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lunes, 16 de marzo de 2015

Una y otra vez

   Por alguna razón, era como si la imaginación se hubiera acabado. Siempre los mismos sueños, casi siempre en el mismo orden y sin ningún cambio significativo. Era como si mi cerebro quisiera que aprendiese algo con esas imágenes pero la verdad es que no se parecían a nada que hubiera vivido. Tal vez a cosas que sentí alguna vez pero como recordar todo lo que se siente, a menos que deje marca de una u otra manera. No recordaba de donde podían venir tantas escaleras y filas y sillas y gente. Porque todos tenían rostros, borrosos o no.

 Y con los que interactuaba más, los conocía. Estoy seguro de que existen en realidad y de que los he, al menos, saludado en la calle. Pero no, son más que eso. Así los besara o me persiguieran, así fuese el centro de atención o solo uno más, los conocía y por alguna razón seguían detrás de mí incluso después de terminado el sueño.

 Lo peor era el dolor de espalda y de hombro, como si hubiera peleado toda la noche. Es así que un ose da cuenta que dormir no tiene nada que ver con descansar. Porque descansado no he estado por un buen tiempo. Solo caigo por el poder que pesa encima mío y después me despierto porque es lo que tengo que hacer. Y siempre que lo hago trato de recordar los más mínimos detalles del sueño que acabo de tener. Normalmente, es una tarea inútil, que no acaba en nada que sirva.

 Es interesante como algo que no existe, que simplemente no tiene forma física, tenga el poder de ejercer presión y de causar reacciones físicas en nosotros, como si de verdad estuviese peleando con alguien o quien sabe que más. Este dolor que no se quita, este peso horrible que siento, es uno de eso que pensé que ya nunca volverían. Y lo sé porque este me preocupa y cuando algo lo hace es que es grave o importante. Eso pesos en el pecho o sentimientos de presión en el corazón son lo peor.

 Y existen y eso es aún más atemorizante. Y que tal que el sueño sea algo así como una premonición? Una alerta para estar al tanto de cosas por venir, tal vez no todas buenas o tal vez no todas fáciles. Porque si hay algo que yo deteste más que nada son las cosas innecesariamente difíciles. Muchos dicen que el camino difícil es el del valiente pero para mí es el del masoquista y el del mártir. Yo no soy ninguna de esas dos cosas. Ni lo seré nunca porque no lo deseo.

  En fin, esos son mis sueños, mundos inexplicables que se repiten y se repiten. Y no es que sueñe todas las noches ni nada por el estilo sino que, incluso después de meses sin recordar nada de mis sueños, de pronto aparecen estos de nuevo: las mismas estructuras sin sentido, la misma gente con los mismos diálogos y el mismo desarrollo del sueño. Es como ver una película favorita, una y otra vez. Solo que yo jamás elegí ver esta película, solo soy el proyecto que se usa para que el filme corbe vida y sea lo que tiene que ser.

 Algo curioso es que mi respuesta a lo que ocurre ha cambiado con el tiempo. Al comienzo era confuso y era más precavido en el sueño, todo iba más despacio. Eran sueños que se desarrollaban en la noche durante seis o más horas de sueño. Pero ahora pueden aparecer mientras duerme apenas una hora o poco más. Y ya no soy el mismo de antes si no alguien que recibe todo de buena gana. Incluso parezco actuar en ciertas escenas, disfrutando mi papel sin tapujos.

 Y lo digo así porque a veces siento que me veo hacer cosas pero no soy yo el que las hace. Y cuando soy yo, se siente como si cuerpo estuviera en algún tipo de piloto automático que sabe que hacer así mi conciencia real no tenga ni idea de todo lo que sucede. Es casi mágico salvo que no lo es ya que todo depende mi cerebro, de todo lo que allí reside, tanto en la luz como en la oscuridad. Como me gustaría aprender más de mi! Sé que hay mucho más de lo que sé dentro de mi cerebro pero es como si yo mismo no tuviera la contraseña para mi propia caja de seguridad.

 Cuando despierto, es frustrante. No solo porque parezco no avanzar en el sueño, sino por el dolor y el saber que probablemente volverá a pasar lo mismo en días y semanas. Y es tremendamente frustrante. Estar tan cerca y nunca llegar. Aunque quien dice que los sueños tienen de hecho un final? Tal vez simplemente sigan y sigan hasta que el cerebro se cansé y decida despertar al cuerpo. Pero entonces entre más tiempo dure el sueño, más del filme se podría ver. Y eso es lo que quiero.

 A más de una persona le parecerá extraña mi obsesión con saber más de mi mismo. Dirán que para eso no hace falta soñar sino ser sincero con uno mismo. Y tal vez tengan razón. Pero siempre es útil un pequeño empujón, algo que nos haga caer en cuenta de las cosas. A veces es un alguien el que hace eso pero tendría que ser alguien que nos conoce a la perfección y en mi caso no hay nadie así. Ni mi familia sabría más de mi que yo mismo, tal vez porque he ocultado tanto conscientemente. Por eso no sé si lo que me quiere decir mi cerebro es algo sincero o no.

