miércoles, 14 de noviembre de 2018

This one is a short story


   This one is a short story. Because stories don’t have to be long to matter. I bet you can find many examples of this, maybe all around you or in the lives of people you know. Maybe you are one of those short stories. Don’t be scared. It’s nothing bad, not always at least. One would think of death right away but that’s not what it’s all about. Sometimes a short story is only short because there’s not a lot of tragedy and drama to tell. Maybe it’s just a nice little story, one to read children when they feel hopeless.

 Being a short story is probably difficult but getting used to it can be fun and interesting. After all, you don’t have the large amount of layers that other stories have. And again, don’t be sad. Having layers does not mean you are less deep or profound in any way. It just means that people can really get to know you easily, and don’t have to be constantly digging for something to find. Simplicity here is key and, again, it is not something good or bad. It depends on what your story tells to others.

 Maybe your story is a short one because everything happens in a fraction of time, a tiny piece of a huge ocean of things that happen. That makes it special, it makes it one of a kind and it certainly makes it interesting for people that know how to appreciate things that have particular characteristics. Yes, I know we all want to have twists and turns and many surprises in every single corner. But not every story has to have them, just as not every person in the world has to have the same kind of life.

 Sadly, we have done with the short story the same thing that we have been doing with people. We only value them if they are appealing from a distance, as if we were choosing fruit in the supermarket. But stories are more elaborated; it doesn’t matter if they are short or long. We all have a value, we all have something someone can see and find appealing. Some people say there cannot be books about tastes and what that means is that you cannot put everyone in the same group just because you want to.

 No, short stories are filled to the top with magical things that we can see in plain sight, maybe they are even common but done in a new way, so we appreciate them as if they were new. A short format, in any kind of way, makes it all much more fun: it makes us explore and learn from things we already thought we know. It makes us feel as if something tiny and personal can also be ours. Its obvious big things can be for everyone. Their size helps. But it’s not always that smaller things can become something for everyone, making us feel a little bit more special than we already are.

 I know what you’re thinking: I said this story was a short one. And it is. Because I’m about to sum it all up and tell you what it is about short stories that I find so appealing, so great. And it’s very simple: they enable me to create entire worlds in one second and it gives me the possibility to give those worlds to other people, that could read my story once and again, but they could even continue from my words into theirs, creating the perfect work of art: one that reunites more than one person, more than one world.

 Of course, anyone knows that writers are creators of the universe. We make sense of everything that is around us and we use all of that to create new things. Maybe some of those things are not really that new or interesting, but our goal is to make anything turn on its head and become something else. That’s the magic of writing, of creating in any type of art. That’s why we do it: because we are able to bring into the world new and exciting things that first appear in our brains and that we then translate into words.

 Short stories are all around us, in poetry and painting, also in dance and cinema. So many art forms use the concept of a short story to tell whatever it is that they want to transmit to their audience. And they use it because it works, because when people hear or read or see one a short story, they can instantly imagine it all. They don’t have to be awfully educated, or live in a certain way or in a certain place. All that is required is for them to be part of the human experience and they will understand it all, in a heartbeat.

 So that is all. This is today’s short story, about short stories. Always remember that there is more than only one way to do something, anything. Don’t ever let anyone tell you different. And, like me, just keep going. Not for them, but for you. Because you won’t forgive yourself if you don’t.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Esto no es fácil


   No es fácil. La gente creo que es muy sencillo mantenerse siempre en el mismo lugar, hacer lo mismo todos los días, tener una rutina clara y estructurada. Incluso, hay muchos que creen que es lo que hacen los locos, aquellos que necesitan enfocarse en algo especifico para evitar matar gente o cosas así. No sé que tenga de cierto eso pero estoy seguro, sin duda alguna, que no se trata de algo simple ni de algo que todo el mundo pueda hacer. La mayoría enloquecería en poco tiempo.

 Además, parte de esta rutina se trata de escribir y es una de esas cosas que ya a nadie le importan. Sí, puede que haya algunos que crean que es algo fantástico y apasionante, pero a la gran mayoría no le podría importar menos. Están ocupados con las estrellas del momento y con sus problemas personales. Están ocupados creyendo que sus problemas son unos y no lo otros. Se engañan a si mismos y eso no es fácil de hacer. Consume energía y por eso no tienen nada de interés por lo que de verdad hagan los demás.

