miércoles, 1 de junio de 2016

Cumpleaños

   Técnicamente, no tengo todavía la edad que cumplo hoy. Es culpa de la diferencia horaria y de que no recuerdo muy bien a que hora fue que nací. Creo que fue a las ocho de la mañana o eso es lo que dice en mi certificado de nacimiento. Pero supongo que esa es una hora general y no la exacta. El caso es que, en donde estoy, cumplo años más tarde.

 No es que importe porque no planeo celebrarlo de ninguna manera especial. Había planeado ir a comer a algún lugar especial pero no tengo mucho dinero y de todas maneras al ser miércoles no me entusiasma mucho la idea. Creo que hoy será un día común y corriente, sin nada verdaderamente distinto. Ya comeré algo especial el fin de semana y tal vez compraré algo que me guste y camine por ahí mirando que hay en la ciudad.

 Aquí estoy solo y cumplir años hoy, mañana o cuando sea, no vale mucho la pena. Es decir, no cambia en nada las cosas puesto que no tengo nadie con quien celebrarlo, nadie con quien compartir un momento y brindar o comer o lo que sea que se pudiese hacer. Solo estoy yo y por eso prefiero celebrar el fin de semana, días después, pero al menos un día en el que salir a algún lado a comer tiene más sentido. Me sentiré menos triste, creo yo.

 Hoy solo cumplo años. No es más que eso. Es el cierre de un ciclo. Tengo que decir un número diferente cuando me preguntan mi edad aunque, a estas alturas de la vida, creo que no hay nadie que lo haga. ¿Ya para qué van a peguntar mi edad? A los únicos que les interesaría sería a los documentos oficiales o algo así y lo pueden calcular tranquilamente con mi fecha de nacimiento. El caso es que da igual.

 Cumplir la edad que tengo solo me acerca más al “siguiente piso”, a un nivel diferente de la cronología del ser humano. Cuando pase los treinta, en teoría, tendré que tener ciertas cosas y ciertas prioridades. Lo raro es que solo faltan dos años y no siento que nada de eso vaya a cambiar en este tiempo. No creo que por un milagro todo se solucione y mis treinta sean un paseo por el parque. No hay manera de creer que eso va a pasar.

 No me gusta cumplir años. O, mejor dicho, no me gusta el día de mi cumpleaños. Que pase el tiempo es inevitable y da igual si me gusta o no, de todas maneras seguirá ocurriendo sienta lo que yo sienta o piense lo que piense. Pero el día como tal no me gusta. Normalmente existe la atención innecesaria de muchas personas y eso siempre me ha molestado bastante. Personas que en todo un año no se acuerdan de que existes pero de pronto el día de tu cumpleaños te envían algún mensaje, como si ese detalle los hiciera mejores personas. Y la verdad es que no, los hace persona comunes y corrientes, no mejores que nadie en ningún aspecto. Pero el día de hoy no será así.

 Ayer, por razones tan estúpidas que no quiero explicar, mi cuenta de Facebook dejó de funcionar. Ahora está bloqueada o algo por el estilo, no entiendo muy bien. El caso es que nadie va a poder escribirme nada así lo quiera. Y estoy seguro que la cantidad de gente que escribirá será menor de lo normal puesto que ya hace un tiempo eliminé mi fecha de nacimiento del perfil que tengo en ese sitio. Es decir, que mi cumpleaños no aparece en los perfiles de las demás personas, no van a recibir una alerta de que es mi cumpleaños.

 O al menos esa es la idea. Es una medida simple para deshacerme de todos esos mensaje que no significan nada. Estando aquí yo solo, quiero únicamente expresiones reales de cariño porque no quiero que se me baje el ánimo a causa de otros mensajes que no tienen sentido.

 Porque mi cumpleaños es causa suficiente para una baja de ánimo completa. De pronto porque, socialmente, hay una obligación de que un cumpleaños sea de una cierta manera. Se supone que tienes que tener muchos amigos y a tu familia y hacer una fiesta y salir a festejar y tener muchos regalos. Todo eso se supone que es parte de una celebración de cumpleaños real. Pero yo no tendré hoy nada de eso. Ni hoy ni el día que lo celebre más.

