jueves, 3 de marzo de 2016

Vidas ocultas

   Del edificio salí solo pero contento. Tenía una sonrisa de tonto en la cara que me duró varias horas. Y todo porque había hecho que hace todo el mundo. O bueno, no exactamente pero casi. El caso es que me sentía orgulloso de mi mismo por alguna razón y, al tomar el a mi casa, seguía sonriendo.

 Pero días después ya no sonreía, ya no era lo mismo. El momento había pasado pues todas estas citas clandestinas eran eso, secretos que no le decía a nadie o a casi nadie y por lo tanto los debía yo guardar con el máximo recelo. Fue entonces que me di cuenta lo mucho que me molestaba estarme ocultando, como si hubiese hecho algo malo. Al fin y al cabo que no era nada grave. Lo que pasaba era que no era algo aceptado, algo bien visto y frente a eso sí que no se puede hacer nada. Y no era la primera vez que pasaba por eso, ya muchas veces y desde más joven me habían pasado cosas similares.

 Recuerdo que una de las primeras veces que quedé con alguien, creo que fue la primera de todas, me vestí de una forma tan rara que solo años después entendí que entonces no sabía nada de nada. No recuerdo bien que excusa di en casa para salir ni como fue que tomé la decisión. Tampoco recuerdo con claridad como conocí a la persona, solo sé que fue por medios electrónicos. En todo caso, llegué a un parque y allí nos vimos. O sería en otro lugar y después fuimos al parque? No lo sé, ese recuerdo se ha ido erosionando con el tiempo.

 El caso es que recuerdo el parque, la gente pasar y lo nervioso que yo estaba. Tenía puesto un saco de colores que hoy me parecería horrible, que no sé si jamás volví a usar. El chico con el que me encontré, creo que algo mayor, tampoco me gustaría hoy. Pero creo que entonces no se trataba de eso sino de vivir la experiencia, de lanzarme de una vez al vacío de una vida que yo sabía que siempre iba a ser de esa manera. Siempre iba a tener que ocultarme así que porqué no empezar pronto?

 Hoy, a pesar de que lo sigo haciendo, me parece triste. En ese momento los nervios podían más que pensar en cualquier cosas. Creo que en lo poco que nos vimos ese día, solo hablamos. Él tenía acento y yo solo pensaba en como volver a mi casa. No recuerdo si me invitó a la suya o solo sugirió ir algún día. No lo sé y creo que el recuerdo se ha perdido por alguna razón. Volví a casa con la experiencia hecha y creo que por un par de años no saldría de mi casa de nuevo. En esa época estaba en el colegio. No recuerdo que edad tenía pero sé que fue mucho antes de los diecisiete, primera vez que tuve relaciones con alguien. Era muy joven en todo caso, muy ignorante para haber hecho lo que hice.

 El caso es que así fue y solo hasta mucho después empecé a salir con personas pero siempre en la amabilidad de la oscuridad. A todos los conocía por Facebook o por algún chat de estos que abundaban en la época. Hoy en día me parece hasta gracioso no haberme topado con ningún hombre mayor o ningún mentiroso peligroso. Nunca pasó y no ha pasado recientemente tampoco. Porque sigo usando, muy de vez en cuando, las mismas herramientas o algunas nuevas que son básicamente lo mismo.

 Ese día de la sonrisa, cuando volví a casa, pensé en eso también. Incluso si ese asunto evolucionaba a algo más, las cosas en verdad no cambiarían pues siempre  tendríamos que vernos de esa manera, entre las sombras o en lugares donde nadie nos mirara. Por eso fui ese día a la casa de él y fui otras veces más. Por eso con los chicos con los que salí al comienzo lo hice a lugares que parecían islas en un mundo en el que estábamos casi sobrando, de alguna manera. Nunca lo pensé mucho entonces pero ahora entiendo que las cosas no han cambiado mucho y muchos seguimos detrás de bastidores, viendo a ver si podremos salir totalmente alguna vez.

