miércoles, 19 de octubre de 2016

Cruzaron el cielo

   Como una explosión. Así fue como casi todas las personas que vieron el bólido pasar por encima de sus cabezas lo describieron. Iba a toda velocidad, cruzando el cielo dejando una estela blanca que parecía acumularse y quedarse allí quieta, como si un artista hubiese pasado un pincel con pintura blanca sobre el telón azul que era el cielo. Los que tuvieron la oportunidad de ver el espectáculo no se despegaron por un solo momento. Era una de aquellas cosas de la naturaleza que solo se podían ver una vez en la vida.

 O eso creían los habitantes de esa alejada región. Un mes más tarde, en la noche, más de uno salió corriendo afuera pensando que el país había entrado en guerra con algún otro país, aunque no hubiesen sabido adivinar cual. Otro bólido pasó por encima de un pequeño pueblo y tuvo la fuerza suficiente de romper varios vidrios con la onda de sonido que se escuchaba cuando la enorme piedra del espacio rompía la barrera del sonido allá en lo alto. Los restos cayeron en la misma región remota que la piedra anterior, después de un magnifico espectáculo.

 Los científicos del país decidieron organizar una expedición pues no era muy común que dos bólidos cayeran en la misma región de manera tan seguida. Si bien el fenómeno ya había ocurrido antes, hacía muchos años y muchos siglos, la gente no se acostumbraba a que piedras enormes cayeran del cielo y amenazaran con destruir su vida. El equipo de expertos se dirigió a la remota región de bosques donde se presumía que habían caído ambas rocas y se encontraron con la búsqueda no iba a ser tan simple pues, al parecer, los bólidos se habían internado bastante entre los árboles.

 Lo fácil era seguir el rastro de árboles devastados. Algunos estaban quemados ligeramente en la copa y otro habían sido completamente arrancados, como si manos gigantes los hubiesen tomado del suelo como si fueran zanahorias o algo por el estilo. La búsqueda demoró un poco más por la intensa lluvia que empezó a caer. Era tan preocupante el estado del clima, que se pensó en suspender la búsqueda hasta que dejara de llover. Pero no hubo necesidad de ello pues los científicos iban por lo que iban y no los iba a detener un poco de agua.

 Encontraron la primera piedra a los dos días de internarse en el bosque. La lluvia había ayudado a que se enfriara la roca, pues era la que había caído hacía más poco y todavía emanaba algo de calor. Tenía el tamaño de una pelota de futbol o tal vez un poco más grande. La sostuvieron con cuidado y la pusieron en una malla especial en la que sería transportada de vuelta al laboratorio. Pero primero tenían que buscar el otro aerolito pues no tendría mucho sentido irse de allí con solo uno cuando podían fácilmente encontrar el otro.

 La lluvia arreció y la búsqueda por el segundo aerolito se hizo más difícil de lo que todos pensaban. No solo por el hecho de que su rastro se había borrado después de varias semanas de caído, sino por la inclemente lluvia que traía consigo una neblina espesa y un frío insoportable que bajaba de las montañas como una serpiente enfurecida. El equipo iba despacio pues tenían que cargar la otra piedra para todos lados y eso entorpecía un poco el movimiento. Pero el jefe de la misión fue claro en decir que no se iría hasta al menos definir donde había caído la otra roca.

 La respuesta a esa pregunta llegó una mañana, más exactamente el día que se cumplía una semana de la misión. Uno de los ayudantes, un chico joven, se había apartado del campamento central para poder “ir al baño” pues no tenían ningún tipo de facilidades para hacerlo de manera más limpia y segura. Se apartó lo que más pudo y encontró un sitio que le pareció perfecto al lado de una pequeña laguna. Se bajó los pantalones y empezó a hacer lo que necesitaba hacer. Segundos más tarde, notó algo raro en la laguna: el agua parece hervir.