No sé y a veces prefiero no pensar tanto en el asunto. Porque a la larga de que sirve que todo parezca un gran misterio que solo tu puedes resolver pero que en verdad resulta que no es más que un laberinto oculto en una red espesa de mentiras y verdades que ya no eres capaz de separar porque ambas cosas forman parte de lo que eres, de lo que soy en este caso. Porque si somos sinceros, todos los seres del mundo que valen la pena tienen esos dos lados: el claro con las verdades y el oscuro con las mentiras. O incluso al revés si se cree que también la luz puede cegar y la oscuridad puede ser fuente de vida.

 Que si me da miedo saber ma miedo de la realdiad, de lo que es sin nuestra influencia consciente.ncluso al reveres del mundo que valen la pena tienen esosás de mi mismo? Por supuesto que sí. Solo un tonto creería saber todo de si mismo y solo un idiota no tendría miedo de la realidad, de lo que es sin nuestra influencia consciente. El miedo en este, y en todos los caso, es increíblemente útil. Y no es que adore mi miedo ni nada por el estilo pero le tengo respeto y creo que eso es algo necesario para saber manejar sentimientos tan volátiles como ese. De pronto estando consciente de mi miedo, puedo entrar más fácil en contacto con lo que hay detrás de los sueños.

 Porque estoy seguro que hay algo detrás. Si pudiese alguien ayudarme sería lo mejor del mundo porque me quitaría un peso de encima. Y sé quien podría ser esa persona pero, lo peor del caso, es que sé que esa persona no existe ya que es esa media naranja de la que tanto habla la gente. Es ese otro ser que me complementa en todos los aspectos y que sabe cada cosa de mi y yo de él. Sé que es la única persona que me puede ayudar pero, como dije, no existe. Porque si existiese ya lo conocería porque como más sabría más de mi que yo mismo?

 Es un camino muerto y es inservible recorrerlo porque no tiene ningún sentido. Está claro que esto es entonces que tengo que hacer yo solo. Lo único es que tendré que estar listo para la próxima vez que los sueños, las imágenes y los sentimientos lleguen. Y no es fácil estar listo para algo así porque te toma desprevenido, te da mil vueltas en un mismo sitio y no te de deja en paz. Es por eso que no puedes ni pensar ni mucho menos decidir que hacer coherentemente.

 Supongo que en ese momento entra el miedo porque no sabes si actuar de manera desmedida sea lo mejor. Que pasa entonces si tus acciones cambian el curso del sueño de tal manera que en verdad nunca descubras nada sino más bien al contrario? Que las acciones lo que hagan sea arrojar piedras sobre lo que quieres saber y lo oculten incluso más de lo que ya está? Es un riesgo, después de todo. Y creo que estoy dispuesto a arriesgarlo todo ya que no perdería nada en todo caso.

 Y que sin esas verdades quedan enterradas para siempre? No sería yo el primer ser humano es fracasar al querer conocerse íntimamente. De hecho, la mayoría de personas en este mundo creen que conocen cada pequeño trazo de su personalidad, de su ser interno y externo y eso simplemente es imposible. Con la porción tan pequeña que usamos del cerebro, es imposible que no existan secretos más allá de nuestro entendimiento, incluso si esos secretos están guardados con recelo dentro de nuestros propios cerebros. Que tal si esa es la última fortaleza que debamos enfrentar? Que tal si es allí donde están las respuestas a las preguntas que nos hacemos como especie, como seres humanos?

 Hemos creído toda la vida, toda nuestra existencia, que la verdad está más allá, lejos, oculta tras las nueves o la neblina pero que tal si es al revés? Si en verdad todo lo que necesitamos saber está aquí mismo, dentro de nuestros propios cuerpos, oculto en esa parte que nunca usamos porque no sabemos como? De pronto es todo lo que necesitamos para ser verdaderamente felices o para vivir realmente en paz.

 Tengo que creer que así es. Y por eso no descansaré hasta penetrar la realidad de mis sueños, así eso implique crear muros para derrumbar otros. Y así será. No importa el dolor solo el saber.

domingo, 25 de enero de 2015

Soñar cuesta mucho

   Lo más posible es que no haya manera de sentirse verdaderamente tranquilo en ningún lado, por completo. La vida jamás será una experiencia completa si lo que se busca es realizarse a través de sueños ajenos y no se persiguen los propios, por peligrosos, ridículos o insignificantes que sean. Y la verdad es que sí existen sueños tontos pero jamás para quien los sueña y, al fin al cabo, esa es la opinión más importante.

 Hay sueños grandes, difíciles de realizar y hay quienes adoran tener estos y toman como una aventura o un reto, el hecho de confrontar este tipo de duelo con el destino. Claro que el destino, como tal, es apenas una sombra o un humo sin cuerpo que flota siempre por delante nuestro. Su principal característica es ser siempre cambiante y, seguido, el resultado de nuestras elecciones conscientes. Está claro que hay factores externos que no se pueden prever pero todo se ajusta rápidamente en relación al ser humano.

