sábado, 20 de diciembre de 2014

La sombra del desierto

Entonces abrí los ojos y allí, frente a mi, se veía el mundo. Me senté sobre la cama de piedra, que se sentía más suave de lo que parecía, y abrí los ojos lo más que pude. Era desierto, por kilómetros y kilómetros. Solo arena y el viento moviéndola a un lado y a otro.

Me puse de pie y caminé hacia el borde de la apertura en la piedra y me detuve antes de llegar al final del suelo: siempre había tenido miedo de las alturas. Respiré hondo y me acerqué más y noté que el miedo me dejaba, como si fuera algo fácil de quitar de encima, como la ropa.

Dirigí mi mirada entonces al interminable desierto donde el sol era abrasivo y cada grano de arena parecía saltar del calor. Una tormenta se estaba formando en la lejanía y se podía ver con facilidad desde mi celda. No, no recordaba que había hecho para llegar allí pero sabía que era una celda.

Lo comprobé minutos después cuando un guarda, vestido con un penacho de plumas y bastante maquillaje me trajo de comer y dijo que mi juicio comenzaría en pocas horas. Como era tradición, no podía asistir al juicio. Tampoco quién me acusaba, no sabía de que crimen.

Cuando el hombre salió, me di cuenta de algo que sabía que era extraño pero no reaccioné como si lo fuera: el guarda no caminó sino que voló fuera de mi celda, cuya entrada estaba empotrada en un muro increíblemente alto. Supongo que era para hacer difícil una huida. Nadie podría escapar, a menos que fuera un escalador particularmente hábil.

Me senté en la cama de piedra y comí lo que había traído el guarda, que me había saludado con habilidad, como si fuera huésped en algún hotel de lujo. No era una cárcel normal o, tal vez, no era este un sitio común y corriente del mundo. Estaba yo en el mundo, mi mundo? No lo sé, y no tenía la menor importancia.

Con tranquilidad y siempre contemplando la hermosa vista desde mi celda, me alimenté de un pequeño pedazo de carne extremadamente blanda, acompañada de un puré verde agridulce.  De tomar, algo que parecía leche pero sabía mucho mejor y reconfortaba el cuerpo por completo, como si se adquiriera algo al tomar el liquido.

Cuando terminé de comer, me di cuenta de que no había dejado de mirar al desierto y la tormenta de arena que rediseñaba el terreno a gran distancia de la cárcel. De repente un pensamiento, un loco y extraño pensamiento, me vino a la mente: podría esa imagen, esa hermosa y terrible vista, ser una ilusión? Un truco para mantener a los prisioneros contentos y distraídos? Algo así como un truco de hipnosis pero menos soso y más inventivo?

Pronto, olvidé haber pensado semejante cosa. Me recosté en la cama y vi como un sol de color rojo se iba ocultando tras los montes de arena que tanto me habían fascinado las últimas horas. Quise dormir, tratar de que el tiempo pasara más rápido, pero eso fue imposible. Era como si mi cuerpo tuviera suficiente energía para destruir todo lo que había alrededor. Pero al mismo tiempo no me sentía apto para nada, más que para esperar.

La puerta de mi celda se abrió de nuevo cuando el sol casi había desaparecido por completo. El mismo guarda de antes me sonrió y estiró la mano. Yo la estreché, sin saber porque lo hacía. Me dijo entonces que el juicio había terminado y que yo había sido declarada inocente. Además, algo inesperado para todos, el mismísimo jeque gobernador había pedido mi presencia en su palacio.

Quise preguntarle al guardia la razón para semejante gesto pero supuse que tenía que ver con el crimen que al parecer ya no había cometido. y hubiera sonado bastante extraño no saber la razón por la que estaba en la cárcel, así que no dije nada.

El guarda me dijo que me sentara y, mientras veía los últimos rayos del rey del cielo, el hombre me ponía alguna clase de adhesivos en los pies. Me sentí extraño, como si el hombre frente a mi me adorara por alguna extraña razón. No podía ser la norma que los guardas fueran así de atentos y serviles. Algo no parecía encajar correctamente.

Acto seguido, salimos de la celda. El guarda salió primero y me dio la mano para dirigirme. Volar se sentía muy raro aunque extrañamente natural. No tuve tiempo de disfrutarlo mucho ya que en pocos segundos estuvimos en la planta baja del edificio de roca que era la cárcel. Desde donde estaba ahora, podía ver que tenía al menos cien niveles de celdas y que la torre tenía solo tres caras. En lugar de una cuarta para formar un espacio cerrado, se veía el desierto.

El guarda, con su particular amabilidad, me dirigió a un transporte especial donde habían dos mujeres esperando. Eran las primeras de su genero que veía pero no pude apreciar su rostro ya que iban cubiertas de pies a cabeza con túnicas color naranja. Solo sus ojos, bastante maquillados, era visibles.

Me despedí de mi guarda y, por alguna extraña razón, decidí abrazarlo. El hombre empezó a lloriquear de la nada, como un niño pequeño. No me decía porque pero apretó con fuerza un poco más y luego me dejó ir.

Subí los pequeños escalones del transporte flotante, me senté frente a mis escoltas y entonces vi como la cárcel se alejaba a toda velocidad. Para ser un transporte tan rápido, no levantábamos nada de arena. En todo caso flotábamos sobre ella pero resultaba muy extraño este modo de transporte y mis escoltas no hacían del viaje algo menos particular.

Traté de cruzar miradas con ellas pero, de alguna manera, sabían evitar mis ojos. Entonces miré a la lejana torre que era la cárcel y por primera vez me sentí realmente preocupado. No sabía que pasaba ni adonde me llevaban con exactitud. Quien era ese jeque gobernador que me quería ver? Que había hecho yo para merecer semejante atención? Era todo muy extraño pero, como en la celda, ese sentimiento se desvaneció tan rápido como había aparecido.

Pasados unos minutos, en los que trataba de escudriñar la oscura noche del desierto, noté que las dos mujeres señalaban algo y, por primera vez, me miraban a los ojos.

Señalaban algo increíble, que nunca pensé haber visto: era una pirámide. Pero no una simple pirámide como las de los libros que sabía que alguna vez había visto. No, esta pirámide era de oro puro y miles de luces la adornaban. Era una ciudad, se notaba. Construida en diferentes niveles y con varios puntos de acceso por todas partes.

El deslizador entonces emprendió el vuelo y en poco tiempo se detuvo en el hangar de la zona superior. Previsiblemente, esa debía ser la morada del jeque gobernador.

Las mujeres bajaron primero y luego lo hice yo. Las seguí hacia una gran puerta tras la cual había decenas de mujeres vestidas como ellas. Todas escoltaban gente hacia algún lado, todos vestidos de gala. Cuando nos unimos a la fila de escoltados, muchos de los que seguían a las mujeres me miraban pero muchos más se me acercaron. Querían estrechar mi mano, tomarme fotos o solo decirme algunas palabras de admiración. Pero ninguno era claro, nadie decía su razón para tomar mi mano. Porque era un honor?

Esa fue otra reflexión que olvidé, al ver el enorme salón al que estábamos siendo dirigidos. Había varias mesas por todos lados. Las mujeres dirigían a los invitados a su lugar y, yo esperaba poder sentarme pronto. No sé si fue la luz o el brillo de los objetos en el salón pero tenía ahora un dolor de cabeza insoportable.

Para mi sorpresa, mi silla era una que estaba sola, directamente en frente a la del jeque, que todavía no había llegado. Apenas me senté, mis escoltas se fueron, perdiéndose entre un mar de mujeres vestidas de naranja.

Entonces el dolor de cabeza empeoró. El sonido se tornó una pesadilla, perforando mis tímpanos como cuchillos. Tuve que cerrar los ojos porque las visiones que tenían eran demasiado horrible. Cerrarlos no era mejor pero lo podía aguantar más fácilmente.

Entonces sonó una música extraña y sentí una presencia cerca. Como pude, abrí los ojos. Fue entonces que vi entrar al jeque gobernador, desde el otro lado de la habitación. Mi dolor aumentaba y de pronto fui bombardeado por miles de imágenes y sonidos. Traté de que no se notara pero cuando el jeque estuvo cerca, era evidente que yo no estaba bien.

Me rodaban lágrimas por la cara y, cuando el hombre por fin se sentó detrás mío, lo recordé todo. Como pude abrí los ojos y los vi a todos aplaudiendo y vitoreando, plenamente felices. Lo entendí, pero ya era muy tarde.

 - Bienvenidos señoras y señoras, al sacrificio máximo de este año. - dijo el jeque.

Entonces un ruido cortó el aire y todo para mi fue oscuridad.

viernes, 19 de diciembre de 2014

First time

It was bound to be difficult, David wasn't expecting anything different. Gero had told him everything would go perfectly but he personally didn't felt so.

The week prior to the Christmas dinner, David had gone almost crazy trying to buy presents for every single person that was going to be at the dinner: at least two aunts, an uncle, one grandmother, one grandfather, six cousins or so, Gero's parents and his brother and sister. And the dog and the cat...

It was pure luck or maybe a stupid move that he called Gero to ask what her mother would like better, if an apron or a baking set. His husband stopped him short and told him to wait for him at a restaurant in the mall. He met him there and tried to calm him down but exactly the opposite happened.

David crumbled, crying in silence, saying he felt Gero's family would hate him. Gero told him that was not going to be the case because he happened to be an endearing guy and any person would love to meet him and chat with him,

The man answered he felt guilty for making Gero live so far from his home and for never before having meeting them. And the worst, he thought, was the fact they still had no idea they were married.

Gero answered, calmly, that they did not lived far because of any of them but because of their jobs. Besides, he said, he would go insane if he lives too close from all his relatives. He reminded David they had never met his parents because they had always had a tough time thinking of him as their gay son and that was the same reason he had chosen not to tell anyone but their best friends.

David calmed down slowly and then, he decided he was too hungry to be sad which made Gero very happy. If there was something he loved was sharing a meal with the person he loved and that was exactly what they did.

The days passed faster than expected. David had managed to stay busy, visiting friends of Gero and visiting all the places his husband had loved when he was younger: the park where he had his first kiss, the school he hated so much, the ice cream parlor he and his friends were go to dish about guys. It was like entering Gero's thoughts and that was nice, as he had decided to share his life with him. It meant the relationship was stronger than ever.

