Decidimos alejarnos de la casa, siempre tomados de la mano. Mientras los demás tomaban, fuera por el frío o por las ganas de festejar, nosotros caminamos por el sendero que bajaba al camino principal.
Caminando hacia el mirador, no dijimos ni una sola palabra. Pero si nuestros pensamientos hubieran tenido sonido, seguramente habríamos despertado a todos los vecinos.
Nuestro reciente éxito con nuestro sitio de ventas por internet era la razón de este viaje, una celebración de lo que por tanto tiempo habíamos perseguido. No lo hubiera podido hacer sin él, tanto era cierto. Era la persona que me había apoyado y que había concebido la idea de como y que vender.
No era nada revolucionario tampoco. En estos tiempos ya nadie lo era, al menos no en el buen sentido de la palabra. Yo diseñaba objetos, los que fuera, y el iba encaminando mi trabajo a un producto final que se pudiera utilizar.
Pero todo eso sonaba tan técnico, tan superficial. La verdad era que Mauro había llegado en el momento justo, como si alguien lo hubiera enviado para rescatarme. No, no era un príncipe azul ni nada parecido. Era mejor porque era real, tenía defectos y, siendo sincera, yo amo sus defectos. De hecho, algunos no son sino detalles para mí, aunque para él obviamente son importantes.
No sabía que pensaba él, mientras caminábamos por el camino lleno de barro, evitando pisar charcos particularmente grandes. Me tomaba con firmeza pero sin aplastarme la mano, lo que era agradable. Normalmente no me gustaba que nadie me tomara de la mano. Sentía que le daba a la persona un poder que no habían ganado sobre mi. Que jamás ganarían, para ser exactos.
Me dolían las piernas pero sabía que el sitio estaba cerca. Desde nuestra llegada la finca de Eugenia, hermana de Mauro, habíamos bebido y bailado y reído y contado historias varias. Con nosotros habían venido varios amigos cercanos y, por lo menos yo, me sentía la persona más feliz del mundo. No me interesaba el dinero o el reconocimiento, no ahora. Me sentía contenta de ser apreciada por tanta gente y por tantas cosas.
Si hay algo que detesto es cuando la gente empieza a alabarme por cosas relacionadas a mi pero en las que yo no tengo ninguna incidencia. Es como cuando te felicitan por cumplir años. No es algo que podamos controlar por lo que felicitar sobra, aún más si con el envejecimiento físico no ha habido una madurez real adquirida. Pero tal vez lo pienso mucho... Lo hago con frecuencia.
Por fin vimos el hermoso balcón en madera que habían construido al borde del precipicio, que resultaba ser un cañón enorme con un pequeño hilo abajo que había sido, décadas atrás, un gran río por el cual incluso se podía navegar.
Nos sentamos en una de las bancas que allí había y contemplamos el oscuro vacío, sin decir nada todavía. Lo miré por un momento y sonreí. El me sonrió de vuelta, sin saber porque lo había hecho yo. La verdad era que había recordado cuando nos conocimos y la amistad que se desarrolló al comienzo. Yo nunca lo había visto atractivo entonces. Me parecía muy simpático pero jamás hubiera dicho que era atractivo o guapo.
Ahora, en cambio, me parecía perfecto: sus largas pestañas, sus ojos algo claros, su incipiente barba, sus manos cálidas,... Era increíble pensar como la percepción sobre alguien podía cambiar tanto en tan solo algunos meses y tras compartir una que otra experiencia.
Se removió entonces en el asiento y se levantó. Pero no me soltó. Me haló con suavidad para seguirlo y nos apoyamos entonces en el borde del balcón del mirador. No se podía ver casi nada pero igual era sobrecogedor. Los sonidos llegaban aumentados y el viento soplaba a ratos con fuerza.
Me pasó entonces uno de sus brazos por la espalda, apretando mi cintura ligeramente con la mano. Yo hice lo mismo, parecía lo correcto.
Amor? No lo sé. No tengo ni idea para ser sincera. Creo que nadie sabe en realidad que es el amor ya que no es igual para todos. Lo que para una persona es aquel sentimiento, para otro es algo completamente distinto. Fuera como fuere, yo no nunca había sentido nada que pudiera calificar como "amor". Había tenido novios, un par de larga duración, y los había querido mucho. Pero siempre después de terminar, meses después, me tomaba un tiempo para analizar cada situación y en esas ocasiones me di cuenta que no los amaba. O al menos, eso creí. De hecho, eso me ayudó a entender porque esas relaciones habían terminado.
No sabía que era el amor y eso, tanto en mi mente como en voz alta, sonaba tan melancólicamente ridículo, que prefería no pensarlo mucho. Nunca me he caracterizado por ser romántica o apasionada. Muchas personas de mi edad buscan esa emoción, como la de estar en una montaña rusa. Yo no. Nunca me han gustado las atracciones peligrosas. De hecho, por un tiempo me negué a tener una relación con alguien. Mi ex, anterior a Mauro, había sido hacía 2 años y todo con él había sido tan difícil y complicado y dramático, que había quedado cansada de todo el dilema de salir con alguien.
Me tomé esos dos años para encontrar trabajo, que nadie parecía querer ofrecerme. Hasta que, después de muchos trabajos de medio tiempo y en cosas en las que no tenía ni el más mínimo interés, tuve la idea de vender mis creaciones.
Con Mauro nos conocimos a través de Eugenia, a quién conocí en uno de mis trabajos esporádicos. Ella alguna vez me comentó de un hermano que sabía bastante de ventas y esas cosas pero nunca le puse mucho cuidado. Casi un año después fue que nos conocimos cuando me los encontré a ambos en la exposición de arte de una amiga. Empezamos a hablar y supongo que el resto es historia.
- Que piensas? - dijo Mauro.
Sonreí de nuevo. No le respondí. Solo me puse en puntitas y le di un beso suave en la boca y su respuesta fue, de nuevo, perfecta: me apretó suavemente y me besó de vuelta igual de suave, sin presiones ni ataduras tontas, sin dramatismo ni tonterías con los que la gente solía adornar momentos especiales.
- Volvemos? - dijo él.
- No. Quedemos un rato más. - dije. - Dicen que hay murciélagos.
Entonces el mostró sus colmillos y dijo que me chuparía la sangre y reímos y empezamos a hablar de las criaturas de la noche. Y a la vez que lo hacíamos, todavía tomados de la mano, pensaba en que todavía no lo amaba pero ciertamente había muchas razones para hacerlo.
Pensamientos, escritos, cine y más / Thoughts, writings, cinema and more.
miércoles, 12 de noviembre de 2014
De la mano
martes, 11 de noviembre de 2014
Can you feel me?
He had done it before and knew what it felt like. But he kept doing it, not caring for the aftermath, how it hurt afterwards.
It was so easy now, not like it may have been for boys and young men decades earlier. These days, all you had to do was grab your phone, download an app, put up a picture and voila. That was it. Thousands of men available, just by touching a few commands, just by responding to a message or sending one.
Of course the images were laughable. Most tried too hard to get noticed so they uploaded pictures where their bodies were shown in full exposure. Many were taken at the gym or in a bathroom.
Our guy, he just took a selfie on the street and that was it.
For the last six months, he had intercourse with several men. Sometimes even two on the same day. Always in their homes, their workplaces or sometimes in cars or parks. He didn't really thought much of it, not before or during the moment. It was the aftermath that hunted him.
Curiously, it wasn't the unprotected sex that bothered him. Most guys used condoms so he didn't gave it much thought. What pierced through his head was that emptiness he felt during the process. He had sex to pass time, to forget, to feel liked for at least a second. He wasn't keen on finding love or looking for it. He just needed someone's touch sometimes, and to feel needed or wanted. That was his turn on.
But it all disappeared pretty fast after it had all ended. Most guys rushed him out of their homes and it was understandable: many had couples and were even married, to women. He had even known some of them had children.
The truth was that he felt numb, sometimes during sex but always after it. He didn't really care for anything. He was desperate to feel something but many times couldn't. Physical arousal was rapidly meaningless, empty and hollow.
One day, going to meet a guy, he realized he had lost his cellphone. He had no idea if he had lost it or if he had been the victim of theft. Anyhow, he didn't have the exact address of where he was going as it was noted on a message the guy had sent. He waited until he saw a familiar sight and waited for the bus to stop.
It wasn't a pretty neighborhood but he kind of knew all about it. He had been raised in a house not very far from there but hadn't visited in years. His family had sold the house more than twenty years ago and there were things he didn't remember.
He decided to walk around a bit, eat something and then go back to his house. All the houses looked as if they hadn't been cleaned for years and there was a lot of garbage on the side of the road. It was sad, to be honest, to see how a place could just freeze in time, in such a negative way. It had never been a nice place but it was sad anyway.
The boy saw an internet café and was tempted to go inside but something came over him. It was maybe better to spend the day without any electronic devices, specially not the kind that may make him go to a place he now had no intention of going.
He did enter a Chinese restaurant and asked for the menu of the day, which had lots of rice, soup, a drink and a dessert. All of it for a good price. He was glad to be the kind of person that never left the house without money. He didn't have much, but enough for the meal he craved.
As he ate, he detailed every corner of the restaurant: red and gold veils all over, dragon statues that looked like made of gold but obviously weren't, a Buddha figurine and a one of those white cats that greets people with a paw. It was nice and almost empty. Lunch time had passed so only two tables were occupied. The other one was taken by a young Chinese girl doing her homework or so it seemed.
As the boy finished the soup, a man came from the kitchen and started arguing with the girl, in Chinese. It had always fascinated him how, as different as languages may be, we all have the same facial expressions, body language and reactions.
The man went back inside and the girl continued with her work, typing on a calculator and writing in a small notebook.
- Is the business good? - he said.
She raised her head an looked at him, a bit confused.
- Sorry... The rice is really good.
She then smiled and said the recipe had been brought from China by her grandmother and it had been in her family for years. He asked if she was doing homework but, as it happens, she was doing the numbers for the restaurant. Her father had entrusted her with this responsibility a few months ago but now thought it may be too much for her to handle.
The boy said he was good with numbers so he could help if she needed to. She hesitated, so he took a bite of a spring roll. But then the girl stood up and took her things to his table. She explained what was troubling her and in a matter of minutes, the boy had cleared the issue easily.
As he finished lunch, he helped her get everything in order. The father came back and was surprised to see his daughter talking to a client. The boy thanked the man for his food and asked for the bill. The man did not say a thing to his daughter.
The boy then wrote his email in the girl's notebook and told her to remember him if she needed help again. She said she had actually been looking for a tutor, as she needed to improve her grades to one day be able to handle every single aspect of the restaurant.
The man brought the bill and he was introduced by his daughter. The boy thanked him again with a handshake and told him he was going to tutor his daughter, as he realized she was eager to have the best Chinese restaurant in town.
The man seemed very happy, shaking the boy's hand and smiling. After he left, the girl and the boy talked about the business and not much about each other. He then saw what time it was on a clock in the wall and decided to leave. They bid farewell and, some time after, he was on the bus en route to his home, to his family. And for days, he didn't even thought of getting a new cellphone. He finally did in order to be in contact with his friends and family, all the people he had banished of his life and was now getting to know again, feeling them closer.
lunes, 10 de noviembre de 2014
Vuelo 131
Todos abordaron a tiempo, directamente en el hangar en que permanecía la aeronave cuando no estaba siendo utilizada. Piloto y copiloto esperaban al lado de la escalerilla para saludar a los pasajeros.
Primero subió la señora Carmen, la matriarca de la familia Castillo. Después subió su hija Inés con su hijo pequeño Matías, los hijos Alfredo y Carlos, cada uno con su esposa y el nieto mayor Samuel con su novia Elvira.
Cuando los nueve estuvieron a bordo, el piloto subió y el copiloto estuvo a punto de cerrar la puerta pero se dieron cuenta que no estaba con ellos la joven que iba a servir de auxiliar de vuelo. Esperaron unos minutos hasta que la joven llegó y pudieron por fin iniciar el vuelo.
Tenían como código de vuelo el 131, favorito de la familia por razones que ya nadie recordaba. La torre dio permiso y en algunos minutos estuvieron elevándose sobre los extensos campos aledaños al aeropuerto.
La joven azafata se paseó por la cabina preguntando a cada uno lo que deseaban beber. El vuelo tendría una duración de dos horas por lo que la comida sería servida más adelante. Volvió a su puesto en la cocina, ubicada junto a la cabina de mando.
En la cabina principal, la familia discutía los detalles de la fiesta en la que habían estado la noche anterior. Habían despegado temprano vestidos con la misma ropa que llevaban antes porque les resultaba más cómodo de esta manera. Las mujeres, a excepción de la señora Carmen, ya se habían quitado los zapatos.
La auxiliar le trajo a todos jugo de naranja y a Carlos un vaso con whisky. Su madre, su esposa y hasta su hijo empezaron a reñirle sobre beber tan temprano en la mañana pero el decía que era una tradición de hacía mucho tiempo. Su esposa le concedía esto pero le decía que había leído que beber y volar era una mala combinación.
Pasada la primera media hora, la mayoría de los pasajeros se quedaron dormidos. Estaban cansados y para muchos había sido una jornada pesada. Había sido una fiesta en celebración del abuelo, el esposo de Carmen, que había muerto hacía ya diez años. Todos los dueños de compañías y gente poderosa había asistido. El respeto que todavía guardaban por Gabriel, era sorprendente.
Sin embargo, Carmen, que no dormía, sabía que muchos habían ido por simple temor. Sabía bien que muchos habían siempre respetado a su esposo por ser un temerario y alguien que no dudaba en decir lo que pensaba a viva voz. Además era un hombre irascible. En las últimas horas había oído mucho de su querido esposo pero más que todo mentiras. El hombre era una bestia, un salvaje sin educación que había encontrado la manera de hacer dinero. Y ella se había casado con él por esa razón. El amor, nunca importó.
La joven auxiliar entró a la cabina y viendo a la señora Carmen despierta le pidió que no se preocupara pero que el piloto le había avisado que habría algo de turbulencia en unos minutos pero nada importante. La mujer le agradeció y la joven se retiró.
El niño de Inés se despertó en cuanto el aparato se empezó a sacudir, primero suave y después más violentamente. Pronto todos estuvieron despiertos y el niño empezó a llorar. Se pusieron los cinturones de seguridad y esperaron a que el momento pasara.
No duró mucho, tras lo cual la joven volvió, se disculpó en nombre del piloto y les avisó que serviría el desayuno.
Había pasado una hora exacta cuando todos empezaron a comer el desayuno en una hermosa vajilla con dibujos diferentes en cada plato. Comían huevos con jamón, pan y jugo de naranja. Además había cestas de pan con mermeladas y mantequilla para el que quisiera.
Comieron rápido ya que la siesta les había abierto el apetito. Después de terminar, todos empezaron a hablar de la vajilla y de los dibujos que cada uno veía en su plato. Parecía que todas eran ilustraciones de cuentos infantiles: Carmen tenía Caperucita roja, Inés a Cenicienta, Carlos a Barba Azul, Alfredo a Pinocho y Samuel a El Gato con Botas. Las esposas y la novia de Samuel compartían el dibujo con su pareja y el niño tenía solo flores en su plato.
De repente se oyó un grito, como si discutieran en otro lugar. La nave dio un salto extraño y se escuchó abrir la puerta de la cabina de mando. La cortina se abrió entonces y todos quedaron paralizados del miedo.
El copiloto sostenía un arma en la mano y los miraba a todos como loco, como si la cordura hubiera dejado su ser. Ya no tenía la cordial sonrisa que les habían brindado antes de embarcar sino una mirada maniática aterradora.
La esposa de Alfredo se puso de pie para protestar y el hombre disparó. Apenas se escuchó algo y la mujer cayó al suelo, probablemente muerta. La pistola tenía silenciador.
El hombre empezó a decirles que el piloto y la auxiliar estaban ahora muertos.
- Igual que la esposa de Alfredo, el mentiroso. En todo caso, todos van a terminar igual.
Les exigió que se pusieran el cinturón de seguridad para que supiera que no se iban a mover mucho. Se sentó frente a Carmen y le apuntó directamente a la frente.
Por un momento hubo silencio pero después el hombre rió y empezó a hablar. Resultaba ser un hijo ilegitimo de Gabriel. Un hijo que, al parecer, había tenido con una empleada de la oficina.
- No, no era su amante. Mi madre era una mujer respetable. Pero su esposo... Bueno, usted lo conocía mejor que nadie.
Gabriel había violado a su madre y él era el producto de esa violación. La mujer enloqueció poco a poco y murió un año después de dar a luz, en un hogar de reposo. Él se crió en un orfanato pero fue averiguándolo todo gracias a cartas que su madre había escrito antes de perder la razón.
Y el resto había sido sencillo. Seguirlos a todos, conocerlos, saberlo todo de cada uno. Hizo una breve lista casi gritando, nombrando los defectos de Carmen, las amantes de Alfredo, las particulares obsesiones de Carlos, los desfalcos de Samuel y los negocios torcidos de Inés. Todos habían heredado de Gabriel sus peores cualidades, que eran casi lo único que tenía. Y Carmen era la peor pues ella había sabido de los crímenes de esposo y nunca dijo nada.
El hombre se puso de pie y les dijo que lo había planeado todo para que ellos no tuvieran como escapar. Y estúpidamente, ellos habían caído. Les preguntaba como gente con tanto dinero, se olvidaba de preguntar porque el copiloto de siempre no estaba con ellos y porque la joven auxiliar había llegado tarde. Pero eso ya no importaba.
Al día siguiente, un barco pesquero se topó con pedazos de metal en el mar, uno de los cuales llevaba la matricula del vuelo 131. Nadie sobrevivió. Aunque siendo justos, nadie nunca vivió en esa familia.
Primero subió la señora Carmen, la matriarca de la familia Castillo. Después subió su hija Inés con su hijo pequeño Matías, los hijos Alfredo y Carlos, cada uno con su esposa y el nieto mayor Samuel con su novia Elvira.
Cuando los nueve estuvieron a bordo, el piloto subió y el copiloto estuvo a punto de cerrar la puerta pero se dieron cuenta que no estaba con ellos la joven que iba a servir de auxiliar de vuelo. Esperaron unos minutos hasta que la joven llegó y pudieron por fin iniciar el vuelo.
