lunes, 31 de agosto de 2015

Quiero perderme...

   Cuando me desperté, me di cuenta que no tenía ni idea de donde estaba y mucho menos porqué estaba allí. El cuarto era pequeño y las cortinas algo amarillentas por el paso del tiempo y el mugre. Sentí un movimiento atrás mío y algo de brisa. Fue justo después que me puse de pie lentamente y me di cuenta que no tenía los zapatos ni las medias puestas. Estaban en un rincón de la habitación. Tenía mi chaqueta puesta y en ella estaban mis objetos personales. Con poco equilibrio, caminé hasta los zapatos y las medias y me los puse rápidamente. Sin mirar mucho más, salí de la habitación con cuidado. Traté de no hacer ruido alguno, pues por la luz que entraba por la ventana era evidente que era muy temprano.

 Me fui acercando hasta la puerta principal y entonces me quedé paralizado allí pues escuché a alguien tosiendo en algún lado y algunos pasos. Como pude, abrí la puerta principal y la cerré rápidamente tras de mi. Corrí por el pasillo hasta unas escaleras y las bajé con rapidez, aunque esto me causara un dolor de cabeza del tamaño de una casa. Por fin llegué al primer piso, donde apenas saludé al portero, quien me abrió la puerta y yo salí de nuevo corriendo hacia la avenida más cercana. Al comienzo no tenía mucha idea de en que parte de la ciudad estaba pero menos mal solo tuve que caminar dos calles para salir a una avenida que reconocía. Me revisé los bolsillos y saqué mi tarjeta del bus. Poco tiempo después estaba de camino a casa, sin tratar de recordar nada, solo con apuro de estar allí.

Apenas entré, dejé mis llaves, la billetera, la tarjeta del bus y mi celular sobre mi mesa de la sala. Mi apartamento era de apenas algunos metros así que no había mucho espacio para nada. Para lo que sí había ganas y espacio era para la cama. Me desnudé por completo y me metí bajo las sabanas y cobijas sin pensar nada. Era una mañana fría, por lo que di un par de vueltas entre las sabanas y en unos segundos me quedé profundamente dormido. A pesar de mi falta de equilibrio, evidentemente por consumo de alcohol, no tuve malos sueños ni tampoco uno bueno. Fue una mañana en blanco y me desperté hacia la una de la tarde, todavía un poco perdido en cuanto al tiempo y la ubicación.

 Por un momento, pensaba que me había despertado de nuevo en el apartamento de las cortinas sucias o que nada de eso había pasado y todo lo había soñado. Pero el dolor de cabeza al levantarme y mi ropa con olor a cigarrillo me decían que nada de eso había sido un sueño, más bien una noche bastante agitada de la cual no recordaba nada. Fui a la cocina y me serví algo de jugo y cereal y mientras lo hacía traté de recordar algo de la noche anterior. Pero nada se me venía a la cabeza. Lo último que recordaba era que había salido con amigos del trabajo a tomar una cerveza. Lo siguiente era despertar en el cuarto, casi seguro de que alguien se había levantado antes que yo.

 Mientras comía, sonó mi celular y lo contesté torpemente, casi dejándolo caer al suelo. Era uno de mis amigos que me preguntaba como había pasado la noche. En todo jocoso le confesé que no recordaba nada de nada y que sería de gran ayuda si el lo ayudara a recordar. Mi amigo se rió un buen rato de mi, diciendo que la noche anterior había tomado mucho. Habíamos estado en un bar al comienzo pero después nos fuimos para una discoteca. Ellos estuvieron algo así como una hora y yo me quedé allí solo cuando ellos no quisieron estar más. Le pregunté si me había quedado solo y dijo que no sabía pero que yo les había dicho que iba a estar bien y que me iban a cuidar.

