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viernes, 22 de enero de 2016

Para la eternidad

   La última parte de la casa que consumió el fuego fue el ático. Aquel lugar mágico que durante tanto tiempo había sido el refugio del artista y sus modelos. Porque no fue uno sino muchos pero el último fue el más importante, sin duda. Las llamas avanzaron lentamente, consumiendo casi con placer cada una de las pinturas terminadas que se encontraba enrollada en algún lado o enmarcada y contra la pared, sin nunca haber intentado siquiera ser colgada como debería serlo una obra de arte.

 De pronto era porque estas imágenes eran de carácter privado y solo habían sido exhibidas una vez y con esa vez había sido suficiente para ellas y para su artista. Él ya no existía y su modelo estaba lejos. Cuando se enteró del incendio, solo sintió y siguió con su vida porque no había nada más que hacer. Lo que habían vivido en ese lugar era algo de ellos, algo que no quería compartir con nadie más así que simplemente se alejó.

 La verdad es que solo una de las pinturas sobrevivió intacta. Por alguna razón el artista había sido muy cuidadoso con esa pieza en particular y la había guardado en uno de esos tubos que sirven para guardar planos de arquitectura y demás obras de gran tamaño. El tubo no estaba hecho de cartón ni de nada parecido, así que para cuando el incendio fue apagado por los bomberos, todavía resistía el calor abrasador de las llamas. Fue, de hecho, uno de los investigadores de la policía el que sacó el tubo de entre las cenizas y contempló la pintura. Fue la primera vez que alguien lo hizo, después de muchos años.

 Al policía le encantó la imagen: era un hombre completamente desnudo en lo que parecía una pose de gran felicidad, tenía los brazos en el aire y una sonrisa enorme en la cara. El estilo era bastante particular, no fiel a la realidad pero lo suficiente como para sonreír al mismo tiempo que se veía la sonrisa en la cara del modelo.

El policía no sabía nada de arte pero sabía que le gustaba mucho la obra y quiso quedársela pero eso no pasaría a menos que alguien reclamara las posesiones de la casa, cosa que parecía que no iba a pasar pues pronto pasaron los días, un par de semanas, y nadie aparecía para decir nada del lugar. Lo único que el policía hizo en ese tiempo fue llevar la imagen a un experto en arte y preguntarle si conocía la obra o al menos el estilo.

 El critico dijo que estaba fascinado con la técnica y ese extraño sentimiento que daba la pintura pero lamentablemente no sabía quién era el artista. Revisó cada milímetro de la pintura y encontró, en la parte trasera, un código que normalmente se usaba para clasificar obras en galerías así que lo más posible es que había sido expuesta en algún lado. Encontrar al artista era posible.

 El detective era un hombre casado hacía poco y con poca experiencia en el mundo policial. Por ser “el nuevo” lo alejaban de los grandes casos como eran los que tenían que ver con secuestros u homicidios o cualquier cosa que pudiera ser un verdadero reto para un detective. Así que la mayoría de las veces se dedicada a hacer el papeleo de los demás o a casos que para él no significaban un avance significativo en su carrera como la pérdida de una mascota o de algún bolso en una estación de metro.

 El caso de la incendio y de la pintura misteriosa era suyo porque a nadie le interesaban los incendios en que solo se quemaban las cosas y no moría nadie. Así que no había ni un solo interesado en quitarle el control de la investigación. Se puso entonces a buscar en internet el código que había detrás de la pintura, además de investigar quién era el dueño de la casa, aunque eso había probado ser un callejón sin salida pues era una empresa la dueña y no una persona.

 La empresa se llama Daisy y lo que hacía era exportar flores a todo el mundo. El gerente general ni siquiera sabía que la empresa poseía esa propiedad e incluso dudó que fuera cierto, tal vez un error en los archivos de la policía. Esto el detective se lo tomó mal pues habiendo estado sumergido por tanto tiempo en los bajos fondos de la policía, sabía que eso de los errores no pasaba tan seguido como la gente creía. Pasaba más que los archivos estuviesen incompletos, eso era ya otra cosa.

 Acto seguido, se dirigió a la dueña de la empresa. Vivía en una casa de campo y fue allí que encontró la primera pista. La mujer tenía unos setenta años pero se encontraba muy bien de salud y de hecho le pidió al detective que no la demorara pues tenía una fiesta de beneficencia a la que debía llegar y no podía dejar de ir. Al mencionar la casa, el detective se dio cuenta que había despertaba un recuerdo en la mujer, pues su apuro se desvaneció y se tuvo que sentar. Uno de sus empleados le trajo un vaso de agua y el detective tuvo que esperar hasta que la mujer hubo tomado mejor color.