They day came and they drove early to be the first ones there. Gero had decided he only wanted his "nuclear" family to meet David first, so the shock or weirdness would be less accentuated for all involved.

Indeed, only Gero's sister had arrived to their parents house before them. For David, it was a relief to see her there. She knew everything and she was very supportive and enthusiastic. Her and her husband had given them some money as a wedding present.

Then, it came time to meet the mother and father. No other situation is more surreal or strange, and all the Christmas ornaments around the house made it even more strange.  The greeting was quite simple: David smiled and the parents did small bows and fake smiles. It was obvious they weren't thrilled about this meeting. David looked at Gero and he was smiling too, but he appeared to be honest about it.

After that dreadful scene, everything was a little bit easier as many things had to be done in order to get the dinner ready. Gero's mother had decided to make fish for dinner so Gero decided to help her with that and David was assigned to do the salad, which was dreadful for him. What if he put in something they didn't like?

But that was not possible as his mother-in-law put every vegetable that needed to be in the salad in front of him. As she did that, she only spoke to herself, reminding to get fish in the oven for the right time and things as such.

When he finished the salad, the woman thanked David with another fake smile and asked him to fill the coolers with the beers they had on the garage. Apparently, there was a small picnic cooler everywhere in the house. Gero wanted to help but David stopped him short and told him, without saying a word, to leave him do this on his own.

He went out to the garage and saw they had a lot of beer cases. "They must love their beer", he thought. Each case was really heavy but he decided to lift it to carry it inside. But he dropped it when a loud honk scared him. As he saw all the spilled beer on the floor, the garage door opened: it was a van filled with people.

As people passed by him, he cleaned the beer of the floor with a mop he found behind the beer boxes. Not one of them said "Hi" but he knew every single one had looked at him, in different ways: with pity, with disgust, with resentment and even with a smile on their faces.

All aunts and uncles and cousins were in there and they settled in the living room with Gero's father, watching TV. They were watching some repetition of an old football game from Europe or so he thought it was. David had no idea about sports.

And as the hours passed, he entered with several boxes of beers and filled the damned coolers. And people that hadn't even acknowledged his presence would ask him for a bottle, even after seeing him putting them in a cooler. He felt like a glorified waiter.

When he finally finished, dinner was ready. They all sat down at the table, which had small names written on papers, placed on each plate. As people sat down, he realized his seat was not adjacent to Gero's seat which was just next to his mother. David decided not to say a word and breath deeply. The night was not going to go on forever.

So he sat between two of Gero's youngest cousins and served himself some of the salad he had made. But when he started chewing the first bite, he noticed something he hadn't put in there. So he grabbed a napkin and put on all the food there, all chewed up. And everyone, now, was looking at him. For a moment, he couldn't speak. He looked at David who had also noticed the attention his husband had attracted.

 - I'm... I'm allergic.

And then David saw his people and realized what happened.

 - Mom, David can't eat peanuts. I thought you hated them, too.

And the mom said she had read they were good for blood pressure and that she had no idea of knowing David was allergic to them. She apologized, but it looked as she was saying it to her glass of wine and not to David.

The dinner went on. They served the fish, which David hated but ate as much as he could, and the a surprise dessert made by one of the girls there, that wanted to be a chef. Her concoction was awful but no one said a word. They all ate at least a bite of it, saying they were too full to keep going.

Midnight was less than hour away when they stood up from the people and gathered on the living room, some chatting, others watching yet another game.

David tried to talk to Gero but that was impossible. His mother was always there, talking and talking and he didn't wanted her to have a reason to kick him out or something. Anyway, there was no need.

Gero's uncle asked for a beer and one of the kids told him there weren't any left in the cooler. The looked in another one and the same thing happened. Then the guy, visibly drunk already, said something everyone heard loud and clear.

 - That faggot doesn't even know how to fill a cooler. And he's allergic to peanuts. What a pussy.

David felt the world crumble around him. Now he was sick, really sick. The stupid lights all over and Santa Claus images and reindeers. All of it made him feel sick to his stomach. He couldn't move though, he was stuck there, in his chair at the dining table, still trying to eat the awful dessert the stupid kid had thought was a dessert.

Then something else, equally awful happened. Gero's dad answered:

 - Leave it alone. Here.

And he gave his brother a beer. "IT. Leave IT alone". It all happened in seconds but it had been enough. David had never been the kind of person to shut his mouth and stay down as he was being insulted. Love wasn't enough to ignore that.

So he stood up and practically ran towards the coat closet. He grabbed his and looked at his husband's stupid family and said:

 - I might be a fucking faggot but I'm not as full of shit as you people are. Merry Christmas.

And he went out the door, the cold night. In the distance he could hear other gatherings and parties but they made him even angrier. He arrived at the car but realized it was Gero that had the keys. He got his wallet out and saw he had some money.

 - Taxi it is. - he said to himself.

He started walking again but then someone's arm stopped him. It was Gero.

 - I don't want to do this now. I want to go to the hotel, have a decent meal and sleep.
 - I'm...
 - I don't care. Just let me go. Stay here and we'll talk tomorrow.

David released himself from Gero's arm and resumed his walking. Ten minutes later, he was sitting on a bus stop waiting for a taxi to pass by but no one drove by. Everyone was with family, obviously.

He knew he had been right all along but even so, he felt bad for leaving and hating Gero's family. He did hate them but he loved him so much. And now, all that had happened.

Then another honk scared him. But this time it wasn't a van full of annoying kids. It was his husband. He lowered the window and said:

 - I'm looking to get lucky tonight. You look hot. Wanna ride?

David burst in laughter and so did Gero. They looked at each other and smiled, with pure love. So the guy on the bus stop stood up and entered the car. After all, it was their first Christmas together as a married couple.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Pena de muerte

Fueron llegando de a poco. Algunos saludaban al guarda que estaba junto a la puerta o los funcionarios de la cárcel que estaban en la fila trasera, compuesta de cinco asientos, todos ya ocupados. Frente a ellos había dos grupos de sillas. El más cercano a la puerta consistía de quince sillas exclusivas para los familiares de las víctimas. El otro grupo, de apenas cinco asientos, era para los familiares del condenado. En frente, había una ventana, tapada del otro lado por una cortina blanca

El aspecto general del lugar era bastante apagado, casi hospitalario. La gente que venía en representación de las víctimas ya llenaban los asientos, incluso había gente de pie y un hombre discutía con un guarda que había llegado. Pedía que dejaran entrar a su hijo pero por lo que se podía entender, era un niño, un menor de edad. Su ingreso estaba prohibido. Pero el hombre seguía peleando, como si fuera un concepto muy difícil de entender el de no admitir un niño a la muerte de alguien.

De pronto se abrió otra puerta, del lado opuesto a la puerta por la que todos los demás habían ingresado. Una guarda entró primero, luego una mujer relativamente de lentes de marco grueso y, al final y con la cabeza agachada, una mujer de unos cincuenta años. Se veía bastante mal, algo verde, como si fuera a vomitar en cualquier momento. Las dos mujeres que habían entrado con ella la acompañaron a su asiento y le hablaban en voz baja. Se sentó en el asiento más alejado del grupo de sillas de los familiares de las víctimas. La sicóloga se le sentó al lado, todavía hablando de algo y cerraba la fila la guarda que saludaba con un gesto a sus jefes.

Uno de ellos se puso de pie y se le acercó. Saludó a las tres mujeres de la mano y le dijo algo más a la mujer. Esta vez, por alguna razón relacionada al sonido, todo el mundo escuchó lo que dijo:

 - Se siente bien?

Entonces el hombre que peleaba para que dejaran entrar a su hijo, se lanzó hacia el otro lado de la habitación. La guarda y el funcionario lo atajaron a tiempo. La mujer enfermiza ni lo miró, solo se dejó cubrir por la sicóloga que seguía hablándole al oído. La verdad era que ella no le estaba poniendo mucha atención. No había nada que pudiera decirle.

Pero el hombre sí parecía querer dejar por sentada su opinión. Le gritaba obscenidades a la mujer, y trataba de librarse de los que le impedían el paso. Al poco tiempo llegaron dos guardas más y se lo llevaron. Nunca volvió a la habitación.

El funcionario volvió a su asiento ya que las luces prendían y apagaban. Era hora. La cortina subió lentamente y todo el que estuviera hablando dejó de hacerlo.

Al otro lado no había nadie, solo las máquinas que servirían a cumplir con una sentencia impuesta hacía ya varios meses. Dos guardas quedaron en la sala de espectadores, cerrando la puerta de acceso.

La mujer, la madre del asesino, del hombre que había violado y asesinado a varias mujeres en la región, se incorporó y trató de inyectarse fuerza o coraje, pero su cuerpo no parecía interesado en cooperar. Se sentía a punto del desmayo, a punto de perder todo lo que era, más allá de perder a su propio hijo.

El amor que sentía por él solo puede ser entendido por otra madre y, aunque suene mal, no había dejado de quererlo. Por supuesto, lo odiaba también por hacer lo que había hecho y como lo había hecho. No sabía que había hecho ella para que él fuera así.

Al principio no quiso creer nada de lo que decían de él. Incluso lo defendió frente a cientos de periodistas. Pero eso pronto cayó en el olvido, al menos para ella. La evidencia, todas esas fotos y detalles, todo hablaba de él. En ese momento su corazón se rompió en mil pedazos. Casi no podía vivir sabiendo que odiaba profundamente a alguien que adoraba más que a nadie. Y no había alma que lo entendiera.

La mujer miró hacia el lado de las víctimas: madres, esposos, incluso hijos. Algunos lloraban, otros visiblemente furiosos, llenos de rabia. Ella sabía que ellos se sentían igual que ella, aunque por razones muy diferentes. No los culpaba por su actitud hacia ella, los entendía. Sabía que ella hubiera respondido igual si hubiera sido una hija de ella la que hubiera sido asesinada. Pero no, su hijo era el asesino.

Al cuarto del otro lado de la ventana, entraron primero dos enfermeros, que empezaron a prender máquinas y alistar la camilla y algunos instrumentos. Instintivamente, la mujer tomó la mano de la sicóloga con fuerza. Se sentía morir, más rápido de lo que moriría su hijo.

Entonces su corazón se partió en otros mil pedazos. Dos guardas entraron a la blanca habitación, seguidos de su hijo, escoltado por otro guarda más. Porque tanta seguridad? Porque no solo hacerlo y ya, pensaba ella? 

