lunes, 7 de mayo de 2018

Uno de esos días


   El dolor de espalda no cambió de un día para otro. Cuando hice ejercicio por la mañana, de nuevo sentí como si algo estuviese a punto de romperse en mi cintura. Forcé un poco el cuerpo pero luego me detuve porque el dolor era demasiado intenso. No me gusta ir al doctor ni a nada que se le parezca. No es que sea una perdida de tiempo o dinero ni nada por el estilo. Es solo que no creo que todo lo que sea físico deba ser visto por un médico ya que suelen exagerarlo todo con bastante frecuencia.

Además, dolores como estos van y vienen y no tienen nada que ver con estar a las puertas de la muerte ni nada parecido. Pero eso me duché con agua caliente y me masajee la zona suavemente por un buen rato. Al salir de la ducha me sentí un poco mejor pero sabía que, de todas maneras, el dolor no había pasado. Apenas terminé de vestirme, pude constatar que el dolor había tenido un efecto muy especifico en mi: sentía en ese momento una gran cantidad de pereza, una falta completa de ganas de hacer cualquier cosa.

 Lamentablemente, no podía descansar. Debía hacer la comida del día para luego comer apresuradamente antes de salir a dar clase. Eran solo algunas horas pero lo suficiente para sentirse cansado después. Así que no tenía ni un momento para ponerme a mirar hacia el cielo y descansar. ¡Que más hubiese querido! Pero lo mejor era empezar pronto para así tratar de acelerar el paso de mis responsabilidades del día. Claro que todo estaba amarrado a un horario, pero un esfuerzo es mejor que ninguno del todo.

 Mientras cortaba verduras para hacer un arroz con ellas, me di cuenta que cada vez más me estaba sintiendo como si hubiese corrido una maratón. Mis huesos dolían y cada vez que hacía fuerza con el cuchillo, se sentía como si estuviese gastando los últimos remanentes de energía que tenía dentro de mi. Tuve que parar por un momento y sentarme antes de seguir. Noté que temblaba, muy ligeramente, pero lo hacía sin parar. Me puso algo nervioso en ese momento y no supe qué hacer, me sentí perdido.

 Pero una voz en mi cabeza me dijo que lo mejor era seguir adelante y no detenerme por nada. Al fin y al cabo, era viernes y después de acabar con lo que tenía que hacer, tendría todo el fin de semana para relajarme. Sabía que eso no era exactamente cierto pero sí tendría mucho más tiempo para no hacer nada que entre semana. Así que me forcé a ponerme de pie y seguir con mis quehaceres gastronómicos. Cuando la comida estuvo lista, unos cuarenta minutos más tarde, me sentí contento de poderme sentar a la mesa a comer, tomándome cierto tiempo.

 De hecho, casi me quedo dormido en la mesa. Por un momento cerré lo ojos y luego los abrí de golpe, pensando que había dormido por lo menos quince minutos. La verdad es que apenas unos segundos habían transcurrido pero mi cuerpo sentía todo de una manera más lenta, más pesada. Terminé de comer casi forzándome a meter los alimentos a mi boca. Cuando el plato estuvo limpio, me puse de pie y empecé a arreglar todo lo de la cocina, tratando todavía de seguir alerta y no darme lugar para descansar.

 Me arreglé para salir rápidamente y salí mucho antes de lo necesario, solamente para que no tuviese mucho espacio para quedarme haciendo nada. En la calle tenía que caminar hasta la parada del autobús, lo que requería de mi un movimiento continuo y atención al cruzar las calles. Sentí como si me hubiesen inyectado algo en la sangre que me hacía estar más alerta, incluso creí estar mucho más descansado que cuando estaba comiendo, aunque era obvio que todo era una mentira auto infligida.

 Cuando llegué a la parada del bus, este pasó rápidamente, algo muy poco común. Pero eso me daría oportunidad de dar una vuelta antes de llegar a mi compromiso, lo que me mantendría despierto por el resto de la tarde. Fui hasta el fondo del bus, donde había un puesto libre junto a la ventana. Me quedé mirando hacia el frente y luego por la ventana hacia el exterior, hacia la gente caminando al trabajo o a la casa, hacia aquellos que sacaban a pasear a sus mascotas, hacia los niños que llegaban del colegio.

 El bus se sacudió y me sacó de un ensimismamiento que no me ayuda en nada a como me sentía. Me di cuenta que tenía sudor frío en la frente y entonces entendí que podría estar sufriendo de alguna enfermedad o virus. De pronto no era pereza lo que sentía sino los síntomas primarios de alguna futura dolencia. Por alguna razón, esto me alegró un poco el viaje porque quería decir que no estaba luchando con algo tan tonto como la pereza sino que mi cuerpo estaba peleando algo más importante y conocido.