 Tal vez se trate de atención, puede que eso sea. Escribir implica dejar un poco de uno mismo en la hoja o en el portátil, y eso es lo que se trata de hacer todas las veces pero, sin duda, se está fallando más de la cuenta. No es que nadie haga la cuenta de verdad, nadie además del escritor, pero siempre afecta cuando algo que haces simplemente ya no funciona de la misma manera. Puede que todo haya cambiando o que la gente se aburra fácil, no es muy sencillo de esclarecer. Pero cuando se empiezan a ir, se nota.

 ¿Qué hay de malo en querer un poco de atención? Con tantas personas en el mundo, no parece ser demasiado para pedir. Sin embargo, el tiempo es cada vez más precioso y la gente cada vez lo usa peor. Sí, está claro que muchos hacen cosas muy buenas por el mundo, ayudando gente y llevando problemas a la luz para que otros ayuden. Pero en la mayoría de los casos, la gente se miente a si misma. Sea porque los problemas están más allá de un solución simple o porque ni siquiera son los verdaderos problemas.

 Es fácil ponerle atención a otra persona, hacerla sentir que vale la pena. Se trata solo de ponerle atención por un momento y decirle unas palabras de vuelta. Es sencillo, no cuesta dinero y solo requiere de un mínimo de energía. Parece ser simple… Y no lo es. Porque no todo el mundo quiere conocer a todos los seres humanos que residen en él. Muchos, desde antes de saber nada, simplemente piensan que muchas personas no valen la pena porque no tienen sus mismos gustos o porque no comparten diversas características sociales, como si eso dijera algo de nada.

 Y sin embargo, aquí estamos, con cada vez menos lectores, con cada vez menos público, tratando de entender lo que está pasando. No es una pregunta fácil de hacer, por la vergüenza, pero al parecer tampoco es fácil de responder, puesto que nadie se atreve a decir nada. Los únicos que responden son aquellos que no tienen nada que ver y que dan a conocer su opinión aún cuando jamás se han molestado en de verdad saber de qué se trata el problema. Es francamente el colmo pero así es la gente, no hay nada qué hacer.

 Obviamente, nadie debería cambiar por lo que dicen aquellos que solo muestran su cara una vez cada año bisiesto. Ellos simplemente no valen la pena, porque lo único que quieren es sentirse un peldaño más arriba que los demás y, aunque tal vez no sea su primer objetivo, causan daño con sus palabras mal elegidas. No entienden nada y eso es lo que duele más, porque los únicos que fingen querer saber en verdad solo buscan es que le pongan atención a ellos. Un ciclo interminable, que cansa.

La única solución a esta situación es simplemente seguir adelante, como si no pasara nada. O mejor dicho, como si pasara algo pero seguimos adelante porque no sabemos que cambios hacer. Tal vez nadie quiere que insistas, tal vez nadie quiere que sigas con lo mismo y todos estarían más contentos con que dejaras de abrir la boca para decir lo que piensas. Tal vez tu voz, tus palabras, tu manera de escribir, vuelve a la gente loca y la cansa cada vez más, y se refugian en el silencio tratando de ser amables.

 Tal vez uno mismo es el problema y cuando eso pasa, todo es aún más complicado. Al fin y al cabo, no puedes dejar de ser tú mismo, porque si lo hicieras serías otro y ese otro tendría que ocupar un puesto diferente al tuyo en el gran marco de las cosas. Todo tendría que ser reordenado y el cambio tendría que ser total, sin excepciones. El antiguo ser debería de extinguirse para darle paso a otro que sea aceptado por la sociedad. A uno al que no lo callen ni le den silencios, sino que lo inviten a hacer ruido en grupo.

