El dolor físico es apenas un síntoma y, dicho sea de paso, por mucho el menos importante. Incluso el olor a hierro es una tontería al lado de las punzadas que la mente inflige a su colaborador más cercano.
No tiene sentido, dicen muchos. Porque rebelarse contra uno mismo, porque herir al cuerpo que te mantiene en vida? Resulta que es solo una manifestación, una manera de escapar de la realidad que a veces oprime muy seguido, muy fuerte.
El dolor pasa, dejando sus rastros, evidentes o no. El dolor no es eterno y eso es algo que tendemos a olvidar bastante rápido. Nos quejamos y sufrimos porque muchos no hemos aprendido a dominar nuestros instintos más básicos, que muchas veces pretenden escaparse por entre los dedos. Pero, como con un caballo, hay que quebrantar lo salvaje, al menos tenerlo bajo control.
Es difícil, por supuesto que lo es. Somos seres de inmediatez y no eternos, por lo que para nosotros lo que no sucede en un fragmento ínfimo de tiempo cósmico, es una tortura que parece durar milenios Pero somos menos que eso, somos seres que deambulamos, apenas marcando nuestro camino, para luego desaparecer y nunca más ser vistos.
Vale la pena? Seguramente, aunque nunca se sabrá a ciencia cierta ya que no conocemos el vacío, la eternidad de la que tanto hablan unos, la nada de otros. Pero si se nos da un pequeño respiro de vida, hay que aprovecharla. Eso sí, a nuestros modos individuales.
Todos, y no hay nadie que escape a esto, venimos al mundo para enfrentar dificultades. De hecho, la vida está hecha de estos objetivos por cumplir, como si se tratase de un videojuego pero mas sicológico que puramente obvio.
Tenemos que saltar, tenemos que detenernos y a veces, sencillamente cambiar. Es verdad que la esencia humana dicta que solo el conjunto pero difícilmente el individúo puede cambiar y hablamos de los grandes cambios no del color del pelo o comer carne a no comerla. Esos grandes cambios se hacen a través de generaciones y no podemos darnos latigazos por no alcanzarlos.
El pasado no mejor ni peor pero debemos aprender de él. Antes el grupo era lo importante y no el individuo. Hoy vivimos obsesionados por una personalidad única que cada vez existe menos. Nos dicen que lo mejor es ser uno mismo y marcar la diferencia pero ya no somos nosotros mismos porque el mundo nos ha hecho a su imagen y es un mundo injusto e imperfectos. Por lo tanto, eso somos nosotros.
La individualidad termina cuando ella depende de las definiciones de individuo que el grupo dicta y hoy en día ese grupo es manejado por medios y reglas de convivencia que uno solo hizo para millones.
Y después nos preguntamos porque nos sentimos mal, porque nos deprimimos, porque nos suicidamos. Es fácil responder: porque no somos más que el reflejo de los demás, con solo rastros ínfimos de nuestro ser biológico que, en efecto, es único y, hasta ahora, irrepetible.
No nos propongamos cambiar el mundo. Mejor dediquémonos a cambiar nuestro mundo, nuestro vida y así cambiarán las cosas para todos. La ambición mueve personas pero la paciencia mueve mundos enteros.
La próxima vez que caigamos en ese hoyo negro, oscuro y terrible que solo busca de nosotros el desespero y la ansiedad, busquemos salir de él nosotros mismos, apoyándonos en nuestro entorno y no en el mundo del cual solo somos una pequeña partícula.
Cada vida es como una isla, alejada pero con la posibilidad de entrar en contacto con otras por varios canales de comunicación. Así mismo, recibimos olas tras olas de sentimientos, desafíos, conocimientos y golpes. Es verdad que algunos parecen vivir en islas azotadas por huracanes y otros en pacificas islas dulces pero siempre hay un bosque isla adentro y ese bosque guarda más de lo que vemos desde el mar.
Por eso hay que respirar. Recurrir al acto más natural de nuestro ser biológico y así tomar, una vez más, el control del cuerpo que se nos ha entregado para recorrer este mundo que de fácil y sencillo no tiene nada pero que tenemos como misión explorar para otros, después, puedan llevar vidas más atadas a sus verdaderas convicciones que a las obligaciones que creen tener.