Del otro lado, algunos miembros de las familias, empezaron a gritar insultos, cosas horribles y detalles asquerosos de los crímenes. Era como ver la peor película de horror de la historia, en vivo y con los personajes más patéticos en existencia. Los guardan se les acercaron y les exigieron sentarse y callarse o los expulsarían. Los exaltados familiares hicieron caso, a regañadientes.

Miró la cara de su hijo y no pudo evitar llorar, gimiendo de la pena y el pesar que sentía al ver a su hijo mayor. El hombre estaba demacrado, con los ojos desorbitados y las venas muy fáciles de ver. Se sentó en la camilla con docilidad. Le tomaron la presión y le hicieron una revisión rutinaria, como si estuviera en la oficina de un médico cualquiera.

Era horrible, para todos, ver semejante escena. Era como una representación teatral macabra, solo entretenida para quienes gozaran viendo el sufrimiento de otros. Nadie se sentía feliz en esa habitación. El odio era palpable y la tristeza y pesar igual pero no había felicidad. Esa palabra no tenía cabida en esa pequeña habitación de la cárcel.

Entonces lo acostaron y lo amarraron con unas correas de cuero que tenía la camilla. La mujer seguía llorando, pero ahora en silencio. Empezaron a conectar todo lo indispensable para el procedimiento y, mientras lo hacían, el hombre miró de reojo hacia su madre.

Esa mirada no era la de él, al menos no como un hombre mayor. La mujer se tapó la boca al ver la mirada de su pequeño, la misma mirada que le hacía cuando lo regañaba por comer dulces antes de la cena o por sentarse muy cerca del televisor. Era su hijo.

Todo estuvo listo. Un enfermero revisaba los signos vitales del paciente y otro se ubicó al lado de la máquina más grande. Tenía un botón rojo, tapado con una cubierta de plástico. El resto de la máquina eran cinco cilindros donde estaba el liquido que penetraría en el cuerpo del hombre e interrumpiría su existencia.

El enfermero entonces asintió, mirando hacia un punto al otro lado del vidrio. Miraba al director de la prisión, quien se puso de pie y empezó a leer de una hoja. Solo repetía lo que todos sabían: los asesinatos, el resultado del juicio, la condena. Cuando terminó de hablar, asintió al enfermero quien oprimió sin vacilar el botón rojo de la máquina.

Entonces bajó algo en el primero de los cilindros. El liquido corría por la intravenosa y entraba en el cuerpo del hombre, que miraba al techo, con la mirada perdida. La madre se puse de pie, sus ojos llenos de lágrimas. Pero por alguna razón, ya no temblaba. Su cuerpo le había respondido. Solo miraba a su hijo, como el según cilindro vaciaba su contenido y como el ser que tanto adoraba empezaba a abrir y a cerrar los ojos, retorciéndose un poco sobre la camilla.

 - Sigue estable. Solo son convulsiones - dijo uno de los enfermeros.

Y así bajaron dos cilindros más. Para cuando bajó el último, el hombre ya estaba muerto. Lo enfermeros le hicieron un chequeo y confirmaron el deceso, con hora y fecha. Soltaron las correas que amarraban al cuerpo y sacaron la camilla del lugar. Uno de los guardas cerró la cortina y todo terminó. Las luces en el cuarto de los espectadores se encendieron y, pasados algunos minutos, pudieron ir saliendo lentamente.

Pero la mujer no tenía interés en moverse, en irse a ningún lado. Para ella habían pasado demasiadas cosas en tan solo algunos minutos. Parte de su razón para vivir se había extinguido, había gastado sus últimos cartuchos de amor y odio hacia su hijo y además lo había visto morir. Era demasiado.

Ella no había pedido nada de eso, nada de lo que había sucedido. Miles de veces le habían gritado en la calle, había tenido que mudarse, por ser la madre del asesino. Pero ella no tenía la culpa, ella estaba en las tinieblas, igual que ellos.

Cuando la sicóloga la removió con fuerza, ella la miró a los ojos y suspiró. Era hora de enterrar a su hijo y darle fin a dos vidas, una de las cuales debía seguir, aunque ella no tenía idea de como. Sería un fantasma más en un mundo gris y desolado.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

If I couldn't write, I would go insane

I used to like being naked a lot, taking pictures. I was rather popular for it. People would ask me why I did it. Well, here's why:

First, and I think I just realized this, I loved the attention. I had tons of pictures, good quality, up on Flickr. And people would mark them as favorites and even comment and I will important somehow. People would like me and that felt nice. At least at first.

With time that attention wears out. You just stop needing it or maybe you want more or different. I have no idea. The thing is I just stopped liking the attention. I had that account for five or six years. It was an important thing in my life, as funny as that may be.

I have to clarify: not all the pictures were nudes. I would upload "urban" shots too or maybe just portraits or whatever I found was nice to look at. I guess I wanted to make others see I had talent for something. Of course, I didn't. I'm a professional photographer and my "work" on Flickr lacked any real quality. I knew that all along and never really cared about it. It wasn't the point.

I would love to post one picture per week, normally I would post at the first second of a new day so the statistics would more accurately show how much a picture was liked. When I uploaded an urban view, a building or trees or whatever, the picture was not that well received. Maybe a couple of people would say "yay, it's great". And that was it.

But me, naked, showing maybe my ass or my penis (never an erection, mind you), was always received by what I can only call "critical acclaim". Of course this acclaim came from people I had never met, mostly men. All men to be honest. And they were all horny. I mean, I should be an idiot not to see it.

I used to be more naive, more innocent if you will. When I remember those times, I don't know if it was a good way to be back then or if I should've been more intelligent, more perceptive.

Like, when I was nineteen I think, I went out with this guy. Just cute, not really a beauty or anything but you know. We went to a gay café and chatted and kissed and I felt awesome. It wasn't muy first time kissing but it felt right and beautiful and all that shit. Any way, it ended soon after and I never really understood why. Why he behaved like he did, always distant and weird.

He was fucking (or being fucked, who knows) others, kissing others while dating me. He actually kissed another guy that same night I was in the café with him. Somebody would later tell me all of this and I just understood it all. I also understood men were not to be fully trusted as, it is true, a man always acts commanded by his dick first, then his brain. And it's even more real in gay men and they know this is true.

Many people judge me saying "Hey, why haven't you been to a gay parade? Have you really never been in one?". And my answer is simply because I don't believe in it. It's not a casual walk to just show how proud we are to be who we are. That's what is SHOULD be about. But it isn't. That parade has mutated to be many people's chance to just rub in the faces of everyone what they do with their lives. Well, good news: no one gives a flying fuck.

There are homophobes. Of course there are. But there are others that just don't care. They don't think twice if someone is sleeping with a man, a woman or a horse. They don't care. And I don't think that is a reason to be pushy and annoying. I am fucking gay and the only person I need accepting me is myself. If the world doesn't, believe me, I don't care.

There's no gay marriage, that does not exists. The only thing that does exist is two people who get together to sign a paper that says they must share everything and live together. That's it. It's nothing more than that. You're not selling yourself there, in any sense, and it shouldn't matter who does it. Who cares?

But I digress. I made those pictures, the naked ones. And all that attention and it felt nice for years, yeah. I don't like discos or whatever they all them now. I just don't, I feel like an octopus in Japanese restaurant. Just like that. I've gone to a couple and that was enough for me. So I was happy to have some guys attention.

But that faded away. I got bored. To be honest I'm bored and fed up with people every second of my life now but that made me even more bored. All those empty comments and no one coming to me in real life to say "hey, you cute". And before you give me shit, I say "coming to me" because I deserve that. I won't crawl to a guy simply because I won't give an inch of myself to someone who would just expect everything.

The thing with gay guys, and all guys I guess, is that you must test them. And no, that doesn't mean annoying them and being jealous 24/7. I mean asking them things, getting to know them for real. Just being interested to get to know the person, take time.

But no. Most people fuck after 24 hours of meeting, if not before. I'm not saying people should be nuns and monks but, come one, love yourself.

And then I started having problems with the Flickr people and they ended up closing my account. You know why? Because it happens I didn't only do those pictures for the attention. I also did them because they were like therapy for me. I have hated myself for too long and that outlet made me feel good about myself. I almost fully stopped having crazy crisis every month.

And, besides that, I personally think the human body is beautiful. I don't believe in a god so I say nature is pretty smart and resourceful. Just get naked in front of a mirror and stare at yourself. Take a good look at the details, not the superficial shit of society but your actual biologic body. It's a work of art, inside and out.

So, that ended for me. It stopped existing, that outlet, that I needed so bad for so many years. To be honest, when it ended, I said "Fuck it, I have something new now: writing". So around that time I started working on some small things and it all came down to this blog with which I have a really hard relationship.

Today, for example, I had more than five ideas. I couldn't write more that ten lines for each. I felt awful, like an idiot, because this is my thing, my only thing. And if I couldn't write, I would go insane. Simple as that.

martes, 16 de diciembre de 2014

El baile

El baile era intenso, apasionado, sin pretensiones. La pareja se deslizaba con facilidad por el escenario, siempre mirando a los ojos del otro. Estaban unidos por sus miradas, por una pasión privada que compartían ellos solos y nadie más. Incluso sonrían, de vez en cuando, también cuando el la alzaba a ella por un breve momento. Inclusive en esos momentos, su conexión permanecía.

Cuando terminaron la rutina, los jueces aplaudieron con fuerza atronadora. Les había encantado, así como a la audiencia, que gritaba y vitoreaba y saltaba y aplaudía. Todos habían sido tomados presa de una bella ejecución en la pista de baile. Por supuesto, ganaron el trofeo. Era su quinto premio en esa competencia, la mejor y más importante de todas en el circuito de los concursos de baile.

La pareja se sostuvo de las manos y luego las elevaron, celebrando su logro entre amigos, familiares y fanáticos. Flores llovían por todas partes, y confeti. La gente se les acercó y los alzaron en hombros hacia la salida. La gente aplaudía y vitoreaba como loca. Todo era perfecta. O bueno, casi todo...

Ya en el hotel, Melinda se lavaba el pelo en la ducha, tratando de quitarse el confeti y la  escarcha con la que se había adornado la frente y el resto de la cara. Cogía el jabón y hacía mucha espuma para luego pasarla por su cara, con fuerza, como si quisiera quitarse toda una capa de piel de esa manera. Se lavó la cara con agua y siguió duchándose, queriendo quedarse allí para siempre.