 Apenas terminó sus necesidades, corrió de vuelta al campamente y contó lo que había visto. Llevó al resto de los del equipo a la laguna y todos fueron testigos de cómo el agua parecía hervir lentamente. En un lugar no muy lejos de la orilla se concentraban las burbujas. Tuvieron que improvisar un traje de buzo pues no habían pensado en la posibilidad de que la roca especial hubiese caído en agua. Lo más importante era poder verificar con fotografía que el objeto estaba allí al fondo. Así que uno de ellos se vistió con una máscara y una cámara especial, sin ropa de neopreno.

 Se metió al agua y se hundió. Varias veces salió a hacer comentarios, pues no podía aguantar tanto la respiración. Decía que el agua estaba tibia, casi caliente alrededor del punto donde se veían las burbujas. Tomó las fotos que pudo y cuando las vieron en el computador se dieron cuenta que la roca que había en el agua era por lo menos dos veces más grande que la habían encontrado días antes. La conclusión unánime fue volver al pueblo, pedir equipo especial y volver lo más pronto posible, antes de que la piedra se hundiera en el frágil fondo de la laguna.

 Lamentablemente, tomó cinco días encontrar la maquinaria adecuada. Al final, se dieron cuenta que no podrían ingresar con dichas máquinas al bosque pues era reserva forestal. Así que eligieron utilizar un helicóptero. Dos buzos amarrarían una especie de malla alrededor de la roca y el aparato aéreo se encargaría de sacarla del fondo con solo fuerza. Era el modo más práctico que pudieron encontrar, aunque ciertamente no era el más barato. La universidad que los patrocinaba no estaba muy contenta.

 A los dos días se internaron en el bosque y cuando llegaron a la laguna se encontraron con algo increíble: el agua se había evaporado por completo y la roca yacía, humeante, en el fono de un lodazal increíble. No había ya necesidad de buzos sino de hombre ágiles que pudiesen caminar sobre semejante terreno para ubicar la malla alrededor de la roca. Cuando estuvieron en el fondo se dieron cuenta de otro problema: el aerolito estaba muy caliente, parecía haber aumentado su temperatura y no lo contrario, que sería la norma.

 Claramente era algo muy especial pues no era normal que después de cruzar la atmosfera y caer en agua, la roca siguiera caliente e incluso pareciese calentarse más. Afortunadamente, la malla que habían traído tenía cierta resistencia al calor. La ubicaron alrededor con ayuda de guantes gruesos. Lo más complicado fue levantar la piedra por unos segundos para poder pasar la malla por debajo. En ese trabajo se tuvieron que involucrar todos y cada uno de los miembros de la expedición que habían venido buscando el aerolito

El esfuerzo conjunto fue suficiente y pronto tuvieron la ropa bien envuelta. El helicóptero llegó pronto y bajó a una altura prudente para enganchar la cuerda que unía a la malla. Cuando se alzó, todo el mundo creyó que se llevaría la roca como si fuese una pluma. Pero pasó exactamente lo contrario: parecía que el objeto pesaba mucho más de lo que todos habían estimado. Tal vez tuviese un núcleo muy especial o tal vez no fuera una roca normal. El caos es que el piloto del helicóptero tuvo que hacer un esfuerzo especial para levantar el aerolito del fondo de la laguna.

 Después de varios intentos, el piloto logró alzar la roca unos cuatro metros en el aire pero se notaba que lo hacía con un gran esfuerzo. Por radio, le comunicaron que solo debía volar hasta el borde de la reserva forestal. Allí habría varios vehículos esperando por la roca para llevarla a la universidad, donde se le harían una gran cantidad de estudios. Antes de irse, los científicos tomaron muestras del barro del fondo de la laguna, por si lo necesitasen después.


 Una semana más tarde, las rocas estaban en la mitad del laboratorio más grande de la universidad. Obviamente, la atención se volcaba sobre la más voluminosa de las dos aunque habían descubierto que la pequeña llevaba rastros de algo que todavía no podían definir. Habían pedido ayuda de otros científicos alrededor del mundo pues había un descubrimiento por hacer, o varios, y necesitaban a los mejores para aclararlo todo. Las dos rocas serían la fuente de sueños para muchos y pesadillas para algunos. Pero claves en el futuro de toda la humanidad.

martes, 18 de octubre de 2016

About dreams

   This time, I really thought I was living my dream. Everything looked so real, the people and their concerns. They didn’t seem to be following whatever I wanted them to do; they actually seemed to be doing what they wanted. The places looked so authentic, real and well crafted. I have no idea how my brain created that place I was in just some minutes ago but I think I wouldn’t mind going back some day. The difficult thing is that I have to be really tired and not being able to sleep a lot in order to go so deep into my dreams.

