domingo, 18 de octubre de 2015

Ciclos moribundos

   Había pasado por lo mismo en tantas ocasiones que ya todo le daba un poco lo mismo. Eso de que fuese el primer día, de sentirse como el nuevo, de tener que congeniar y formar lazos emocionales que solo tendrían una duración bastante corta, todo eso ya lo había mandado a recoger en su mente pero hasta ahora se daba cuenta de ello. Era uno de esos mensajes que le llega tarde al cerebro porque parecen haber sido hechos sin importancia, pero esto sí que era importante. Al fin y al cabo, se trataba de él dándose cuenta de lo harto que estaba de pasar por lo mismo tantas veces a través de su vida, de estar siempre movilizándose como si fuera un soldado en batalla, algo que a la larga no difería mucho de su posición actual, a excepción que esta vez la batalla era interna.

 Eso de vivir lo mismo tantas veces parecía sacado de una tonta película de ciencia ficción, pero era la verdad. Aunque es cierto que las amistades son importantes en la vida de un ser humano, él sentía que ya tenía las amistades que quería y necesitaba. Ese cuento de estar haciendo amigos por todas partes como si todavía estuviera en la arenera de cuando era niño, simplemente no le llamaba la atención en lo más mínimo. Además, nunca le había sido muy fácil conocer gente a menos que tomara uno en cuenta esos adorables años de juventud en los que todo el mundo se relaciona con tanta facilidad y desprendimiento. La gente normal saca de ahí sus mejores amistades pero no él. Ese pedazo de su vida lo vivió en movimiento así que no sirvió de nada.

 Ahora de grande, de adulto, conocía mejor a la gente y sabía como la mayoría pensaba, como maquinaban antes de conocer gente y lo predispuestos que estaban a todo. Al fin y al cabo, los adultos están mucho más contaminados de todo en el mundo que los niños, así que no existe una amistad adulta en potencia que no esté contaminada de pretensiones y estereotipos, de suposiciones que la mente va a haciendo a partir de lo que a la imaginación le da por inventar. Todo eso no es fácil de superar y mucha gente lo logra pero él nunca lo hizo. Hacer amigos reales a esas alturas de su vida le sonaba ridículo por muchas más razones de las debidas.

 Una de las más importantes era que, por alguna razón, nunca le había caído bien a la gente. Bueno, al menos no de entrada. Entendía que era porque era algo hosco y aprehensivo, por lo mismo de saber que la gente lo era con él. Debía ser entonces que las personas veían entonces eso en su rostro o algo por el estilo porque muy poca gente hablaba con él espontáneamente. Es obvio que a la gente siempre le guste hablar con gente que es como aspiran a ser. Por eso la gente más “popular” es siempre extrovertida, divertida y con más energía de la que pueden gastar. Él estaba al otro lado de ese espectro y al parecer lo tenía escrito por toda la cara porque era un problema para que la gente soltara algo.

 Ya después venían los problemas regionales, es decir las tontas características de las personas según su lugar de procedencia. Alguna gente es más abierta, otra más cerrada y así. Son bobadas o al menos así lo veía él, pues creía que la gente fácilmente podía superar semejantes clichés en los que estaban encerrados. Pero, la verdad es, que a la gente le encanta ser un estereotipo ambulante. Al parecer es más fácil definirse así porque es más claro. Por eso mismo la mayoría de personas no gustan nada de aquellos que son más difíciles de explicar y de entender. Con esto, él no quería pretender ser un ser misterioso, envuelto en las sombras. Pero ciertamente no era ese desgastado ser lleno de vida que la gente aspiraba a ser, por razones desconocidas.

 Todos estos problemas para conectar con la gente habían migrado también a su vida personal. O bueno, no era tanto una migración pues todo venía a ser lo mismo que era conectar con gente que no conocía, aunque hay que decir que en el amor y todo lo relacionado con ello, nunca había sido una persona muy exitosa que digamos. Fue rápidamente que se dio cuenta que no era de aquellas personas a las que la gente se le queda mirando a menos que sea por las razones que nadie quiere que lo miren. No era uno de esos tipos con un rostro inmaculado, que parece salido de la revista de moda más ridícula del mundo. No, ese no era él pero ni por las curvas.