 En todo caso, los sueños están para ser perseguidos. Se quiere ser astronauta o un músico o cantante famoso? Pues no hay más opción sino intentar. Como? Trazando el camino y yendo paso por paso. No todo el mundo tiene que hacer todos los pasos y hay veces que hay que repetir algunos o pasar por otros que nunca habían sido contemplados. En ese momento entra el factor llamado "paciencia". La gente seguido piensa que se trata todo de perseverancia pero eso no es verdad. Los ejemplos abundan para dejar en claro que no es necesario matarse en el trabajo sino hacerlo y esperar a ver que pasa.

 Esta ultima declaración puede ser un tanto molesta para algunos, más que todo para quienes hacen esos esfuerzos sobrehumanos para lograr algún tipo de ascenso o de consideración. Aunque sí es verdad que un esfuerzo especial es apreciado, la constancia siempre es más apreciada, sobretodo si se relaciona con paciencia y organización. Las personas solo premian el esfuerzo cuando el premio no vale tanto la pena y se trata de "contentar" a alguien por un tiempo hasta que olvide el esfuerzo que hizo. La clave: combinar cualidades, sean las que sean que tenga la persona (tu o usted).

 Todo el mundo tiene cualidades. Es decir, todo el mundo es bueno en algo pero no todo el mundo es bueno en algo que paga o vale la pena. Por ejemplo muchos narcotraficantes son muy buenos en lo que hacen pero esa no es una cualidad bien vista por la sociedad en general. Pero no se puede discutir que estos hombres y mujeres, y muchos otros en otras circunstancias, tienen cualidades así estas no sean de la clase que todo quisiéramos tener.

 El caso es saber para que se es bueno. Pintando, escribiendo, bailando, haciendo cálculos, organizando, limpiando, comiendo,… En fin, tantas cualidades que puede haber. Por eso es importante conocerse a si mismo, tarea que puede tomar muchos años o solo algunos meses, dependiendo de la complejidad de cada persona.

 Es innegable que hay cantidad de maneras de ser y de ver la vida. Por lo tanto, hay gente más simple que otra y eso no tiene nada de malo, es simplemente como son las cosas. Ser simple tiene muchas ventajas y una que otra desventaja: es una vida más alegre y menos preocupante aunque siempre poco trascendental. Una persona simple podrá sonreír con facilidad durante toda su vida. Una persona compleja, solo lo hará en determinadas ocasiones.

 Y esto que tiene que ver con los sueños, se preguntarán ustedes? Pues fácil: gente simple, sueños simples. Esa suele ser la regla aunque, claramente, siempre hay excepciones. La gente simple tiene sueños que son fáciles de realizar y que están a su alcance. De hecho, ahí recae la inteligencia de los personas sencillas: saben que deben plantearse retos que sean capaces de afrontar y no ponerse frente a cosas que saben que simplemente nunca van a lograr.

 La gente más compleja tiene sueños que, en muchas circunstancias, jamás serán realmente cumplidos. Por ejemplo, son ideas tan vagas y poco exactas que su realización no es tan factible como plantearse jugar futbol un buen día de sol en un parque. Una persona compleja se plantea retos que, en si mismos, contienen otros retos y pruebas difíciles lo que hace que el tiempo sea un factor de gran importancia para estas personas.

 Aunque siendo honestos, el tiempo es siempre importante, para todos. Al fin y al cabo somos seres humanos y eso quiere decir que tenemos una vida que tiene un final. Todos los sueños que tengamos toman y, a la vez, no toman en cuenta, el hecho de que todos tendremos que morir alguna vez. Otra cosa difícil es cuando queremos ser inmortales, imprimiendo nuestro ser en objetos o sueños corpóreos. Esto es realizable pero requiere tiempo, paciencia, y esfuerzo, todo al mismo tiempo. Y aún con todo eso, puede que no se realice. Vivimos en un mundo que se alimenta del pasado pero no de los pequeños elementos sino de los grandes e importantes.

 Ahora bien, antes hablábamos de sueños importante y sueños poco importantes. Por ejemplo, ir a comer a un restaurante de renombre puede ser un sueño. Es importante? Muy probablemente, no lo sea. Ya que las probabilidades de que algo así cambie una vida son bastante pocas. Pero poder realizar una línea de productos para el cabello y venderlos en tiendas, eso es un sueño importante, grande, porque involucra a más de una persona y porque tiene consecuencias serias sobre la persona que trata de lograr que ese sueño se convierta en realidad.

 Eso sí, repetimos, la importancia de cada sueño solo puede ser determinada seriamente por la persona que lo quiere realizar. Lo que los demás piensen es interesante pero de ninguna manera importante a la hora de realizar un sueño. Eso a menos que la persona en cuestión sea fácilmente sugestionada por los demás. En ese caso los sueños a realizar siempre serán los de otros y la persona vivirá una vida vacía.