 Waking up gets so much harder like that… I would love to be able to choose everything inside a dream. Not only who appears and how, but also the setting and the story and, of course, the length of it all. They are some delicious dreams that make you believe you are on top of the world and, often, they only last a few minutes or at least feel like it. I would love to be able to choose everything because dreams are the best doors to access when the eyes are getting closed and resting is the prime objective of the evening. I love when it happens.

 Thankfully, I haven’t had a bad dream in a very long time. I actually don’t remember when that happened and I think it’s better if I don’t try to recall that event. Nightmares are awful and populated by the most disgusting creatures our mind could ever control. Nightmares are chaotic and that feeling of not being able to get hold of anything is the one that really makes us wake up sweating or screaming. Is not what actually happens, which we know is false, but rather the sense that we are not safe anywhere, even inside our heads.

 But yeah, nightmares have been off the table for a while or at least the ones that are openly awful. I have had dreams that are strange and difficult to understand. Even there, in the middle of the dream, I know that nothing is real but at the same time I know that there’s nothing that makes sense and that makes it worse somehow. Knowing that you are dreaming makes everything a little bit more real, for the better or for worse. But I think I prefer it most of the time, it kind of gives me the idea that I am a little bit more in control.

 Right now, my body hurts a little bit but that’s because I didn’t slept a right amount of time. I push myself to do things no one is asking me to do and they have this negative effects on me. Feeling like crap when I wake up is nothing really knew for me but it’s even harder and more painful when I push too hard and when there’s a dream involved. I feel I slept during a movie and now I will never know the end because it was a one time in my life kind of thing.

 What I like about dreams is that, if your head is up to it, anything can happen. You might have one of those dreams in which you fall and fall and fall through a various array of holes but you could also meet someone you haven’t seen for many years. I think the brain creates whatever is better for us at that moment: if we need a hug, it will create someone that can give it to us. If we want to feel smart, our brain will go back to a moment we felt exceedingly brilliant. Of course, things can be a lot more complex than that. Just like in real life.

 I believe that in every single dream, you have the capacity to intervene and make it yours. Many people thing they are passive subjects when they dream, having to go through some determined events in order to get to the final part of the dream where you may have some kind of revelation or maybe just wake up thinking nothing at all. I do think you can use your mind to affect the outcome of any dream and I even think you can decide when it should end, all of this in the right sleeping conditions, as they are not all ideal.

 For me, dreams are the base of what I try to do. I have been creating things out of them for a long time and if it wasn’t for that subconscious part of my brain, I wouldn’t have as many ideas as I have. I’m not saying that they are all amazing ideas that have to go somewhere but I do like that my brain keeps creating, even if just changing a little bit of some ideas that I have had before or even twisting stories that I have read or heard about. I have to admit that I am probably not one hundred percent original at all times. It would be very hard.

 What I don’t like about waking up from a not satisfying night of sleeping is that, for the rest of the day, I feel like there’s something missing and I’m right. Because what I miss is rest and what I have is an unfulfilling dream and there is nothing in the world that can make that feeling go away. That feeling of being tired and not fulfilled by anything. In those cases, dreaming come too close to actual living and, I have to say, I don’t care about that one bit. If dreams become as heavy as life, then the magic is lifted and everything goes to dust.

 I already have a real life and, although it’s fun when dreams imitate life, I know how to tell apart the imitation from the actual thing. If they both become the same thing, a very essential way to cope disappears into the world. It’s scary to think that we might, one day, not be able to dream again. Some people actively try to eliminate that experience from the nights because they think it makes them feel weak, because it scares them. They don’t want to face themselves and they hide behind any possibility in order not to do it.