 Era bajito y simple, siempre en el medio de todo pero nunca nada por completo. De pronto era eso lo que la gente obviaba pues, como decíamos antes, las personas prefieren lo que está definido y claro como el agua. Eso de que la Humanidad está fascinada con los misterios de la vida, es solo un mito de auto complacencia para hacernos pensar que todos somos brillantes y que además somos la mata de la cultura. Sabemos que eso no es así porque la mayoría de la Humanidad es tonta como ella sola, solo que a cada rato salen personajes que la salvan de si misma. Eso sí, no nos referimos a él que es otro tipo simplón y ciertamente él no se considera el pináculo de lo que es ser un ser humano.

 El caso, para ponerlo en palabras simples, es que nunca había atraído una mirada y, si lo hacía, era de lujuria o de confusión. Provocar cualquiera, al menos en su concepto, era desagradable. La primera porque simplemente no era halagadora y pasaba a ser lasciva y casi invasoramente física con facilidad. Y la segunda porque cuando la recibía su autoestima, un ser débil ya de tantas batallas, daba un salto hacia atrás y se encogía hasta quedar del tamaño de una uva. Las miradas para él decían todo de las personas y por eso había decidido ya no esforzarse más y dejar que cada persona opinase lo que quisiera y como quisiera. Sentía que después de tanto tiempo, la vida le debía algo.

 Sí, ya lo sabemos. Es bastante pretencioso decir que la vida le debe algo a uno pero a veces ciertamente se siente así. Hay gente que es premiada con demasiado en la vida y lo que pasa entonces es que se aburren con facilidad o se creen el centro del universo, dos situaciones bastante molestas para cualquiera que esté cerca. La gente a la que todo le sale bien, con la que todo es perfecto, ideal y justo, normalmente tienen el descaro de pedir más cuando ni se lo han ganado ni deberían poder tener más. Sin embargo, reciben belleza, amor, inteligencia y otro sin fin de premios. Y para el resto que queda? No mucho, lo que sobra que es poco y no vale tanto la pena pero está ahí para que el que quiera tomarlo lo haga. Y no, a él no le gustan las sobras de otros.

 Le debiera algo la vida o no, igual no estaba cerrado a que las cosas pasaran como pasaran. Es decir que no iba a buscar activamente el amor o amistades o nada de nada pero sí iba a estar abierto a que cualquiera de esas cosas llegara a su vida. Es decir que no iba a creer una barrera ni nada por el estilo, iba a dejar que quién quisiera conocerlo lo hiciera pero eso ya dependería del interés de la gente y, la verdad, él no creía que fuese a suceder nada con ello. La gente no iba a descubrir de la nada que él estaba ahí parado todos los días. Por algo cuando caminaba por la calle, sentía que nadie lo veía y que podía pasar desapercibido en cualquier lugar del mundo.

 De hecho había intentado hacer eso mismo en muchos lugares y lo había logrado con éxito. Simplemente resultaba invisible para muchos y la verdad que era algo agradable en ocasiones, aunque la mayoría se sentía muy solo. En esos momentos recordaba a su familia y a sus verdaderas amistades porque los tenía lejos y entonces sentía en el corazón lo difícil que es separarse de lo que uno necesita para hacer lo que se debe hacer o al menos lo que uno cree que debe hacer. Fuese como fuere, a veces lloraba en silencio un rato y después se le pasaba todo, como si tuviese que colapsar por momento para volver a construirse, ojalá más fuerte que antes y con mucha más fuerza y resistencia.

 No era de sorprenderse que estuviese aburrido con retomar el eterno ciclo de conocer gente y tener que unirse en grupos. Lo hacía pero no más que eso. A la gente no le interesaba él y él había perdido interés en la gente a menos que fuese para usarlo como piezas de su inventiva. Su autoestima ya había recibido demasiados golpes como para seguir arrastrándola por la calle una y otra vez como si fuera algo divertido. Ya no, estaba cansado de ponerse él en el medio de todo para que lo vieran por una vez. Ahora demandaba que los otros, que el resto de personas hicieran lo que él había hecho tantas veces. Quería verlos allí, indefensos como él.


 No estaba dispuesto a hacer más cosas que no iban con él, a fingir ser otra persona que era muy distinta y tampoco le gusta el juego de la hipocresía, que de hecho sabía jugar muy bien. No quería más máscaras y juegos tontos. Solo quería ser él, así eso no fuese suficiente.

sábado, 17 de octubre de 2015

The man of Pearl Island

   The island called Pearl had only one small settlement that covered one third of the island. The rest was jungle and the beautiful beaches that many tourists visited often in the summer. The rest of the year, Pearl Island was only attractive to the seekers of new marine species or people looking to score big by finding a sunken treasure. Many years had passed since anyone had discovered any of those, but people kept trying, as legends were abundant in the island. All children knew stories with mermaids, colossal creatures that lived in the sea, the god of the ocean and so on. That’s why the souvenirs in the summer were such an important source of income for the people of Pearl Island. Everyone wanted to be part of their heritage and the residents liked that.