 Lo digo porque yo, como muchas otras personas, no ocultamos tanto como otros. Nunca he tenido muchas amistades pero hoy en día no dudaría en contarle a ellas lo que me ha pasado, lo que he vivido, a quién he conocido y como lo he conocido. No me da vergüenza ni nada por el estilo porque no es nada de lo que tenga que avergonzarme. Claro que no puedo dar demasiados detalles porque a veces puedo ser muy gráfico, pero creo que incluso si lo fuese mis amistades sobrevivirían a ello.

 Eso me recuerda, que nunca tuve muchos amigos, mucho menos cuando empecé en todo esto de salir. Muchas personas no entenderán lo que digo porque habrán conocido a sus parejas y demás a través de amistades. Esa oportunidad jamás la tuve y no creo que la vaya a tener nunca. No solo porque sigo teniendo un circulo de amistades tremendamente cerrado sino también porque prefiero yo elegir a quien conozco y a quien no. Las personas que potencialmente tendrían un interés en mi que también conocen mis amistades, no son precisamente cantidades y cantidades. Más bien pocos por lo que eso aminora mucho las posibilidades.

 Porque lo que importa es que le gustes a alguien. No solo es buscar alguien que te guste a ti, en el sentido que sea. Porque eso es fácil, cualquiera puede ser interesante en potencia. Pero lo que no es fácil es encontrar esa persona que vea algo en ti que los demás no ven, sea lo que eso sea. Eso es algo muy extraño y muy especial. Pero es la mejor opción si se quiere conocer a alguien para algo más estable, cosa que no he tenido nunca pero siempre he creído que así debe ser. E incluso si es por una noche, es mejor si hay un gusto real y no solo es porque eres un ser vivo.

 Eso, de hecho, me ha sacado bastante de este como juego que es el asunto de salir. Quitando el hecho de no poder tomarse de las manos o darse un beso donde a uno se le de la gana, porque incluso en los países “avanzados” eso se da muy poco al comienzo,  es también un asunto de que seas tú el que causa interés y no nadie más.
Desde esa primera cita o incluso antes yo ya tenía problemas de imagen corporal, de autoestima, de verme diferente a los demás y no solo por ser homosexual. Era algo que iba mucho más allá y al mismo tiempo que era muy interno y difícil de exteriorizar. Además, cuando tienes ese problema, rara vez quieres que la gente se de cuenta. En el colegio, sobre todo, nadie quiere verse débil ya que los niños siempre han sido carroñeros. Les han enseñado, o tal vez simplemente les gusta, destrozar a otra gente para ellos ascender en la escala social. Eso lo noté claramente en mi adolescencia y creo que cualquiera puede hablar de cosas parecidas, si abre los ojos.

 Por eso hoy en día busco alguien que me quiera a mi y no a otro. Es decir, que le guste yo o no solo el hecho de que yo solo sea, tal vez, la única opción o el único cerca o diversas facilidades que los hombres, por ser hombres, buscan. En esto las mujeres lo tienen más claro pero como no soy mujer no entiendo como es que lo hacen funcionar. El caso es que eso hacen y les funciona a las mil maravillas. La mayoría son queridas, son buscadas por los hombres con los que están.

  Tengo que confesar que me he sentido usado en ocasiones. Tal como el condón que la gente usa para protegerse, me he sentido tirado a la basura después de que todo ha terminado. Es humillante y la gente parece no darse cuenta de lo pésimo que eso es. Por eso de un tiempo para acá prefiero ser yo el que tome la decisión y no estaría hoy con nadie que no demuestre interés alguno, sea para lo que sea.

 Yo citas no tengo hace mucho tiempo. En parte por lo que decía antes, porque no tengo una vida social que lo facilite, pero también porque sé hoy en día que valgo más de lo que alguna vez pensé que valía y sé que merezco que alguien de verdad quiera estar conmigo y no solo quiera estar con alguien. Volvemos al punto de esa vergüenza, de ese sentimiento de estar oculto y de correr para un lado y otro como una rata. Yo ya no quiero eso.

