lunes, 20 de agosto de 2018

El valle secreto


   El animalito me seguía desde hace ya un rato. Me había dado cuenta al cruzar el silencioso arroyo que separaba una parte del bosque de la base de la montaña, pero no había querido hacer nada precipitado. Al fin y al cabo, las criaturas son siempre curiosas y no es muy extraño que se queden mirando, como asombrados de que exista alguien como un ser humano. Yo, vestido de botas para escalar, pantalones anchos y chaqueta rompe vientos, no debía verme como algo muy común de esos parajes.

 Por eso lo ignoré hasta que, camino a la cima de la montaña, me di cuenta que ya se había convertido en un compañero de aventura. No era común que criaturas como esa subieran tanto, pues gustaban más de estar trepadas en los árboles buscando pequeños frutos para comer. Además, el viento había arreciado en las alturas y la neblina se volvía cada vez más espesa, cosa que parecía ayudar a la sensación de estar atrapado en una nevera. Seguí caminando, pero cada vez iba más despacio.

 Mi travesía había sido planeada con anterioridad y para seguir el camino designado, debía de bordear la cima de la montaña para poder llevar al  valle estrecho que había del otro lado. Era un sitio que habían calificado como “imposible” pero que sin embargo existía. Decían que era un paraíso terrenal, un pequeño lugar tan cálido como los trópicos, pero muy lejos de ellos. Yo esperaba poder tomar fotos, cosa que era mi trabajo y mi afición. Lo hacía todo para tener qué mostrar en el futuro. Quería reconocimiento por mis esfuerzos.

 Paré media hora después de internarme en la neblina. No solo era imposible ver a más de dos metros de distancia, también mis pies se sentían adoloridos y sería una estupidez seguir hacia delante como una mula de carga. Debía detenerme y tomar algo de agua. Sentado en el suelo, podría planear una ruta alterna, pues era muy posible que la montaña estuviese igual de impenetrable durante el resto del día y la noche que no demoraba en llegar. Tenía que tener en cuenta todas las posibilidades.

 Fue allí, sentado sobre el suelo y tomando un poco de agua, que lo vi bien por primera vez. Fue muy gracioso porque pretendió esconderse detrás de una roca que era mucho más pequeña que él. De hecho no tenía ni idea si era un él o una ella, pero el caso es que nos quedamos mirándonos un buen rato, como en un concurso de miradas. Él se rindió primero, alzando su cabeza sobre la piedra y mirándome con sus enormes ojos amarillos. Sus orejas eran puntiagudas y su cuerpo estaba cubierto de pelo amarillo, con algunas manchas negras. Su cola era larga, parecida a las de las ardillas pero menos esponjosa.

 Se quedó otro rato mirándome, ya a plena vista. Yo pretendí no verlo después de un rato y serví algo de agua en la tapa de la botella. Con cuidado, la puse lo más lejos que pude estando sentado. Seguí mirando a un lado, como si no tuviera el menor interés en mi nuevo amigo ni en su aspecto. El truco funcionó a la perfección. La criatura tomó todo de un sorbo y tuvo la suficiente personalidad para tomar la tapa y acercarse adonde yo estaba sentado para pedirme más, alzando la tapita de color azul al nivel de mi cara.

 Yo la tomé y serví más. Lo hice así unas cinco veces más, hasta que pareció estar satisfecho. Era obvio que no había mucha agua cerca y que seguirme le debía haber tomado un esfuerzo al que la pobre criatura no estaba acostumbrada. Mientras tomaba agua, me pregunté porqué me estaría siguiendo. Tal vez olía las provisiones de comida que tenía en mi mochila o simplemente era más curioso que los demás de su genero. En todo caso, agradecí su compañía durante esa noche.

 La Luna llegó muy pronto y tuve que acostarme a dormir justo donde había tomado agua. Seguir caminando habría sido una tontería, sobre todo sin saber que tipo de peligros podría haber al descender hacia el valle cerrado. Además, estaba demasiado cansado para hacer más esfuerzo en un solo día. Hice una pequeña hoguera y me acosté cerca después de comer una barra de cereales, una comida que en nada interesó a mi compañero. En vez de eso, se decidió por cazar insectos. Me quedó dormido mientras lo veía saltar de un sitio al otro.