 Después de reírnos de la situación una vez más, colgué y me puse a pensar en mis propias palabras. Porqué había dicho “que me iban a cuidar”? Quien lo iba a hacer? A quien había conocido? No tenía ni idea y tratar de recordarlo solo me causaba un dolor de cabeza horrible así que apenas terminé mi desayuno me fui al baño, desnudo como estaba y abrí el agua caliente de la ducha. La fui temperando y estuve allí más de lo normal, tratando de quitarme la resaca de encima y de recordar lo que sabía pero que no venía a mi al instante. Odiaba cuando eso pasaba y no era que pasara mucho pues rara vez yo tomaba en tales cantidades. Algo había pasado que me había hecho tomar más de la cuenta y encima arriesgar mi vida.

 Me hubiese podido pasar algo más grave. Eso concluí mientras me secaba y me ponía cualquier cosa. Menos mal era domingo, pues hubiese sido un desastre tener que ir a la oficina así, sin idea de quién o que era por completo. Porque me sentía tan confundido que no sabía de que había sido capaz la noche anterior. Al fin y al cabo había despertado en un lugar extraño… Decidí llamar a mi amigo para preguntarle el nombre de la discoteca y me fui para allá sin dudarlo. Menos mal cuando llegué estaban limpiando y haciendo cuentas, así que pude hablar con el mismo dueño. Le inventé que me habían robado algo invaluable y que debía ver las cintas de seguridad para ver con quién o quienes había estado la noche anterior.

 El tipo fue más amable de lo que hubiese previsto. Me dijo que con el consumo que había hecho la noche anterior, tenía derecho hasta de ver los libros de cuentas. Esa afirmación me asustó y traté de poner una nota en mi mente para tener cuidado al ver el saldo de mi tarjeta débito. En los videos de vigilancia estaba con mis amigos y después con un chico pelirrojo. Se me hizo raro porque no me gustaban tanto los pelirrojos pero, a juzgar por las imágenes, el alcohol me daba facultades especiales para todo, tanto para besar a más de seis personas en toda la discoteca, así como para pagar botellas de whisky y bailar como un loco hasta que cerraron el bar a las tres de la mañana. Al parecer, salí de allí con el pelirrojo.

 Le di las gracias al dueño de la discoteca y salí de allí, más confundido que antes. Puede parecer una mentira pero yo jamás había hecho nada parecido. Jamás había conocido a nadie de manera espontanea en un lugar así y mucho menos bebiendo tanto, bailando tanto y, en general, gastando tanto. Pregunté en los locales aledaños para saber si se acordaban de mi pero nadie lo hacía excepto un indigente que se me acercó a pedirme monedas. Me dijo que me conocía pero que me contaría si le daba un billete grande. Tuve que hacerlo y entonces me contó que estaba con el pelirrojo cuando salí y que nos vio fumando marihuana y subirnos a un taxi. Estaba seguro que el lugar de dijimos al taxista era algo con “brisas” o “brisa”.

 En efecto, Recodo de las Brisas era el nombre del barrio en el que desperté, lo había averiguado en el celular. Y como así que había estado fumando marihuana? Yo jamás había consumido drogas. Entonces se me ocurrió que el pelirrojo me había echado algo en el trago y que por eso me había comportado de esa manera. Apenas caí en cuenta, volví a mi casa y revisé mi estado de cuenta de mi tarjeta. En efecto había comprado más botellas de trago de lo que era moralmente correcto pero no había nada más ni nada menos. No había pagado otras cosas, ni había retirado en un cajero. Entonces no me habían robado, como yo había pensado.

 Me di cuenta que lo mejor que podía hacer era dejarlo todo de ese tamaño y dejar de pensar en la noche anterior. Era cierto que había hecho muchas cosas pero sabía que yo no era así y estaba seguro que me habían hecho algo para que así fuese. Me dio miedo solo pensarlo, pero podría haber sido peor. Tenía todo conmigo y nada faltaba así que no me habían robado. Y tuve que recordar ir a médico porque estaba casi seguro que si había consumido drogas y alcohol con ese hombre, seguramente había tenido sexo con él y era mejor ver que todo estuviese bien con mi cuerpo. Me dio un sentimiento de culpa horrible, porque todo lo que había pasado era por mi culpa, por haber estado concentrado en otras cosas y no en mi propio bienestar.