 Es cierto que incluso hoy en día muy pocas parejas, a menos que lleven un buen tiempo, demuestran su cariño en público. Muy diferente esto con parejas de mujeres con hombres. Todavía estamos escondidos viviendo vidas ocultas que tratamos de usar hoy como ventaja. Ya no son pesos muertos, vidas de pena y congoja sino elementos que podemos usar para mejorarnos de mil maneras y vivir una vida algo más a nuestro gusto.


 No salgo con nadie pero tampoco me veo clandestinamente con nadie. Sigo teniendo los mismos problemas de autoestima pero tengo que decir que me quiero más ahora que en esos viejos tiempos de la escuela. Me siento listo para mucho pero no me apuro para conseguirlo. El punto es que sé cuanto valgo e incluso en las sombras, lo recuerdo y lo hago saber. Uso esa vida oculta como un laboratorio que me prepara para el mundo y prepara al mundo para mí. Al fin y al cabo, no es tan malo sonreír y que nadie sepa porqué.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Tip of the iceberg

      The metal door opened up with a “bang”. Carter was holding her gun upwards. She looked to her right and to her left and walked slowly, trying not to miss whatever she was supposed to found there. The day was perfect, almost no clouds in the sky and a shiny sun glistening above her head. She was wearing the uniform and sunglasses, as she was very sensitive to light. As she walked, more like a crab than like a human, the sound of several police patrols could be heard on that rooftop. They were possibly trying to contact Carter but she had left Johnson downstairs and had made him promise he wouldn’t let anyone in until she was done with the criminal. Johnson was younger and eager to help. He was kind of the ideal partner.

 Finally, Carter saw Frost sitting on the edge, looking at the office building in the distance. As she grew closer, she noticed he had no gun, no weapon to defend his life. She had a bad feeling about all of it and made a full stop when Frost talked in a loud and clear voice:

     - Your gun is not necessary. You can come closer but leave your gun somewhere over        that vent. – He indicated one pipe that had a cubic shape.

 Carter held her gun for a few more minutes until she realized the best thing to do was to follow his advice. She left the gun on one side of the small vent and then, slowly, walked up to the criminal. He didn’t stand or looked at her, he just spoke from his seat.

     -  I guess you are aware that I lured you to this rooftop?

 Yes, Carter knew that. It had been obvious from the beginning that he wanted to be caught, that he wanted someone to notice where he was and Carter had been the first and only one to realize what he had meant. Frost had sent a letter to many newspapers, each one very different but having a secret hidden among the letters. Being an avid reader, Carter was able to break Frost’s code and know where he was going to be next. However, she had made the mistake of leaving a note on her desk about it and now every member of the police was there.

     - Poor Johnson. He’s not that strong. – Said Frost, looking down.

 Carter got nearer and looked over the edge. She could see a large group of men dressed in blue and they seemed to be arguing. Her eyesight was not so good but she thought they were talking about how to get in. Johnson had probably locked the door, blocking their entry for some time. Frost was right, Johnson was too young, to new to know how to handle these kinds of situations.

 Frost finally turned around and looked at Carter. She pulled back a bit, scared by his scar. He had a large scar running from the left corner of his mouth to his ear. He smiled, which made him look insane, much more evil than she knew he was.

     - I am sorry. Enemies try to make their marks you know?

 He didn’t wait for an answer from Carter, who was too scared o say a single word. The man stood up fast, putting his legs with agility over the edge of the building and standing up, revealing that he had been seating on a big envelope, the kind they used at office for reports and so on. Carter’s scared face changed to a curious one. She thought, for a moment, that he was inviting to grab the envelope but then realized he was just taking his time and letting her see what he wanted her to see. He took the envelope and pulled out one random paper. Carter could see it had a big seal on top of the page.

