miércoles, 2 de mayo de 2018

Algo nuevo


   Él era aquella persona que llamaba o escribía cuando tenía demasiada energía contenida y necesitaba soltarla en alguna actividad. Y como con él todo iba sobre sexo, era perfecto para mis necesidades. La verdad, nunca hablamos, ni por un minuto, de nuestras preferencias en el sexo o de nuestros gusto físicos. Solamente hacíamos lo que hacíamos en su casa o en la mía y luego dejábamos de hablarnos por días hasta que algo nos reconectaba de nuevo, casi siempre el deseo de tener relaciones sexuales.

 Por supuesto, hubo muchas veces que no se pudo y alguno de los dos se sentía frustrado por eso. Pero creo que las cosas eran más así en el comienzo: tiempo después eso desapareció y ya no había lugar para criticas ni para reclamos. De hecho, nunca lo hubo y solo nos dimos cuenta de la verdadera naturaleza de nuestra relación. No éramos novios, ni amigos, ni compañeros, ni almas gemelas ni nada por el estilo. Se podía haber dicho que éramos amantes, si esa palabra no estuviese conectada con ese sentimiento.

 El amor era algo que iba y venía en su vida. A veces yo daba vistazos en su vida íntima, algo decía o algo pasaba que me revelaba un poquito de lo que pasaba cuando yo no estaba. Lo mismo pasaba con mi vida para él: yo siempre trataba de mantener todo separado pero es inevitable que algo que no salga en algún momento. De todas maneras, mi vida sentimental y sexual siempre ha sido mucho menos activa que la de él, o al menos eso fue lo que siempre pensé hasta hace muy poco tiempo.

 Fue hace unas semanas, justo después de que fuera a su baño después de una de nuestras sesiones de sábado por la noche. Él no había querido salir con sus amigos y yo no tenía nada que hacer pero si estaba molido por tanto trabajo que había tenido que hacer. Quería relajarme, no pensar en nada, y estar con él siempre me había calmado. Era como ir a una sesión de masajes intensos y era todavía mejor puesto que no tenía que pagar y el nivel de placer era ciertamente mucho más alto.

 Ese día lo llamaron al celular cuando yo estaba arreglándome y empezó a hablar en voz alta, algo que jamás había hecho antes. Fingiendo desinterés, me puse mi ropa con cierta lentitud mientras lo oía discutir con la que supuse era una amiga. Hablaban de alguien más y él decía que no quería verlo y que por algo había decidido no ir. Su amiga debía estar en el lugar al que lo habían invitado, porque era notorio el sonido musical que provenía del celular. Apenas tuve todo lo mío encima, me despido sacudiendo la mano frente a él, indicando que caminaría hacia la puerta.

 Sin embargo, no se despidió sino que me hizo una señal que claramente quería decirme que me quedara. Fue muy incomodo porque, así como hablar casi a gritos, nunca lo había hecho. Me quedé plantado frente a la puerta principal del apartamento mirando para todos lados, mientras él iba y venía por el pequeño lugar, tocando una cosa y otra. Yo resolví fingir que miraba algo en mi celular, pero la verdad era que nadie escribía ni llamaba y no tenía nada que hacer puesto que mis deberes en el trabajo estaban finalizados.

 Cuando por fin colgó, hablé en voz alta y le dije que tenía que irme puesto que era tarde y los buses no pasaban sino media hora más. Él sabía bien que yo no ganaba buen dinero y no quería ponerme a tirar dinero en taxis cuando podía ahorrar para gastar en cosas que valieran más la pena como pagar el arriendo o los servicios de mi pequeño lugar. Creo que se notó mucho el tono de desespero de mi voz porque su respuesta fue una frase casi ahogada. Me sorprendió que algo así saliera de él.

 Antes que nada debo aclarar una cosa: el hombre del que hablamos mide unos veinticinco centímetros más que yo, tiene unos pies y manos enormes y sé muy bien que se ejercita porque he visto su ropa de gimnasio colgada varias veces en la zona de lavandería de su hogar. He visto su cuerpo y pueden creerme cuando digo que es un tipo grande y bien formado, con un aspecto fuerte y contundente. No es el tipo de persona que uno pensaría ahogando frases por una replica algo agresiva de alguien como yo, su opuesto.