Tenían como código de vuelo el 131, favorito de la familia por razones que ya nadie recordaba. La torre dio permiso y en algunos minutos estuvieron elevándose sobre los extensos campos aledaños al aeropuerto.
La joven azafata se paseó por la cabina preguntando a cada uno lo que deseaban beber. El vuelo tendría una duración de dos horas por lo que la comida sería servida más adelante. Volvió a su puesto en la cocina, ubicada junto a la cabina de mando.
En la cabina principal, la familia discutía los detalles de la fiesta en la que habían estado la noche anterior. Habían despegado temprano vestidos con la misma ropa que llevaban antes porque les resultaba más cómodo de esta manera. Las mujeres, a excepción de la señora Carmen, ya se habían quitado los zapatos.
La auxiliar le trajo a todos jugo de naranja y a Carlos un vaso con whisky. Su madre, su esposa y hasta su hijo empezaron a reñirle sobre beber tan temprano en la mañana pero el decía que era una tradición de hacía mucho tiempo. Su esposa le concedía esto pero le decía que había leído que beber y volar era una mala combinación.
Pasada la primera media hora, la mayoría de los pasajeros se quedaron dormidos. Estaban cansados y para muchos había sido una jornada pesada. Había sido una fiesta en celebración del abuelo, el esposo de Carmen, que había muerto hacía ya diez años. Todos los dueños de compañías y gente poderosa había asistido. El respeto que todavía guardaban por Gabriel, era sorprendente.
Sin embargo, Carmen, que no dormía, sabía que muchos habían ido por simple temor. Sabía bien que muchos habían siempre respetado a su esposo por ser un temerario y alguien que no dudaba en decir lo que pensaba a viva voz. Además era un hombre irascible. En las últimas horas había oído mucho de su querido esposo pero más que todo mentiras. El hombre era una bestia, un salvaje sin educación que había encontrado la manera de hacer dinero. Y ella se había casado con él por esa razón. El amor, nunca importó.
La joven auxiliar entró a la cabina y viendo a la señora Carmen despierta le pidió que no se preocupara pero que el piloto le había avisado que habría algo de turbulencia en unos minutos pero nada importante. La mujer le agradeció y la joven se retiró.
El niño de Inés se despertó en cuanto el aparato se empezó a sacudir, primero suave y después más violentamente. Pronto todos estuvieron despiertos y el niño empezó a llorar. Se pusieron los cinturones de seguridad y esperaron a que el momento pasara.
No duró mucho, tras lo cual la joven volvió, se disculpó en nombre del piloto y les avisó que serviría el desayuno.
Había pasado una hora exacta cuando todos empezaron a comer el desayuno en una hermosa vajilla con dibujos diferentes en cada plato. Comían huevos con jamón, pan y jugo de naranja. Además había cestas de pan con mermeladas y mantequilla para el que quisiera.
Comieron rápido ya que la siesta les había abierto el apetito. Después de terminar, todos empezaron a hablar de la vajilla y de los dibujos que cada uno veía en su plato. Parecía que todas eran ilustraciones de cuentos infantiles: Carmen tenía Caperucita roja, Inés a Cenicienta, Carlos a Barba Azul, Alfredo a Pinocho y Samuel a El Gato con Botas. Las esposas y la novia de Samuel compartían el dibujo con su pareja y el niño tenía solo flores en su plato.
De repente se oyó un grito, como si discutieran en otro lugar. La nave dio un salto extraño y se escuchó abrir la puerta de la cabina de mando. La cortina se abrió entonces y todos quedaron paralizados del miedo.
El copiloto sostenía un arma en la mano y los miraba a todos como loco, como si la cordura hubiera dejado su ser. Ya no tenía la cordial sonrisa que les habían brindado antes de embarcar sino una mirada maniática aterradora.
La esposa de Alfredo se puso de pie para protestar y el hombre disparó. Apenas se escuchó algo y la mujer cayó al suelo, probablemente muerta. La pistola tenía silenciador.
El hombre empezó a decirles que el piloto y la auxiliar estaban ahora muertos.
- Igual que la esposa de Alfredo, el mentiroso. En todo caso, todos van a terminar igual.
Les exigió que se pusieran el cinturón de seguridad para que supiera que no se iban a mover mucho. Se sentó frente a Carmen y le apuntó directamente a la frente.
Por un momento hubo silencio pero después el hombre rió y empezó a hablar. Resultaba ser un hijo ilegitimo de Gabriel. Un hijo que, al parecer, había tenido con una empleada de la oficina.
- No, no era su amante. Mi madre era una mujer respetable. Pero su esposo... Bueno, usted lo conocía mejor que nadie.
Gabriel había violado a su madre y él era el producto de esa violación. La mujer enloqueció poco a poco y murió un año después de dar a luz, en un hogar de reposo. Él se crió en un orfanato pero fue averiguándolo todo gracias a cartas que su madre había escrito antes de perder la razón.
Y el resto había sido sencillo. Seguirlos a todos, conocerlos, saberlo todo de cada uno. Hizo una breve lista casi gritando, nombrando los defectos de Carmen, las amantes de Alfredo, las particulares obsesiones de Carlos, los desfalcos de Samuel y los negocios torcidos de Inés. Todos habían heredado de Gabriel sus peores cualidades, que eran casi lo único que tenía. Y Carmen era la peor pues ella había sabido de los crímenes de esposo y nunca dijo nada.
El hombre se puso de pie y les dijo que lo había planeado todo para que ellos no tuvieran como escapar. Y estúpidamente, ellos habían caído. Les preguntaba como gente con tanto dinero, se olvidaba de preguntar porque el copiloto de siempre no estaba con ellos y porque la joven auxiliar había llegado tarde. Pero eso ya no importaba.
Al día siguiente, un barco pesquero se topó con pedazos de metal en el mar, uno de los cuales llevaba la matricula del vuelo 131. Nadie sobrevivió. Aunque siendo justos, nadie nunca vivió en esa familia.
domingo, 9 de noviembre de 2014
Look again
- Just dump him.
She looked at her friend really confident of herself, almost defying.
- It's not that easy.
- Yes it is. He cheated, didn't he? That's what you have to do.
- But what if...
- What if what? He didn't meant to fuck someone else? Honey, wake up. Men are trash. Why do you think I repel all those crazies?
- We have been together for two years now.
- Great. Remind him of that while you dump him.
- It's not that easy. We have shared so many things and I don't know if ending it just like that is the right solution.
Her friend sighed and drank a sip of her coffee. She raised her hand and asked the waiter to bring another slice of pineapple cheesecake.
- So, what other solution is there?
- Well, he looked for someone else didn't he? Maybe I failed to...
- You failed? Let me ask you: have you fucked someone behind his back?
- No.
- Then you haven't failed. There are things bound not to work and that's fine but you have to speak up and say "I don't like this" o "I don't like that". Going behind everyone's back like that says a lot about him.
- You're talking about him as if you didn't knew him, as if you hadn't laughed at his jokes or enjoyed all the parties at his house.
- That doesn't have anything to do with this. Yes, I enjoyed that all but he had a responsibility with you, like a contract if you will. He committed to respect you no matter what and he didn't.
The waiter comes with the cheesecake. She asks the other girl if she wants something. She asks for another cappuccino.
- I know you're right. But what should I do? I love him. I hate him for what he did but I love him more than that.
- Look, I don't know it all, that is true. Maybe you are more of a compassionate being that me and you can forgive him and make him a good person or whatever. But I strongly believe people don't just change. People only discover things inside that they have had all their lives but it's not like evolution unfolding before your eyes.
- So, according to you, I should just dump him?
- Yes. It would hurt like a bitch but, believe me, that pain is much better than trying and trying and failing where you knew you'd fail.
The girl with the problem holds her friends hands and smile at her.
- I think I'll have to think about it but thank you so much for this. Really.
The friends smiles at her and then hey change the subject, to a happier one.
A week later, the two friends reunite again. The one with the cheating boyfriends arrives first and, a few minutes later, her friend sits in front of her. She doesn't say much as she knows her friend should be the first to speak.
- There's a lot to say.
- No surprise there.
- Actually, there kind of is...
- What do you mean?
- Remember when I told you I had caught him? In his house?
- Yeah, you had the key in. You told me you were there to surprise him with a gift you found for him. But when you entered his room, he was naked having sex with a girl. The girl covered herself and you left, pissed, of course.
- That sums it up.
Her friend smiles.
- So, what is the surprise? Was the girl a hooker or what?
The other woman tries to speak but can't. She grunts, then she smiles and covers her face. Then back to a straight face.
- What? What's funny?
- It happens, I lied...
- What?
- I lied.
- About what? You didn't caught him in the act? There was no gift? What?
- No, that was all true. But, before I entered the room I heard... moaning.
- Oh... So?
- I went in because it sounded strange.
- He was fucking another girl. Of course it was strange.
- B, he wasn't fucking a girl.
Her friend went mute. For a second she was confused but then her eyes grew big as she understood what her friend was saying and what her earlier smile meant.
- Fuck.
- Yeah... I know.
- But... You dumped him, right?
- Yeah.
- Talked to him?
- I did. He kinda explained or whatever. I feel like an idiot, to be honest.
- I know. I mean, what a surprise, huh?
- It really wasn't, you know? Somehow, I always knew it. I saw signs and just now I realize how i all made sense.
- Tough luck, then. Two years...
- I'm trying not to think about it... You know what's weird?
- What?
- I feel sorry for him. I really do. I mean, I know him. Like, really know him and I don't hate him or whatever.
- You are the best girl a guy or gay or girl could ask for.
They both then laughed and the tension that had been brewing for weeks disappeared. Like the last time, they changed the subject.
Although, there was one more surprise ahead but not for the girl that had been cheated on but for her friend. Guess who was the guy covering himself with blankets in the bed of her best friend's ex?
She looked at her friend really confident of herself, almost defying.
- It's not that easy.
- Yes it is. He cheated, didn't he? That's what you have to do.
- But what if...
- What if what? He didn't meant to fuck someone else? Honey, wake up. Men are trash. Why do you think I repel all those crazies?
- We have been together for two years now.
- Great. Remind him of that while you dump him.
- It's not that easy. We have shared so many things and I don't know if ending it just like that is the right solution.
Her friend sighed and drank a sip of her coffee. She raised her hand and asked the waiter to bring another slice of pineapple cheesecake.
- So, what other solution is there?
- Well, he looked for someone else didn't he? Maybe I failed to...
- You failed? Let me ask you: have you fucked someone behind his back?
- No.
- Then you haven't failed. There are things bound not to work and that's fine but you have to speak up and say "I don't like this" o "I don't like that". Going behind everyone's back like that says a lot about him.
- You're talking about him as if you didn't knew him, as if you hadn't laughed at his jokes or enjoyed all the parties at his house.
- That doesn't have anything to do with this. Yes, I enjoyed that all but he had a responsibility with you, like a contract if you will. He committed to respect you no matter what and he didn't.
The waiter comes with the cheesecake. She asks the other girl if she wants something. She asks for another cappuccino.
- I know you're right. But what should I do? I love him. I hate him for what he did but I love him more than that.
- Look, I don't know it all, that is true. Maybe you are more of a compassionate being that me and you can forgive him and make him a good person or whatever. But I strongly believe people don't just change. People only discover things inside that they have had all their lives but it's not like evolution unfolding before your eyes.
- So, according to you, I should just dump him?
- Yes. It would hurt like a bitch but, believe me, that pain is much better than trying and trying and failing where you knew you'd fail.
The girl with the problem holds her friends hands and smile at her.
- I think I'll have to think about it but thank you so much for this. Really.
The friends smiles at her and then hey change the subject, to a happier one.
* * *
A week later, the two friends reunite again. The one with the cheating boyfriends arrives first and, a few minutes later, her friend sits in front of her. She doesn't say much as she knows her friend should be the first to speak.
- There's a lot to say.
- No surprise there.
- Actually, there kind of is...
- What do you mean?
- Remember when I told you I had caught him? In his house?
- Yeah, you had the key in. You told me you were there to surprise him with a gift you found for him. But when you entered his room, he was naked having sex with a girl. The girl covered herself and you left, pissed, of course.
- That sums it up.
Her friend smiles.
- So, what is the surprise? Was the girl a hooker or what?
The other woman tries to speak but can't. She grunts, then she smiles and covers her face. Then back to a straight face.
- What? What's funny?
- It happens, I lied...
- What?
- I lied.
- About what? You didn't caught him in the act? There was no gift? What?
- No, that was all true. But, before I entered the room I heard... moaning.
- Oh... So?
- I went in because it sounded strange.
- He was fucking another girl. Of course it was strange.
- B, he wasn't fucking a girl.
Her friend went mute. For a second she was confused but then her eyes grew big as she understood what her friend was saying and what her earlier smile meant.
- Fuck.
- Yeah... I know.
- But... You dumped him, right?
- Yeah.
- Talked to him?
- I did. He kinda explained or whatever. I feel like an idiot, to be honest.
- I know. I mean, what a surprise, huh?
- It really wasn't, you know? Somehow, I always knew it. I saw signs and just now I realize how i all made sense.
- Tough luck, then. Two years...
- I'm trying not to think about it... You know what's weird?
- What?
- I feel sorry for him. I really do. I mean, I know him. Like, really know him and I don't hate him or whatever.
- You are the best girl a guy or gay or girl could ask for.
They both then laughed and the tension that had been brewing for weeks disappeared. Like the last time, they changed the subject.
Although, there was one more surprise ahead but not for the girl that had been cheated on but for her friend. Guess who was the guy covering himself with blankets in the bed of her best friend's ex?
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sábado, 8 de noviembre de 2014
Del valle y su río
Habíamos oído muchas historias sobre el río, de lo peligroso que era cuando llovía pero de lo bueno que era con todos los que vivíamos en el valle. Era el que hacía de los bosques una espesa cobija verde y de los campos nuestro orgullo más grande.
Pero nadie tenía permitido subir hasta el punto de nacimiento del río. Desde hacía cientos de años era una regla tácita para los moradores del valle y casi nadie violaba este mandamiento.
Eso sí, cada cierto tiempo llegaba alguien de fuera por los caminos de montaña. Y muchas veces eran aventureros que decían que sin duda podrían llegar a la parte más alta del río. Y se iban y nunca volvían ni nadie sabía más de ellos.
La comunicación con el resto del mundo era escasa. Los caminos que conectan nuestro valle con otros lugares son de tierra y solo hombres a caballo o pie pueden circular por ellos, nadie más.
Esto no es inconveniente ya que, gracias al río, somos autosuficientes. La comida que necesitamos está aquí mismo y con el agua del río funcionan varios molinos para hacer otros productos. Además hacemos ropa, utensilios, construimos casas con ladrillos fuertes y madera del bosque. No tenemos razones para salir.
Además, el valle es pacifico. Hay riñas, de vez en cuando, relacionadas más que todo al alcohol pero los casos de violencia son tan extraños que nuestro jefe de seguridad es más conocido por sus recetas con pez de río que por sus capturas o investigaciones.
Nuestro territorio va desde el bosque verde hasta el lago en el que desemboca el río. Nosotros solo ocupamos un lado del lago. No nos interesa ir más allá ya que, en noches de luna llena, siempre se escuchan sonidos misteriosos provenientes de ese lado. Así que pocos navegan hacia allá, es otro terreno tácitamente prohibido.
Aunque, como dije antes, siempre han habido aventureros y gente que quiere conocer más. Está el caso de la joven antropóloga que llegó del exterior y se quedó en el pueblo por un mes. Se quedó en la casa de cada familia, investigando nuestros hábitos diarios, nuestros gustos y demás. Anotaba desde nuestros apellidos hasta el tiempo que utilizábamos para hacer una hogaza de pan.
Era una mujer extraña pero a todos nos caía bien porque parecía genuinamente interesada en conocernos. Vino y se fue a su tierra y volvió al año siguiente, con regalos y el libro que había escrito sobre nosotros. La felicidad no duró cuando dijo que ahora quería investigar más sobre nuestras supersticiones, incluidos los sitios prohibidos.
Sabiendo que no recibiría ayuda de nadie para sus expediciones, trajo a dos jóvenes de sus tierra y con ellos navegó el lago por varios días. Cada cierto tiempo iban más y más lejos hasta que un día alcanzaron la orilla opuesta. Recogieron tierra y plantas y agua y se devolvieron.
Lo curioso ocurrió en la siguiente luna llena, cuando los ruidos provenientes del otro lado se hicieron más y más fuertes. Todos en el pueblo se resguardaron en sus hogares y trataron de ignorar el horrible ruido. Al otro día, los pescadores anunciaron que sus embarcaciones habían sido destruidas y que una gran parte de los árboles de la orilla nuestra habían sido también destruidos, como si manos gigantes hubieran querido hacerlos a un lado.
Por días nadie le habló a la mujer antropóloga. No era que no la quisiéramos, porque muchos la teníamos en gran estima. El problema era que muchos, de hecho todos, le atribuíamos a ella la culpa de que las criaturas del otro lado hubiera destruido las embarcaciones que nos daban peces del lago y del río. El jefe de seguridad estaba especialmente molesto y ayudaba a los pescadores a reparar los botes o hacer nuevos.
Después de una semana en la que lo ánimos bajaron a como siempre estaban, la mujer anunció que dejaría el pueblo en un mes pero no sin antes visitar el sitio de nacimiento del río. Si la gente empezaba a no detestarla por lo de los barcos, ahora oficialmente casi todos la odiaban.
Pero a la mujer eso le daba igual. Yo estuve en un pequeño grupo que le mostró las zonas del bosque que más frecuentábamos, donde había buena madera y podíamos cazar animales pequeños. Ella siempre parecía fascinada por todo, como si viniera de otro planeta. Creo que siempre quise preguntarle sobre su tierra de origen pero nunca lo hice, por respeto o por miedo a lo que pensaría el resto del pueblo.
Día a día, la mujer fue haciendo lo mismo que en el lago: iban adentrándose más y más hasta que los del pueblo nos retiramos porque no queríamos tener problemas.
Nunca supimos muy bien que pasó con ella. Al menos no después de un par de años cuando, cazando en un territorio profundo del bosque, un grupo de cazadores en el que yo estaba encontró una libreta. Era de hecho el diario de la mujer, firmado por ella en la primera página. Tenía dibujos de la otra orilla del lago y de varias personas y edificios del pueblo. Tenía notas de medicinas que usábamos, de lo que comíamos y demás información que ella había creído útil.
