miércoles, 16 de diciembre de 2015

Tatuajes

   Nunca hubiese pensado que terminaría en la cama con él y mucho menos que me obsesionaría con algo tan típico hoy en día como sus tatuajes. Había visto otros antes, yo no tenía ninguno. Me parecían, en general, intrigantes pero nada que me volviera loco al instante o que me causara una respuesta demasiado obvia. Pero esta vez, por alguna razón, fue diferente. No sé si fue por la espontaneidad del descubrimiento, la simetría, el cuerpo del individuo o el hecho de que sentía haber cruzado una frontera que no debía o que no era mi deber cruzar.

 El caso es que cuando le ayudé a quitarse la camiseta esa noche, mis ojos quedaron prendados al instante del tatuaje en su costado derecho. A pesar de tener un cuerpo perfecto y de ser una persona que sentía que yo no merecía, olvidé todo eso por esa noche y me fijé solo en la tinta en su cuerpo. En el lado derecho, sobre el costado de la caja torácica, tenía un símbolo tatuado muy simple pero del tamaño preciso y como si hubiese sido escrito en su piel con pluma.

 No sé si él se dio cuenta, pero me pasé un buen rato besando su costado, pasando mi lengua sobre el tatuaje como si con eso fuese a absorber el conocimiento de lo que significaba el símbolo. Era algo tan simple, con un significado seguramente igual de simple, pero a mi eso me daba exactamente igual: en su cuerpo, en ese momento, después de ver sus delicados ojos cerrarse por el placer, ese tatuaje tan tonto era una revelación para mi.

 Para que no pareciera aburrido o que no sabía hacer nada más sino besar un costado de su cuerpo, me trasladé lentamente al otro costado. A él parecía no importarlo y fue en un momento, mirándolo, que me di cuenta que esos besos a él le gustaban más que a la mayoría de los hombres. Esos ojos cerrados indicaban una sensibilidad que no todo el mundo tenía, pues muchos preferían ir directo a cosas más obvias, ya vistas miles de veces en películas pornográficas. Estos besos no eran así.

 Cuando llegué al otro costado no pude evitar sonreír. Había otro tatuaje, del mismo tamaño que el anterior. La diferencia estaba en que este tenía un diseño un poco más complejo y tenía color. Además, para mi alegría, lo reconocí al instante. Creo que por eso dejé su cuerpo un momento y me dediqué a besarlo a él. Sentí una conexión que iba más allá de solo la relación sexual que estábamos teniendo o a punto de tener. Él era como yo, es decir, tenía gustos como los míos. Ese tatuaje me había transportado a mi infancia por ser el símbolo de un videojuego, por ser una marca en su cuerpo del tiempo y de la inocencia. Casi nos quedamos sin aliento después de besarnos entonces.

 Muchas veces es torpe cuando se llega a quitarle el pantalón a alguien, a menos que ya no lo tenga. Pero en ese momento, por alguna razón, nuestros ojos quedaron enganchados y mis manos siguieron haciendo lo que querían, despojándolo a él, con habilidad, de unos jeans de esos que se usan hoy en día, con la bota apretada y todo apretado.

 Cuando dejamos de mirarnos, se los quité con fuerza y entonces descubrí un tercer tatuaje. En ese momento ignoré sus tiernos pero sexis calzoncillos blancos. Decidí que era más interesante ese pez japonés que le trepaba el gemelo izquierdo, debajo de los poquísimos vellos que tenía. Mis manos, de nuevo, empezaron a actuar solas, independientes de mis ojos que no podían de mirar a ese pez y su curvatura, como parecía desaparecer detrás de esa pierna torneada, como parecía estar vivo con esos colores brillantes y hermosos.

 Mientras tanto mis manos lo tocaban todo pero yo seguía con la vista en su pierna. No sé si él se dio cuenta porque yo para ese punto había dejado de mirarlo a él. Ya no me importaba si se daba cuenta que su piel, que sus tatuajes mejor dicho, me obsesionaban y que hubiese podido quedarme esa y muchas noches más admirando cada milímetro de su cuerpo que estuviese cubierto por tinta.

