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jueves, 3 de marzo de 2016

Vidas ocultas

   Del edificio salí solo pero contento. Tenía una sonrisa de tonto en la cara que me duró varias horas. Y todo porque había hecho que hace todo el mundo. O bueno, no exactamente pero casi. El caso es que me sentía orgulloso de mi mismo por alguna razón y, al tomar el a mi casa, seguía sonriendo.

 Pero días después ya no sonreía, ya no era lo mismo. El momento había pasado pues todas estas citas clandestinas eran eso, secretos que no le decía a nadie o a casi nadie y por lo tanto los debía yo guardar con el máximo recelo. Fue entonces que me di cuenta lo mucho que me molestaba estarme ocultando, como si hubiese hecho algo malo. Al fin y al cabo que no era nada grave. Lo que pasaba era que no era algo aceptado, algo bien visto y frente a eso sí que no se puede hacer nada. Y no era la primera vez que pasaba por eso, ya muchas veces y desde más joven me habían pasado cosas similares.

 Recuerdo que una de las primeras veces que quedé con alguien, creo que fue la primera de todas, me vestí de una forma tan rara que solo años después entendí que entonces no sabía nada de nada. No recuerdo bien que excusa di en casa para salir ni como fue que tomé la decisión. Tampoco recuerdo con claridad como conocí a la persona, solo sé que fue por medios electrónicos. En todo caso, llegué a un parque y allí nos vimos. O sería en otro lugar y después fuimos al parque? No lo sé, ese recuerdo se ha ido erosionando con el tiempo.

 El caso es que recuerdo el parque, la gente pasar y lo nervioso que yo estaba. Tenía puesto un saco de colores que hoy me parecería horrible, que no sé si jamás volví a usar. El chico con el que me encontré, creo que algo mayor, tampoco me gustaría hoy. Pero creo que entonces no se trataba de eso sino de vivir la experiencia, de lanzarme de una vez al vacío de una vida que yo sabía que siempre iba a ser de esa manera. Siempre iba a tener que ocultarme así que porqué no empezar pronto?

 Hoy, a pesar de que lo sigo haciendo, me parece triste. En ese momento los nervios podían más que pensar en cualquier cosas. Creo que en lo poco que nos vimos ese día, solo hablamos. Él tenía acento y yo solo pensaba en como volver a mi casa. No recuerdo si me invitó a la suya o solo sugirió ir algún día. No lo sé y creo que el recuerdo se ha perdido por alguna razón. Volví a casa con la experiencia hecha y creo que por un par de años no saldría de mi casa de nuevo. En esa época estaba en el colegio. No recuerdo que edad tenía pero sé que fue mucho antes de los diecisiete, primera vez que tuve relaciones con alguien. Era muy joven en todo caso, muy ignorante para haber hecho lo que hice.

 El caso es que así fue y solo hasta mucho después empecé a salir con personas pero siempre en la amabilidad de la oscuridad. A todos los conocía por Facebook o por algún chat de estos que abundaban en la época. Hoy en día me parece hasta gracioso no haberme topado con ningún hombre mayor o ningún mentiroso peligroso. Nunca pasó y no ha pasado recientemente tampoco. Porque sigo usando, muy de vez en cuando, las mismas herramientas o algunas nuevas que son básicamente lo mismo.

 Ese día de la sonrisa, cuando volví a casa, pensé en eso también. Incluso si ese asunto evolucionaba a algo más, las cosas en verdad no cambiarían pues siempre  tendríamos que vernos de esa manera, entre las sombras o en lugares donde nadie nos mirara. Por eso fui ese día a la casa de él y fui otras veces más. Por eso con los chicos con los que salí al comienzo lo hice a lugares que parecían islas en un mundo en el que estábamos casi sobrando, de alguna manera. Nunca lo pensé mucho entonces pero ahora entiendo que las cosas no han cambiado mucho y muchos seguimos detrás de bastidores, viendo a ver si podremos salir totalmente alguna vez.