 Fue en algún momento durante toda esta argumentación cuando me quedé profundamente dormido. El movimiento del bus ayudó a que cayera en el sueño con facilidad. Desperté un tiempo después, apurado por no saber si mi parada había pasado hacía mucho o poco. Afortunadamente, estaba a solo diez calles cuando pude bajarme del bus. No había contado con la caminata pero al menos tenía tiempo extra por haber salido antes de casa. Por alguna razón, me sentí algo mejor después de esa siesta, a pesar de su naturaleza involuntaria. Cuando llegué a dar clase, me sentía algo mejor, pero todavía con sueño.

viernes, 4 de mayo de 2018

Green cave


   The cave was covered in the same slimy kind of substance we had seen in the trail going up the mountain. It was very sticky and had a dark color to it, which we had identified as a very deep green. Someone argued that, maybe, the creatures inside the mountain used that goo to attack predators and be able to escape. Another person said it was very likely that they were the predators and that they used the substance to actively hunt for food. The third opinion was simpler but more confusing: the substance could be blood.

 In trees, sap is green and it acts, in a very basic way, as the blood of a tree. But it never gets that thick or dark. Susan, who was the botanist in the expedition, analyzed a sample and assured everyone that green thing was not sap from any tree she had ever seen or that had ever been recorded by any human being. It did pass some of the tests that Marcus, a biologist, did for several other animals we had found earlier in our journey through the mountains. So it was blood but it was impossible to know why it was all over the place.

 Maybe they did use it as a weapon, like those lizards in the desert that squirt blood in order to scare their enemies. Something like that could be at play with these creatures, which we hadn’t had the opportunity to actually see with our own two eyes. Some of the tribes living around the mountains talked to us about creatures living under the mountains, creatures that would come at night into the town and kidnap children. We didn’t believe that story but it was repeated to us in various occasions.

 Alex and Richard stood at the entrance of the cave. They were geologists and wanted to have time to analyze the mountain itself so they asked to stay there as lookouts if anything went wrong. It wouldn’t have been a very smart idea if we would all enter the cave at the same time. Samantha and Sergei were the last two to enter the cave, just after I get stepped on a rather large mound of the gooey substance. I had to be helped by Sergei and Marcus in order to get my foot out of there. It was very scary for a minute.

 The cave was rather large and our voices seemed to run wild inside, so we decided to stop talking in order not to scare any potential new findings. We had helmets with soft lights on them and all the equipment necessary if we had needed to go down a very dangerous wall or even jump over a crevasse. It was normal for such cavernous systems to have different features that would play as obstacles for groups of people such as ourselves. But, strangely, after walking for twenty minutes, we realized that the cave wasn’t shrinking in any way, rather it was descending gently but steadily.

 I think we all thought the exact same thing at the same time: whatever creatures inhabited this world; they had modeled the cave in order to accommodate them and not the other way around. What that meant was that the creatures had to be able to use tools of some sort and had various abilities to carve stone. They would even be able to do a certain degree of calculations, which was only possible if they’re brain was evolved enough. We weren’t looking for some little creatures in the dark.

 After another twenty minutes, we finally arrived at a larger chamber. The ceiling on it was huge, covered in what seemed to be bats in a deep slumber. We fixed our lights in order not to disturb them and kept on walking until we weren’t able to. The ground stopped dead in the middle of the room to give way to a rather large body of water. The liquid look as gooey as the green substance in the entrance. We actually looked around for it but realized there were no traces of it in that chamber. There had to be a reason why.

 Samantha and Marcus walked and kneeled in front of the body of water, as Susan walked closer to me. It was obvious that, as a botanist, she had not being in such a situation before. She wasn’t hyperventilating or anything, but she was clearly not comfortable being in the underside of a mountain. Sergei stood right behind us, looking at the path we had used to come down to the chamber. It looked like he had heard something but, when I asked, he said it was nothing and tried to seem unperturbed, which he failed at.

Samantha filled three large syringes with water from the pond and Marcus grabbed some in his hands. He first smelled it, very thoroughly, and then drank some, to everyone’s amazement. But none of us said a single word, because we didn’t want to wake up the whole bat infested roof. When Marcus stood up, we asked in a whisper if there was anything wrong with it and he just did a negative movement of his head to answer. We all went back to breathing normally then. For a second, it had been very scary.