 Le besé las piernas, le masajee los pies y las piernas y volví cerca de él y de su boca. Su sabor  era verdaderamente único y sumaba un detalle más, algo que simplemente mejoraba todo lo que acababa de ver. Este tipo tenía una cuerpo increíble, era alto, tenía una cara perfecta y sin embargo estaba allí, conmigo y mi cuerpo que no tenía nada que ver con el suyo. Mientras nos besábamos me molestaba que el trataba de tocar mi cuerpo pero se encontraba con que yo no era como él y por un momento me di cuenta que se abstuvo de seguir explorando.

 No separamos de nuevo y pensé que debía hacer lo que habíamos venido a hacer. Se podían hacer muchas cosas antes del sexo como tal pero si no se hacía siempre habría un cierto nivel de decepción, como cuando vas a un matrimonio y no hay pastel o te celebran tu cumpleaños y no hay regalos. Es incompleto. No quiero decir que siempre tenga que ser una experiencia completa pero es mucho más placentera si lo es.

 Bajé entonces a sus calzoncillos, que me hicieron sonreír, y empecé a bajarlos cuando vi otro tatuaje más. Era como estar en una isla del tesoro y descubrir que no había una solo punto marcado con una X sino mucho más, y todo con premio. Debajo del elástico del calzoncillo estaba su nombre. Quise reír porque me pareció curioso y también porque no conocía más de él que su nombre. Nunca me había molestado en averiguar más.

 Y sin embargo allí estábamos, yo a sus pies y él con una respiración rítmica, que aumentaba cada vez que besaba su tatuaje. Después terminé de bajarle los calzoncillos. En esa zona, como es de esperarse, me tomé el tiempo aunque debo decir que casi todo el tiempo estuve pensando en los tatuajes que había visto y en lo extraño que era que alguien pudiera tener tanta tinta en el cuerpo y no se le notara nunca. Era como si vistiera debajo de la ropa el uniforme de un superhéroe. Era el mismo nivel de poder, al menos para mi.

 Se podría decir que en mi mundo, hay hombres, claro, pero están divididos en grupos y niveles, otros siendo claramente mejor que otros a los ojos de la humanidad en general. Los hombres con tatuajes siempre eran más sensuales, más atrevidos, más salvajes y él no parecía ser la excepción, menos aún cuando podía ver con facilidad como su espalda se arqueaba con cualquier roce de la piel, haciendo brillar sus tatuajes con la luz ideal.

 Después de un rato nos besamos de nuevo. Fue en ese momento en que él quiso, y lo dijo con su boca y no con su cuerpo, que yo también me quitase la ropa. La luz era tenue pero no lo suficiente, no como me gustaba a mi que era casi a oscuras. Pero me quité todo nada más para complacerlo pues era lo justo. Al fin y al cabo había disfrutado su cuerpo por un buen rato antes y hubiese sido muy injusto de mi parte decirle que no a cualquier cosa que quisiera. Su deseo debía ser concedido.

 Como para evitar comentarios o que mirara más de la cuenta, le pedí que se pusiera de espaldas para apreciar el resto de su cuerpo. No fue sorpresa que debajo de la nuca tuviese otro tatuaje, esta vez un símbolo tribal en forma de ave. Lo besé, pero por alguna razón no tuvo el mismo encanto que los otros, parecía algo puesto allí por su yo inseguro, su adolescente que había pedido el mismo tatuaje que otros se habían hecho millones de veces antes.

 El resto de su cuerpo posterior estaba inmaculado, solo el ave y un pedacito del pez de la pierna rompían la blancura de su piel, cubierta en partes por pecas y en otras por vellos muy finos y casi inexistentes. Le besé la espalda y me sorprendió oírlo gemir. No sé si fue cruel de mi parte, pero me interrumpí en un momento y le pregunté porque no tenía un tatuaje en la espalda baja. Él se rió y solo dijo que yo debería ayudarle a conseguir el diseño ideal.

Esa propuesta me sonó a reto y, durante el resto de la noche, imaginé qué podría irle bien en esa zona, tan delicada y suave y torneada como el resto de su cuerpo que era simplemente perfecto.