 En parte es porque no tengo amigos aquí, mi familia está lejos y, al ser miércoles, salir a cualquier sitio no tiene mucho sentido. Pero también es porque me deprimiría bastante tratar de celebrar algo, como forzando a ajustarme a una cierta cantidad de normas que no cumplo ni de cerca. Solo cuando era más joven, de pronto de unos doce años para abajo, mi cumpleaños era algo que esperaba. Obviamente por los regalos pero también por la fiesta y porque sentía que era un día solo para mí.

 Con el tiempo, esa visión de las cosas fue cambiando porque en un momento ya fui muy grande para ciertas cosas y la sorpresa  y todos los detalles ya no tenían el mismo efecto. De hecho, hay gente que planea su día con meses de anticipación. Sabe donde irá y hace reservaciones y busca los regalos que quiere y hace de su día algo muy especial porque creen todavía que el día de cumpleaños es su día.

 Yo ya no creo que sea mi día. Es una día común y corriente y más aquí donde nadie sabe que es mi cumpleaños. Y así lo supieran, creo que les daría igual porque no son amigos ni familiares, son solo personas que están ahí, haciendo de personajes secundarios o tal vez de extras en mi vida. Así que, en mi visión de las cosas, lo que ellos piensen o sepan es poco importante.

 Lo único que hice, aunque lo hice ayer, fue cortarme el pelo. Lo hice más porque hacía meses que no lo hacía y porque se supone que empezará a hacer calor, cosa que no he sentido. Ni siquiera el clima parece celebrar mi cumpleaños. Aunque eso suena demasiado deprimente y no me gusta como suena. Olviden eso.

 Regalos no habrá o al menos nada especial. Hay un par de cosas que debo comprar y normalmente los regalos no son cosas que se deban comprar si no objetos sorpresa, muchas veces inútiles que la gente le regala a uno con el ánimo de hacer reír o de hacer referencia a alguna cosa. Lo mío lo compraría igual así no fuese mi cumpleaños. Y de todas maneras no tengo dinero para ponerme a hacer un día de compras ni nada por el estilo. Como buen estudiante, tengo calcular que no me pase mucho o sino empieza a faltar dinero por otros lados.

 Es un poco triste esa parte pero hace un bien tiempo que no recibe regalos, incluso estando cerca de familia y amigos. Creo que han entendido que no me gustan los regalos o algo así, cosa que es falsa. Lo que no me gusta mucho son las sorpresas pero esos son detalles. Al menos, con o sin regalo, podría tomarme algo con gente que no me da lo mismo.

 Pero bueno así son las cosas cuando se hace una elección. Hay que aceptarla hasta el último día y eso es lo que he hecho, tratando de no colapsar en ningún momento. En cierto sentido estoy aquí por eso mismo, porque un día colapsé y no pude más y tuve que hacer un cambio extremo a lo que estaba haciendo porque o sino me hubiese vuelto loco o mucho peor.

 Estar lejos ahora es una de los soluciones que encontré y creo que ha servido en ese sentido. Ahora mismo no me siento como entonces y eso es muy bueno. Aunque hoy, por ser mi cumpleaños, es posible que los sentimientos vuelvan lentamente y se instalen al menos un rato en mi cabeza, como probando mi resistencia, como tratando de recordarme quién soy porque, uno siempre es lo bueno y lo malo, no se puede elegir.

 El caso es que hoy no haré nada especial. De pronto salir a caminar un rato, de pronto salir al supermercado o algo así, como para ver gente y variar un poco. Encima es día de pagar el alquiler así que obligatoriamente tengo que quedarme aquí para pagarlo. No tengo muchas opciones de todas maneras.