 I think it makes us very human, although it also makes us a little bit paranoid from time to time but I do not think that’s always something wrong. I think it’s great when there’s something in life that can shake us so much. And who better to do that than ourselves. We are the ones creating those dreams after all and we cannot be afraid of our own selves. It is simply ridiculous to hide away from who we really are, whoever that person might be. People have to stop living in fear and embrace whatever character may lurk in the darkness.

 Of course, the word “darkness” doesn’t mean that everything buried deep inside us has to be bad or anything. There can be very good things in the dark too but we will never find out if we don’t dare to take a look. And the perfect place to do it is in a dream, where nothing can really hurt us. We have to learn to be scared and to cry and even to scream. We have to accept that some parts of life are more difficult than others. We have to learn how to look at ourselves in the mirror, without any fear but with our eyes wide open.

 All of this sounds so weird, so insane. But anyone that has ever dreamed can easily understand what I’m saying. It is a world of wonder but also a place where we can learn so much about who we really are. We don’t find out about that going to the other end of the world but just hearing and watching what our brain is telling us, all those things buried below the surface of our own personalities. Everything that we area is there, waiting to be able to surface or at least the be represented in some capacity in the real world.

 We all have bad thing and good things. No one is saying that we are going to like every single thing about our personality that we find deep inside our subconscious. But we have to acknowledge its existence in order to be able to handle it correctly. If life gives us the possibility of learning more and maybe improve in some areas of our lives, I think the smart choice is to take that chance and exploit it as much as we can. Knowledge has never really been a curse, only for the ignorant and the ones that live in fear but not for the brave.


 And brave we shall be. Yes, even when we go to bed and close our eyes or when we open them and realize we are in a brand new day. No matter where we are sleeping or who is next to us. We have to be brave in order to accept who we are and dreams are made of us. Their fabric is our life and our thoughts, so we have to learn to embrace it in order to have a stable mind and heart. No one says dreaming is easy, it never is. But it’s the first step to greater things.

lunes, 17 de octubre de 2016

Identidad

   Estuve sentado en esa silla por varios minutos hasta que el gerente del banco vino a verme en persona. Había solicitado su presencia varias veces pero al parecer estaba muy ocupado. Ahora parecía que esa situación había cambiado o que la mía iba a cambiar de una manera que no esperaba. Me ofrecieron bebidas e incluso algo de comer. Todos se veían nerviosos, algo tensos y con sudor en la frente, la nariz o encima del labio superior. No entendía que pasaba pero seguramente era algo malo. Cuando el gerente vino, lo confirmó.

 Por alguna razón, el banco no podía verificar mi identidad. Mejor dicho, no podían determinar si mi cuenta era verdaderamente mía o de alguien más. Al comienzo lo tomé como un error. Les di mi identificación y les pedí que compararan con toda la información que debían de tener almacenada. Seguramente tendrían una copia de ese mismo documento y además mi foto y tal vez muchos más documentos. Pero el gerente no los tomó y me miró otra vez con esa expresión que no me gustaba nada. Había más sorpresas por revelar.

 Según él, mi cuenta aparecía a nombre de otra persona y registrada hace mucho tiempo. Yo, inevitablemente, solté una carcajada. Le dije que eso no tenía ningún sentido y que yo llevaba con esa misma cuenta desde que había salido de la universidad. La utilizaba para ahorrar lo poco que ganaba y así poder comprar cosas que me gustaran después, cosa que quería hacer ahora y por eso estaba en el banco. Con trabajos horribles había ahorrado lo suficiente para un viaje que había soñado por años pero ciertamente no contaba con esta situación.

 Como vi que mi risa no relajaba a la gente del banco, decidí mostrarles en mi celular los extractos bancarios que me llegaban cada mes. Ahí estaban mi nombre y mi número de cuenta y todos los datos que ellos quisiera verificar. Apenas le mostré eso, el gerente tomó mi celular y se fue al computador más cercano. Estuvo allí tecleando como loco por un buen rato hasta que me hizo señas para que me sentara frente a él. Me dijo que esa cuenta en efecto ahora tenía otro nombre y otros datos pero el número de registro de los extractos era real. Mejor dicho, había algo raro.