 El resto del domingo lo pasé en casa, viendo películas y televisión. Pedí una pizza y de nuevo hablé con mi amigo y le conté todo lo que había averiguado. El se rió un poco menos y me dijo que debía alegrarme de estar bien. Tenía razón en todo caso. Cuando me fui a la cama, tengo que confesar que no pude dormirme rápidamente. Trataba de recordar que había pasado después de la marihuana, quería recordar su cara o su cuerpo o lo que fuese pero no había nada en mi mente. Al otro día en el trabajo, pensé algo menso en ello, procurando no perder la concentración y estar siempre en donde tenía que estar. El día fue normal hasta que cuando volví del almuerzo me dijeron que había alguien esperándome en mi oficina. Cuando llegué a mi puesto, vi la cabellera pelirroja.

Apenas dio la vuelta al sentir mis pasos, me di cuenta de que no lo reconocía pero pude apreciar su belleza al instante. Al menos no me había metido con alguien feo, pensé. Luego me recriminé por lo superficial de mi pensamiento. Me dijo que había recordado que yo le había contado donde trabajaba y que había venido a entregarme algo. Extendió su mano y me dio un sobre. Adentro había billetes. Me dijo que quería pagar su parte del trago que había gastado y que se disculpaba por haberme dejado gastar tanto. Pero decía que yo estaba tan contento, tan feliz, que no quiso decir nada en el momento. Me dijo también que esa noche yo le dije que quería perderme y entonces me di cuenta, sin recordar nada, que él no me había echado nada en el trago ni nada parecido. Todo lo había hecho yo solo.


 Se disculpó y se despidió pero yo lo detuve tomándolo del brazo. No podía dejarlo ir.

domingo, 30 de agosto de 2015

The mansion by the woods

   The mansion had been deserted for years. No one had seen what was inside, not even the children that crossed under the broken fence and used the front gardens as a place to play the sport of their preference. They had even broken some of the remaining windows, which were not many, but never dared to enter the building to grab their belongings. They knew that the place was haunted or something worse. When they played, they could sometimes hear someone slamming the windows and punching the walls or something like that. It was very scary and they always left when that happened. For them, it meant that the spirits had been having an especially awful day and they didn’t want to have anything to do with that. They just left and wouldn’t go in for a few days.

 Curious people had also come around but never past the fence that still went all around the property. Somehow, adults felt something else than the children or were frightened easier. The thing was that every adult that came in contact with the fence started screaming and left in a huff. The truth was they instantly saw the way they would die in the future. No one knew if it was an accurate prediction but no one really wanted to find out anything about that. They just felt they had to leave urgently after seeing that and just did. Even the children saw and heard more. Adults just wanted to get the hell out before something scarier presented itself or something like that. With time, no inhabitant of the nearby town would go near the mansion, only crazies from other towns.

 Despite its fame, the mansion was not in such a horrible state, not as one would imagine. The place was falling apart in some areas but the rest looked as beautiful as always, with a mixture of different tones of marble that looked beautiful, especially in the summer. The gardens were, of course, all dead because no one was taking care of them but one could see the past beauty just by taking a stroll. Well, if anyone took a stroll around the place. The place did not looked like the typical dark haunted house. It was a very beautiful place that had fallen into disgrace and no one really knew why. Very few people remain that remember what had happened there.

 The people of the town had always been very apprehensive to anyone that wanted to live in the woods or too far from the main municipality. The mansion was constructed over a hundred years ago and even then people watched it, from afar, with disdain. They thought that only crazy people that shouldn’t be trusted would decide to live in such a place. After all, the mansion was in the margin of the forest. No one lived there and the people of the town even tried to stop the construction arguing that it was a national park. But the forest wasn’t so the mansion was built there without any modifications to its initial design.