 En todo caso es mi cumpleaños. Ese detalle no se puede cambiar porque así fueron las cosas. Son veintiocho años, que para algunos son muchos y para otros pocos. Y para mí… Es lo que es. Y nada más.

martes, 31 de mayo de 2016

Discovery

   Mister James arrived in the late flight. Mrs. Nakamura was there to receive him as soon as he stepped out of the baggage claim area. She was very nice, greeting him with a sign with his name on it in both Japanese and English. She asked him about his journey as they walked towards the door. Not even a minute later, as they were talking about how difficult it could be to sleep on a plane, a small black car, which seemed brand new, appeared out of nowhere and parked in front of the two of them.

Minute later, the car was on a highway, speeding next to many other cars and motorcycles. Mrs. Nakamura was talking on the phone and he didn’t know whom with. He was too fascinated with the view from his window to care: the city rose in every way, buildings all over. It was impossible to see the moon in the sky. It was late but there were lots of cars in the road. As they approached the core of the city, the denser it became.

 When Nakamura hung up, she smiled again and explained where they were going and the name of his hotel. It was a very prestigious five star hotel with every single commodity a person could ask for. He personally thought it was a bit too much for a four days stay but he didn’t say a word. He knew Japanese people loved to be hospitable and it would be rude to say anything against it. So he just smiled and said that the city was very impressive. It was extremely big in every way.

 Soon, they crossed the most popular neighborhoods, where people gathered to have a drink after work and the young ones paraded around to have fun, whether it was on the numerous arcades or on the specialized stores that sold comic books and other anime and manga related items. There were so much people, more than Mr. James had ever seen. He had being born in a very small city and had only left after high school so he was still impressed by large cities.

 They arrived in the hotel just a few minutes afterwards. The building was beautiful and someone, a small man, came out of nowhere and took James’s suitcase. He almost went running after him but it was obvious he was an employee and he was only looking to be efficient. The driver left and Nakamura joined him in the reception for the check-in procedure.

 The lobby of the hotel was very big, filled with flowers. There was no one around except the staff who was also very nice and smiled every single moment. It was late and they were probably tired so it was a very nice thing of them to keep smiling. The short man took the suitcase to the elevator and took them directly to the assigned room. It was locate on floor number 44. The view was outstanding. He almost didn’t hear when Mrs. Nakamura told him she would be there by seven in order to take him to the conference.

 Once alone, he checked his suite: it was almost like a proper apartment with a living room, a small kitchen space and a large bedroom with a very comfortable bed. The bathroom, which had a circular Jacuzzi type of bathtub, had a window overlooking the city. He felt tempted to have a bath but he decided it was better to rest as he had an early day the next day. He took of his clothes and hopped into the bed. There, he stared at the window for a while and realized the bed was big enough for two. So he put a hand on the space next to him and fell asleep.

 The conference that was being held in the city lasted all the four days he was going to be there and would take most of his time. When Nakamura came in to take him there, he was sad he couldn’t walk around the city first. But she noticed something in his face because she told him that they were going to have lunch in a traditional restaurant and dinner in an interactive place where many foreigners love to go. So he decided to look forward to both those activities.

 The conferences were about security in the XXIst century and how could people feel safe in every single one of the spaces they frequented the most such as public transportations, shopping areas, recreation venues and so on. He had given the same conference once and again and again for the last five years. James was considered to be one of the experts in the subject, always invited by television networks to talk about terrorism and how it worked in urban areas and so on.

 Sometimes, he grew very bored of hearing his own voice. And he knew that he also bored many people, no matter how interested they were in what he was saying. It was one of those traits that are impossible to erase from the personality. But he was looking forward to lunch so he decided to be as gracious and nice as he could.

 He was awarded by the most delicious meal he had ever had, at least in recent times. There was some sushi but also ramen and noodles of all kinds and various cuts of fish and seafood. There were also sweets made of what he thought were strange ingredients. But he tried every single thing and was commanded by the chef for being such a good sport with everything. They even took a picture of the whole table, James smiling.

 At night, Mrs. Nakamura took him to the strangest place he had never been in: it was called a café but it was more a hybrid between a bar and a restaurant. They had a live show featuring some people in costumes and the food was all filled with sugar:  milkshakes, ice creams, sweet cocktails, cheesecakes and all kinds of desserts to enjoy as you watched the show.