 Cuando desperté, creí que me había enloquecido o que algo muy malo había pasado. Por un breve momento, todo lo que tenía enfrente era de un color rojo profundo, como si mi visión misma se estuviese incendiando. Tuve miedo y de golpe me moví. Fue entonces que mi vista mejoró y pude ver lo que pasaba. No había un incendio ni mis ojos se estaban derritiendo. Lo que pasaba era que el sol empezaba a salir detrás de la línea de árboles, más allá de las montañas, y bañaban todo de un color similar a la sangre.

 Caí en cuenta de que debía haberme quedado dormido muy temprano y por eso el brillo y los colores del sol me habían despertado al empezar el nuevo día. Me quedé allí, observando, sin importarme en lo más mínimo la posibilidad de una fotografía de semejante espectáculo de la naturaleza. Estuve allí un buen rato hasta que mi amiguito volvió de la nada, habiendo ya comido más que suficiente. No supe donde había dormido, si había vuelto a los árboles para luego volver a mi. Era muy extraño pero no me pregunté más porque no había necesidad alguna. Me alisté y emprendí el camino de nuevo.

 Ya no había neblina ni hacía tanto frío como el día anterior. Pude caminar con más calma y, cuando el camino empezó a descender, saqué la cámara para poder tomar fotos del bosque en la lejanía y de la montaña y sus laderas casi por completo desprovistas de vida. Mi amiguito me seguía muy de cerca, casi parecía uno de esos perros guardianes pero en un tamaño mucho menor. Verlo caminar me hacía gracia pero decidí no mirarlo mucho por si eso podría incomodarlo y hacer que se fuera de vuelta a su hogar.

 No había pasado de medio día cuando llegamos al lugar que yo había esperado ver por tanto tiempo. Ya no podía ver los altos y tupidos pinos del bosque anterior, ni había robles ni araucarias. Esas ya no estaban. Ahora podía ver otros árboles, aún más altos y frondosos pero un sección de tierra mucho menor. Era un valle muy estrecho, entre la montaña que yo había estado cruzando y otra un poco más alta, por lo que se podía ver. Mi amiguito se trepó por mi pierna y llegó pronto hasta mi hombro derecho.

 Allí, la pequeña criatura olió algo en el aire. Seguramente podía hacerlo mucho mejor que yo, pero por alguna razón yo hice lo mismo. Lo sorprendente del caso fue que yo pude oler algo también. Y no fue muy complicado saber que era. El olor del humo, como cuando alguien quema madera. Algo se estaba quemando allí abajo en el valle pero no había humo que ver ni llamas que denunciaran el sitio de la conflagración. De nuevo podía estar imaginando incendios, cosa que no me ponía muy feliz.

 Caminamos durante una hora más, hasta que penetramos el valle. Olimos más el aire, pero no pudimos detectar el mismo olor a quemado. Era muy raro porque no era del tipo de aromas que se pudiesen confundir con otros. Pero continuaron de todas maneras. El ambiente allí era pesado, mucho más caluroso que las regiones cercanas. Era como entrar a un horno, que venía con todo y mosquitos enormes. Las plantas parecían responder a ese microclima con gusto, igual que los animales que parecían pulular por doquier.

 Nos detuvimos a comer algo. Tuve el cuidado de llenar una botella entera con agua pura de un riachuelo para mi compañero de viaje, pues el clima parecía afectarle más a él que a mi. Comió poca fruta de la que le ofrecí y parecía un poco atontado cuando el día cambió de repente.