 De un momento a otro el hombre tomé el teléfono que había en el escritorio y marcó un número que no pude ver. Esperó un momento y pidió hablar con un hombre. Yo solo esperé, mirándolo a ratos a él y a ratos a los demás empleados del banco, que nos echaban miradas de miedo y tensión. Yo mismo había trabajado en un banco hacía tiempo y me salí porque detestaba vestirme de oficina. Nunca me ha gustado apretarme el cuello con una corbata. Siento como si estuviera a punto de ser colgado en la plaza principal.

 El gerente colgó. No me había dado cuenta que habían pasado unos diez minutos. Creo que mi mente se fue por ahí, mirando los alrededores. No era algo que me pasara poco, más bien al contrario. Lo miré y me dijo que había llamado a la policía, a uno en especial que conocía y que resolvió crímenes tecnológicos. Tenían manera para saber si alguien había hackeado el sistema del banco y había cambiado los datos de mi cuenta. Lo malo es que se iba a demorar pues no era algo simple. En otras palabras, no tendría mi dinero pronto.

 Los planes de viajar se cayeron ese día. El gerente me dijo que esperara una semana y que ellos mismos me llamarían para hacerme saber qué había pasado. Ese día regresé a mi casa muy deprimido. Mis padres me preguntaban que me pasaba pero no quise contarles ese mismo día. Solo quería echarme en mi cama y pensar en mi miserable vida. Pensar en todo lo que había estudiado y como había terminado haciendo los peores trabajos porque el conocimiento ya no sirve para nada. No lloré pero creo que fue la rabia la que me arrulló esa noche.

 Fue al otro día que les conté a mis padres y obviamente recibieron muy mal la noticia. Les parecía indignante y grave, igual que a mi. Pero yo ya había tenido tiempo de asimilarlo y la única opción que tenía era esperar a ver que pasaba con la famosa investigación. En la cuenta tenía buen dinero. No eran millones y millones pero sí una cantidad que creo que muchas personas no creerían que yo tenía. Se puede decir que soy tacaño pero también que soy un muy buen ahorrador.

 El problema por entonces era que había renunciado a mi último trabajo para irme de viaje, así que ahora no tenía nada. Y si buscaba un nuevo trabajo tendría que tener una cuenta bancaria por lo que tendría que abrir otra y la verdad no estaba de humor. Esa semana fue la más larga de mi vida. No sabía que hacer, donde ponerme o que pensar para que el tiempo pasara más deprisa o al menos de una manera menos tensa. La verdad era que me sentía muy mal pero hacía ejercicio o lo que fuese para no pensar en ello, pues las noches ya eran una tortura.

 Creo que cada una de esas noches dormí, por mucho, cuatro horas. Casi siempre me quedaba hasta tarde viendo alguna película o leyendo algún libro. Haciendo cosas que distrajeran mi mente del problema. Pero cuando apagaba y cerraba todo, me ponía a pensar: la posibilidad de que no me devolvieran nada estaba en la mesa y eso significaba que diez años de trabajos denigrantes serían tirados por la borda y no significarían nada. Todo ese esfuerzo y paciencia no tendrían ningún sentido. Y estaría más perdido que nunca.

 A la semana, nadie me llamó. Decidí que debía ir yo mismo al banco y preguntar por una respuesta definitiva. No podía seguir viviendo así, al borde de un verdadero ataque de nervios o de algo peor. Mi espalda me dolía de solo pensar en el dinero y tenía dolores de cabeza con frecuencia. Caminando hacia el lugar me di cuenta que respiraba de una manera extraña, como si el aire estuviese cada vez más escaso. Respiraba profundo pero no sentía que sirviera de nada. Tuve que detenerme un par de veces y luego seguir.

 Cuando por fin llegué, pedí hablar con el gerente. De nuevo hubo esa ola de tensión entre los empleados y no me gustó para nada. Aún así, traté de respirar lo más calmadamente posible y esperé tratando de no saltar de la silla. Cuando por fin vino el gerente, no quise saludarlo de mano, aunque él tampoco estiró la suya. Las noticias eran tan malas como lo había previsto: la policía no había encontrado evidencia de que la cuenta hubiese sido atacada por un hacker. Ni esa cuenta parecía ser mía ni parecía que había habido nunca una cuenta mía.