 Things were strange even from the start. Not only many workers left the building site because they had claimed they had seen creatures coming in from the forest, but also the place remained empty for at least ten years before a family finally came in to live there. People were very displeased by this and agreed in a town meeting that no one would ever help those people, not by selling food or supplies or helping them out of the region. But that meeting proved useless because the people of the mansion would ever come to them. The only time they would come in contact with those people would be when their cars crossed the small town to go from or into the mansion. Everyone fell silent when that happened, as if a hearse had just passed before them.

 The family that lived in the mansion was said to be one of the richest in the country They owned various oil fields and mines all over the country. And somehow, they had chosen such a lost region to come and live. No one knew if that arrangement would be permanent or only through the summer but asking would mean that they cared for them and that wasn’t what they had agreed on. The family did not even realize of the antagonist reaction of the people on town. The truth was that, for them, the mansion was a small piece of paradise that was only for them. They could have built it anywhere else in the country but the grandfather of the lady of the house had loved this region when young so they went for it.

 There was a father, a mother, two little girls and the youngest, which was a strange little boy. Even people in town knew he was strange because some of the people that worked in the house would often come into town and as they had never promised to deny them any service, they would talk to them even if they were there for only a few minutes. The one who talked the most was the gardener and it was them who had told the people about the youngest boy who would never leave the house and was always in a room for only their parents to see him. The girls had a nanny and they would often spend time with the cook but the boy would never join them. They believed him to be around five years old.

 The family came and went all summers, even staying a little bit more some years. They would never get any visitors but would rather stay inside much of the time. The girls would play a lot around the gardens and where the only members of the family that had an actual exchange with the rest of the staff. The two girls were eight and twelve years old and they would always play together. They would hold hands and skip around the gardens in order to smell the flowers or follow insects or just play around. They were cheerful children and, according to the people that worked in the mansion, no one else but them actually smiled. The father was absent and the mother was always melancholic.

 Then, they stopped coming for some years and returned three years later. It was the last time people saw the girls, who were already grown up. They were very beautiful ladies and it was said that the eldest was about to marry to a well renowned banker. It was on their last visit that they decided to visit the town and greet many of its inhabitants. No one asked anything, of course, but they were all mesmerized when seeing the two women. They had nothing uncommon physically or anything but they just felt strange, like something was off about them but no one really knew what it was. After that visit, they would never come back to town or to the mansion. Only her mother would come and her father, but only some times.

 It was obvious that the man of the house had never liked the mansion or whatever it meant for him. Since the beginning, he would come and go so many times that people ignored his car after a while. People thought it was because of work but the truth was, according to the gardener that the man couldn’t stand to be in that mansion or in the presence of his wife. Somehow, and all staff agreed on this, he hated his wife and couldn’t even look at her. No one had ever seen them being nice to each other, not holding hands or sharing a nice moment. No, the woman was always crying or pacing around the house and the man would just leave and escape everything that tied him there.

 Then, one particularly hot summer, there was an explosion in the mansion that could be heard for many kilometers. Apparently it had been originated in the kitchen. The only casualty was the lady of the house. Every person in the vicinity was shocked to hear this but no one was able to go to her funeral. She was buried over night behind the house and that event marked the time when everyone left the mansion and its slow decay began. Some children now say that the tombstone in honor of the woman can still be seen but no adult had ever come that close to check by themselves. Everything had happened so fast that only years later people would start to remember and question: And the boy?