      - This is from Saint Mary’s hospital. No that you should feel bad, but I have an                   incurable disease. They told me I could live my life normally if I take pills forever and       have the life of a monk. And I won’t have that.

 Frost looked straight into Carter’s eyes. She felt a bit hurt by then, as they were bloody, as If he had been crying for a long time. Maybe he had cried a lot, maybe he was thinking about his chances and that’s why he had decided to leave the hidden message. He just wanted someone to join him and to know how bad he felt or how sad he was. Although that didn’t really corresponded to a man that had activated a bomb in a very crowded mall less than one year ago. His disease, whatever it was, didn’t change a single thing about him and the justice system.

     - I have to take you in. – Carter saw him straight in the eyes too. – You have done too         much. You cannot get away.

     - Yes I can. You know that.

     - But you wanted someone here with you. Why do that if all you wan is to keep                  vanishing?

 At first, Carter’s hands had been trembling. But that had disappeared. She was not nervous or scared anymore. She had a job to do and she was determined to actually do it, even if it meant running back to her gun and kill the terrorist right there. She was supposed to respect his life but she couldn’t allow him to keep escaping as he had been doing for so many years. He had fled so many horrible events he had caused, he was very insane and unstable, a person that could be trusted. Frost could not really believe he had the cards to come on top this time.

      - You’re done Frost. Come down with me, calmly.

      -  No. I need to tell you something first.

 She walked towards him and he didn’t move. Carter proceeded to taken his arm and made him kneeled before her. He didn’t really complain, he just seemed exhausted, tired somehow. His scar turned a little bit redder and she was disgusted to see it so close to her face. She took out some handcuffs she had on her back pocket but then Frost did a very fast move, pushing her by a vey loud punch on her chest, leaving her with no air on the floor. Then he got near her and asked her for silence.

 Frost took out a cellphone from his pocket and dialed a number. He waited for a bit and then someone answered in the other end. He asked for someone named Carly and then he waited again. Carter could hear he had called to a hospital or a hotel, somewhere where rooms were numbered. He talked with Carly for a while, smiling a bit and laughing. Maybe she was his wife or maybe a very close friend. Was she doing all of this for her? It didn’t make any sense. And if it was true he didn’t want to come in peace, then why bother doing all of this.

 When he finished his conversation, he told Carter to get up. He helped her but she let go of his hand as fast as he could. She demanded to know what was going on. And he complied explaining everything he had to explain. It was a long monologue, with precise details like times and days and even places and descriptions that made al seem so real. Carter thought he was playing her again but somehow he seemed honest, more than any other person she had witnessed confessing such a big part of his life.

 When he was finished, he just smiled at her and told her to keep the envelope. Downstairs, they were finally able to open the door but it was too late for that. A body crashed into one of the police cars, scaring ever-single man and woman there. Frost had jumped a few seconds ago, running towards the edge and not even doubting for a second. He had planned it like that all along and he had chosen that building because he knew how the police would park, how long they would take to bring the door down, how much time his body would take from top to bottom and so many other variable that he had loved to unravel. That had been him, through and through.


 A few weeks later, Carter visited Saint Mary’s. She met Carly there. She happened to be only nine years old and suffering a very rare disease. The best doctors in the world treated her and Carter was told it had been a difficult process but that the child would live. She was Frost’s niece, his only living relative. The envelope also revealed his disease, which was revealed by the police in the media creating a wave of hatred and proof, the irrefutable kind, that he had been forced to do every single one of his evil deeds. So his death was just one step of many on a game no one knew they were playing.

martes, 1 de marzo de 2016

Amigas

   La fila le daba una vuelta completa a la manzana. Es decir que quién estaba de último, se encontraba prácticamente en la puerta de la tienda. Todo ese revuelo de debía al lanzamiento de las nuevas mochilas de regalo de uno de las marcas más reconocidas en el mundo de la moda. Era una costumbre que en la época navideña, muchas tiendas tuvieran mochilas de regalo con ropa adentro que nadie sabía que era. Eran un poco caras dado el precio corriente de la ropa de la marca pero valía la pena pues se ahorraba la gente mucho dinero así. Por eso la fila y las caras de ansiedad y preocupación.