 When he arrived at the hotel and Mrs. Nakamura left, he had a big smile on his face. The place they had been last was filled with typical tourists and also younger people but he had a lot of fun looking at the costumes and the very creative show they had put up. He was a bit drunk because of some funny colored drinks he had but the first thing he did when he arrived at his bedroom was not to fall asleep but to grab his tablet and start looking for everything he wanted to see all around the city.

 He had decided he wasn’t going to waste any time, no matter how short or if it had to be done at night. He wanted to see every single landmark that was worth a watch and also visit more places like that café, places that felt unique and special. He had gotten such a good vibe out of that place and maybe it was because he had never been in such a fun place, filled with color and with people having fun.

 As he finally got into bed, he realized his job had its perks. It was depressing to talk about security every day but he got to visit such great places and have a fun time. It was always better that been at home where he had no one to come home to, where he had long nights in which the old insecurities came back to hunt him. No, when he travelled he was always happy and had the most fun he had ever had in his life. He wished it could always be like that.

 The second day they went to the shopping areas and James decided to splurge a little. He wasn’t a fan or anything of the sort of manga but he decided to get advice from the owner of the largest store of manga they saw and ask him which ones he recommended to begin with. He bought four books, all in English so he could understand. The owner, as all the other people, was always very nice.

 He also bought some clothes, making Mrs. Nakamura help him with the sizes and telling him if he looked good in them or not. At first, she had been a little apprehensive that he was not as she had expected him to be. But after some conversations, she realized he was lonely person, which wasn’t all that uncommon in her city, in her country. So she decided to help him as well as she could and follow him to all his adventures.

 The night before he had to leave, they went to a very quiet sushi bar which she had recommended as she had dinner there with friends quite often. They discussed his schedule for the last day and when she mentioned his flight, James smile disappeared. He obviously didn’t want to leave yet. She promised to take him to a special place the next day, before the flight and he smiled to that.

 James last night was one of almost no sleep, mostly thinking and thinking. And when he was done doing that, the sun was about to rise. By the time he arrived to the conference hall for one last lecture, he had taken the decision to change his life and to make that presentation the last he would ever make.

lunes, 30 de mayo de 2016

La montaña sabe

   En lo más alto de la montaña no había nada. No crecía el pasto ni algún tipo de flor ni nada por el estilo. Era un lugar desolado, casi completamente muerto. El clima era árido y había un viento frío constante que soplaba del el sur, como barriendo la montaña y asegurándose que allí nunca creciera nada. Así fue durante mucho tiempo hasta que dos personas que venían huyendo, vestidos ambos de naranja, subieron a la parte más alta de la montaña.

 Eran bandidos, uno peor que el otro, y se habían escapado de la cárcel hacia poco tiempo. Debían haber caminado mucho pues cualquier pedazo de civilización estaba ubicado muy lejos. Cuando llegaron a la parte más alta, se dejaron caer en el suelo y estuvieron allí echados un buen rato, descanso sin decir nada. Fue el mayor de los dos el que interrumpió por fin la escena y le preguntó al otro hacia donde debían seguir ahora.

 Fue el viento el que decidió porque justo entonces una ráfaga de viento los hizo cerrar los ojos y no volvieron a abrirlos hasta sentir que estarían a salvo de la tierra volando alrededor de su cuerpos. Cuando abrieron los ojos, eligieron el lugar desde el cual había venido el viento. Antes de seguir caminando, se quitaron los uniformes naranjas y quedaron solo en ropa interior. Algunos pasos abajo, por la montaña, había un hilillo de agua que utilizaron para lavarse la cara y refrescar la garganta.

 Ninguno de los dos se dieron cuenta de que los habían estado observando desde hacía un buen rato. Los desesperados criminales solo querían asearse un poco y seguir, caminando y caminando quien sabe hasta donde. No tenían atención alguna de convertirse en personas sedentarias o en personas de bien, para el caso. Ambos habían sido encarcelados por crímenes bastante particulares y, de alguna manera, se notaba en sus rostros lo que habían hecho.