 Lo digo porque yo, como muchas otras personas, no ocultamos tanto como otros. Nunca he tenido muchas amistades pero hoy en día no dudaría en contarle a ellas lo que me ha pasado, lo que he vivido, a quién he conocido y como lo he conocido. No me da vergüenza ni nada por el estilo porque no es nada de lo que tenga que avergonzarme. Claro que no puedo dar demasiados detalles porque a veces puedo ser muy gráfico, pero creo que incluso si lo fuese mis amistades sobrevivirían a ello.

 Eso me recuerda, que nunca tuve muchos amigos, mucho menos cuando empecé en todo esto de salir. Muchas personas no entenderán lo que digo porque habrán conocido a sus parejas y demás a través de amistades. Esa oportunidad jamás la tuve y no creo que la vaya a tener nunca. No solo porque sigo teniendo un circulo de amistades tremendamente cerrado sino también porque prefiero yo elegir a quien conozco y a quien no. Las personas que potencialmente tendrían un interés en mi que también conocen mis amistades, no son precisamente cantidades y cantidades. Más bien pocos por lo que eso aminora mucho las posibilidades.

 Porque lo que importa es que le gustes a alguien. No solo es buscar alguien que te guste a ti, en el sentido que sea. Porque eso es fácil, cualquiera puede ser interesante en potencia. Pero lo que no es fácil es encontrar esa persona que vea algo en ti que los demás no ven, sea lo que eso sea. Eso es algo muy extraño y muy especial. Pero es la mejor opción si se quiere conocer a alguien para algo más estable, cosa que no he tenido nunca pero siempre he creído que así debe ser. E incluso si es por una noche, es mejor si hay un gusto real y no solo es porque eres un ser vivo.

 Eso, de hecho, me ha sacado bastante de este como juego que es el asunto de salir. Quitando el hecho de no poder tomarse de las manos o darse un beso donde a uno se le de la gana, porque incluso en los países “avanzados” eso se da muy poco al comienzo,  es también un asunto de que seas tú el que causa interés y no nadie más.
Desde esa primera cita o incluso antes yo ya tenía problemas de imagen corporal, de autoestima, de verme diferente a los demás y no solo por ser homosexual. Era algo que iba mucho más allá y al mismo tiempo que era muy interno y difícil de exteriorizar. Además, cuando tienes ese problema, rara vez quieres que la gente se de cuenta. En el colegio, sobre todo, nadie quiere verse débil ya que los niños siempre han sido carroñeros. Les han enseñado, o tal vez simplemente les gusta, destrozar a otra gente para ellos ascender en la escala social. Eso lo noté claramente en mi adolescencia y creo que cualquiera puede hablar de cosas parecidas, si abre los ojos.

 Por eso hoy en día busco alguien que me quiera a mi y no a otro. Es decir, que le guste yo o no solo el hecho de que yo solo sea, tal vez, la única opción o el único cerca o diversas facilidades que los hombres, por ser hombres, buscan. En esto las mujeres lo tienen más claro pero como no soy mujer no entiendo como es que lo hacen funcionar. El caso es que eso hacen y les funciona a las mil maravillas. La mayoría son queridas, son buscadas por los hombres con los que están.

  Tengo que confesar que me he sentido usado en ocasiones. Tal como el condón que la gente usa para protegerse, me he sentido tirado a la basura después de que todo ha terminado. Es humillante y la gente parece no darse cuenta de lo pésimo que eso es. Por eso de un tiempo para acá prefiero ser yo el que tome la decisión y no estaría hoy con nadie que no demuestre interés alguno, sea para lo que sea.

 Yo citas no tengo hace mucho tiempo. En parte por lo que decía antes, porque no tengo una vida social que lo facilite, pero también porque sé hoy en día que valgo más de lo que alguna vez pensé que valía y sé que merezco que alguien de verdad quiera estar conmigo y no solo quiera estar con alguien. Volvemos al punto de esa vergüenza, de ese sentimiento de estar oculto y de correr para un lado y otro como una rata. Yo ya no quiero eso.

 Es cierto que incluso hoy en día muy pocas parejas, a menos que lleven un buen tiempo, demuestran su cariño en público. Muy diferente esto con parejas de mujeres con hombres. Todavía estamos escondidos viviendo vidas ocultas que tratamos de usar hoy como ventaja. Ya no son pesos muertos, vidas de pena y congoja sino elementos que podemos usar para mejorarnos de mil maneras y vivir una vida algo más a nuestro gusto.