 Por mi parte, soy bajito y jamás he pisado el interior de un gimnasio. No solo porque me da pereza el concepto de ir a hacer ejercicio a un lugar, sino que no soporto la personalidad de muchas de las personas que van a esos lugares. Simplemente no quiero ser participe de esa cultura, aunque respeto quienes quieran hacer de su vida lo que ellos quieran. El punto es que tengo un cuerpo que podríamos llamar más “natural”. A veces me pregunto porque los dos terminamos en este asunto.

 Él repitió la frase ahogada, en un tono aún algo débil pero mucho más fácil de entender. Me pedía que me quedara un rato más, para ver una películas y comer algo, como amigos. Mi respuesta fue igual de agresiva que la anterior: le dije que no éramos amigos y que no entendía porque me estaba pidiendo algo así luego de tanto tiempo de haber tenido una relación casi laboral entre los dos. Su respuesta ya no fue la de un niño débil sino la de un hombre, pues me miró a los ojos y me dijo que yo era mucho mejor polvo que ser humano. Debo confesar que, justo en ese momento, solté una potente carcajada.

 Para mi sorpresa, él hizo lo mismo. Nos reímos juntos un rato y entonces nos miramos a los ojos. Fue extraño porque creo que en todo ese tiempo que llevábamos de conocernos, desde la secundaria, nunca habíamos sostenido la mirada del otro de esa manera. Sus ojos eran de un tono verde mezclado con miel que me pareció tremendamente atractivo. Había visto sus ojos alguna vez pero ese día me parecieron simplemente más hermosos, brillantes y casi como si tuvieran algo que decir.

 Entonces me di cuenta de que no estaba siendo justo con él y no estaba siendo muy honesto que digamos conmigo mismo. Lo estaba tratando mal sin sentido aparente, a él que había sido la persona que había usado para desahogar mis frustraciones y libido sin usar. No tenía de derecho de hablarle de esa manera, sin importar las razones que tuviera. Y, en cuanto a honestidad, no sé a quién estaba mintiendo. Yo no tenía nada que hacer en mi casa y solo quería llegar a dormir doce horas seguidas.

 Exhalé y pregunté que película quería ver. Entonces hizo algo más que nunca había visto ni me hubiese esperado ver en mucho tiempo: sonrió de oreja a oreja. Era como si le hubiese dicho que le habían aumentado el sueldo a cuatro veces lo que ganaba normalmente, como si le hubiesen dicho que había ganado la lotería. Debo decir que su sonrisa, hizo que mi pecho se sintiera un poco más cálido que antes. Debí haber sonreído también pero la verdad es que no me acuerdo y no creo que tenga ninguna importancia.

 Una hora después, la pizza que había pedido había llegado y estábamos viendo las primeras escenas de la película que él había propuesto. Era una de ciencia ficción, de hace años. Es extraño y puede que parezca una tontería, pero es una de mis películas favoritas. No sé si él lo sabía o si solo fue una de esas raras coincidencias. El caso es que disfruté la noche, la comida, la película y su compañía. Podíamos dejar la tontería un lado y solo disfrutar de ese momento juntos, sin tener que llamarle a nada por ningún nombre.

 Cuando por fin iba de salida, me pidió un taxi y dijo que el viaje ya estaba pago por tarjeta de crédito. Había dado mi dirección, que yo ni sabía que él conocía. No le pregunté ese detalle ni nada más. No era el momento, o al menos eso sentía yo. Solo lo abracé como despedida y me fui.

 Desde entonces, seguimos teniendo sexo pero debo decir que ha cambiado. Ahora sostenemos las miradas y los besos se han vuelto más largos. Hay un elemento que antes no estaba allí. Y no, no es amor. Es otra cosa, algo que no conozco. No importa. Ahora hay muchas más sonrisas.

lunes, 30 de abril de 2018

You have a letter


Dear Richard,

 I write this letter hoping it will find its way to you in these moments of war and uncertainty. For a long time now, I have been thinking about you and about the moments we spent together two years ago on my European trip. I know father wanted me to open my eyes and be receptive of all the things I could learn abroad, but the truth is that I only had eyes for you during the whole time. They wanted me to get interested in sciences and arts, but all I wanted was to talk to you about anything. I just wanted to hear your voice.

 Hopefully, this confession letter won’t strike you as odd or coming from a strange place. After all, we did have a moment to speak and you dedicated some very kind words to my person, words that I haven’t forgotten and that have been stuck in my brain for all of this time. I write them over and over in my notebook and when we had class, just before things got worse, I would daydream about that moment over and over again. You could say, Richard that I fell in love with you right then and there.