 Lo hicimos todo y cuando terminamos, cuando nos poníamos la ropa, él me dijo que debería hacerme un tatuaje también. Según él había muchos lugares donde se verían bien. Distraído, le dije que seguramente habían muchos artistas excelentes en ese mundo pero él sonrió y me explicó que lo que quería decir era que mi cuerpo le encantaba y que un tatuaje lo adornaría perfectamente.


 Al instante me sonrojé. Nos besamos y nos separamos y yo me di cuenta que no le creí lo que había dicho, ni una cosa ni la otra, pues nunca creía en los halagos de ese tipo. Pero de todas maneras me produjo una sonrisa que se mantuvo varios días en mi rostro y que le agradecí en secreto.

martes, 15 de diciembre de 2015

Dogs love rainy days

  There were puddles of rain everywhere, forming small lakes, an interconnected system of fluids that occupied a large area in the center of the park. The storm that had hit the city the night before had been very strong and it was a miracle that all that remained from it were a couple of puddles and some tree branches that workers from the city had already cleaned up, right before the largest amount of people came into the park in the morning.

 Some children had already begun to enjoy the mud in the puddles and the parents let them be, seeing it was good they could at least go out to the park and have some fun.

 Pet owner Loretta had decided too that her small dog needed to breath after being kept inside for the duration of the storm, which had lasted about three straight days. The poor dog didn’t really like to live in an enclosed environment and would get really annoying very fast. Loretta walked the poor Roger all around the park, enjoying the mud and the wet trees and the large amount of other dogs that had also come out to play and were visibly as excited as Roger to be in the park.

 Loretta decided to let him off his leash, as she knew he wouldn’t go very far. She had trained him to follow only her voice and it seemed to work some weeks ago when they visited a relative of hers in the countryside and Roger would come back after having scared every single sheep possible.

 So the dog went away with other dogs as his owner chatted with the other humans. The first thing the dogs did was going to the large area where everything was mud. They enjoyed it a lot as they could play with one another while feeling the refreshing scent and texture of wet dirt. For a dog, that combination was a winning one and it was really difficult to explain why. Maybe it was because it reminded them of their most basic instincts; of the jungles and forests their ancestors had gone through, hunting, before their domestication.

 After almost covering their entire bodies with mud and under the close surveillance of at least one of the humans, they ran to the place where all the fallen branches had been put into a big pile. It was a very big mound made of sticks and leaves. Each one of the dogs tried to grab a stick to play with but most of them were just able to pull some leaves out of them. The branches were very thick and it was after several minutes struggling that they realized the mound was full of bugs.

 There were some beetles and worms and a myriad of other little creatures that had come down to the ground when the storm had pulled every single one of those branches down. The whole ecosystem of the trees had been messes with by the storm but that’s something neither dogs nor humans care about. The dogs barked at the branches for some time at which point one of the owners had to come with a special whistle and distract them away from the pile and closer to the rest of the people.

 The dogs obeyed for a while but then they left for the other side of the park, where the real lake was located. The geese and ducks that lived in it were nowhere to be seen; possibly resting in some of the homes humans had built for them. The dogs normally loved to chase them; barking at them and making them run like crazies. But the surface of the lake was now like a mirror and the water was as cold as it was normally in the winter.

 However, the dogs encountered a group of elderly humans entering the water. They were doing so through an area that looked like a tropical beach but without the palm trees or the warm climate. Yet, there were about nine men and women there, dressed up in their swimming outfits, about to enter the chilly water.

 Somehow, the dogs felt it was something that had to be seen and, besides, they knew elderly humans were mostly kind to them and loved to pet them and feed them. So there was probably no problem if they got near.

 The humans slowly entered the water, laughing and complaining. But after some time they were all inside, asking others how cold it was and saying the water felt really good all around their bodies. The lake also had many branches and leaves and felt dirtier than usual but that didn’t bother them

 The dogs got bored fast and decided to move on into a square were many events took place. There were fountains, from where they drank some water, and many children that would come and pet them, some softer, some harder. Contrary to popular belief, not all dogs like children. Some of them loved the firm hand of an adult human instead of the hesitating one of a child. They were too insecure for some of them and dogs needed reassuring instead of hesitation.