Afuera, en la cama, Camilo pasaba los canales de televisión con tremenda rapidez. La verdad era que no tenía muchas ganas de ver nada, solo quería distraerse y, si se podía, quedarse dormido con rapidez. No era que estuviera exhausto, aunque sin duda lo estaba. Era más bien el hecho de que supiera que una cosa era el escenario y otra muy distinta, la habitación.

Melinda salió del baño, vestida con una bata del hotel y con otra en la cabeza para secarse el pelo. Se puse frente a un espejo grande que había detrás del pequeño refrigerador de la habitación. Se quitó la toalla y empezó a peinarse, secándose primero.

Camilo la miraba y ella lo sabía. Había dejado de pasar canales y ahora se escuchaba la cansina voz de un comentarista deportivo. El hombre suspiró y dejó de mirar a su esposa. A pesar de haber estado casado dos años, no podía decir que la conocía. Es más, a veces sentía como si durmiera con una persona desconocida. Era una realidad que Melinda nunca había sido de la clase de personas que hablaban mucho. Pero él era su esposo. Había intentado pero nunca quería hablar de nada, prefería ella decidir cuando hablar lo que resultaba molesto.

Mientras se secaba el pelo, la mujer miraba su anillo de matrimonio de vez en cuando. No podía dejar de pensar, como en la ducha, que las cosas sin duda ya no funcionaban. De hecho, no tenía ni idea si alguna vez habían funcionado. Melinda quería mucho a Camilo y eso no estaba en duda pero otra cosa era mantener un matrimonio. Hacía meses que no tenían sexo y jamás compartían mucho más que un postre en un restaurante. Ella lamentaba que Camilo no fuera más romántico.

 - Tienes hambre? - preguntó ella.
 - Algo.
 - Quieres bajar al restaurante?

Camilo solo asintió. Se sentía mal al responderle como lo hacía pero la verdad era que la efusividad no era su fuerte y la verdad era que sabía muy bien que Melinda no respondía de ninguna manera ante el positivismo y la alegría. Era una mujer muy extraña en ese sentido.

En unos quince minutos, ambos estuvieron listos para bajar a cenar. Apenas llegaron al lugar, la gente que estaba allí los aplaudió y algunos se les acercaron para pedir autógrafos o una foto. Una vez más, fingieron sus amplias sonrisas y sacaron a relucir esas falsas personalidades. O tal vez no falsas, sino perdidas en el olvido.

Cuando por fin la gente se dispersó, con ayuda de uno de los camareros, se sentaron a la mesa y leyeron la carta con atención.

Camilo sonrió y Melinda lo vio. Pensó que hacía mucho no veía una sonrisa sincera en él, mucho menos por causa de ella. Cuando se conocieron eran siete años más jóvenes, lo que no parece mucho pero lo es. En esa época Camilo era el hombre más atento del mundo, siempre regalándole cosas pequeñas, dulces y cosas como esa. Era un detalle que ella siempre había adorado de él y no por los regalos sino porque le hacía ver que él pensaba en ella y eso se sentía bien.

La sonrisa de él se debía al primer platillo que vio en la carta. Era salmón ahumado y ese era también el primer platillo que habían cenado juntos. Fue en la cena de unos amigos y fue por ese salmón que habían empezado a charlar. Se burlaron de las dotes de cocinero que tenía su amigo en común. Él era un médico de tiempo completo y creía que sabía cocinar, lo que era cierto, pero no por completo. El salmón estaba bien pero la salsa era horrible y nadie le quería decir. Tanto Camilo como Melinda bromearon al respecto toda esa noche.

 - Están listos para ordenar? - preguntó el camarero que se había acercado silenciosamente.
 - Para mí la trucha al limón.
 - Excelente. Y para usted señor?
 - El salmón ahumado.

Y Camilo, sin pensarlo, le sonrió a su esposa. Ella no supo que hacer, decidiendo mejor mirar el mantel, como si fuera de hora.

 - Y una botella de Dom Perignon. Estamos celebrando.

El camarero sonrió y les dio sus felicitaciones por su victoria en el concurso. Incluso les dijo que había una selección excelente de postres y podían compartir uno por cuenta de la casa. Camilo le agradeció y el hombre se alejó.

Cuando el hombre estuvo lejos, Melinda levantó la mirada y la dirigió a su esposo. No se sentía la misma conexión que en el concurso. Más bien una tensión bastante inquietante. Por la mejilla de la mujer rodó una lágrima.

 - Que pasa? - preguntó él.
 - Que te pasa a ti? Nunca celebramos estas cosas.
 - Y? Hay una primera vez para todo. Además el lugar es muy bonito.

Él miró a su alrededor, como comprobando que lo que había dicho era cierto pero ella no le quitaba la mirada de encima, esa mirada incendiaria.

 - Me siento indispuesta, podemos...?
 - No!

Incluso quienes comían en las mesas cercanas oyeron la respuesta de Camilo. Todos fingieron desinterés e incluso molestia.

 - Que?
 - No, no podemos irnos. Ya ordenamos. No te da vergüenza?
 - Estás loco? En serio te molesta algo tan estúpido?

Ahora era a ella que escuchaban los demás comensales, algunos de los cuales dejaron de fingir y abiertamente miraban hacia la mesa de los bailarines.

 - Al menos puedo molestarme por esto.
 - Que quieres decir?
 - Dejemonos de idioteces, Melinda. Ya, no más.

Ella se limpió la única lágrima, de rabia, que había llorado y se incorporó. Ya todo el mundo los estaban mirando, incluso el personal del lugar.

 - Tienes razón. Ya no tiene sentido seguir con esta farsa.
 - Gracias, por fin eres sincera.

Ella rió.

 - Vaya, y muestras sentimientos. Bravo.

Camilo empezó a aplaudir, lo que hizo que la escena fuera aún más extraña e incomoda de lo normal. Algunas personas empezaban a llamar a los meseros para poder pagar e irse a casa. La situación ya no era cómica sino simplemente lamentable.

 - Mira quien lo dice.
 - Tienes quejas? En serio? Dilas entonces, abre esa estúpida boca alguna vez en tu vida.
 - Tu tampoco hablas mucho.
 - Porque siento que me puedes cortar la cabeza si hablo más de la cuenta. Pero, sabes? Ya me da    igual.

Camilo se puso de pie y le pidió a la gente disculpas por las molestias.

 - Queridos amigos, esto es solo el inicio de un divorcio. No dejen de comer el postre por esto. Se los  ruego.

Bajó cabeza al nivel de la oreja de Melinda y le dijo:

 - Que yo tome este paso es para que sepas lo miserable que me siento al fingir una vida que no tengo  junto a alguien que nunca se ha molestado por preguntarme si quiera como estoy. Yo tengo culpa    pero jamás niegues la tuya. No eres una víctima.

Y entonces Camilo se fue y dejó a Melinda sola. El despistado mesero trajo entonces la comida, cometiendo el error de poner el salmón frente a la mujer, que de un solo golpe mandó el plato al suelo y salió pisando fuerte.

El baile, que se había prolongado por tanto tiempo, había terminado.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Freedom in Chiyoda

Kumiko had already bought every single thing she needed to cook her mother's favorite dish: a soup filled with several types of seafood, native of her birth city. She boarded the train and sat down calmly: the trip was a long one, as her home was near the terminus station.

She decided to check her emails on her smartphone but a strange sound distracted her as she drew the phone out of her backpack. She looked up and stared at the people in the train with her: they were all distracted by their mobiles phones, some others were sleeping or trying to. She grabbed her phone and then heard the sound again. It came from inside her backpack, most precisely from the bag with all the things she had bought at the market. She tried to hear the sound again but nothing happened so she zipped the bag up and left it on the ground.

As she checked some messages, she heard another noise, this time from somewhere on the floor. As the wagon was filled with people, it was hard to determine its origin. Kumiko looked at every shoe and foot around her but couldn't see a thing.

"I must be very tired", she thought. She had been working too hard on her thesis, staying at home for days without ever going out or resting properly. She would fall asleep very late at night and wake up early to investigate and structure her work. Her mother would cook delicious things for her but she never finished any of them. To be honest, she always left more than half of what was served to her because the thesis absorbed her attention.

In a nutshell, she had been a zombie for almost a month. But the day before, she had finally finished it and today she had delivered it to college and, after that, had the idea to make her mother an special dinner, as a way to thank her for her support and understanding.

But all that was now on the back of her head. That sound, that strange sound that she could hear every so often, had taken the first place in her list of priorities. Maybe she had gone crazy from so much work... But it came again, she could hear it. Not able to stand it anymore, she stood up, her backpack tight on her body and followed the particular sound.

It was something small, on the floor. Kumiko could see she wasn't the only one hearing the sound: a little girl was staring at the floor without saying a word and an older gentleman was staring at the roof, most likely trying to remember if he had ever heard that same sound.

Then, Kumiko heard a scream. It was a crazy scream to be honest, she even thought someone was been killed or stabbed or mugged but it was nothing like that. She ran towards the woman that had screamed and she was pointing to the floor. So... that was it.

On the floor, crawling slowly, was a tiny octopus. It looked wet, slimy and weird. The woman screamed again and Kumiko put a hand over her ear: too much exaggeration for such a small and defenseless creature. He must have escaped the cup the vendor had put him in. And Kumiko had asked for fresh octopus so he had taken it a little bit to literal. She started to reach down for it but then the train slowed down: it was nearing a station.

The girl only stared at the window for a single second but that was enough for the tiny creature to crawl very fast and exit through the nearest door. She reacted clumsily and ran for the door, as it was closing. If she had been late for a couple more seconds, her hand would have been caught by the metal doors.

Now, on the platform, people were staring at her, which was funny: there was an octopus somewhere in the station and she was the one been looked at. She looked to every side but couldn't see anything. So she turned around and walked towards the edge of the platform. Well, she didn't walked too much as a security guard grabbed her strongly by the arm and started yelling at her. He clearly thought she was going to commit suicide.

And then she reacted in the worst way possible: she started laughing, which made the scene even crazier. The man yelled even more and she just couldn't stop laughing. The situation was so ridiculous. And then, over the man's shoulder, she saw the tiny creature getting on an elevator. She didn't stay for the rest of the lecture, instead running towards the elevator which doors closed right in her face.