 No salgo con nadie pero tampoco me veo clandestinamente con nadie. Sigo teniendo los mismos problemas de autoestima pero tengo que decir que me quiero más ahora que en esos viejos tiempos de la escuela. Me siento listo para mucho pero no me apuro para conseguirlo. El punto es que sé cuanto valgo e incluso en las sombras, lo recuerdo y lo hago saber. Uso esa vida oculta como un laboratorio que me prepara para el mundo y prepara al mundo para mí. Al fin y al cabo, no es tan malo sonreír y que nadie sepa porqué.

sábado, 4 de julio de 2015

El camino de Pedro

   Pedro había empezado a los dieciocho años, en un tiempo cuando no tenía nada de dinero para sus cosas y vio la necesidad de conseguirlo a como diera lugar. Él estaba solo en la ciudad, habiendo llegado del campo, y por alguna razón no conseguía trabajo. Cuando por fin consiguió, era para un hombre que podría haber sido clasificado como esclavista en una tienda donde, más que nada, se vendía contrabando. El trabajo de Pedro era el de mover cajas para un lado y otro y moverlas casi todos los días a diferentes bodegas por toda la ciudad. Esto era, supuso él, para despistar a las autoridades y que al tipo ese nunca lo cogieran. Pero lo hicieron y a Pedro se le acabó el trabajo. Había venido a la ciudad a tener una mejor vida pero eso todavía no había sucedido.

 Había veces, muy pocas, que sus padres lograban enviarle algo de dinero. Este apenas le alcanzaba para pagar el cuarto donde se estaba quedando. La comida y todo lo que no involucrara esa pequeña y mohosa habitación, tenía que pagarlo él como pudiera. Ayudaba en supermercados, en la plaza de mercado, de mensajero para el que fuera, en restaurantes como mesero temporal. Pero ninguno era un trabajo permanente lo que significaba que ninguno de ellos podría asegurarle nada en su vida. Había días que comía solo una vez y nunca era mucho de nada. Tal vez algo de arroz que le regalaba una vecina o un pedazo de carne que le regalaban de los sitios donde trabajaba o un pastelito o algo así que hubiera en una tienda. Con eso vivía o, mejor, sobrevivía.

 Una vez tuvo trabajo por dos semanas completas, yendo todos los días. Se trataba de una bodega que debían abastecer en ese tiempo. No sabía cual era el producto que guardaban allí pero no le interesaba saberlo. Solo trabajó duro y al final tuvo su primera paga en billetes y monedas. Obviamente no era mucho, porque todo el mundo le veía la cara de recién llegado, de inocente, y se aprovechaban de ello para no pagarle lo justo. Pero lo que él no sabía, no lo hería. Se alegró al ganar su primer salario decente y decidió ahorrarlo para tiempos peores que no demorarían en llegar. Tuvo que aguantar ver sitios de comida deliciosa y productos que le llamaban la atención. Era una tortura.

 Pero algo que quería hacer, desde incluso antes de llegar, fue ir a un café internet. Había oído de las computadoras y demás en su pueblo pero allí solo había un par en el colegio y apenas había podido tocarla. Decidió darse el gusto y pagó por una hora entera de antemano. A pesar de que no sabía nada al respecto, fue bastante fácil comprenderlo todo. En unos minutos estuvo en su elemento y pudo ver resultados del fútbol, noticias e incluso fotos de su pueblo que le hicieron recordar a sus padres y al olor del campo en la mañana, cuando ellos salían a trabajar y él se iba a la escuela. Extrañaba su campo.

 De repente, una ventana se abrió de golpe. Eran dos chicos y hacían algo que él jamás había visto. Después se abrió otra con dos chicas y al final una tercera donde un chico delgado miraba directo a la cámara, como seduciéndola. El afán de Pedrose disipó por un momento ya que el aviso decía algo de ganar dinero y la cifra que ponían era increíble. Había una palabra que no entendía pero no supo más porque uno de los encargados del café le dijo que el sitio no era para mirar esa clase de cosas. Así que lo sacó antes de que se le terminara la hora y Pedro quedó preguntándose que era eso que había visto. La verdad había sido una debilidad porque la cifra era increíble pero pensó que seguro habría mucho que hacer para conseguirla.