 When one of them started barking to a girl, who instantly began to cry, one of the owners came and took him away. With humans, if you overreacted in any time, you could lose all the privileges you enjoyed, so the smartest dogs tried to be as calm as possible, only sounding the alarm if something really didn’t made sense to them.

 The pack went on to the only area of the park they had not explored that day: the forest. It wasn’t really a proper forest, instead a small area covered in the former woodland that had been present in the area before the city started to grow without control. It had been preserved because some birds would rest there in the spring and in the summer and even in the months leading to winter when every single flying creature escaped to warmer climates.

 The best thing to do in those woods was to smell the ground and everything around it. Some branches had been picked up here and the dogs were eager to try and pick them up, as a present for their owners. At least half of them, eager to show some proof of how much love they had to give, had already grabbed a branch and left the woods to go their masters and show what they had found. That would probably begin a whole game that could last for hours.

 Only some of them remained, of them was Roger. He was not the type of dog that liked branches. He loved the toys he had back home, the kind that made a wheezy noise when he grabbed them in his snout. Branches were not that big for him so he kept on smelling the floor of the forest and noticed something almost right away: the smell of piss.

 He instantly went crazy, eager to find out the source. But as he sniffed more of it and other dogs followed him, he realized that odor had not come from a dog. Actually, it hadn’t come from any other animal. He recognized it as the smell of human piss. Roger knew it well from his adventures in Loretta’s bathroom. He noticed, though, that the smell was a bit stronger this time and decided to follow the trail, because there was one.

 The dogs then arrived at the thickest part of the forest that was located by the perimeter fence that enclosed the whole park. The odors here were strangely stronger and it was very particular because the storm was strong enough to clean up all of that. Any human who had pissed around those trees, had to have done it after the storm was over, very early in the day, even in the dark.

 Then Roger began to bark. Others dog did the same. What he sniffed next was not pissed and it was something he knew was bad. So he barked loud and clear. The human that followed them came first and remained speechless for a minute, then left yelling, probably asking for help. The rest of the owners and many others came in, including two humans in uniform. They got closer to Roger and other dogs and checked what they had found.


 It was the body of a male human, all covered in leaves. His pants were still wet and his mouth was covered by some kind of plastic. Roger kept barking until Loretta came and took him away. Apparently some humans did not like to stay indoors, just like him.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Encerrado

   Siento el agua alrededor mío y me despierto de golpe porque creo ahogarme, creo que en cualquier momento mis pulmones se llenarán de agua y entonces moriré en medio del mar. Pero el agua no es salada y no estoy en el mar sino tirado sobre un charco de agua que se expande sobre una superficie semi lisa que está igual de fría que el agua que siente alrededor de mi cuerpo.

 Trato de levantarme pero no tengo la fuerza ni para sostener mi cuerpo. Apenas soy capaz de mover los brazos para que mis manos estén al lado de mi cabeza pero eso es todo. Cierro los ojos de nuevo, pues el brillo de la luz es demasiado y me da mareo. De hecho, siento que voy a vomitar en cualquier momento y no quiero puesto que no soy capaz de moverme. Quiero llorar pero tampoco puedo y entonces me doy cuenta que me duele absolutamente cada parte del cuerpo, cada extremidad, como si de repente el dolor de muchas heridas hubiese entrada a mi cuerpo, ya sin que nada lo impida.

 El dolor me hace dormir una vez más. Tengo uno de esos sueños que no son nada, que no significan nada y que parecen pasar a toda velocidad. Yo no quiero soñar nada ni ver a nadie en ellos ni recordar como se siente oír la voz otro ser humano cerca de mis oídos. No quiero nada de eso porque sé que en poco tiempo, en apenas instantes, estaré muerto. Y no quiero luchar ni pelear ni esforzarme de manera alguna por lograr nada. Si ya no hice nada en la vida, que se queden las cosas así. No le debo nada a nadie.

 Para mi decepción, despierto de nuevo. Esta vez no estoy en el mismo lugar, o al menos no lo parece. Estoy sobre un colchón que huelen a orina y por lo que veo es un recinto estrecho, pequeño, donde incluso el techo parece bajo, como a punto de aplastarme. Esta vez me muevo por el miedo que siento pero entonces oigo el tintineo del metal y siento de repente su frío recorrerme, desde los pies a la cabeza. No estoy seguro porque no soy capaz de incorporarme, pero creo que estoy esposado por los pies a la cama en la que estoy.