 Son esos grupos los que son mortales para muchos de nosotros, que nos hieren por el costado y nos dejan desangrando, esperando una muerte que parece jamás venir. Son esos los grupos que nos intimidan y nos reducen a un manojo de nervios y de dudas, dudas que solo tenemos en esos momentos, que aparecen de la nada y nos hacen pensar que siempre estuvieron allí, cuando en verdad han sido implantadas por esa noción que nos dice que tenemos que ser de una manera determinada o sino pagaremos caro a lo largo de la vida. Y es terrible porque sí es así y no lo queremos cambiar.

 Como seres humanos, estamos cómodos con que unos, los que creemos en la mayoría, se queden ahí para siempre. Nada nunca fue diferente antes y no se nos ocurre que lo pueda ser jamás porque siempre todo ha sido lo mismo. No logramos ver que las cosas no son así, que los cambios pueden ocurrir, que se puede tener interés sin tener que estar amarrado a la presión de la mayoría, a la de los grupos que buscan hacernos sentir que si estamos solos somos menos no solo en número sino en significancia.

 Y todo vuelve, otra vez, al asunto de estas malditas lecturas, de estos cuentos sin fin que no quieren decir nada y que, al fin y al cabo, son el producto de una mente que solo quiere estar ocupada y sentirse un poquito libre, tal vez incluso un poco entendida por un mundo que solo ignora. Tal vez sea pedirles demasiado y las cosas jamás puedan ser de otra manera, pero hay que creer en algo diferente, así nunca llegue a ocurrir.

 Hay que hacerlo porque o sino no hay razones para seguir adelante, y cuando dejan de haber caminos, es cuando tomamos las decisiones más serias que un ser humano pudiera tomar. Son esas decisiones que son personales, que los grupos y la mentalidad comunitaria jamás podrían entender.  Pero llegamos hasta ellas porque el tiempo y las personas nos van empujando, un poquito todos los días, hasta que nos damos cuenta de que estamos al borde y ya es muy tarde para ser salvados.

 Pero no estamos allí, todavía no. No sabremos cuánto falta hasta que estemos muy cerca, pero no creo que sea pronto. Tengo que pensar que las cosas van a ser mejores, que de pronto la gente se va a interesar y que van a encontrar en los escritos algo que ellos hayan pensando antes y que nunca pudieron o quisieron poner en escrito o delante del mundo en cualquier manera. Es lo único que se puede hacer en un mundo como el nuestro, que casi siempre es frío y desolador, que no parece ser humano.

 En este final, solo busco pedirles a ustedes que tomen en consideración todas estas palabras antes de simplemente dejar de lado algo, porque ese algo lleva un ser humano detrás, al que también están dejando de lado y puede que eso tanga más consecuencias de las que se podrían jamás imaginar.

 No se trata de culpar a nadie o de chantajear a las personas para que hagan lo que uno quiere que hagan. Se trata solamente de llamar la atención a algo que parece ser ignorado todos los días, a algo que no toma tiempo y que es fácil de entender, si hay la voluntad para de verdad entender a los demás.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Hostilities have ended


   From the hospital, we could see the city burning. Several fires had been lit up by the crowd. It was an expression of happiness and revolt, of fury and a desire for the future. The people out in the streets were happy that such a long war had finally ended, after so many had been assassinated and others just disappeared as if they had walked into another dimension. Everyone knew they had probably been killed by the government and then buried somewhere far, but people didn’t want to think that. They would have years for that.

 We saw it all from afar, behind a glass that protected us from the outside, in a building that had been designed by and for our enemies. However, we needed care and when our group was finally able to enter the city, we were able to secure that hospital and its resources for own. Of course, the patients that had been left there were tended too by the doctors and the nurses of our team, but some of them were placed under “house arrest”, as many were involved with the military and the horrors of war.

 I decided to leave Mark, who was very tired, and just wander around the hospital. I thought I could hear someone talking about what had happened in the city or maybe some other information. There were many screens all around the hospital but none of them worked. Television had being suspended almost a year ago, as the prior government thought it was a misuse of money and electricity. They removed all permissions to broadcast and forbid anyone from broadcasting anything in any way.

 Even with the success of the rebels, television would take its time to return after such a long period of silence. It would take a long time to get the country running smoothly, if that was at all possible. Everyone had things to do and they all seemed to be much more important than television or things that people in general missed from the older times, before everything had gone to hell. I missed candy for example, but sugar had not been used to make candy in at least five years, by government decree.