 El sol era el mismo, así como el calor. Lo diferente fue ver un grupo de personas que nos rodeaba. Un grupo con marcas de pintura por todo el cuerpo, miradas toscas y antorchas que parecían recién utilizadas. Se nos quedaron mirando y fue entonces que supe que el valle escondía más de una de sus caras.

viernes, 17 de agosto de 2018

You might go crazy


   Kareem had been having some very bad nightmares. So bad they were, that he had already gotten used to waken up two hours before it was needed to, drenched in sweat, with the sensation of having been screaming for a while. He had no idea if that was the case, but the sensation was more than enough to make him very uncomfortable. He would go then and shower right away, trying to clean away every single corner of his body. It wasn’t the sweat that made him do it, but the images in his brain after he had the nightmares.

 He would see them again, sometimes, as he walked from his home to the bus stop and also at work, where he was supposed to be focusing on sales and numbers. Kareem had always been very good at his job but his performance had steadily dropped from the moment his nightmares had started to the moment his boss called him to his office in order to explain to him how important it was for them all to have their employees focused on the job. It was a way of telling him that they would be many eyes on him from now on.

 When he got home from that, he realized that it was time to deal with the nightmares and, by definition, with whatever was causing them. He hadn’t been sick recently and he knew very well he hadn’t done anything wrong at work or to anyone else around him. His relationship with his family was a bit tense, but that had been happening for years. The nightmares couldn’t have any relation to that, unless his brain was too slow to understand how his familiar bonds were a problem to him and maybe to his way of life.

 He decided the first step was helping himself fall asleep faster and in a deeper way. So he started buying various types of teas and herbs to make infusions with, which he would take religiously before going to bed. Some of those worked and some others were definitive disasters. But even those that worked never did the same good job twice in a row. The nightmares always came back, one way or the other. He also tried exercising, which he had considered for a while but he was too lazy to properly commit to a workout routine.

 Kareem would go to the gym for an hour late at night and try to make himself as exhausted as he could. He would arrive home, shower in a few minutes and then just drop dead on the bed. It actually worked for a full week before, one Sunday morning, he woke up thinking he had wet himself on the bed. Thankfully, it was sweat, but that meant the nightmares had made a comeback. He even tried not sleeping at all but that caused even more problems at work, problems he just couldn’t afford to have. He was even summoned once more to his boss’s office for falling asleep at his desk.

 Kareem went to the nurse’s office located on the office building he worked for. After all, she was supposed to be there for all the employees of the company, which was one of the top investors in the region. So he just made an appointment with her on the phone and visited one day after work. He explained his whole problem to her and she asked for some time to reflect on it, as she couldn’t determine at first sight if there was something physically wrong with him. She also asked him to go to the hospital and get some tests done.

 He spent a whole Saturday doing that, which had to be the worst way to spend one’s weekend. He had to give a blood sample, a urine sample and a stool sample. He was also checked by at least three different doctors and even a psychiatrist appointment was scheduled. Everything was done to know what was going on with him and he was actually grateful so many people took an interest in his life. Actually, they were more interested in him not being able to sue the company, if they happened to be the ones to blame.

 The process took several weeks, in which Kareem still woke up sweating and screaming. He was so desperate and sad, that he started going to bars that closed late in order to have a drink and just avoid falling asleep. At least, he did avoid doing that at home. It was very uncomfortable when he was woken up by a very angry patron at a bar, where he had apparently fallen asleep and then started screaming like a lunatic. That just made him drink even more, which resulted in the formation of an addiction.

 He would go out at night and buy several beer cans and bottles, as well as wine boxes and sometimes other things that he could be able to afford with his salary. But all that booze was only making him fall more and more into an abyss, the same one to which his nightmares had been pushing him to. The day he found himself drenched in sweat, after passing out on the living room, all stained with vomit and alcohol, he knew he had to do something to really fight whatever was happening with him.

 But the doctors couldn’t find one single problem with his body or his mind. Kareem begged them to tell him he was insane or stupid or something, but they refused to do so. They insisted that there was nothing wrong with his and that his problems could be psychological. That was rapidly denied by the psychiatrist he had been forced to talk to, as he explained in a letter that Kareem was only a bit anxious and worried about his future, but that there was no evidence to support any other theory. So he had no answers and he was probably a lost cause.