 No puedo mantener los ojos abiertos mucho rato pero sigo despierto y trato de oír mi entorno pero no oigo a nadie ni nada que me diga donde estoy. Solo escucho un goteo no muy lejano y los pasos de lo que deben ser ratas en la cercanía. Espero que esos desgraciados animales coman mejor que yo porque o sino tendré algo más que preocuparme y ciertamente no quiero nada de eso. No hay almohada, apoyo directamente la cabeza en el colchón sucio y creo que ya está claro que me rindo y que no quiero seguir pretendiendo que voy a ganar la partida, ya perdí y lo admito y solo quiero que me dejen en paz pero dudo mucho que eso pase, puesto que por algo estoy aquí.

 Mi mente viene y va. Me quedo dormido por breves o largos periodos de tiempo (no lo tengo claro) pero siempre vuelvo y me despierto a ver que ha pasado a mi alrededor. Y la verdad es que nada cambia. No hay comida, que yo sepa, no viene nadie a darme agua y lo único que sé es que ya no se oyen los pasitos de las ratas. Después de despertarme unas cuantas veces, concluyo que el olor que emana el colchón ha sido causado por mi. Seguramente me he orinado encima bastantes veces desde que estoy aquí, sería imposible que no fuera así.

 De pronto, en una de esas veces que me despierto, siento que la puerta de la celda se abre y alguien entra. No dice nada y yo no volteo a mirar quién es. Mantengo con firmeza la cabeza girada hacia el lado contrario porque ya no me interesa saber nada, ya no quiero meterme más en todo esto y solo quiero que se den cuenta que me he rendido y que no pienso hacer nada contra ellos, nunca más. No oigo su voz, solo su respiración. Sale de la habitación unos momentos después y cierran la puerta. Respiro con más facilidad cuando eso pasa pero entonces me pongo a pensar si mi mensaje ha sido recibido o si preferirán asesinarme para prevenir.

 De nuevo duermo pero esta vez se siente que ha sido por más poco tiempo. Es la puerta que me despierta y esta vez sí me volteo a mirar quién entra: son dos tipos con la cara cubierta. Supongo que son hombres por su musculatura pero podría equivocarme. Cada uno libera uno de mis tobillos y después uno de ellos me pone un antifaz en la cabeza, para que todo lo que vea sea una negrura inmensa. Siento que me toma por los brazos y las piernas y yo me dejo llevar, no voy a pelear con ellos ni a hacer nada que los ofenda.

 Siento que me cargan al exterior, pues siento algo de viento en mi cabeza y un olor particular, como a pino o algo por el estilo. Entonces me dejan sobre una superficie suave y escucho el sonido de puertas cerrándose. Segundos después siento un pinchazo y entonces el antifaz se vuelve un adorno pues quedo dormido profundamente. En el sueño imagino que me quito el antifaz y veo a los hombres que me cargaban y los beso y los abrazo y ellos me corresponden, y bailamos y nos queremos como locos. Es un sueño estúpido, sin ningún sentido.

 Cuando me despierto, el brillo de la luz es peor que en lugar del piso de cemento. Cierro los ojos al instante y entonces una enfermera viene y apaga la luz. Solo queda prendida una luz débil, azulosa, que sale de la cabecera de la cama, donde hay interruptores y todo eso. La mujer se disculpa y revisa cosas a mi alrededor. Yo mantengo los ojos cerrados y la escucho, revisar bolsas y aparatos y murmurar por lo bajo.

 Pasadas unas semanas, creo que ya tengo más cara de ser humano que nunca antes. Me dice la enfermera que cuando llegué tenía el rostro demacrado y la piel verdosa y que ahora parezco mejor alimentado, incluso si el noventa por ciento de mi comida sigue siendo suero. No me dejarán comer solidos por unos días más. A mi me da igual. Me siento mucho mejor que antes y ya no me quiero morir, incluso cuando todos los días me agobian varias preguntas a las que no tengo respuesta: Que va a ser de mi cuando salga de aquí? Que vida tendré, si ya he olvidado la que tenía?