Revisé el libro con cuidado junto con las autoridades del pueblo. De hecho, todos nos reunimos en la plaza central para leerlo juntos. Afortunadamente fui yo quien leyó en voz alta a los demás.
La gente rió y sonrió con varios de los primeros apuntes de la mujer, sobre todo cuando mencionaba nombres o ciertas costumbres. Esas expresiones de felicidad desaparecieron rápidamente en las últimas páginas que leí casi una semana después de encontrar el diario.
La mujer documentaba su expedición en el bosque y como había seguido, con sus acompañantes, el río hacia su punto de origen. Nadie parecía respirar a medida que seguía leyendo.
Resultaba que el río nacía solo unos kilómetros más allá de los que los cazadores iban. Lo extraño era que habían encontrado allí una casa pequeña, que parecía abandonada. La mujer escribía que habían revisado todo y que habían salido cuando se dieron cuenta que la chimenea había sido apagada hacía poco.
Lo siguiente que escribía era que estaban tratando de volver al pueblo pero que el bosque parecía haber crecido y cambiado porque no llegaban a ningún lado y varias sombras parecían seguirlos. Después anotaba que, de alguna manera, habían vuelto a la casa y que las sombras se habían convertido en lobos y que parecían acorralarlos contra la casa, haciéndolos entrar.
En la siguiente página había algunas manchas, ahora negras. Yo sabía bien de que eran...
Y después, no había nada más. Eran sus últimas palabras escritas. Y así cada persona volvió a su hogar y esa noche y por algunos días nadie estuvo muy contento ya que parecían haber comprado lo que siempre habían creído: su valle estaba rodeado de fuerzas oscuras y no había razón para dejarlo, nunca.
Pero nadie tenía permitido subir hasta el punto de nacimiento del río. Desde hacía cientos de años era una regla tácita para los moradores del valle y casi nadie violaba este mandamiento.
Eso sí, cada cierto tiempo llegaba alguien de fuera por los caminos de montaña. Y muchas veces eran aventureros que decían que sin duda podrían llegar a la parte más alta del río. Y se iban y nunca volvían ni nadie sabía más de ellos.
La comunicación con el resto del mundo era escasa. Los caminos que conectan nuestro valle con otros lugares son de tierra y solo hombres a caballo o pie pueden circular por ellos, nadie más.
Esto no es inconveniente ya que, gracias al río, somos autosuficientes. La comida que necesitamos está aquí mismo y con el agua del río funcionan varios molinos para hacer otros productos. Además hacemos ropa, utensilios, construimos casas con ladrillos fuertes y madera del bosque. No tenemos razones para salir.
Además, el valle es pacifico. Hay riñas, de vez en cuando, relacionadas más que todo al alcohol pero los casos de violencia son tan extraños que nuestro jefe de seguridad es más conocido por sus recetas con pez de río que por sus capturas o investigaciones.
Nuestro territorio va desde el bosque verde hasta el lago en el que desemboca el río. Nosotros solo ocupamos un lado del lago. No nos interesa ir más allá ya que, en noches de luna llena, siempre se escuchan sonidos misteriosos provenientes de ese lado. Así que pocos navegan hacia allá, es otro terreno tácitamente prohibido.
Aunque, como dije antes, siempre han habido aventureros y gente que quiere conocer más. Está el caso de la joven antropóloga que llegó del exterior y se quedó en el pueblo por un mes. Se quedó en la casa de cada familia, investigando nuestros hábitos diarios, nuestros gustos y demás. Anotaba desde nuestros apellidos hasta el tiempo que utilizábamos para hacer una hogaza de pan.
Era una mujer extraña pero a todos nos caía bien porque parecía genuinamente interesada en conocernos. Vino y se fue a su tierra y volvió al año siguiente, con regalos y el libro que había escrito sobre nosotros. La felicidad no duró cuando dijo que ahora quería investigar más sobre nuestras supersticiones, incluidos los sitios prohibidos.
Sabiendo que no recibiría ayuda de nadie para sus expediciones, trajo a dos jóvenes de sus tierra y con ellos navegó el lago por varios días. Cada cierto tiempo iban más y más lejos hasta que un día alcanzaron la orilla opuesta. Recogieron tierra y plantas y agua y se devolvieron.
Lo curioso ocurrió en la siguiente luna llena, cuando los ruidos provenientes del otro lado se hicieron más y más fuertes. Todos en el pueblo se resguardaron en sus hogares y trataron de ignorar el horrible ruido. Al otro día, los pescadores anunciaron que sus embarcaciones habían sido destruidas y que una gran parte de los árboles de la orilla nuestra habían sido también destruidos, como si manos gigantes hubieran querido hacerlos a un lado.
Por días nadie le habló a la mujer antropóloga. No era que no la quisiéramos, porque muchos la teníamos en gran estima. El problema era que muchos, de hecho todos, le atribuíamos a ella la culpa de que las criaturas del otro lado hubiera destruido las embarcaciones que nos daban peces del lago y del río. El jefe de seguridad estaba especialmente molesto y ayudaba a los pescadores a reparar los botes o hacer nuevos.
Después de una semana en la que lo ánimos bajaron a como siempre estaban, la mujer anunció que dejaría el pueblo en un mes pero no sin antes visitar el sitio de nacimiento del río. Si la gente empezaba a no detestarla por lo de los barcos, ahora oficialmente casi todos la odiaban.
Pero a la mujer eso le daba igual. Yo estuve en un pequeño grupo que le mostró las zonas del bosque que más frecuentábamos, donde había buena madera y podíamos cazar animales pequeños. Ella siempre parecía fascinada por todo, como si viniera de otro planeta. Creo que siempre quise preguntarle sobre su tierra de origen pero nunca lo hice, por respeto o por miedo a lo que pensaría el resto del pueblo.
Día a día, la mujer fue haciendo lo mismo que en el lago: iban adentrándose más y más hasta que los del pueblo nos retiramos porque no queríamos tener problemas.
Nunca supimos muy bien que pasó con ella. Al menos no después de un par de años cuando, cazando en un territorio profundo del bosque, un grupo de cazadores en el que yo estaba encontró una libreta. Era de hecho el diario de la mujer, firmado por ella en la primera página. Tenía dibujos de la otra orilla del lago y de varias personas y edificios del pueblo. Tenía notas de medicinas que usábamos, de lo que comíamos y demás información que ella había creído útil.
Revisé el libro con cuidado junto con las autoridades del pueblo. De hecho, todos nos reunimos en la plaza central para leerlo juntos. Afortunadamente fui yo quien leyó en voz alta a los demás.
La gente rió y sonrió con varios de los primeros apuntes de la mujer, sobre todo cuando mencionaba nombres o ciertas costumbres. Esas expresiones de felicidad desaparecieron rápidamente en las últimas páginas que leí casi una semana después de encontrar el diario.
La mujer documentaba su expedición en el bosque y como había seguido, con sus acompañantes, el río hacia su punto de origen. Nadie parecía respirar a medida que seguía leyendo.
Resultaba que el río nacía solo unos kilómetros más allá de los que los cazadores iban. Lo extraño era que habían encontrado allí una casa pequeña, que parecía abandonada. La mujer escribía que habían revisado todo y que habían salido cuando se dieron cuenta que la chimenea había sido apagada hacía poco.
Lo siguiente que escribía era que estaban tratando de volver al pueblo pero que el bosque parecía haber crecido y cambiado porque no llegaban a ningún lado y varias sombras parecían seguirlos. Después anotaba que, de alguna manera, habían vuelto a la casa y que las sombras se habían convertido en lobos y que parecían acorralarlos contra la casa, haciéndolos entrar.
En la siguiente página había algunas manchas, ahora negras. Yo sabía bien de que eran...
Y después, no había nada más. Eran sus últimas palabras escritas. Y así cada persona volvió a su hogar y esa noche y por algunos días nadie estuvo muy contento ya que parecían haber comprado lo que siempre habían creído: su valle estaba rodeado de fuerzas oscuras y no había razón para dejarlo, nunca.
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viernes, 7 de noviembre de 2014
She won't come back
Laura wanted so much more of life. She was a nice person, dedicated, humble and worked hard when things had to be done.
But things had not gone her way. The world required to much effort, unrewarded work and suffering that made no sense. When she came back from work, she always thought it wasn't what she had dreamt to do in life. She couldn't be thankful for the money as the pay was not very good.
To make things worst, she did not considered herself a typical post college girl. She wasn't eager for anything in particular anymore. Her dreams and old drive had died rapidly after she had attempted, for years, to find a job. And she finally got one, she realized how empty everything was.
She did not make friends with anyone at work. It made no sense talking to people that she didn't care in meeting. Chatting and making friends with everyone made no sense to her, as she thought that as a human, she had every right not to like someone or something.
Most of the others, if not all, were her exact opposite: they loved to go to every party the company made, they wore costumes in Halloween and played secret valentine and gave meaningless presents in Christmas.
Laura tried to be "sick" at home all those days. She hated people being a bit more fake than any other day. It was unnerving for her.
And that happened for almost three years. Work and work and work and then some holidays when Laura visited her family. She felt as if the past had come back after her. Everything reminded her of, what she once thought, were good times. They weren't. It was just a bit easier back then but also nightmarish in different ways.
She was happy sometimes but not often and always because of the little things that no one really payed attention to.
It wasn't surprising when, the following march, Laura was found dead in her apartment. She had taken a lot of different pills at once and then waited for the end. Her mother and brother (her father had died years ago from a heart attack) came to pick up her remains. She was cremated and then the ashes were scattered on a lake they all used to visit as a family. It was one of those really happy places for her and had always wanted to go back to.
Her mother was affected by her death in many ways, specially because she lived alone. At first, she felt guilty because she felt the relationship she had with Laura had not been the best. She never bothered in really knowing her, what she liked or disliked.
It was up to Ellen, Laura's mom, to go to her daughter's place and clean it up, pick the things that she wanted to keep and throw away the rest. She had a whole day and had asked her son to join her but he was now a busy doctor and couldn't afford to leave his patients.
The woman arrived early and brought with her a few boxes. She couldn't help it: Ellen cried when she entered Laura's room. It hit her, again, hard. She knew her daughter would never come back and she would never again hear her voice.
By midday, she had already finished. Laura did not have much to pack or sort. Mostly work related stuff and books and so on. Ellen decided to keep only two things: a dress she had always looked beautiful in and Laura's computer. She wanted to check it out before disposing of it or giving it away to some one who may need it.
The rest of her things was donated or thrown away. The week after Laura's death, Ellen received a letter from the company. She threw it to the garbage without seeing it. It was such an impersonal and stupid thing to do. "What do they care", she thought.
Days passed until she finally decided to call a technician to help her look up her daughter's computer. They help her break the password and then gave her a card, if she needed help selling the item.
Laura loved clothes or so it seemed by the sites she visited. Furthermore, Ellen found various drawings she had apparently done with some sort of program on the computer. They were really beautiful, all in a folder called "Four Seasons", probably because of the various colors and styles.
Ellen also found some porn sites (which she decided no to go through), cooking blogs and then she got to her email accounts. They were all filled with work related stuff. Laura got, at least, six emails from her boss and then there were more form other people working around. Ellen could see they demanded a lot from her.
The last thing she found was a blog. It was poetry or so it seemed. Laura did not write very often. Ellen read some pages of it and realized how frustrated her daughter was. It was impossible not to cry over it, not to feel sorry for someone she loved so much and had no chance of really knowing.
To be honest, Ellen thought parents were there not to be friends but rather like tutors. She probably needed to have done a bit of both to make her daughter com closer and confide in her.
But it was too late, and now the woman was crying over her dead daughter's computer. She was dead an no one could change that or the fact Ellen thought she had failed in many ways.
The next day, she called the technician again and asked him to take the computer. Just like that, no money, no transactions, nothing.
Months later, Ellen pressured Ronald, her son, to come for Christmas to her home. He brought his soon-to-be wife, who happened to be pregnant. Ellen knew about it, but was surprised when she saw the young woman enter her house.
The day after their arrival, they all went to the lake and left a few flowers on the edge. Ellen cried in silence and asked Laura for help and peace. On the way back home, she told Ronald to be the best father he could be, as she didn't wanted him to feel as destroyed as she felt right then.
But things had not gone her way. The world required to much effort, unrewarded work and suffering that made no sense. When she came back from work, she always thought it wasn't what she had dreamt to do in life. She couldn't be thankful for the money as the pay was not very good.
To make things worst, she did not considered herself a typical post college girl. She wasn't eager for anything in particular anymore. Her dreams and old drive had died rapidly after she had attempted, for years, to find a job. And she finally got one, she realized how empty everything was.
She did not make friends with anyone at work. It made no sense talking to people that she didn't care in meeting. Chatting and making friends with everyone made no sense to her, as she thought that as a human, she had every right not to like someone or something.
Most of the others, if not all, were her exact opposite: they loved to go to every party the company made, they wore costumes in Halloween and played secret valentine and gave meaningless presents in Christmas.
Laura tried to be "sick" at home all those days. She hated people being a bit more fake than any other day. It was unnerving for her.
And that happened for almost three years. Work and work and work and then some holidays when Laura visited her family. She felt as if the past had come back after her. Everything reminded her of, what she once thought, were good times. They weren't. It was just a bit easier back then but also nightmarish in different ways.
She was happy sometimes but not often and always because of the little things that no one really payed attention to.
It wasn't surprising when, the following march, Laura was found dead in her apartment. She had taken a lot of different pills at once and then waited for the end. Her mother and brother (her father had died years ago from a heart attack) came to pick up her remains. She was cremated and then the ashes were scattered on a lake they all used to visit as a family. It was one of those really happy places for her and had always wanted to go back to.
Her mother was affected by her death in many ways, specially because she lived alone. At first, she felt guilty because she felt the relationship she had with Laura had not been the best. She never bothered in really knowing her, what she liked or disliked.
It was up to Ellen, Laura's mom, to go to her daughter's place and clean it up, pick the things that she wanted to keep and throw away the rest. She had a whole day and had asked her son to join her but he was now a busy doctor and couldn't afford to leave his patients.
The woman arrived early and brought with her a few boxes. She couldn't help it: Ellen cried when she entered Laura's room. It hit her, again, hard. She knew her daughter would never come back and she would never again hear her voice.
By midday, she had already finished. Laura did not have much to pack or sort. Mostly work related stuff and books and so on. Ellen decided to keep only two things: a dress she had always looked beautiful in and Laura's computer. She wanted to check it out before disposing of it or giving it away to some one who may need it.
The rest of her things was donated or thrown away. The week after Laura's death, Ellen received a letter from the company. She threw it to the garbage without seeing it. It was such an impersonal and stupid thing to do. "What do they care", she thought.
Days passed until she finally decided to call a technician to help her look up her daughter's computer. They help her break the password and then gave her a card, if she needed help selling the item.
Laura loved clothes or so it seemed by the sites she visited. Furthermore, Ellen found various drawings she had apparently done with some sort of program on the computer. They were really beautiful, all in a folder called "Four Seasons", probably because of the various colors and styles.
Ellen also found some porn sites (which she decided no to go through), cooking blogs and then she got to her email accounts. They were all filled with work related stuff. Laura got, at least, six emails from her boss and then there were more form other people working around. Ellen could see they demanded a lot from her.
The last thing she found was a blog. It was poetry or so it seemed. Laura did not write very often. Ellen read some pages of it and realized how frustrated her daughter was. It was impossible not to cry over it, not to feel sorry for someone she loved so much and had no chance of really knowing.
To be honest, Ellen thought parents were there not to be friends but rather like tutors. She probably needed to have done a bit of both to make her daughter com closer and confide in her.
But it was too late, and now the woman was crying over her dead daughter's computer. She was dead an no one could change that or the fact Ellen thought she had failed in many ways.
The next day, she called the technician again and asked him to take the computer. Just like that, no money, no transactions, nothing.
Months later, Ellen pressured Ronald, her son, to come for Christmas to her home. He brought his soon-to-be wife, who happened to be pregnant. Ellen knew about it, but was surprised when she saw the young woman enter her house.
The day after their arrival, they all went to the lake and left a few flowers on the edge. Ellen cried in silence and asked Laura for help and peace. On the way back home, she told Ronald to be the best father he could be, as she didn't wanted him to feel as destroyed as she felt right then.
jueves, 6 de noviembre de 2014
En lo alto
El ascensor se abrió y Rubén salió de él. Caminó algunos pasos, entre varios cubículos con gente muy ocupada para notarlo y siguió hasta el final del recinto donde había una puerta. Sacó la llave que le habían enviado por correo y abrió.
La oficina era impecable. Era más una sala de reuniones que otra cosa aunque él sabía que el gerente de la compañía la usaba también para otras actividades, no muy acordes a las reglas de la compañía. En todo caso, eso era cosa del pasado. Mejor dicho, ese hombre era cosa del pasado.
Rubén cerró la puerta con llave por dentro, dejó su maletín encima de la gran mesa de vidrio en el centro de la sala y se acercó a la ventana, a contemplar la vista. Era impresionante. Por estar sobre una colina, desde el edificio se podía ver por kilómetros y kilómetros, incluso en un día tan oscuro como este.
Miró hacia arriba, a las nubes, viendo que tal pintaba el clima. La lluvia sin duda podía ser un problema y más aún si había mucho viento. Pero esperaba que no fuera así. Esta era una de esas misiones de una oportunidad, y no tenía intención de arruinarlo todo.
Según la hora en su celular, todavía faltaba bastante tiempo. Abrió el maletín y sacó de él algo de comer: un sandwich, una manzana, un jugo de naranja en caja y unas papas fritas picantes. Se alegraba bastante de tener una madre tan preocupada, incluso si ya casi él llegaba a los 40 años.
Abrió la bolsa de papas y empezó a comerlas. Dio vuelta hacia la puerta y miró por una rendija de las cortinas: tal como había pensado, la gente estaba bajando para ir a almorzar.
De pronto un trueno sonó en la lejanía, lo que le hizo pensar que tenía que tener mucho cuidado. Primero por el clima y segundo porque si llovía la gente volvería más pronto y eso podría ser un problema aún más grave.