 De hecho, y debemos confrontar esta realidad, la gran mayoría de los millones que vivimos en el mundo nunca veremos realizados nuestros grandes sueños. Porque? Por una pequeña palabra llamada “prioridades”. Digamos que nuestro gran sueño sea ser un arquitecto renombrado. Pero si además de realizar ese sueño tenemos que cuidar a nuestros hijos, a nuestros padres, cuidarnos de los demás, poner comida en la mesa, divertirnos, disfrutar y en fin, es muy probable que el tiempo no alcance para ser quienes siempre hemos querido ser.

 Y con esto entramos en el último punto y, ciertamente, el más importante. Los sueños están para ser realizados o para ser soñados, para tener metas? Es una gran duda del ser humano. Porque? Pues bien, porque no somos seres que vivan para siempre y al tener una vida finita, sabemos que hay cosas que jamás podremos realizar o ver realizadas. El hombre siempre ha querido explorar el espacio pero cuantos de nosotros veremos al hombre en Marte? Pocos de los que vivimos hoy, probablemente.

El problema es que hoy en día los sueños han sido idealizados. Son casi como un producto a la venta, como el software que uno compra para editar fotografías. Tiene el software pero eso no quiere decir que sepas como editar las fotografías. Eso se aprende por aparte, sea por uno mismo o de alguien más. Lo mismo sucede hoy en día con los sueños: cogemos los sueños que nos venden y tratamos de realizarlos para nosotros.

 Quiero ser esbelto, tener buen culo, tetas, pene y abdomen. Ese es un sueño que se le vende a todo el mundo hoy en día y muchos lo compran. Es su sueño propio? Muchos dirán que sí. Porque? Porque el ser humano se apena de su propia estupidez. Todos sabemos cuando estamos siendo ridículos o cuando estamos haciendo algo mal. Lo sentimos lo percibimos pero eso no quiere decir que nos detengamos. Acaso cuantos dejan de ir al gimnasio porque se dan cuenta de que eso simplemente no es lo que quieren para si mismos?


 El problema con los sueños es que los contaminamos con las mentiras que nos rodean y, peor, con las que nos decimos a nosotros mismos. Hoy en día todo es tan fácil y tan rápido que ya no nos molestamos en pensar. Los sueños se han prostituido pero podemos todavía anhelar, querer. Podemos desear todavía desde lo más profundo de nuestros corazones, aprendiendo a hablar con nosotros mismos. Hoy en día le reclamamos al mundo pero nos odiamos a nosotros mismos al crear ese mundo. La solución es sencilla. Al fin y al cabo, soñar cuesta pero no mucho.

lunes, 22 de diciembre de 2014

El mundo murió, y nadie se había dado cuenta

Por el bien de todos. Eso fue lo que dijeron. Había que llevarlos allí, por el bien de todos.

Juana ya no era la misma desde ese episodio de su vida. Ya no veía las cosas de la misma manera. Había dejado de ser una joven ingenua para convertirse en una mujer amargada y taciturna, aburrida de la vida.

Se había casado muy pronto, eso era cierto. Apenas salió de la universidad, se casó con su novio. Apenas tenía 22 años y él 24. Pero estaban enamorados y habían sido novios durante toda la carrera. Conocían las diferentes facetas del otro y se habían aceptado. Así que con el consentimiento de sus padres, celebraron un matrimonio civil, con una fiesta que siguió con pocos amigos, solo la gente más cercana.

Dos años después, se llevaban a Francisco, su marido. Argumentaban que había violado varias de las normas de navegación en internet y era desde ya considerado un peligro para la sociedad. Ella no entendía nada y eso fue lo que más la afectó.

Todos creemos conocer a quienes más amamos pero la verdad es que muchas veces no tenemos la más remota idea de quienes son. Y aunque esto es cierto y Juana lo sabía, ella también sabía que conocía a la perfección a su esposo y sabía que no había nada que él ocultara que pudiera ser tan grave.

El estado y la sociedad habían cambiado lenta pero obstinadamente en los últimos años. El cambio había sido tan lento que casi no lo habían notado. Pero cuando Juana quiso visitar a su esposo en la cárcel, entendió que el mundo en el que vivía era otro, muy diferente al que ella tenía en su mente.

Cuando llegó a la prisión, la recibieron con gestos desafiantes. Nadie cooperaba ni le decían donde estaba su marido. Ese día, esa primera vez, le dijeron que ella no tenía derecho alguno de ver a su marido ya que él había violado códigos muy estrictos. Juana perdió el control, gritando que debían enjuiciarlo, debían darle una oportunidad para probar su inocencia.

Para su sorpresa, eso ya había ocurrido. En estos días, los juicios eran expresos o, en otras palabras, se celebraban apenas el delincuente hubiese sido llevado a la prisión. No esperaban a que tuviera un abogado ya que le asignaban uno que, por obvias razones, no podía hacer mucho por la persona. Lo máximo, era tratar de aminorar su tiempo de condena. De resto, no había caso.

Juana habló con familiares y amigos abogados pero todos le explicaron que la ley no estaba con ellos. Aunque nadie sabía muy bien cual era la razón de la condena, entendían que había sido algo relacionado al comportamiento de Francisco en internet y solo ver una página que "marcaban" como prohibida, podía dar hasta cinco años de cárcel.