 En efecto, ya no recuerdo con exactitud mi nombre. Ya han pasado días y un hombre me visita y me explica quién era yo. Es una situación muy particular, muy extraña, pues el hombre me muestra fotos en las que salgo yo, más que todo en viajes familiares o situaciones por el estilo. A mi me gusta ver esas fotos pero no recuerdo nada de ellas. Aprendo mi nombre otra vez pero antes se me preguntan si quiero cambiarlo. Yo asiento, hablo muy poco.

 Cuando esa terapia termina, empieza el periodo de explicarme como está mi salud. Ya me dejan tomar sopas y jugos, lo que agradezco enormemente pues mi garganta duele mucho menos ahora. Un día llega otro hombre, este vestido de doctor, y dice que necesita explicarme como estoy. Yo no quiero oír pero no tengo opción. Él me explica que cuando me dejaron frente al hospital tenía varios órganos comprometidos por lo que parecían ser golpizas sistemáticas. Además tenía gran cantidad de químicos en el cuerpo, seguramente los medicamentos que me daban para mantenerme drogado. También habían encontrado infecciones en mi vejiga.

 Hizo una pausa el doctor antes de hablarme de las violaciones. Cuando escucho la palabra, ni siquiera parpadeo. Lo sé y la verdad me da igual. Su voz parece lejana mientras explica que me han hecho los exámenes debidos y afortunadamente no tengo nada en la sangre a excepción de una anemia severa. Me explica también que medicamentos deberé tomar y entonces se retira.

 Los días pasan y es entonces que me doy cuenta que tengo mucho miedo. Tengo miedo de tener que salir al mundo de nuevo, de enfrentarme a la realidad de la que he estado alejado por tanto tiempo. No tengo ganas de nada pero obviamente no puedo quedarme en el hospital. Me dicen que han encontrado un sitio para mi y un trabajo en casa por mis condiciones especiales. Yo solo asiento, puesto que negarme no es una opción realista. No sé quién ha dado el dinero para mi casa o quién me contrata en el trabajo, pero no me interesa en lo más mínimo. Es cosa de ellos, sean quienes sean.


 Semanas después, todavía sigo sin subir las persianas de las ventanas. No me gusta que entre mucho sol a mi pequeño apartamento, que me he enterado que es mío y de nadie más. Igual, no quiero saber. Me paso los días pensado y eso me tortura y el trabajo desde casa no ayuda mucho. A veces me despierto en la noche sudando y pensando que estoy de nuevo en la celda. Pero olvido que he cambiado de cárcel.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Soon

   His body entered the water slowly and was soon covered in foam that smelled of vanilla. He sat down on the edge of the enormous Jacuzzi and just closed his eyes and pulled his head back. Adam was trying to relax after the party he had thrown, a luncheon in honor of all the donors that had decided to give money to the hospital his foundation ran. They were all nice people, always smiling and nodding and shaking hands with one another. Adam knew most of them really well, from other events and from social encounters, and he knew most of them wee awful people.

 He took advantage of their guilt to fuel his philanthropic endeavors with all the money they had to give which was a lot. They were owners of huge companies and brands and taking a thousand dollars out of their bank account was almost unnoticeable. Their guilt came from the fact that most of them were always doing something behind close doors, whether it was having an affair, or having links with organized crime or having some sort of sickness or condition that they didn’t want anyone to find out about, among other reasons.

 It’s not like they knew Adam knew but rather than they used any social service available to atone for their sins and guilt. For Adam, who was a young businessman and also the owner of several companies, that had to be taken advantage of, instead of potentially loosing that money to other “causes” like prostitutes or alcohol. He didn’t have to threaten or to convince anyone, they just did what he expected them to do and that had always been the case even when his father was alive.

 It had been five years ago that his father had died and had left him in charge of every single one of the companies he owned and also in possession of most of his estates. Of course, his siblings had attempted to fight this will but he soon clarified no one would be kicked out of nowhere and there would be no fighting among family members. He distributed the estate and was sure everyone was represented in the various businesses they had. That way he earned his family’s trust and also the respect of their community of wealth.