 I walked all over the hospital, checking out every abandoned ward and every silent corridor. The place was sunk in a blue haze and the fact that the day was getting brighter did not improve the general mood. When I finally got to the reception, the lady tending to the only active phone line seemed to be on the verge of collapsing. I was afraid to ask her anything but when she saw me she just signaled me to go closer and she then handed me a paper. I read the only few lines that were written on it: “Call General Ford. Urgent.” And then a number underneath it.

 She had no chance to explain the message and I didn’t have the need to have it explained. After all, we knew exactly that our time in the hospital was going to be short. I was kind of sad for Mark, even thinking about how to tell him the news. When I got to the room, he was up. He smiled at me like he always did and I just got closer and kissed him softly. He smelled a bit bad because of the long way we had to go through to get to the hospital. I was sure I smelt exactly the same or even worse. But who cares?

 I then told him about General Ford and he understood it all in a second. We look towards the window, were smoke from one of the fires had grown pretty big and was almost covering half the city. It was obvious they were still burning things. That place was our destination. So I helped Mark with his clothes and into the shower. He insisted I should join him, so I did. We had a nice little time together, as we had never been able to have. It was so nice and incredible; I wanted to stay there forever.

 That wasn’t an option. We dressed up in new clothes that we had found in a closet, in the room across the hall. They were a little bit big on me and short on him, so we laughed for a while. It felt so good to be able to laugh, to have your ribs hurt because of happiness and not because of violence. We finished preparing and I helped him walk down to the reception. Once there, the woman in the reception was still busy but used her hands again to point at a couple of crutches I hadn’t seen there before. She was good.

 Mark went out first, followed by me. The surroundings looked safe, so we entered the car we had used to get there, a stolen piece of property. I turned it on and in a short moment we were already on the main road towards the city center. Through the windows, we could see some of the fires that were burning. There were no stores in flames, no residential buildings. Only government offices where people had entered to burn every single record in existence. It was a way to say we had to start over.

 No one out there seemed dangerous, but they did stop doing their things as we passed by because there were not too many cars being driven around the city at that time. Only the rebels, the winning faction, were operating any kind of vehicle. That kind of scared me. Mark must have thought the same thing because he just put a hand on my thigh and pressed gently. I was so lucky to have him there. For a while, I had no idea if I would ever go back to that city, the place where I had been born. After so much, it was pretty much a surprise to be there, as if nothing had happened.

 We finally got to the main fire, the one from where a huge plume of smoke was rising to the sky and across the city. It was the presidential palace that used to be white and was now some shade of grey. A large amount of people were gathered there, some staring and others carrying stuff to throw to the main pyre. We stopped the car and got out, in order for them to know it was us and no one else. Yet, no one really noticed us. It was only when we got real close, that a few guards stopped us.

 Mark started explaining who we were but he was interrupted by a scream of joy. Sophia was there and she ran straight for Mark. She was obviously happy to see him alive and I have to confess I couldn’t blame her for being so excited. After all, she had been promised to him in marriage for a couple of years before the war. However, the wedding was never performed because of all the fighting and the fact that her family wanted her to be safe, somewhere very remote. So she had no idea who he really was.

 I smiled at her and she smiled back. She had no idea I knew her from a photograph he had in his wallet, she had no idea who I was. But that wasn’t important. The guards left and, before I could ask for anything, General Ford walked straight to us and pointed to a building on the other side of the square where the presidential palace was located. People applauded when they saw the general, a woman that looked so strong was the cause the government had finally fallen and they were free again.

 We entered the other building and then a room that was very nicely arranged. There was no food or anything, only other people that had fought the war with us. We all knew each other, because we had met in the battlefield, in the camps where they had interred us and in the mountains we had to hide for so long. Mark hugged half the people there and I waved and smiled a lot, more than in any other occasion in my life. It was nice, after all, to see them there. It was like having a family again.

