sábado, 1 de agosto de 2015

Sobre el hombro

   Hugo se miró al espejo cuarteado y se dio cuenta de que ya no era él. Había removido cada pelo de su cabeza y de su cara y se había cambiado por una ropa que jamás en la vida había usado: tenía una chaqueta de cuero negro, jeans bastante apretados y unas botas militares que había tenido en el fondo del closet por años. Su ropa de antes, incluyendo la corbata de la que alguna vez había estado orgulloso, estaba en una bolsa que iba a tirar en un contenedor de la terminal. Limpió el espacio lo mejor que pudo, tomó la bolsa y una mochila que había contra la pared y entonces se miró la cara una última vez. Desde ahora era alguien más y ya nunca quién había sido hasta entonces.

 Ahora tenía documentos con el nombre de Jefferson Martínez y ese era quién iba a ser. Como planeado, tiró la bolsa con la ropa y algunas otras cosas a la basura y solo se quedó con su mochila que tenía solo cosas que eran de Jefferson, y no de su nombre anterior. Para él,  ya todo había cambiado. Lo siguiente era comprar un pasaje hacia otra ciudad y empezar a perderse por el mundo, lejos de la ciudad que era su único enlace con una vida que ya no le pertenecía. Era una vida que otros y él habían corrompido hasta el punto que ya no servía para nada. Por eso la dejaba en la basura y tomaba una nueva, que era totalmente nueva y solo de él. Compró un pasaje hacia una ciudad de frontera y se subió al bus pocos minutos después. Cuando dejó la ciudad atrás, se sintió en calma.

 No había sentido la calma desde hacía años pero se sacudía la cabeza y recordaba que eso que recordaba no era propio sino de alguien más. Así que se dedicó a ver cual sería su siguiente paso al llegar a la ciudad fronteriza. Lo mejor, creía él, era cruzar y en ese otro país dirigirse a una ciudad de tamaño medio pero con vuelos internacionales. Desde allí sería más fácil tomar un vuelo fuera del continente y entonces ya podría pensar en asumir su nueva vida como debía ser. Se recostó en el asiento y vio como los edificios desaparecieron y le daban paso al campo y las montañas que surcaban el país por todas partes. El recorrido era entre valles y abismos, cosa que siempre había odiado.

 Cansado, se quedó dormido rápidamente y solo se despertó cinco horas más tarde, cuando habían recorrido la mitad del trayecto. Lo malo fue que la parada no era para comer o descansar sino por un puesto del ejercito. Jefferson respiró hondo y bajó del bus. Cada hombre era revisado en un lado, las mujeres del otro. Daban sus documentos y los requisaban. Jefferson dio el suyo y el militar lo revisó sin mayor interés. Pidió que siguiera el siguiente y así. Tras algunos minutos, todos los pasajeros estuvieron de nuevo dentro del bus en camino a su destino. Jefferson casi no podía creer que todo hubiese funcionado tan bien. Ahora sabía que su nueva vida tenía un futuro.

 Tras otras cuatro horas de viaje, el bus por fin llegó a su destino. La ciudad era pequeña y olía a mal por alguna razón. Pero eso a Jeff no le importaba nada. Se dirigió rápidamente al puesto fronterizo e hizo sellar su pasaporte. Esa misma noche pasó y compro otro pasaje, esta vez a una ciudad llamada Puerto Flor, que era la capital de provincia y tenía un solo vuelo comercial al extranjero, hacia Estados Unidos. Esa era la ruta perfecta ya que nadie revisaría en un aeropuerto tan pequeño. Esperó frente a una tienda a que llegara el bus que lo llevaría a ese puerto. Mientras esperaba notó algo extraño: había una camioneta negra impecable en el pueblo, evidentemente propiedad de alguien que no vivía allí.