 As a consequence, he was fired a week after the test results had been sent by mail to his boss. As the company had paid for every single test and appointment, they were obliged to notify his boss. The man treated Kareem very badly, practically ignoring all the good work he had ever done in there. He accused him of being just too lazy to realize and acknowledge that his work was too much over his head and that he wasn’t really able to deal with all of it. Kareem had to hear it all and then receive the letter were his firing was made official.

 He grabbed a box, threw all of his things inside and just left. He didn’t talk to anyone, as no one had had the balls to say something to his boss. Everyone had been able to hear what he told Kareem, as the offices were made of glass and nothing could be left to the imagination. But again, no one said anything and that hurt him deeply. He even grabbed a report he was working on, due a few days after that day, and just took it home to burn in the oven. The company depended on that report but Kareem had depended on them.

 After all of that, one would think the nightmares would have stopped. But they simply didn’t and Kareem dove even deeper into alcoholism. He was so out of himself sometimes that he would actually go out and just become that crazy person that yells crazy stuff on the street. That was how he was arrested one night, after running after a girl who had not wanted to tell him what time it was. Two police officers beat him and took him to the station.

 He was freed days later, because the woman had come and had decided to remove all charges against him. The police wanted Kareem to stay for longer, but they couldn’t do that. So they just threw him out. He was sober but very sad and walked the longest route to his house. When he got there it was very late and he wasn’t interested in all the emails and calls he had been receiving. He would deal with his former boss the next day. He just wanted to fall asleep and die or at least rest for a couple of hours, before the screaming began.

 However, he was woken up by his cellphone ringing loudly. He didn’t even know he had the volume on so high up. He almost didn’t answer but he decided to do it anyway. It was one of the doctors from the hospital with some very important news. He needed Kareem to come to his practice as soon as possible.

 In that doctor’s office, several medics and nurses were gathered. They announced that a very rare parasite had been discovered living inside of him. They had concluded all of his problems had come from the presence of that organism. Kareem stared at them for a while and then just left, in silence.

miércoles, 15 de agosto de 2018

Relatividad no teórica

   Fue lo último, la gota que rebasó el vaso, como diría mi abuelita. Ese día volví a casa resuelto a largarme de este país de mierda, a llegar a un lugar tan lejano que ni siquiera internet podría brindarme noticias de mi lugar de nacimiento. Empecé a buscar trabajo de manera frenética, casi como si tuviera una obsesión con ello. De hecho, la tenía. Pero no una obsesión con trabajar sino con irme tan rápido como fuese posible. No soportaba más estar en donde había estado toda mi vida.

 Cada vez que salía a la calle, era como si todo se me viniera encima. Toda la gente me parecía cada vez más insoportable. Su desorden y falta de educación eran algo que simplemente ya no podía soportar. Me había visto envuelto, en menos de una semana, en cuatro incidentes en los que les había gritado a varias personas varias cosas a la cara. Claro que en varios de los incidentes había pasado algo, no eran cosas que pasaran de la nada. Todo venía de algo que sucedía y que yo veía cada vez de manera más evidente.

 El caso es que cada vez era más evidente que mi salud mental estaba en juego en todo esto. Así que traté de concentrarme y de hacer el mejor trabajo posible tratando de hacer todo en orden y con todo lo que necesitase. Mi esfuerzo se prolongó durante varios meses hasta que por fin dio frutos. Sin embargo, no era lo que yo esperaba. Me habían aceptado como trabajador en una empresa que básicamente contrataba a cualquiera. Era casi esclavista y había podido verlo muy bien, con referencias de muchas otras personas.

 Pero, esclavistas o no, seguían los pasos necesarios para ayudar al proceso de emigración. El contrato era por un año pero se podía ampliar, siempre y cuando hubiese un trabajo consistente y a la altura de lo que ellos pedían. Tengo que decir de paso que lo que me pedían hacer en ese trabajo no tenía nada que ver con lo que estaba estudiando, que a la vez no tenía nada que ver con el trabajo que iba a dejar una vez saliera del país. Pero la verdad eso me daba igual. Estaba listo a hacer cualquier esfuerzo necesario.