Kumiko ran up the stairs, for three floors, until she saw the tiny creature gliding down the handle of some other stairs. She wanted to laugh again but stopped herself from that as it would take a lot of her time. She ran, again, after the creature. Kumiko smiled as she ran down the stairs after the creature: it had been a long time since she had had this much fun. And it made her feel alive to see such a tiny fellow gliding and jumping and crawling. It was amazing to see it, so alive and desperate to keep living.

They got to a different platform to the one they had been before and the creature jump right into a waiting train and she did the same but through a different door. As the train began moving, she grabbed a metal pole and rested. She remembered playing with her friend in school ,running around and just being young. She missed badly, she missed them so much. Kumiko had invested her life on the thesis and in her career and she had left out all those other important things.

The train stopped and she stared through the window. The creature must have left already. No need to chase it. He would be able to fight for his life, hopefully not being stepped on or caught before he gets to a water source.

Kumiko walked past some busy people on the train, towards the back of the wagon, and stared at their faces while stroking the phone on her pocket. It was so sad for her, to be always so busy and giving importance to such stupid things, missing out so much from life.

The train slowed down again, this time on Takebashi station. Kumiko began thinking how to get back home from there, when suddenly the small creature jumped out of the train. She ran after him again and chased him to another elevator. The difference was this time she was able to get in with the octopus.

The trip towards the street was short but it was enough for her to see the small animal was not feeling very good. Its skin seemed pale and its tentacles were drying. Its escape stunts had taken their toll, leaving it too tired and almost dead.

When the elevator opened, they could see car and a street. The creature stepped out first and Kumiko decided not to intervene. It seemed as if the octopus knew were to go, which seemed crazy but the girl was sure something had brought it this far.

Then, she noticed were she was and she understood, as the octopus crawled towards the edge of the sidewalk. No, not to throw itself at the moving cars but on the other side. They were steps away from the Imperial Palace. And it had a surrounding moat and that was were the octopus was going. With its last breath, the creature used all of its tentacles to jumo over the railing to the water below.

Kumiko saw it all but was worried not to see it anymore. She knew the canals around the palace led, somehow, to the ocean but that must be a harder journey.

As she was getting worried, she saw the head and eyes of the creature, that sunk almost inmediately in the water, leaving a small trace in the water. Kumiko stayed there until she wasn't able to see nothing else.

An hour later, she was cooking in her house. Her mother had thanked her for the unexpected present but was disappointed to see Kumiko hadn't bought her favorite food, octopus. The daughter then told her she had a story to tell her. Her mother smiled and kissed her in the forehead.

 - You're a free woman now. And I want to hear all of your stories.

And for Kumiko, that was the cherry on top of such a strange and wonderful day.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Sin perdón

Fue fácil. El odio es gasolina barata y rinde bastante. Solo es necesario recordar, revivir, sentir otra vez lo que se sintió en un punto y listo. Si se hace bien, se tendrá como impulsar las más locas de las acciones, incluso matar.

Eso fue lo que hizo él. Recordó como tuvo que huir de su hogar, recordó como lo utilizaron una y otra vez, como lo obligaron a hacer cosas que no quería. Solo tuvo que recordar como dejó de ser un ser humano para convertirse en algo más que un animal rastrero y vil que se alimentaba de los restos que los demás tenían el candor de dejarle.

Así, fue muy fácil. Solo tuvo que hacerlo con elegancia, con cierta atención al detalle que resultaba ser muy difícil ya que, si por el fuera, le hubiera pegado un tiro en la cabeza o incluso lo hubiera ahorcado con una de esas estúpidas corbatas que siempre llevaba, haciendo de alto empresario. Y como fuera que lo hubiera matado, lo hubiera disfrutado, cada momento. le habían robado su humanidad y ahora tenían que pagar. Él ya lo había hecho.

Entonces lo envenenó. Siempre tomaba algo de licor y esta vez no fue diferente. El chico simplemente fue complaciente. De esa manera pudo mezclar el licor con el veneno, sin que se dudara de él. Según le habían dicho, era un veneno muy raro, de un animal de la profunda selva del Amazonas. Con solo unas gotas se lograba el cometido. Y lo mejor de todo, para él al menos, era que el veneno actuaba lentamente y, así, no dejaba rastro alguno de su presencia en el cuerpo.

Lo vio retorcerse, pedir ayuda, tratando de hablar pero sin que ni una sola palabra saliera de su boca. Y él lo disfrutó. No había manera de que sintiera culpa, vergüenza ni mucho menos lástima. Ese hombre sabía lo que había hecho y el chico lo había investigado: había mucho más que violaciones en su historial. El hombre era un rata y las ratas son una plaga.

El chico desapareció después de eso. El cuerpo fue encontrado y se pensó que había muerto de un ataque al corazón. Obviamente encubrieron todo lo relacionado con el deceso ya que el hombre tenía mucho poder y nadie quería que se propagara el correcto rumor de que se acostaba con menores de edad.

Nuestro chico no era menor pero eso no le había impedido ser víctima de los hombres que creían que su poder y dinero les daba una inmunidad que no se habían ganado. Y por eso ahora ese hombre estaba muerto y el chico había cambiado de ciudad y, ojalá, de vida.

Durante mucho tiempo atendió en restaurantes y bares. Y lo hizo muy bien, tanto que muchos de sus jefes lo creían indispensable para el correcto funcionamiento de sus establecimientos. Lo necesitaban y, aunque no lo sabían, él a ellos. Esa nueva estabilidad era la base de lo que buscaba: vivir en paz, tranquilo y sin el afán de sentirse perseguido a cada momento.

Lamentablemente, hay vidas que nacen descarriladas. No tiene nada que ver con un dios ni con la mala suerte, sino con el azar de la vida. Alguien, una mujer dedicada a su trabajo, que siempre había querido resaltar y estar a la vista de sus superiores, había decidido investigar un poco más la muerte del politico en el motel y entonces nuevas pistas le hicieron pensar que podría haber sido un asesinato. Y como siempre, siempre hay alguien viendo y no le fue fácil concluir quien había sido y cual podría ser su paradero.

Pero a esta mujer lo que más le llamaba la atención de todo no era el crimen como tal sino las razones. Al hombre no le habían robado un centavo. De hecho, sin considerar sus indiscreciones, el hombres había ayudado con varias iniciativas para ayudar a las personas que no tenían ingresos fijos, a los pobres. Probablemente era la culpa que lo atormentaba pero era una situación que merecía una explicación.

Así fue que la joven policía llegó al restaurante en el que trabajaba el chico que al verla, creyó que su paz estaba rota, terminada de un hachazo por alguien más. No iba a mentir si la mujer preguntaba las preguntas correctas y eso hizo.

Él le confesó que ese hombre había sido su cliente por los últimos seis años, al menos una vez por mes. Le dijo cuanto lo odiaba, ya que el no tenía poder de decisión sobre que clientes tenía. Alguien más manejaba eso. De hecho, para ese momento nadie sabía que poco menos de una gota de veneno había llegado a una botella de agua consumida por la mujer dueña del motel. Una persona que vivía del sufrimiento de los demás. El chico había puesto ese poco en el agua que la mujer siempre tomaba. Lo otro que nadie sabía todavía era que había un cuerpo sin reclamar en la morgue: era esa mujer, muerta de un ataque al corazón en una sala de cine. Nadie iba nunca a reclamar ese cuerpo y con eso había contado él.

Lo que sí le contó a la mujer policía fue que él había matado con veneno al politico, él lo había planeado y no estaba arrepentido. Pero le aseguró que ella nunca tendría pruebas y que él tenía mucho más que pruebas de un asesinato. Le pidió que se fuera y que la contactaría pronto.

Pasada una semana, la mujer recibió un paquete por correo. Adentro del sobre había un solo artículo: un celular. Era de esos que ya nadie usa, de los que pueden caer varios pisos y no se rompen ni sufren un solo rasguño. La mujer revisó el sobre y vio que la dirección de envió era en la ciudad, no en donde vivía el chico asesino.

Pero al prender el aparato y revisar un poco tuvo lo prometido: pruebas de un crimen mayor, si es que hay crímenes peores que otros. Había fotos tomadas con la cámara del aparato. Era obvio que eran tomas deficientes, borrosas, con una definición bastante baja pero se notaba con claridad quienes eran los sujetos de las fotos.

En poco tiempo, la reputación de uno de los honorables politicos del país había sido destruída. Y había sucedido gracias a la policía y al trabajo de una sola agente que fue condecorada. Todos los niños víctimas fueron encontrados y se les prometió mejorar su situación. Aunque esa fue una verdad a medias, sus vidas mejoraron respecto al pasado, a un pasado al que no tenían ninguna intención de volver.

Y él tampoco quería volver a eso. Después de volver a la ciudad para enviar el viejo celular que el hombre usaba para contactarse con la mujer que arreglaba los encuentros, un celular imposible de rastrear, el chico dejó de nuevo la ciudad, esta vez hacia un nuevo destino.

Fue al aeropuerto y viajó al país vecino, donde entró con facilidad. Allí cambió todo de su vida e hizo una nueva. Consiguió trabajo y al poco tiempo entró a estudiar. Hizo amigos por primera vez e incluso se enamoró, también por primera vez.

Pero el pasado siempre estaba allí. No importaba cuanto cambiara fisicamente, cuantos documentos falsificara o con quien se redimiera, todo lo que había sucedido estaba siempre con él. Nunca, jamás, sintió remordimiento. Eso hubiera sido traicionarse a si mismo. Lo único que sentía ahora era agradecimiento, ya que una segunda oportunidad era única.

Eso sí, nunca dejó de mirar sobre su hombro. Había tenido que dejar buena parte de su humanidad para poder seguir viviendo. Lo único que tenía por hacer era hacer que ese sacrificio valiera la pena.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Afterlife

He wasn't stopping, not even to breathe. It was amazing and awful, incredible and horrible. He had entered the church, were members of the Cataclysm Circle had come to take shelter after the Alliance had pushed them from one side to the other of the Arno river.

We were exhausted but he, the Creature some called it, seemed to be unstoppable, never being tired, not thinking his actions more than once. He was driven by anger, despair and grief. Just pain, that was it for him and it showed.

No one really knew how, but he could use all the power of his mind. With only thinking of it, he elevated people from the ground ant threw them across the room, not caring if they broke their necks or their legs. He was merciless and no one tried to stop him, at least not us.