 Lo que le llamó la atención fue más el hecho de que ya había visto vehículos similares cuando casi lo… Cuando casi atrapan a alguien que conocía. Esas camionetas habían estado frente a su casa y su trabajo y de ellas salían tipos que eran del tipo que salen y hablan amablemente. Recordaba como había visto golpear a gente que conocía y como esos hombres creían tener derecho a hacer lo que quisieran, incluso torturar con sus cigarrillos o con golpes certeros. Eran unos monstruos y Jeff sabía que no podía esperar nada bueno si ellos estaban en la cercanía. Pero su miedo fue infundado pues un hombre, ganadero por el aspecto, se subió a la camioneta poco antes de que llegara el pequeño bus.

 En dos horas estuvo en el aeropuerto provincial pero tendría que pasar la noche allí: el vuelo a Estados Unidos era hasta el mediodía siguiente. Era casi la una de la mañana pero a él las horas y los horarios le habían dejado de importar hace mucho. No tenía nada de sueño porque había decidido que dormir era un privilegio que no todo el mundo tenía y menos él que todavía debía estar pendiente de sus movimientos y de los movimientos de los demás. Tenía que andarse con cuidado y por eso, aunque hubiese querido, no podía dormir. El aeropuerto estaba desierto y se sentó en unas sillas, en la oscuridad. Allí, tuvo por un momento un sentimiento de culpa que se asentó sobre su cuerpo.

Esto no era porque había dejado a ese otro hombre en su pasado sino porque había dejado mucho más. El dinero y todos los objetos que había tenido no eran lo más importante, sino las personas. Su familia seguramente estaba fragmentándose y con un dolor inmenso. No era todos los días que un hijo moría de forma tan horrible y después de descubrirse tantas cosas tan feas de él. Pero así había ocurrido y para ellos su familiar, su querido hijo y hermano, estaba muerto y no había nada que pudieran hacer para traerlo de vuelta. Jeff había tenido que matarlo y hacerlo bien para que nadie nunca más preguntar por él o por lo que había hecho.

 Cuando abrieron las tiendas, Jeff compró algo de comer y de tomar y así hizo que pasara el tiempo mientras era la hora de su vuelo. Cuando fue a limpiarse y a orinar al baño después de comer, vio de nuevo algo que lo inquietó: era uno de los hombres de las camionetas. Se lavó las manos, no se las secó y salió de allí con paso acelerado. Cruzó los mostradores de emigración y se sentó en la sala de espera ya que, aunque faltaban todavía seis horas, le parecía mejor esperar en un lugar más seguro que la parte exterior de la terminal. No podía sentarse ni hacer nada más que no fuera caminar de un lado a otro y pensar mil veces en lo mismo: era ese uno de hombres que lo habían querido inculpar de tantas otras cosas? Él había sido ladrón pero nunca nada más que eso.

 Él junto con otros habían desarrollado un plan ingenioso para robarle a la gente sus bienes sin que se dieran cuenta, para luego revenderlos y así ganar dinero. Las personas solo se daban cuenta tiempo después y jamás sabían que les había pasado y porqué. Solo se lo hacían a gente con dinero y luego fueron escalando, aliándose con personas que les pagaban por hacer ese mismo truco. Pero entonces uno de sus aliados se comprometió con el hombre equivocado y entonces todo se fue derrumbando. En ese momento aparecieron los hombres de las camionetas. Seguramente eran de algo parecido al FBI pero nunca mostraban identificación y hacían lo que querían antes de que llegase la policía.

 Jeff, o más bien quién era antes, escapó milagrosamente de todo eso y ahora era una persona totalmente diferente a quien había sido por treinta años. Al hombre de antes nunca se le hubiese visto sin los zapatos bien lustrados, sin corbata o sin un destino fijo en la vida. Ese tipo sabía lo que quería y tenía todo meticulosamente planeado, incluso cuando iba a hacer algo que no estaba particularmente bien con el resto del mundo. Ese hombre era controlador y prefería ser dominante y tener el poder. Por eso había hecho las cosas como las había hecho y la verdad era que jamás lo hubiesen cogido si no hubiese sido por los errores de otros, mucho menos inteligentes y controladores que él.