En todo caso todos en ese piso se fueron y él, tras acabar el paquete de papas, lanzó el envoltorio vacío a un cesto cercano y tomó entonces el sandwich. Estaba delicioso: jamón de pavo, queso provolone, lechuga, tomate, aceitunas y un poco de mayonesa. Su madre era una santa, sin duda.
Se sentó en una de las muchas sillas que había alrededor de la mesa de vidrio y empezó a pensar en su vida, en lo que hacía y como vivía.
Lo que más lamentaba, sin duda, era no tener más dinero para ayudar a su madre. Toda la vida los había mantenido a él y a su hermana y seguía haciéndolo. El sueño de Rubén era comprarle una casita de campo para que viviera tranquila el resto de sus días pero no tenía el dinero. Después de tantos trabajos, no tenía como hacer que la vida de la mujer más importante de su vida fuera mejor.
Y estaba Julia, su ex esposa. Una mujer horrible pero con la que él había cometido el error de embarazarla estando embriagado. El error fue doble cuando se casaron pero lo había enmendado hacía cinco años cuando se habían separado de mutuo acuerdo.
La mujer era una zorra, no había mejor manera de decirlo. Y él simplemente no la quería, no tenía ningún interés en ella. De hecho la única razón para verla seguido era que ella tenía la custodia de su hijo Samuel. A Samuel, por otra parte, lo amaba. Era la razón de su vida y, con su madre, las dos personas más importantes en su vida. Trataba como podía de ser un buen padre para él pero como no había dinero ni trabajo estable, no tenía como pedir la custodia para él. Julia era horrible pero tenía una casa propia y lo podía alimentar bien y por eso no la odiaba.
Salió de su ensimismamiento cuando otro trueno y el sonido de lluvia en la ventana empezaron a escuchar cada vez con más fuerza. Dejó el envoltorio en papel aluminio en el que estaba el sandwich sobre la mesa y se acercó a la ventana.
Otro relámpago y el correspondiente trueno cayeron bastante cerca. Sin embargo la lluvia no era tan fuerte y todavía se podía ver por el cristal. A Rubén le gustaba cuando llovía aunque no fuera lo mejor para lo que hacía. Era algo especial para él porque bajo ese clima le habían pasado muchas cosas buenas, las pocas que había vivido: un cumpleaños memorable en familia, el nacimiento de Samuel y el primer día de su perro Animal en su casa.
Animal era de raza criolla o mejor dicho, era un perro callejero. Lo había adoptado y el primer día lo llevó a su casa durante una fuerte tormenta. Irónicamente lo baño en el garaje mientras llovía y el perro ladraba como loco. En parte por eso el nombre de Animal. Amaba a esa criatura y era con él con quien compartía su dormitorio en las noches. No necesitaba más.
Tomó el jugo y cuando cogió la manzana su celular empezó a timbrar y vibrar. Era la alarma que había puesto hacía algunas horas. Ya era hora.
Le dio un mordisco a la fruta y la dejó dentro del maletín. Mientras masticaba el pedazo, empezó a sacar partes de algo de un compartimiento cerrado del maletín. Sus manos se movían con destreza, haciendo giros y apretando y juntando una parte con otra.
Al cabo de unos minutos, tenía un rifle con mirilla en sus manos. Rubén se quedó mirando el arma y de pronto se le vinieron a la mente varios recuerdos de su juventud, cuando sirvió en el ejército. De allí había aprendido muchas cosas para su vida, incluida la destreza que últimamente le había dado de comer a él y a su familia.
Se acercó al cristal y miró hacia abajo. Había un parque pequeño pero menos mal el lugar estaba desierto, por la lluvia seguramente. Se devolvió al maletín y sacó un aparato que puso a nivel del suelo. Oprimió un botón y el aparato hizo un circulo en el cristal, cortándolo.
Rubén lo quitó y por ahí metió la punta del rifle. Por la mirilla apuntó al parque y esperó. No fue mucho tiempo. El individuo, un joven con sombrilla, entró al parque con lentitud, por el viento. En segundos, Rubén calculó todo lo necesario y disparó. Tres veces, para estar seguros. El cuerpo cayó con fuerza contra el suelo.
En minutos, Rubén lo había guardado todo en su maletín, había salido del salón de reuniones y había subido, de nuevo, en el ascensor. Antes de que se cerrara la puerta, suspiró y agachó la cabeza.
La oficina era impecable. Era más una sala de reuniones que otra cosa aunque él sabía que el gerente de la compañía la usaba también para otras actividades, no muy acordes a las reglas de la compañía. En todo caso, eso era cosa del pasado. Mejor dicho, ese hombre era cosa del pasado.
Rubén cerró la puerta con llave por dentro, dejó su maletín encima de la gran mesa de vidrio en el centro de la sala y se acercó a la ventana, a contemplar la vista. Era impresionante. Por estar sobre una colina, desde el edificio se podía ver por kilómetros y kilómetros, incluso en un día tan oscuro como este.
Miró hacia arriba, a las nubes, viendo que tal pintaba el clima. La lluvia sin duda podía ser un problema y más aún si había mucho viento. Pero esperaba que no fuera así. Esta era una de esas misiones de una oportunidad, y no tenía intención de arruinarlo todo.
Según la hora en su celular, todavía faltaba bastante tiempo. Abrió el maletín y sacó de él algo de comer: un sandwich, una manzana, un jugo de naranja en caja y unas papas fritas picantes. Se alegraba bastante de tener una madre tan preocupada, incluso si ya casi él llegaba a los 40 años.
Abrió la bolsa de papas y empezó a comerlas. Dio vuelta hacia la puerta y miró por una rendija de las cortinas: tal como había pensado, la gente estaba bajando para ir a almorzar.
De pronto un trueno sonó en la lejanía, lo que le hizo pensar que tenía que tener mucho cuidado. Primero por el clima y segundo porque si llovía la gente volvería más pronto y eso podría ser un problema aún más grave.
En todo caso todos en ese piso se fueron y él, tras acabar el paquete de papas, lanzó el envoltorio vacío a un cesto cercano y tomó entonces el sandwich. Estaba delicioso: jamón de pavo, queso provolone, lechuga, tomate, aceitunas y un poco de mayonesa. Su madre era una santa, sin duda.
Se sentó en una de las muchas sillas que había alrededor de la mesa de vidrio y empezó a pensar en su vida, en lo que hacía y como vivía.
Lo que más lamentaba, sin duda, era no tener más dinero para ayudar a su madre. Toda la vida los había mantenido a él y a su hermana y seguía haciéndolo. El sueño de Rubén era comprarle una casita de campo para que viviera tranquila el resto de sus días pero no tenía el dinero. Después de tantos trabajos, no tenía como hacer que la vida de la mujer más importante de su vida fuera mejor.
Y estaba Julia, su ex esposa. Una mujer horrible pero con la que él había cometido el error de embarazarla estando embriagado. El error fue doble cuando se casaron pero lo había enmendado hacía cinco años cuando se habían separado de mutuo acuerdo.
La mujer era una zorra, no había mejor manera de decirlo. Y él simplemente no la quería, no tenía ningún interés en ella. De hecho la única razón para verla seguido era que ella tenía la custodia de su hijo Samuel. A Samuel, por otra parte, lo amaba. Era la razón de su vida y, con su madre, las dos personas más importantes en su vida. Trataba como podía de ser un buen padre para él pero como no había dinero ni trabajo estable, no tenía como pedir la custodia para él. Julia era horrible pero tenía una casa propia y lo podía alimentar bien y por eso no la odiaba.
Salió de su ensimismamiento cuando otro trueno y el sonido de lluvia en la ventana empezaron a escuchar cada vez con más fuerza. Dejó el envoltorio en papel aluminio en el que estaba el sandwich sobre la mesa y se acercó a la ventana.
Otro relámpago y el correspondiente trueno cayeron bastante cerca. Sin embargo la lluvia no era tan fuerte y todavía se podía ver por el cristal. A Rubén le gustaba cuando llovía aunque no fuera lo mejor para lo que hacía. Era algo especial para él porque bajo ese clima le habían pasado muchas cosas buenas, las pocas que había vivido: un cumpleaños memorable en familia, el nacimiento de Samuel y el primer día de su perro Animal en su casa.
Animal era de raza criolla o mejor dicho, era un perro callejero. Lo había adoptado y el primer día lo llevó a su casa durante una fuerte tormenta. Irónicamente lo baño en el garaje mientras llovía y el perro ladraba como loco. En parte por eso el nombre de Animal. Amaba a esa criatura y era con él con quien compartía su dormitorio en las noches. No necesitaba más.
Tomó el jugo y cuando cogió la manzana su celular empezó a timbrar y vibrar. Era la alarma que había puesto hacía algunas horas. Ya era hora.
Le dio un mordisco a la fruta y la dejó dentro del maletín. Mientras masticaba el pedazo, empezó a sacar partes de algo de un compartimiento cerrado del maletín. Sus manos se movían con destreza, haciendo giros y apretando y juntando una parte con otra.
Al cabo de unos minutos, tenía un rifle con mirilla en sus manos. Rubén se quedó mirando el arma y de pronto se le vinieron a la mente varios recuerdos de su juventud, cuando sirvió en el ejército. De allí había aprendido muchas cosas para su vida, incluida la destreza que últimamente le había dado de comer a él y a su familia.
Se acercó al cristal y miró hacia abajo. Había un parque pequeño pero menos mal el lugar estaba desierto, por la lluvia seguramente. Se devolvió al maletín y sacó un aparato que puso a nivel del suelo. Oprimió un botón y el aparato hizo un circulo en el cristal, cortándolo.
Rubén lo quitó y por ahí metió la punta del rifle. Por la mirilla apuntó al parque y esperó. No fue mucho tiempo. El individuo, un joven con sombrilla, entró al parque con lentitud, por el viento. En segundos, Rubén calculó todo lo necesario y disparó. Tres veces, para estar seguros. El cuerpo cayó con fuerza contra el suelo.
En minutos, Rubén lo había guardado todo en su maletín, había salido del salón de reuniones y había subido, de nuevo, en el ascensor. Antes de que se cerrara la puerta, suspiró y agachó la cabeza.
miércoles, 5 de noviembre de 2014
Far & Below
* This is a recording made on January 1st, 2237.
My name is Amelia Granger. My ID number is 208341295. I am the medical officer on space station Hawking, currently stationed near Jupiter's moon, Europa.
For me, this is day 53 in the spaceship. Today we celebrate new year's although we're really celebrating our achievements in the last days.
Scientific officers Namadi Gutembe and Ali Ro released their heated missile yesterday. The device successfully penetrated the surface of Europa and in around five hours, got to the inner ocean of the moon. They released the probe resting inside the missile and have already discovered over ten new species in the liquid environment.
However, no creature shows any degree of intelligence. They are all botanic life, showing no reaction to the tests done by the probe. The officers decided to let ir roam around the ocean for the night, as we had a party on board.
Captain Michaud and first officer Ramirez joined us too. We are currently over 20 people inhabiting the station so the celebrations went on for several hours. Having no alcohol, we all ate a lot of cake and dried fruits and many other things we have in the galley. Our cook is worried we may not have enough until the next ship comes in with food. We're a month away from that.
I ran tests the last week of December to every single person in the ship. I'm glad to say only one individual appears to be affected by the gravity issues and the sun's radiation. It might be nothing but I want to be sure as one patient with cancer would have to immediately leave for Earth to receive proper treatment.
Engineer Kaamat has been specially kind, showing me every single machine they make and finish here before it's used. It's thrilling to see everyone work in what they love. Sometimes I would love to have more to do around here. Keeping the diets in order and giving check ups every so often gets boring really fast. But I guess it's better for everyone if I don't have a lot to deal with.
Nothing more to day. Granger out.
* January 9th, 2237
This is Amelia Granger. ID number 208341295. Medical officer on space station Hawking, now near Europa.
Things have drastically changed this past week. First, I'm sorry to announce scientist Griselda Coon has cancer. We have already sent word to Earth for them to pick her up. She's not well, at all. She has started fainting, vomiting and is now quarantined in her room. It's not contagious but its better if she keeps away from others.
It isn't cruelty. It is because everyone has been too busy looking at the recent findings. The Europa probe has discovered many more species but we are looking at two in particular. The first one appears to be a whale, or so I understand. It seems it's not as intelligent as the ones we have on Earth but its pretty big.
What concerns all of us is the other one. We have had no sight of it but there are traces of the species all over. It appears it is a marine creature that is able to walk overground. Scientists are still not sure if the creature has ever pierced through the snow but it is possible.
What makes it possible is the fact that a rover we had seen prior to the missile lunch, has been destroyed. We have no idea how or by what. The site of the destruction has been scouted with instruments but there are no major traces of the rover or of the creature.
I have to be honest. I am scared and I think many of the others are too. Not only because the rover was destroyed but because the creature appears to elude us on purpose. Everyone says it must be smart because the instruments and the probe are too advanced for primitive live to hide from them.
Oh, I almost forgot. There is something else. We have received word from Space Station Africa, over Earth, that our next shipment of food has been delayed. Apparently there are shortages on Mars and they need our supplies to help the communities there. We understand but this makes our cook go even more crazy. Now I have no issues controlling diets.
We hope they come for Coon as soon as possible. I hear they might take her to Titan, to the new hospital orbiting around it. I hope that is true. She needs help.
Granger out.
* January 12th, 2237
Amelia Granger here. This entry is rather hard, in so many different ways.
I have always loved what I do, helping others and trying to make everything better for everyone. I came here because I thought it would be a challenge, a field of lessons to make me a better professional and a better person too.
Mrs. Coon has died. It happened yesterday. We never received word from Titan and no ship departed Earth to pick her up. Apparently Mars has been hit by solar wind and the situation is critical so every space station is now on its own. We have her in a secure bag, here on medical bay. It makes me shiver, the thought she's dead and close to me. I never thought anyone would die.
It's not stopping, either. First officer Ramirez and Science officer Ro are both down here, in the infirmary. Apparently the sun is also affecting us. The station has changed its position and all windows had been blocked by metal, to protect us. I am certain that if we don't receive help, these two new patients may face the same fate as Mrs. Coon.
What also has the crew in critical state is the fact that the communications with Earth having been down for the last few hours. Many were expecting to tell their families what was going on in here but that is not possible at the time. I haven't spoken to my father since I came here, but that's for different reasons. Lack of communications don't affect me much, except for the wellbeing of my patients.
There' something else, of course. As the chores in the station are limited, I have been helping around and I was in the lab when the alarm went off. I twas another attack on the surface. Some equipment left there by a flying probe was destroyed. The strange thing is we now know what it is.
Pictures were taken by cameras and a probe was sent after it happened. I am not a biologist but the creatures looks like... Well, like a monster I once saw on a movie. I think it was one of those old monster movies from the museum. The creature has a three legs, no real feet. Its like a tree that way. But its upper body resembles the one of a human. It even appears to have a chest.
It has no arms. Nothing like that. Biology head Yu told me they believe it uses it's legs as arms. The most impressive part is "the head". Not really a head but a promontory on his shoulders, as if it all was the same section of the body. No eyes but rather a black line that appears to turn on and off. Some reading say heat emanates form that slid. No mouth either.
We are all scared now, not even the biologists are eager for their discovery. At least three have been sighted above ground and the marine probe has detected one. They swim fast, really fast.
I think we will have a lot of time to investigate them, that is if they...
...
Sorry. It was the speakers. The captain wants us all in his chambers. He says the probes have been destroyed and that he got another warning from Earth.
To be honest, I'm not leaving the planet ever again.
Granger out.
My name is Amelia Granger. My ID number is 208341295. I am the medical officer on space station Hawking, currently stationed near Jupiter's moon, Europa.
For me, this is day 53 in the spaceship. Today we celebrate new year's although we're really celebrating our achievements in the last days.
Scientific officers Namadi Gutembe and Ali Ro released their heated missile yesterday. The device successfully penetrated the surface of Europa and in around five hours, got to the inner ocean of the moon. They released the probe resting inside the missile and have already discovered over ten new species in the liquid environment.
However, no creature shows any degree of intelligence. They are all botanic life, showing no reaction to the tests done by the probe. The officers decided to let ir roam around the ocean for the night, as we had a party on board.
Captain Michaud and first officer Ramirez joined us too. We are currently over 20 people inhabiting the station so the celebrations went on for several hours. Having no alcohol, we all ate a lot of cake and dried fruits and many other things we have in the galley. Our cook is worried we may not have enough until the next ship comes in with food. We're a month away from that.
I ran tests the last week of December to every single person in the ship. I'm glad to say only one individual appears to be affected by the gravity issues and the sun's radiation. It might be nothing but I want to be sure as one patient with cancer would have to immediately leave for Earth to receive proper treatment.
Engineer Kaamat has been specially kind, showing me every single machine they make and finish here before it's used. It's thrilling to see everyone work in what they love. Sometimes I would love to have more to do around here. Keeping the diets in order and giving check ups every so often gets boring really fast. But I guess it's better for everyone if I don't have a lot to deal with.
Nothing more to day. Granger out.
* January 9th, 2237
This is Amelia Granger. ID number 208341295. Medical officer on space station Hawking, now near Europa.
Things have drastically changed this past week. First, I'm sorry to announce scientist Griselda Coon has cancer. We have already sent word to Earth for them to pick her up. She's not well, at all. She has started fainting, vomiting and is now quarantined in her room. It's not contagious but its better if she keeps away from others.
It isn't cruelty. It is because everyone has been too busy looking at the recent findings. The Europa probe has discovered many more species but we are looking at two in particular. The first one appears to be a whale, or so I understand. It seems it's not as intelligent as the ones we have on Earth but its pretty big.
What concerns all of us is the other one. We have had no sight of it but there are traces of the species all over. It appears it is a marine creature that is able to walk overground. Scientists are still not sure if the creature has ever pierced through the snow but it is possible.
What makes it possible is the fact that a rover we had seen prior to the missile lunch, has been destroyed. We have no idea how or by what. The site of the destruction has been scouted with instruments but there are no major traces of the rover or of the creature.
I have to be honest. I am scared and I think many of the others are too. Not only because the rover was destroyed but because the creature appears to elude us on purpose. Everyone says it must be smart because the instruments and the probe are too advanced for primitive live to hide from them.