 Resultaba que esa era la casa donde ella había crecido. El barrio donde estaban ahora las ruinas era uno de los más tradicionales de la ciudad y en su época había sido el centro de la vida de élite pero ahora era un barrio de estudiantes y artistas. A ella le cayó muy mal el hecho de saber que su casa de infancia ya no existía y no entendió nada de la pintura o del artista. Le aseguró al detective que no sabía nada de nadie que viviese allí pues ella recurría a una agencia inmobiliaria para que manejara sus bienes raíces. De hecho, ella ni recordaba que la casa seguía bajo su posesión. El detective la dejó entonces, todavía afectada por la noticia.

 Se dirigió entonces a la agencia inmobiliaria y allí fue casi imposible recibir una respuesta directa. Primero porque todo el mundo parecía inmerso en sus asuntos, en su trabajo y en todo lo que tenía que ver con lo que hacían allí. Incluso parecía que ni habían visto que el detective estaba allí de pie, como una lámpara. Cuando por fin detuvo a alguien para preguntar lo que necesitaba preguntar, le dijeron que esa información era confidencial. Él mismo tuvo que llamar a la dueña de la casa para aprobar que abrieran el archivo pero no sirvió de mucho: el lugar parecía estar subarrendado pues la persona que en teoría vivía allí era otra mujer mayor que ahora estaba en un hogar para gente mayor.

 Frustrado, el policía solo tenía a su esposa para explicarle lo mucho que quería solucionar todo eso. Sentía que la sonrisa del hombre era como la de la Mona Lisa, guardando un gran misterio que quién sabe si sería posible conocer alguna vez. Ella lo consolaba y le dijo que de pronto el fuego había consumido todo menos ese cuadro precisamente para perpetuar esa imagen tan poderosa que nadie nunca podría descifrar. Pero entonces el detective tuvo una idea. Besó a su mujer y le dijo que volvería en un rato.

 Cuando llegó al edificio donde trabajaba, no se dirigió a su oficina sino al archivo, donde se guardaban todos los objetos que encontraban en las escenas de los muchos crímenes que había en la ciudad. Pidió la llave de siempre y se dirigió a una caja donde estaba el tubo pero también otros objetos. Su mujer le había hecho caer en cuenta que el tubo no había sido el único sobreviviente del incendio. Había objetos pequeños que también habían sido recogidos por la limpieza de la escena, nada muy importante. Lo revisó todo con cuidado pero no encontraba lo que quería hasta que dio con un celular quemado.

 Pidió herramientas para sacar de él una memoria que no estaba dañada y allí encontró unas cien imágenes. La mayoría eran de sitios, de paisajes y demás. Pero había una en la que un hombre devolvía la mirada. No era el del cuadro pero era, tal vez, otro misterio resuelto. Era el artista, con manchas de pintura y sus pinceles, sentado en un taburete y sonriendo.

 Al día siguiente, por fin pudo el detective determinar que el nombre del artista era Jonás Hegel. Parecía un nombre extranjero pero no lo era. Era sobrino de la mujer que debía vivir en la incendiada, ella misma terminó recordando que lo dejó vivir con ella y que a veces invitaba a sus modelos para pintar en el ático. Pero recordaba también que al final era solo uno y por eso decidió irse, pues sabía que Jonás se había enamorado y pensaba que necesitaría todo el lugar para formar una familia. Lamentablemente, eso nunca pasó. Jonás murió después de esa exposición de arte, que había sido su primera y la única.


 Del modelo nunca se supo nada. La vieja mujer no recordaba su nombre y por mucho que el detective revisó fotos, archivos y demás, no pudo encontrar ni su imagen ni su nombre por ningún lado. Era como si la vida no quisiera que se supiera nunca quién había sido. Lo único que quedaba de él era esa pintura, ese cuerpo danzarín y esa sonrisa que duraría para toda la eternidad.

martes, 25 de agosto de 2015

365

   Hace un año me sentía como una mierda. Para que les voy a cambiar la palabra cuando esa describe a la perfección lo que quiero decir? Así era, una mierda completa pues no tenía ya más salida que respirar y calmarme. No había más que hacer, nada más que elegir y nada más que pensar. No había oportunidades, ni opciones de ningún tipo y la verdad era que no veía como nada pudiese salir bien alguna vez. Hace un año me sentía traicionado por mi propio cuerpo y por mi propio ser. Todo se había puesto en mi contra y había llegado al punto de lastimarme a mi mismo porque no tenía nada más que hacer, no tenía otra válvula de escape. Todo esto es cierto, no es una historia que estoy inventando ni un cuento como los otros 364 que he escrito en esto últimos días.