 One of the many stories involved the old town of Saint Mary. The new Saint Mary was the only settlement in the island and was located in a small bay in the west end of the island. The old Saint Mary was on the west, on the side the first people to arrive to the island had landed. There, in the middle of the jungle, they had built a very modest town, which they abandoned years later due to the dangers of being so close to the wild and also because this side of the island flooded when hurricanes passed over it. So people eventually moved and they had remained in the same spot for many years. The ruins of old Saint Mary could still be visited on trips to the jungles and it even featured one home that was almost untouched since the days of the first settlers.

 There was a story too involving the migration of people from one town to the next and it was the one that would haunt the island and the tourists for a while. It was said that of all the families and people that lived in old Saint Mary, only one man refused to leave his house. Coincidently, he lived in the house which was untouched today. He had decided he would not leave because he had built his home himself, with his hands, working every single day since he had arrived to the island. The houses were made of stone and a kind of glue they had discovered in the jungle. It was very resistant and, at least at first, the hurricanes were unable to knock any house down.

But with time, the floods came and some people went missing, which of course worried many. Then the hurricanes became stronger and one by one, the houses ended up being just a pile of rocks. That’s how the migration to the bay began but without one of the residents, who blatantly refused to leave his home. He had also being affected by everything, even one of his sons had died in a storm once, but he didn’t think running away was the answer. His wife thought he had gone mad, so he left him there in the jungle without ever looking back. He never knew, but she remarried and had a very good life. They never knew this either, but they died the same year, her first. He had always been more resilient.

 Or maybe he was stubborn. He attempted to rebuild the hole old town but it appeared that nature only wants his house to be there, not anyone else’s. So after a while, he stopped trying to revive the past and decided to just give up to the forces that controlled the place. The rainy months were harsh, and he would often have to make small works on his house, but the whole time he remained inside, writing on a diary and smoking on his pipe. That was the way he spent his days on the house in the jungle. He also did some walks around the trees and discovered many animals that people had not seen by that time, or so he thought. He drew all of them and described them properly on his diary.

 Eventually, he died because a very dangerous spider that lived there, and that he had never seen, bit him. As no one was there to help, he died in the place where the spider had bitten him: his bedroom. So it was quite a shock for many, several years later, when they rediscovered the house, checked his room and saw a perfect human skeleton laying there, as casually as it could be. The first tourists to go to the house had the chance to see the skeleton and that’s how the stories began to develop. Some said he had died because of a course, some thought that sorcery had been involved and others that he had been killed by a mythical creature called a basilisk. There were all great stories to make people come to the island and they all worked perfectly as the tourist numbers rose every year.

 But eventually people that descended from the old settlers, specially those that were related to the man, asked for more respect to the body and asked the council of the island to remove the skeleton from the house and bury it nearby, where he would have love to be for the rest of his life. The relocation of the body was a huge media circus, filled with sensationalists reporters and tourists that had come only to see how they took the skeleton from the bedroom and put him in a hole by the house. Many took pictures and, without proper context people started inventing their own stories even before the skeleton had been fully covered by dirt.

 In some circles, the man was thought to be a vampire, one that had left the old continent in order to survive the extinction of his race. Somehow, he had arrived to Pearl Island and had lived there in the shadows for a long time until he died because he had forgotten to close the windows at night and the sunlight toasted him. Others said the man was a sorcerer that cursed the people that had left him behind. That’s why many of them, according to the story, had developed bites all over the body and why the women weren’t able to bear child for many years. That story ignored that the settlers were not very clean and they had ticks all over their clothes and that women were infertile due to a fruit they stopped eating eventually.

 Although the ruins were not the mot visited place of the island, the beaches were much more attractive, many still visited in order to learn about the history of the place. Eventually, historians discovered that the house of the man that was buried right there was the only one still on foot because of one simple reason: he had been the only one to built it correctly. It was a much less interesting reason than expected, as many still thought of him as a sorcerer, but that was the truth. The first settlers were very lazy people and had not worked hard to build their homes. It was their children who eventually went serious when they decided to build a town for others to visit and for them to be proud about. Only that man had understood that many years ago.