He had been known as Adrian. He was a legend of the war as he and a rather small group of people had died activating a bomb inside the castle were the supreme chief of the Cataclysm Circle lived. They had been able to destroy the core of the organization but that didn't seem to hurt them as much as everyone had thought. Not all members of the Alliance had died back then, some of them knew who he was and that's why some still referred to him as Adrian.

Now, that dead man was throwing people from one side to the other, choking them with his mind and stopping their hearts. In the storming of the Circle's castle, many people he loved had died. His most beloved person in the world among those. He had never wanted for all of them to be there. He had actually told the Council that he had a way to get inside without being detected, nor the bomb, and that he would use that in his advantage to destroy them

But the Council saw it as a way to become a hero and they didn't wanted any of that so they formed a team of six people to penetrate the rebel base and a latter group of thirty to knock out any remaining machines or communications of the Circle's core with the rest of the organization.

Thirty people died that day, high in the Alps, so far away from anything. Including him, or so it seemed. His body was sent to Vaduz, as the Alliance closest base was there. So many bodies, from so many parts of the continent. And there was word of so many more elsewhere.

But Adrian was not a normal human being. A week after his death, he woke up in a huge storage building. No bodies had been buried yet as there was nowhere to do it. Luckily for Adrian, anyhow. He stood up there, in the middle of the place and cried in silence. He knew he was never supposed to come back but he did anyway. Before guards realized he was inside, he saw the familiar faces he had loved so much and his tears were simply not enough for the pain he felt.

And now, he had already finished his raid on the church. Fellow soldiers entered the place and scouted for survivors or men Adrian had maybe missed. But no, that wasn't the case. Everyone there was dead and he knew it.

Without saying a word, he had vanished. No one worried though, because he always came back.

Weeks later, word was that he had meet with the Council. If gossip was to be believed, they were not very happy to hear he had massacred all the Circle's soldiers inside the church. They told him that the Alliance didn't wanted the world to think they would do just about anything to stop their enemies. They told Adrian that they couldn't be linked with a person which such a particular background, so he needed to calm down in order to join them in future missions.

Well, the rest was not gossip as many people heard Adrian himself speak. He exited the room were the meeting was being held and got to the main hall, were many people were working with wounded or preparing strategies. He told everyone he would be leaving the Alliance to work by his own account. He encouraged everyone to defeat the Cataclysm Circle, fast and with little or no casualties.
Adrian told them he had to much hate inside and that no person working to accomplish a goal should be driven by hatred.

What happened after, again, was subject of interpretation and depended on the information people received from few that claimed to have seen Adrian. Some fisherman in Norway, claimed he had travelled by foot to Bergen. There, a fish saleswoman claimed he had worked for her for some time until he decided to leave for the Americas, or so she claimed he told her.

But no one in that side of the world ever said anything about a man with extraordinary powers. Many, even after the war had ended, insisted on finding him. They were sure he couldn't die and possibly not age, either. So he had to be alive somewhere. Those people looking for him desperately, were the ones disappointed with the new government, which had failed to guarantee basic rights and many other things they had fought for. They believed Adrian could bring them that freedom they wanted, so they looked for him.

Years passed until a farmer in eastern Iceland claimed to have been helped by a man that seemed ravaged by war. He claimed the man didn't spoke at all but he volunteered with signs to work for him, helping with the sheep and the pigs. The farmer told papers that he was the best worker he had ever had. When asked what happened with that man, the farmer said he didn't know. He just disappeared on day, after finishing his chores.

Almost a decade after that event, even less people remembered Adrian and his exceptional mind. Only a small group of people insisted on finding him. They would travel around with their own money to look for clues of Adrian's whereabouts.

They finally found an old fisherman that claimed to have been saved by a merman, off the coast of Greenland. The small group of investigators flew to Kangerlussuaq and spoke with the fisherman but they soon believed to have been duped. The story did not make sense and the man was so old he might have been just inventing nonsense.

The fisherman's son told them he always told people that story, and he frankly had no idea why. He even said the merman took care of him for several days but that was ridiculous.

The fisherman's cottage was a little bit far from the main town so the small group stayed there to rest before their journey back home. The fisherman's son prepared a delicious fish stew and they all talked and joked all night long, drinking liquor, having fun without thinking in nothing else.

They left the following morning. After they did so, the fisherman's son went back to his usual duties: caring of the man that had actually saved him before becoming senile. He had saved him from drowning and the man responded by giving him a home and support. Adrian would never forget that.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Las líneas de la mano

Se habían rehusado varias veces pero la mujer se veía tan frágil que no quisieron negarse más. Se sentaron los tres en una banca del parque. Allí, la mujer tomó la mano de Alicia y empezó a tocar con las yemas de los dedos la palma de su mano izquierda. La mujer fruncía el ceño y cerraba los ojos como si quisiera entrar en algún tipo de trance.

Alicia y Jorge se miraron el uno al otro. Ninguno de los dos creían mucho en la suerte, la quiromancia o nada por el estilo. Se miraron con complicidad y una sonrisa pícara.

 - Hay mucho, mucho en tu futuro.
 - En serio?

Entonces la mujer, con la misma mirada perdida y haciendo una interpretación bastante increíble, empezó a contarle a Alicia que, según lo que veía, se convertiría pronto en una joven exitosa, ganando mucho dinero. Le dijo que sería reconocido por mucha gente, tanto en su país como por fuera de él. Le dijo que su hogar sería una casa enorme, moderna, con todas las comodidades existentes.

Alicia, por supuesto, preguntó por el amor. Y la mujer le dijo que se casaría con un hombre igual de exitoso e inteligente pero que esto pasaría cuando fuera más madura y hubiera cosechado varias victorias en su vida profesional.

Jorge le sonrió a Alicia y le dijo que todo sonaba genial y que no podía esperar a conocer esa enorme casa que ella tendría. Pero entonces la mujer lo miró detenidamente, sin decir nada. Al cabo de un minuto de no parpadear, abrió la boca:

 - Porque dices eso?

El chico le explicó, aunque no creía que hubiese necesidad, que él era novio de Alicia desde hacía más de una año. La mujer lo miró como si hubiera dicho la tontería más grande que se le hubiera ocurrido.

 - Te leo la tuya?

Jorge dudó un momento, sobre todo por la extraña actitud de la mujer al él presentarse como el novio de Alicia. Pero su novia le sonreía y hacía caras para que aceptara la lectura de mano y eso fue lo que hizo. De nuevo la mujer entró en un trance, que está vez le resultó a Jorge más molesto que gracioso, y al cabo de algunos minutos lo miró con una cara propia de un funeral.

 - Mi niño, que pobre eres. Pobrecito niño.

Los novios se miraron y ya no estaban contentos ni divertidos sino asustados y cansados. Jorge retiró la mano y se puso de pie, igual que Alicia.

La joven sacó un billete de su bolso y se lo dio a la mujer, que parecía no poder moverse o no querer. Ellos se tomaron de la mano y se alejaron del lugar. Sin embargo, cuando estuvieron unos pasos más lejos, la mujer empezó a gritar como loca, atrayendo toda la atención de los transeúntes a si misma.

- Pobre, pobre de él! Dios mío, ayúdalo! Pobre alma, pobre!

La pareja apresuró el paso y pronto estuvieron a varias calles del parque. Alicia miraba de reojo a Jorge que parecía molesto, aunque ello no sabía si era por lo que la mujer había dicho acerca del futuro de la chica o si era por lo que había gritado después de leer la mano de su novio.

Pero Alicia no dijo nada, sabía que era mejor no presionar a Jorge, si sentía molesto o indispuesto.

Tras veinte minutos de caminata, Jorge haló a Alicia hacia un local de jugos y postres. Se sentaron en una mesa y la mesera les indicó que todo lo disponible estaba anotado en un enorme tablero en una de las paredes del local. Como no era grande, cualquiera que entrara podía ver fácilmente el menú.

 - Crees lo que dijo?

Jorge parecía preocupado, casi nervioso. Alicia, que estaba mirando la pared, volteó la cara hacia su novio y le sonrió.

 - Es solo una mujer buscando dinero. Tiene que hacer algo de espectáculo para que otros le sigan el  juego. No lo pienses mucho. 

Cuando la mesera volvió, Alicia pidió una ensalada de frutas con helado y Jorge un simple jugo de naranja. Ella trató de alegrarlo diciendo que estaba muerta de hambre y moría por algo de helado y que no le iba a dar nada del de ella. Sonrió pero él no respondió. Su actitud cambió rápidamente.

 - Jorge, no exageres. O es que tu sí le creíste?
 - No. O bueno, no sé.
 - No deberías.

El tono serio y cortante de Alicia funcionó, haciendo que Jorge se diera cuenta que estaba preocupándose por tonterías. Pero todavía estaba lo otro que había dicho, gritado más bien.

La chica que atendía volvió con lo pedido. Entre ambos, compartieron la bebida y lo de comer, y comenzaron una charla que había comenzado antes de que la mujer en el parque los interrumpiera. Habían comenzado a charla sobre la noticia del día: una clínica de abortos clandestinos había sido descubierta y desmantelada recientemente. Pero no habían podido decir nada por culpa de la gitana.

Alicia empezó a decir que le parecía muy bien que hubiera encontrado un lugar tan horrible como ese, donde que lo único que hacían era aprovecharse de chicas jóvenes para hacer quien sabe que porquerías.

Jorge pensaba diferente. Le preguntó a su novia que haría, por ejemplo, si estuviera embarazada producto de una violación o algo por el estilo. Ella le respondió que lo tendría, ya que las violaciones ocurren por culpa de ambos y, muchas veces, más por culpa de la mujer.

El joven dejó de comer al oír a su novia hablar así. Ahora que lo pensaba, era la primera vez en todo su tiempo de novios que hablaban de algo así. De hecho, ni siquiera habían contemplado la idea de ser padres en un futuro. Le parecía que Alicia era muy dura.

Se lo dijo, lo que causó que ella se enojara y le dijera que si él estaba de parte de asesinos de niños y de mujeres que no se habían hecho respetar. El le decía que no, pero que no podía juzgar a nadie por tomar decisiones personales, que a la larga no afectan a nadie más. Alicia le respondió que las muertes de millones de bebés eran problema de todos y que le parecía que tendría que haber más controles para que la gente no usara su cuerpo como se le diera la gana.