  De hecho, no creo que nadie nunca haya pensado que este era un cuento. Cuando alguien escribe de lo que sabe, de lo que ha vivido y por lo que ha pasado, se nota. Puede que no sea escritura excelente de esa que pretenden escribir los disque grandes maestros, pero es algo que leer y es real. Personalmente, creo que eso vale mucho más que un montón de lindas palabras buscadas en el diccionario de sinónimos y antónimos. Con mi historia personal no quiero sorprender a nadie ni nada por el estilo. Lo que quiero es decirla y ya. Si ayuda a alguien o no, no es mi problema y no es mi objetivo. No soy asistente social ni nada por el estilo así que no esperen que tenga un bonito mensaje porque simplemente no lo hay. Lo que hay es la verdad y la verdad no viene con mensajes.

 En esa ocasión, me golpee a mi mismo y me hice sangrar. Mi cuerpo entero tembló y me odié. Puedo decir que mi persona menos favorita en ese momento fui yo mismo y fue ahí cuando caí. No pude hacer nada más porque no había nada más en el mundo para mi. Soy un tipo de 27 años desempleado que vive con sus padres y que estudió una carrera en la que solo se tienen dos opciones: o conoces gente o te prostituyes hasta que se den cuenta que sabes sumar. Porque tu creatividad o tu imaginación no le importan a nadie, a menos que mucha gente sepa quién eres y eso en algún momento los incentive a darte una oportunidad. Ese es el mundo del cine para ustedes.

 Es un mundo encantador y sigo enamorado de él pero, de pronto, no tanto como antes. Al fin y al cabo es un mundo hecho para valientes y personas con tesón y peso en el pantalón como dicen por aquí. Pero yo no tengo nada de eso y la verdad es que no soy un luchador de causas ni siquiera de las mías así que una vida de tanto trabajo y esfuerzo y sacrificio no es para mí. Por eso no podría ser tampoco monje aunque creo que ser homosexual y agnóstico no me hacen el mejor candidato para esa vida tampoco. Así que me quedé sin mundo propio cuando muchos antes, felices o no, en el suyo propio.

 Quiero uno para mí. Y por eso fue que me inventé este espacio y pensé que escribir cada día podría ser una terapia para mi mente e incluso para mi cuerpo. Sí, fue algo que me inventé yo mismo porque ya lo había venido pensando o haciendo, de una manera o de otra. No me dio la idea uno de esos sicólogos a los que no les creo una palabra. Personalmente creo que todo ese mundo, porque también lo es, es uno lleno de mentiras y patrañas ridículas para hacer que la gente crea que esta mejor pero en verdad está igual. Los sicólogos para mi son solo ratas que se alimentan de los males de los demás. Y si usted lee esto y es sicólogo… Pues no me interesa su opinión. No tendría sentido alguno que me interesara.

 En todo caso, escribir sí me ha ayudado bastante. Me obligo a mi mismo a tener un horario, a estructurar mi tiempo y a tener un ritmo de “trabajo” constante. Por supuesto que nadie me paga porque a nadie le pagan por hacer lo que le gusta, sea lo que sea que digan algunos. Pero eso no me interesa. Nunca he ganado un peso en mi vida y no me voy a venir a obsesionar con eso ahora. Obviamente quisiera ganar de dinero pero pues ya se verá si algún día tengo para pagar unas medias yo mismo o si siempre dependeré de la bondad de mis padres. El dinero es algo tan asqueroso pero necesario, pues alguien se lo inventó para hacer que unos fueran más que otros y lo logró muy bien. Tan bien que alguien sin dinero se le considera un pobre diablo.

 Mis padres. A ellos les debo todo. O más bien debería decir a mi familia, eso sí familia nuclear: papá, mamá y hermanos. Porque el resto, aunque hay algunos que me caen bien, me da un poco igual lo que pase en sus vidas. El sentimiento de pesar no lo tengo muy desarrollado y se requiere de mucha empatía para que empiece a funcionar. Tal vez por eso me siento más cercano a algunas personas con las que no comparto sangre que con esas personas que dicen ser mi familia. En todo caso, mi familia nuclear es el apoyo más grande que he tenido en este año. No sé si ellos lo saben pero lo son y no, no creo que deba decírselos. Para qué matar la magia de las cosas?