 General Ford informed us about our particulars, our real families. Some of them had died, others like mine had fled the country and a few had somehow survived the ordeal. It was a sad, solemn moment but we were thankful to her. It was then she invited us to take part in the first televised event of the new era. We were a bit surprised by the proposal but she gave us no time to say anything. Apparently, she was going to be the first one to use the airwaves again to properly announce the end of hostilities. A television camera was brought and several microphones. I just took Mark’s hand and thought it could never get worse than the war.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Ella con él y sin ella


   Su vestido del color del cielo despejado se movía con la más ligera brisa. Caminaba despacio, sobre el muelle de madera sólida, mirando como el mar se iba sumiendo en la oscuridad de la noche. Los últimos destellos del sol caían por todos lados y muchos de los invitados a la boda los miraban con regocijo. Era un espectáculo natural de una belleza increíble y no se podía negar que la idea de hacer la boda en semejante sitio había sido una genialidad. Pero nadie sabía muy bien quién había tenido la idea.

 El caso es que ver hundirse el sol naranja en el mar era hermoso y muchos llegaron al muelle también y pronto rodearon a la joven del vestido azul, que apoyaba sus manos en la baranda, como con intención de salir corriendo detrás del sol. A su alrededor, los niños corrían y reían y las parejas se tomaban de la mano y se besaban. Pero ella no hacía caso, pues en su mente pasaban cosas muy diferentes, mucho menos alegros y más urgentes para ella. El espectáculo solar era solo una distracción.

 Los novios se acercaron también a la escena. Por supuesto, todos quisieron tomarles una foto y para cuando el fotógrafo oficial del evento pudo instalarse, la tarde ya casi había caído por completo y luces artificiales tuvieron que utilizarse para retratar la escena. Las fotos no fueron tan hermosas como muchas de las que la gente había tomado minutos antes, pero todos los alabaron y no dejaban de decir que la novia se veía hermosa y que su novio era el más guapo que habían visto nunca en una boda.

 La joven de vestido cielo se deslizó entre la multitud de aduladores, subió las escaleras hacia la sala de banquetes y penetró un corredor alterno que iba directo a las cocinas. Ninguno de los trabajadores le dijo nada, pues estaban demasiado ocupados preparando el primer platillo de la noche. La mujer casi corrió entre ellos, saliendo por una puerta que daba directo al sector donde camiones dejaban los productos que se usaban a diario en las cocinas. Ahí si la miraron, pero nadie dijo nada.

 Atravesó un prado bien cuidado y pronto estuvo en el estacionamiento, que recorrió casi por completo hasta llegar a su propio vehículo. Las llaves las tenía guardadas en la pequeña bolsa que se mecía a un lado y otro en su muñeco, donde apenas tenía espacio para poner nada. Se sentó en el asiento del piloto y abrió la guantera, extrayendo de ella su celular. Verificó la pantalla y vio, para su alivio, que su mejor amiga le había estado escribiendo, hambrienta de información acerca del desarrollo de la boda y del estado sicológico de su amiga. No era para menos. Su hermana se casaba con su novio.

 En otras palabras, la hermana mayor de la mujer de azul era quién se casaba y el novio no era nadie más sino uno de los novios pasados de la mujer de azul, es decir de la hermana menor de la novia. Era un lío todo el asunto e incluso los padres de las chicas se habían mostrado algo impactados por toda la situación. Pero la hermana mayor había dejado muy en claro que estaba perdidamente enamorada y, en situaciones así, no se puede decir mucho que digamos. Solo se da la bendición y se espera lo mejor.

 Para la chica de azul, todo había sido aún más sorpresivo. Al fin y al cabo hacía unos cinco años que había dejado su ciudad natal para irse a estudiar fuera del país. Había hecho un posgrado y luego había conseguido un trabajo demasiado bueno para rechazarlo, por lo que se había quedado allá lejos e ignoraba la mayor parte de las cosas que ocurrían en su familia. Ni su padre ni su madre le habían dicho nada acerca de todo el asunto antes de su viaje, y ella se los había reclamado una vez en su casa de infancia.