Lo primero que hizo la mujer entonces fue revisar todas las posesiones de su marido. La situación era tan grave, que violar la privacidad de su esposo era lo de menos. Revisó por horas la computadora portátil que él siempre usaba. Había bastantes documentos del trabajo, que ella no entendía, y búsquedas casuales en Internet.

Después de un rato, encontró varias páginas pornográficas. Chicas de todo tipo teniendo sexo en varias situaciones. Incluso había escenas en las que Juana jamás hubiera ubicado a su marido, pero al parecer eso era lo que le gustaba. Buscó más y más y encontró búsquedas y salas de chat en las que su marido había entrado y entendió que era lo grave que él había hecho.

La mujer buscó entonces al mejor abogado en existencia. Sacó sus ahorros y los de él y los puso a su disposición pero el hombre le explicó que en casos así la condena no se podía impugnar. El Estado no permitía que "depravados sexuales", como creían que era Francisco, estuviesen sueltos en las calles. Jamás lo dejarían ir.

Juana entonces le pidió que la ayudara a encontrar los detalles del caso, del juicio, de todo lo relacionado con el arresto. Y, lo que más quería, era ver a su esposo.

Lo primero no fue difícil: el Estado subía con frecuencia los datos personales y demás detalles de los juicios relacionados con crímenes por internet, para así alertar al resto de la población. El abogado y Juana revisaron el documento colgado en el portal principal del Ministerio del Derecho, como era conocido ahora. Tenía unas cincuenta páginas, en las que se registraba la dirección del hogar de la pareja, los datos físicos de Francisco y los detalles de al menos dos años de navegación por internet. Lo habían estado vigilando, como probablemente lo hacían con todo el mundo.

El abogado le explicó que muchas veces el Estado no podía con todo, y le relegaba el trabajo a los hackers que trabajaban feliz mente a cambio de cuantiosas sumas. Su marido había cometido un error, era cierto. Pero estaba pagando demasiado por ello.

Cuando revisaron el acta del juicio y del arresto, Juan comprobó lo que había encontrado por su cuenta: Francisco había sido arrestado por buscar mujeres jóvenes en internet. Nunca, según lo que pudo ver por las miles de hojas y seguimientos, buscó niñas, ni siquiera chicas de 18 años. Nunca dijo nada que ella hubiera considerado grave, depravado. Le gustaban las chicas jóvenes, eso era todo. Pero el Estado no lo había visto así. Y por eso fue sentenciado tras quince minutos de juicio. Juana lloró al ver la condena que había recibido.

Tras varios meses, en los que Juana lentamente había caído en la tristeza y el desespero, el abogado le pudo conceder su deseo de ver a su marido. Las condiciones eran ridículas pero no tenía sentido protestar de ninguna manera. Lo haría como ellos querían porque necesitaba hablar con él. Tendría que venir a la prisión y ser revisada dos veces para luego pasar a un cuarto estéril en el que se reuniría con su esposo, bajo la vigilancia de dos guardas de seguridad.

De nuevo, se sintió humillada y vulnerada al máximo, cuando un hombre y una mujer la revisaron de pies a cabeza, cacheando cada parte de su cuerpo, tal vez buscando armas o regalos prohibidos. Después de eso, sintió lágrimas en su cara pero se las secó rápidamente ya que era la hora que tanto había esperado. La metieron en un cuarto pequeño, con una mesa y dos sillas. Mientras se sentaba, entraron los dos guardas. Y esperó. Y mientras lo hacía notó cámaras en todas las esquinas del lugar y supo que seguro había micrófonos por todos lados.

La espera se alargó por lo que pareció una eternidad. Hasta que la puerta se abrió: un hombre grande cruzó el umbral. Halaba a Francisco y lo sentó en la silla frente a Juana. Ella instintivamente quiso tocarlo pero un guarda se le lanzó encima y la retuvo. No estaba permitido el contacto físico. Ella inhaló y lo miró bien: del Francisco que conocía ya no había mucho. Estaba pálido, casi verde, con los ojos inyectados de sangre. Tenía moretones en la cara y el labio roto.

Como pudo, Juana se contuvo y no lloró ni gritó ni hizo nada más que decirle a su marido que sabía las razones por las cuales estaba allí. Le dijo que sabía que él no había cometido ningún crimen, sabía que él no era quien decían otros que él era. Los guardas oían con atención, seguramente esperando órdenes.

Le dijo que lo amaba y que jamás se olvidaría de él. Le prometió que esperaría los cuarenta años ya que sabía que él era su alma gemela y no necesitaba nada más en su vida. Entones una lágrima rodó por la cara del hombre, que parecía demasiado lastimado mentalmente para decir nada más.

Pero Juana no pudo cumplir su promesa. Poco tiempo después de su corta visita al hospital, tuvo una crisis nerviosa grave y se suicidó tomando un frasco de pastillas. La suerte de Francisco no fue muy distinta: el mismo día de la visita, él sonrió caminando por un pasillo. Y entonces otros internos, e incluso algunos guardias, lo mataron a golpes.