Oh, I almost forgot. There is something else. We have received word from Space Station Africa, over Earth, that our next shipment of food has been delayed. Apparently there are shortages on Mars and they need our supplies to help the communities there. We understand but this makes our cook go even more crazy. Now I have no issues controlling diets.
We hope they come for Coon as soon as possible. I hear they might take her to Titan, to the new hospital orbiting around it. I hope that is true. She needs help.
Granger out.
* January 12th, 2237
Amelia Granger here. This entry is rather hard, in so many different ways.
I have always loved what I do, helping others and trying to make everything better for everyone. I came here because I thought it would be a challenge, a field of lessons to make me a better professional and a better person too.
Mrs. Coon has died. It happened yesterday. We never received word from Titan and no ship departed Earth to pick her up. Apparently Mars has been hit by solar wind and the situation is critical so every space station is now on its own. We have her in a secure bag, here on medical bay. It makes me shiver, the thought she's dead and close to me. I never thought anyone would die.
It's not stopping, either. First officer Ramirez and Science officer Ro are both down here, in the infirmary. Apparently the sun is also affecting us. The station has changed its position and all windows had been blocked by metal, to protect us. I am certain that if we don't receive help, these two new patients may face the same fate as Mrs. Coon.
What also has the crew in critical state is the fact that the communications with Earth having been down for the last few hours. Many were expecting to tell their families what was going on in here but that is not possible at the time. I haven't spoken to my father since I came here, but that's for different reasons. Lack of communications don't affect me much, except for the wellbeing of my patients.
There' something else, of course. As the chores in the station are limited, I have been helping around and I was in the lab when the alarm went off. I twas another attack on the surface. Some equipment left there by a flying probe was destroyed. The strange thing is we now know what it is.
Pictures were taken by cameras and a probe was sent after it happened. I am not a biologist but the creatures looks like... Well, like a monster I once saw on a movie. I think it was one of those old monster movies from the museum. The creature has a three legs, no real feet. Its like a tree that way. But its upper body resembles the one of a human. It even appears to have a chest.
It has no arms. Nothing like that. Biology head Yu told me they believe it uses it's legs as arms. The most impressive part is "the head". Not really a head but a promontory on his shoulders, as if it all was the same section of the body. No eyes but rather a black line that appears to turn on and off. Some reading say heat emanates form that slid. No mouth either.
We are all scared now, not even the biologists are eager for their discovery. At least three have been sighted above ground and the marine probe has detected one. They swim fast, really fast.
I think we will have a lot of time to investigate them, that is if they...
...
Sorry. It was the speakers. The captain wants us all in his chambers. He says the probes have been destroyed and that he got another warning from Earth.
To be honest, I'm not leaving the planet ever again.
Granger out.
martes, 4 de noviembre de 2014
Odio
El odio es un sentimiento grande y poderoso, igual que el amor. Los dos casi nunca se ven la cara, casi nunca se enfrentan y sentirlos al mismo tiempo podría ser fatal para alguien.
El odio es incontrolable, indomable y muchas veces no sé puede explicar. Eso sí hay que hacer la diferencia entre algo que odiamos y algo que simplemente no nos gusta. Son cosas bastante distintas.
Aunque frecuentemente no se pueda explicar con facilidad, el odio siempre tiene razones para existir. No es algo que nada más surja o ocurra. Nunca sucede así. El odio es como una planta, que crece desde que es una semilla, plantada por alguna acción, propia o de otros, que va creciendo y creciendo y que debemos saber manejar.
Claro que se puede eliminar aunque es un proceso largo y difícil, en el que la persona tiene que invertir todo su ser si esperar que todo vaya con calma. Al contrario, enfrentarse al odio para eliminarlo implica comprenderlo, estudiarlo y eso jamás es fácil. No lo es porque nos enfrenta casi siempre a nosotros mismos, a nuestras debilidades y secretos más profundos.
Pero es algo que de vez en cuando, debemos hacer: preguntarnos si hemos sentido odio. Estamos muchas veces tan ocupados persiguiendo al amor que no sabemos si hemos sentido otras cosas. Al fin y al cabo la experiencia humana no solo se trata de sentir aquello que nos agrada sino también conocer lo que no repele, lo que no podemos soportar.
Hace falta que cada cierto tiempo reflexionemos sobre el odio, si lo hemos sentido o no. Algunas personas son incapaces de sentir algo tan fuerte. Es para ellos algo imposible ya que les suena como algo muy definitivo y duradero. De hecho el amor es menos atemorizante, no solo porque sea un "buen" sentimiento, sino porque nadie sabe cuanto dura.
También es difícil cuando resulta que aquello que más detestamos es algo que de verdad antes quisimos con muchas ganas y el destino simplemente se negó a dárnoslo. Esto puede acarrear graves problemas, no solo mentales para la persona que los siente sino para su entorno. Muchos han tomado decisiones apresuradas a raíz de sentimientos de este calibre.
Es cierto que muchas veces usamos la palabra a la ligera. "Odio comer cebolla", "me cae mal, la odio" y así. Como si fuera algo muy fácil. De hecho la gente lo aminora, como si sentir odio te hiciera mejor, más fuerte o más atrevido. Nada de eso es cierto. Normalmente el odio real viene con dolor y nadie quiere sentir dolor, no el dolor de verdad.
Así que piensen, que odian ustedes? Yo puedo cerrar mis ojos, respirar y reflexionar en ello y se me vienen varias cosas a la mente. Pero como dije antes, hay que clasificar. El odio es algo fuerte, insoportable, que está ahí siempre y que, aunque se olvide por un tiempo, vuelve.
Parece muy fácil decirlo pero lo más sano es aprender a vivir con ese odio. Así como se aprende a vivir después del amor, el odio es algo que se debe entender y dejar ser. Muchas veces esto puede llegar a causar que el odio desaparezca por completo, lo que no es fácil, pero se puede lograr.
Muchas veces el odio va ligado al perdón y eso es algo que no se puede dar a ligera. Muchas personas perdonan sin más, pensando que el dolor va a aminorar por haber sido "tan buena persona". Pero resulta que a la química de nuestro ser le interesa muy poco si somos buenas o malas personas. Lo que interesa es que en realidad estemos dando pasos hacia adelante y no hundiéndonos en un mismo sitio.
El perdón duele, porque es apartar el odio y tratar de ver más allá de él. Y nuevamente todo va relacionado a entender lo que ha pasado y encontrar maneras de que todo pueda avanzar, en verdad caminar hacia adelante.
El odio es dolor pero el dolor, obviamente, no es odio. Hay muchos tipos de dolor y algunos están relacionados a sentimientos agradables como el amor o el placer. No es por nada que existen personas como los masoquistas, quienes sienten un placer especial con su sufrimiento físico. Ese dolor no tiene nada que ver con el del odio, que duele no en el cuerpo sino más profundo.
A veces para vencer al odio lo mejor que podemos hacer es aprender a conocernos a nosotros mismos. En el mundo de hoy la gente se escapa de sí misma, corriendo a lo que es seguro. Ahí es cuando se pierde la verdadera identidad, la originalidad e incluso la creatividad.
Una persona creativa casi nunca es alguien que siga al rebaño, ni que piense que siendo igual todo será mejor. Esas personas no son creativas sino complacientes.
Eso sí, la creatividad no va ligada al dolor, no. Pero sí va ligada a la comprensión de sí mismo y eso muchas veces toca esos odios privados, que todos sentimos pero preferimos combatir cada uno por nuestro lado. Es verdad que solo nosotros podemos luchar contra lo que tenemos adentro, nadie nos puede ayudar. Pero no hay ninguna ocasión en que los consejos sobren y menos si se trata de gente conocida, cercana.
Debemos aprender a saber quienes somos, como individuos. El mundo hoy en día es de masas, de grupos, la individualidad hace mucho tiempo se diluyó en olas y mareas de gente irreconocible, anhelando y pidiendo, sin saber nada de nada.
El odio, como cualquier otro sentimiento, hace parte de nosotros, de nuestra vida. Y la mejor manera para estar en paz con uno mismo es siendo sincero con la única persona con la que compartimos todos: nosotros mismos.
Es un proceso largo, de años. Es muy difícil para todos entender que la vida no es la misma para todos y que es un proceso largo y elaborado. Ni los adultos ni los más jóvenes comprenden esto. No se trata de madurez, ya que esta es relativa. Se trata de exploración, de entendimiento y de conocer el mundo que somos nosotros, que muchas veces ignoramos frente al ruido del planeta.
Es imposible decidir no sentir. Tenemos que hacerlo, es nuestra responsabilidad. Pero en vez de martirizarnos por ello, aprendamos de las situaciones y de aquello que no queremos ver a la cara pero está ahí. El odio, de una manera, no es nuestro enemigo sino el resultado de nuestra asombrosa capacidad para sentir.
El odio es incontrolable, indomable y muchas veces no sé puede explicar. Eso sí hay que hacer la diferencia entre algo que odiamos y algo que simplemente no nos gusta. Son cosas bastante distintas.
Aunque frecuentemente no se pueda explicar con facilidad, el odio siempre tiene razones para existir. No es algo que nada más surja o ocurra. Nunca sucede así. El odio es como una planta, que crece desde que es una semilla, plantada por alguna acción, propia o de otros, que va creciendo y creciendo y que debemos saber manejar.
Claro que se puede eliminar aunque es un proceso largo y difícil, en el que la persona tiene que invertir todo su ser si esperar que todo vaya con calma. Al contrario, enfrentarse al odio para eliminarlo implica comprenderlo, estudiarlo y eso jamás es fácil. No lo es porque nos enfrenta casi siempre a nosotros mismos, a nuestras debilidades y secretos más profundos.
Pero es algo que de vez en cuando, debemos hacer: preguntarnos si hemos sentido odio. Estamos muchas veces tan ocupados persiguiendo al amor que no sabemos si hemos sentido otras cosas. Al fin y al cabo la experiencia humana no solo se trata de sentir aquello que nos agrada sino también conocer lo que no repele, lo que no podemos soportar.
Hace falta que cada cierto tiempo reflexionemos sobre el odio, si lo hemos sentido o no. Algunas personas son incapaces de sentir algo tan fuerte. Es para ellos algo imposible ya que les suena como algo muy definitivo y duradero. De hecho el amor es menos atemorizante, no solo porque sea un "buen" sentimiento, sino porque nadie sabe cuanto dura.
También es difícil cuando resulta que aquello que más detestamos es algo que de verdad antes quisimos con muchas ganas y el destino simplemente se negó a dárnoslo. Esto puede acarrear graves problemas, no solo mentales para la persona que los siente sino para su entorno. Muchos han tomado decisiones apresuradas a raíz de sentimientos de este calibre.
Es cierto que muchas veces usamos la palabra a la ligera. "Odio comer cebolla", "me cae mal, la odio" y así. Como si fuera algo muy fácil. De hecho la gente lo aminora, como si sentir odio te hiciera mejor, más fuerte o más atrevido. Nada de eso es cierto. Normalmente el odio real viene con dolor y nadie quiere sentir dolor, no el dolor de verdad.
Así que piensen, que odian ustedes? Yo puedo cerrar mis ojos, respirar y reflexionar en ello y se me vienen varias cosas a la mente. Pero como dije antes, hay que clasificar. El odio es algo fuerte, insoportable, que está ahí siempre y que, aunque se olvide por un tiempo, vuelve.
Parece muy fácil decirlo pero lo más sano es aprender a vivir con ese odio. Así como se aprende a vivir después del amor, el odio es algo que se debe entender y dejar ser. Muchas veces esto puede llegar a causar que el odio desaparezca por completo, lo que no es fácil, pero se puede lograr.
Muchas veces el odio va ligado al perdón y eso es algo que no se puede dar a ligera. Muchas personas perdonan sin más, pensando que el dolor va a aminorar por haber sido "tan buena persona". Pero resulta que a la química de nuestro ser le interesa muy poco si somos buenas o malas personas. Lo que interesa es que en realidad estemos dando pasos hacia adelante y no hundiéndonos en un mismo sitio.
El perdón duele, porque es apartar el odio y tratar de ver más allá de él. Y nuevamente todo va relacionado a entender lo que ha pasado y encontrar maneras de que todo pueda avanzar, en verdad caminar hacia adelante.
El odio es dolor pero el dolor, obviamente, no es odio. Hay muchos tipos de dolor y algunos están relacionados a sentimientos agradables como el amor o el placer. No es por nada que existen personas como los masoquistas, quienes sienten un placer especial con su sufrimiento físico. Ese dolor no tiene nada que ver con el del odio, que duele no en el cuerpo sino más profundo.
A veces para vencer al odio lo mejor que podemos hacer es aprender a conocernos a nosotros mismos. En el mundo de hoy la gente se escapa de sí misma, corriendo a lo que es seguro. Ahí es cuando se pierde la verdadera identidad, la originalidad e incluso la creatividad.
Una persona creativa casi nunca es alguien que siga al rebaño, ni que piense que siendo igual todo será mejor. Esas personas no son creativas sino complacientes.
Eso sí, la creatividad no va ligada al dolor, no. Pero sí va ligada a la comprensión de sí mismo y eso muchas veces toca esos odios privados, que todos sentimos pero preferimos combatir cada uno por nuestro lado. Es verdad que solo nosotros podemos luchar contra lo que tenemos adentro, nadie nos puede ayudar. Pero no hay ninguna ocasión en que los consejos sobren y menos si se trata de gente conocida, cercana.
Debemos aprender a saber quienes somos, como individuos. El mundo hoy en día es de masas, de grupos, la individualidad hace mucho tiempo se diluyó en olas y mareas de gente irreconocible, anhelando y pidiendo, sin saber nada de nada.
El odio, como cualquier otro sentimiento, hace parte de nosotros, de nuestra vida. Y la mejor manera para estar en paz con uno mismo es siendo sincero con la única persona con la que compartimos todos: nosotros mismos.
Es un proceso largo, de años. Es muy difícil para todos entender que la vida no es la misma para todos y que es un proceso largo y elaborado. Ni los adultos ni los más jóvenes comprenden esto. No se trata de madurez, ya que esta es relativa. Se trata de exploración, de entendimiento y de conocer el mundo que somos nosotros, que muchas veces ignoramos frente al ruido del planeta.
Es imposible decidir no sentir. Tenemos que hacerlo, es nuestra responsabilidad. Pero en vez de martirizarnos por ello, aprendamos de las situaciones y de aquello que no queremos ver a la cara pero está ahí. El odio, de una manera, no es nuestro enemigo sino el resultado de nuestra asombrosa capacidad para sentir.
lunes, 3 de noviembre de 2014
A Sea of Words
The rain had gotten me there. It was a rather small library, with shelves all around and a few tables filled with piles and piles of books.
I had never gotten in there. Actually, I had never seen the place before. This was very strange as my house was not that far.
I have to say I don't read very much as I prefer creation than reading. I know this is a controversial point of view but I'm looking for approval. However, it was refreshing to see places like this still existed. I walked around the room and only saw a one small and elderly woman in a corner, sitting in a high stool, reading a book. I think it was Moby Dick but I wouldn't say for sure.
There were first editions, new books and old books, big ones and small ones and in every single language you could think of.
A guy, a bit older than me, appeared from behind one of the piles of books. I was startled and tried to fake it but he had noticed and started to laugh. I was really annoyed by this so I turned around and started checking the books in the opposite shelf. I gazed at the window: the downpour appeared to have gotten worse, if possible. I could even see the light of a thunder and the sound, this time, didn't startled me although I felt worried I wouldn't make it to my date.
The guy appeared again, blocking my view of the window. He asked if I was looking for a particular book. I told him I wasn't. He then asked if I had just entered the store because of the rain to which I answered with a soft "Yes".
I grabbed one of the books and I attempted to fake reading but the book happened to be an illustrated version of the Kamasutra so I put it back on the shelf as the guy laughed hard. I turned around to check on the older lady but she appeared to be to immersed in her book.
Trying to come up with something to say, I didn't realized the guy had grabbed my hand and was making me walk towards the back of the room. When I did realize what was going on, I felt blood rushing to my face and tried to release myself from him but he only tightened his grip. He opened a door and then made me follow him up, to a second floor.
There, there was a room as large as the one below. Shelves were also all around but in the center of the room there were only a few tables, to be shared by two people at most. Each one had a lamp and they seemed to be really comfortable.
He released my hand and went to the back of the room, close to a circular window through which I could see the rain continuing to fall. The guy started looking for a book as I watched around, seeing only one of the tables occupied. There was an older man that went back and forth in the book, apparently comparing phrases or maybe images.
I got closer to him and tried to watch over his shoulder. He then said "You can come closer if you want". So I did. He was reading an encyclopedia, apparently only dealing with sea creatures. He was comparing two types of salmon. I smiled at him as I saw the guy telling me to come closer.
As I walked across the room, he sat on a chair and turned on the lamp. I sat down in front of him. He told me he had a present for me. I smiled and asked him "Why would you give a present? We don't know each other?". He answered "Precisely".
He gave me the book and I realized it was a first edition of the first book of the Harry Potter series. I couldn't refrain myself from laughing. But he didn't laughed. He actually look at me disappointed, as if I had hurt him horribly.
I realized it was the wrong response so I stopped and apologized. I laughed, I told him, because I thought he was going to pick a strange and weird book for me, to make me feel stupid for coming into his store.
He corrected me: the store was owned by his grandparents. "You have already met them". I turned around to see the older gentleman flipping pages and scratching his head. Salmons were puzzling him indeed. His grandmother was the Moby Dick lady, he confirmed.
- What's your name?
That was his next question. I told him my name and then he told me his: Marcus. He told me his parents loved the Antiquity and if he had been a girl he would have been named Cleopatra.
I smiled at this. It was a sweet anecdote. He smiled back and told me he loved Harry Potter and thought it would be a nice present for someone who doesn't read much or so it seemed. I told him he was right. We started talking for a while: I told him what I did for a life and what I liked and he told me about his deceased parents, his love for books and his grandparents.
I have no idea how much time I spent there. What's true is that, when we came down to the ground floor, rain had stopped and the orange light of the afternoon was filtering through the window.
Marcus told me we should meet when I finish the book. I agreed. I was about to come out of the store when I realized I wanted to ask something more. He looked at me and then I thought it was better to ask about it the next time we would meet.