 Mi vida antes era muy distinta pues era el mundo mismo, las decisiones familiares y propias las que habían estructurado mi mundo. La educación sobre todo era la que me tenía, a falta de mejor expresión, a raya. No me dejaba pensar en otras cosas que no fueran el estudio, con contadas excepciones por supuesto. Tampoco voy a pretender ser un “nerd” o algo por el estilo. Solo ver mis calificaciones del colegio les probará que eso obviamente no es verdad. Pero siempre me sentí seguro por esa estabilidad temporal, si es que se puede llamar así. Odié el colegio y amé la universidad pero independientemente de eso, me sentía seguro en ambos sitios. Por eso cuando dejé de hacer algo, me perdí.

 Tuve que hacerme sangrar para darme cuenta que las cosas habían cambiado y que siguen cambiando porque así es la vida. Nada se queda para siempre pues para algún lado tiene que moverse. Por eso hace un año cree esta estructura literaria para seguirla todos los días por un tiempo y tratar de hacerla conocer a la gente. Eso ha tenido resultados diversos porque, a pesar de un práctico contador en la página en la que subo estos textos, no tengo ni idea cuanta gente de hecho lee lo que escribo cada día. De pronto algunos comienzan pero lo dejan, otros abren el enlace por error y así. En esta ocasión, debo decir que no me da igual pues si quisiera que la gente leyera lo que escribo porque le llama la atención.  Pero no hay manera de obligar a nadie a nada así que hago lo que puedo y no más.

 Un año de escribir todos los días puede oírse parecer algo cansado o difícil pero la verdad es que, la mayoría de los días, no lo ha sido. Por supuesto, hay días que me despierto y no tengo ni idea que es lo que voy a escribir. Verán, escribo apenas me despierto y después desayuno. Lo he hecho así porque mis sueños han proporcionado muchas de las ideas que termino usando para escribir relatos así que si escribo apenas me levanto tengo los recuerdos más frescos. Y no, no escribo mis sueños sino que me baso en algo que recuerde, lo tomo y lo convierto en algo más. Otras veces solo invento de la nada o me baso en experiencias o en cosas que conozco de algún momento en mi vida.

 El acto de escribir, como tal, debo decir que es tremendamente fácil. No sé si es por mi imaginación, pero así lo siento.  Lo único de verdad difícil es que se puede uno bloquear de la nada y eso sí que duele. Menos mal, sé que con esfuerzo puede uno saltar sobre esa barrera. Además como yo escribo una historia distinta todos los días, resulta algo más fácil que si escribiera una novela. Y como dije antes, aquí nadie dice que esté escribiendo obras maestras de la literatura. Y no aspiro a eso porque no creo que el arte, el que sea, deba ser esa cosa inalcanzable que solo los artistas míticos pueden alcanzar. El arte es imaginación y todos la tenemos así que todos tenemos la capacidad de ser artistas.

 Bueno o malo, eso depende del ojo que lo mire y hay miles de millones de ojos que miran. Que ojal le ﷽﷽﷽﷽﷽﷽alo, eso depende del ojo que lo mire y hay miles de millones de ojos que miran. Que ojal sea, deba ser esa cosa inalcaá esos ojos pongan atención porque eso es lo que más necesitamos y no solo como artistas sino como seres humanos. Necesitamos que nos escuchen, que nos sientan y que vean, así de simple. No hay nada peor que sentirse invisible en un mundo en el que, cada vez y por más razones, somos más invisibles que nunca. Sea por nuestra apariencia física o lo que hacemos,  algunas personas ni nos ven y otros, en cambio, son el foco de atención de todos los que están a su alrededor.


 Supongo que seguiré escribiendo hasta que otra estructura reemplace está que me hice a mi mismo. Pronto, por fin, tendré una nueva oportunidad. A veces me da miedo y otras veces me siento con ganas de afrontarlo. Y la verdad es que lo único que quiero es estar tranquilo. Yo no quiero fama o fortuna, lo que quiero es ser feliz y estar en paz conmigo mismo. Y, por supuesto, que me vean y reconozcan que soy alguien porque, debo decirlo, necesito que me vean. Es una necesidad, tal vez innecesaria, pero una necesidad al fin y al cabo. Pero aclaro que estoy bien y que seguiré estándolo mientras pueda respirar y sonreír de vez en cuando. Es lo más importante.

domingo, 17 de mayo de 2015

Había una vez… No, ni mierda.