 Apologies are something I have to ask of you because I know this comes as a surprise. You knew I liked you and I know, or at least I understood, that you thought I was at least interesting. I remember that we were having wine in Lisbon. My father and sister had gone with your aunt to a party in our honor. And I had stayed behind telling them I had lost my notebook, which I had hidden carefully in a drawer. You stayed on with me, pretending to look for the notebook, but you knew it was a lie.

 I have to be clear: I wanted for you to take me on your arms and just stay there with me forever. I remember that, through the window, I could see a cobblestone street lined with beautiful colorful buildings. And beyond that, there was the ocean and up there the sun, shining bright as if it was celebrating our moment. I should’ve asked you for that hug, even if it was for a split second. I just needed it then and I have to confess I still need it right now, in these difficult times.

 Every day we get word from men dying in the fields, men we knew because of father’s job or my mother’s family. My sister’s fiancé, as you certainly know, was killed rather recently. It was horrible and she had to go and pick up the body to give him a proper burial. He didn’t have any parents, so she now mourns as if they had been married. It’s tragic and it scares me because I have no idea who is going to be next.

 Father has been the best kind of parent during these times. I had decided, for a while, to enlist and go to war like all other young men, but he stopped me and told me that there was no way he would lose his son over a war he didn’t believe in. He vouched for me before the men that travel the land picking up young men to send them to die. He told them I had severe health issues that would disable me from playing any role, no matter the importance, in the many battles to be fought at war.

 He had several doctors write different kinds of reports informing military officials of my health. According to those papers, which I read one afternoon after helping mother selling some of her most beloved pieces of porcelain, I’m only a few meters away from death. I have contagious diseases, problems with my bones and muscles, as well as mental issues that would scare anyone from taking me anywhere, to any kind of job. It scares me for my future but, again, I appreciate my father for doing what he did.

 What about you? There’s no war there but I hear there’s a lot of unrest because of some political thing happening. I’m sorry, I haven’t been able to read a lot about the actual situation, this kind of life we are living now is quite exhausting and we find ourselves getting up very early and then staying up until very late. We haven’t gone to war but the city and the government always has something to ask father. We have been forced to entertain military officials and diplomats and even refugees from certain areas.

 I write you this letter in the middle of the night, during a time I should be using to sleep. But don’t worry; thinking of you reading all of this is even more comforting than sleeping. I tend to have a sore back when I wake up and my body feels like levitating, as if I wasn’t really here. I prefer to avoid all of that, at least for this night. Would you hug me right now, if you were here with me in the night? Would I be able to smell that gorgeous scent you wore during the trip? I loved that scent.

 I have tried to look for several ingredients to make a similar kind of aroma but I haven’t been able to find the perfect kind of wood. As you know, the house is surrounded by several trees and we have a small forest beyond the fields, but none of those trees has the right kind of smell I want. Nevertheless, I have found other components and have been creating them in the basement, with that old chemistry kit my father bought for me in Brussels. I never thought I’d use it but, when I have a bit of free time, I spent it down there trying to find my way to you, more or less.

 I promise that, if I find the right ingredients, I will send some of it to you in a small bottle for your personal use. My father has more connections than ever now and, with luck, this letter and the eventual scent would arrive in your hands in a short period of time. How I wish it could be me to give you that present and every other present by hand! I know it is impossible right now but something that makes me going is the hope to see your face once again before I die. And I hope that moment is not very soon.

 Finally, I wanted to tell you that my appreciation of you is not only physical but also of the mind. Of course I was astonished to see you swim that time in the South of France. I have to confess I had to pull myself together in order not to reveal what I felt to everyone that day. But you looked beautiful or even more than that. Maybe it was the light, or the food or just me. I have no idea what it was but I know how I felt… I just hope I can see you again someday, better sooner that later but I whatever life makes of it.

 Before bidding goodbye, I have to ask you to burn this letter after you read it. I cannot allow anyone besides you knowing about all of this. One never knows who lurks in the dark, which has picked up something that we might have left unattended for. My sister asked some questions after the trip and I had to dismiss all of it as her imagination acting up because of her fears about her fiancé and the war, all of which ended up happening. I felt horrible afterwards but she never asked anything again.

 Anyway, this is it. I have to sleep now and you have things to do too.

