Allí, frente a Zenia, estaba el primer
portal, el primero en su tipo en conectar dos dimensiones diferentes. No era
como en las películas, un agujero que lo chupa todo. No era un agujero negro ni
nada por el estilo. Era solo un disco flotante de color profundamente negro. De
él no salía nada y todavía no había entrado nada. Con su asistente Nerón,
pudieron encontrar la manera de cerrarlo a voluntad y desde ese día, desde la
creación, lo abrieron y cerraron miles de veces. Hicieron pruebas de todo tipo,
más que todo con aparatos, para medir todo los aspectos del portal.
Conscientes de todos aquellos trabajos de
ciencia ficción, solo dejaban el portal abierto una hora al día pero era
suficiente para estudiar los datos por horas y horas, incluso días. Así que en
total, el disco solo existía por algunos momentos, antes de desaparecer por
completo de nuevo, entre los potentes cables y el mundo físico que todos vemos.
La maquinaria para crearlo era compleja pero Zenia tenía el apoyo de un mecenas
que soñaba con todas estas cosas, con el espacio y otras dimensiones, otros
planos de existencia. Cuando ella fue a plantearle su proyecto, a la vez que lo
hicieron muchos otros científicos ávidos de dinero e instalaciones apropiadas
para hacer lo suyo, él quedó fascinado.
Y ella a su vez quedó fascinada con los
laboratorios y equipos que él tenía. Y lo que no tenía lo mandaba a comprar
como si se tratase de dulces o alguna cosa trivial. El señor Reed, como le
gustaba que lo llamaran, no tenía ningún problema en comprar o vender, siempre
y cuando se vieran resultados. Zenia, después de varios estudios de estabilidad
y estructura, lo invitó a ver el portal que ella había creado. Le había dicho
que ya casi podían definir su estructura y replicar a la perfección el proceso
en otros lugares, de ser necesario. Pero la verdad es que nunca supo si Reed la
escuchó: él estaba fascinado con el portal, casi al punto de querer tocarlo.
Fue Nerón que cerró el portal antes de que
Reed se acercara más y Zenia, en silencio, lo agradeció. Un accidente o
“prueba” inesperada podría haber sido desastrosa. Antes de irse Reed le
preguntó sobre cuando haría pruebas para cruzar el portal. Ella le respondió
que primero debían terminar todas las pruebas de estabilidad. Sabían que no iba
a explotar ni nada parecido pero todavía no podían estar seguros de cuan a
salvo estaría algo o alguien si cruzara de frente el disco interdimensional. No
le resultó nada extraño que al día siguiente, su cuenta bancaria estuviese más
llena. Saltaba a la vista la fascinación de Reed.
Era algo en lo que Zenia jamás había pensado,
pero al pasar los meses y con la seguridad que había adquirido, se encontró
preguntándose de donde venía la fascinación con todo el proceso. Según él, era
porque desde pequeño le encantaba todo lo relacionado con la ciencia ficción y
con el espacio y demás. Por eso, argumentaba él, cualquier investigación
científica que pudiese convertir lo que hasta ahora era ficción en realidad,
valía la pena. Pero para Zenia esa respuesta ya no era lo suficientemente
buena. Los otros científicos que habían presentado proyectos ante Reed, también
tenían ideas fantásticas acerca de las astronomía y muchos de los avances que
podían haber hecho en el laboratorio hubiera sido definitivos para la
Humanidad.
Y sin embargo, la había elegido a ella. Zenia
incluso pensó que era porque Reed había creído que ella le había estado
coqueteando. La verdad era que había sido bastante amable y cercana el día de
la entrevista, incluso diciendo la antigua pero efectiva frase: “Me encanta tu
corbata”. Pero con el pasar del tiempo Reed no parecía tan interesado en ella
como lo podría haber estado. Para Zenia, aunque no lo pensaba seguido, eso era
una lástima porque Reed no era un hombre feo. Era algo mayor que ella pero era
guapo y seguía siendo tan interesante como seguramente lo había sido cuando
joven.
El caso era que la científica no tenía la
respuesta a porque le financiaban su investigación. Pasó un buen tiempo y Zenia
estuvo lista para las pruebas reales. Iban a comenzar con objetos luego pasarían a los seres vivos, si las
primeras pruebas eran consistentes. Era algo muy arriesgado porque no podían
lanzar cosas y esperar a que salieran de vuelta o algo por el estilo. Si
lanzaban las cosas con mucha fuerza, podrían salir volando del otro lado o
incluso podrían ser destruidas en el interior del portal o adonde fuese que
llevara el disco negro.
Lo que hicieron fue revisar con cuidado con
todo los datos y encontrar una solución convincente. Gracias a Nerón, Zenia se
dio cuenta que el disco si absorbía luz y lo que estuviera cerca pero demasiado
cerca. Su rango de absorción era tan solo de cinco centímetros. Pero era lo
suficiente como para empujar con suavidad algo en su interior. Con la ayuda de
más persona, un chico y una chica proporcionados por Reed, se hizo la primera
prueba con un objeto. Era un simple cubo de madera. La idea era que fuese un
objeto “entero”, sin partes por donde se pudiese desgarrar con facilidad.