   Había una vez… No, ni mierda. Porque había una vez? Que es lo que había y porque solo fue una vez? No, eso ya no sirve. No se puede empezar un cuento pretendiendo que alguien crea que algo paso solo una vez, eso de entrada ya es muy sospechoso. Eso sí, se supone que elimina cualquier posibilidad de duda de porqué y como pasó: como nadie estuvo allí, ni siquiera se sabe con exactitud que lugar y cuando es allí, entonces todos liberados de resolver una duda que, seamos realistas, la mayoría de la gente no se hace. Y si lo dudaran, los culparíamos de hilar muy fino. Aunque eso no es malo y quiere decir que alguien esta poniendo cuidado.

 No, después resolveremos como empezar. De pronto lo mejor sea imaginar lo que pasa en cada parte de la historia. Se supone que un cuento, así como una novela o una película, está dividido en tres partes: comienzo, nudo y desenlace. Pero a mi eso no me gusta. La vida no tiene desenlaces definitivos, salvo la muerte y a mi no me gusta matar a mis personajes. Es cruel y creo que no sé matarlos bien. Nadie creería que están muertos. Si fuese yo un asesino sería el más torpe de todos porque no puedo hacer creíble ni siquiera un disparo a la cabeza, y eso es mucho decir.

 Eso sí, estamos de acuerdo, que tiene que pasar algo. Pero que? Que puede ser interesante, llamativo, incluso especial? No, original no busco y no lo busco porque simplemente eso no existe. Pobres aquellos que se creen tan únicos e irrepetibles que creen que tienen la capacidad de crear algo cien por ciento original. Eso ya no existe. Solo somos seres humanos y lamentablemente no somos infinitos, no somos como el universo que sigue creciendo y creciendo y parece que no para nunca. De pronto algo con el espacio? Parece que todos los sueños y posibilidades pueden reproducirse ahí…

 Ah bueno, y falta por definir que tipo de historia contar. Algo muy romántico no es mi estilo, demasiados besos y abrazos no es lo mío. De pronto es porque en mi vida no he sabido mucho de eso entonces mis romances escritos terminan siendo tan acartonados que incluso el ser vivo más seco del mundo se da cuenta de que eso de real no tiene nada. Y no es que no me intrigue el amor y todo lo que despierta, y también lo que ignora y duerme a la fuerza. No sé, no esta vez, de pronto en otra ocasión haré algo sobre un tórrido romance.

 Esa es otra! El sexo escrito. Creo que ese sí lo se hacer muy bien (escribirlo… aunque porque no, hacerlo también) pero a veces puede uno pasarse de todo y llegar a ser casi pornográfico. Los detalles son muy fáciles de dar y cualquier trazo de romance se puede perder entre tantos detallitos que van y vienen y que pueden hacer emocionar a más de un lector. Cosa que, de hecho, es lo que como escritores debemos lograr. Aquellos que escriben pornografía lo saben muy bien pero es que ellos buscan una reacción sencilla y muy básica. Nosotros, es decir los escritores independientes, buscamos algo más fuerte, que cale más hondo en los sentimientos y pensamientos del lector.

 El típico drama. Eso es lo que haré. A todo el mundo le gusta una historia que puede llegar a salir muy mal o muy bien y, si la plantea uno de la mejor manera, se engancha al lector para que nos siga y quiera descubrir si termina todo mal o bien, dependiendo de la visión personal que uno tenga de esas dos caras de la vida. Es sobre todo interesante, al menos para mí, plantear problema que puedan parecer cotidianos y solo cambiarles el contexto y darles vida, con una buena interacción entre personajes o amoldando la vida del personaje principal tan bien que los lectores no tengan dudas en interesarse por ese ser inexistente (al menos en el mundo físico).

 Ya tengo una idea y eso es definitivamente lo más importante. Además, que sería de este mundo sin ideas, sin imaginación? Ciertamente sería un mundo difícil en el cual vivir, estéril y solitario. Me da lástima cuando me doy cuenta que la mayoría de personas en el mundo actual no tienen ni una pizca de imaginación comparados apenas con personas de hace veinte años. La juventud, sobre todo, está jodida. Hoy en día no tienen ideas y cuando las tienen resultan ser la repetición de la repetidera: personajes tan plásticos e irreales que incluso resultado desagradable cualquier interacción con ello.

 Eso sí, todavía hay imaginación y pareciera que unos pocos la acaparan pero supongo que eso es porque la mayoría de la gente hoy en día tiene otras “preocupaciones”. Con esto me refiero a que están ocupados trabajando para vivir y viviendo para trabajar pero nunca nada más viviendo. Además, creen que lograr algo en la vida es comprar algo de cierta marca, o cierto objeto que los suba de nivel socialmente para fingir que son algo que nunca van a ser, alguien que jamás ha estado allí dentro de sus cuerpos, alguien que solo actúa como un títere pero está igual de vacío por dentro, sin ideas ni nada.