 Cuando terminaron de refrescarse, volvieron a la parte alta de la montaña y observaron desde ahí si veían algún grupo de árboles en los que creciera fruta, pues tenían mucha hambre. Miraron a un lado y al otro pero lo único que había eran pino y pinos por todos lados, ningún árbol que diera frutos comestibles, jugosos como los que se imaginaban en ese mismo momento. Eso no existía.

Decidieron entonces seguir su escape y en el camino encontrar algo de comida. Bajaron por la pendiente menos inclinada y se adentraron en el bosque. Ninguno dijo nada pero los árboles parecían más juntos de lo que habían parecido desde arriba. Era difícil caminar por algunas partes. Aunque no les agradaba mucho, debían ayudarse tomándose de la mano para no perderse y tener apoyo para no quedar atascados.

 El avance fue poco al cabo de una hora. El bosque se cerraba, eso era lo único cierto. Cuando habían llegado a la zona no se veía así, tan apretado y oscuro, como si a propósito quisiera cerrarle el paso a los dos criminales. Uno de ellos sacó de su bolsillo una cuchilla hecha un poco de manera improvisada y atacó algunas ramas con ella pero no sirvió de nada. La cuchilla se desarmó después de algunos intentos y las ramas, a excepción de un par de hojas, seguían exactamente igual.

 La única opción era dar la vuelta y planear algo diferente porque evidentemente su plan actual era demasiado directo y el bosque parecía reaccionar ante algo que estaban haciendo. Cuando volvieron a la parte alta, el criminal más joven confesó que había creído ver algo entre las ramas de la copa alta de un árbol. Su compañero le dijo que seguramente estaba perdiendo la razón por el desespero que preocupa estar sin rumbo fijo. Le dijo que era algo normal y que no le diera mucho crédito a nada.

Decidieron pasar allí la noche, que se instalaba de a poco, y por la mañana planearían algo más. El viento del sur se detuvo en la noche y los hombres pudieron dormir en paz, sin ningún ruido que los molestara. Solo el bosque los miraba, con mucha atención. Sin duda todo lo que estaba vivo sabía de la presencia de aquellos personajes y estaban definiendo si hacían algo o si no hacían nada.  Lo hacían en silencio, sin palabras claras, a través de un código invisible.

 Al otro día, los criminales estaban cubiertos de hojas. Se las sacudieron rápidamente y miraron a un lado y al otro pero el lugar seguía tan pelado como siempre. Llegaron a pensar que había sido gente pero no tenía sentido ponerse a bromear estando tan lejos de todo. La única explicación era el viento, que de nuevo soplaba aunque de manera mucho más suave que antes. Estuvieron sentados un buen rato, tratando de idear algún plan. Pero no salió nada.

 Tenían tanta hambre, que se metieron al bosque de nuevo solo para tratar de conseguir algo que comer. Les daba igual lo que fuera, solo querían no morirse de hambre pues sus estómagos casi no los habían dejado dormir. La caminata empezó a buen ritmo y los árboles parecían algo más separados que la noche anterior.

 Pero más adelante, donde se oía el agua de un río más amplio, más caudaloso, los árboles también se habían juntado para formar una barrera que era imposible de pasar. Al otro lado estaría la ribera del río y tal vez en él habría peces y demás vida acuática que serviría muy bien para calmar sus apetitos y darle las energía suficiente para seguir su largo viaje, que de hecho no sabían cuanto duraría.

 Golpearon el cerco con fuerza, tratando de partir algunas ramas y troncos. En algún punto el mayor de los dos, el que tenía más fuerza bruta, parecía haber hecho un pequeño hoyo en una parte de la muralla pero se cubrió de hojas tan pronto se acercó para mirar si veía el río. Era inútil luchar contra algo que parecía no darse cuenta que ellos estaban allí. Decidieron caminar a lo largo de la muralla de troncos y hojas hasta llegar a un punto donde no hubiese más. Pero no lo había.