 Where was the little boy that the staff had sworn had always been kept in his room, only contacted by his parents? When the family left the mansion, no one ever saw a child with them and the gardener remembered clearly he only saw the girls and their father leave. So naturally, many people assumed the kid was still in the mansion. People would come to “rescue” him but then the visions started and no adult ever returned to the mansion. Only children that claim that the sounds where sometimes too much to bear. Some even confessed to have seen a face in the windows. But they didn’t saw a child, rather something much stranger and scarier. Something like the devil himself, they said.

sábado, 29 de agosto de 2015

Transformación

   La máquina funcionaba a la perfección. Pasando sobre mi cabeza, el pelo caía suavemente sobre el piso, formando un montón bastante grande. No había nada que hacer con ese pelo más que recogerlo todo y tirarlo. Pero vi la falta que hacía cuando me vi en el espejo y noté que la persona que me devolvía la mirada era un desconocido. Y no solo era por el nuevo corte de pelo que consistía en no tener ni un solo cabello, sino en todo lo demás. Mis ojos nunca habían estado tan rojos, me hacían parecer a punto de atacar. Además mi piel tenía un ligero tono amarillo, seguramente producto de esconderme por tanto tiempo. Me afeité al ras también y terminé así con la transformación que había estado buscando desde hacía un tiempo. Esto me haría ganar tiempo.

 Me quité toda la ropa y me metí a la horrible ducha del sitio, que estaba algo sucia y no daba buena espina de ninguna manera. Lo hice usando unas sandalias que había robado en la playa. La verdad fue que no me demoré mucho pues el agua estaba casi congelada. Solo quería quitarme de encima los pelitos que habían quedado así como despertar un poco mi cuerpo ante un día que se perfilaba como uno difícil. Tenía que decidir hacia donde debía seguir mi camino. El mundo no era infinito y si me quedaba quieto por mucho tiempo lo más seguro es que me alcanzarían y me había jurado a mi mismo que jamás iba a volver a una cárcel, prefería la muerte a semejante tormento.

 Me puse la única ropa que tenía y salí del hotelucho. Solo había pagado por una noche y no pensaba pagar más, sobre todo sabiendo que no tenía el menor deseo de quedarme en semejante moridero. Y no me refiero al hotel nada más sino al pueblo también. Era un pequeño lugar, no muy lejos del mar pero sin acceso directo a las autopistas nacionales. Así era que prefería los sitios, apartados. Lo malo es que la mayoría de esos sitios son una porquería, mírelos por donde uno los mire. Nunca entenderé ese extraño romance que existe entre la gente y los lugares apartados. Aunque también es cierto que detesto las multitudes, que tanto me ayudan cuando estoy tratando de progresar en mi viaje.

 Nadie dirá nunca que soy fácil de entender y la verdad creo que lo hago a propósito. Odiaría ser de esas personas que solo por algunos detalles son identificables en cualquier ciudad del mundo. En la calle, conté algunas monedas que tenía y me di cuenta que tal vez no tendría como salir hasta que vi un cajero electrónico y vi la posibilidad de sacar dinero. Pero no podía, porque o sino estarían allí en algunos minutos. Pero no tenía dinero para salir de allí, entonces que hacer? Entonces lo vi. Una presa fácil con automóvil. Eran un grupo de chicos que seguramente se habían desviado por algún problema. Pero ahora parecían dispuesto a salir de allí. “No sin mi” pensé.

 Me acerqué a uno de ellos y empecé a hablarle. Era una de esas personas fáciles de descifrar así que dije todo lo correcto: que era un estudiante de enfermería caminando por varios lugares sin mucho dinero. Pero que necesitaba estar de manera urgente en una ciudad cercana o sino habría más de una persona enojada conmigo. Todo esto lo hice cambiando mi lenguaje corporal, inclinándome un poco más de la cuenta, casi calculando cada movimiento de mi cuerpo. Porque sabía, desde el momento en que los vi, que los tres amigos eran homosexuales en busca de aventuras y yo no era un desconocido ante las aventuras. Ya había hecho mucho para avanzar en mi travesía y no me iba a detener por culpa de un pueblo metido en el culo del diablo.

 Mi técnica funcionó. En unas horas estuve en la ciudad y no pagué ni un centavo por ello. Lo único fue que tuve que estar a solas con cada uno de los chicos de ese auto. No me importó aunque sí les exigí protección, por obvias razones. Mi idea no era morir antes de lograr escaparme entre los dedos de la “justicia”. Cuando estuve en la ciudad, decidí arriesgarme y saqué dinero por ventanilla de mi cuenta privada. Las otras las habían cerrado pero esta no la conocían. De nuevo, cambié mi ser al sacar el dinero, fingiendo ser uno de esos hombre que coquetea con lo que se mueva. Era increíble lo fácil que las personas ignoraban mi aspecto y decidían creer lo que fuese que yo quisiera que creyeran.