 However, we had failed to notice that Sergei was looking at the path we had come down through and there was something wrong with it. Sergei did not answer so I turned him around with one hand. His face was livid, whiter than ever, blood completely drained from his features. He was breathing heavily and it was only when I saw what he had seen that I realized why he was behaving in such a strange way. Out of nowhere, a rock had been put to block the path. We were trapped in the chamber. It was a trap and we had fallen into it without even a glimpse of doubt.
I wanted to tell them what was going on but then the water from the pond started making sounds, as if it was boiling. But that did not make sense. We only had time to look at each other once more before we saw something coming out of the water and then our lights failed and the bats flew over our heads, filling the place with confusion. Then, we felt them and it all went black.

miércoles, 2 de mayo de 2018

Algo nuevo


   Él era aquella persona que llamaba o escribía cuando tenía demasiada energía contenida y necesitaba soltarla en alguna actividad. Y como con él todo iba sobre sexo, era perfecto para mis necesidades. La verdad, nunca hablamos, ni por un minuto, de nuestras preferencias en el sexo o de nuestros gusto físicos. Solamente hacíamos lo que hacíamos en su casa o en la mía y luego dejábamos de hablarnos por días hasta que algo nos reconectaba de nuevo, casi siempre el deseo de tener relaciones sexuales.

 Por supuesto, hubo muchas veces que no se pudo y alguno de los dos se sentía frustrado por eso. Pero creo que las cosas eran más así en el comienzo: tiempo después eso desapareció y ya no había lugar para criticas ni para reclamos. De hecho, nunca lo hubo y solo nos dimos cuenta de la verdadera naturaleza de nuestra relación. No éramos novios, ni amigos, ni compañeros, ni almas gemelas ni nada por el estilo. Se podía haber dicho que éramos amantes, si esa palabra no estuviese conectada con ese sentimiento.

 El amor era algo que iba y venía en su vida. A veces yo daba vistazos en su vida íntima, algo decía o algo pasaba que me revelaba un poquito de lo que pasaba cuando yo no estaba. Lo mismo pasaba con mi vida para él: yo siempre trataba de mantener todo separado pero es inevitable que algo que no salga en algún momento. De todas maneras, mi vida sentimental y sexual siempre ha sido mucho menos activa que la de él, o al menos eso fue lo que siempre pensé hasta hace muy poco tiempo.

 Fue hace unas semanas, justo después de que fuera a su baño después de una de nuestras sesiones de sábado por la noche. Él no había querido salir con sus amigos y yo no tenía nada que hacer pero si estaba molido por tanto trabajo que había tenido que hacer. Quería relajarme, no pensar en nada, y estar con él siempre me había calmado. Era como ir a una sesión de masajes intensos y era todavía mejor puesto que no tenía que pagar y el nivel de placer era ciertamente mucho más alto.

 Ese día lo llamaron al celular cuando yo estaba arreglándome y empezó a hablar en voz alta, algo que jamás había hecho antes. Fingiendo desinterés, me puse mi ropa con cierta lentitud mientras lo oía discutir con la que supuse era una amiga. Hablaban de alguien más y él decía que no quería verlo y que por algo había decidido no ir. Su amiga debía estar en el lugar al que lo habían invitado, porque era notorio el sonido musical que provenía del celular. Apenas tuve todo lo mío encima, me despido sacudiendo la mano frente a él, indicando que caminaría hacia la puerta.

 Sin embargo, no se despidió sino que me hizo una señal que claramente quería decirme que me quedara. Fue muy incomodo porque, así como hablar casi a gritos, nunca lo había hecho. Me quedé plantado frente a la puerta principal del apartamento mirando para todos lados, mientras él iba y venía por el pequeño lugar, tocando una cosa y otra. Yo resolví fingir que miraba algo en mi celular, pero la verdad era que nadie escribía ni llamaba y no tenía nada que hacer puesto que mis deberes en el trabajo estaban finalizados.

 Cuando por fin colgó, hablé en voz alta y le dije que tenía que irme puesto que era tarde y los buses no pasaban sino media hora más. Él sabía bien que yo no ganaba buen dinero y no quería ponerme a tirar dinero en taxis cuando podía ahorrar para gastar en cosas que valieran más la pena como pagar el arriendo o los servicios de mi pequeño lugar. Creo que se notó mucho el tono de desespero de mi voz porque su respuesta fue una frase casi ahogada. Me sorprendió que algo así saliera de él.

 Antes que nada debo aclarar una cosa: el hombre del que hablamos mide unos veinticinco centímetros más que yo, tiene unos pies y manos enormes y sé muy bien que se ejercita porque he visto su ropa de gimnasio colgada varias veces en la zona de lavandería de su hogar. He visto su cuerpo y pueden creerme cuando digo que es un tipo grande y bien formado, con un aspecto fuerte y contundente. No es el tipo de persona que uno pensaría ahogando frases por una replica algo agresiva de alguien como yo, su opuesto.