 Porque yo, lo admito, no creo que la gente cambie en nada, nunca. Muchos dicen que las enfermedades terminales o los acontecimientos traumáticos cambian a la gente de la noche a la mañana pero yo no me creo eso. Ni el cáncer ni un secuestro cambian a nadie sino que lo sacuden y reordenan las prioridades que la persona ya tenía. No es que hayan nuevas prioridades. Los seres humanos somos muy tercos y todavía muy obstinados en tonterías para aceptar cosas nuevas o el cambio. Por eso hay ese eterno enfrentamiento entre jóvenes y adultos. Es difícil aceptar que el mundo cambia pero ellos los ven, no es que se nieguen a eso. En todo caso la gente no cambia, no evoluciona mágicamente. Mejoran todo lo que pueden mejorar.

 En todo caso, volvamos a lo nuestro. Tengo la idea de una historia, ya veré como empezarla y ahora necesito personajes reales o al menos que lo parezcan. Lo mejor es hacerlos con algún rasgo marcado y no tan simples como a veces nos gustaría. Además, tienen que ser fieles a sus contrapartes humanos y en sentido tener gustos y problemas, porque no existe un ser humano sin esas dos cosas. Los problemas y como los resolvemos o como fracasamos en resolverlos no hacer ser quienes somos. Es gracias a ello que terminamos siendo de cierta manera y un personaje los necesita solo para ser creíble, real.

 No, no hay que hacer listas interminables de descripción de personajes ni hay que plantearse TODA la historia antes de empezar. Esas son estupideces, son seguros idiotas que solo toman los que tienen demasiado miedo de empezar a pulsar teclas o calentar un lápiz o un bolígrafo. No, hay que dejar que todo fluya y creo que es mejor hacerlo así desde el comienzo. Hay que admitir que muchas cosas apestarán, serán terribles para el lector pero la verdad es que al comienzo el lector no importa. Al comienzo lo que importa es entrenar y lo que se entrena escribiendo es el cerebro y capacidad de imaginar grandes historias.

 Ya después se va desarrollando la técnica que puede ser única para cada persona. Al fin y al cabo, no hay una sola manera de hacer nada. Siempre hay al menos dos y si es un trabajo creativo hay tantas maneras como personas en el mundo, y esa es la belleza que tiene todo trabajo basado en la imaginación, que crea obras, pequeñas o grandes, buenas o malas, que son todas únicas e irrepetibles pero esta vez en el mejor sentido de la palabra. Porque no importa si falla uno en el cometido o si la historia no llama la atención como quisiéramos. Es aprender a montar bicicleta y eso no se comienza en la carretera con una de carreras.

 De pronto es que yo soy muy relajado, aunque me preocupo y mucho, pero creo que entre más se empuje algo, es más factible que el suelo debajo se venga abajo y uno con todo lo demás. Hay que ser paciente, muy paciente a veces y tratar de hacer comprender a quienes estén alrededor porque el apoyo si es algo muy necesario, que todos debemos recibir para sentirnos completos y con el impulso necesario para seguir adelante, sin importar lo que diga nadie.

 Porque hay que recordar, y esto aplica para todo, que el mundo está lleno de idiotas. La gente se lanza a la piscina de la ignorancia y le fascina. Porqué? Simplemente es más simple. Una persona ignorante no se pregunta nada y tampoco duda de nada. La duda es de hecho la madre de la imaginación y por eso es tan importante detenerse a pensar en lo que pasa alrededor, porqué pasa y si podría pasar de otra manera y que ocurriría si así fuera. Así se crean las historias, los cuentos que tanto amamos leer y escribir y sentir por el cuerpo. Y necesitamos a esos idiotas y ayudarlos, porque para eso es el arte.