 Paula a cada rato se ponía de puntitas y miraba hacia delante, para ver si la gente de verdad estaba avanzando o si se estaban haciendo los tontos. Su amiga Diana estaba sentada en el piso junto al edificio pues estaba cansada de esperar. La verdad era que Diana era de esas personas que se cansan con nada y que se quejan por todo. Normalmente a Paula no le gustaba mucho salir con ella. Pero lo que pasaba era que Diana había trabajado en la tienda hacía un tiempo y había asegurado que podría hacer que pasaran más pronto. Eso, por lo menos, no había pasado. También había asegurado que si la gente de la tienda decía que no había más mochilas de regalo, ella podría hablar con alguien para que les sacara dos de la bodega.

 Y tal cual, a los cinco minutos, se oyó un rumor de rabia y desconcierto. Corrió como una ola la noticia de que habían anunciado que ya no había mochilas y que la tienda cerraría por ese día pues ya no tenían nada más que vender. Esa promoción se hacía un domingo, día que normalmente no había atención. Paula hizo que Diana se pusiera de pie y fuera a la parte de enfrente de la fila para que hiciera funcionar sus conexiones. Ella lo hizo con desgano, como si tanta belleza que había dicho no fuese cierta. Hay que decir que Diana también era de esas personas que todo lo engrandece, lo hace ver mejor cuando no lo es.

 La gente fue despejando la zona y ella corrieron hacia delante para evitar que les cerraran la puerta en la cara. Al parecer el chico que cerraba era amigo de Diana pues la reconoció al instante, saludándola con la mano y volviendo a abrir solo para dedicarle una sonrisa. Paula casi muere de risa al escuchar como Diana hablaba con él, casi como seduciéndolo, como si fuese necesaria semejante exageración. Pero la dejó que hiciera lo suyo y no habló nada. El chico le dijo a Diana que iba a ver si había más mochilas pues les había ido muy bien pero que sí hubiera alguna se las traería.

 Esperaron unos veinte minutos, mucho más de lo que Paula hubiese querido. Ya se estaba haciendo de tarde y el al caer el sol el viento se ponía cada vez más frío. Se puso unos guantes que tenía en el bolsillo y justo en ese momento volvió el amigo de Diana pero acompañado de una mujer de aspecto severo. Venía detrás, como si lo vigilara. El hombre, con la cabeza agachada y los hombros caídos, le dijo a Diana que ya no había nada y que no podía volver a hacer ningún favor de ese tipo. La mujer le dijo algo al oído y el chico se retiró. Después miró afuera, a las dos chicas, y lo hizo casi con rabia, como si las odiara a pesar de que jamás se habían visto la cara. Diana y Paula no tuvieron más remedio que dar media vuelta y no volver más.

 Minutos después, Paula evitaba hablarle a su amiga. Estaban en un restaurante de comida rápida y habían pedido cada una algo para picar mientras llegaban a casa. Habían viajado casi dos horas para venir por la maldita mochila de esa tienda y ahora no tenían nada. Ellas vivían en una ciudad más pequeña donde no había ropa tan bonito y Diana se había mudado allí hacía unos 3 años. O sea que el tipo ese que les había abierto la conocía desde hace todo ese tiempo. Aunque, pensó Paula, podría ser que ni la conociera y solo le abriese la puerta porque era una mujer bonita que le coqueteaba. En todo casi, no tenían nada.