 La joven que atendía en el banco estaba tan encantada con mi mirada y mis piropos gastados pero bien usados, que no recordó sellar mi recibo por lo que no quedó registro de la transacción. No siempre podía hacerlo pero el hecho de que había salido así era una buena noticia para mi pues había sacado suficiente dinero para seguir fingiendo ser  muchas personas excepto yo mismo. Lo primero que hice fue ir a comprar ropa para tener variedad y así poder hacer lo que hacía con mayor efectividad. Me compré una mochila algo más grande y después celebró mi pequeño triunfo con una cena deliciosa para mi solo. Era extraño pero estaba más feliz que en ningún otro momento de mi vida.

 Decirlo o pensarlo era triste por era la realidad. Mi niñez, mi adolescencia… Toda había sido una porquería pero en ellas había aprendido a mentir y a ser convincente. Después pude salir adelante pero fue entonces que todo recayó en mi y tuve que escapar. Yo no creo en la justicia y no pienso lanzarme a los leones para desgastarme y perder el tiempo tratando de demostrar mi inocencia. Ya sé que lo tienen todo muy bien arreglado para fingir que investigan y hacen y piensan pero ya todo fue hecho y pensado. Si me atrapan, estaré condenado desde el primer momento y eso es algo que no pienso afrontar.

 Me arrestaron unos meses y luego me soltaron, nada más para tener algo de tiempo para encontrar mil y un maneras de inculparme. Esos meses me volvieron casi loco y supe que por nada del mundo debía volver a semejante lugar. No podía permitir, de manera alguna, que me arrastraran a las sombras con ellos. Así que lo siguiente que hice fue desaparecer, engañando a una tonta mujer que creía que yo estaba enamorado de ella. Si ella hubiese sabido lo que pienso del amor, rápidamente me hubiese lanzado a los policías sin piedad. La gente hace muchas estupideces cuando cree que hay posibilidades de no morir en soledad o de no poder cumplir sus más ridículos sueños. Yo ya no sueño porque no me da el tiempo ni el intelecto para semejantes estupideces.

 Al día siguiente de llegar a la ciudad, me di cuenta que debía acumular dinero para seguir así que me di tres días para acumular lo más posible. Luego compraría un pasaje de tren y cambiaría mi estrategia. Engañé a muchas personas en un solo día. No solo me acosté con hombres y mujeres, cosa que me daba lo mismo, sino que robé y mentí. Y todo con mi inconfundible don para transformarme frente a los ojos de la gente, que nunca miran donde deberían sino por encima de la realidad, porque ella los molesta. Cuando creían que era un niño rico de mamá y papá, me seguían como si mi palabra fuera ley. Pero cuando fingí ser indigente, era invisible, más que nunca.

 Al tercer día tuve una buena cantidad así que compré un boleto de larga distancia y me subí en el tren sin dudarlo un segundo. En la estación, sin embargo, tuve un encuentro con una sombra del pasado en forma de uno de los varios agentes de la policía que habían querido arrastrarme a la oscuridad de la cárcel. El tipo no estaba trabajando sino con su familia pero lo reconocí al instante. Recordé al instante como él había sido uno de los que había ensuciado mi nombre y había disfrutado un día que los guardias me habían cogido a patadas sin razón aparente. Era un animal y ahora fingía ser un hombre de familia honorable. Lo hacía mejor que yo el desgraciado.