En ese momento, Jorge respondió de la peor manera que pudo: se empezó a reír sin control, tosiendo incluso de la risa que le causaban las palabras de su novia. Era más que todo risa nerviosa, ya que no entendía como una mujer joven del siglo XXI podía pensar así.

Ella se enojó bastante y se levantó para irse. Jorge la siguió al andén frente al local y la cogió de un brazo. Ella se soltó con fuerza y le gritó. Le dijo que obviamente él no podía ser el de la visión que la gitana había tenido de su futuro. Era una persona insensible y cruel y no entendía como nunca se había fijado.

Él le reclamó, diciendo que no entendía su manera de pensar. Parecía que le creía más a una bruja en la calle que a él, que había estado en muchos momentos difíciles y alegres de su vida. Jorge le confesó que estaba decepcionado de ella.

Esto hizo que Alicia se enojara más y le gritara a Jorge, diciéndole que era lo peor que le había pasado. Él, enojado también, la cogió del brazo y ella lo volvió a empujar. Pero esta vez, algo más pasó. Jorge se tropezó con el empujón y calle del andén a la calle. Ninguno de los dos había visto que un camión de mudanza venía a toda velocidad. Nadie había visto nada, la rabia los había cegado.

Momentos después, una ambulancia recogió el cuerpo de Jorge y se llevaron a Alicia porque parecía en shock. La ambulancia se fue y solo quedó el camión detenido por la policía y una mancha roja oscura en el pavimento.

La mesera del lugar de jugos y postres estaba asustada, ya que también lo había visto todo. Un oficial se separaba de ella después de interrogarla. Se pegó un susto de miedo cuando una mujer vieja y vestida con harapos de colores, la tocó en el hombro, preguntando que había pasado. Era la gitana del parque, que venía a confirmar lo que ya sabía.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Dear diary

Day 1

Hey book! Well, I'm kinda wasted and you're my birthday present so let's get it rolling !!

God, I'm bored. Is it ok to be bored when you've had like thirty screwdrivers? I mean, I kinda get all horny and crazy when I drink but now I'm just so bored, you know?... No, I mean, how would you know. You're a book. What an idiot.

Well, besides this stupid thing, I only got this cute blouse and some earring and bracelet. And not much more. Oh yeah. My man gave me a surprise. Get ready for it... HE SLEPT WITH SOMEONE ELSE ! What a fucking shocker, isn't it? And you know what is the worst, besides IT ALL, of course? The fact that I found him in bed fucking someone else. The bed we had shared many times. How fun is that?

Do you want even more fun? Cool. He was fucking a dude. Yeah, like you heard it. I so his ass and dick before he hid from me like a fucking weasel, as if I was going to attack him or whatever. Well, no. I'm a lady, dammit! I behave properly in all social events, even in those where my boyfriends, or ex boyfriend to be more precise, is banging a guy. Yeah, I'm a queen of the people.

So yeah, that's my beautiful, awesome, fucking present. Great, right? I can't wait for Christmas. Maybe I'll get vaginal warts or some shit. Or maybe I'll be hit by a truck. From now on, everything goes downhill, right?

Fuck, I'm tired and bored and whatever.  Bye, diary.

Day 2

Hello. Well... it's weird because I feel I have to apologize for what I wrote last week. I was so down in the dumps, so hurt and angry and I wanted to kill with my bare hands. I didn't wanted to write again because, who cares about this in the end. But I realized it may be good for my mental health if I get things out before they start poisoning my brain.

I normally don't curse that much. Only when I'm really pissed or drunk. Last week, I was both. Then again, how do you handle it? I ask myself over and over again: "How are you going to cope with this and move on?". Well, tough luck for me because it ain't easy. That's the truth.

Thank God, and my social skills, I have many good friends and they have all said something different: some think I should forgive him, others that I should have revenge, others that I forget what happen and move on to the next one. But I can't do any of those because it feels unnatural to just do something without really thinking what it means.

I think I should note that Gary and I had been together for a little more than a year. I never noticed anything strange or particular and he never told me he liked guys. I mean, I even asked him once if he would ever have sex with a guy, even in a threesome with one girl, and he said no. That was like a chance for him to tell me the truth but he didn't.

I don't know what to do as he has called me, asking to see me to explain but I don't want that. I'm hurt but I try to understand and it's hard. I'm heartbroken, yes. But, mostly, I'm disappointed by the lie. I felt like he was my friend and the fact that he didn't tell me something hurts much more and the cheating part.

Well, I guess things find their way to correct themselves, and slowly fade away... Let's see what happens.

Day 3

Fucking day... Sorry, wrong way to open a... conversation, of sorts. But I'm so pissed right now. My boss has been asking both my legs and arms and then yells at me like a mad doh in front of everyone because I dare to demand I raise. All the work he claims it's his, it all comes from me. And I've just had it so I was fired. Yeah, so, life's fucking me twice I guess.

Then again, work had always been like this but I guess I confronted my boss in a moment he was specially sensitive and man have i been sensitive too these days. So I guess it was bound to happen, something big like this.

I haven't told anyone yet, though. My parents are going to worry and argue with me and my friends will roll their eyes or give me support that, at the end of the day, is all words but nothing to really to hold on to.

And the other thing I should tell is that... Well, Gary called me while I was picking up my things from work and I just bursted into tears and told him what was happening. I know I said I hadn't told anyone but he just called in my most vulnerable moment. He even showed up, helped me carry a couple of boxes to his car and then invited me lunch.

I hate myself for writing this but... I remembered what it felt to love him, to care for him. And right after I would hate myself for thinking of him as a nice memory after he did what he did. I asked him for the explanations he had wanted me to hear and it was worse. Worse because I couldn't blame him. I had met his parents and they are the most conservative couple I have ever met. They go to church and to conservative rallies and the woman is worried every time of what her husband might say and the guy is the biggest bigot you can think of.

Gary told me he always felt attracted to guys but his family almost made him like girls so he dated girls and had sex with them, from high school until now. But his dad had suffered a heart attack recently and apparently that changed it all for him. He told me he wanted to end with me on better terms and couldn't and then met this guy online and invited him to his house...

I mean, I cannot forgive him for lying. I can't because he had choices. But I understand why he did what he did and it's better now that I know some more about him. I love him still, there's no point in denying it. Maybe I would be able to transform that into a nice friendship but, for now, he's just a nice guy that was there today when I needed a shoulder to cry on.

Day 4

Man, I have written so little in here. Only four times and so much has happened during that time. It's crazy... Well, i was fired a month ago. That's the last time I wrote. After that I told everyone about my job, although I only told my closest friends about my encounter with Gary.

Well, first and most important, I got a new job. A friend directed me to her uncle and I'm working with him on advertising for local brands. It's cool, not really what I was used too but it's cool and I do need the money so, it doesn't hurt at all.

I have seen Gary again and I think we can be friends. You know, it's weird to imagine that with someone you have slept with. It seems strange to treat someone like a friend but knowing their "sex face". I actually said that the other day and Gary laughed and tried to do my "sex face" and they I did his and we had a blast.

What I'm certain of is that I don't want to commit to anything right now, other than my job and my responsibilities as friend, daughter and sister. I don't want another relationship. As I said a month ago, I understand Gary but cannot trust him easily and same goes with other men. I'm just afraid people are going to lie to me again but... I guess it's bound to happen right? We're human after all.

To replace to need for attention and love, I got a cat from a neighbor who was giving away kittens from the couple she owns. I named him Snowcone, because he's all black except for the face. I was thinking of Vanilla but he's a male so it would have been kind of misleading to people. He's always close and cuddles with me... I don't know, I need that now. Here's hoping I don't become a crazy old cat woman.

Well dear diary, you have a been a very nice gift after all. You have prevented me from becoming insane and, after all, don't we all need something like this? We need to speak up, loud and clear sometimes in order to make our voices heard, even if it for ourselves. We need to tell ourselves that we are not freaks. We're just people. Right?

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Sobre la montura

Siempre me interesó aprender a montar caballo. No sé porque... Tal vez por la libertad que se siente al estar sobre un animal como ese, o por la amistad extraña que se forja con un ser incapaz de responder verbalmente. En fin...

La equitación es una de esas cosas que dicen que hay que aprender desde niño, como tocar piano o bailar ballet pero yo empecé tarde, en un viaje en el que daban la opción de tomar clases rápidas y vaya si fueron rápidas. Consistían, simplemente, en subirse al animal y halar la rienda con algo de fuerza para no caer y controlar al animal. De resto, era poco lo que decía el instructor, un hombre de bigote espeso que parecía un caballo en que masticaba algo constantemente (nunca supe que era) y su aparente falta de voz.

Después de esas vacaciones, me inscribí en una escuela de verdad y aprendí a cabalgar con propiedad. Lo gracioso, en últimas, era que yo no poseía un caballo ni un lugar para montar pero me tranquilizaba mucho interactuar con los animales y montarlos, fuera a toda velocidad o con calma.

En mi escuela conocí a una campeona mundial. Bueno, campeona junior. Una jovencita de quince años que manejaba cualquier caballo como si todos fueran de su propiedad. Un día la vimos pasar por la pista de obstáculos con agilidad y elegancia. Su pelo casi ni se movía, lo mismo que sus ojos que parecían fijos en un punto lejano, nunca en el obstáculo siguiente.

Todos la felicitamos y nos dio algunos consejos para manejar a los caballos en ciertos momentos, como para saltar una cerca o un muro bajo o para hacer giros cerrados en un campo confinado. Todos los intentamos con el mismo animal y fue increíble ver como cada persona lo hacía tan distinto. Yo pude con el salto pero fracasé con la curva cerrada. Caí como un bulto de papas al suelo y, por suerte, no recibí una patada de Teniente, el caballo.

Mis amigos cercanos, los únicos que tenía, así como mi familia, empezaron a darse cuenta de mi interés por los caballos y todo lo que tenía que ver con la equitación. Empecé a leer al respecto, aprendiendo diferencias entre las diferentes razas y los estilos para montarlos. Supe moderar mis comentarios ya que notaba con facilidad cuando hacían mala cara por alguno de mis datos sueltos referentes al mundo de la equitación.