 Diana trataba de disculparse pero cuando eso no sirvió, empezó a quejarse del dolor de pies y de cómo no solo tenía hambre pero también sueño. Sin embargo solo pidió unas papas fritas pequeñas. Lo que quería era causar lástima pero Paula ya había tenido suficiente de ella. Apenas terminó se pudo de pie y salió a la calle sin esperar si Diana había terminado o no. Salió corriendo detrás al rato y alcanzó a Paula una calle arriba, caminando a la parada de buses desde la que salía la ruta a sus casa. Se sentaron en un banco a esperar y, de nuevo, nadie dijo nada.

 No había mucha gente en el lugar aparte de ellas dos. El lugar estaba más bien solo. Se podía escuchar el viento soplar y hacer ese como aullido que hace a veces cuando ya es muy intenso y parece que desea destruir más que cualquier cosa. Entonces, como electrocutada por algo en el asiento, Diana se puso de pie y le tomó la mano a Paula para hacerla poner de pie. Ella se rehusó, principalmente porque la había cogido de sorpresa. Diana le explicó que podía compensarla por lo ocurrido si venía con ella. Paula al comienzo trató de no mirarla. Pero Diana insistía e insistía. Paula le dijo que no podían ir a ningún lado pues el bus pasaba en quince minutos y después no habría uno sino hasta tres horas después. No quería quedarse allí más tiempo.

 Pero Diana le explicó que valía la pena. Quería mostrarle un lugar que ella había conocido cuando vivía en la ciudad. Eso no convenció a Paula entonces Diana se le puso enfrente y se arrodilló. Le pidió perdón por su torpeza pero le juraba que le iba a recompensar con el lugar adonde la quería llevar. Le aseguró que sería muy feliz si simplemente iban y le prometió estar a tiempo para el último bus.

 Paula suspiró, miró a un lado y al otro y entonces aceptó. Su manera de ser no era ser intransigente y Diana, al  fin y al cabo, era una de sus pocas amigas. Si se ponía a pelear con ella, pues se quedaría sola y eso era algo que no le gustaría. Ya mucho tiempo había estado sin amigas y no había sido una experiencia agradable. Así que se puso de pie y le dijo a Diana que la seguiría. Diana sonrió y le tomó de la mano y la forzó a caminar más rápido. Al parecer el sitio que Diana buscaba no era muy lejos de donde estaban ahora. Lo feo fue cuando, minutos después, Paula se dio cuenta que el barrio donde estaban era netamente industrial y que la luz natural cada vez era menor.

 Le dijo a Diana que volvieran, que se notaba que no había encontrado lo que quería y que si corrían podían alcanzar el bus. Pero Diana no le habló, solo siguió caminando, un poco despacio y mirando las bodegas que había a un lado y al otro de la calle. Estaba vez era Paula la que hablaba y hablaba, tratando de convencer a su amiga para que diera media vuelta con ella para volver a casa. Pero Diana estaba como inmersa en una búsqueda, casi analizando cada una de las entradas que veía, como si buscara una sutileza tan insignificante que se le podría pasar el lugar al que quería llevar a Paula si no ponía la debida atención. Por fin se detuvo hacia la mitad de una calle. Sin esperar a nada, subió las escaleras de acceso a una bodega muy grande y, sin darle tiempo a Paula de decir nada, tocó el timbre.

 Por un segundo, Paula tuvo la sensación de que les iban a lanzar perros hambrientos o algo por el estilo. O al menos que iba a salir un tipo gordo y peludo a insultarlas por cortarle la siesta que estaba haciendo. Así que fue una sorpresa completa cuando la puerta se abrió y Diana habló con alguien en las sombras. Paula subió las escaleras para ver quién era pero cuando llegó ya Diana estaba entrando entonces la siguió torpemente, casi tropezando en la entrada. La puerta se cerró detrás de ella y por un momento estuvieron sumidas en la oscuridad extrema. Paula le tomó el brazo a Diana y temblaba, nerviosa del lugar al que su amiga la pudiese haber traído. Porque había aceptado?