Some time later I was on the bus calling my friend, telling her I would be arriving a bit late due to the rain. She said it was ok and we hung up. I then thought of Marcus and how guilty I felt having not told him that I had known Harry Potter for years. I read the books when I was younger, as they came out. I really liked the story and that was, in part, the reason why I laughed when he gave me the book.
Anyway, I wanted to meet him and go that place again. So I felt good about lying and thanked the rain for its wisdom.
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domingo, 2 de noviembre de 2014
Azul
Me lancé al agua, sin pensar nada más esa tarde. Solo quería escapar un rato, como si el agua se encargara de limpiar todo sobre lo que yo no quería pensar o reflexionar en ese momento.
Era hermoso. Una laguna pequeña pero natural. El agua estaba fría para compensar el calor del exterior pero bien valía la pena sentir algo diferente a lo que me agobiaba en el momento.
No soy una persona de hacer ejercicio pero ese día nadé por toda la piscina como si tuviera energía extra por alguna razón. No me cansaba, seguía y seguía, y aunque en un momento me empezó a doler el bazo y una pierna, no me importó hasta que fue imposible ignorarlo.
Salí de allí y me sequé con una toalla que había dejado sobre una de las muchas sillas que habían por el borde de la laguna. Caminé secándome la cara hacia el edificio principal pero no entré sino que seguí por un camino alterno que llevaba hasta mi el edificio donde estaba mi habitación. Usé las escaleras y saqué de un bolsillo del traje de baño la tarjeta de la habitación.
Cuando entré me quité el traje de baño y me dejé caer en la cama. Después de todo sí estaba cansado y no demoré en quedarme dormido. Menos mal fue una siesta sin sueños. Me desperté dos horas después, todavía algo mojado pero menos intranquilo.
Fui al baño y me duché, listo para ir a comer algo después de una siesta que sentía muy merecida. Cuando llegué al restaurante me di cuenta que algunas personas me miraban, probablemente porque estaba solo y no venía en un gran grupo como los demás.
Todo era porque mi familia había recibido el regalo de una estadía de fin de semana en un hermoso hotel pero nadie había podido aceptar, excepto yo que no tenía ninguna responsabilidad ni nada que hacer en mi vida. Así que por unanimidad habían decidido que fuera yo quien aceptara la invitación.
Y para ser sincero, no me molestó. Aunque tenía tiempo de sobra, eso se sabía, podía pensar más detenidamente en mi vida y en todo lo que me fastidiaba.
Pero esa era una posibilidad, una que yo no estaba utilizando ya que no tenía la menor intención de pensar en lo que siempre pensaba. Era mejor idea utilizar este tiempo para pensar en otras cosas, para relajarme, para hacer nada de otra manera.
Ese primer día culminó como siempre terminaban mis días, conmigo en la cama soñando en cosas que nunca iban a suceder y que yo no tenía el poder de hacer que pasaran.
El caso fue que al día siguiente decidí explorar los alrededores del hotel y, sin proponérmelo, hice un amigo. No, no era un ser humano. Era un perro que me siguió buena parte del recorrido y parecía muy interesado en mi o por lo menos en seguirme.
Todo ese día caminé por todos lados, con el perro cerca. Fuimos a la playa, por un bosque de palmeras, comimos juntos en un restaurante junto al mar e incluso se metió al agua cuando yo lo hice. Lo malo era que no podía entrar al hotel y él parecía saberlo porque cuando iba llegando al lugar, el perro se detuvo en seco y no quiso seguir. Me despedí de él y le prometí vernos otra vez.
Al día siguiente era domingo, lo que quería decir que era mi último día completo en el hotel. Decidí aprovecharlo al máximo yendo al spa. Me hicieron un masaje relajante, que funcionaron a las mil maravillas y el hombre que lo hizo me dijo que tenía muchos nudos. Nada sorprendente.
Después era un baño de barro con mascarilla de verduras o algo por el estilo. Me daba igual que fuera, solo quería sentirme atendido, algo que le gusta a cualquier ser humano. Al lado había una chica. Parecía dormida y por eso di un respingo cuando me habló.
Resultaba que ella también estaba allí por la promoción y había venido al spa todos los días. Conocía todos los tratamientos y masajes pero se negaba a ir al gimnasio. Decía que para que preocuparse por lo mismo que se preocupaba todos los días. Ella quería un fin de semana distinto y esto era ya muy diferente a lo que hacía diario. Era asistente en un editorial.
Yo le conté del perro que me había encontrado y la invité a comer conmigo en la noche al restaurante de la playa, así conocería a mi amigo y podría ver algo de fuera del hotel, así no fuera muy diferente.
Sin haberlo propuesto, había conocido a una persona simpática y que tenía buen sentido del humor. Había hecho una amiga y no sabía cuanto me iba a servir en el futuro.
En cuanto a mi amigo canino, no lo pude llevar conmigo de vuelta pero sí rogué a mis padres que me compraran uno hasta que cedieron y me compraron uno pequeño. Por alguna extraña razón, le atribuyo muchas cosas al hecho de encargarme de Miky. Creo que me dio una nueva manera de ver las cosas.
Era hermoso. Una laguna pequeña pero natural. El agua estaba fría para compensar el calor del exterior pero bien valía la pena sentir algo diferente a lo que me agobiaba en el momento.
No soy una persona de hacer ejercicio pero ese día nadé por toda la piscina como si tuviera energía extra por alguna razón. No me cansaba, seguía y seguía, y aunque en un momento me empezó a doler el bazo y una pierna, no me importó hasta que fue imposible ignorarlo.
Salí de allí y me sequé con una toalla que había dejado sobre una de las muchas sillas que habían por el borde de la laguna. Caminé secándome la cara hacia el edificio principal pero no entré sino que seguí por un camino alterno que llevaba hasta mi el edificio donde estaba mi habitación. Usé las escaleras y saqué de un bolsillo del traje de baño la tarjeta de la habitación.
Cuando entré me quité el traje de baño y me dejé caer en la cama. Después de todo sí estaba cansado y no demoré en quedarme dormido. Menos mal fue una siesta sin sueños. Me desperté dos horas después, todavía algo mojado pero menos intranquilo.
Fui al baño y me duché, listo para ir a comer algo después de una siesta que sentía muy merecida. Cuando llegué al restaurante me di cuenta que algunas personas me miraban, probablemente porque estaba solo y no venía en un gran grupo como los demás.
Todo era porque mi familia había recibido el regalo de una estadía de fin de semana en un hermoso hotel pero nadie había podido aceptar, excepto yo que no tenía ninguna responsabilidad ni nada que hacer en mi vida. Así que por unanimidad habían decidido que fuera yo quien aceptara la invitación.
Y para ser sincero, no me molestó. Aunque tenía tiempo de sobra, eso se sabía, podía pensar más detenidamente en mi vida y en todo lo que me fastidiaba.
Pero esa era una posibilidad, una que yo no estaba utilizando ya que no tenía la menor intención de pensar en lo que siempre pensaba. Era mejor idea utilizar este tiempo para pensar en otras cosas, para relajarme, para hacer nada de otra manera.
Ese primer día culminó como siempre terminaban mis días, conmigo en la cama soñando en cosas que nunca iban a suceder y que yo no tenía el poder de hacer que pasaran.
El caso fue que al día siguiente decidí explorar los alrededores del hotel y, sin proponérmelo, hice un amigo. No, no era un ser humano. Era un perro que me siguió buena parte del recorrido y parecía muy interesado en mi o por lo menos en seguirme.
Todo ese día caminé por todos lados, con el perro cerca. Fuimos a la playa, por un bosque de palmeras, comimos juntos en un restaurante junto al mar e incluso se metió al agua cuando yo lo hice. Lo malo era que no podía entrar al hotel y él parecía saberlo porque cuando iba llegando al lugar, el perro se detuvo en seco y no quiso seguir. Me despedí de él y le prometí vernos otra vez.
Al día siguiente era domingo, lo que quería decir que era mi último día completo en el hotel. Decidí aprovecharlo al máximo yendo al spa. Me hicieron un masaje relajante, que funcionaron a las mil maravillas y el hombre que lo hizo me dijo que tenía muchos nudos. Nada sorprendente.
Después era un baño de barro con mascarilla de verduras o algo por el estilo. Me daba igual que fuera, solo quería sentirme atendido, algo que le gusta a cualquier ser humano. Al lado había una chica. Parecía dormida y por eso di un respingo cuando me habló.
Resultaba que ella también estaba allí por la promoción y había venido al spa todos los días. Conocía todos los tratamientos y masajes pero se negaba a ir al gimnasio. Decía que para que preocuparse por lo mismo que se preocupaba todos los días. Ella quería un fin de semana distinto y esto era ya muy diferente a lo que hacía diario. Era asistente en un editorial.
Yo le conté del perro que me había encontrado y la invité a comer conmigo en la noche al restaurante de la playa, así conocería a mi amigo y podría ver algo de fuera del hotel, así no fuera muy diferente.
Sin haberlo propuesto, había conocido a una persona simpática y que tenía buen sentido del humor. Había hecho una amiga y no sabía cuanto me iba a servir en el futuro.
En cuanto a mi amigo canino, no lo pude llevar conmigo de vuelta pero sí rogué a mis padres que me compraran uno hasta que cedieron y me compraron uno pequeño. Por alguna extraña razón, le atribuyo muchas cosas al hecho de encargarme de Miky. Creo que me dio una nueva manera de ver las cosas.
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sábado, 1 de noviembre de 2014
The woods
No one dared take the road through the woods. Although much shorter than the others, people tried to avoid it if possible. It had been built almost a century ago but it was only widely used for a couple of years before the wood grew darker and thicker and much more dangerous.
So an alternative road, by the side of the mountain, was built to avoid the forest. That road had a lot of curves, cliffs, and almost doubled the other one in length. It wasn't uncommon that, on a harsh winter or on rainy days, the door got blocked by mud and rocks falling from the mountain. The two towns would then be disconnected and all trade or travels between the two had to be postponed.
On one of those bad days, Sammy, a young woman looking forward visiting her family in the other town, got with her car to the mountain road but soon realized it had been blocked by big boulders. She went back home and , sadly, sat by the television set and thought of her family.
It was going to be a surprise visit but now it couldn't be done. Although... She went to her studio and grabbed a map of the region. The map marked the mountain road as a primary road. Meanwhile, the one in the woods had only a few segments drawn as people had no idea of its current state.
Sammy knew the road wasn't good for cars, only for small vehicles, motorcycles or pedestrians. But none dared enter the woods. What she noticed was that if she got out in the middle of the day, she could get across the woods in less than 3 hours. The journey normally took seven hours and that was not an option now.
So the next day she decided to dress properly for a hard walk and got to the point where the woods started. It wasn't strange no one was around as she begin, walking by the old road, covered in dead leaves and puddles of mud.
With her she only had a backpack with clothes and food, her cellphone and the map folded inside. That was it. She wore hiking boots and a thick jacket and thermal pants. It had stopped raining in the morning but she knew she had to walk fast in order to get there soon.
The first hour was incredible easy. The road was plain and almost no rocks or trees where lying across it. She could almost imagine the old carriages and horses going through the woods.
However, the place was really creepy. She knew it was around midday, but the son could almost not be seen. The foliage was thick and the trees had grown in all sorts of shapes. Almost no flowers grew there and she heard no animals in the vicinity.
When half of the walking was done, she realized the road ended and two different paths began from there. At that point she got her map out and spread it on the ground. It was hard to make a choice but she thought the best option was the clearer path, the one in the left. The map seemed to confirm it. So she began to walk again.
After just a half hour, she was walking through trees. The path had finished a few steps ago and now she only saw thin trees with big treetops. She felt lost but knew that the only option was walking in a straight line. The forest had to end at some point and it was likely the town was not far from there.
But when she started walking a cracking sound stopped her. She gazed around but so nothing. As she but one foot in front of the other, the cracking sound came back. And again and again. So she turned around.
Nothing. She decided to walk faster. After a few minutes she arrived in a clearing and there was a cottage there, the kind a lumberjack makes. Now Sammy was petrified. No one had gone to the woods in almost a hundred years so why was there a house in the middle of it?
She was very curious about it but decided not to investigate further. She continued to walk but now she heard as if someone tap a window. She turned and so no one there.
Now she was almost running. Sammy was not an athlete so her feet where killing her already but she knew she had no time to waste.
After a while, the trees began to feel more and more separated and she could see the sun, pale and cold but bright enough to make her feel safe. She decided the town could not be very far so she walked with a smile towards the edge of the forest but then rain started falling. As if someone was pouring buckets and buckets of it.
Then the cracking sound again and, in the middle of the downpour, Sammy felt someone touched her shoulder. She screamed and ran for her life. She only stopped when she felt the day had gotten brighter.
She removed the hoodie of her jacket and realized the rain had stopped and that she had arrived at her destination. She could see the tree line. Sammy was on a hill and from there one could see the town. She smiled but then she heard a laugh and turned instinctively.
There, by the nearest tree, there was a small boy. He only smiled and waved at her. And Sammy waved at him. He turned his back to her and she did the same and each one parted.
Sammy got to her family's house but did not share the story with them. She invented some lie and kept the strange smile of the kid in the woods for herself.
So an alternative road, by the side of the mountain, was built to avoid the forest. That road had a lot of curves, cliffs, and almost doubled the other one in length. It wasn't uncommon that, on a harsh winter or on rainy days, the door got blocked by mud and rocks falling from the mountain. The two towns would then be disconnected and all trade or travels between the two had to be postponed.
On one of those bad days, Sammy, a young woman looking forward visiting her family in the other town, got with her car to the mountain road but soon realized it had been blocked by big boulders. She went back home and , sadly, sat by the television set and thought of her family.
It was going to be a surprise visit but now it couldn't be done. Although... She went to her studio and grabbed a map of the region. The map marked the mountain road as a primary road. Meanwhile, the one in the woods had only a few segments drawn as people had no idea of its current state.
Sammy knew the road wasn't good for cars, only for small vehicles, motorcycles or pedestrians. But none dared enter the woods. What she noticed was that if she got out in the middle of the day, she could get across the woods in less than 3 hours. The journey normally took seven hours and that was not an option now.
So the next day she decided to dress properly for a hard walk and got to the point where the woods started. It wasn't strange no one was around as she begin, walking by the old road, covered in dead leaves and puddles of mud.
With her she only had a backpack with clothes and food, her cellphone and the map folded inside. That was it. She wore hiking boots and a thick jacket and thermal pants. It had stopped raining in the morning but she knew she had to walk fast in order to get there soon.
The first hour was incredible easy. The road was plain and almost no rocks or trees where lying across it. She could almost imagine the old carriages and horses going through the woods.
However, the place was really creepy. She knew it was around midday, but the son could almost not be seen. The foliage was thick and the trees had grown in all sorts of shapes. Almost no flowers grew there and she heard no animals in the vicinity.
When half of the walking was done, she realized the road ended and two different paths began from there. At that point she got her map out and spread it on the ground. It was hard to make a choice but she thought the best option was the clearer path, the one in the left. The map seemed to confirm it. So she began to walk again.
After just a half hour, she was walking through trees. The path had finished a few steps ago and now she only saw thin trees with big treetops. She felt lost but knew that the only option was walking in a straight line. The forest had to end at some point and it was likely the town was not far from there.
But when she started walking a cracking sound stopped her. She gazed around but so nothing. As she but one foot in front of the other, the cracking sound came back. And again and again. So she turned around.
Nothing. She decided to walk faster. After a few minutes she arrived in a clearing and there was a cottage there, the kind a lumberjack makes. Now Sammy was petrified. No one had gone to the woods in almost a hundred years so why was there a house in the middle of it?
She was very curious about it but decided not to investigate further. She continued to walk but now she heard as if someone tap a window. She turned and so no one there.
Now she was almost running. Sammy was not an athlete so her feet where killing her already but she knew she had no time to waste.
After a while, the trees began to feel more and more separated and she could see the sun, pale and cold but bright enough to make her feel safe. She decided the town could not be very far so she walked with a smile towards the edge of the forest but then rain started falling. As if someone was pouring buckets and buckets of it.
Then the cracking sound again and, in the middle of the downpour, Sammy felt someone touched her shoulder. She screamed and ran for her life. She only stopped when she felt the day had gotten brighter.
She removed the hoodie of her jacket and realized the rain had stopped and that she had arrived at her destination. She could see the tree line. Sammy was on a hill and from there one could see the town. She smiled but then she heard a laugh and turned instinctively.
There, by the nearest tree, there was a small boy. He only smiled and waved at her. And Sammy waved at him. He turned his back to her and she did the same and each one parted.
Sammy got to her family's house but did not share the story with them. She invented some lie and kept the strange smile of the kid in the woods for herself.
viernes, 31 de octubre de 2014
Magma
Y estando en París, tan lejos de su hogar, Fernando se dio cuenta de cuanto lo extrañaba, en especial a su madre y su padre e incluso a el torbellino que era su hermano menor.
Claro que no se arrepentía de haber venido a estudiar lo que quería y, además, conocer una de las ciudades más famosas del mundo. Pero igual los extrañaba y hubiera querido estar con ellos en ciertos momentos, como cuando iba a pasear por hermosos jardines o cuando veía cosas en vitrinas que seguro ellos adorarían.
Había llegado a la ciudad al final del verano y ya habían pasado casi cuatro meses desde eso. Navidad estaba a la vuelta de la esquina y el clima era tan frío que ya se le había vuelto una costumbre vestir bufanda, abrigo y guantes. No le gustaba mucho aquello de estar tan abrigado pero era eso o literalmente congelarse en el camino a la universidad.
Le habían dado casi un mes de receso y Fernando pensaba aprovecharlo al máximo. Aunque muchos de sus compañeros habían decidido volver a su país o a sus pueblos y otros más iban de paseo a países cercanos, él había decidido que no conocía bien París todavía y quería aprovechar el receso para ello.
Pero había otra razón. Fernando era homosexual y quería aprovechar su estadía en un país más liberal para conocer gente y tal vez experimentar una que otra cosa. Al fin y al cabo tenía 23 años, la edad ideal para ver lo que la vida puede ofrecer.
Fue así como cada día salía a caminar. Miraba el mapa del metro, elegía una estación en una zona interesante y tomaba el tren hacia ese punto. Después caminaba bastante y por la noche volvía exhausto pero contento a su casa.