 Los días pasaron y, de nuevo, era difícil encontrar un trabajo decente. De nuevo le pagaron con comida o con algunos billetes que en verdad no alcanzaban para nada. En esos días, recibió una carta de su padre que le decía que por un mes no recibiría nada de dinero pues la cosecha pasaba por un mal momento y no tendrían como ayudarlo. La carta no decía nada más y eso hirió un poco a Pedro pero tuvo que tomarlo de la manera más madura de la que fuese capaz. Ahora debía sobrevivir como nunca y lo mejor era ponerse a trabajar. Como pudo, repartió volantes para un restaurante, pinto muros e incluso ayudó en una iglesia a matar algunas ratas que la infestaban pero en ninguno de los trabajos le pagaron algo decente, ni siquiera en la iglesia.

 Y entonces recordó de nuevo la cifra que había visto en la pantalla del computador y supo que debía saber más. De pronto no era algo tan malo como él pensaba. Decían que la internet ayudaba a la gente de muchas maneras en otros sitios así que podría ser su vía para una vida mejor. De sus ahorros sacó, con dolor, el pago de una hora en otro café internet, donde por la clientela, supo que no lo juzgarían por ningún contenido. Se hizo al fondo y trató de recordar que decía el aviso para buscarlo. Ya no recordaba la palabra que había visto pero decidió ser recursivo y escribió “chico desnudo”. La cantidad de imágenes que vio fue demasiado así que agregó la palabra “dinero”. Y entonces lo encontró.

 Era el mismo sitio que antes. Decían dar una muy buena paga por trabajar como actor y modelo. Daban un número de teléfono, un correo electrónico e incluso una dirección. Pedro había venido preparado y lo anotó todo en un papelito que tenía doblado en el bolsillo. Sin perder tiempo, le preguntó al encargado del sitio donde quedaba la dirección y el hombre le dijo como llegar. Para su sorpresa, no era muy lejos. Decidió caminar, en parte por lo cerca y en parte porque no tenía dinero para bus, y llegó en uso minutos. La dirección era de una casa vieja pero bien mantenida. Las ventanas estaban tapadas con cortinas y cuando golpeó, parecía que nadie iba a venir a abrir.

 Cuando por fin abrió un hombre alto y bien afeitado, le dijo que se fuera, que no era lugar para niños. Pedro le dijo que tenía dieciocho y que había visto el anuncio en internet. El tipo se le quedó mirando. Lo miró de arriba abajo y por todos lados hasta que le preguntó si sabía en que consistía el trabajo. Pedro negó con la cabeza y el tipo lo invitó a pasar. Le pidió que lo siguiera a un segundo piso, donde había varios cuartos pero todos cerrados. Ellos entraron a una oficina donde había pantallas y computadores y nadie más. El tipo se sentó y señaló a las pantallas. Y Pedro entendió lo que los chicos hacían. En la pantalla se veía a la perfección como se quitaban la ropa frente a una cámara conectada a un computador.

 El tipo le dijo que si quería entrar, la paga era más que generosa. Le dijo además que por su cuerpo y aspecto tal vez podría pagarle más. Con ropa y todo, el hombre veía que los músculos del chico eran bastante marcados, por tanto trabajo subiendo y bajando y cargando cosas. Además le dijo que a muchos les gustaba el niño con cara de inocente y sumiso, así que de pronto pagarían más por él. Si más gente lo pedía, más paga recibía. Pedro se sentía un poco abrumado y nervioso. El tipo lo miraba de una manera que no le gustaba pero él pensaba en lo que podía hacer con el dinero. Incluso podría ayudar a sus padres pero no sabía que hacer. El tipo le dijo que viniera al día siguiente y lo pensara esa noche. La decisión era difícil y él lo sabía.