 Yo seguiré escribiendo este cuento porque me acabo de dar cuenta que tengo otra idea, una que siento más cercana y que francamente creo que es mucho mejor. Se trata de un relato mezclado con un discurso, algo diferente para decir lo que pienso sobre lo único que en el mundo que me llena el alma por completo. Y ese relato, si es que alguien lo lee, es este. Y aunque dije que el lector en principio no es importante, es obvio que después es uno de los ejes de la escritura. Y por eso gracias si está leyendo esto y nos vemos mañana, espero.

miércoles, 29 de abril de 2015

Por amor al arte

   Todos los alumnos usaban sus carboncillos con habilidad y rapidez. Miraban por un lado del caballete por unos segundos y luego volvían a su dibujo, ya retocando los últimos detalles. Eran unos quince alumnos, entre chicos y chicas, todos distribuidos en un gran círculo alrededor de un cubo blanco. Encima de esa estructura estaba un joven de pie, mayor que los alumnos pero igual joven, totalmente desnudo. Imitaba la pose del gran David de Miguel Ángel. Era increíble ver la similitud en los cuerpos, incluso en el cabello, y la habilidad casi anormal de quedarse quieto por tanto tiempo.

 La profesora de la clase daba vueltas por todo el salón, mientras los alumnos tenían solo cinco minutos para terminar. Algunos estaban visiblemente atrasados, dibujando con tal rapidez que parecía estar a punto de rasgar el gran bloc de hojas en el que pintaban. De hecho, un par miraban con desespero a un lado y otro, viendo como sus hojas estaban en efecto rasgadas y como las hojas inferiores se veían igual. Otros, pocos, veían con suficiencia a su alrededor ya dando retoques casi innecesarios a sus dibujos. Habían trabajado duro y lo tenían todo a punto.

 El modelo los veía de reojo pero casi todo el tiempo miró hacia una ventana, por donde pasaban las palomas que se posaban todas las tardes en la plazoleta exterior de la facultad de artes. Él recordaba con cariño su tiempo en la universidad pero no había estudiado nada relacionado con el arte, aunque había querido. Su padre era un abogado conocido y respetado en el país y le había insistido, desde pequeño, en que debía compartir su mismo destino y así seguir un cierto legado familiar.

 Él no quería nada que ver con eso pero igual hizo la carrera de cuatro años y encontró trabajo en una firma de abogados, recomendado por su padre. Pero hacía tan solo unos meses había vivido una experiencia cercana a la muerte y había decidido cambiar varias cosas en su vida. El coche en el que viajaba por carretera, de vuelta de una conferencia relacionada al trabajo, dio un giro inesperado al evitar un camión que venía directo hacia ellos. El automóvil dio varias vueltas y cayó en una zanja. Eso fue suficiente para él. El día siguiente, apenas al salir del hospital, renunció a su trabajo y le terminó de pagar a su padre lo que había gastado en su carrera.

 Sutilmente movió la cabeza. Se le habían humedecido los ojos pero respiró y trató de no desfallecer en los últimos minutos. No era la primera vez que posaba desnudo en los últimos meses. Se lo había sugerido una amiga y él se había lanzado a ello por cambiar de cosas por hacer. Ya había conseguido otro trabajo más estable y todo era para estudiar lo que él quería pero este trabajo del desnudo lo hacía sentirse libre, lo hacía sentirse honesto y vivo.

 Uno del os alumnos, un joven llamado Aníbal, estaba terminando con soltura su dibujo. La verdad era que hacía varios minutos que había terminado y solo se había dedicado a tratar de mejorar un poco el dibujo, haciéndolo más realista y único. Desde pequeño había tenido cierta facilidad para el dibujo y estudiar bellas artes había sido lo natural para él. Sus padres lo habían apoyado con varios cursos y viajes para aprender más del arte, siendo ellos mismos artistas: uno un escritor renombrado y la madre curadora de una de los museos más grandes del país.

 Su dibujo no era el mejor que había hecho. Para él este curso era la base que ya había visto hacía años, así que no se había esforzado demasiado pero sí lo había hecho lo suficientemente bien para resaltar. Algo que le gustaba, desde siempre, era ser aquel del que hablaran más. Le gustaba ser el ejemplo de los demás y que lo pusieran en un pedestal. Su aire de suficiencia era perceptible a todos los demás y solo aquellos que querían estar cerca de alguien con conexiones le hablaban, el resto se mantenía al margen.

 Esto era diferente a Adela, una de las chicas que estaban ocultando las rasgaduras en su papel con más carboncillo. Sudaba bastante a pesar de que la habitación estaba bien ventilada y miraba a sus vecinos inmediatos para ver que tal iban. La verdad era que ella de dibujo no sabía nada. Le gustaba mucho el arte pero más apreciarlo y hablar sobre él. De resto, no sabía mucho ejecutar nada. El dibujo era para ella algo nuevo y todas sus nuevas clases prácticas eran casi para ella una tortura.