 Even if children still told stories about how his skeleton wondered around the island on Halloween, some scholars wanted to rescue his name and his effort to preserve a lifestyle he deemed the best. He learned many things about the island and its ecosystem, which they discovered when reading his diaries. So many decided to know more about him but they stumbled against a wall as there was no manifest of how many people had first arrived on the island and what their names were. Of course, so many were known because of their descendants but there were a large minority. So it was impossible to know who that man was. At least, judging by his diaries, they learned he was a very intelligent person.

He didn’t seem to be a scientist of any kind but he did the right things when listing animals and plants. His writing was correct but he had made lots of orthographic mistakes, not uncommon for people of his time. Maybe he wasn’t very educated but he had wanted to become more cultured while in the island. The diaries told a very different story than the ones people had created around him. He seemed to be lonely and, at times, a very hurt man. But he was also brave and honest and eager to share his thoughts. It was obvious he had been hurt when people left but he kept working for the future inhabitants of the island and for anyone that would fall in love with Pearl Island, as he did.


 Eventually, a large party was organized were the mayor of the island unveiled a monument in honor of the unknown man from the jungle. The monument was just an eternal flame, that wanted to symbolize the debt the islanders had with this man but also to all others islanders who wanted their tiny piece of land to be a paradise for everyone in the world. People cheered and the square were the monument was built became a hub for tourists coming in and out of the island, as it was located in front of the marina. Some thought of taking the bones of the man from the jungle to the town, but then realized he would never want to leave his home.

viernes, 16 de octubre de 2015

Después del fuego

   Sin poder hacer nada más que mirar, la familia Martínez mira como su hogar de muchos años es consumido por las llamas. La casa, una humilde residencia ubicada en un barrio igual de antiguo, ha empezado a arder por un fallo eléctrico grave. Lo peor es que la de los Martínez no es la única casa afectada. Pronto el fuego pasa de una a otra y para cuando los bomberos llegan ya es muy tarde. La pintura y lo que hay dentro de las casas ha acelerado el proceso y ya no hay nada que hacer. Salvan la última casa de la calle, bloqueando las llamas con químicos y agua pero la ironía es que allí no vive nadie hace años. Las familias están en la calle, sin poder emitir palabra o si quiera pronunciarse sobre lo que han tenido que vivir. La mayoría se va del lugar pero no todos.

 Al amanecer, cuando la luz del sol empieza a bañar fríamente al barrio, los bomberos terminan su labor y dan por perdidas todas las casas de un lado de la calle excepto la última que solo ha sido afectada por algunas chispas. Tras asegurarse de que todo ya terminó, dejan que miembros de cada familia entre al lugar y busquen, con cuidado, cosas que quieran rescatar, si es que las hay. Los bomberos acompañan a la gente en esta labor y es así que se dan cuenta que la última casa sí fue afectada: todo uno de sus muros fue destruido y dejó un hueco a un lado de la casa. Uno de los bomberos, de los más jóvenes allí, decide acercarse a la casa para echar un vistazo. Al fin y al cabo, piensa él, no hay nadie allí y no vendrá mal ver si otras partes de la casa fueron afectadas.

 Pisando con cuidado, entra directamente a la sala de estar. Sus pasos, por alguna razón, resuenan por todo el espacio. Es como si la casa llevara mucho más tiempo del que parece vacante o como si el sonido rebotara más de la cuenta. Entonces, se da cuenta de que al pisar suena hueco. Así que busca debajo de la alfombra de la sala y se da cuenta que hay una apertura. No hay como halar así que pide a uno de sus compañeros una palanca que usan para abrir tapas de alcantarillas. Con ella rompe un poco el piso peor libera una trampilla y descubre que debajo de la sala hay un deposito, al parecer poco profundo con revistas, casetes, videocasetes, discos compactos, memorias USB y discos duros.

 Los bomberos se miran entre sí porque saben que esto no es algo muy común. Uno de ellos, el que trajo la palanca, decide ir al camión a llamar a la policía. El otro se queda para ver con detenimiento lo que hay allí y entonces se da cuenta de que son las revistas y de que hay fotografías. Todo es prueba de que en esa casa vacía vivía un pedófilo que escondió todo lo que tenía allí. El bombero se pone de pie y decide revisar cuarto por cuarto la casa. En la cocina no hay nada pero está impecable, es el cuarto más lejano al incendio. Sube las escaleras y revisa los cuartos. Parece haber sido una casa familiar y no la de un soltero, al menos juzgando por los muebles.