 Si el trabajo resultaba ser físico, trataría de mejorar ese aspecto de mi persona. Si el trabajo fuese demasiado cerebral, trataría de aprender y adaptarme al nuevo entorno. Simplemente no quería darle la oportunidad a nadie de verme fallar y muchos menos metería la pata para volver a un lugar al que sabía que no quería volver nunca en mi vida. Estaba todo ya tan decidido que no había manera de echarse para atrás. Empecé el proceso, llevando lo que necesitaran los del consulado y enviaba lo que necesitaran los del empleo. Todo lo hice, paso a paso, sin decir “no” y sin demora alguna.

 Sn embargo, no tenía la partida completamente ganada. No solo mi familia estaba completamente en contra de mi partida, sino que también mis amigos y prácticamente todos a los que les hablaba del tema parecían tener un problema con que me fuera de esa manera y con esas razones. Yo traté siempre de razonar con ellos y de hacerme entender pero nunca sirvió de mucho. Siempre terminábamos peleando y yo quedaba como el malo de la película y ellos como las victimas que no tenían la culpa de nada.

 Y no la tenían, eso es cierto. Pero yo no era un villano en mi propia historia. Solo quería algo que ellos no querían o tal vez algo que ellos simplemente no podían o no querían ver. Trataba de explicarles mis razones para creer que nuestro país había fallado, era uno de esos países que simplemente, por mucho que se haga, nunca van a mejorar. Trataba siempre de estar bien informado, de tener información completa y pertinente, pero eso nunca era suficiente para ellos, para los que pensaban en mi como un traidor.

 Para ellos, el país había mejorado notablemente en los últimos años. Casi siempre que alguien quería convencerme, hablaba de la cantidad de cosas que podían comprar hoy en día y de cómo era más seguro que antes. Yo les decía que lo de la seguridad era siempre muy relativo y que lo de poder comprar no tenía nada que ver con sentirse feliz o completo, y mucho menos con sentirse tranquilo. Tenía más que ver con una comodidad relativa que en verdad no terminaba siendo más que un camino oscuro y sin salida.

 Cuando me ponía así, más sombrío de lo normal, era cuando estaba más que seguro que mis argumentos iban a fracasar. No había manera de convencerlos de lo que yo pensaba y por eso siempre terminaba con algo que les llegara profundo o que al menos los hiciese pensar. No sé si alguna vez lo logré pero al menos intenté hacerlo varias veces. Era un gesto desesperado pero al menos sincero de que no quería dejarlos a todos atrás sin que ellos entendieran por completo las razones que me habían llevado a mi decisión.

 El boleto de ida lo compré con mis ahorros. Menos mal había sido cuidadoso con el dinero y tenía bastante para una situación como la que se me venía encima. Fue ya casi al final cuando mi padre ofreció ayudarme pero era muy poco y muy tarde. No se lo dije, solo le agradecí y nada más. Creo que él entendió que quería hacer esta etapa de mi vida yo solo, sin ayudas ni nadie que viniera a mi rescata. Era ya un viejo para unos, incluso para mi mismo, así que no lo dude más. La fecha fue elegida y los días pasaron de una manera bastante apresurada. Fue muy extraño, casi anormal.

 El día que me acompañó mi familia al aeropuerto fue también un día raro. Los sentía distantes pero al mismo tiempo nunca habían sido más cariñosos y atentos conmigo. Parecía que era necesario que me fuera de la casa para que dejaran de ser las personas que siempre habían sido y empezaran a ser un poco más parecidos a lo que tal vez ellos podrían haber sido de haber vivido una vida un poquito diferente. El caso es que lo disfruté durante esas horas, no importa lo escasas que hayan sido. Era un regalo de despedida.