 Por fin anunciaron el abordaje del vuelo y Jeff hizo la fila pronto para entrar rápidamente. Cuando estuvo en el avión seguía preocupado: era le hombre que había visto en el baño de los mismos que lo acosaban o había sido solo una visión que su cabeza le había puesto, jugando con él y con su miedo a dejar de ser por completo? La puerta del avión fue cerrada y al poco tiempo ya estaban en la pista, rodando y despegando hacia un lugar lejano de allí en el que Jeff sentía que por fin podría vivir en paz. Hallaría alguna profesión en la que pudiese ser bueno y entonces viviría tranquilo, sin estar mirando sobre su hombro a cada rato.


 El avión entonces explotó, solo unos cinco minutos después de despegar. En el estacionamiento del aeropuerto, dos hombres vestidos de negro y corbata, recostados en una camioneta negra, veían los pedazos volar y la gente correr de un lado a otro, gritando. Se sonrieron mutuamente y entraron a la camioneta. Ni Hugo ni Jeff nunca supieron con quienes se habían metido y quienes habían sido los artífices de su muerte. Y nunca nadie lo sabría pues eran seres de las sombras y de la muerte.

viernes, 31 de julio de 2015

Nightmares

   I woke up breathing heavily but without screaming or doing any more noises. I had no clothes on but I could feel my body drenched in sweat, as if I had been running for quite a while. I grabbed my phone, which I had left by the bed, and checked the time: only a half hour had passed since I had fallen asleep. I was trembling and stayed there, sitting on my bed looking at the bedspread, not thinking at all. Then, I tried to remember what it was that I had dreamt off and I could just remember a few images, a few horrible images of creatures and scary situations. But the most awful thing was that I had felt paralyzed for a while. I mean, I had thought I was awake but I wasn’t and I felt and heard a sound coming at me from behind.

 I think I was paralyzed like that for at least three minutes but even such little time felt like an eternity. It felt like that being or that person behind me was going to be successful at attacking me, probably wanting to kill me for some reason. In that moment, I wanted to scream for help but I couldn’t, my mouth wouldn’t open and my eyes were frozen open. It was the worst kind of torture I could have thought of. I woke up just after that and thanked my body for helping me in that dire moment of need. As I stood up, walking to the kitchen for some water, I realized that the temperature outside had dropped even more in those thirty minutes I had been asleep. The cold was harsh so early in the morning so I decided to drink fast and put on some clothes to sleep.

 I didn’t fall asleep right away. To be honest, I was afraid I would keep dreaming those awful things so I just thought about other things. But the paralysis I had suffered earlier came back to me and I felt scared, more than before.  It had happened before and that was probably why I was so nervous about it. What was the reason of that? Why did it happen to me and why like that? It was a mystery I’d rather not explore but that’s how things were and I hated it. I didn’t want any more things in my mind right now, less of all a dream night were every single part looked like the perfect kind of torture. Was my mind just telling me that I was going insane?

 Hours later, at work, I didn’t mention my dreams to anyone. I tried to behave as I always did, crazy free. I even engaged in the typical lunch conversations, which was odd, as I preferred to listen and not to talk. That was because what I said was almost always perceived as “too much” or radical in some way, so I stopped talking at that time. But that day I must have forgotten my own rule because I talked and talked like a parrot and the fun thing was that some of the people agreed on why I said and other seemed to agree but didn’t want the rest to think they were as “radical” as me. That day in the office was good and, after lunch, I didn’t remember a single thing about my nightmares.

 They didn’t come back to me until late at night, when I was surprised to remember an especially gruesome part of my earlier nightmares. Apparently I had dreamt that I was some kind of murderer. I had never witnessed such things in real life and did not understand how my mind was able to replicate that situation, but there I was. It was clear to me now that I had walked amongst corpses, on a floor were every single centimeter was covered in blood. And that wasn’t the most shocking part. I was carrying a chainsaw in one hand and had my body covered in blood too, stepping on it as I walked through the room. I believe that was just a dream fragment, I don’t think there was more. But it had been enough to make me avoid sleeping at all that night? What was going on with me?