 Tal vez no era justo culparlos a ellos o tratarlos tan mal como lo hizo, pero estaba segura de que sabían lo mucho que ese hombre había significado para ella. Habían salido por años y antes de eso habían sido los mejores amigos desde la infancia. Se conocían demasiado bien, así como a sus respectivas familias y amigos. Eran una pareja unida que solo se había separado, precisamente, por el hecho del viaje de la chica de azul. Él había jurado esperarla pero, meses después, le escribió un largo correo electrónico.

En él, el hombre le decía lo mucho que la quería, una y otra vez, pero también confesaba que no creía poder esperarla para siempre. Además, por esos días, ella había recibido la propuesta de trabajo que al final había aceptado. Eso no lo sabía él, pero hizo más fácil para ella la finalización de la relación. Le dolía, por supuesto que sí, pero debía ser sincera consigo misma y su prioridad en la vida no era tener una pareja o por lo menos no en ese momento. Quería realizarse como ser humano y no lo haría en casa.

 Todo terminó en ese momento. Se dejaron de hablar y sus padres nunca dijeron nada de nada hasta el día que la recogieron en el aeropuerto. Ella estaba feliz de ver a su hermana casarse, en especial porque su relación siempre había sido muy estrecha. Se habían perdido un poco por la distancia, pero ella confiaba en que todo seguía igual entre ellas. La revelación de quién era el novio le vino como un baldado de agua fría y entonces supo que nadie puede prevenir muchas de las cosas que pasan en la vida, y que nunca hay que confiarse sobre nada ni sobre nadie.

 Sin embargo, trató de ser una buena hermana y aceptó ir a la boda. Originalmente la habían pensado como dama de honor, pero ella se negó de la manera más decente de la que fue capaz. Nadie argumentó nada en contra de esa decisión. Pero claro que asistiría porque para eso había viajado y porque era todo un asunto de familia. No tenía sentido hacer un desplante tal, a pesar de que todo la hacía pensar una y otra vez sobre lo que había pasado y lo que no, hacía años y de manera más reciente.

 En el coche, le escribió a su amiga que todo andaba bien, que no le había arrancado las extensiones de la cabeza a su hermana y que no había hecho llorar a su madre. Ahí se detuvo, porque sabía que su amiga no era tonto y no se iba a comer la historia de que todo andaba a las mil maravillas. Entonces le escribió que tenía mucha rabia y que había decidido salir un rato para tomar aire. Su amiga le respondió rápidamente, diciéndole que confiaba en ella y que apenas acabara todo, la llamara para hablar largo y tendido.

 Estuvo a punto de responder con alguna de las caritas que vienen en los aparatos móviles, cuando alguien tocó a la puerta del carro. Era el novio. Ella quedó casi congelada por un rato, pero supo que tenía que bajarse pronto o sino parecería una loca. Le pidió que se moviera y ella salió, arreglándose el vestido un poco. Le dijo que había vuelto al coche por su celular, que había dejado allí por accidente. Obviamente eso no era cierto pero él no tenía porqué saberlo. Y sin embargo, se notaba que lo sabía.

 Pero no dijo nada en cuanto a eso. Preguntó en cambio si le había gustado la ceremonia en la iglesia y ella tuvo que recordar lo que había visto porque en realidad no había puesto mucha atención a nada. Claro que no ayudaba que ella no tuviera ni el más mínimo respeto por los sacerdotes, pero en gran parte no había querido estar pensando demasiado. Él solo asentía y trataba de sonreír, pero hacía un trabajo terrible. Ella sabía bien que a él no se le daba nada bien mentir, lo conocía demasiado bien.

 Se quedaron entonces en silencio y entonces ella quiso decir algo y él también quiso hacer lo mismo a la vez, por lo que nadie dijo nada al final. Él solo la miró y le pidió perdón. Ella negó con la cabeza pero no dijo nada más. Esbozó una sonrisa, que fue una mentira, pero eso no lo supo él.

 Volvieron por separado a la fiesta, ya estaban sirviendo la comida. La chica de azul tuvo que fingir que nada de lo que pasaba la afectaba, pero una lágrima solitaria se precipitó por su mejilla y tuvo que decirle a una tía que era una particular alergia a uno de los productos del primer platillo.