 Mientras está en la alcoba principal, revisando bajo la cama por más trampillas, se da cuenta de un sonido particular. Parece casi imaginado, como si en verdad viniese de tan lejos que no pudiese haber seguridad de su verosimilitud. El bombero se queda en silencio, mirando para todos lados. Entonces otra vez distingue un sonido pero no puede descifrar que es: un quejido? Un grito? Alguien comiendo? Entonces mira el techo y tiene una idea. Llama por radio a su compañero para que le traiga una escalera. Cuando llega, le cuenta que la policía ha llegado y que están revisando el escondite debajo de la sala. El bombero le pide silencio, se sube a la escalera y de nuevo se queda mirando al techo. Esperando. No pasa nada hasta pasados unos momentos.

 A lo lejos, suenan golpes y otros sonidos que no se logran distinguir. Entonces el bombero empieza a golpear el techo con su puño y a escuchar como suena. Su compañero parece confundido pero no interrumpe el silencio. Lo ayuda a correr la escalera varias veces, tantas que los policías, cuando suben, anuncian que ya están llevándose todo lo que había en el escondite para revisarlo con el mayor detalle. Entonces el joven bombero da otro puñetazo al techo y esta vez cae bastante polvo, haciendo que todos los demás se tapen la cara para evitar quedar cegados. El golpe además, emitió un sonido claro y no sordo como en todos los demás puntos. El otro bombero va en busca de la palanca de nuevo, dándose cuenta que es necesaria.

 Cuando vuelve, la policía ayuda halando y entonces otra trampilla en el techo cede, haciendo caer una nube de polvo y tierra encima de los oficiales y los bomberos. Tosen pesadamente y tratan de quitarse el mugre de encima pero cuando terminan se dan cuenta que el bombero joven ya ha subido y les pide que pidan una ambulancia. Con cuidado y con ayuda de los demás, el bombero baja a dos niños del ático secreto de la casa. El lugar era polvoriento y apenas tenía ventanas, tapiadas parcialmente con tablas y telas. Los niños estaban ahogándose por los gases del incendio y ya estaban desmayados cuando el bombero pudo acceder a ellos.

 Cuando llegó la ambulancia, los vecinos que estaban allí sacando sus cosas no pudieron evitar mirar lo que sucedía. Estaban a punto de cerrar la puerta de la ambulancia cuando el bombero pidió que esperaran y llamó a gritos a los vecinos que estuviesen más cerca. Se acercaron y él les pidió que identificaran a los niños, si les era posible. Una era niña de unos doce años, vestida con un largo camisón rosa y de pelo rizado. El otro era un niño de unos nueve años, también vestido de pijama. No parecían ser hermanos. Ninguno de los vecinos los reconoció así que el bombero dejó ir la ambulancia y volvió a la casa.

 Había ya tres oficiales de policía en el ático y otros dos sacando en bolsas plásticas lo que había debajo de la sala. Ya el hueco estaba vacío cuando el joven bombero pasó de camino al piso superior. Allí vio bajar del ático a uno de los policías, que parecía más afectado que nadie. No se dijeron nada ente sí pero se comprendieron cuando se cruzaron. El bombero subió la escalera y quedó cegado por un momento por los flashes de las cámaras que la policía usaba para registrarlo todo. No habían movido nada pero revisaban cada esquina. Entonces el joven les preguntó qué habían encontrado y ellos respondieron que el sitio había sido por mucho tiempo la celda de esos niños. Había excrementos en un balde y orina en el otro. No había comida ni mantas para dormir.

 El bombero se acercó a una de las pequeñas ventanas y miró al exterior. La verdad era que desde allí no se podía ver mucho y sin embargo quién había tenido a esos niños atrapados, los había privado de la luz del sol. Por la poca tela y tabla que había en el piso, se podía deducir que los niños habían tratado de quitarlo todo pero sus fuerzas habían disminuido muy rápidamente. Los policías anunciaron que en camino venía un equipo experto en revisión de escenas de crímenes. Ellos tomarían huellas y revisarían todo con mucho más cuidado para que se pudiese saber con quién estaban tratando en este caso. El bombero decidió entonces bajar para recibir a ese equipo de expertos.