 Entonces vieron luz y caminaron. Y se empezó a oír música. Y voces de personas. Cuando salieron a la luz, Paula quedó sin habla. Habían entrado a una especie de fiesta. Había gente con copas y riendo y conversando. Pero en el centro de todo, mucha ropa en ganchos que colgaban del techo y algunas personas revisándolo. Diana por fin explicó que era un lugar secreto donde solo algunos compradores exclusivos podían adquirir ropa de marcas caras a precios de marcas baratas, casi de bajo costo. Se acercaron a una selección de faldas y pantalones y Paula solo tosió de ver los precios, el anterior y el actual.


 Diana le contó que era algo que se hacía con frecuencia, combinado con fiesta y desfile. Era uno de esos misterios del mundo de la moda. Entonces una mujer alta y guapa se les acercó y saludó a Diana de beso en la mejilla y les habló contenta de la gente que había venido y que llegarían más en minutos. Y así fue. Se volvió todo una fiesta enorme, donde Paula conoció mucha gente del mundo que le encantaba. Compró ropa pero lo mejor fue que hizo amigos y conoció a varias diseñadores que jamás hubiese creído que iba a saludar. Su amiga Diana de verdad se preocupaba por ella.

lunes, 29 de febrero de 2016

I did it

    I did it. I have to acknowledge, after long hours of thinking and deciding was it’s best, that I do have to consider what I have done and said. The fact that now I present myself as a guilty man, does not mean that I think that everything that happened that night and the following years, was all under my control. As you know, things can happen and we just can’t control ourselves, we are driven by something else, some other version of us that is more primal and simpler or more sophisticated and brilliant. No, I’m not trying to excuse myself but I am trying to explain what I think that has to be explained. After all, many of you would be reading this wondering how I ended up here.

 They have labeled me as someone with privilege and I have to accept that my life has been much richer in objects and shallow things that most people’s. I had the chance of having been born into a family that was able to provide with many things, many which were useful like education and others that could have gotten me away from this mess. I don’t blame, at all, my parents or anyone else for what happened. I know that it was me, and me only, who caused so much pain and misery. But I cannot talk about all of this and ignore the fact that I was able to spend money when others weren’t able to do it. Yes, I was privileged but in no way have I ever been rich, loaded with some many things I couldn’t remember all of them. That’s not my life, don’t believe that from them.

 I started writing this letter because my therapist thought it would be easier for me to talk about all of this in this form. I have never really been one to write or to ever think much about anything. But this trial, this process, it has taken over seven years of my life. I was another person when I did it. I do not mean that I am less guilty because of that but I think it’s important you understand every single aspect of this situation from my point of view. After all, al of this time you have seen me as an evil character, someone worst than the devil, like a serial killer or something. And that’s not me. I do have a soul and I do have a brain and feelings.

 The hardest part of this whole process has been having my parents live it with me. They didn’t deserve to be drawn into this vortex of media frenzy, hate from every corner and suppositions and insults and so many other things that have made this time a living hell. I don’t say I don’t deserve it but they are innocent in all of this. My upbringing had nothing to do with why I did it, they didn’t have anything to do with it because they were great parents, they were great people who I actually pushed away in that moment and I do believe that if I had being closer to them, if I had been a good son, maybe I wouldn’t be writing this letter from a rusty table in a very small cell of a major prison.

 About life in jail, I do not want to talk about. It is well known that I have avoided death several times here. They think I’m far worse than them and I honestly don’t know if that’s true. But if I have to remain here for the rest of my life, I want to live as long as they do, as comfortably as they do, because they do have many things here, like outside. The men that have tried to hurt me are the ones that handle a small black market that trades every single thing you can imagine, even those razors they have tried to use to kill me. But I have to say here, without any modesty, that they have nothing to do with me in a fight. They might be big and tough and now the drug world and the hard life but my life had rough patches too and during many of those times I learned a couple of things.