 If this letter confuses you in any way, please don’t respond. I’ll understand.


 All the best,


 Tom.

viernes, 27 de abril de 2018

Polvo somos


   La nube de polvo se había levantado más allá de los edificios más altos, los cubría como un manto sucio que quiere abarcarlo de todo de una manera lenta, casi hermosa. En las calles, las personas tenían puestas máscaras sobre la boca y gafas para nadar que habían robado, casi todos, de tiendas donde hacía mucho tiempo no se vendía nada. A través del plástico había visto como la nube había ido creciendo, lentamente, hasta alzarse por encima de la ciudad y absorberlo todo en la extraña penumbra que se había creado.

 Lo que pasó entonces ha sido muy discutido, por todo tipo de personas y en todo tipo de situaciones. Nadie sabe muy bien de donde vino la nube de polvo pero era evidente que algo tenía que ver con la guerra que llevaba ya doce años y con los avistamientos extraños que muchas personas alrededor del mundo habían denunciado con una frecuencia alarmante. El problema es que el fluido eléctrico no era como antes, permanente, por lo que no todos se enteraban de lo mismo, al mismo tiempo.

 El caso es que, en esa penumbra imperturbable que duró varios días, la gente empezó a desaparecer. Familias enteras, personas solas, animales también. A cada rato se oía de alguien que se había perdido entre la niebla y no era algo difícil de percibir pues todo el mundo sabía que debía desplazarse y no quedarse en un mismo sitio. La guerra no había acabado y el enemigo, de vez en cuando, atacaba de manera rápida y letal, con grupos de asalto que asesinaban en segundos y luego salían corriendo.

 La gente no sabía a que temerle más, si a la nube de polvo o a los soldados enemigos que se arriesgaban ellos mismos a cazar a las personas en semejante situación. Con el tiempo, la guerra fue barrida por la nube que creció y creció y pronto ocupó toda la superficie del planeta. No había un solo rincón que la gente pudiese encontrar en el que no hubiese esa textura extraña en el aire. Las máscaras se volvieron una prenda de vestir, tanto así que los jóvenes las personalizaban, como símbolo de que la humanidad seguía viva.

 Aunque eso no era exactamente así. En todas partes empezaron a desaparecer personas. Primero eran uno o dos a la semana y luego la situación se agravó, tanto así que se hablaba de ciudades enteras casi vacías de un día para el otro. Por eso la guerra tuvo que morir, no había nadie que pudiera o quisiera pelearla. Había mucho más que hacer, cosas más urgentes que pensar. Por primera vez en la historia de la humanidad, la gente no pensaba en pasar por encima de los demás, ni de una manera ni de otra. Al contrario, todos se dedicaron a salvar su pellejo, a sobrevivir día a día.

 Después de casi dos meses en la penumbra tóxica de la nube, la gente se acostumbró y empezó a vivir de manera nómada, comiendo animales agonizantes o ya muertos, usando las pocas herramientas y útiles que todavía se podían encontrar por ahí. Ya nadie inventaba nada, ya nadie creaba. La gente había dejado de lado la evolución propia y social para enfocarse mejor en lo que hacían en el momento. Los sueños y anhelos eran cosa del pasado, pues todo el mundo quería lo mismo.

 Los niños pequeños pronto olvidaron el mundo anterior, aquel lleno de colores, de sol brillante y de criaturas felices. La felicidad, como había existido desde la creación misma del ser humano, agonizaba. Había cedido el paso a un estado extraño en el que nadie sentía demasiado de nada. No era que no sintieran nada sino que no parecían dispuesto a dejarse dominar por nada. Las preocupaciones y la agitación ya no eran necesarias porque todos estaban ya en un mismo nivel. Todos por fin eran igual, bajo el polvo.

 No había ya ni ricos, ni pobres. La guerra anterior y el estado de las cosas lo había cambiado todo. Olvidaron mucho de lo que habían aprendido sobre la vida y el universo y se enfocaron solo en aquel conocimiento que les fuese útil. El resto de cosas simplemente empezaron a perderse, aquellas que no les eran útiles. No había espacio para creencias o filosofías, no había momentos en los que pudiesen mirar su interior, lo que pasaba por sus mentes. No era productivo, no ayudaba a nadie a nada.