 Pero en la sala no estaban ellos sino uno de los vecinos. Era una mujer algo delgada, que tenía las manos y la cara con varias manchas de hollín. Era obvio que había estado revisando su casa en busca de cosas que rescatar. La mujer le preguntó al bombero si era cierto lo que decían los vecinos, que en esa casa habían encontrado unos niños casi muertos y otras cosas que ni siquiera pudo describir. El bombero asintió. Pero ella no pareció asustada o sorprendida. Fue casi como un alivio para ella ver ese gesto. Le dijo al bombero que siempre había sabido que había algo raro con esa casa y con sus propietarios.

 Eran una pareja de esposos, o eso habían dicho, que se había mudado al barrio hacía unos dos años. Lo habían dejado todo atrás hacía unos seis meses, anunciando a algunos que habían ganado un viaje a Europa y que se iban a disfrutarlo. Pero nunca volvieron y nadie pensó mucho en ellos hasta ahora. Siempre habían sido sociables pero tal vez demasiado, pues para la mujer cubierta de hollín, la gente normal siempre tiene secretos y no se abre al completo ante extraños. Le dijo los nombres que ella conocía de la pareja y le pidió al bombero que hiciesen todo lo posible por encontrarlos y hacerlos pagar por lo que habían hecho. La mujer se alejó y el bombero quedó allí, sorprendido y consternado.


 Pasado algún tiempo se descubrió que los nombres que el barrio había conocido eran falsos y que nadie sabía donde estaba esa pareja. Se habían ido hace tanto que era difícil seguirlos, incluso con retratos hablados y demás. Nunca se encontraron fotos de ellos. En cuanto a los niños, fue una situación más pública y traumática. El niño murió pues su cuerpo no pudo aguantar los gases. La niña sobrevivió pero tuvo una recuperación difícil. La gente la ayudó a seguir adelante pero tuvo un episodio y quedó sin poder hablar. El bombero, por su parte, convirtió ese caso en el centro de su vida y le dedicó todo el tiempo que pudo, tanto que decidió convertirse en detective de policía, algo que la comunidad agradecería por muchos años.

jueves, 15 de octubre de 2015

Venice

   As she walked, careful always to land on one of the many steps set for the tourists not to fall into the floodwater, she thought of the whole thing as very funny. Well, it wasn’t really funny if you thought about it, but there was some humor in seeing a bunch of people that looked like tourists (flip flops, maps, binoculars and big backpacks included), crossing a large square at five in the morning, all in their version of a pajama. To the native, the people from Venice, Jean knew all of he situation looked funny as hell. I mean, they had been staying in a hotel that wasn’t very good and now the hotel was slowly decaying into the lagoon. That was the part that wasn’t so funny and maybe the one that worried the neighbors and the people in general more.

 Jean tried to stop smiling like a fool and asked her brother Peter to take her hand, as they finally reached the other end of the square and waited behind a long line of people to continue their journey through Venice. It was a late tour of a city that Jean hadn’t particularly loved. She had noticed how many lovers and people who adored romance could see all the beauty of the place but she had founded boring after only two days. And she had to stay there with her brother for a week until their parents arrived to Europe. They would meet them somewhere and share a city, most likely Paris, and then go back home. Jean at least thought the midnight tour to the replacement hotel was the best thing that had happened in a while.

 Her brother wasn’t of the same mind. He was very worried about people that were older that them and had to be at the end of the line, being helped by the people from the hotel. He was one of those people that care about everyone but himself, which is always seen as a very good thing but his sister thought it was his worst trait. He cared about others so much he wasn’t able to see when his own family or even himself was on trouble. For a time, he had been in a very difficult financial situation but he had failed to address it as he was using the few bucks he made to help a poor family. His family had to intervene because he was about to lose it all because of his kindhearted nature.

 When most people had finally crossed the square, the people from the hotel indicated with lights the way they should follow to get to the replacement hotel. Apparently, according to a map Jean had, the place was crossing the side of Venice they were on. So they started walking and thought it wouldn’t be long until they had a bed to sleep in, as the city wasn’t so big. They thought, initially, that the city would be asleep and quiet as the roamed around, but the truth was just the opposite. They could her people talking in Italian very fast, some people going around the streets and disappearing with ease. Something was wrong, they could all feet it. Maybe the news about their hotel had spread.