 Otros regalos fueron menos agradables. Algunos me insultaron como despedida, otros simplemente dejaron de hablar. Y hubo un grupo que claramente prefirió la hipocresía. Ninguno de todos ellos me importaba demasiado. Me di cuenta de que no eran amigos sino solo personas que estaban ahí, por una razón u otra. Así que irse era algo que esperaban hacer de un momento a otro. Yo solo les había ayudado a decidir el momento para hacerlo y no me sentí mal cuando llegó esa hora.

 Un grupo pequeño, francamente muy pequeño, sí me deseo lo mejor con sentimientos verdaderos y se mantuvieron en contacto irregular durante ese primer año afuera, que suele ser siempre el más difícil. Tengo que confesar, tanto tiempo después, que me hizo mucho bien tenerlos alrededor. Ellos y mi familia estaban allí así no pudieran abrazarme o divertirme en vivo y en directo. A veces fue muy difícil y tuve el extraño sentimiento de que debía de volver, casi corriendo, a casa.

Pero no lo hice. Me mantuve en el lugar que había elegido e hice lo que me había propuesto: luché por el lugar que me habían dado y empecé a escalar con rapidez. Sin embargo, dejé el trabajo que me llevó allí relativamente rápido. Hice amigos nuevos y ellos me llevaron a un lugar mucho mejor, haciendo cosas que disfrutaba y con las que podía ganar dinero. Era feliz de verdad y, cuando salía a la calle, no quería matar a todo el mundo. Podía respirar y hacer lo que quisiera. Ser de verdad libre era posible.

 Nunca me arrepentí de la decisión que tomé porque ahora sé que no todos podemos ni debemos vivir la misma vida. Sé bien que no todas las personas tenemos la misma tolerancia a las injusticias o el mismo aguante para situaciones que pueden ser no tan extenuantes para unos y otros.

 Estoy contento y no me avergüenza estarlo. Estoy feliz de poder ser quién soy por fin y de haber tenido la oportunidad de encontrarme con esa persona. Jamás hubiese pasado si me hubiera quedado quieto, aguantando una posición eterna que jamás iba a cambiar. La esperanza siempre había sido relativa.

lunes, 13 de agosto de 2018

Endurance


   The moment he reached the top, Finn sat down next to the yellow flag and removed his shoes. He knew that to be a stupid thing to do, because he had to go back down at some point, but his feet were hurting so much that he needed them to breathe for a while. However, he did grab the flagpole and removed it from the soil. He then opened up his backpack and put the flag there, leaving the pole outside in order to use it as a cane, in the case his feet hurt him even more as he climbed down.

 He then sat down still and enjoyed the beautiful view. The mountain was the tallest one in the vicinity and it overlooked a very deep valley filled with trees and a stream that could be heard from that summit. Birds and other animals could also be heard and seen. It was an idyllic place to be in and it wasn’t a surprise they had chosen it to be part of that year’s race. They always chose beautiful places and the flag was always in the most remote place of the area chosen for the contest. Good choices anyhow.

 Finn wiggled his toes to make blood flow through them. As he did that, he closed his eyes and raised his head at the sun. For some reason, the clouds that had been covering the area all morning had mostly dissipated and now the sun could shine and bring joy to everyone, including the race’s contestants. It was nice to feel warmth on the skin, just as it was nice to participate in such an event that made people use their physical skills but also their wit and intelligence to solve puzzles and riddles.

 The race consisted in every contestant receiving a backpack with various things. They chose the backpacks randomly and each one had different things inside. However, they all received some sort of clue in order to begin the event. It was fun to do it with friends or if you liked to compete with other people. Finn, however, loved to do it because he had fun by himself. He had no friends to invite to such a thing and he wasn’t the type to enjoy competitions. He actually thought they were only for brutes.

 But he did love to enjoy himself in the woods, by a stream or just walking up and down a mountain. The problem was that he had made too much of an effort this time and his feet were too sore to continue. The game did consist in people finding the flag but they had to come back to the area’s entrance in order to win whatever prize the organizers had. Sometimes it was some money, some other times it was something like a gift card or sunglasses or things like that. The point was that with his feet hurting so much, Finn wasn’t going to get anywhere near the entrance point. He would have to forfeit from the whole thing.