 Por mi parte, soy bajito y jamás he pisado el interior de un gimnasio. No solo porque me da pereza el concepto de ir a hacer ejercicio a un lugar, sino que no soporto la personalidad de muchas de las personas que van a esos lugares. Simplemente no quiero ser participe de esa cultura, aunque respeto quienes quieran hacer de su vida lo que ellos quieran. El punto es que tengo un cuerpo que podríamos llamar más “natural”. A veces me pregunto porque los dos terminamos en este asunto.

 Él repitió la frase ahogada, en un tono aún algo débil pero mucho más fácil de entender. Me pedía que me quedara un rato más, para ver una películas y comer algo, como amigos. Mi respuesta fue igual de agresiva que la anterior: le dije que no éramos amigos y que no entendía porque me estaba pidiendo algo así luego de tanto tiempo de haber tenido una relación casi laboral entre los dos. Su respuesta ya no fue la de un niño débil sino la de un hombre, pues me miró a los ojos y me dijo que yo era mucho mejor polvo que ser humano. Debo confesar que, justo en ese momento, solté una potente carcajada.

 Para mi sorpresa, él hizo lo mismo. Nos reímos juntos un rato y entonces nos miramos a los ojos. Fue extraño porque creo que en todo ese tiempo que llevábamos de conocernos, desde la secundaria, nunca habíamos sostenido la mirada del otro de esa manera. Sus ojos eran de un tono verde mezclado con miel que me pareció tremendamente atractivo. Había visto sus ojos alguna vez pero ese día me parecieron simplemente más hermosos, brillantes y casi como si tuvieran algo que decir.

 Entonces me di cuenta de que no estaba siendo justo con él y no estaba siendo muy honesto que digamos conmigo mismo. Lo estaba tratando mal sin sentido aparente, a él que había sido la persona que había usado para desahogar mis frustraciones y libido sin usar. No tenía de derecho de hablarle de esa manera, sin importar las razones que tuviera. Y, en cuanto a honestidad, no sé a quién estaba mintiendo. Yo no tenía nada que hacer en mi casa y solo quería llegar a dormir doce horas seguidas.

 Exhalé y pregunté que película quería ver. Entonces hizo algo más que nunca había visto ni me hubiese esperado ver en mucho tiempo: sonrió de oreja a oreja. Era como si le hubiese dicho que le habían aumentado el sueldo a cuatro veces lo que ganaba normalmente, como si le hubiesen dicho que había ganado la lotería. Debo decir que su sonrisa, hizo que mi pecho se sintiera un poco más cálido que antes. Debí haber sonreído también pero la verdad es que no me acuerdo y no creo que tenga ninguna importancia.

 Una hora después, la pizza que había pedido había llegado y estábamos viendo las primeras escenas de la película que él había propuesto. Era una de ciencia ficción, de hace años. Es extraño y puede que parezca una tontería, pero es una de mis películas favoritas. No sé si él lo sabía o si solo fue una de esas raras coincidencias. El caso es que disfruté la noche, la comida, la película y su compañía. Podíamos dejar la tontería un lado y solo disfrutar de ese momento juntos, sin tener que llamarle a nada por ningún nombre.

 Cuando por fin iba de salida, me pidió un taxi y dijo que el viaje ya estaba pago por tarjeta de crédito. Había dado mi dirección, que yo ni sabía que él conocía. No le pregunté ese detalle ni nada más. No era el momento, o al menos eso sentía yo. Solo lo abracé como despedida y me fui.

 Desde entonces, seguimos teniendo sexo pero debo decir que ha cambiado. Ahora sostenemos las miradas y los besos se han vuelto más largos. Hay un elemento que antes no estaba allí. Y no, no es amor. Es otra cosa, algo que no conozco. No importa. Ahora hay muchas más sonrisas.

lunes, 30 de abril de 2018

You have a letter


Dear Richard,

 I write this letter hoping it will find its way to you in these moments of war and uncertainty. For a long time now, I have been thinking about you and about the moments we spent together two years ago on my European trip. I know father wanted me to open my eyes and be receptive of all the things I could learn abroad, but the truth is that I only had eyes for you during the whole time. They wanted me to get interested in sciences and arts, but all I wanted was to talk to you about anything. I just wanted to hear your voice.