 Esa noche, Pedro prácticamente no durmió. Pensó en todo lo que podría comprar, en los sueños que podría realizar con tanto dinero. Tal vez incluso estudiar algo, si ganaba lo suficiente. Lo bueno era que no tenía que estar con nadie en un cuarto sino que era solo frente a una cámara. Era como bailar pero sin ropa o algo así. Era muy raro pensar en eso y en gente que le gustaría verlo desnudo. Pero aparentemente la había, pues el tipo de la agencia, como decía llamarse, le había indicado que podría tener buena ganancia por su cara de inocente. En un momento se miró al espejo y se preguntó si en verdad se veía tan inocente y desvalido como le decían.

 Al otro día visitó la agencia de nuevo y le dijo al hombre que lo haría. Él le sonrió y le dijo que firmarían un contrato formal y le tomaría algunas fotos, tanto para el archivo como para la promoción. Todo fue muy rápido y confuso y al día siguiente ya estaba en internet. El mismo tipo de la agencia le mostró como se veía su imagen allí. Le dijo que era el momento de empezar y así fue como Pedro empezó en el mundo de la pornografía. Al momento tuvo mucho miedo pero pronto se dio cuenta que no había nada que temer. Le pagaban bien, lo trataban excelente y el dinero ganado le permitió mudarse a un sitio mejor y ayudar a sus padres en el campo.


 Con el tiempo, lo contrataron para hacer películas y tomarse fotos y demás. Incluso lo contrataron como modelo para ropa interior y cosas por el estilo. Pronto se le olvidó todo respecto a su inocencia y surgió entonces una cara de Pedro que ni él había visto nunca. Una cara más luchadora que nunca y que le hubiese servido cuando habían abusado de él en tantas ocasiones. Sabía que su trabajo no era muy normal pero eso no le importaba. A nadie hacía daño y sí le constaba que hacía muy feliz a muchas personas y que podría ser mejor que eso?

jueves, 16 de abril de 2015

A story of nudes


   I wanted to make myself visible. I had to do it in order not to feel imprisoned in the shadows, away from all that happened in the world. I needed to feel alive and wanted. So I started taking pictures using the few notions I knew of photography. At first, they were only pictures I had taken for assignments. They could be qualified as casual but also as artistic. I didn’t wanted them to be just pictures but also proof of what my life was like. So everywhere I went, I carried the camera. My father had bought me one and the moment I got it in my hands I started shooting. Every interesting plant, every nice sunset, every park or animal. I would take pictures of everyone of those and more.

 But at one moment I needed to do something else, something others were not doing and by others I meant the people around me. And the answer was obvious: nude pictures. No one was daring to do them. Was it maybe because I was twenty years old? Or was it that people are generally afraid of their own body? Who knows? But what I did know was that I needed a way out, a way to feel like myself, even if I had to do it all alone. I had tried dying my hair blue, changing my clothes, just being different from who I had been the past years, the last ones of school and first ones of college. I needed something to be only mine.

 So the first picture I took naked was of my legs. I wasn’t actually naked but it was the beginning of that time for me. I tried different tricks with lights and editing in various ways. I also took some shirtless pictures, never revealing my face. After all, everything that goes into the Internet may never be truly erased. People were going to see me and, even as much as I wanted to be out there, I wasn’t ready to show my face.

 With those first pictures, friends and other acquaintances praised my attempts for a more personal photography. They liked the way I edited my pictures and how I posed in them. After all, they were very personal and did tell tales about me to people. I was very happy to see that they were liked. Not universally but, after all, I was just learning. I didn’t wanted to be a photographer and did not pretended to be one. But I was learning so much about it that I immediately felt fascinated for an art that I had never truly reflected about.

 Back then; I liked it because it was something I could do alone. I love cinema but that needs a team to become a reality. I’ve never cared about the making of music so that wasn’t really an option and my hands are not made for the subtle and gentle work of a painter or a sculptor. No, it had to be photography. How the camera felt, the various shots to get the one I loved, the experiments I did based on what I was learning. It was all so attractive to me and, to some extent, it still is.