 The next day, more than one person asked me if I had slept at all. Apparently my eyes were pretty scary and my face looked horribly pale. I washed it at least twice but it didn’t make a change. I still looked like someone out of a horror movie. That day, I went back to not participating in conversations. I decided to skip lunch altogether, preferring to have some chocolate on a park bench nearby. The sugar made me feel alive and with enough energy to withstand the day. Maybe I had to do something special to avoid these dreams or at least to stop the memories of them coming in my head. I just wanted to go back to before, when I never had any kind of dreams, not even the typical ones people have.

 Suddenly, someone sat besides me on the bench and I realized it was this guy I liked from the office. He had arrived to work with us very recently and I felt he liked me back. I asked him what he was doing there and he told me that he had followed me. I must have opened my mouth very wide because he laughed and said that he had actually come out of a nearby restaurant and happened to se me alone so he just wanted to check on me. I asked why and he said I seemed distracted. He also mentioned the sleeping part. We stayed there for the remainder of lunchtime and when we went back, we had decided to meet in my house that night in order to watch a movie and have some take out.

 As it was Friday, many people were going dancing or drinking but we had decided to share a movie and we hadn’t done that ever before. It had been the first time we decided to meet outside of work so I was nervous about it. When I got home, I decided to check my computer for the best movies I had around. I chose three so we could see them all or he could chose his favorite. We could order anything and I changed my clothes to something less work related. I wanted everything to look good and on point, to look as if I worried about everything been clean and nice. Normally my place was a mess but I managed to make it presentable in short time.

 Then, the memories kicked in again. I wasn’t paralyzed or a butcher anymore. But I was tied to the floor with a metal chain and I was trying to release myself from it. I pulled with the little strength I still had but it was useless, the chain wouldn’t break. Then someone came in, someone whose face I never saw and he started to kick me and punch me and then… And then he did something I can’t even process, something… Something I didn’t understand when I realized I was remembering another part of that awful dream. Why was it happening now? Why did it keep coming back? This time I was drenched in sweat again but I had no time to change or to clean myself as the doorman called to tell me that my buddy from work had arrived. I wasn’t excited about it anymore.

 My legs shook as I got near the door and waited to open the door. I couldn’t just send him back to his house so I was just going to have a nice evening and tried to forget what I had just seen. I clean the sweat of my face with my sleeve and opened just as he had pressed the doorbell. He was surprised I opened that fast but he just laughed and we hugged as we greeted each other. I took him to my sofa and offered him a beverage but as I poured the two glasses of wine, my hands shook like crazy but he was talking about something so he didn’t really notice. We talked fro some minutes before I told him which movies I had picked and he said he liked them all so we could just try to watch them all that evening. I agreed so I asked him to put some popcorn in the microwave as I set up the movie.

 Minutes later, we had turned off the light, on his request, and were side by side eating popcorn and trying to concentrate on the movie. The truth was that I wanted to focus on him but couldn’t. I was still too shaken by what I had seen. I was been wondering if going to a shrink was the best idea. I needed someone else to know and to tell me I was just being crazy and that nothing from my nightmares could attack me, ever. I knew that maybe that was obvious but I needed to hear it from someone else. Then, I got scared and almost threw the popcorn bowl to the floor as he touched my hand. I was so ashamed I stopped the movie and just told him.

 I explained my nightmares, my fears and why I had been acting so weird. I told him because I needed someone to know, I needed to share those feeling with someone else. When I finished, he took my hands on his own and pressed them gently. He told me that I wasn’t a bad person for having nightmares and that maybe my imagination was too active or I had eaten before going to bed. It was common to have horrible nightmares sometimes and maybe I was just scared that what happened in them could actually happen some day. He assured me, with the confidence of a doctor, that I would never be that person in my dreams.