 El gerente empezó a contarme que podría abrir una nueva cuenta con beneficios y no sé que más cosas. La verdad no escuché nada de lo que decía. Le pregunté donde estaba la cifra que tenía la última vez que había revisado mi cuenta. El hombre no supo decirme nada. Se puso tenso de nuevo y yo, para mi sorpresa, me sentí más relajado que nunca. Tomé la mochila que llevaba conmigo y saqué una pistola que tenía dentro. Le hice seña al gerente para que no hiciese ruido pero ya se sabe que la gente hace lo que se le da la gana.

 Así que me di la vuelta y le disparé al guardia de seguridad y a la mujer que me había dicho, con una sonrisa torcida, que mi cuenta no existía. Ella no me había creído como muchos otros y ahora tenía su merecido. Miré al gerente y le pregunté, de nuevo, donde estaba mi dinero. Temblaba y no decía nada coherente así que le disparé también. A los demás les dije que hicieran lo que quisieran: correr o llamar a la policía o lo que se les diera la gana. Al fin y al cabo ya habían tirado mi inútil vida por la borda así que ya nada importaba.


 Algunos salieron corriendo a la salida y los dejé ir. Disparé al cajero que se había reído el día que no encontró mi cuenta. Oí llegar a la policía y decidí que no quería estar allí. Me dirigí a la parte trasera del banco, a un espacio que servía para que calentaran café y demás. Allí me di cuenta que mucha de mi tensión se había ido pero todavía quedaba un poco. Sin vacilar, me puse la pistola en la sien y disparé. Mi sangre cubrió todo el pequeño espacio. Cuando la policía me encontró, mi cuerpo sonreía.

sábado, 15 de octubre de 2016

Change of pace

   Nicole had been watching birds professionally for about five years. Before that, she had been working in some laboratory where she helped create many types of perfume. But after so many years, she had grown very annoyed by the smells and also the tense environment in the workplace. Not many people would think that working creating the world’s most delicious scents would be tense but it was and she wanted out but didn’t know how to do it. She couldn’t just quit because she could lose many benefits but working there longer was not an option.

 As she decided what would be her alternative path, Nicole decided to take advantage of a two week paid vacation leave that she hadn’t used during her time working for the lab. She thought the best place to go was a quiet one, where people would not be all around her asking things and talking all the time. Nicole certainly did not appreciate that at all. She looked it up in the Internet and soon discarded going to a grand European capital or to one of those luxurious seaside hotels. Too many people in both. Instead, she chose a retreat in the forest, more private and adequate to her needs.

 Nicole arrived a Friday afternoon to the retreat and realized she had chosen the right place to go and relax. Even the staff of the hotel was gentle and not scandalous. The man in the hotel’s reception told her that they owned almost thirty cabins all around the forest and that they were all connected through dirt paths. A young man grabbed her suitcase and put it in a golf cart and helped her to her assigned cabin. It was beautiful, very small but very cozy at the same time. She had asked for a one bedroom one and it was just perfect.

 It had a small bedroom, a very modern bathroom and a living room with a small kitchen space, which worked on electricity. There were not television sets, radios, phones or any type of Wi-Fi connection in any of the rooms. The only place from which a person could do any of those things was the reception structure. As the boy left after leaving her suit case in the cabin, Nicole checked and realized she was really disconnected from the world: her cellphone had no signal whatsoever. She finally felt free and seemed very excited for what may happen.

 As she had arrived in the afternoon, it wasn’t a good idea to wander around the forest, as darkness would be upon her soon. Instead, she decided to use the bathtub and enjoy it thoroughly with hot water and the relaxing sound of the wind among the trees. After that bath, it was very easy for Nicole to just get into bed and fall asleep in a very short time. She never did that back home but she felt so tired from the road trip to the hotel that she fell asleep right away. She had a dreamless sleep that lasted for several hours.

