pista de obstáculos con agilidad y elegancia. Su pelo casi ni se movía, lo mismo que sus ojos que parecían fijos en un punto lejano, nunca en el obstáculo siguiente.

Todos la felicitamos y nos dio algunos consejos para manejar a los caballos en ciertos momentos, como para saltar una cerca o un muro bajo o para hacer giros cerrados en un campo confinado. Todos los intentamos con el mismo animal y fue increíble ver como cada persona lo hacía tan distinto. Yo pude con el salto pero fracasé con la curva cerrada. Caí como un bulto de papas al suelo y, por suerte, no recibí una patada de Teniente, el caballo.

Mis amigos cercanos, los únicos que tenía, así como mi familia, empezaron a darse cuenta de mi interés por los caballos y todo lo que tenía que ver con la equitación. Empecé a leer al respecto, aprendiendo diferencias entre las diferentes razas y los estilos para montarlos. Supe moderar mis comentarios ya que notaba con facilidad cuando hacían mala cara por alguno de mis datos sueltos referentes al mundo de la equitación.

De hecho, solo había una persona más feliz que yo. Era mi amiga Jackie, que trabajaba en un laboratorio farmacéutico. Ella sabía mucho de muchas cosas y, lo más importante, me conocía más que muchos. Ella sabía de mis problemas personales y por eso estaba tan feliz por mi nuevo interés por la equitación. Para ella era un pasatiempo saludable ya que era ejercicio físico y concentración y además implicaba una relación con otro ser vivo, algo que estaba comprobado podía ayudar a quien tuviera problemas sicológicos.

Jackie fue un par de veces a verme al club de equitación. Tengo que admitir que eso me ponía algo nervioso pero rápidamente pude enfocarme en lo que estaba a la mano que era dirigir a mi caballo por la pista y ganar un par de carreras contra los demás jinetes. Fue una tarde bastante divertida, llena de caídas en el barro y risas tontas. Lo pasé tan bien, que pude considerarlo el único día en que no pensé en los problemas de siempre. Todo fue perfecto.

Por supuesto, no todos los días eran así. Había más días difíciles que días fáciles. Eran más los días en los que luchaba contra mí mismo para levantarme que aquellos en que hacía todo espontáneamente y con una vivacidad que no era propia de mi personalidad.

Recuerdo un día en especial. La noche anterior me había acostado sin pensar en nada en particular pero al despertar lo recordé todo y dolió como si se repitiera, como si lo viviera de nuevo en carne viva. Me pregunté a mi mismo "Porque me pasa esto a mi?". No puedo decir que sea una buena persona pero tampoco soy malo. Solo vivo mi vida lo mejor que puedo y ya. Ni me desvivo por ayudar a nadie ni impido que otros se realicen como seres humanos. Entonces porqué a mi, porqué yo?

Ese día me levanté tarde. La cama muchas veces es un refugio inigualable. Tal como la ducha. No me da vergüenza decir que ese día me demoré veinte minutos debajo del agua caliente. A veces giraba la llave un poco para que saliera hirviendo. Necesitaba sentir mi piel, sentir que todavía estaba allí en carne y hueso, no flotando en alguna dimensión lejana como muchas veces parecía. Me forcé a sentir.

Y eso me ayudó, al menos en parte. Desayuné sin ganas, vi alguna película graciosa para que me contagiara de ánimo pero no ayudó en nada. En la tarde me forcé a salir. Tomé los dos buses que tomaba todos los días para llegar al club de equitación porque sabía que si no iba el dolor y los recuerdos tomarían aún más fuerza y eso no era algo que quisiera.

Mi desempeño fue lamentable. Desde el comienzo fue evidente ya que el caballo que normalmente tenía estaba con el veterinario así que me asignaron otro. El pobre animal estaba asustado desde el primer momento. Nunca supe si era yo o su personalidad pero me costó trabajo incluso sentarme sobre su lomo.

En la pista me fue horrible. El caballo simplemente no respondía y pasado un rato era evidente que el problema no era él. Mi instructor me forzó a bajar para verlo a él con el animal: todo fue perfecto, incluso haciendo una ejecución perfecta en la pista de obstáculos.  Me exigió que hiciera lo mismo y seguramente se arrepiente hasta el día de hoy. Todo iba bien hasta el segundo salto. El caballo se tropezó y cayó con fuerza al piso. Yo salí despedido y terminé golpeando el muro que actuaba de cerco.

Me llevaron a la enfermería de inmediato y, luego, al hospital. Según el doctor, estuve cerca de romperme la columna. Además, sufrí un golpe bastante fuerte en la cabeza, que demandó la toma de puntos, cosa que no dolió tanto como pensé.

Cuando Jackie me visitó en casa a los pocos días, lloré como un desconsolado. Le confesé el porqué de mi desempeño ese día y me reprendió pero también me consoló porque ella más que nadie entendía lo que había pasado. 

Para ser sincero, Jackie era más que una amiga. Había sido mi enfermera en mi peor momento y luego casi como una hermana o una madre. Pero lo mejor es que había sido mi ayuda espiritual y económica. Tras mi colapso, no pude seguir trabajando, lo que no fue difícil ya que nunca pude conseguir nada de siento. Ella me dio dinero para sobrevivir y ahora y siempre se lo agradeceré toda la vida. Incluso me pidió que viviera con ella pero no pude. Después de todo, el matrimonio parecía cercano con su novio y no quería meterme en eso.

Ese día en la pista fue el peor pero mejoré. No puedo decir que lo pasado está en el pasado porque no es así. Está muy presente pero ahora lo puedo enfrentar sin miedo, sin perder el control.

Mientras escribo estas palabras, Jackie se pone su vestido de novia y estoy feliz por haber sido elegido como su hombre de honor. Su novio tiene a su hermana como dama de honor, así que se equilibra. Es un día muy feliz y no puedo dejar de pensar lo mucho que amo a Jackie y a estos caballos. Ah sí, es que el matrimonio es en el club! La llevaré al altar en Teniente, con el que ahora doy clases a niños pequeños. Es mi nuevo trabajo, mi nueva vida.

Estoy contento, bastante contento. No sé si seré feliz de nuevo o si de hecho lo fui alguna vez. Pero tengo una prioridad y es estar tranquilo conmigo mismo. Ya veremos que depara el futuro.