 But it wasn’t about their hotel. At one turn, they heard a woman screaming at the top of their lungs from a building. Peter, savior to all, was about to run and save her but she was just an older woman being dramatic. Her building was fine and if she could scream like that there was nothing really bad going on. The explanation to her screaming came in the form of a gossip, which came from the back, where an older man had been hearing the radio since he had gotten out of the hotel. He wasn’t very good at Italian but he could easily understand from what he was hearing that other buildings in the city had started to sink like their hotel. When the news reached the front, people just stopped and some even fell to the floor, causing a small chaos when people got pushed and stepped on.

 But the people from the hotel ignored the news and just asked people to keep on walking. Eventually, they reached Campo de la Maddalena, a very small open space were they could feel a little less trapped and were people were able to just sit down on the floor and have something to drink and eat. The hotel people still weren’t talking about the news but they were talking amongst themselves and they looked very worried. Their hand gestures were enough to confirm the news. Then, screaming some more news, the older man told the crowd that tram and train service had been cut off and that the bridge to the mainland was only open to buses getting people out of the islands.

Some people checked their maps with haste and realized that the train station wasn’t that far away, and as the road ran alongside of the tracks, maybe they could be able to walk to the mainland or at least reach on of those buses. They formed a little committee and send a person to talk, which happened to be Peter as he was deeply concerned for everyone around him. He talked to the people from the hotel and tried to convince them to go to the train station or the bus station instead of the other hotel. They heard what he had to say but then explained they couldn’t do anything that wasn’t approved by the company. So they had to ask first.

 One of the staff, a very young man, called on his cellphone and started speaking a very fast Italian, trying to get as far from people as he could. Everyone could see him gesturing and trying to convey every thought in what he had to say but then he turned to everyone. He was one of those very pale people but now he seemed to look even paler. He hung up, walked towards the crowd and demanded their attention. He had received orders to get them to the replacement hotel as some areas of the city were beginning to flood, namely the train and bus stations. He had also received news that their hotel had fully collapsed into the water, as it was located just at the Grand Canal.

 People stood up to keep on walking but others thought it wasn’t a very good idea to stay. Their best chance, they said, was to get to the mainland by anyways possible. But it has to be explained that those who said that were young tourists, people that could walk and run if they needed to. Most of the people that wanted to do as the hotel said were older and they couldn’t afford to go hopping around without a real plan or a real way of doing nothing. Peter intervened, saying the most important thing for everyone was to be safe and that the elderly were first. Then a battle of voices ensued and Jean was bothered now by the fact her brother always needed to be a hero instead of trying to worry for his own.

 She was decided to leave that place. As people argued, she took a look at her map and realized it was all very near: the bus station was probably only fifteen minutes away, less if they made good time. So she decided that she would walk and try to get into one of the buses. Then, a very loud sound interrupted the voices and the thoughts. Something was doing a very haunting noise, like of something about to snap. Some people even felt the environment move a little, like shaking beneath their feet. Then, they knew something bad had happened because the sound was awful and it seemed like a thousand people screamed at the same time. Some people fled, others couldn’t. Jean grabbed Peter and ran.

 He fought her initially but then stopped opposing her and just looked over his shoulder from time to time. Some others were running, and then walking with them. They crossed a canal and noticed there were many bricks and pieces of walls and roofs floating on it. They reached the train station and were amazed to see it partially collapsed. That may have been the reason why the closed it, and not for just safety. They crossed the square in front of it, crossed another bridge and then reached the bus station. The place was full of people and they were all complaining. Apparently, there were no buses there to get to the mainland. Some policemen could be seen on the rooftop of a building, possible trying to control what couldn’t be controlled.

 For Jean, the response was simple and it got simpler when people started screaming because they started to fill the puddles of water grow larger beneath their feet.  Again, Jean grabbed her brother and pulled him through the crowd following the road. People were so scared they were barely moving, others had taken the route Jean had thought to be the only way out: just follow the road to the mainland. They started walking, being joined by many people, but they didn’t get too far as another one of those horrible sounds broke the chaos of the march towards the mainland. The sound, however, was much stronger now. People felt it inside, in their hearts and all other organs.


 Then, the ground just started to collapse and people just ran like crazy. Many died there, been trampled by other people that were as scared as them. Jean took Peter’s hand hard and they ran too, trying no to lose each other in the process. The sad thing was that the police had failed to tell people the bridge had collapsed in its middle part. So running was of no use. They had to find another way to live.