 De nuevo llegó la noche y tuvieron que volver a la parte alta de la montaña. Pero esta vez no era un lugar sin vida. Por primera vez en años había una pequeña planta creciendo allí. No sabían de que era pero supieron entender que se trataba de un suceso raro. Decidieron echarse a un lado de la planta y seguir como antes, tratando de expulsar los deseos de comida de la mente y confiando que las cosas terminarían bien a pesar de que, la verdad, nada pintaba bien.

 Al otro día, la pequeña plata nueva era un árbol de metro y medio. El crecimiento acelerado, sin embargo, no fue lo que los sorprendió. Fue más el hecho de descubrir que era un limonero y desde ya le estaban creciendo algunos limones por todos lados. Contando con cuidado, establecieron que había exactamente treinta pequeños limones. Es decir, quince para cada uno. Con el hambre que tenían, no había manera de discriminar ningún tipo de alimento.

 Cada un arrancó uno de los limones y se quedó sentado donde había dormido para comer. No había a cuchillo y tuvieron que mirar por los alrededores para ver si había algún instrumento que los ayudara. Desesperado, el más joven de los dos le hincó el diente a la fruta así como estaba. Como esperando, el sabor fue tremendamente amargo, solo un poco dulce. Pero era refrescante y, aunque dolía comer la pulpa, no paró hasta que no hubiese nada más.

 El mayor encontró una piedrita afilada y ella pudo abrir su limón en dos parte iguales. Se comió una primero y pensaba guardar la segunda pero no habría manera. Al cabo de unos minutos ya no quedaba nada de los limones. Enterraron los restos de fruta bajo un montoncito de tierra y se dieron cuenta que todavía tenían hambre.


 Pero también les había dado sueño. Mucho sueño. Quedaron acostados allí mismo y al cabo de un rato el bosque vino por ellos y los envolvió. Los limones habían hecho su trabajo. El bosque podía expulsar los cuerpo, lejos de la montaña sagrada. Ya esos asesinos tendrían un mundo hostil al cual enfrentarse y se lo debían a algo que ni habían visto.

sábado, 28 de mayo de 2016

Purple eyes

   The knight in shining armor was running through the hallways, make a clanking noise that was very hard to miss. He had entered the castle through the back, by a courtyard that had never been seen by eyes different than the ones of the cooks and maids that had worked there when the castle lived its golden age. Now, it building was empty and some areas were ruins, crumbling slowly into the ground.

 When he arrived at the end of one of the hallways, he took out a map from his pocket. It wasn’t very easy to take anything out of there with that costume on, so he decided to remove the leg parts in order to be faster. He wasn’t as big and powerful as one would guess so for a charming prince, but that’s what he was. He checked the map and then ran towards the left, down a very long corridor that connected the main part of the building with the south tower of the complex.

 He finally found the door that lead to the second tower. With one it of his sword, he was able to make the door collapse to the ground. He stepped on the remains of the door and started climbing the stairs, step by step. He got tired after the first fifty. He had to stop running so he sat down by a small opening to the side of the tower and saw the world from there. He could see the former gardens and the courtyard below but he was still too close to the ground to see any fantastic views.

 After a while, he kept on climbing, his armor was still making the clinking sound, with every single step he made. He stopped again after climbing for a long time and he saw, through another window, that he was close to his goal. He could see the road from the window and also the forest that existed between the castle and the rest of the civilized world. Some said the forest was created to keep everyone away from the castle but that hadn’t stopped many men from risking their lives and go there.

 Many died in the forest, attacked by packs of hungry wolves or by some huge bears that lived around. There were also rumors of ghosts and various monsters that only rose when the fog was thick or it was very late at night. But the biggest legend surrounding the area was that a dragon protected the building and it had burned knights to their deaths when they had tried to enter the castle without permission.

As he walked the few steps that distanced him from the room in the upper level of the tower, the knight celebrated the fact that he had wore the full armor to defend himself on his way to the top. He had killed a few wild animals with his sword but that was it. That’s why he felt that something was wrong. It had been too busy, not according to the legend that everyone knew by heart.