 I hugged him, we shared a kiss and, surprisingly, we watched two whole movies before we decided it was too late. He asked me to call him a taxi but I never dialed. I came in from behind and hugged him. I think I scared him. The thing is, he stayed the night and I never had those nightmares again. I’m not saying it was because of him but maybe my mind needed to focus on something else and what better than a nice, intelligent prospect? But sometimes I remember the nightmares and I wonder who I am and why I am.

jueves, 30 de julio de 2015

El peor invierno

   Era tal el frío que cada noche tenía que dormir con más ropa puesta que la que se ponía para salir. Era un poco molesto tener que usar doble media, dos sacos y tener que apretar la bota de los pantalones con las medias para evitar la entrada del aire frío. No llegaba al extremo de usar gorro y guantes pero hubiese entendido completamente que alguien recurriera a ellos para poder dormir mejor en semejante clima. Raúl, por su lado, tenía que revisar todas las noches que su habitación estuviese bien aislada del resto del apartamento. El viento lograba colarse por todos lados y él sufría bastante con el viento frío que parecía querer conquistar el mundo aquel invierno. No había como escapar de él.

 Peor aún era salir a trabajar. Tenía que soportar al tráfico encerrado en su automóvil, con una calefacción deficiente y tratando o de no quedarse dormido o de no morir congelado. Un día el vehículo no encendió más y tuvo que llamar a un especialista que se lo llevó por una semana, durante la cual tuvo que ir todos los días al trabajo en bus, algo que tenía su lado bueno ya que el calor de la gente hacía que el transporte público fuese al menos llevadero mientras uno estaba subido en el transporte. La gente temblaba por todos lados y todo el mundo estaba de acuerdo en que ese era el invierno más duro desde hace muchos años. Aunque tal vez eso no fuese cierto, sí se percibía de aquella manera y la gente solo esperaba que la primavera llegara lo más pronto posible.

En el trabajo, donde Raúl nunca se quitaba la chaqueta, cada vez atendía menos personas. Parecía que la gran mayoría de los compradores estaban quedándose en casa, tratando de no morir congelados. En ese momento tuvieron que agregarlo a todo el lío, ese factor. La gente no iba y estaban sacrificándose yendo a trabajar en semejantes clima para nada. Pero el jefe nunca dijo nada, nunca pensó en que podría ayudarlos dándoles un día libre o al menos dejarlos salir más temprano para evitar el tráfico de la tarde. No, no hacía nada por ellos. Se estaban empezando a harta de la situación hasta que un día la ciudad amaneció cubierta de blanco y todo tuvo que cancelarse pues nadie podía ir a ningún lado.

 La verdad fue algo bastante curioso porque todo el mundo tuvo que quedarse en casa y ver que hacía. Lo mejor era que la gente podía pasar el día en la cama, sin hacer nada más que dormir o ver televisión o alguna película. Los que lo pasaban mejor era los que tenían pareja y tenían la fortuna de vivir juntos. Se abrazaban y listo, era mejor que todo. En todo caso muchas personas, como Raúl, habían tenido la premonición de comprar buena vestimenta y demás así que él iba a estar perfectamente. Ese día, no salió de la cama y solo se dedicó a dormir lo que más pudiera y a conocer la geografía de su cama, un concepto inventado que era muy apreciado por quienes no podían dormir mucho.

 La sorpresa fue que la nieve no se fue al día siguiente y tuvieron que dar dos días más de paro para la gran mayoría de oficinas. Solo aquellos que trabajasen en entidades públicas o bancos tenían que ir a sus trabajos. Raúl, siendo vendedor de automóviles, no tenía que ir a ningún lado así que sacó su cobija eléctrica y durmió unas doce horas seguidas, hasta que le dio hambre. Mientras cocinaba, tiritando un poco, pudo ver por la ventana que la situación no estaba mejorando. La tormenta de nieve parecía arreciar y pensó que muchas personas tal vez tendrían que quedarse a dormir en sus trabajos pues no era muy factible que todos pudiesen llegar hasta sus casas en semejante situación.