 In time, with his keen eye for business, he managed to win the respect of every single company owner in the country and was able to prove to them that his young age was not a downside of who he was but rather and interesting and potentially key characteristic. After all, his father had died when he was just twenty-seven years old and many in the companies and among his family thought he wasn’t mature enough. He had an older sister and his dad had partners who were more experienced. But the will of his father was respected and he ended up being what they all needed in order not to let everything be lost.

 However, he wasn’t perfect himself. It was not that Adam had any obvious flaw but rather that he had too much interest in his rivals and friends. He had many of them watched by private investigators, forming kind of a team that revealed to him every little dirty secret they all had behind close doors. This gave him the advantage in every business negotiation because, although he would never blackmail anyone, he knew how to use those secrets in his own advantage. He was truly obsessed with getting to know everything about a person and wouldn’t let his investigators rest if they hadn’t found anything meaty.

 In that luxurious bathtub, he would often have a bath, as he would check all the files on his investigations. He was very adamant that if there wasn’t any interesting discovery in the first month, he normally left the person alone unless it was a current rival of sorts. He didn’t want to be using all of that to be a rat. Business was business and that’s what it was all about but personal things, very personal ones were just out of bounds. He had discovered, for example, how some people he investigated were HIV positive or had cancer. This for example was never used against them and the files he had were destroyed because that was personal.

 What he liked to find was something like a love affair, like some weird transaction with the mob or something like that. Both those things made people feel very guilty and guilty people are not good for business. It was very easy beating them in that arena where he had learned to excel from a young age, thanks to the tutoring of his father. He used those really silly secrets to make them tremble in their pants and from there his victory was already settled.

 The fun thing about it all was that Adam tried to be the contrary of all those rivals. First of all, he wasn’t stupid enough to do something crooked. He had all kinds of advisors and people working for him that would tell him if he was making a mistake or how to achieve something without the need of dirty money or cheating. If he didn’t saw an honest way to do something, he simply didn’t do it. He was rich enough so it wasn’t that bad not to win more money. He wasn’t driven by money because he had learned to control his thirst for power.

 Besides, he was very open about his life, both personal and in business and was always very clear that he didn’t answer to any one in his personal decisions and that only his family mattered in his business ones. That was it so he wasn’t the best media character, even if some news outlets loved to show some pictures of him hugging beautiful models, kissing men and women or having luxurious holidays in some faraway hotspot.

 Adam was not about settling, that was true. He wouldn’t marry any women because he thought that kids would come soon and he didn’t wanted children not to have a father. Because he was always away for business, was always focused on that and had only a few very well defined moments during the week when he could just relax. He didn’t think a wife and kids deserved that, even if it came with all the money and privilege he had to offer. His mother insisted that he got married to continue the line and have someone inherit all of it when he died. And she was right but he had no idea how to accomplish that.

 He had also thought of the option of marrying a man but that had the same problems, minus the conceiving part that would be replaced by the whole process of adoption or by them using a surrogate mother, which was his favorite option of the two. Any way, he wouldn’t have time for them and he wanted to be able to share everything.

 The bottom thing was that he needed to love someone and that didn’t happen. He had sex often enough and went into dates and was charming as a man could be, but no one had really made him think about them as a potential wife or husband. He was very nice and a complete gentleman with them but he needed someone that gave him something he didn’t have, that made him feel unbalanced but, at the same time, that made him feel like everyone with that person was worth it.

 Adam was not very big on the concept of love. He thought it more like an alliance of sorts were two people realize they have to be together because they work much better as a team. He knew many people like that, friends and family, and he had the image of his parents, who had always loved each other just like that, helping each other and being the best partners one could ever see.

 With the soothing sound of water around him, Adam realized that some day he would want children, that one day he would want to wake up and find someone he loved to smell next to him. He was only thirty two years old and thought that maybe it could happen the next day or in a couple of years but he was sure it would happen because, sometimes, he felt that need but it wasn’t as strong as it could be. He knew it wasn’t strong enough yet.


 He then stood up and walked naked towards a wall, where some wind blowers dried him up. He had to stand there like the Vitruvius man, feeling the soft caress of all that wind. Then, his mouth began to feel dry and the world around him started to get distorted. He felt dizzy and tried to hold on to the well but he just fell to the ground, a marvelous granite floor.