 He expected someone to at least solve the hints fast and come help him go back down from the mountain. He would give that person the flag and just say he had been just behind them. The pain was increasing slowly and he was also beginning to have these pinches on his legs. It felt as if a scorpion had walked into his pants or something. For a moment he did think that was the case but then he remembered he was in a cold climate and there were no scorpions around, for thousands of kilometers.

 The young man waited up there for an hour and then another hour. By the third one, and after finishing one of the power bars that were inside his backpack, he decided to go back down by himself. He would probably get to the entrance by night, but it was really necessary for him to just go back and rest properly or even ask if they had a nurse or a doctor in place. It wasn’t normal that his feet were hurting so much. He was used to doing these sorts of things and didn’t make any sense that he was feeling so awful.

 Putting his shoes back was not an option. He did try but it made no sense to do it, as his feet seemed to have swollen up as he waited seating down. So the trek had to be done barefoot. As the mountain was covered with small stones, it hurt like hell but he then realized there were small patches of grass on it, so he tried to walk only on top of those. There were still some stones there and his feet were making him cry and yell silently, but he continued. Finn knew very well it was always easier to go down than to go up.

 He had walked up the mountain in less than thirty minutes but it took him three times that to make it to the bottom, to the tree line. There, it was almost impossible to walk barefoot. There were too many things on the ground including leaves, branches, roots and rotten fruit that had fallen from the trees. After stepping on something that looked like blueberries, he decided it was time to be a little smarter about the whole thing. So he sat back down and looked for something to use in his backpack.

 Having found nothing that could work, he did think about ripping the flag in two and using a piece on each foot in order to walk easier or at least with much less pain. However, he decided against it because the organizers could see that as something else, as him not wanting for others to find the flag, for example. So he left it alone and decided to do what he was going to do with the flag but with his own t-shirt. He took it off, ripped it in two pieces and carefully wrapped each one around each foot, trying to make something similar to the early shoes used by cavemen.

 After this short stop, he decided to continue through the forest, walking by the river that he knew he had to cross at some point. The bad thing was he had to do it by walking on top of a gigantic tree trunk but he would only worry about it once he saw the crossing. His feet were still in deep pain but at least he wasn’t carrying any more dirt or little stones between his toes. He had to make many five second stops along the way. Not only he was in pain but he was also getting very tired of the whole day.

 He heard wolves and birds and even something that seemed to be a board in the distance. That’s what made him fall in love with the whole thing: he loved nature and how free one could feel in it. The forest always felt alive and thriving, it always seemed there were many possibilities for it to move on and keep being that awesome place were everything felt so far away and where everyone seemed to be on the same level. It was almost an utopic place to be in, even if it was only for a couple of hours.

 But, by the time Finn got to the tree trunk, the sun had almost completely disappeared from the sky. He tried to move faster, climbing the trunk as fast as he could in order to cross over the river. After all, the entrance was not that far from that place and he could easily push himself to the limit in order to get there and finish the whole thing for the day. He was even thinking that he might miss the next one, just to have a bit of a rest.

 Climbing the trunk wasn’t easy and it took him various attempts to finally make it on top. Once there, he tried to modulate his breathing in order to cross in one go, not stopping at all. One, then two deep breaths and then he went. He was more than halfway through when one of his feet got a cramp and he lost his stability. In moments, Finn slipped from the tree trunk and fell straight into the water. The backpack’s weight pulled Finn down, who was in shock for the first few moments of the incident.

 However, he then tried to pull himself out but the only thing he was doing was fight a force he wasn’t able to submit. His feet were useless so his legs couldn’t propel him properly to the top. He started panicking, knowing he could not hold a long time underwater. He had never been good at that.

 Then, he felt something pull him out. He was dragged off the water and then over the grass on the other side. The sensation went away but he couldn’t see anything, as he felt he could not properly move. Then, the face of a young man such as himself appeared in front of him, all drenched in water. He smiled.