 Raúl no era de esos que las noticias pero esa segunda noche en casa se vio obligado a verlas para informarse de lo que pasaba. Al parecer, ya había muerte mucha gente por el frío, más que todo gente mayor y bebés. Los hospitales estaban teniendo grandes problemas con la calefacción y se decidió dejar un día libre más, aprovechando el fin de semana para esperar a que todo mejorara. Al tercer día eso no parecía posible pues, cuando Raúl se levantó de la cama a orinar, se dio cuenta que ahora había una espesa neblina que no le dejaba ver mucho más allá de su ventana. Normalmente tenía una bonita vista de la calle pero eso ahora había sido reemplazado por una cortina blanca, muy espesa.

 Decidió comer en la cama y ponerse una camiseta más debajo de la ropa, pues podía jurar que la temperatura había empezado a bajar aún más. Las noticias no decían si esto estaba pasando en otro lado pero era previsible pensar que no solo allí estuviesen teniendo semejantes problemas. Pero jamás supo a ciencia cierta pues se fue la luz por un día entero durante esos días de paro por invierno. No había luz para la cobija eléctrica y la calefacción dejó de funcionar también. Le tocó a Raúl hacer algo así como un pequeño campamento en su cama, con comida incluida, para poder soportar el frío tan severo. Era increíble que hubiesen llegado a tanto, pero ahí estaba.

 Tembló con fuerza durante todas las 24 horas y pensó, aunque sin ningún tipo de confirmación, que estaba ya enfermo. Temblaba a veces de manera muy violenta y sentía que sus pies eran dos hielos que incluso se resbalaban en el piso como los de verdad. En un momento intentó masajearlos para inducir algo de calor pero dejó de hacerlo porque solo se estaba infringiendo dolor. Era una situación muy frustrante y sabía que él no podía ser el único que se sentía tan mal. De hecho, era obvio que estaba peor pues nunca habían tenido calefacción en casa. Peor aún estaba la pobre gente de la calle, que debían estar desmayándose del hambre y el frío.

 Al rato de prometerse a sí mismo que donaría dinero o ropa o lo que fuera apenas terminara el invierno, la electricidad volvió y con ella un visitante. Oír el timbre de la portería era algo poco común para Raúl y aún más raro era el hecho que no tuviese la más mínima idea de quien se trataba. Era un hombre que decía conocerlo del trabajo pero que no trabajaba con él. Decidió que lo mejor era abrigarse bien y decirle que iba a bajar. Que estuviera congelándose no era razón para dejar entrar a cualquier aparecido a su casa y las cosas solo podrían empeorar si un desconocido se colaba así como así y quien sabe que hacía con sus cosas o con él mismo. Se puso una chaqueta gruesa y botas y bajó con las llaves, temblando ligeramente por las ráfagas de viento.

 Cuando llegó a la portería y abrió la puerta, el tipo que estaba del otro lado se entró de golpe y le dijo que el frío afuera era infernal y que si hubiese podido evitar salir en esa situación lo habría hecho. El hombre se presentó, diciendo que su nombre era Antonio Páez y que venía a su casa porque tenía algunas preguntas que hacerle. Raúl iba a decir algo pero entonces el tipo sacó su billetera y le mostró su identificación. Como había pensado, el decir que lo conocía era solo un truco. El tipo era policía y tenía el descaro de venir en la mitad de una tormenta para hacer que Raúl hablara de algo de lo que seguramente no entendía ni sabía nada. Si hubiese sentido más calor, habría dicho algo.

 Resultaba que, al parecer, alguien estaba robando de la compañía y pensaban que yo tenía que saber algo, pues a veces ayudado con la contabilidad, cuando había que hacer todos los impuestos. La verdad era que Raúl no era que fuese bueno para todo eso peor la cosa era que tenía un orden tan bien logrado, que cualquier tarea que la asignaran siempre la hacía de manera que cualquiera la entendiera con facilidad tiempo después. La entrevista con el policía tomó unos quince minutos, tras los cuales el tipo parecía estar convencido de que Raúl no tenía ni idea de lo que él le estaba hablando. Cuando se iba a ir, se dieron cuenta de que la puerta se había congelado.