 When she woke up, it was ten past ten. When she saw the time in her watch, she got scared for a moment but then remembered she was on a holiday and not working in the laboratory. She could sleep for as many hours as she wanted and waking up at six in the morning was not mandatory anymore. She decided to check out the kitchen and, just as the brochure said, you could pay for it to be fully packed with things from day one of your stay. So she decided to cook herself a scrambled egg breakfast with some orange juice.

 As she ate it all in a small table by a window, she heard the forest: there was no silence but a magnificent amount of sound coming from every direction. She wondered if that would help her think or would come against her at some point. Nicole decided to take a walk after eating and wandered around the paths for several hours until she realized she didn’t quite now where she was. She had not been smart enough to borrow a map from the reception and asking someone for directions didn’t seem to be a real possibility.

 It was just then when she heard a whistle and the distinctive sound of a photography camera. There was someone near her. She walked around trying to identify the source of the sound but she couldn’t find anyone. Growing a bit desperate, she stepped into some rocks and her feet glided over them ass the moss covering them was very slimy. Nicole stumbled to the ground, hitting her behind hard against the ground and one of her legs being seriously hurt. It wasn’t long before a bearded man, about her age, appeared very close.

 He didn’t ask her anything. He just grabbed her as if she was weightless and carried in a jog to the reception, where they had the infirmary. The doctor there told Nicole she had twisted her ankle but that it wasn’t too bad. She could prevent swelling with a special cream and should prevent movement at all costs. He offered her some crutches to use around but she declined, saying she did feel like she needed them. She would rather enjoy the rest of her stay by just being careful and resting a bit for the next couple of days.

 Nicole wanted to thank the man that had carried her to the doctor but he had left in a huff. Apparently there was something much more important he had to do than checking if the person he carried was all right. Nicole tried not to think a lot about that, instead just been taken to her cabin in a golf cart. There, she decided to rest in bed for a while. When she about to fall asleep, she heard something like a whistle again. She hadn’t solved that mystery before and she wanted to know what was it.

 She stepped out of her cabin once again and tried to hear where the sound was coming from again but there was no more whistling. Instead, she could perfectly hear the wind passing through the trees, which was a very soothing sound. Breathing slowly with her eyes closed, Nicole realized how precious it was to be in a place where the sound of the wind could take you to so many places at once. It was the best experience ever. She had never been in any trip where she could actually distance herself from her life but this time it seemed different.

 The next day, she was lucky enough to stumble upon the man with the beard. She found him reorganizing some things by the main path. Nicole thanked him for his help and tried to shake his hand but he didn’t even look at her. He seemed immersed in something she couldn’t understand. When he finished whatever he was doing, he left the path immediately and started walking towards the deepness of the forest. Not really understanding why, Nicole decided to go after him, almost having to run in order to not to miss him among the trees.

 She finally reached him in a clearing where he sat down on the floor and, with a gesture, asked Nicole to be quiet. He grabbed a camera from his backpack and waited, apparently only hearing the sound of the woods. She heard them too, trying not to make a sound. Then, the man whistled in a very specific manner. When he did, it seemed to be very precise. And it was. Out of nowhere, a flock of small birds flew over the clearing, some of them landing among the dried leaves. The man took several pictures before the birds left.

 When she realized she could speak again, Nicole asked the man how he knew what sound to make in order for them to come and what was he doing in that place. He told her he was a ornithologist, a bird expert and that he was creating a complete catalogue of every bird in the forest. He told Nicole that it was a very difficult job but that it was very rewarding as birds weren’t as selfish and evil as men. He confessed he didn’t really like people. After he said that, he looked Nicole straight in the eye and stretched her hand to hear. His name was Quentin.


 That day, and all the following days in which Nicole had decided to remain in the woods, Quentin would tell her all the tricks to get the best pictures of the birds. He would also take pictures of other animals and of the trees. He found nature fascinating at it most simple. Nicole was so enthralled by all of this that she decided it was time to make her next move. When she came back to the city she quit her job and applied to one in the university to be Quentin’s assistant. The pay was better making perfume but her life felt so much lighter and improved in the forest, in peace.