 La población nunca se recuperó de las desapariciones. Cada vez se tenían menos bebés. Era una combinación entre la poca cantidad de personas y la apatía generalizada. Eventualmente, muchos se enteraron por exámenes médicos que, por alguna razón, ya no podían tener hijos. Al parecer, habían quedado infértiles en los meses recientes. Tal vez el polvo era radioactivo y los  había privado de otra cosa más, de una función biológica esencial, del placer carnal y de la reproducción de su especie.

 Sin embargo, eso no los disuadió de salir a conseguir alimento. Ellos seguían vivos y todavía había niños pequeños que no habían desaparecido y necesitaban comida. Muchos habían muerto en las calles, al desaparecer sus familias. Pero algunos todavía hacían rondas por las ciudades y los campos, tratando de vivir un día más. Esos morían eventualmente. Sus cuerpos a la vista de los demás, que no podían detenerse ni un solo momento para pedir paz en sus tumbas. No había tumbas en las que pedir tranquilidad, ya no había nada parecido a la paz en el mundo. Solo un fin y nada más.

 Eventualmente, la nube de polvo empezó a retirarse. Muchos habían muerto, el mundo había cambiado en poco tiempo. Para cuando el sol por fin volvió a acariciar las caras de la gente que quedaba, ellos no sabían que pensar. Era agradable, por supuesto, pero no cambiaba en nada su situación. Seguían con ganas de comer, seguían queriendo sobrevivir, pero no sabían para qué. Nunca lo supieron, a pesar de percibir la necesidad de seguir respirando, día tras día. Era algo que solo pasaba y ya.

 La gente había cambiado tanto que algunas de las cosas del pasado nunca volvieron. El amor, el cariño, el placer, la tristeza y la manera de lidiar con la muerte, todas eran cosas que nunca iban a ser como antes. Las ciencias volvieron, lentamente, pues sí había muchos que querían entender lo que había sucedido. Pero no tenían afán de saber nada ahora mismo, solo querían eventualmente saber algunas respuestas. Ese apuro sí se había ido y nunca volvería a existir entre los seres humanos.

 El viento barrió el polvo en cuestión de días. Era un espectáculo que la gente empezó a disfrutar en cierta medida, casi todas las noches: veían como las nubes de tierra y arena, de mugre y muerte, subían hacia las nubes en espirales de amplias formas. Era algo visualmente impactante, de esos momentos mágicos que habían olvidado. Miraban al cielo y el polvo daba vueltas y vueltas, cada vez más alto, hasta que en un momento se dejaban de ver las espirales y todos volvían a casa.

 Por mucho tiempo, fue lo único que despertó cosas en ellos que habían olvidado. Y después las espirales dejaron de ocurrir y entonces ya no había nada que les recordara el pasado. Algunos intentaron escribir acerca de esos tiempos, de las condiciones de vida y de lo que pasaba por la cabeza de la gente que iba y venía, con sus máscaras puestas y sus mentes casi en blanco. Era difícil, casi imposible, pero para algunos era algo necesario, como una manera de sacar de si mismos lo que no tenían capacidad de procesar.

 La nube de polvo dejó el mundo pero lo cambió para siempre. Nadie nunca supo las razones pero las consecuencias dejaron una herida abierta permanente en la mente y el cuerpo humano. Una herida grave que, eventualmente, llevaría al verdadero final. Un lento y cruel.

miércoles, 25 de abril de 2018

Elipo and its eagles


   For some reason, the gigantic birds liked to fly around the volcano, doing many turns until they seemed to feel it was enough, and then they flew away to their nests, down in the base of the mountain. Many scientists had regaled for many years, visiting Elipo Island and watching the beautiful red birds fly around the mountain. It was one of those beautiful thing from nature you just had to see once in your lifetime and many had already did that from their comfortable chairs at home.

 Elipo was an island that, for many years, had been left alone by civilization. But as transportations got better and faster and communications made everyone accessible in seconds, there was an urge to discover everything there was to uncover in the world around us. So many scientists embarked for remote regions, trying to document in any way, shape or form, all the new species of plants and animals that they could find. It was a new age of discovery and every single person in the world was a part of it.

 The so-called eagles of Elipo were the most interesting species that had been found in recent years in that corner of the world. They were a strange animal, as birds would normally fly long distances to make nests or get food. But the red eagles did not do that at all. They liked to stay on Elipo, flying around the volcano and then getting food in the small patch of jungle that covered must of the island. They could feed on small lizards and tiny mammals that were very agile and would give up a nice fight.