 Probablemente la nieve se había acumulado y había quedado sellada. Los dos hombres empujaron por varios minutos pero fue imposible hacer que se abriera. Lo único que podía hacer Raúl era invitar al tipo a su casa y hacer algo de café para pasar el momento. Como había regresado la electricidad, pudo calentar el café pero el teléfono no servía ni la red móvil así que no hubo como llamar a alguien que abriera la puerta. Al comienzo Raúl no habló nada con Antonio pero al pasar de las horas se dieron cuenta que nadie iba a venir a abrir la puerta. La tormenta estaba empeorando una vez más y para las seis de la tarde supieron que Antonio iba a quedarse a pasar la noche.


 Raúl sacó cobijas de todos lados y una bolsa de dormir que alguna vez había usado en un campamento. Antonio le agradeció e hizo su cama junto a la de Raúl, ya que esa habitación era la más tibia y no podía dejarlo en la sala donde el viento parecía asaltar desde cada lado. Así fue que Raúl pasó la noche hablando y haciendo amistad con un policía, que con el tiempo se convertiría en uno de sus mejores amigos.

miércoles, 29 de julio de 2015

Blood test

 As far as I could remember, I had never had blood taken from me. I had never been sick and, being a man, I had never being pregnant. So the thing was very new for me and scary. It’s kind of silly to be scared of such a silly thing but aren’t we always scared about the things that we don’t even understand? Because I didn’t even know why they wanted me to give my blood after just a routine check-up. The doctor said it was good, once in a while, to do something like a full scan of the body to be sure nothing was off, nothing was out of place. But taking blood from my body seemed very invasive.

 I am the kind of person that takes days to talk to you, even if I have seen you for a year, at work, at school or wherever. I am the kind of person that always tries to be in relationships were the other person wants more love than sex. I’m the kind of person that would never put on a bathing suit in front of someone else or shower in a public place or something like that. I would die first to be honest. So giving away a sample of blood was just as if someone had forced me to give up something that was only mine and it didn’t felt right. Besides that, I had never done it and felt silly because I knew it was something positive to do. After all, he doctor was right: I needed to get to know what was happening inside my body. I had not being in a doctor’s office for five years or more and if he wanted to know what was going on, he was the doctor after all.

 I woke up really early to give my sample. I tried not to think about it until the moment was imminent. So I just woke up, showered, put on some loose clothes and walk out home. The weather was strange: it seemed that it was going to rain but it didn’t, as if the sky was waiting to make a more dramatic storm later in the day. I just thought the weather sometimes behaved like a moody human. I walked to the bus stop and waited there for the bus that would take me to the hospital. It was such a sad thing, to be going to a hospital. I thought tight there that I pity every single person that has to go to a hospital every single day of his or her lives. All that sadness and stress and just negativity…

 I mean, I’m not the most positive guy you’re going to find, not at all, but I do try to be objective and working in the health sector must not be an easy task, maybe if you are the head of a pharmaceutical company or something. When my bus stopped, I walked inside like a zombie. I hadn’t had anything to eat, as asked by the doctor, so I felt a little like walking on air. The bus was filled with people so early in the day so I just stood up by the exit and waited for my stop. As I did so, I noticed that most of the passengers in the bus were women and then another fact of life hit me in the face: women are so under appreciated. Not because they carry life but because they keep it going. All those ladies in the bus were proof of that and I felt bad as a man.

 One of them was talking about the day she was going to have. I couldn’t hear the whole conversation, but I could guess she was a housekeeper. She was telling another woman that she had asked her boss to give her two days off as she was feeling really tired and had many things to do at home. The other women asked her if her husband helped around the house and she answered that he did but that things were still backing up. She hoped to get those two days to run some errands and just be with her children for some more time that week. That was all I heard before I stepped out of the bus, twenty minutes after I had gotten in. I felt bad for her but I thought that at least she had a steady job. Things could always be worse.