 I took the following step almost a year after opening a public Internet account to show my pictures. I had put on flowers, landscapes, sites, and my headless body. So the next step was showing more. I decided to show my face but not my penis. I didn’t want it to be the center of attention, not that it is anything special. But human nature is always governed by the animal feelings and it is obvious that people looking at a naked picture will always stare first at the genitals and then see the whole picture. We all do it and there’s nothing wrong with it but I wanted that distraction out so I took all pictures covering it or cropping the picture just right or even just turning around and showing my butt instead.

 Comments started pouring on the website. They were all very kind and many even racy, which I appreciated too. Friends and others were not as enthusiastic, rather focusing on the fact that I was naked and not so much on the pictures as such. They asked me if I wasn’t afraid of showing my face naked in public but I answered that there was nothing people could do with those pictures to me. They couldn’t threaten me because I had taken the first step. I’m not ashamed of my decision and I stood by it. And if someone sent one of them to my parents, as improbable as that would be, I would acknowledge my art and leave it at that.

 I have to clarify myself, though. The pictures were also an experiment for something else. They were not just about experimenting photography and having an artistic outlet that I had lacked for a long time. It was also, nudity to be more specific, a way to make people see me and judge me. I wanted to put myself out there and be bombarded with comments, good or bad. For a long time, a very long time, I had dealt with insecurity issues and I felt nudity would help me with those problems. And it did.

 With those pictures, and seeing so many more taken by a variety of men, I realized I wasn’t hideous or awful. I understood that the wide range of body types is what makes the human body beautiful. Of course, being gay, there is a beauty standard as there is one for straight men too. But homosexuality is more focused on how you look and any gay man who says they had never had an issue with that is lying. We judge each other harder. Maybe it’s because of the stereotypes that had been imposed for years but there is a certain idea of how a homosexual man has to look like and just be. And that was why I needed those pictures. I needed to prove myself and others that I could be who I am and people would like that.

 Yes, I did to receive approval. And that was the rotten seed that I never really paid attention to. It slowly grew for all those years, more than six to be exact, in silence. Meanwhile, I was successful with my experiment. People liked the way I got naked. At one point, I decided to post one picture fully naked and it was clearly one of the more successful ones in the account. After that, I just kept experimenting: shadows, lights, colors, places… It was all about the body. I still uploaded some other types of pictures that I liked but people seemed to be not very interested in them. Back then, I started to notice mostly men were adding me as their friend and the number grew a lot during the years. I have no idea how many contacts I had in there but I know they were thousands. Yes, thousands.

 Then, people got bold and started to ask for types of pictures, even more revealing ones. I said no to all of that. I was going to make a porno picture just because people wanted it. It wasn’t what I was looking for, to arouse anyone. My goal of helping myself with the pictures was, I believed, successful. Oddly enough, it was a time I had no one to share my new securities with. That was when I realized there was something wrong. Why were they thousands of man complimenting me online but in real life not even one dared to say anything to me? I tried giving the first step and that was always a failure. I cannot remember how many failed dates I’ve had. All of the crumbling fast after just a few words have been exchanged.

 Then came the people that denounced my pictures on the site where I had them. Each time I uploaded a picture, I left it without any safety advice on in order for more people to see it. After all, it was a picture of the human body, not from a corpse, or sexual or a violent act. But no. People started pouring saying my pictures were not adequate for the website. A website that had thousands of users pouring in only to check out naked men and women. If there’s something that I hate is hypocrisy and that was just the best example of it I had ever seen.

 I finished college and the rotten seed then activated, still silently. My old worries came back. Every picture I took was mediocre next to the other older ones but I decided to ignore that and do something else with my life. I traveled, I did other stuff and I even did some new things with my pictures and people liked them but less than before. And the opponents were still there, trying to push me off the edge.

 When I came back home one day, I realized they had succeeded. My account had been erased. The details are not important but I then suffered a very great depression. The rotten seed had finally won, all because I had made the wrong decision years ago. I kept failing in life, the future looked pitch black and now, what had been my only creative outlet for years, had been erased permanently. I was angry and outraged but also sad and vulnerable. A failed attempt to have a relationship pushed me to an abyss, from which I barely came out.