 The eagle’s favorite food was the Elipo hedgehog, an especially large kind of hedgehog that fed on various smaller animals and fruits that it found laying around in the jungle. One of the best scenes to witness for a scientist would be the fight between an eagle and a hedgehog. The first one would be coming from above, just after locating its prey visually. It would come down at full speed, trying to use the element of surprise as a weapon. The shape of such a living bullet was just an amazing thing to see.

 However, the hedgehogs had lived there as long as the eagles and they had learned to notice the changes in the wind around them in order to notice any incoming dangers. So right before the eagle could grab them to take them away, the hedgehogs would turn into a very tight ball, with all its spines rising towards the sun. The eagle would then land on the ground, unable to properly carry its food, and proceed to attack its prey with its beak. You have to remember eagles in Elipo are at least twice as big as normal eagles, so the fight would be a very interesting sight.

 The hedgehog would then stay as a ball or sometimes open up and fight the eagle with the spines in its forehead, which tended to be longer and sharper. A fight between the two animals could last a few minutes or several hours. Many scientists would disrupt these encounters by making sounds, caused by an overwhelming fatigue. No one had ever seen a long fight between those two creatures in its entirety. And most times, none of the animals ended up dead. A draw was the most common outcome.

 However, eagles won enough times to feed themselves and their young with the body of one large hedgehog. It was more than enough for most of them. Elipo was a place of harmony and animals were never “bad” or “good”, they didn’t act on despair or anything like that: they had easy access to fresh water, to food and to places were they could take care of their families. Before the arrival of humans, they had nothing to fear. As you might have guessed, not every incoming human was a scientist.

 Hordes of hunters and animal traffickers had discovered these new places were they could go and get all the animals they wanted with almost no resistance from the countries allegedly controlling the area or by the local tribes that inhabited these remotes areas of the world. They learned soon that there was no way they could stop the cruelty of the white man with their weapons, so they decided to pull back and just be silent witnesses to the horrible things those men and women did in the jungle.

 So these horrible people soon got to Elipo and got to meet the beautiful eagles and the hedgehogs they ate. The first ones to get trapped were the latter ones, as they were craved all around the worlds as pets. Besides that, they knew that by depleting the food resources of the eagles, the birds would be weaker and they would be less willing to fight them the moment the hunters and traffickers started climbing the volcano to get them. The eagles noticed very soon that something was very wrong in the island.

 After a couple of weeks, the number of hedgehogs had dropped dramatically and eagles had no real way of supporting themselves and their young. That moment was used by the evil men to climb up the mountain and start grabbing eagle eggs and young chicks from their nests. Of course, that caused a horrible respond from the eagles, which tried to defend themselves against the traffickers but that was a lost battle. Those people had guns and many other weapons, so the eagles could only scratch some of them badly before been killed or having to escape from the area.

When the scientists came back from their period of rest, they noticed that Elipo was dying. Not only the eagles were very scarcer, the hedgehogs and other animals had almost disappeared from the island. They tried to do their best to help the species gain the territories they had once held, as well as their older numbers but that seemed impossible. The traffickers had done so much damaged; it was possible no one could ever make up for it, not even if they spent years working there.

 And the scientists could not just stay there, they had to leave for a while and, when the local government realized what had happened, they banned any ships from abroad to enter the area. They argued that it would stop poaching but it really didn’t, as most traffickers used local boats and were people from the region. They had to be in order to have all the information necessary to get all those animals and their young, as well as many plants, which they sold to the pharmaceutical companies.

 The scientist decided to talk to the regional communities, especially the indigenous ones, in order for them to better protect the area. It wasn’t really a surprise when they realized that Elipo Island had always been a sort of sanctuary to them. As per their traditions, a young man had to visit the island on his fifteenth birthday. Their only task there was to climb the mountain and get a single feather from one of the birds. That meant they had become a man and they should be welcome in their communities as such.

 The scientists learned from the local peoples and they learned from the scientists new things they didn’t know about Elipo. They made an alliance to restore the island to its former glory and to fight the poachers. No weapons were used, just a lot of very smart gadgets and traps to make the evil men go away and just never return.

 Their goal was achieved, many years later, when the government recognized its poor treatment of the situation. As for the animals, that was another story. The  eagle community had been severely damaged and recovering it would take a lot longer, if it worked at all.