 As it was very early, there were no traffic jams on the streets and no overcrowded sidewalks. The few people around were workers of stores or vendors that were installing their posts in strategic places for the morning rush. People were going to need their coffee, their newspapers and their dose of sugar and they were going to given them all to them. I walked past them and then through a couple of blocks where not a single soul was seen. It was the perfect time of the day to shoot a zombie apocalypse scene. I imagined it and smiled for myself. I finally got to the hospital and went straight to the second floor, where I was charged for my blood test. Then I sat down and looked around.

 Besides me, there were only two other people: a teenager with his mom and an elderly couple. The teenager was obviously checking social media and seemed very focused on it. His mom seemed moved her feet and legs without stopping. By her outfit, it was obvious she worked in some office and that she needed to get there as soon as possible, which was curious because wouldn’t you open up your morning to be with your son? Then there was the elderly couple, two lovely older people that were chatting about their pills and if they had them all in the woman’s purse. She pulled them all out and I was surprised to see at least ten little orange bottles in armrest of the chair. They were saying their properties, as no one ever knew the names.

 The teenager was called first and then the couple and when more people were coming in, I finally got inside too. I got into a small cubicle were a nurse checked my arms for the best vein and the she told me to look the other way, as it may look a bit too scary. I did exactly that, as I was not really looking forward to see my blood spilling out of my arm. As she did her job, she told me that the results would be available in two weeks. I wanted to complain but my arm hurt too bad and she told me, after putting a circular sticking plaster where she had put the needle on.

 When the pain passed, I asked her why it took so long to have the results. I told her it was just a routine procedure for my doctor but she told me that all exams were the same and that they checked the blood for every possible disease I could have: hepatitis and several sexual transmitted diseases includes syphilis and HIV. When she said the last part, I got even more scared that before the needle went through my skin. I didn’t ask anything else or said anything at all. She just gave me a sheet with which I could claim the results in two weeks time. Five minutes later, I was already outside walking home. Somehow, I didn’t want to take the bus back. I had too many things in my head and only wanted to vent a little before freaking out once again. 

 As I stopped to buy something to eat, I thout about the reason why I was freaking out. Exactly five months ago I had gone to a party and, strangely for me, I had gotten really drunk. The friends that had invited me there were just laughing their asses off because they had never seen me drunk and because, strangely enough, I was a very funny drunk guy. I told just, funny stories I didn’t even know I had and I talked to people straight away, even going so far as to ask them if they have had sex that day. Bare in my mind the party was attended by, at least, forty people and only knew a couple of them. I drank a lot and, the next day I was surprised to realize that I hadn’t vomited or anything gross like that all night.

 What was weird was that I woke in one of the bedrooms of the apartment were the party was held and I happened to be only wearing my underwear and with someone besides me. Now, I didn’t know if something happened and to this day I have no idea. It was just as if all memories produced after two in the morning had been erased by the computer that was my brain. I only know I grabbed my clothes, put them on and just got the hell out of there. Days later, I spoke with one of my friends that had been in the party and he just said he found me funny when drunk. But he never said anything about me kissing or talking in a “unique way” to someone. So I didn’t mention it and I had forgotten everything about it until the day of the blood test.

 The following two weeks were torture. Every time I had a moment to think about my life, I found myself wondering if I had sex that night of the party and if it had been unprotected. As I didn’t recall anything, and I didn’t really stayed in the room the next day to see if there was a condom wrapper around, I just didn’t know anything. I just knew I was very nervous and jumpy every time someone was looking to talk to me about anything. Days were long sometimes and I just wanted the hospital to call me and tell me they need me to pick up the results earlier but maybe that wouldn’t have been a very happy call.


 Anyway, I waited as patiently as I could and when it was time, I went to the hospital and asked for my results. It was very frustrating that I had to wait several minutes for them and that I had to go through them with a doctor different that the one who had asked for the damn exam. She must have realized what was going on inside my mind because she just said “You’re fine, honey”. I felt like an elephant had ben lifted from my back and I could finally worry about other things, like my life in general and the fact that I suffered from anemia.