Nerón vistió un traje parecido al de los
astronautas y fue él quien se acercó lo suficiente para que el cubo de madera
fuese absorbido. Casi corrió al otro lado de la habitación cuando el portal
haló de sus manos al cubo y lo hizo desaparecer en su oscuro interior. Adentro
del cubo, sin embargo, había un localizador y varios otros pequeños aparatos
que solo sirvieron por un minuto antes de dejar de comunicar. El cubo no volvió
en toda la hora que estuvieron esperando y la verdad era que no estaban
esperando que lo hiciese, hubiese sido muy extraño si eso pasara.
La siguiente prueba se hizo con un objeto más
grande: una pelota que también tenía varios aparatos en su interior. La
diferencia estaba vez era que la pelota estaba amarrada a una cuerda extra
fuerte y la idea era dejarla penetrar el disco por solo un minuto y luego halar
la cuerda para traer la pelota de vuelta. Fue Nerón de nuevo quién acercó la
pelota al portal y la vio desaparecer con rapidez en la negrura. La cuerda
rápidamente fue chupada también y pronto estuvo tensionada, creando una imagen
algo extraña: una cuera halada hacia un disco negro plano, pero sin salir por
el otro lado. La cuerda no temblaba ni nada, solo estaba tensionada.
Mantuvieron todo así por un minuto entero
hasta que Nerón tuvo que activar un máquina para halar la cuerda. No lo hacía
él porque previsiblemente la fuerza necesaria era mucha más que la que él
poseía pero resultó que la cuerda se dejó halar con suavidad y la pelota volvió
a ellos. Otro de los aparatos que tenía instalados era una cámara pequeña, de
resolución moderada. Entre todos la revisaron completa pero no había registrado
nada interesante, solo negrura pero no como si la pantalla estuviese apagada
sino como si se grabase en una habitación oscura. Al final del video, Zenia
juró haber visto algo pero no sabía que.
Con estos resultados, la científica llegó
adonde Reed que exigió estar en la próxima prueba. Él había visto la grabación
de la pelota pero no había dicho nada al respecto. Se había quedado sin
palabras, como siempre, pero esta vez su rostro era más sombrío, como si algo
en todo lo que pasaba no le encajara mucho. El día de la siguiente prueba, con
un ser vivo, Reed llegó temprano y se sentó en una silla alejada mientras los
demás ultimaban detalles. La criatura elegida era un conejo. Habían tratado de
elegir uno feo para no sentirse tan mal pero eso fue imposible. El pequeño
tenía también un collar con cámara y otros dispositivos.
Para Nerón fue más difícil esta vez, porque el
conejo se movía y había que acercarse más que nunca. Como la pelota, el collar
del conejo iba amarrado a una cuerda resistente. Cuando estuvo a punto, Nerón
pegó un grito desgarrador y todos pudieron fijarse que el portal casi lolo
arrastra pero solo se llevó al conejo, que volvió intacto aunque temblando como
loco apenas un minuto después. Con el señor Reed en la habitación, revisaron al
conejo y el vídeo que traía desde el otro lado. Esta vez el movimiento que
había detectado Zenia era más notable. Uno de los nuevos usó un programa de
edición y les mostró el vídeo con cambios de contraste y demás.
No era tanto lo que se pudiese ver en la
mayoría del minuto. Pero al final se vio una luz y un movimiento que parecía biológico.
Todos estaban absortos. Esa noche Zenia no pudo dormir de la emoción. La próxima
prueba sería con un chimpancé y eso era para probar la posibilidad de mandar un
humano. Ni siquiera había terminado de pensar en esto cuando su celular vibró y
le advirtió de una violación de seguridad en el laboratorio. Como dormía allí
mismo, llegó en pijama corriendo y vio horrorizada lo que ocurría. Eran los
contratados por Reed. Habían encendido el portal. Pero eso no era lo horrible.
Era Reed. Estaba vestido con el traje que había usado Nerón y se acercaba al
portal.
Zenia le pegó un puño al chico y tomó el micrófono
que usaban para hablar con Nerón desde la cabina de mando. Reed la miró pero no
respondió nada. Ella gritaba como loca pero él no le hacía caso. Zenia se lanzó
a cortar la alimentación del portal pero el hombre que había golpeado le cogió
los brazos y no los soltaba. Con horror, la científica vio como Reed se
acercaba al portal y, antes de estar ya demasiado cerca gritó al micrófono:
-
Los veré de nuevo... Tengo que verlos otra vez!
Y entonces,
desapareció. También llevaba la cuerda amarrada al traje pero esta vez solo
quedó tensa un segundo. La chica activo la máquina para recoger la cuerda pero
no había nada al final. Habían cortado la cuerda en el interior y ahora Reed
estaba allí. De alguna manera, sus equipos sirvieron más de lo normal. Y
entonces Zenia vio lo que él quería volver a ver y lo único que pudo hacer, fue
gritar.
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