 No, I don’t really want to sound like a bad guy. Maybe I am but I do not want to sound like that. I just think I just should be given the same chances that everyone else has. But I know I am here and that I will possibly live here until I die so at least I want to make this work. Yes, that doesn’t make any sense but I don’t think it has to have any sense at all. I did something wrong, a bit drunk and high but I did it and now, I think I can take the punishment. Because I did it and I have to recognize that. I did do it and I am sorry.

 I know that, for many years during the trial and all of the process, my lawyer has insisted that I was so wasted, so consumed by marihuana and cocaine and booze that I had no idea about anything, that I couldn’t have done even if that had been my intention. The truth is I do remember some flashes, like fragments of my memory and I have to confess they are very confusing. I do not now if I remember those parts more because my brain was really fucked up or because I have chosen unconsciously to only remember bits and pieces.

 I do remember the party. Fuck, that was a huge party and the kind of party I had gone to many times without anything weird happening. I’m not proud of it, but back then I was just starting my career and I had so much going on. I was very popular in every sense possible and successful too, so people liked to make me feel special and tended to my every need as if I was an all powerful being that needed to be pampered every single second of his life. And I was. Many brought me alcohol, others brought me drugs and others brought themselves. And we would party all night.

 Another confession: I was in the closet during all those years. I had never dared to publicly tell anyone that I fucked men but people that knew me really well did know and I think some of them are responsible for what happened to Blake. I mean, I did it and I acknowledge that but they should be here too.

 After all one of them was his cousin. He brought me cocaine and other stuff that I would use in private with my lovers. Yes, because I had many. Back then, I had bought this nice apartment, nothing too fancy, and that was where everything happened. My business grew in there, all the parties and the craziness happened there and what happened and got me here also happened there. I wasn’t thinking, that is obvious. I wasn’t smart enough to know that many of those people that fed me all of those things I consumed were not my friends; they didn’t really want me as a significant part of their lives. They were just leeches, taking away things from me and I didn’t even saw it.  I actually think I didn’t want to see it because it would have been obvious otherwise.

  They did fake it for long and just like Robert, Blake’s cousin; they all brought me things that I would enjoy. He was the one who gave Blake to me as a present and I have to confess Blake didn’t know anything or at least he didn’t seem to know anything. I cannot say anything for sure and I wouldn’t be the kind of person to blame the victim. As I have said many times, it’s Roberts fault and mine, of course. He brought to my birthday party and just presented him as a friend. I did like him because he’s a beautiful guy but the party went on and I don’t remember launching myself at him from the first second.

 I was too busy getting high and performing that sick and stupid persona I had created for everyone else to see. It was such a fake, such a false representation of what I was. Or rather, what I had been. Because just a few years earlier, before money and false friends, I was a guy trying to live his life and even falling in love. I was normal and I was a human and I do believe I’m a human now, even if many of you don’t think so. I have feeling and I know that because I have barely endured all of these years trying not to be consumed by my own hatred, by guilt and so much pain. Because what I did not only affect one person. It also affected me. I know, I am not the victim but that’s how I feel.

 The fact is, however, that I vaguely remember finally speaking to him. I was drunk but I tried to make me look great in front of him. Then my memory goes very blurry, I think we did cocaine and he was wasted much faster than me. The next fragment I have in my head is him falling slowly on my bed, the sound of the music far away and me trying to take off his jeans. I remember him fighting, I do remember it… Oh my god, I remember. He was fighting, as much as he could and he couldn’t do much. The cocaine had gotten into him all right. Then, the next image is me forcing myself onto him and my hand feeling wet over his mouth.


 Then, I woke up the following morning, alone. And then the path to this cell started. I did rape him and I know that now, I accept it now, It is I fact and I am ashamed of it. I do blame drugs and alcohol and also Robert for having had the audacity to do that, almost setting a trap for me to fall into. But the fact remains that I did it, that I am guilty. And I would repeat this as many times as it’s necessary. Because I have come to the conclusion that I cannot live in this way any longer. I want peace. I did it.