 Se subió en mi mismo tren y tengo que decir que tuve que controlar mis impulsos. Mientras la campiña pasaba a toda velocidad por el lado de la ventana, caminé por el pasillo hasta llegar al carro donde estaban él y su familia. Tenía un hijo pequeño y su esposa era demasiado bonita para él. Seguí de largo, hasta el vagón restaurante donde tuve que arrodillarme para conseguir uno de los uniformes de los camareros. Esa noche le serví un trago muy especial a mi amigo policía y me perdí en la mitad de la noche, cuando el tren tuvo que hacer una parada imprevista, al producirse una extraña muerte en el vagón restaurante.


 Esa noche caminé y caminé hasta que me encontré con otro de esos puebluchos de mala muerte. Pero esta vez tenía que ser suficiente, al menos por unos días. Fingí ser un hijo de campesinos y rápidamente conseguí un trabajo en una de las más grandes granjas del pueblo. Me daban hospedaje y comida por mi trabajo, que era partirme el lomo todos los días ayudando donde fuese necesario. La verdad es que en ese momento me sentí de nuevo feliz, como cuando tuve el dinero para hacer lo que quería. Supongo que me siento feliz cuando logro algo. Una noche después de labrar la tierra, y de conseguir algunos cigarrillos, me senté en la oscuridad a fumar y a pensar. A cuantos más tendrían que matar para ser finalmente libre?

viernes, 28 de agosto de 2015

In their minds

   Joanna let her tray fall flat to the ground; make a very loud sound and spilling everything everywhere. Everyone around her stopped right where they were and looked at her, as if she had exploded herself. She had fallen to her knees and was grabbing her head, saying something very fast over and over and over. Some people tried to get close and help her but they would suddenly get a horrible headache. One teacher started bleeding through the nose and young girl fainted. But after a couple of minutes, Joanna fainted and she was taken to a hospital. Everyone in the school talked about it for days and concluded, very fast, that she was just insane. It wasn’t unheard of that students could become crazy and that’s what everyone thought had happened to Joanna.

 But in the hospital, the doctors did not find any anomalies on her brain or anywhere else. Her body was in perfect shape except for the fact that this was the third time she was admitted for a similar event. However, this time seemed to be special as, a full day after the incident, she was still sleeping and the doctors could not do anything to wake her up. Her mother, father and brother came in and tried to help the doctors but it was useless. Joanna would remain sleeping and also mumbling whatever word or words she had thought about just as the incident happened. Her mother stay in the hospital with her a whole week until finally Joanna woke up, as if nothing had happened. She was scared. She had no idea what had happened and the fact that a week had passed her by didn’t help to calm her down.

 The doctors checked her up one last time but couldn’t find anything abnormal. They asked Joanna’s mother to get her to a psychiatrist in order to help them with her problems at school. He had said it as if Joanna had done something awful to one of the students or something but the truth was that every time something happened, Joanna suffered the only real injuries. The nosebleeds and fainting were nothing compared to what she described as a massive headache, where she could hear many voices inside her head. But these voices were not random ones but the voices of her classmates, her teachers, her family… Something was very wrong with her and it was Joanna who first said so in therapy.

 She went to the psychiatrist two times per week and her parents decided to home school her, at least for the remainder of the school year. It was obvious she wasn’t ready to be with other kids and seeing them everyday after what they had seen her go through was clearly not the best idea in the world. And the truth was she didn’t miss anything about school. After the first incident, when she had started screaming in gym class, every single one of her so-called friends stopped talking to her. They only looked at Joanna as if she was a freak and made noises and mocked her. So she was happy to get rid of that.

 Her parents did not know this. Only the psychiatrist knew and she had told Joanna that it was very normal to see fear as a reaction when people didn’t know what was happening. In their sessions, they always talked about the voices in her head and that, once she had realized they were the voices of her classmates, she could choose to hear one of them over the others. And that made her even more nervous. When she let the tray go in the middle of the cafeteria, she had happened to break in the thoughts of a boy she had always found mysterious and handsome. And inside of him, he heard the most awful things, thoughts of suicide and of killing others. He felt guilty and alone. For her, it had been very painful to hear him in her head, so she let the tray go and screamed.