El mundo murió, y nadie se había dado cuenta.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Vuelo 131

Todos abordaron a tiempo, directamente en el hangar en que permanecía la aeronave cuando no estaba siendo utilizada. Piloto y copiloto esperaban al lado de la escalerilla para saludar a los pasajeros.

Primero subió la señora Carmen, la matriarca de la familia Castillo. Después subió su hija Inés con su hijo pequeño Matías, los hijos Alfredo y Carlos, cada uno con su esposa y el nieto mayor Samuel con su novia Elvira.

Cuando los nueve estuvieron a bordo, el piloto subió y el copiloto estuvo a punto de cerrar la puerta pero se dieron cuenta que no estaba con ellos la joven que iba a servir de auxiliar de vuelo. Esperaron unos minutos hasta que la joven llegó y pudieron por fin iniciar el vuelo.

Tenían como código de vuelo el 131, favorito de la familia por razones que ya nadie recordaba. La torre dio permiso y en algunos minutos estuvieron elevándose sobre los extensos campos aledaños al aeropuerto.

La joven azafata se paseó por la cabina preguntando a cada uno lo que deseaban beber. El vuelo tendría una duración de dos horas por lo que la comida sería servida más adelante. Volvió a su puesto en la cocina, ubicada junto a la cabina de mando.

En la cabina principal, la familia discutía los detalles de la fiesta en la que habían estado la noche anterior. Habían despegado temprano vestidos con la misma ropa que llevaban antes porque les resultaba más cómodo de esta manera. Las mujeres, a excepción de la señora Carmen, ya se habían quitado los zapatos.

La auxiliar le trajo a todos jugo de naranja y a Carlos un vaso con whisky. Su madre, su esposa y hasta su hijo empezaron a reñirle sobre beber tan temprano en la mañana pero el decía que era una tradición de hacía mucho tiempo. Su esposa le concedía esto pero le decía que había leído que beber y volar era una mala combinación.

Pasada la primera media hora, la mayoría de los pasajeros se quedaron dormidos. Estaban cansados y para muchos había sido una jornada pesada. Había sido una fiesta en celebración del abuelo, el esposo de Carmen, que había muerto hacía ya diez años. Todos los dueños de compañías y gente poderosa había asistido. El respeto que todavía guardaban por Gabriel, era sorprendente.

Sin embargo, Carmen, que no dormía, sabía que muchos habían ido por simple temor. Sabía bien que muchos habían siempre respetado a su esposo por ser un temerario y alguien que no dudaba en decir lo que pensaba a viva voz. Además era un hombre irascible. En las últimas horas había oído mucho de su querido esposo pero más que todo mentiras. El hombre era una bestia, un salvaje sin educación que había encontrado la manera de hacer dinero. Y ella se había casado con él por esa razón. El amor, nunca importó.

La joven auxiliar entró a la cabina y viendo a la señora Carmen despierta le pidió que no se preocupara pero que el piloto le había avisado que habría algo de turbulencia en unos minutos pero nada importante. La mujer le agradeció y la joven se retiró.

El niño de Inés se despertó en cuanto el aparato se empezó a sacudir, primero suave y después más violentamente. Pronto todos estuvieron despiertos y el niño empezó a llorar. Se pusieron los cinturones de seguridad y esperaron a que el momento pasara.

No duró mucho, tras lo cual la joven volvió, se disculpó en nombre del piloto y les avisó que serviría el desayuno.

Había pasado una hora exacta cuando todos empezaron a comer el desayuno en una hermosa vajilla con dibujos diferentes en cada plato. Comían huevos con jamón, pan y jugo de naranja. Además había cestas de pan con mermeladas y mantequilla para el que quisiera.

Comieron rápido ya que la siesta les había abierto el apetito. Después de terminar, todos empezaron a hablar de la vajilla y de los dibujos que cada uno veía en su plato. Parecía que todas eran ilustraciones de cuentos infantiles: Carmen tenía Caperucita roja, Inés a Cenicienta, Carlos a Barba Azul, Alfredo a Pinocho y Samuel a El Gato con Botas. Las esposas y la novia de Samuel compartían el dibujo con su pareja y el niño tenía solo flores en su plato.

De repente se oyó un grito, como si discutieran en otro lugar. La nave dio un salto extraño y se escuchó abrir la puerta de la cabina de mando. La cortina se abrió entonces y todos quedaron paralizados del miedo.

El copiloto sostenía un arma en la mano y los miraba a todos como loco, como si la cordura hubiera dejado su ser. Ya no tenía la cordial sonrisa que les habían brindado antes de embarcar sino una mirada maniática aterradora.

La esposa de Alfredo se puso de pie para protestar y el hombre disparó. Apenas se escuchó algo y la mujer cayó al suelo, probablemente muerta. La pistola tenía silenciador.

El hombre empezó a decirles que el piloto y la auxiliar estaban ahora muertos.

 - Igual que la esposa de Alfredo, el mentiroso. En todo caso, todos van a terminar igual.