 When he got to the upper room, he knocked gently and presented himself as Knight of Vals and Dam, sir Tristane Deschamps. But even speaking loudly wasn’t good enough to make anyone open the door from inside. So he pushed the door opened and looked around to see if the rest of the legend was true. If there really was a very beautiful woman sleeping in the tower, waiting for someone to rescue her from imprisonment. He looked around but so no one.

 He entered the room and walked to what appeared to be a bed and checked, in order to know if the person that had lay there had left a moment ago or many years ago. He put his hand covered in metal on the bed and realized it was warm. There had been someone sleeping in it. Out of nowhere, a young woman appeared behind him and held him tightly with a knife to his throat. The knight felt hard to the floor. He couldn’t move there.

 The woman asked who he was and he repeated his name. Then she asked what he was doing there and he just looked at her a bit confused. He asked her if she wasn’t the beautiful lady that lived inside a castle waiting for a knight in shining armor to save her and take care of her for the rest of her life. She looked at him as if he had just heard someone speak in a strange language. The woman released him from her grip but told him to stay down.

 - You don’t need to rescue me.

 The knight was about to ask something else but then a sound was heard very loudly and appeared to come from the first floor. The knight had never heard anything like it, like a thousand lions roaring at the same time or many pieces of silverware falling to the ground. It was very unsettling and that’s why he couldn’t move, he couldn’t do anything more that advise the woman to live the castle with her as she was in mortal danger if that was the dragon.

 She didn’t appear to listen, instead helping him getting up. She seemed to be thinking about something else or was at least too distracted by other thought in her mind. The knight insisted she should go with him in order to fulfill the legend. He knew that she would be very well received in his towns and that everyone would love her.

 That apparently convinced the young woman. She stopped walking around and told the knight she would go with him. They went out of the door and slowly walked back down, each step being easier as they headed to freedom and civilization. The knight was happy about it because he had never thought he would be able to fulfill such a difficult task.

 When they arrived to the back courtyard, through which the knight had arrived, the woman stopped running behind the man. She just stood there, like frozen in time. Her heart was racing but none of her limbs could move. He got near her and tried to determine what was wrong with her and he couldn’t point it out. The roaring of the dragon seemed to grow closer so he decided he would carry the princess to the backdoor but that didn’t work because, somehow, she was very heavy.

 He doubted that was something natural. It had to be some kind of black magic in order not to take the woman out of the castle without fighting the dragon. Probably, whoever put her there, had left very specific instructions in order to safe her and killing the dragon was probably one of those. So he let her where she was and he stepped into the grass patch of the courtyard and looked up.

 The dragon wasn’t flying, as he had thought. He appeared from the opposite side of the courtyard, tearing down a wall with its enormous paws. It was very big, just like a gigantic lizard with blackish wings and a sickening greenish skin. The dragon pushed the wall, launching several stones towards the knight. He avoided them easily. He decided to grab his sword and run towards the dragon. He had to fulfill his destiny.

 But his arms were almost broken when the sword hit the dragon’s skin and it did absolutely no damage. Not only that, but the body of the creature seemed so big and resistant, that the blow had actually affected the knight more than the dragon. The creature did nothing. He just watched him trying to feel his arms again and grabbing his sword to try again with same results.

 He then realized there was no way of killing the creature, so he ran towards the princess in order to wake her up from her trance. The dragon was only looking at him so he thought it was a safe thing to do. When he reached the woman, he realized she was very cold, her hands almost feeling like ice. The dragon watched as the knight tried like a fool to “wake” her up fro whatever was happening to her.


 But then the dragon just grew closer and ate the knight in one gulp. The girl was then able to move but her eyes were not the same as before. They were purple, just like the eyes of the dragon. She blinked and the dragon blinked. She thought about tearing down the wall and the dragon did exactly that with ease. The princess was the monster everyone was afraid of. That’s why she couldn’t leave her castle. Because she shouldn’t. There was no way in trying to prevent evil from pouring out of her. So she kept herself locked away, even if sometimes she needed to breath like anyone else, to run away.