 Eventually I found out photography had lost most of its appeal to me. I still like to look at them and appreciate them but I haven’t held my camera in some time. Selfies, sure. Artistic photos, not really. I also found myself another outlet, one you are witnessing right now. And, to be honest, I hope I never have to leave this one, as it keeps me going, as photography never did. It was a stage in my life but that is the past. The present is this and the future… Well, let’s hope it’s there.

lunes, 22 de diciembre de 2014

El mundo murió, y nadie se había dado cuenta

Por el bien de todos. Eso fue lo que dijeron. Había que llevarlos allí, por el bien de todos.

Juana ya no era la misma desde ese episodio de su vida. Ya no veía las cosas de la misma manera. Había dejado de ser una joven ingenua para convertirse en una mujer amargada y taciturna, aburrida de la vida.

Se había casado muy pronto, eso era cierto. Apenas salió de la universidad, se casó con su novio. Apenas tenía 22 años y él 24. Pero estaban enamorados y habían sido novios durante toda la carrera. Conocían las diferentes facetas del otro y se habían aceptado. Así que con el consentimiento de sus padres, celebraron un matrimonio civil, con una fiesta que siguió con pocos amigos, solo la gente más cercana.

Dos años después, se llevaban a Francisco, su marido. Argumentaban que había violado varias de las normas de navegación en internet y era desde ya considerado un peligro para la sociedad. Ella no entendía nada y eso fue lo que más la afectó.

Todos creemos conocer a quienes más amamos pero la verdad es que muchas veces no tenemos la más remota idea de quienes son. Y aunque esto es cierto y Juana lo sabía, ella también sabía que conocía a la perfección a su esposo y sabía que no había nada que él ocultara que pudiera ser tan grave.

El estado y la sociedad habían cambiado lenta pero obstinadamente en los últimos años. El cambio había sido tan lento que casi no lo habían notado. Pero cuando Juana quiso visitar a su esposo en la cárcel, entendió que el mundo en el que vivía era otro, muy diferente al que ella tenía en su mente.

Cuando llegó a la prisión, la recibieron con gestos desafiantes. Nadie cooperaba ni le decían donde estaba su marido. Ese día, esa primera vez, le dijeron que ella no tenía derecho alguno de ver a su marido ya que él había violado códigos muy estrictos. Juana perdió el control, gritando que debían enjuiciarlo, debían darle una oportunidad para probar su inocencia.

Para su sorpresa, eso ya había ocurrido. En estos días, los juicios eran expresos o, en otras palabras, se celebraban apenas el delincuente hubiese sido llevado a la prisión. No esperaban a que tuviera un abogado ya que le asignaban uno que, por obvias razones, no podía hacer mucho por la persona. Lo máximo, era tratar de aminorar su tiempo de condena. De resto, no había caso.

Juana habló con familiares y amigos abogados pero todos le explicaron que la ley no estaba con ellos. Aunque nadie sabía muy bien cual era la razón de la condena, entendían que había sido algo relacionado al comportamiento de Francisco en internet y solo ver una página que "marcaban" como prohibida, podía dar hasta cinco años de cárcel.

Lo primero que hizo la mujer entonces fue revisar todas las posesiones de su marido. La situación era tan grave, que violar la privacidad de su esposo era lo de menos. Revisó por horas la computadora portátil que él siempre usaba. Había bastantes documentos del trabajo, que ella no entendía, y búsquedas casuales en Internet.

Después de un rato, encontró varias páginas pornográficas. Chicas de todo tipo teniendo sexo en varias situaciones. Incluso había escenas en las que Juana jamás hubiera ubicado a su marido, pero al parecer eso era lo que le gustaba. Buscó más y más y encontró búsquedas y salas de chat en las que su marido había entrado y entendió que era lo grave que él había hecho.

La mujer buscó entonces al mejor abogado en existencia. Sacó sus ahorros y los de él y los puso a su disposición pero el hombre le explicó que en casos así la condena no se podía impugnar. El Estado no permitía que "depravados sexuales", como creían que era Francisco, estuviesen sueltos en las calles. Jamás lo dejarían ir.