Les exigió que se pusieran el cinturón de seguridad para que supiera que no se iban a mover mucho. Se sentó frente a Carmen y le apuntó directamente a la frente.

Por un momento hubo silencio pero después el hombre rió y empezó a hablar. Resultaba ser un hijo ilegitimo de Gabriel. Un hijo que, al parecer, había tenido con una empleada de la oficina.

 - No, no era su amante. Mi madre era una mujer respetable. Pero su esposo... Bueno, usted lo conocía mejor que nadie.

Gabriel había violado a su madre y él era el producto de esa violación. La mujer enloqueció poco a poco y murió un año después de dar a luz, en un hogar de reposo. Él se crió en un orfanato pero fue averiguándolo todo gracias a cartas que su madre había escrito antes de perder la razón.

Y el resto había sido sencillo. Seguirlos a todos, conocerlos, saberlo todo de cada uno. Hizo una breve lista casi gritando, nombrando los defectos de Carmen, las amantes de Alfredo, las particulares obsesiones de Carlos, los desfalcos de Samuel y los negocios torcidos de Inés. Todos habían heredado de Gabriel sus peores cualidades, que eran casi lo único que tenía. Y Carmen era la peor pues ella había sabido de los crímenes de esposo y nunca dijo nada.

El hombre se puso de pie y les dijo que lo había planeado todo para que ellos no tuvieran como escapar.  Y estúpidamente, ellos habían caído. Les preguntaba como gente con tanto dinero, se olvidaba de preguntar porque el copiloto de siempre no estaba con ellos y porque la joven auxiliar había llegado tarde. Pero eso ya no importaba.

Al día siguiente, un barco pesquero se topó con pedazos de metal en el mar, uno de los cuales llevaba la matricula del vuelo 131. Nadie sobrevivió. Aunque siendo justos, nadie nunca vivió en esa familia.

sábado, 11 de octubre de 2014

Sueños

Estaba acostado en una cama y sabía que lo estaba mirando a él, sin conocerlo. No se movió ni dijo nada, solo contempló la hermosa vista que había desde la habitación así como el movimiento de la delgada cortina por el viento que entraba y el personaje que estaba recostando sobre la baranda del balcón.

No le veía el rostro al hombre que estaba afuera pero veía que solo tenía puesto unos boxers y nada más. Sabía que estaba soñando pero todo parecía perfecto. De pronto el sueño cambió y ahora estaba en un tren, lleno de gente.

Estaba sentado entre de una anciana que tejía algo y una chica gótica que escuchaba música. Se levantó de la silla porque sabía que la siguiente estación era su parada. Se cogió de un tubo junto a la puerta y esperó.

Justo cuando entró el tren a la estación, vio al tipo del balcón, de nuevo de espaldas. Estaba en la estación, caminando hacia la escaleras eléctricas. Apenas se bajó, corrió detrás del hombre del balcón pero había muchas personas y empujarlas parecía no servir de mucho. Siempre quedaba muy detrás del tipo y nunca lo pudo alcanzar.

Corriendo por un pasillo, se tropezó y cayó al piso con fuerza. Y el sueño cambió de nuevo. Esta vez estaba en un sitio muy extraño: parecía el interior de una de esas naves espaciales de las películas. Incluso estaba vestido con un uniforme parecido al que llevaban los actores.

La gente lo saludaba y el parecía conocerlos, al mismo tiempo que no tenía idea de que era lo que pasaba. Se acercó en un momento a una ventana y pudo ver a través de ella al planeta Tierra, o eso parecía.

Retomó su caminata por el lugar y vio mucha gente que conocía, de la infancia, del colegio, de la universidad, del trabajo... Todos parecían estar allí y se conocían los unos con los otros, algunos se daban la mano y otros incluso se besaban en público. Era muy extraño.

De nuevo, vio al hombre del balcón de espaldas y lo siguió. Por los pasillos de la nave espacial hasta que, esta vez, pudo alcanzarlo. Cuando le tocó el hombre, el tipo se dio la vuelta. No lo conocía o al menos no conscientemente.

El tipo era más alto que él y, no se podía negarlo, era bastante atractivo. Solo le sonreía y se tomaron de la mano.

Ahí cambió el sueño de nuevo, esta vez por algo más simple y familiar. Estaba en su cuarto, con todo lo que conocía de siempre. Y el chico del balcón estaba con él, durmiendo en la cama. Él se puso de pie y lo contempló un buen rato. Quería escuchar su voz, para hacerlo más real pero se veía tan en paz y tranquilo dormido que no quiso despertarlo.

Se sentó en la silla del escritorio y siguió contemplando al hombre en su cama hasta que por fin se despertó.

A su lado estaba su novia y se sintió culpable, como si hubiera traicionado su confianza con solo imaginar a otra persona en sus sueños. La relación estaba deteriorada y, de hecho, ella estaba allí para intentar mejorar las cosas.

La quería pero como a una amiga, algo que nadie quería escuchar. Habían tenido relaciones y él no había estado muy interesado y creía que lo mejor era no fingir lo contrario. Para que? Todo tiene que terminar algún día.