De hecho, solo había una persona más feliz que yo. Era mi amiga Jackie, que trabajaba en un laboratorio farmacéutico. Ella sabía mucho de muchas cosas y, lo más importante, me conocía más que muchos. Ella sabía de mis problemas personales y por eso estaba tan feliz por mi nuevo interés por la equitación. Para ella era un pasatiempo saludable ya que era ejercicio físico y concentración y además implicaba una relación con otro ser vivo, algo que estaba comprobado podía ayudar a quien tuviera problemas sicológicos.

Jackie fue un par de veces a verme al club de equitación. Tengo que admitir que eso me ponía algo nervioso pero rápidamente pude enfocarme en lo que estaba a la mano que era dirigir a mi caballo por la pista y ganar un par de carreras contra los demás jinetes. Fue una tarde bastante divertida, llena de caídas en el barro y risas tontas. Lo pasé tan bien, que pude considerarlo el único día en que no pensé en los problemas de siempre. Todo fue perfecto.

Por supuesto, no todos los días eran así. Había más días difíciles que días fáciles. Eran más los días en los que luchaba contra mí mismo para levantarme que aquellos en que hacía todo espontáneamente y con una vivacidad que no era propia de mi personalidad.

Recuerdo un día en especial. La noche anterior me había acostado sin pensar en nada en particular pero al despertar lo recordé todo y dolió como si se repitiera, como si lo viviera de nuevo en carne viva. Me pregunté a mi mismo "Porque me pasa esto a mi?". No puedo decir que sea una buena persona pero tampoco soy malo. Solo vivo mi vida lo mejor que puedo y ya. Ni me desvivo por ayudar a nadie ni impido que otros se realicen como seres humanos. Entonces porqué a mi, porqué yo?

Ese día me levanté tarde. La cama muchas veces es un refugio inigualable. Tal como la ducha. No me da vergüenza decir que ese día me demoré veinte minutos debajo del agua caliente. A veces giraba la llave un poco para que saliera hirviendo. Necesitaba sentir mi piel, sentir que todavía estaba allí en carne y hueso, no flotando en alguna dimensión lejana como muchas veces parecía. Me forcé a sentir.

Y eso me ayudó, al menos en parte. Desayuné sin ganas, vi alguna película graciosa para que me contagiara de ánimo pero no ayudó en nada. En la tarde me forcé a salir. Tomé los dos buses que tomaba todos los días para llegar al club de equitación porque sabía que si no iba el dolor y los recuerdos tomarían aún más fuerza y eso no era algo que quisiera.

Mi desempeño fue lamentable. Desde el comienzo fue evidente ya que el caballo que normalmente tenía estaba con el veterinario así que me asignaron otro. El pobre animal estaba asustado desde el primer momento. Nunca supe si era yo o su personalidad pero me costó trabajo incluso sentarme sobre su lomo.

En la pista me fue horrible. El caballo simplemente no respondía y pasado un rato era evidente que el problema no era él. Mi instructor me forzó a bajar para verlo a él con el animal: todo fue perfecto, incluso haciendo una ejecución perfecta en la pista de obstáculos.  Me exigió que hiciera lo mismo y seguramente se arrepiente hasta el día de hoy. Todo iba bien hasta el segundo salto. El caballo se tropezó y cayó con fuerza al piso. Yo salí despedido y terminé golpeando el muro que actuaba de cerco.

Me llevaron a la enfermería de inmediato y, luego, al hospital. Según el doctor, estuve cerca de romperme la columna. Además, sufrí un golpe bastante fuerte en la cabeza, que demandó la toma de puntos, cosa que no dolió tanto como pensé.

Cuando Jackie me visitó en casa a los pocos días, lloré como un desconsolado. Le confesé el porqué de mi desempeño ese día y me reprendió pero también me consoló porque ella más que nadie entendía lo que había pasado. 

Para ser sincero, Jackie era más que una amiga. Había sido mi enfermera en mi peor momento y luego casi como una hermana o una madre. Pero lo mejor es que había sido mi ayuda espiritual y económica. Tras mi colapso, no pude seguir trabajando, lo que no fue difícil ya que nunca pude conseguir nada de siento. Ella me dio dinero para sobrevivir y ahora y siempre se lo agradeceré toda la vida. Incluso me pidió que viviera con ella pero no pude. Después de todo, el matrimonio parecía cercano con su novio y no quería meterme en eso.

Ese día en la pista fue el peor pero mejoré. No puedo decir que lo pasado está en el pasado porque no es así. Está muy presente pero ahora lo puedo enfrentar sin miedo, sin perder el control.

Mientras escribo estas palabras, Jackie se pone su vestido de novia y estoy feliz por haber sido elegido como su hombre de honor. Su novio tiene a su hermana como dama de honor, así que se equilibra. Es un día muy feliz y no puedo dejar de pensar lo mucho que amo a Jackie y a estos caballos. Ah sí, es que el matrimonio es en el club! La llevaré al altar en Teniente, con el que ahora doy clases a niños pequeños. Es mi nuevo trabajo, mi nueva vida.

Estoy contento, bastante contento. No sé si seré feliz de nuevo o si de hecho lo fui alguna vez. Pero tengo una prioridad y es estar tranquilo conmigo mismo. Ya veremos que depara el futuro.

martes, 9 de diciembre de 2014

The places in my pain

This is a dream. This is not real. None of this is. Not his smile, not him in any way. Not this place, maybe not even me. I know why I'm here, I remember...

When it started, I found myself laying on a bed, watching the sunrise through a large window, with no blinds or curtains to stop light from entering. It was truly beautiful sight, like no other I had ever seen. But then... Yeah.  I had actually seen something like this before. On a trip with my parents when I was younger. I think we had been camping on a forest and then the sun appeared behind the mountains. My dad had awoken everyone to see it. Why was I dreaming about it?

This dream... It felt strange. I could actually control what I was doing, not merely witnessing things. I stood up from that bed and walked towards the window. It was impossible not to gasp when seeing what was beyond the window: a cliff.

The place were I was, a house I thought, had been built overlooking a deep cliff, with the ocean at the bottom and several pointy rocks. What did that mean? I was sure it meant something. After all, it was a dream.

Then I realized I was wearing a shirt, a blue one. I had never worn one, as office work made me crazy. Then again, no office had considered hiring me so... I was also wearing white socks and that was it. For the first time in the dream, I was scared: what if this was a nightmare? Maybe something I disliked or hated would step in anytime.

I entered the bathroom and realized there was no shower, bath or sink. The door opened to the outside of the house. And I wasn't wearing a shirt and socks anymore, but a sleek black suit with a tie. I had always hated this kind of clothes. How weird...

As I walked on the grass outside, I realized the house slowly fell into the abyss, in silence. It was like seeing someone die or being born, slow paced and beautiful, in a very strange way.

Beyond the grass there was a forest and, somehow, I knew I needed to go there. So I walked. The tie felt looser and so did the shoes as I crossed the grassy fields and neared the forest. When the eucalyptus smell filled the air, I found myself stark naked. I looked for the suit behind me, but there was nothing there, just grass.

"Who cares", I thought. Clothes come and go apparently. What was important now was to keep going and see what all of this was about. As I penetrated the thick forest, stepping on branches and logs, I thought the forest was a very clear memory I had stored for years.

Near my grandparents house there was a park, not that big, but with very tal eucalyptus trees. Those kind of trees were not indigenous to the country and you could feel it in the air and in the soil. They would take me and my sister to that park. And we would play for hours on the benches, on a sand box, and all over the playground someone had put there to make children happy. And it did. We would eat ice cream after that or something sweet and then go back to the house. My grandparents where exceptional people but they never had too much to spare.

That forest in the dream was the park I had played in, replicated thousands of times by my mind. I didn't see them or my sister there, however. The place was silent and there was no one living there except me. Nevertheless, I was still nervous because the dream appeared to be taking a lot of time to end.

After a long walk, I finally arrived to the shores of a lake, that appeared to have the shape of a raindrop. I didn't thought much of it. I just walked towards the water and smiled when realizing it was warm. So nice and cozy, like a bed. So I decided to get all in and dive. My whole body felt warm, so I closed my eyes and let the current take me wherever she wanted.

When I opened my eyes, I was laying again but not on a bed but in a sleeping bag. How odd... After that one time with my family, I had decided never to camp again and there I was again, all cozied up in a sleeping bag. I would have stayed there if it hadn't been for the sound. Finally, my dream had sound. And outside, something or someone was moving so I got up and stepped out.

This time, I was wearing boots, a jacket, thermal pants, gloves and a cap. I only gave a few steps before realizing were I was: a high mountain, another lake very near. There was snow all around and, very far, I could see more mountains and no people. Except one.

There he was. I didn't know this place, or that person, but I ran towards him. He was happy to see me up and starting telling me about the birds he had seen since he had woken up. I heard all of what he had to say, very patiently, calmly. And, to my surprise, I could understand and answer very naturally. We hugged and kissed and laughed and then we had breakfast together. I don't remember having such a good time with anyone, not in a dream or in reality.

This place and that man... I had no idea who he was or where I was but I frankly didn't care. I felt safe. Not like before when I thought that might be a nightmare in disguise. Now I felt nothing could be better and I prayed, in my head, for it not to end soon.

As he put up the fire, I got the cooler where we had brought the eggs and ham, tomatoes and a white onion. And chopped it all as he got the fire started. I found myself looking at him for a long time. He would just smile and keep doing his thing. It felt so strange, so unnatural in a way. I felt great but I knew I had no idea who he really was.

We put it all in a pan, tomatoes, onion and ham and then four eggs and mixed it all. We would share all of it. He told me he was hungry and then kissed me and it felt great. But I couldn't stop thinking: do we really know each other? I s my brain creating this person out of nothing or have I actually met this face?

When we started eating, I didn't care. He just smiled and laughed and made me laugh. He was such a happy person and I felt a bit guilty because I knew the dream would end soon and then we might never see each other again.

After breakfast, we got in the tent and kissed, a lot. I didn't felt the outside cold anymore. I just felt his warmth and that was all I need. His hands and lips felt so real, as if I was really there with him, feeling his hair and breath near my skin. That smile... I would never forget his smile.

But then, it all vanished and I opened my eyes. As soon as I woke up, the sudden urge for vomiting was uncontrollable so I just did there, in my bed. It wasn't long until some nurse came in and cleaned my face and changed my pillow.

The pain was strong, my throat was sore and it felt as if my head had been use as a rattle. I couldn't get back to sleep so I just cried my heart out waiting for everything to end once and for all. That was the only way I could get him back, him and my peace.