 The psychiatrist thought that Joanna was internalizing a lot of anxiety and had created this “power” in order to get attention. She thought Joanna had channeled a huge amount of feelings into one single event and now she thought she heard people’s thoughts. In the following sessions, the doctor tried to get Joanna to understand that what she heard was just herself. She had created this great power but now she had to let her go in order to get better. Joanna did as the therapist said and followed her every advice. She began doing yoga to relax the mind and started talking to her mother and father in order to have a better connection to them, as a real family should be.

 The truth was they had always been a little bit too private. Her parents were the kind of people that think that their children should be shielded against everything, even the fact that the parents are humans and have feelings and failures too. It was hard for them to tear down that wall they had built around their two kids but day by day, they made progress and Joanna started to get better. She was smiling again and soon she had finished her school chores and exams. She did it sooner that her classmates in the actual school, so her parents and the therapist agreed that the best thing would be for her to get some responsibility.

As summer was beginning, her mother found her a job as a lifeguard in a public pool not very far from home. Joanna was not thrilled about the idea but decided that she could use the money and maybe it could be the beginning of her working life. The first day, it all went perfectly. She helped many children to their parents and even saved one girl that had fallen by accident. Many people praised her and thanked her. She saw many people that she knew from school but decided not to say a word to them. That was the past for her and she did not want to go back to it. That evening, she told everything about her day to her mother and she was happy that her daughter was so much better now.

 But then, it happened again. Joanna was in her post, looking at the kid’s pool when a gorgeous young man came in. He was very handsome and his swimming gear was perfect on him. Joanna smiled to him and he smiled back and then she could hear his thoughts. Only that this time, it wasn’t painful. She didn’t collapse or scream. She had learned to relax so the voice just came in and she heard him think that she had beautiful her. She went a bit red on the cheeks and decided to try it out with other people. She saw a mother with her child and heard her think about the father of his son and how worried she was he may not come back from his next business trip. Apparently, she though he was cheating on her.

 It was the best thing that had ever happened to her because she realized that her gift was not something awful and hurtful but a great way to know what people were thinking in order to make their day happier. She brought balloons for kids that were sad and tried to cheer up many people by doing fun activities like exercising in the water. She was glad to be of help and for people to finally like her as she really was. At night, she would write it all in a journal and even thought of telling herm other but she stopped short because she realized it would be too much of a crazy story for her to believe it. If she said anything maybe her mom would think she needed more help or something more permanent to help her and Joanna did not want to go to any more doctors.

 She did, however, go to her therapist one more time. It was her last appointment and she wanted very thing to go great but she had the feeling she had to tell someone about her powers and how now they were just good and under control. But the therapist was an adult and adults did not take these things as good things, always afraid of everything. She went through the whole session without any reference to her powers until the phone rang and she couldn’t resist knowing what it was about. She realized the therapist was talking to the boy she had heard in school, the one with suicidal thoughts. Joanna had described him to her. He was called Evan. And he was her next appointment.

 Without any hesitation, she asked her therapist if Evan was going to be ok. At first, the woman seemed surprised but then she calmed down. Joanna asked her if she believed in her powers now. She read her man and asked her why she was thinking Joanna was unbalanced. The doctor smiled and told Joanna that Evan had serious problems, because he had already tried to kill himself only a few days ago. Joanna went the rest of the session trying to pretend everything was fine but the truth was she remembered how Evan had felt in school and needed to see him herself. After the session, he was there and, crazy as it sounds, she talked in his mind, asking him to join her in the hall.


 She had no idea if that could work but moments later she heard Evan apologize to his mother and the doctor, saying he really needed to pee. He stepped outside and joined Joanna. They looked at each other. Evan was a little bit scared and shaken and Joanna was too but also hopeful of what her powers could do. Then, she just hugged him tight and he responded the same way. They did not say a word, only Joanna left another message in his mind: "call me soon". She left and he went inside. And they both felt better about themselves because they had realized they were never alone.