 Hopefully, this confession letter won’t strike you as odd or coming from a strange place. After all, we did have a moment to speak and you dedicated some very kind words to my person, words that I haven’t forgotten and that have been stuck in my brain for all of this time. I write them over and over in my notebook and when we had class, just before things got worse, I would daydream about that moment over and over again. You could say, Richard that I fell in love with you right then and there.

 Apologies are something I have to ask of you because I know this comes as a surprise. You knew I liked you and I know, or at least I understood, that you thought I was at least interesting. I remember that we were having wine in Lisbon. My father and sister had gone with your aunt to a party in our honor. And I had stayed behind telling them I had lost my notebook, which I had hidden carefully in a drawer. You stayed on with me, pretending to look for the notebook, but you knew it was a lie.

 I have to be clear: I wanted for you to take me on your arms and just stay there with me forever. I remember that, through the window, I could see a cobblestone street lined with beautiful colorful buildings. And beyond that, there was the ocean and up there the sun, shining bright as if it was celebrating our moment. I should’ve asked you for that hug, even if it was for a split second. I just needed it then and I have to confess I still need it right now, in these difficult times.

 Every day we get word from men dying in the fields, men we knew because of father’s job or my mother’s family. My sister’s fiancé, as you certainly know, was killed rather recently. It was horrible and she had to go and pick up the body to give him a proper burial. He didn’t have any parents, so she now mourns as if they had been married. It’s tragic and it scares me because I have no idea who is going to be next.

 Father has been the best kind of parent during these times. I had decided, for a while, to enlist and go to war like all other young men, but he stopped me and told me that there was no way he would lose his son over a war he didn’t believe in. He vouched for me before the men that travel the land picking up young men to send them to die. He told them I had severe health issues that would disable me from playing any role, no matter the importance, in the many battles to be fought at war.

 He had several doctors write different kinds of reports informing military officials of my health. According to those papers, which I read one afternoon after helping mother selling some of her most beloved pieces of porcelain, I’m only a few meters away from death. I have contagious diseases, problems with my bones and muscles, as well as mental issues that would scare anyone from taking me anywhere, to any kind of job. It scares me for my future but, again, I appreciate my father for doing what he did.

 What about you? There’s no war there but I hear there’s a lot of unrest because of some political thing happening. I’m sorry, I haven’t been able to read a lot about the actual situation, this kind of life we are living now is quite exhausting and we find ourselves getting up very early and then staying up until very late. We haven’t gone to war but the city and the government always has something to ask father. We have been forced to entertain military officials and diplomats and even refugees from certain areas.

 I write you this letter in the middle of the night, during a time I should be using to sleep. But don’t worry; thinking of you reading all of this is even more comforting than sleeping. I tend to have a sore back when I wake up and my body feels like levitating, as if I wasn’t really here. I prefer to avoid all of that, at least for this night. Would you hug me right now, if you were here with me in the night? Would I be able to smell that gorgeous scent you wore during the trip? I loved that scent.

 I have tried to look for several ingredients to make a similar kind of aroma but I haven’t been able to find the perfect kind of wood. As you know, the house is surrounded by several trees and we have a small forest beyond the fields, but none of those trees has the right kind of smell I want. Nevertheless, I have found other components and have been creating them in the basement, with that old chemistry kit my father bought for me in Brussels. I never thought I’d use it but, when I have a bit of free time, I spent it down there trying to find my way to you, more or less.

 I promise that, if I find the right ingredients, I will send some of it to you in a small bottle for your personal use. My father has more connections than ever now and, with luck, this letter and the eventual scent would arrive in your hands in a short period of time. How I wish it could be me to give you that present and every other present by hand! I know it is impossible right now but something that makes me going is the hope to see your face once again before I die. And I hope that moment is not very soon.

 Finally, I wanted to tell you that my appreciation of you is not only physical but also of the mind. Of course I was astonished to see you swim that time in the South of France. I have to confess I had to pull myself together in order not to reveal what I felt to everyone that day. But you looked beautiful or even more than that. Maybe it was the light, or the food or just me. I have no idea what it was but I know how I felt… I just hope I can see you again someday, better sooner that later but I whatever life makes of it.

 Before bidding goodbye, I have to ask you to burn this letter after you read it. I cannot allow anyone besides you knowing about all of this. One never knows who lurks in the dark, which has picked up something that we might have left unattended for. My sister asked some questions after the trip and I had to dismiss all of it as her imagination acting up because of her fears about her fiancé and the war, all of which ended up happening. I felt horrible afterwards but she never asked anything again.

 Anyway, this is it. I have to sleep now and you have things to do too.

 If this letter confuses you in any way, please don’t respond. I’ll understand.


 All the best,


 Tom.