Juana entonces le pidió que la ayudara a encontrar los detalles del caso, del juicio, de todo lo relacionado con el arresto. Y, lo que más quería, era ver a su esposo.

Lo primero no fue difícil: el Estado subía con frecuencia los datos personales y demás detalles de los juicios relacionados con crímenes por internet, para así alertar al resto de la población. El abogado y Juana revisaron el documento colgado en el portal principal del Ministerio del Derecho, como era conocido ahora. Tenía unas cincuenta páginas, en las que se registraba la dirección del hogar de la pareja, los datos físicos de Francisco y los detalles de al menos dos años de navegación por internet. Lo habían estado vigilando, como probablemente lo hacían con todo el mundo.

El abogado le explicó que muchas veces el Estado no podía con todo, y le relegaba el trabajo a los hackers que trabajaban feliz mente a cambio de cuantiosas sumas. Su marido había cometido un error, era cierto. Pero estaba pagando demasiado por ello.

Cuando revisaron el acta del juicio y del arresto, Juan comprobó lo que había encontrado por su cuenta: Francisco había sido arrestado por buscar mujeres jóvenes en internet. Nunca, según lo que pudo ver por las miles de hojas y seguimientos, buscó niñas, ni siquiera chicas de 18 años. Nunca dijo nada que ella hubiera considerado grave, depravado. Le gustaban las chicas jóvenes, eso era todo. Pero el Estado no lo había visto así. Y por eso fue sentenciado tras quince minutos de juicio. Juana lloró al ver la condena que había recibido.

Tras varios meses, en los que Juana lentamente había caído en la tristeza y el desespero, el abogado le pudo conceder su deseo de ver a su marido. Las condiciones eran ridículas pero no tenía sentido protestar de ninguna manera. Lo haría como ellos querían porque necesitaba hablar con él. Tendría que venir a la prisión y ser revisada dos veces para luego pasar a un cuarto estéril en el que se reuniría con su esposo, bajo la vigilancia de dos guardas de seguridad.

De nuevo, se sintió humillada y vulnerada al máximo, cuando un hombre y una mujer la revisaron de pies a cabeza, cacheando cada parte de su cuerpo, tal vez buscando armas o regalos prohibidos. Después de eso, sintió lágrimas en su cara pero se las secó rápidamente ya que era la hora que tanto había esperado. La metieron en un cuarto pequeño, con una mesa y dos sillas. Mientras se sentaba, entraron los dos guardas. Y esperó. Y mientras lo hacía notó cámaras en todas las esquinas del lugar y supo que seguro había micrófonos por todos lados.

La espera se alargó por lo que pareció una eternidad. Hasta que la puerta se abrió: un hombre grande cruzó el umbral. Halaba a Francisco y lo sentó en la silla frente a Juana. Ella instintivamente quiso tocarlo pero un guarda se le lanzó encima y la retuvo. No estaba permitido el contacto físico. Ella inhaló y lo miró bien: del Francisco que conocía ya no había mucho. Estaba pálido, casi verde, con los ojos inyectados de sangre. Tenía moretones en la cara y el labio roto.

Como pudo, Juana se contuvo y no lloró ni gritó ni hizo nada más que decirle a su marido que sabía las razones por las cuales estaba allí. Le dijo que sabía que él no había cometido ningún crimen, sabía que él no era quien decían otros que él era. Los guardas oían con atención, seguramente esperando órdenes.

Le dijo que lo amaba y que jamás se olvidaría de él. Le prometió que esperaría los cuarenta años ya que sabía que él era su alma gemela y no necesitaba nada más en su vida. Entones una lágrima rodó por la cara del hombre, que parecía demasiado lastimado mentalmente para decir nada más.

Pero Juana no pudo cumplir su promesa. Poco tiempo después de su corta visita al hospital, tuvo una crisis nerviosa grave y se suicidó tomando un frasco de pastillas. La suerte de Francisco no fue muy distinta: el mismo día de la visita, él sonrió caminando por un pasillo. Y entonces otros internos, e incluso algunos guardias, lo mataron a golpes.

El mundo murió, y nadie se había dado cuenta.