En una de sus salidas, caminó por un barrio bastante extraño. Se veían autos estacionados en la calle y muchos edificios pero no había ni un alma por ningún lado. Era un lugar casi desolado y eso que no era ni muy temprano ni muy tarde.
Caminó y caminó hasta entrar a una callejuela para salir a una avenida del otro lado pero allí escuchó una música a lo lejos y la reconoció como música de su país. Se detuvo a escuchar e imaginó que seguramente sería alguien bailando en su cuarto o algo parecido, tal vez con la misma añoranza que a veces invadía a Fernando.
Pero no. Cuando el chico iba por la mitad de la callejuela, se dio cuenta que la música venía de un café tipo "pub". Sobre la puerta ponía "Magma" en letras rojas con borde naranja. Y, algo aburrido del paseo de hoy, Fernando decidió entrar pensando en la música y en que, de paso, podría comer algo.
El lugar estaba un poco más bajo que la calle y no era muy grande. Afortunadamente estaba bien iluminado y no olía a cigarrillo ni nada parecido. La música seguía mientras una joven se le acercaba a Fernando con la carta. Le habló en español al instante y tuvieron una conversación amena, intercambiando puntos de vista y demás. Al final, Fernando escogió algo de comer y ella le dijo que no demoraría.
La verdad fue que sí demoró pero Fernando no tenía nada que hacer así que no le importaba. Sacó su celular para revisar sus cosas pero algo lo distrajo: entraba un grupo de jóvenes y en el grupo había un muchacho bastante guapo. Fernando lo miró por un momento pero dejó de hacerlo cuando por fin llegó su comida.
El grupo se hizo cerca de él: eran dos parejas, una chica sola y dos chicos solos, entre esos el que Fernando había mirado. Miró a los demás y, sobre todo, al chico que hablaba más con el guapo. Era bastante simpatico también pero no tan evidentemente atractivo. El chico que Fernando había visto parecía modelo de perfume.
Fernando siguió comiendo y la chica le ofreció una cerveza de su país, la que él acepto sin dudarlo.
Pasados unos minutos, el sitio estaba casi lleno y el volumen de la música había subido. Fernando terminó de comer y se dedicó a tomar su cerveza mientras veía como una pareja de otra mesa se levantaba para comenzar a bailar. Lo hacían muy bien y todos los aplaudieron y más se unieron a ellos, empezando por las parejas del grupo que Fernando había detallado.
Él había empezado de nuevo a mirar al chico guapo cuando la joven que estaba sola en ese grupo se le había acercado para pedirle que bailaran. Fernando aceptó y bailaron dos canciones completas. El dolor de piernas era bastante ahora y veía que ya era tarde. Le agradeció a la chica por el baile, pagó su comida y salió del lugar. Cuando había llegado a la avenida, se dio cuenta que lo llamaban diciéndole "Bailarín!".
Pero no era el chico guapo, que él por un momento pensó, sino el chico que estaba con él en la mesa. Se le acercó trotando y le entregó la bufanda. La había dejado en su puesto. Fernando le agradeció. El chico entonces le dijo que él era francés pero que algunos de sus amigos eran extranjeros y le gustaba la música aunque estaba cansado por el trabajo.
Fernando, extrañado que alguien se le acercara así no más a hablarle, le dijo que él también estaba cansado y por eso había salido. Decidieron caminar juntos a la estación del metro y hablaron mucho en el camino. Fernando le preguntó incluso por el chico guapo y el otro rió. Dijo que siempre la gente miraba mucho a su amigo pero que él solo estaba interesado en sí mismo. Aunque lo quería mucho porque se conocían de la niñez, sabía que era un poco egocéntrico.
Cuando llegaron a la estación, Fernando le preguntó al chico donde vivía y se dieron cuenta de que no había ni tres calles entre sus hogares. Tomaron entonces el tren y hablaron de sus vidas y sus gustos en el camino. Resultó que el chico era bastante simpático y muy interesante.
Fernando vivía más cerca a la estación por lo que se debía despedir primero pero en vez de eso decidió arriesgarse: invitó al otro chico a tomar una cerveza y seguir hablando.
Ese día Fernando realizó una de las fantasías que quería cumplir en París pero, sin saberlo, había conocido a una persona que le enseñaría mucho en poco tiempo.
Por esto, casi diez años después cuando Fer volvió a la ciudad por placer, buscó el Magma de nuevo e invitó a su esposo a bailar allí y le contó la historia del chico que había conocido hacía tanto tiempo. Y le gustaba recordarlo todo ya que en ese momento descubrió que la vida tenía, algunas veces, buenas sorpresas para todos.
Claro que no se arrepentía de haber venido a estudiar lo que quería y, además, conocer una de las ciudades más famosas del mundo. Pero igual los extrañaba y hubiera querido estar con ellos en ciertos momentos, como cuando iba a pasear por hermosos jardines o cuando veía cosas en vitrinas que seguro ellos adorarían.
Había llegado a la ciudad al final del verano y ya habían pasado casi cuatro meses desde eso. Navidad estaba a la vuelta de la esquina y el clima era tan frío que ya se le había vuelto una costumbre vestir bufanda, abrigo y guantes. No le gustaba mucho aquello de estar tan abrigado pero era eso o literalmente congelarse en el camino a la universidad.
Le habían dado casi un mes de receso y Fernando pensaba aprovecharlo al máximo. Aunque muchos de sus compañeros habían decidido volver a su país o a sus pueblos y otros más iban de paseo a países cercanos, él había decidido que no conocía bien París todavía y quería aprovechar el receso para ello.
Pero había otra razón. Fernando era homosexual y quería aprovechar su estadía en un país más liberal para conocer gente y tal vez experimentar una que otra cosa. Al fin y al cabo tenía 23 años, la edad ideal para ver lo que la vida puede ofrecer.
Fue así como cada día salía a caminar. Miraba el mapa del metro, elegía una estación en una zona interesante y tomaba el tren hacia ese punto. Después caminaba bastante y por la noche volvía exhausto pero contento a su casa.
En una de sus salidas, caminó por un barrio bastante extraño. Se veían autos estacionados en la calle y muchos edificios pero no había ni un alma por ningún lado. Era un lugar casi desolado y eso que no era ni muy temprano ni muy tarde.
Caminó y caminó hasta entrar a una callejuela para salir a una avenida del otro lado pero allí escuchó una música a lo lejos y la reconoció como música de su país. Se detuvo a escuchar e imaginó que seguramente sería alguien bailando en su cuarto o algo parecido, tal vez con la misma añoranza que a veces invadía a Fernando.
Pero no. Cuando el chico iba por la mitad de la callejuela, se dio cuenta que la música venía de un café tipo "pub". Sobre la puerta ponía "Magma" en letras rojas con borde naranja. Y, algo aburrido del paseo de hoy, Fernando decidió entrar pensando en la música y en que, de paso, podría comer algo.
El lugar estaba un poco más bajo que la calle y no era muy grande. Afortunadamente estaba bien iluminado y no olía a cigarrillo ni nada parecido. La música seguía mientras una joven se le acercaba a Fernando con la carta. Le habló en español al instante y tuvieron una conversación amena, intercambiando puntos de vista y demás. Al final, Fernando escogió algo de comer y ella le dijo que no demoraría.
La verdad fue que sí demoró pero Fernando no tenía nada que hacer así que no le importaba. Sacó su celular para revisar sus cosas pero algo lo distrajo: entraba un grupo de jóvenes y en el grupo había un muchacho bastante guapo. Fernando lo miró por un momento pero dejó de hacerlo cuando por fin llegó su comida.
El grupo se hizo cerca de él: eran dos parejas, una chica sola y dos chicos solos, entre esos el que Fernando había mirado. Miró a los demás y, sobre todo, al chico que hablaba más con el guapo. Era bastante simpatico también pero no tan evidentemente atractivo. El chico que Fernando había visto parecía modelo de perfume.
Fernando siguió comiendo y la chica le ofreció una cerveza de su país, la que él acepto sin dudarlo.
Pasados unos minutos, el sitio estaba casi lleno y el volumen de la música había subido. Fernando terminó de comer y se dedicó a tomar su cerveza mientras veía como una pareja de otra mesa se levantaba para comenzar a bailar. Lo hacían muy bien y todos los aplaudieron y más se unieron a ellos, empezando por las parejas del grupo que Fernando había detallado.
Él había empezado de nuevo a mirar al chico guapo cuando la joven que estaba sola en ese grupo se le había acercado para pedirle que bailaran. Fernando aceptó y bailaron dos canciones completas. El dolor de piernas era bastante ahora y veía que ya era tarde. Le agradeció a la chica por el baile, pagó su comida y salió del lugar. Cuando había llegado a la avenida, se dio cuenta que lo llamaban diciéndole "Bailarín!".
Pero no era el chico guapo, que él por un momento pensó, sino el chico que estaba con él en la mesa. Se le acercó trotando y le entregó la bufanda. La había dejado en su puesto. Fernando le agradeció. El chico entonces le dijo que él era francés pero que algunos de sus amigos eran extranjeros y le gustaba la música aunque estaba cansado por el trabajo.
Fernando, extrañado que alguien se le acercara así no más a hablarle, le dijo que él también estaba cansado y por eso había salido. Decidieron caminar juntos a la estación del metro y hablaron mucho en el camino. Fernando le preguntó incluso por el chico guapo y el otro rió. Dijo que siempre la gente miraba mucho a su amigo pero que él solo estaba interesado en sí mismo. Aunque lo quería mucho porque se conocían de la niñez, sabía que era un poco egocéntrico.
Cuando llegaron a la estación, Fernando le preguntó al chico donde vivía y se dieron cuenta de que no había ni tres calles entre sus hogares. Tomaron entonces el tren y hablaron de sus vidas y sus gustos en el camino. Resultó que el chico era bastante simpático y muy interesante.
Fernando vivía más cerca a la estación por lo que se debía despedir primero pero en vez de eso decidió arriesgarse: invitó al otro chico a tomar una cerveza y seguir hablando.
Ese día Fernando realizó una de las fantasías que quería cumplir en París pero, sin saberlo, había conocido a una persona que le enseñaría mucho en poco tiempo.
Por esto, casi diez años después cuando Fer volvió a la ciudad por placer, buscó el Magma de nuevo e invitó a su esposo a bailar allí y le contó la historia del chico que había conocido hacía tanto tiempo. Y le gustaba recordarlo todo ya que en ese momento descubrió que la vida tenía, algunas veces, buenas sorpresas para todos.
jueves, 30 de octubre de 2014
Reign of the Ruler
It was the 1960's. Johanna was a catholic and her family thought the best education could only be provided by the clergy so she went to a school run by a convent, by nuns. Her parents were right, actually. In a country with such a low quality in education, only private institutions could provide real knowledge for children.
Johanna at first was unhappy. Before going to a catholic school, she had attended one of the districts institutions. The difference was abismal and there was no doubt that they had better quality with the nuns but she missed being with both boys and girls. She had many friends from both sexes and the change proved hard.
But she grew accustomed to that. She discovered that being around girls all the time wasn't so bad at all and, anyway, she still had friends who were boys in her neighborhood so no problem there.
Besides, she loved many of her new teachers. Sister Glenda, music, was one of her favorites. She brought all kinds of music to class and knew how to play every single instrument, or at least that's what it looked liked. She was very skilled and fun to be around.
Sister Clara, biology, was very strict and poised but she encouraged curiosity in her pupils. The best part of the school year was when she brought dead animals to be opened by the girls. Although contrary to what one may think, every single girl loved to do it and only a few went sick after it. They opened iguanas and frogs and also dissected a cow's heart. It was all fun and learning.
Sister Mary was short and chubby and the funniest woman you would ever have the luck to meet. She cooked the meals in the kitchens and also had an optional course for girls looking to learn how to cook a proper meal. In those times, women were taught to be good housewives from school and no one had anything to say about it.
They made cakes and cookies and also stew and baked potatoes. Even before entering the cafeteria, you knew the contents of the meal. And it was heavenly.
But they were not all nice. Some were even known to be cruel and girls whose mothers had come to the school told the others about what it was like years ago: in their minds, it sounded like a prison of the Middle Ages.
In their years, however, there was Sister Joy. Her name was pure sarcasm as no one thought the woman had ever felt joy in her life. She was professor of mathematics, so it was a prefect combo: most difficult subject, most cruel teacher.
It wasn't only that she hated girls talking or not paying attention during her class. She only hit the chalkboard with her one meter ruler and that was it. Things got bad when, for example, Johanna challenged her once about an exercise they had to do as homework. The girl told the nun she thought the exercise was to advanced for them and that's why many had not even done it correctly.
Sister Joy responded by asking Johanna to put her hands on the table and threatened her not to move them or the punishment would be worst. And then she hit her with the ruler, right on her fingers. The pain was awful. The fingers rapidly got swollen and Johanna had to go to the nurse. That wasn't much better as Nurse Amanda, a nun too, was a bit too old for the job and sometimes didn't handled her strength.
They did denounce Sister Joy's actions but to no end. The school said the professors were actually allowed to enforce respect in their classrooms as they wished. However, they told Johanna's parents that they would talk to the mathematics teacher about her ways of responding to the girls.
They were times children had to respect blindly what older people said, even if they were wrong. And besides that, the church was more powerful and families thought the best thing to do was to live how God intended, or rather, how the church intended.
From that moment on, Johanna tried to be better at math and decided not to give any reason for the woman to be mad. But the truth was the kid was not very good in math, so when she failed an important test, Sister Joy told her she wouldn't be able to pass to the next grade. She would have to get an impressive mark in the last exam to do it and that, in her opinion, wasn't probable.
Johanna told all about it to her parents but they just said "Study harder" and so she did. For other subjects she wasn't as dedicated because she liked them or they were somehow easier for her. But for the final math exam she studied a lot, with friends and her brothers and reading and doing a large amount of exercises.
When the time came, she did the best she could and waited. All other exams had gone fine and she was pleased with it but couldn't stop thinking about Sister Joy and her ways to grade the exam. She didn't think a religious woman would be unfair but this woman seemed liked she liked challenges.
The day came and Johanna got her exam. She received 11 points out of 20 but she needed 12 to pass. She compared her exam to a friend's and noticed one of the answers was the same but the way they got there was different. The thing was her friend had receive the point but not her.
She knew she couldn't complain to Sister Joy so she went to her boss. Mother Superior was also a though woman but fair and really nice if she wanted. Johanna told her about the exam and Mother Superior summoned Sister Joy. She had no way to deny her awful attitude. She just said sorry, changed the grade and almost didn't even looked at the girl.
After the summer vacations, Johanna was surprised to learn Sister Joy had left the school to be in a remote convent, somewhere in a valley or something. The girl didn't care anymore, although the younger girls were relieved to know about her departure. She had made that ruler very popular among them but, from now on, it would only be use from time to time to silence a class or to trace simple and innocent lines.
Johanna at first was unhappy. Before going to a catholic school, she had attended one of the districts institutions. The difference was abismal and there was no doubt that they had better quality with the nuns but she missed being with both boys and girls. She had many friends from both sexes and the change proved hard.
But she grew accustomed to that. She discovered that being around girls all the time wasn't so bad at all and, anyway, she still had friends who were boys in her neighborhood so no problem there.
Besides, she loved many of her new teachers. Sister Glenda, music, was one of her favorites. She brought all kinds of music to class and knew how to play every single instrument, or at least that's what it looked liked. She was very skilled and fun to be around.
Sister Clara, biology, was very strict and poised but she encouraged curiosity in her pupils. The best part of the school year was when she brought dead animals to be opened by the girls. Although contrary to what one may think, every single girl loved to do it and only a few went sick after it. They opened iguanas and frogs and also dissected a cow's heart. It was all fun and learning.
Sister Mary was short and chubby and the funniest woman you would ever have the luck to meet. She cooked the meals in the kitchens and also had an optional course for girls looking to learn how to cook a proper meal. In those times, women were taught to be good housewives from school and no one had anything to say about it.
They made cakes and cookies and also stew and baked potatoes. Even before entering the cafeteria, you knew the contents of the meal. And it was heavenly.
But they were not all nice. Some were even known to be cruel and girls whose mothers had come to the school told the others about what it was like years ago: in their minds, it sounded like a prison of the Middle Ages.
In their years, however, there was Sister Joy. Her name was pure sarcasm as no one thought the woman had ever felt joy in her life. She was professor of mathematics, so it was a prefect combo: most difficult subject, most cruel teacher.
It wasn't only that she hated girls talking or not paying attention during her class. She only hit the chalkboard with her one meter ruler and that was it. Things got bad when, for example, Johanna challenged her once about an exercise they had to do as homework. The girl told the nun she thought the exercise was to advanced for them and that's why many had not even done it correctly.
Sister Joy responded by asking Johanna to put her hands on the table and threatened her not to move them or the punishment would be worst. And then she hit her with the ruler, right on her fingers. The pain was awful. The fingers rapidly got swollen and Johanna had to go to the nurse. That wasn't much better as Nurse Amanda, a nun too, was a bit too old for the job and sometimes didn't handled her strength.
They did denounce Sister Joy's actions but to no end. The school said the professors were actually allowed to enforce respect in their classrooms as they wished. However, they told Johanna's parents that they would talk to the mathematics teacher about her ways of responding to the girls.
They were times children had to respect blindly what older people said, even if they were wrong. And besides that, the church was more powerful and families thought the best thing to do was to live how God intended, or rather, how the church intended.
From that moment on, Johanna tried to be better at math and decided not to give any reason for the woman to be mad. But the truth was the kid was not very good in math, so when she failed an important test, Sister Joy told her she wouldn't be able to pass to the next grade. She would have to get an impressive mark in the last exam to do it and that, in her opinion, wasn't probable.
Johanna told all about it to her parents but they just said "Study harder" and so she did. For other subjects she wasn't as dedicated because she liked them or they were somehow easier for her. But for the final math exam she studied a lot, with friends and her brothers and reading and doing a large amount of exercises.
When the time came, she did the best she could and waited. All other exams had gone fine and she was pleased with it but couldn't stop thinking about Sister Joy and her ways to grade the exam. She didn't think a religious woman would be unfair but this woman seemed liked she liked challenges.