Cuando ella se despertó, tomaron café en la cocina y hablaron. De mutuo acuerdo, terminaron. Se abrazaron y despidieron. Ella se cambió y se fue y el se quedó allí, tomando su café en la sala.

Entonces sonrió, al ver un pequeño cuadro en la pared opuesta: era una fotografía de la isla griega de Santorini, con sus edificios blancos. En primer plano, se veía una pequeña casa con una gran terraza pero no había nadie allí.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Enfrentar la realidad

Diego


 Te escribo esta carta por una simple razón: ayer te vi en la calle, cerca de mi casa. Yo venía del supermercado y te vi allí, al otro lado de la avenida, charlando con un amigo o yo que sé. Me di cuenta que hacía mucho tiempo no te veía. Hubiera cruzado pero la verdad me dio vergüenza y preferí dejarlo así.

Sin embargo, luego de pensarlo mejor y después de recibir consejos de varias personas, decidí que lo mejor era enviarte esta carta.

Porque no un corre electrónico? Fácil. Porque sería demasiado sencillo. No quiero que parezca que quiero salir del paso o hacer algo solo por hacerlo.

Verás, desde hace un tiempo he estado en algo así como una terapia. No hay terapista ni sicólogo. Solo yo con mi pensamientos. El asunto es que he estado viendo como ciertos momentos o personas en mi vida me han afectado y de ahí aprender y ayudarme en un momento en el que honestamente no estoy bien.

Ultimamente he tenido momentos de depresión y mi autoestima, la misma que conociste, ha llegado a un record por lo bajo. No puedo negarte que han habido momentos en que he deseado morirme pero nunca lo he llevado a cabo y no creo que lo haga. De eso, te hablaré luego.

El caso es que cuando te vi ayer, recordé lo que habíamos vivido. A ti te habrá parecido corto y tonto pero para mi fue un momento inolvidable. Me sentía, por fin, seguro y confiado y con alguien más, así que estaba en una nube. Incluso recordarás, y si no yo te lo digo, el día en que salimos y al final te dije que había sido mi mejor día en mucho tiempo.

Sinceramente, nunca creí que me correspondieras en ningún nivel y como te dije siempre, nunca hubo amor sino un cariño grande y una posibilidad latente que yo mismo tuve el valor de hacerte saber. Sí, para mi fue valentía pura el enfrentarme a mi mismo y decirte las cosas como eran: como me  sentía y lo que quería si tu querías.

Pero no quisiste y ahí terminó todo. La amistad prometida fue la típica de estos tiempos y ahora no hay contacto. Bueno, a menos que esta carta cuente como tal.

La escribo sobre todo para hacerte saber el dolor que sentí ayer, al recordar tu negativa y ver como pudiste tener algo con alguien más. Sí, lo sé. Recuerdas a Fabiana? Conoce a un amigo tuyo que le contó que salías con alguien.

Ya han pasado meses, lo sé. Y no tengo porque reprocharte. Pero quiero que sepas lo mal que se siente ser sincero y desnudarte en palabras frente a alguien para que esa persona deseche todo, como si supiera que vale eso y más.

No te miento: tiempo después caí en cuenta que nunca hubiera funcionado. Somos personas muy distintas y eso a veces rompe más que cualquier cosa. Además, para serte más sincero, nunca sentí que yo te gustara, ni física ni mentalmente. Igual, no pude reprimir el dolor al ver fotos tuyas con alguien más, porque "socialmente" seguimos siendo amigos.

Lo peor fue el día en que fui sincero y tu me fuiste sincero también diciendo que para ti había sido parte de tu transición entre tu relación anterior y un futuro que esperabas tener, con trabajo y casa propia y éxito. Pero eso por lo que pensabas luchar antes que por amor, se fue pronto a la porra, no es así? Yo no fui lo suficiente para apartarte de tu sueño pero alguien más sí.

Lo que más me duele no es el hecho como tal. Como dije antes, estoy seguro que las cosas no hubieran funcionado pero eso no quita el hecho de que hubiera preferido mil veces que me dijeras que yo no te gustaba o algo por el estilo a que no dijeras nada o lo atribuyeras a prioridades que veo eran flexibles.

En todo caso, esta carta la escribo para sacar de mi toda la rabia que tengo. Rabia contra ti. No voy a ponerme de víctima porque, por primera vez, sé que hice las cosas que debían ser.

Esta es mi terapia: confrontarme a los hechos y tratar de superar esta crisis por la que estoy pasando en la que las mentiras son peores que la verdad más dolorosa. No me diste la oportunidad de enfrentarme a mis miedos, a mi horrible visión de mi mismo, a mi odio interno. Y eso, hubiera querido que hubiese sido decisión mía.

No te guardo rencor. Como sabes, y tu mismo dijiste, fue algo pasajero pero que para mi significó mucho y por eso te escribo.


Te mando un abrazo grande y muchos éxitos con lo que te propongas.


Tu sabes quien.


P.S: Mi amiga Fabiana se consiguió la dirección de tu casa para enviarte esto. Espero no te moleste.