 Siempre había sido torpe con los dedos, incluso para cortar una figura de un papel. Hacía bonitas carteleras porque tenía un muy buen sentido de la estética pero de resto no tenía ni idea de cómo hacer nada con ningún tipo de medio. La escultura le parecía especialmente difícil, ya que visualizar se le hacía casi imposible cuando no se tenían muchas bases. Su primera entrega en esa clase había sido una figura un tanto amorfa que el profesor había tomado como una obra futurista, algo que ella había reforzado diciendo todo lo que sabía respecto a ese movimiento.

 Adela estaba sentada justo al lado de Aníbal y trataba de no mirar su dibujo pero era casi imposible, al ver lo idéntico que era al modelo frente a ellos. La pobre chica miraba su dibujo, rudimentario y básico y lo comparaba al realista modelo de su compañero. Miraba también al modelo como suplicando algo pero no tenía ni idea de porque lo hacía. De pronto era porque siempre había habido alguien a su lado ayudándola pero en la carrera estaba sola. Ninguno de sus amigos había estudiado lo mismo y tenía que confesar que se sentía a veces arrepentida de su decisión, pero lo olvidaba pronto al recordar su pasión por el arte.

 Del otro lado del salón estaba Guillermo. Su dibujo era lo mejor que podía hacer para lo que conocía y se sentía muy contento de estar en su primera clase con un modelo en vivo. Le gustaba ver como la luz que entraba por las ventanas superiores, tocaba el cuerpo del modelo y lo convertía en algo más que una persona. Eso era para él el arte: algo que transformaba a los simples seres humanos en algo mucho más allá de lo que siempre vemos, de lo que conocemos y sentimos.

 Guille recordaba su primera visita a un museo y como se había sentido fascinado por los colores y las formas. Nunca había salido del país a conocer obras de arte famosas mundialmente pero había leído de varios artistas, de sus vidas, de sus obras y le encantaba. Veía todo tipo de películas, iba ocasionalmente al teatro y trataba de colaborar a amigos y conocidos en todo lo relacionado con el desarrollo artístico. La verdad era que le encantada todo lo que tenía que ver con lo social y para él el arte conectaba todos los seres humanos, sin importar el dinero o la edad o nada.

 La profesora miraba su reloj y veía como se gastaban los últimos segundos. En ese momento, decidió darles un par de minuto más. Era una tontería, pero era su costumbre con los alumnos primerizos. La vida normalmente no les daba una oportunidad y ella quería darles al menos un poco de esperanza, que tanto faltaba en el mundo del arte moderno. Nadie les iba a dar una oportunidad real con momentos tan duros y difíciles que iban a tener en su futuro. Ella no veía porque complicarles la vida tan rápidamente, para que hacerlo si eso solo los afectaba más allá de las clases y su gusto por el arte.

 Los minutos extra pasaron rápidamente y con tranquilidad la profesora les pidió que dejaran sus dibujos en los caballetes y salieran a almorzar. Lo cierto era que casi todos estaban hambrientos y eso había ayudado también a su preocupación y a que no pudiesen concentrarse por completo.

 Mientras salían, el modelo bajó de su pedestal y saludó a algunos que se despedían con una sonrisa, incluido Guille que lo miraba más que los demás. El modelo no se fijó mucho y se dirigió a su mochila que estaba a un lado del escritorio de la profesora. Se puso una bermuda y una camiseta con habilidad y cuando se dispuso a ponerse los zapatos, se dio cuenta que la profesora miraba con atención los dibujos. No los recogía para verlos después sino que se paseaba como quién iba a un museo.

 Apenas el modelo se puso los zapatos y una chaqueta, se puso la mochila al hombro y se acercó a la mujer. Ella le agradeció su ayuda y le dijo que tenía su paga pero que quería que la acompañara a dar una vuelta por el salón. La pareja observó por varios minutos, escuchando los sonidos del exterior, cada uno del os dibujos. Al modelo le sorprendió ver las diferentes maneras en las que cada alumno lo habían visto. Había estado siempre en la misma pose pero lo había percibido de muchas maneras. Algunos habían hecho un retrato tipo “cómic”, otros habían sido mas ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽b retrato tipo "ras. Algunos habs del exterior, cada uno del os dibujos. Al modelo le sorprendi habilidad y cuando se ás clásicos y otros más habían agregado cosas que ni siquiera estaban allí.

 Al final del recorrido, la mujer le sonrió y se dirigió a su escritorio. De un cajón sacó un sobre y se lo dio al modelo que lo guardó en su mochila. La mujer le preguntó porque había decidido modelar en los cursos de arte. Él la miró y le dijo con una sonrisa.


-       - Por amor al arte.