The day came and Johanna got her exam. She received 11 points out of 20 but she needed 12 to pass. She compared her exam to a friend's and noticed one of the answers was the same but the way they got there was different. The thing was her friend had receive the point but not her.
She knew she couldn't complain to Sister Joy so she went to her boss. Mother Superior was also a though woman but fair and really nice if she wanted. Johanna told her about the exam and Mother Superior summoned Sister Joy. She had no way to deny her awful attitude. She just said sorry, changed the grade and almost didn't even looked at the girl.
After the summer vacations, Johanna was surprised to learn Sister Joy had left the school to be in a remote convent, somewhere in a valley or something. The girl didn't care anymore, although the younger girls were relieved to know about her departure. She had made that ruler very popular among them but, from now on, it would only be use from time to time to silence a class or to trace simple and innocent lines.
miércoles, 29 de octubre de 2014
Volver al presente
Sabíamos que así debía de ser, tarde o temprano. Lo habíamos hablado tantas veces durante los últimos años que ya era rutinario invertir al menos media hora al día reflexionando al respecto. Como volveríamos y en que condiciones?
Eric era quien más hablaba de ello, yo prefería vivir mi vida como estaba y no como iba a ser. Después de casi cinco años, teníamos una pequeña casa en un valle remoto y gracias a nuestros amigos, que habían fallecido hacía poco, teníamos un gran rebaño de ovejas con el que podíamos subsistir.
Yo me encargaba de los animales y Eric se había dedicado a crear un pequeño huerto y a vender lo que salía de allí en un pueblo cercano. Gracias a nuestros amigos, habíamos podido conseguir documentos falsos. Y como Eric era alto y algo rubio, no tenía problemas cuando se acercaba a los demás habitantes del valle. Yo prefería mantenerme lejos, no porque fuera a ser evidente que no era del lugar, sino porque lo prefería así.
Mientras paseaba al rebaño, me gustaba sentir el frío viento en la cara y sentirme único en el mundo, alejado de todo lo que no quería recordar. Pero era inevitable que los recuerdos llegaran a nuestras mentes cada cierto tiempo: recuerdos de nuestras familias, lo que habíamos vivido en nuestra travesía y los horrores de los que oíamos de vez en cuando.
La guerra había seguido y no parecía que la Confederación quisiera detenerse en sus planes de expansión. Ya era bien conocido que las Américas y parte de Europa habían caído y habían rumores de que África pudiese ya estar bajo su control. No quedaban muchos que pelearan y no había manera de oír noticias del otro lado. Al fin y al cabo el país estaba parcialmente ocupado y era obvio que no querían que supiéramos más de los necesario.
Tras una discusión particularmente aireada en la que Eric creía que era cada vez más necesario que regresáramos y yo decía que el mundo estaba mejor con nosotros a un lado, él salió de la casa tirando la puerta. Yo lo amaba y por lo mismo no podía admitir que regresáramos a un campo de batalla, donde uno o los dos podríamos morir.
Para mi sorpresa, Eric regresó al cabo de una hora. Cuando estaba de mal humor, normalmente iba al pueblo y luego volvía y eso tomaba mucho más tiempo. Pero allí estaba y detrás había una mujer rubia, hermosa. Parecía modelo de las revistas de antes.
Se presentó: su nombre era Helga Rottmiller. Era ciudadana alemana y había desembarcado en la isla hacía poco. Según lo que decía, trabajaba para la resistencia en Europa y tenía como encargo reclutar gente para la causa. Había escuchado de nosotros y había pensado que éramos los candidatos perfectos.
Yo iba a hablar pero Eric me interrumpió. Al parecer ya habían discutido el asunto afuera. Él decía que apoyaba a la resistencia pero que solo dejaría Islandia si hubiera razones de peso para irse. Le decía a la mujer que las noticias no eran alentadoras y que no quería arriesgar lo que había logrado por algo sin futuro.
Tengo que decir que su pequeño discurso me alegró. Tanto así que le tomé la mano sobre la mesa y se disipó cualquier rastro de las discusiones que habíamos tenido. No en vano habíamos hecho tanto para venir hasta allí y era feliz sabiendo que él pensaba igual que yo.
La mujer nos dijo que las noticias no eran tan malas: los chinos habían derrotado a la Confederación un par de veces y otros países también resistían con fuerza. Les contaba que Alemania estaba ocupada por ellos y que la central de la resistencia estaba en Donetsk, en territorio todavía en disputa.
Dijo que la Confederación estaba debilitada ya que en su mismo territorio habían surgido varios movimientos rebeldes y, en su opinión, era imposible extinguirlos todos. Era inevitable la caída del imperio. Les dijo que volvería al continente en cuatro días. Les dijo el lugar donde atracaría el barco si querían ir con ella y se fue, sin decir más.
Esa noche, no hablé con Eric aunque nuestras manos se mantuvieron unidas casi todo el tiempo. Al día siguiente me sorprendió ver que no estaba en el huerto sino en la cocina. Había cocinado el desayuno para ambos y cuando lo comimos solo hubo sonrisas y bonitos recuerdos e historias cómicas.
Me acompañó a pasear al rebaño y el la colina más alta me dio un beso como hacía mucho no lo hacía y me pidió perdón por pelear y por buscar más de lo que ya tenía. Le dije que no debía pedirme disculpas. Yo tampoco había sabido manejar la situación.
Entre las ovejas comimos algo y vimos el atardecer y al bajar a la casa bailamos recordando música de nuestra juventud y cantando alegremente. En la noche hicimos el amor y recordé porque lo amaba tanto.
El día siguiente fue igual de perfecto y el día después de ese tuvimos que hablar de lo que urgía: o nos íbamos con la mujer extranjera y peleábamos por nuestro país o nos quedábamos allí y veíamos como sucedían las cosas a una distancia prudente.
Había argumentos en pro y en contra de cada opción y las contemplamos todas, juntos, queriéndonos más que nunca. Llegada la noche, me acerqué a Eric y le dije:
- Te acuerdas de como nos conocimos?
Claro que se acordaba. Eramos terroristas en ese momento y nos habíamos conocido al tener una causa en común. Queríamos libertad. Queríamos vivir en nuestra tierra, juntos, libres de verdad. Eramos más jóvenes, de hecho parecían recuerdos remotos, y teníamos una visión más esperanzadora que la que teníamos en Islandia.
Al otro día alistamos todo con rapidez. Eric habló con un granjero que vivía cerca y le confío nuestras ovejas. La casa la cerramos con llave y, en silencio, nos tomamos de la mano y nos despedimos de ella. Había sido nuestro pequeño paraíso y jamás podría retribuirle a esta tierra lo que había hecho por mi.
En el pueblo pedimos prestada una moto a un amigo de Eric quien la dio sin preguntas y llegamos a la zona acordada tras una hora de viaje. Dejamos la moto en la carretera y bajamos a la rocosa playa a pie. Allí había un barco pesquero viejo y nos reímos. La ironía de la vida: salir como llegamos.
Abordo había un hombre grande y gordo que nos saludó con gracia. También estaba la mujer rubia y dos personas que había podido reclutar, ambas mujeres. Según nos contaba, les habían quitado a sus hijos para ponerlos a luchar lejos y querían venganza. Solo les sonreí porque no quería involucrarme en eso. Yo no quería venganza, quería paz en mi vida.
Y así zarpó el barco, cobijado por la neblina de la noche. Lo que pasó el siguiente año cambió mi vida para siempre y me haría pensar mucho en el poder que tienen las decisiones, tanto las que tomamos como las que toman por nosotros.
Eric era quien más hablaba de ello, yo prefería vivir mi vida como estaba y no como iba a ser. Después de casi cinco años, teníamos una pequeña casa en un valle remoto y gracias a nuestros amigos, que habían fallecido hacía poco, teníamos un gran rebaño de ovejas con el que podíamos subsistir.
Yo me encargaba de los animales y Eric se había dedicado a crear un pequeño huerto y a vender lo que salía de allí en un pueblo cercano. Gracias a nuestros amigos, habíamos podido conseguir documentos falsos. Y como Eric era alto y algo rubio, no tenía problemas cuando se acercaba a los demás habitantes del valle. Yo prefería mantenerme lejos, no porque fuera a ser evidente que no era del lugar, sino porque lo prefería así.
Mientras paseaba al rebaño, me gustaba sentir el frío viento en la cara y sentirme único en el mundo, alejado de todo lo que no quería recordar. Pero era inevitable que los recuerdos llegaran a nuestras mentes cada cierto tiempo: recuerdos de nuestras familias, lo que habíamos vivido en nuestra travesía y los horrores de los que oíamos de vez en cuando.
La guerra había seguido y no parecía que la Confederación quisiera detenerse en sus planes de expansión. Ya era bien conocido que las Américas y parte de Europa habían caído y habían rumores de que África pudiese ya estar bajo su control. No quedaban muchos que pelearan y no había manera de oír noticias del otro lado. Al fin y al cabo el país estaba parcialmente ocupado y era obvio que no querían que supiéramos más de los necesario.
Tras una discusión particularmente aireada en la que Eric creía que era cada vez más necesario que regresáramos y yo decía que el mundo estaba mejor con nosotros a un lado, él salió de la casa tirando la puerta. Yo lo amaba y por lo mismo no podía admitir que regresáramos a un campo de batalla, donde uno o los dos podríamos morir.
Para mi sorpresa, Eric regresó al cabo de una hora. Cuando estaba de mal humor, normalmente iba al pueblo y luego volvía y eso tomaba mucho más tiempo. Pero allí estaba y detrás había una mujer rubia, hermosa. Parecía modelo de las revistas de antes.
Se presentó: su nombre era Helga Rottmiller. Era ciudadana alemana y había desembarcado en la isla hacía poco. Según lo que decía, trabajaba para la resistencia en Europa y tenía como encargo reclutar gente para la causa. Había escuchado de nosotros y había pensado que éramos los candidatos perfectos.
Yo iba a hablar pero Eric me interrumpió. Al parecer ya habían discutido el asunto afuera. Él decía que apoyaba a la resistencia pero que solo dejaría Islandia si hubiera razones de peso para irse. Le decía a la mujer que las noticias no eran alentadoras y que no quería arriesgar lo que había logrado por algo sin futuro.
Tengo que decir que su pequeño discurso me alegró. Tanto así que le tomé la mano sobre la mesa y se disipó cualquier rastro de las discusiones que habíamos tenido. No en vano habíamos hecho tanto para venir hasta allí y era feliz sabiendo que él pensaba igual que yo.
La mujer nos dijo que las noticias no eran tan malas: los chinos habían derrotado a la Confederación un par de veces y otros países también resistían con fuerza. Les contaba que Alemania estaba ocupada por ellos y que la central de la resistencia estaba en Donetsk, en territorio todavía en disputa.
Dijo que la Confederación estaba debilitada ya que en su mismo territorio habían surgido varios movimientos rebeldes y, en su opinión, era imposible extinguirlos todos. Era inevitable la caída del imperio. Les dijo que volvería al continente en cuatro días. Les dijo el lugar donde atracaría el barco si querían ir con ella y se fue, sin decir más.
Esa noche, no hablé con Eric aunque nuestras manos se mantuvieron unidas casi todo el tiempo. Al día siguiente me sorprendió ver que no estaba en el huerto sino en la cocina. Había cocinado el desayuno para ambos y cuando lo comimos solo hubo sonrisas y bonitos recuerdos e historias cómicas.
Me acompañó a pasear al rebaño y el la colina más alta me dio un beso como hacía mucho no lo hacía y me pidió perdón por pelear y por buscar más de lo que ya tenía. Le dije que no debía pedirme disculpas. Yo tampoco había sabido manejar la situación.
Entre las ovejas comimos algo y vimos el atardecer y al bajar a la casa bailamos recordando música de nuestra juventud y cantando alegremente. En la noche hicimos el amor y recordé porque lo amaba tanto.
El día siguiente fue igual de perfecto y el día después de ese tuvimos que hablar de lo que urgía: o nos íbamos con la mujer extranjera y peleábamos por nuestro país o nos quedábamos allí y veíamos como sucedían las cosas a una distancia prudente.
Había argumentos en pro y en contra de cada opción y las contemplamos todas, juntos, queriéndonos más que nunca. Llegada la noche, me acerqué a Eric y le dije:
- Te acuerdas de como nos conocimos?
Claro que se acordaba. Eramos terroristas en ese momento y nos habíamos conocido al tener una causa en común. Queríamos libertad. Queríamos vivir en nuestra tierra, juntos, libres de verdad. Eramos más jóvenes, de hecho parecían recuerdos remotos, y teníamos una visión más esperanzadora que la que teníamos en Islandia.
Al otro día alistamos todo con rapidez. Eric habló con un granjero que vivía cerca y le confío nuestras ovejas. La casa la cerramos con llave y, en silencio, nos tomamos de la mano y nos despedimos de ella. Había sido nuestro pequeño paraíso y jamás podría retribuirle a esta tierra lo que había hecho por mi.
En el pueblo pedimos prestada una moto a un amigo de Eric quien la dio sin preguntas y llegamos a la zona acordada tras una hora de viaje. Dejamos la moto en la carretera y bajamos a la rocosa playa a pie. Allí había un barco pesquero viejo y nos reímos. La ironía de la vida: salir como llegamos.
Abordo había un hombre grande y gordo que nos saludó con gracia. También estaba la mujer rubia y dos personas que había podido reclutar, ambas mujeres. Según nos contaba, les habían quitado a sus hijos para ponerlos a luchar lejos y querían venganza. Solo les sonreí porque no quería involucrarme en eso. Yo no quería venganza, quería paz en mi vida.
Y así zarpó el barco, cobijado por la neblina de la noche. Lo que pasó el siguiente año cambió mi vida para siempre y me haría pensar mucho en el poder que tienen las decisiones, tanto las que tomamos como las que toman por nosotros.
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martes, 28 de octubre de 2014
The Rain
There was no way of seeing anything in the downpour. It was as if the sky had been ripped apart and all the water from the clouds came rushing down, hitting rocks and houses, trees and mountains.
I live in a small cottage, on the outskirts of a small town in the highest mountains in the region. I love living here but sometimes it gets lonely. Although, to be honest, I don't really mind. Since George, my husband, died all those years ago, I have grown accustomed to being alone, only with Nancy as my companion. Nancy is a golden retriever and a present from George.
The day of the downpour, I had just come back from hunting with her and we were exhausted. I twas then when it started and it didn't seem to end. Actually, the rain went on all night and continued the next morning, with the same intensity.
After having lunch, I decided to check my computer for news about the storm, as I thought it was for sure related to a storm somewhere. Not a surprise, my internet feed was down and by sunset I had no electricity in the house. Nancy was restless as she hated complete darkness which is quite uncommon for a dog.
We sat by the fireplace to heat ourselves, she slept while I read. And then I heard someone knocking at the door. We were both startled and, for a moment, I thought I was imagining it. I relaxed my muscles but then I heard it again and I couldn't ignore it. Someone was outside and it seemed impossible but it was real. As I came close to the door, I realized that the town was not very near but the road was and maybe someone had an accident. So I opened.
On the other side there was a young boy, maybe ten years old. He was trembling from the cold, his clothes damped and about to collapse. I let him in and look for a towel, as Nancy helped him get close to the fire. After drying him a bit, I told him to take of his clothes in order to dry them by the fire.
As I waited outside the bathroom, I noticed a fragrance in the air, like flowers. Somehow, that reminded me of something but I had no clue what. The boy came out, covered in the towel, leaving his clothes in the sink.
He didn't spoke a word. He sat next to Nancy, by the fire and the dog seemed calm as the boy stroke her back. I twisted his clothes, leaving them a little less wet and then put them in a chair next to the fire. I didn't thought they would dry a lot but it was better than nothing.
I then asked the boy where were his parents and what had happened to him. But he just looked at me and said nothing. He was probably shocked or something. Maybe he was in a car accident and his family was on the road. I had to check. I put on my jacket, a hat, gloves, other pants and my boots. I told the boy to stay there but I never knew if he heard me.
Outside was awful. I had never witnessed a hurricane but I thought that storm must have been very similar. I couldn't see much so I decided not to head down to the road but rather to a an area that overlooked it from above. The rain was a pain in the ass but when I got there, I saw nothing. No people, no cars, nothing.
When I came back to my house, and it took time, I smelled again flowers and something else. When I got to the kitchen I realized it was the boy, cooking. Nancy stood by him as he dropped some vegetables into a big pot filled with water. He realized I was there and then he finally spoke.
- I was hungry. Do you want some?
I nodded. He was cooking on my portable stove and I was frankly surprised he had poured my gasoline on it. After a few minutes the night fell and the boy served the soup.
We sat by the fire and enjoyed our meal. Even Nancy had some and she loved it. To be honest, his cooking reminded me of my husband, as he always loved to use vegetables in his preparations. Not that he cooked much, but when he did it was all about mother nature and its gifts.
When we were finished, I asked the boy again about his parents and why he was alone in the rain. A thunder fell and I was startled, even more when he started speaking just after it.
- You have always been scared of them.
- How do you know that?
He raised his shoulders and grabbed the plates. After washing them, he came back and stroke Nancy again as she fell asleep.
I felt a bit nervous by then. The kid didn't seem too normal, he knew things and hadn't said a word about his family. Other kids would be terrified and would scream or cry or fight. But he just looked to the fire and stroke my dog. He seemed at peace.
Later, I told him it was bed time. He would sleep on the sofa, by the fire, and I would heat some water for me to sleep in my room. Nancy could stay with him. I gave him a think quilt my mother had made many years ago and he said another puzzling thing:
- I've always loved this quilt.
I ignored this and put the quilt over him. When I did he grabbed my hand and looked at me to the eyes. This made me nervous but he pressed harder and then spoke:
- You should do something with your life. Don't close yourself to the world. You have a lot to offer.
The only thing I could do was smile and not sleep. Not for the whole night. It was after 5 AM when I finally fell asleep. My last thought was: "Why am I not hearing the rain?".
I later realized the storm had stopped and that my guest, the little boy, had left in the morning. He had folded the quilt as George did and then I realized what had happened. I opened to the door and called for him, knowing it was useless.
My one true love had come to me and I didn't realize it. Although, he was right. I had come here to be away of everything, as life reminded me of him every second but that had been a wrong move from my part. That day, I decided to sell the cottage and move to the city, closer to my son and to his children.
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